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En un mundo que es como el nuestro... pero que no es el nuestro. En un mundo sin héroes. Sin poderes. En un mundo completamente real... que está a punto de dejar de serlo.

El Cielo en Llamas

EL CIELO EN LLAMAS #7
Contagio
Guión: Tomás Sendarrubias
Portada: Luis Viéitez
Color: Vicente de los Santos

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Hoy, Concordia.

-Quiero saber dónde está el centro de todo este infierno-ordena Danny, entrando en la sala de mandos de la nave, sin prestar atención al ruido deslizante de las puertas que se cierran tras él-. Ahí abajo... es como el Amanecer de los Muertos, o algo así.

-Enredarnos en un alzamiento zombi es demasiado raro, incluso para nosotros-masculla Peter, pero guarda silencio cuando Danny le fulmina con la mirada-. Lo siento, me pone nervioso pensar que realmente ahí fuera hay zombies, o sea, ¿dónde está Bruce Campbell1 cuando se le necesita?

-Pete, lo estás haciendo otra vez-masculla Ralph, y Peter se encoge de hombros, en gesto de disculpas, mