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En un mundo que es como el nuestro... pero que no es el nuestro. En un mundo sin héroes. Sin poderes. En un mundo completamente real... que está a punto de dejar de serlo.

El Cielo en Llamas

EL CIELO EN LLAMAS #4
El enemigo interno
Guión: Tomás Sendarrubias

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Cerca de ErzebetTér, Budapest. Hungría.

-...así que Nicole estuvo infiltrada durante varias semanas en el cártel, haciéndose pasar por el ayudante de Mateo Malestre, un mejicano que se había instalado en California y que manejaba parte del tráfico de cocaína, pasándola desde Colombia a Estados Unidos a través de Méjico1.

-Suponía que había pasado algo así, un rollo de infiltración y esas cosas-responde Nikos, incorporándose en la cama, estirándose y besando el hombro de Anthony, que se vuelve para besarle en los labios-. Aluciné cuando lo vi en la tele, de verdad.

-Todo parece mejor visto desde la tele-responde Anthony, mirando el reloj y enarcando las cejas-. Me voy a duchar y me voy. James y yo hemos quedado en el Puente de las Cadenas.

-¿Trabajo?-pregunta Nikos, saliendo de la cama y abriendo las cortinas de un gran ventanal. Por un segundo, Anthony observa en silencio la figura del hombre, desnudo al contraluz de la ventana, y recuerda la noche que han pasado entre las sábanas de aquella cama. El sol parece resbalar sobre su piel, como fundida en bronce, y cuando se vuelve hacia él, parece relumbrar en sus ojos verdes. Anthony niega con la cabeza.

-Sí y no... pero sobre todo no-responde Anthony, encogiéndose de hombros mientras sale de la cama en dirección a la ducha. Deja la puerta entreabierta mientras abre el grifo y el agua caliente comienza a caer sobre él-. Desde que vivimos todos juntos ahí arriba es como si todo lo que hacemos estuviera relacionado con el trabajo, como si nuestra nueva vida nos hubiera atrapado. Así que, de vez en cuando, aprovechamos los transbordadores y pasamos algo de tiempo en diferentes ciudades del mundo. La semana pasada estuvimos desayunando en Milán, y hoy...

-Aprovechando que venías a verme... ¿o ha sido al contrario?

Anthony sonríe cuando nota que Nikos entra en la ducha tras él, y le besa en el cuello y la nuca. Se gira y besa a Nikos en los labios, acariciándole el marcado mentón.

-Ha sido una suma de circunstancias-dice Anthony, encogiéndose de hombros. Nikos finge un mohín y sonríe, llenándose las manos con gel del dispensador, y masajeando el pecho de Anthony, y luego su espalda, mientras el agua cae abundante sobre ellos-. Nikos... me maldeciré a mí mismo por esto mucho tiempo... pero no me gusta llegar tarde.

-Oh-masculla Nikos-. Claro. Lo siento, perdona.

Apresuradamente, Nikos sale de la ducha y Anthony pone los ojos en blanco. Ha leído sus pensamientos periféricos, le ha ofendido. Pero si está allí es precisamente para no tener que preocuparse por ese tipo de cosas.

"Nikos."

El chico húngaro se detiene en seco, en una postura casi absurda, con una pierna dentro del bóxer de Dolce y Gabbana que iba a ponerse, y la otra fuera. La voz de Anthony resuena en su mente.

"Me gustaría quedarme contigo otro rato. O todo el día, quizá hasta mañana."

-Puedes hacerlo-responde Nikos en voz alta. Escucha como el grifo de la ducha se cierra.

"Ni debo... ni quiero, Nikos. Es una cuestión de..."

-Prioridades-le interrumpe el húngaro, sentándose en la cama-. Lo sé. Lo hacía por...

-Para que me sintiera cómodo. Lo sé-asiente Anthony, saliendo del baño, con una toalla en la cintura, y abriendo un armario. Desde que dos meses atrás comenzó a venir a la casa de Nikos, guardó algo de ropa en uno de los armarios. Eligió unos pantalones cargo de color marrón claro, una camiseta gris y una chaqueta de ante, y comenzó a vestirse-. Estoy más cómodo contigo de lo que he estado nunca con nadie.

-Gracias-sonríe Nikos, y Anthony se acerca y le besa de nuevo. Nikos se tumba en la cama mientras Anthony se acerca, ya vestido, a la puerta del apartamento.

-Hice anoche la transferencia, el dinero debería estar ya disponible en tu cuenta-dice Anthony, y Nikos asiente.

-Vuelve pronto-dice, y Anthony sonríe, cerrando la puerta tras de sí. Al menos, Nikos no tiene ambages en ese sentido. A dos mil euros por noche, le encantaría que Anthony estuviera allí todos los días.

Una vez fuera, Anthony se apoya en la puerta y nota como su mente fluye hasta la de Nikos. Allí, localiza los recuerdos del acompañante sobre todo lo que le ha contado acerca de las operaciones de los Once. Si algo le gusta de Nikos es que sabe escuchar, pero recordar aquello sólo le podría traer problemas. Sin que Nikos lo sienta siquiera, esos recuerdos se desvanecen. Por lo que a él respectará, habrán pasado la noche hablando de cine, de arte y de música... además de practicando sexo salvaje... y eso no era un recuerdo falso.

Anthony suspira, y desciende las escaleras que le llevarán a ErzebetTér, a la estatua de Isabel de Hungría, y a la Avenida Andrassy, que le llevará al Puente de las Cadenas. A James. Y a su vida real.

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En ese momento, en Concordia.

Helen se detiene en el pasillo que conduce a la zona de producción de Concordia para hablar unos instantes con Mónica, la novia de Ralph, uno de los Once. Helen y ella se conocieron en el transbordador de subida, y le sorprendió ver que Mónica estaba tan nerviosa como ella o más, aunque al menos conocía allí arriba a alguien... a su pareja. Cuando llegaron, Helen había sido asignada a la zona de producción, era especialista en desarrollos agrónomos, mientras que Mónica, profesora de guardería, era dirigida a la zona de residencias, donde había un colegio y una guardería para que se educaran los hijos de aquellos que habían decidido trasladarse a Concordia. El propio Ralph, que además de ser el hombre más rápido sobre la faz de la Tierra, era psicopedagogo, participaba mucho en el desarrollo del colegio de Concordia. Helen y Mónica quedaban con cierta frecuencia para tomar café, comer y charlar. Ambas guardan silencio en el pasillo cuando pasa Nicole, que las saluda con un gesto, sin detenerse, mientras se dirige... a donde tenga que ir. Helen finalmente, se disculpa con Mónica, y continúa por el pasillo, hasta llegar a la zona de agricultura. Grandes hectáreas de cultivo, formadas sobre asteroides vinculados a Concordia de enrevesadas maneras, cada una de ellas con su propio microclima, el adecuado para el crecimiento del cereal, las hortalizas o las frutas plantadas en cada una de ellas. El trabajo de Helen era mejorar aquellas plantaciones, hacerlas más fértiles, más adaptables.

Se sienta en su despacho, accede a su ordenador, y en ese momento, ve que en la pantalla, en el extremo inferior derecho, hay un pequeño icono que no había estado jamás allí, una pequeña daga en forma de cruz. Helen desplaza el cursor hasta el símbolo, y lo clica. Con los ojos abiertos como platos, observa las imágenes caleidoscópicas que se despliegan por la pantalla. Y tras unos tres minutos, se incorpora y sale de la sección de agricultura, caminando despacio pero con firmeza.

Sabe que en muchos ordenadores más de Concordia, muchos han visto ese símbolo y se disponen a ocupar sus lugares.

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Poco después, Budapest.

Mientras recorre el Puente de las Cadenas, Anthony piensa que debería haber cogido algo de ropa más abrigada. El viento de finales del invierno aún sopla con fuerza en aquel lugar de Centroeuropa, y él no lleva más que una camiseta de manga corta y una chaqueta de ante. Piensa en una bufanda, en guantes, incluso en un gorro de lana...

-Ey-llama Jamie, cuando Tony pasa por su lado sin detenerse-. Increíble. Telépata, capaz de leer miles de pensamientos... Y cuando va por la calle, no sabe quién está a su lado.

Tony se detiene en seco, poniendo los ojos en blanco y abriendo los brazos para abrazar a Jamie. Este se ha vestido de manera más apropiada, con un pesado abrigo de corte náutico y un cardigan de lana espesa con nudos, además de una bufanda negra y guantes de cuero.

-Perdona, tío-responde Tony-. Estoy helado, y ya ni veo.

-He visto un café aquí cerca, ¿te apetece algo caliente?

-Sí, por Dios. ¿Te trajo Lewis?

-Sí-responde Jamie, echando a andar-. Me parecía absurdo utilizar dos transbordadores, así que como ya tenías uno aquí, me acercó Lewis, luego podemos volver juntos en el que tú trajiste.

-Estupendo. ¿Va todo bien por ahí arriba?

-¿No te ha pasado Manny el informe?

-¿Qué? Oh, venga, Jamie, tú también no.

-Es broma, tío.

-Ya, de esas bromas que afilas antes. ¿Ahí?

-Sí, ahí.

Juntos, entran en un pequeño café, con las sillas y las mesas en oscura madera de cerezo, y el aire cálido oliendo a café tostado y crema de leche. Jamie señala con la cabeza una de las ventanas del local, que da hacia el Danubio, y Tony asiente, así que se sientan allí. Un camarero de aspecto aún somnoliento se acerca a ellos, y en perfecto húngaro, Tony pide dos cafés, pan blanco y mermelada de frutas. Jamie mira el río, de un color azul verdoso incluso bajo un cielo que empieza a volverse gris, y se quita el abrigo, dejándolo en un perchero cercano. El camarero vuelve con el pedido, y además, un plato de degustación del famoso embutido húngaro, lo que le arranca una sonrisa a Jamie, que se lo agradece en un húngaro bastante más forzado que el que utiliza Tony.

-Podría conectarte a sus nódulos de pensamiento lingüístico-dice este, probando un sorbo del humeante café-. Mejorarías bastante tu húngaro.

-No, gracias. Hay cosas que prefiero hacer al viejo estilo.

-Es una opción. De todas formas, no guardo toda esta información. Cuando salgamos de Budapest, me resetearé, por así decirlo. Necesito espacio de almacenamiento aquí-dice, señalándose la cabeza, y Jamie asiente, cogiendo un poco de mermelada de fresa y untándola en el pan.

-Así que bromas afiladas, ¿no?-dice, dándole un bocado al pan, y Tony, aunque pone los ojos en blanco, asiente.

-Creo que estoy preparado para recibirlas de todo el mundo... menos de Danny y de ti-afirma Tony-. Vosotros sabéis lo difícil que es esto.

-Sí-asiente Jamie.

-Incluso cuando no quiero, percibo retazos de pensamientos de todo el mundo. Me cuesta un auténtico esfuerzo no estar ahora mismo buceando en tu mente... y aún así, me acaba de venir a la cabeza una imagen de cuando estuviste en Corfú buceando, porque te ha venido a la mente cuando he dicho "bucear". Si me relajo un poco... el camarero que nos ha atendido tiene un lío con la mujer de su jefe, del dueño de la cafetería. A ella le gusta el bondage, pero él no se siente del todo cómodo. Le da miedo hacerla daño, y no termina de darse cuenta de que eso es lo que a ella le gusta. La chica que está en la cocina, preparando el café, tiene graves problemas económicos. Su novio está metido en jaleos de drogas, y tienen deudas con sus camellos. Teme que los maten a los dos si no pagan mañana. En la planta superior hay un hombre, tiene cuarenta y tres años, y no piensa más que en números. Está cuadrando tablas de resultados, una empresa... de los números que cuadre, dependerá que la empresa siga viva o se cierre. Enfrente hay un chico, tiene catorce años... cree que su futuro está en el porno, y lo cree de verdad...

-Basta-sisea Jamie, y se da cuenta de que, por un momento, a Tony le cuesta romper los lazos que ha establecido con la gente en cuyas mentes estaba entrando, pero lo hace, y sus ojos, centelleando, se vuelven a clavar en los de Jamie, dando un sorbo al café.

-Manny es completamente transparente-dice Tony, con la voz ronca-. No esconde lo que piensa. Y bueno, confío en ti, en Danny... y en Dave, lo suficiente como para que no me preocupe lo que pueda escaparse de vuestros pensamientos. Y creo que confiáis en mi lo suficiente como para no sentiros incómodos cuando estoy delante.

-Bueno, eso que acabas de hacer ahora, no ayuda mucho, la verdad-sonríe Jamie, y Tony esboza una sonrisa amarga.

-Y todo el mundo recuerda lo que pasó entonces, ¿no? Cuando perdí el control...

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Estación Orbital Valquiria, doce días después del Destello.

-¡¡No lo soporto!!-grita Tony, y una docena de matraces y cápsulas de Petri, además de un microscopio electrónico situados sobre una mesa en un rincón de la sala, estallan. Tony está en el suelo, apoyado contra la pared, con la cabeza entre las manos y las rodillas pegadas contra el pecho. Tiene los ojos enrojecidos por las lágrimas, y la voz ronca de gritar. Sus ojos relumbran un instante, y la camilla que ocupa el centro de la sala rueda y se estrella contra la pared, volcándose y dejando una rueda girando sin sentido.

-¡Tranquilo!-exclama Jamie, arrodillándose a su lado-. ¡Dave!

-¡No puedo!-responde David-. No hay ningún daño físico, ¡no puedo hacer nada!

-Por Dios, que pare, que pare...-sisea Tony, agarrando con fuerza las manos de Jamie, mientras la mucosa se desplaza lenta desde su nariz hacia su labio superior-. Hay millones de voces en mi cabeza, no puedo pararlas, no puedo pararlas...

-Doctor Tellhart-dice Jamie, girándose hacia el científico que había participado en la creación de los Once-. Tiene que haber alguna forma de ayudarle...

-Tendríamos que hacer pruebas, tendríamos que...

-¡No quiero más pruebas!-grita Tony, y la onda telepática hace que Tellhart, Jamie y Dave se mareen. La puerta de la sala se abre y entra Danny, que se apresura a arrodillarse también junto a Tony.

-Doctor Tellhart, sirva para algo y ponga fin a esto-ordena Danny, pero Tellhart niega con la cabeza mientras se encoge de hombros.

-No sé como hacerlo-dice-. Pero... es tan fascinante. En estos momentos, su mente está en contacto con la mitad de la población sentiente de la Tierra... y aumentando... Es tan interesante comprobar su resistencia ante tal energía mental...

-No somos tus putos experimentos-gruñe Daniel, incorporándose y arrojándose sobre Tellhart, dándole un fuerte puñetazo que le estalla el labio y le hace caer al suelo.

-¡Danny!-grita David, pero Danny se gira hacia él, levantando las manos.

-Lo va a matar-masculla-. Lo va a matar, y entonces, yo le mataré a él...

-Buen derechazo-farfulla Tellhart, incorporándose y escupiendo sangre-. Tenéis que entender que soy un científico y esto es un fenómeno fascinante. Sus neuronas son ahora mismo como estrellas...

-¿Quieres ver lo que se siente?-grita Tony, casi con los dedos hundidos en el cráneo-. ¿Quieres saber lo que se siente?

El propio aire chisporrotea, y entonces es Tellhart el que grita. El científico cae con los ojos abiertos como platos, mientras sus oídos y nariz empiezan a llenarse de sangre oscura, que cae en espesas gotas. Grita, hasta el punto de que enronquece, y luego sigue gritando en silencio, mientras los ojos de Tony permanecen fijos en él. El doctor Tellhart se cae de rodillas, y sus ojos se nublan.

-¡Tony! ¡Para! ¡Para ya!-Jamie salta y se sitúa ante Anthony, obligándole a mirarle-. ¡Mírame a mí! ¡Aquí!

La voz de Jamie parece atraer a atención de Tony, que clava en él sus ojos, mientras David se apresura a comprobar el estado de Tellhart, maldiciendo.

-Sigue mi voz, Tony, mi pensamiento-James se toca el entrecejo-. Concéntrate aquí. Concéntrate en mí.

Tony masculla, obedeciendo la voz de su amigo, y poco a poco, las voces comienzan a desaparecer de su cabeza, muy poco a poco. El torrente se reduce a un río, y luego, a un hilo de agua, hasta que finalmente, todo ese ruido desaparece.

-Esto es una pesadilla-masculla Tony, desplomándose en los brazos de Jamie, que le abraza con fuerza, sin atreverse a mirar atrás, donde David y Danny están atendiendo al doctor Tellhart.

-Le ha reducido el cerebro a gelatina-masculla David, con las manos puestas sobre el cráneo de Tellhart-. Esto me va a costar un rato.

-Un esfuerzo inútil-masculla Danny-. Este tío tiene la culpa de todo lo que le ha pasado.

-¿Qué le he hecho?-pregunta Tony, tratando de mirar tras Jamie, pero este se lo impide.

-Nada, tío. Nada.

David había conseguido devolver el cerebro de Tellhart a su funcionamiento normal.

No había podido devolverle la cordura.

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Ahora, cerca del Puente de las Cadenas, Budapest.

-Bueno, todos perdimos el control en algún momento-dice James, probando el embutido-. Si no hubiera sido por Manny y Naomi, cuando estábamos creando las islas de cultivo, en lugar de Concordia tendríamos que haber llamado al satélite Cacharro. Casi lo destruyo todo con un asteroide de alta carga férrica.

-Sí, todos hemos tenido nuestros momentos. Pero con toda esta responsabilidad, Jamie, es como si cada vez estas habilidades me pesaran más. Y supongo que nos pasará lo mismo a todos.

-Bueno, todos tenemos nuestros miedos-asiente James-. Pero se supone que estamos preparados para superarlos. Tú nos has animado a eso. Por cierto, ¿qué demonios has hecho toda la noche en Budapest? ¿Perseguir a algún criminal como si fueras Batman?

Anthony se limita a sonreír, y deja caer una imagen en la mente de James, que enarca las cejas, soltando la taza de café.

-¡Ey!-dice-. Con que lo hubieras dicho hubiera bastado...

Tony sonríe en el momento en que el hombre de la cafetería enciende la televisión, apareciendo un canal de noticias húngaro, en el que pueden ver la foto de una niña. Anthony se pone serio bruscamente, y escucha la voz de los locutores.

-...la pequeña Agnezska desapareció ayer por la tarde mientras jugaba en un parque de Margit-Sziget2, bajo el cuidado de su madre. La señora Prêzy, que está bajo tratamiento psicológico, dejó a la niña jugando un momento mientras hablaba por teléfono y la perdió de vista. La foto que pueden ver-una niña de unos seis años, con el rostro redondo, los ojos grises muy claros y el pelo negro, cortado a la altura de los hombros-fue tomada hace dos semanas, ayer la pequeña Agnezska llevaba una sudadera roja con un dibujo de HelloKitty, una parka rosa, vaqueros y una mochila con un dibujo de un tren sonriente...

-Los trenes sonrientes siempre me han dado escalofríos-masculla Tony, y Jamie se encoge de hombros.

-¿De qué estás hablando?

-¿Recuerdas todo lo que te decía sobre la responsabilidad? Creo que durante este tiempo nos hemos fijado en cosas muy grandes. Reuniones con embajadores, entrevistas a gran escala... Creo que necesitamos recuperar la perspectiva y darle importancia a las cosas pequeñas...

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En esos momentos, Concordia.

-¡Lo que ha ocurrido en Kodiak ha sido inaceptable!-exclama a través de la conexión holográfica la Presidenta Barnes, dando incluso un golpe con el puño en su escritorio de la Casa Blanca.

Se encuentran en la sala de Comunicaciones de Concordia, y ante las imágenes holográficas de buena parte de los líderes de los países más poderosos del mundo o de sus representantes, se encuentran Nicole y Danny. Tras ellos, fuera de la vista, Robert y Manny se encargan de mantener las comunicaciones.

-Señora Presidenta, lo inaceptable era lo que estaba ocurriendo antes de que desmanteláramos aquella prisión-responde Nicole, tajante.

-Era un asunto de Seguridad Nacional...

-Con todos mis respetos, Señora Presidenta-interviene Daniel-, tras examinar la situación de los reclusos de Kodiak, como sabrá, sólo cuatro han sido encontrados peligrosos, sólo cuatro tenían conexiones reales con organizaciones terroristas... y de ellos sólo dos con al-Qaeda, los otros dos pertenecían a un grupo de extrema derecha y a un grupo supervivencialista radical.

-Señor Statham, lo sé perfectamente-le interrumpe la Presidenta Barnes-. Los cuatro nos han sido devueltos por el Tribunal Internacional de Estrasburgo...

-Lo que significa, señora Presidenta, que los Estados Unidos mantenían de forma ilegal retenidas a un par de centenares de personas. Como estadounidense, siento vergüenza-responde Nicole, y Danny trata de que gesto no cambie, aunque no puede evitar dirigir una mirada fugaz hacia ella.

-¡Estaba sostenida por el Acta Patriotica!

-¡El Acta Patriótica es el mayor acto fascista desde la invasión de Polonia!

-Señorita Mallory...-masculla la Presidenta Barnes-. Cada una de sus palabras en un insulto a esta nación. Le puedo decir que Estados Unidos planteará la disolución de Concordia con todo lo que sea necesario ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Y estamos dispuestos a llegar hasta donde sea necesario.

-Estaremos esperando...

-Presidente Barnes, la República Popular China se opondrá a esa resolución y ejercerá el derecho de veto.

Sorprendidos, y en un momento en el que todo el debate se había centrado en Nicole y la Presidenta Hillary Barnes, todos se giran hacia el holograma en el que aparece el General Xien-Ho Cheng, al que China había designado para intervenir en todos los asuntos relacionados con los Once. Xien-Ho, un hombre de unos cincuenta años, vestido con el traje oficial y las condecoraciones del Ejército Chino, prácticamente calvo y con un parche cubriéndole el ojo derecho, mantiene una postura sosegada en la imagen holográfica procedente de Pekín.

-¿Qué?-exclama Barnes-. General Xien-Ho... ¿qué?

-Kodiak era una bofetada en el rostro del mundo-dice el general, y hay un rumor entre las imágenes holográficas, mientras los representantes parecen hablar y comentar con sus ayudantes o personal de apoyo fuera de cámara.

-General Xien-Ho, la República Popular China no es precisamente un espejo de las libertades civiles...-responde la Presidenta, y Xien-Ho esboza una pequeña sonrisa.

-La República Popular de China ha meditado grandemente la situación global posterior al Destello y a la aparición de los Once, señora Presidenta Barnes y resto de personalidades. Debo decir que al principio desconfiamos de ellos. Once norteamericanos, todos ellos blancos, que parecían tener poder para cambiar el mundo, era demasiado parecido a una campaña publicitaria de Estados Unidos como para no hacerlo. Después de Kodiak, nos dimos cuenta de que no era un truco, de que pensaban hacerlo de verdad. Y nos dimos cuenta de que lo que hicieron en Kodiak podrían haber hecho lo mismo en cualquiera de las instalaciones de retención de China.

-¿Está admitiendo que...?-pregunta Henri Letterel, el Presidente de Francia, y el general asiente.

-China no se avergüenza de su pasado, pero quiere mirar hacia el futuro-dice Xien-Ho-. Y por ello, vetaremos cualquier planteamiento de ataque sobre Concordia. Si Estados Unidos realiza alguna acción militar contra Concordia y sus habitantes, será de forma autónoma y privada, y sin legitimidad por parte de Naciones Unidas. Eso no ha impedido a su país en el pasado realizar acciones militares, Presidenta Barnes, pero estoy seguro de que se lo pensarán dos veces antes de atacar a alguien que puede convertir su arsenal nuclear en chatarra. Al mismo tiempo, el gobierno de China quiere iniciar una transición política, y quiere solicitar a los Once que actúen como supervisores y guías en este cambio.

-General Xien-Ho-dice Danny, adelantándose a Nicole, que iba a responder-. Recibimos con agrado su petición y nos agrada mucho poder ayudar a su gobierno en tan acertada intención. Obviamente, nos pondremos a trabajar con ustedes cuanto antes y pronto encontraremos las fórmulas adecuadas. Presidenta Barnes, no espero que disculpe lo que hicimos, pero una nación que ha defendido la libertad como siempre lo ha hecho Estados Unidos, pronto se dará cuenta de lo inapropiado de lo que estaba haciendo, y de que una política de justicia es mucho más efectiva que una política de miedo. Nuestra idea es la de favorecer la cooperación internacional, y en ello estaremos trabajando continuamente, señores. Ahora, si nos disculpan, creo que ha llegado el momento de poner fin a esta reunión, la revelación del General Xien-Ho supone un nuevo paso en el mundo de las Relaciones Internacionales, y estoy seguro de que a todos nos queda mucho trabajo por delante. En breve propondremos una fecha para una nueva reunión en la que poder tratar muchos asuntos más. ¿Señoras? ¿Señores?

Los diversos hologramas se van desvaneciendo, desapareciendo los líderes y representantes con diferentes rostros, entre la sorpresa y la frustración, hasta que finalmente, sólo Nicole, Danny, Robert y Manny se encontraron en la Sala de Comunicaciones.

-Bien, pues no ha ido mal del todo-sonríe Nicole, y Danny la mira serio.

-¿Estás loca?-grita Danny-. ¿A qué ha venido ese enfrentamiento personal con la Presidenta Barnes? ¿Votaste a los Republicanos o algo así?

-Le dije lo que tenía que decirle, y no...

-¡Es la puta presidenta de los Estados Unidos!-responde él-. ¿De verdad crees que podemos permitirnos que nos tiren encima todo su puto arsenal nuclear?

-¡No me grites!-replica Nicole-. ¿Quién te crees que eres para hablarme así? ¡Ya lo has oído! ¡China vetará cualquier intento de agresión por parte de Estados Unidos! ¡Y si se les ocurre atacarnos en solitario...!

-¿Qué? ¿Cuentas con que James intercepte los misiles y los devuelva? ¿Te apetece ver como Estados Unidos se convierte en un puto desierto atómico de manos de tu novio? ¿Le quieres convertir en responsable de todo eso sólo para demostrar al mundo que tú tienes los cojones más grandes que nadie? "China vetará cualquier intento..." ¡No hubiéramos tenido que llegar a eso si no hubieras llamado nazi a la presidenta de los Estados Unidos!

-¡He dicho que...!

-¡Que te calles!-grita Danny, y un enorme flash de luz recorre la sala, cegando a Nicole y a sus compañeros, que sólo ven chiribitas cuando él continúa hablando-. Por lo que a mí respecta, estás fuera de cualquier tipo de negociación con nadie. Manny, necesitamos preparar un dossier sobre China, nos va a llevar mucho trabajo.

-Estoy contigo-afirma Manny, y por su tono, Nicole percibe que no se refiere sólo al trabajo. Los dos chicos abandonan la sala de comunicaciones, en dirección a la Cuna, y Nicole se queda sola con Robert en la Sala de Comunicaciones.

-Estoy harta de que aquí todo el mundo se crea el líder-gruñe ella-. ¿Quién se cree que es el niño bonito para dejarme fuera de nada? Aquí nadie es más que nadie para ponerse a mandar...

-Nicole, ese enfrentamiento no tenía ningún sentido. Tony puso a Danny al frente de las Relaciones Públicas de Concordia, y...

-Y ese es el problema de siempre. Tony puso a Danny al frente de las Relaciones Públicas de Concordia... y punto. Nadie protesta, nadie dice si le parece bien o mal...

-Porque es la persona adecuada para hacerlo. Ahí abajo era Relaciones Públicas de una empresa...

-Da igual-dice ella, negando con la cabeza-. Ahora ya, Danny y Manny están preparando lo de China y nos dejarán a todos fuera de todo, como de costumbre.

-Desde luego, yo no tengo ninguna intención de ponerme ahora a investigar sobre la cultura de China-sonríe Robert-. Que lo hagan ellos me parece bien-. De pronto, la sonrisa se borra del rostro de Robert, que enarca las cejas y aprieta la mandíbula. Nicole acude a su lado, rápido, mientras Robert pone las manos sobre el panel de control y deja que Concordia le hable.

La imagen de una daga con forma de cruz aparece en su mente.

-Mierda-masculla-. Nos han hackeado.

-Joder-sisea Nicole-. Avisa a Manny, que reúna a todo el mundo.

-Claro. ¿Jamie y Tony?

-Tienen el día libre. No les preocupemos de momento.

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Poco después, cerca del Puente de las Cadenas, Budapest.

"¿Cómo pueden habernos hackeado?" La pregunta se formula en la mente de Tony, mientras se lava las manos en el baño de la cafetería. Fuera, James, que ahora habla perfectamente húngaro, está leyendo un periódico del día, viendo las noticias sobre la desaparición de Agnezska.

"He encontrado el virus y ya está eliminado", responde en su mente Manny, que en esos momentos, mientras se reúnen los demás, se encuentra en la Cuna, sentado en silencio realizando un nuevo escáner de todos los sistemas de Concordia bajo la supervisión de Robert. "Era algún tipo de troyano, estaba oculto detrás de una subrutina de protección, de modo que los antivirus y las revisiones de sistema no lo detectaban, el sistema de seguridad lo reconocía como propio. Puede llevar meses escondido, pero se ha activado hoy. "

"¿Y ha hecho algo?" Pregunta Anthony, pero Manny niega mentalmente.

"Nada. Ralph dice que probablemente sólo sea una tontería o un error. Pero no creo que nadie se molestase en algo tan complicado sólo por erros. Nicole nos ha pedido que no os avisemos todavía, cree que podemos hacernos cargo de esto solos. "

"Hacedlo", afirma Tony. "Creo que todo el mundo necesita sentirse independiente de vez en cuando. Y Jamie y yo tenemos cosas que hacer aquí abajo. Eso sí... Si la cosa se pone seria..."

"Enviare a Lewis a por vosotros, aunque eso haga que a Nicole le estalle la cabeza. "

"Si pasa cualquier cosa, grita. Sabes que te escucharé. "

"Están aquí todos, Tony. "

"Gracias por avisarme, Manny. No se lo digas a nadie. "

Tony se seca las manos con una toalla de papel y sale del baño, en dirección a la mesa que comparte con Jamie, y en la que este, ya se está levantando, y poniéndose la chaqueta. Tony se desvía hacia la barra y paga los desayunos con tarjeta, mientras James se acerca a él.

-¿Cómo vamos a hacerlo?-pregunta James, mientras salen del local-. ¿Vas a filtrar los pensamientos de toda la ciudad hasta que des con Agnezska?

-Podría no funcionar-dice Tony-. Es algo difícil, peligroso para mí y para ellos. Y si está dormida o drogada, simplemente no encontraría su signatura mental.

-¿Por dónde empezaremos entonces?

-Por esa tienda-responde Anthony, señalando una peletería cercana-. Tengo frío, voy a comprarme una chaqueta.

James pone los ojos en blanco, y sigue a su amigo a la tienda.

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Concordia.

-El sistema ya está limpio-anuncia Robert, y tras él, Manny asiente.

-¿Y ni un parpadeo en las luces?-pregunta Naomi-. Vaya mierda de sabotaje. Al menos podrían habernos dejado algún mensaje de "Odíamos a los Once" en los altavoces, así habría tenido algún sentido.

-¿Habéis avisado a Tony y a Jamie?-pregunta Peter, y Nicole niega con la cabeza.

-Dejémosles descansar-responde ella, y ve que Peter mira a Lewis, con el ceño fruncido, y que Lewis se encoge de hombros-. No parece que sea nada serio. Y si lo es, no siempre van a estar aquí para sacarnos las castañas del fuego. De esto podemos ocuparnos solos.

-Si habéis borrado ese virus que parece no haber hecho nada... no queda nada de lo que hacernos cargo, ¿no?-pregunta Danny, y Ralph se encoge de hombros, mirando hacia Robert.

-Quiero hacer alguna prueba más, pero de momento, no parece que nada haya...

Y en ese momento, toda la estructura de Concordia parece temblar. David cae al suelo por el movimiento repentino del suelo, mientras las luces se apagan y se vuelven a encender.

-¿Qué...?-comienza a decir Nicole, y Manny les mira, pálido.

-Dos explosiones simultáneas, en el nudo de comunicaciones y en las islas de cultivos. La Cuna no funciona, estoy ciego al mundo.

-¿Los sistemas de comunicación internos funcionan?-pregunta David, y Manny niega con la cabeza.

-Lewis, trae a Jamie y a Tony...-ordena Naomi, pero Nicole niega con la cabeza.

-¡No!-exclama-. Tenemos que hacer esto solos.

-Estoy cansado de tus celos y tu conspiranoia...-dice Danny, pero Manny niega con la cabeza.

-Estoy de acuerdo con Nicole. Debemos hacerlo solos, por nosotros. Y por ellos. Anthony no puede seguir aguantando la presión de todas y cada una de nuestras decisiones. No es justo para ellos ni para nosotros.

Danny guarda silencio unos instantes, pero finalmente asiente.

-Entonces, movámonos-dice Robert-. Lo primero es solucionar el problema con las comunicaciones. Lewis, necesito que me lleves al nudo.

-Claro, siempre está bien tener un autobús perpetuo-responde Lewis.

-Yo voy al puente de conexión con las islas-dice Ralph, y Nicole asiente.

-Me llevas-dice David-. Podría haber alguien herido.

Ralph asiente, y Dave se agarra a él, antes de que ambos desaparezcan a toda velocidad por los pasillos de Concordia. Lewis y Robert se esfuman en uno de los flashes teleportadores del primero, mientras Manny continúa intentando conectar los sistemas internos.

-Necesitamos recuperar las comunicaciones internas-afirma Manny-. Hay tres mil personas viviendo en Concordia, no puede cundir el pánico.

-Encárgate de arreglar al menos los altavoces-dice Danny-. Peter, Nicole, Naomi y yo haremos una ronda de reconocimiento. Manny-dice Daniel, justo antes de salir de la sala-. No sé qué esta pasando ahí fuera, y no me gusta que te quedes solo. Los sistemas de seguridad de esta sala aún funcionan, así que cierra, y no le abras a nadie.

-Danny, tío...

-A nadie.

-Está bien-termina cediendo Manny-. Aseguraos de que todo el mundo ahí fuera está bien. Yo me encargaré de estar bien aquí dentro.

Danny asiente, y sale de la sala junto a Naomi y Peter, siguiendo a Nicole. En cuanto salen, Manny activa el sistema de seguridad, y la puerta se cierra con un sonido siseante. Luego, se vuelve hacia la Cuna, y niega con la cabeza.

-Espero que sepas lo que estás haciendo-dice en voz alta-. Y lo mal que puede terminar todo esto.

"Espero que todo salga bien", responde Tony en su mente, mientras sale de una tienda de Budapest abrigado, con una chaqueta de cuero forrada de piel de borrego y guantes a juego.

Manny asiente, y de inmediato, se sienta ante el panel de mando, tratando de conseguir reactivar los sistemas de comunicación internos.

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Concordia, Puente hacia las Islas de Cultivos.

-Que mierda han hecho aquí...-masculla Ralph, detenido ante los restos del puente que hasta minutos antes, había unido el cuerpo central de Concordia con las islas. Por suerte, los sistemas de seguridad no habían fallado, y el portón que cerraba el puente, se había sellado herméticamente cuando las bombas habían estallado, destruyendo la estructura del puente y arrojándola al espacio. Libre de la sujeción que ejercía el gigantesco puente, la estructura de las islas trataba de buscar ahora su propio eje gravitacional. De momento, por impulso, parecía seguir la órbita de Concordia, pero en cualquier momento eso podía cambiar... y caer hacia la Tierra.

-Mira ahí-dice David, y Ralph dirige la mirada hacia donde su amigo señala. Bajo unos escombros metálicos, puede ver al menos dos cuerpos. Cuando su exclamación "mierda" llega a los oídos de David, Ralph ya está desescombrando, tratando de sacar vivas a aquellas personas.

-Socorro...-masculla una de ellas, y David no puede evitar sonreír, mientras se arroja al montón de chatarra, ayudando a su superveloz compañero. Pronto puede ver el rostro de un hombre de unos cuarenta años, vestido con ropa de trabajo y una chapa de identidad. Harold Widelfoord, trabajador agrario. A su lado, sin sentido, hay otro hombre, con el mismo uniforme. La placa se ha perdido, y tiene una grave herida en la cabeza, el golpe que ha recibido le ha hundido parte del occipucio. Aún así, parece que respira.

Y mientras respiren, David sabe que puede curarlos.

A toda velocidad, Ralph se asegura de que ninguno de los dos tiene ningún resto de chatarra clavado, y cuando lo hace, David les pone una mano en el pecho a cada uno. Se escuchan campanillas y una luz dorada fluye. Ralph no puede evitar abrir los ojos como platos, aún le sorprende ver en funcionamiento el poder de David. Los huesos comienzan a recolocarse, la piel parece reorganizarse, ajustarse, mientras órganos aplastados o seccionados, vuelven a sus sitios y funciones. David aparta las manos, mientras el hombre con la chapa de identidad intacta se incorpora poco a poco, apoyándose en la pared.

-Él necesitará descansar-dice David, señalando al otro-. He recuperado sus daños físicos, pero el daño cerebral ha sido grave, no puedo... de momento no puedo hacer más.

-¿Qué ha pasado aquí?-pregunta Ralph, y Harold Widelfoord, con un fuerte acento del norte de Europa, y después de unos segundos en los que parece masticar las palabras, comienza a hablar.

-Eran tres-dice-.Conocía a una de ellas, se llamaba Helen, trabajaba en Nuevos Proyectos. Se pusieron en diferentes puntos del puente... y estallaron.

-¿Qué?-pregunta Ralph-. ¿Estallaron?

-Sí-responde el aún confundido agricultor-. Estallaron, como si llevasen encima alguna bomba. Sin decir nada, simplemente estallaron. Hubo un momento en el que oímos un estruendo, y juraría que todo salió volando hasta que el portón se cerró. En el puente había... había más gente... Y en las islas...

-Harold, las islas tienen su propio sistema de seguridad, de sellado y de mantenimiento. Podremos recuperarlas-responde David, y Harold asiente, volviendo a masticar el aire-. Hemos pasado por la zona del colegio, y todo está bien. ¿Podrías llevarte hasta allí a tu compañero? Allí estaréis a salvo. Preguntad por Mónica y decid que vais de parte de Ralph. Ella se encargará de vosotros. Puedes hacerlo, ¿verdad Harold?

-Claro-afirma Harold-. Puedo hacerlo...

Ralph ayuda a Harold a cargar con su compañero, y le ven desaparecer por el pasillo, en la dirección correcta.

-Creo que conocía a la Helen a la que se refería-dice Ralph, mirando hacia el espacio, lleno de restos del puente-. Trabajaba en Producción, y era amiga de Mónica...

-Quizá no sea ella-afirma Dave, y Ralph se encoge de hombros.

-¿Quieres que vayamos a ver a Rain?-pregunta Ralph-. Podríamos estar en el área residencial en segundos.

-No parece que el área residencial haya sufrido daños-responde David-. Revisemos bien esta zona, podría haber más heridos. Y luego, vayamos a la zona residencial.

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Concordia, nudo de comunicaciones.

-Esto es una gran mierda-dice Robert, observando la sala que llamaban "el Nudo", donde estaban los cables, enlaces y conexiones de todas las comunicaciones que llegaban y salían de Concordia. Es como si hubiera habido un gran incendio en la sala, las paredes están ennegrecidas, los cables han ardido. Lewis asiente, mirando el desastre que les rodea-. No sé ni por donde empezar.

-¿Qué tal por el wi-fi? Tenía descargando la segunda temporada de WalkingDead... Venga ya, tío es una broma. Vale, no es el momento de hacer bromas. Manny está tratando de restaurar la comunicación interior, ¿qué tal si tú tratas de que vuelva a tener información en la Cuna? Se va a volver loco si está mucho tiempo ciego... y esto no es una broma.

Robert asiente, y por un momento, parece que escucha algo, y luego, se dirige hacia una sección de la sala. Pone las manos sobre el cableado, y Lewis se da cuenta de que sus ojos por un momento, brillan. Robert ve la pared, ve los cables... y luego, comienza a ver de forma diferente. Los colores se apagan, pero ganan intensidad, y es como si todo pudiera ser traducido a 1 y 0. Y sólo tiene que cambiar los 1 y los 0 para poder solucionarlo todo. Lewis, que no le quita ojo de encima, puede ver como los cables comienzan a parpadear, como si se hicieran y se rehicieran. La fibra óptica se disuelve, se reorganiza, volviendo a formar una compleja telaraña...

Y entonces, una bala impacta en la espalda de Lewis, arrojándole hacia delante, y haciéndole caer encima de Robert, que se gira protestando.

-¡Lewis qué...!-comienza a exclamar, y entonces, ve a tres hombres detrás de Lewis, y la sangre que brota de la espalda y el pecho del teleportador, que cae de rodillas, mientras escupe sangre. Los hombres los miran con ojos huecos, y Robert percibe algo en ellos... algo en 1 y 0...

-¿Qué queréis?-pregunta, pero incluso antes de preguntar sabe que no tendrá respuesta. Alzan sus armas para disparar, y Robert hunde su mano en la pared. Látigos de cobre y fibra óptica brotan de las paredes, arrancando trozos enteros de metal chamuscado y plástico derretido, chasqueando en el aire delante de Robert. Los zarcillos se enredan en los hombres, arrancándoles las armas y enredándose en sus manos y brazos, tirando de ellos hasta levantarlos del suelo. Los hombres miran a Robert, como aturdidos, mientras este se acerca a ellos.

-Hay algo en vosotros...-dice, fijándose en ellos. Dos llevan uniformes de trabajo de la estación, con chapas identificativas de mantenimiento. El tercero, viste de calle, y su chapa dice que trabaja en información. 1 y 0. Robert da un tirón de esa sensación, y los tres hombres gritan, mientras por su boca sale un torrente viscoso y sanguinolento. Antes de que Robert pueda darse cuenta, están muertos.

Y en la materia viscosa del suelo, puede ver ahora algo que ha salido de ellos, al menos un millar de pequeñas piezas de nanotecnología, semejantes a insectos.

-Mierda-dice, al percibir las funciones de la nanotecnología que los hombres parecían llevar en la sangre. Se gira hacia Lewis, que balbucea sin sentido en el suelo. Necesita a David para que sane sus heridas, pero Dave está en la otra punta de Concordia...-. Las comunicaciones tendrán que esperar...

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Concordia, Zona Residencial.

-¡Todo el mundo a sus habitaciones!-grita Nicole, disparando hacia los asaltantes que intentan rodearlos. Dispara bajo para no alcanzar ningún órgano vital, pero al menos cien personas les rodean, y no puede permitirse errores. Todos ellos tienen los ojos vacíos, todos ellos empuñan armas, y todos ellos son gente que ha trabajado con ellos, gente que lleva ropas e identificaciones de Concordia. Al menos, parece que todos los que no están allí intentando matarlos, se encuentran a salvo en sus habitaciones, y gracias a Dios, eso incluye a sus familiares y amigos que han decidido trasladarse a vivir con ellos a Concordia. Tras ella, Peter gruñe, y salta hacia una de las paredes, girando sobre sí mismo, para plantarse delante de Nicole, recibiendo varios impactos de bala, que rebotan en su piel, y utilizando un panel metálico que ha arrancado de una de las paredes para obligarlos a retroceder.

-¡Hacia el ala este!-ordena Peter, y Nicole asiente.

Peter echa a correr, y Nicole le cubre la espalda, disparando para que los atacantes no olviden que están armados.

-¿Cómo demonios se ha convertido esto en la Noche de los Muertos Vivientes?-pregunta Nicole, girando una esquina, y Peter se encoge de hombros.

-Peor, a los zombis se les puede despedazar-protesta Peter-. Y con estos, tenemos que andar con cuidado.

-¡Todo el mundo se ha vuelto loco!-grita Naomi, apareciendo de uno de los pasillos, casi chocando con Peter.

-Lo hemos visto-dice Nicole-. ¿Dónde está Danny?

-Nos separamos antes para cubrir más espacio.

-¡Os dije que no os separaseis!

-Pues no te hicimos mucho caso-responde Naomi, encogiéndose de hombros-. ¿Nos están intentando matar nuestros propios invitados? ¿Tan mal les hemos tratado?

-Igual no están contentos con el papel higiénico-replica Peter.

-¿De dónde sale esta manía de hacer chistes cuando intentan matarnos?-gruñe Nicole, y Peter se encoge de hombros.

-De los cómics, lo hacen siempre.

-Pues esto no es un puto có...

Un estampido apaga la voz de Nicole cuando alguien dispara y alcanza a Naomi en plena garganta. La sangre brota abundante, manchando a Peter y Nicole, mientras Naomi les mira, perpleja mientras sus rodillas se doblan y cae hacia delante. Tras ella, MoshaBezarim, jefe del departamento de economía, sujeta un rifle, preparado para volver a disparar.

-¿Qué está...?

Danny aparece por el extremo opuesto del pasillo, y lo ve todo en un instante. Su amiga agonizando en el suelo. Peter y Nicole amenazados. Bezarim, un gran economista con el que había comido en dos ocasiones, sujetando un rifle.

-¡Al suelo!-grita Peter, arrastrando a Nicole con él, mientras un rayo de luz parpadea sobre ellos. Cuando pueden volver a abrir los ojos, los dedos de Daniel aún centellean... y en el otro extremo del pasillo, Bezarim yace, cortado por la mitad. La temperatura del láser ha cauterizado la inmensa herida, así que no hay sangre en el suelo, apenas algún resto, pero el antiguo economista yace, sin duda, cortado en dos.

-Mierda-gruñe Peter, saltando hacia Danny, que toma aire bruscamente, mirando lo que ha hecho. Peter le toca, pero está rígido, tenso como la cuerda de un arco.

-Lo he matado...-masculla Danny-. Lo he matado...

-Danny, tranquilo, tío... te necesitamos aquí...

Una nueva explosión sacude Concordia.

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1.- Traducido del húngaro

2.- Isla Margarita... no la caribeña, sino una isla en el Danubio a su paso por Budapest.

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TRAS EL DESTELLO

Cuarto número de El Cielo en Llamas... y estallido de un nuevo conflicto. Concordia atacada por enemigos interiores, los Once separados... y quizá ya reducidos en número. ¿Quién está tras el ataque? Lo veremos próximamente...

Y mientras, algunos amigos han dejado sus comentarios en el FB de Marveltopía. El jefe piensa que antes o después terminarán saliendo supervillanos en la serie (¿algún cangrejo extraterrestre?), o que los personajes se volverán los unos sobre el cuello de los otros. Hombre, es obvio que en Concordia no todo es... Concordia. El Lado Oscuro... quizá aquí está más cerca de lo que parece. A Cristian le ha gustado la forma de hacer justicia de mis chicos, y la verdad es que a mi también. Como puedes ver, Cristian, efectivamente no todo el mundo está de acuerdo con los planes de los Once para cambiarlo. Y a David le gusta que las amenazas que acechan a nuestros chicos son reales y terrenales...

De momento.

 
 
   
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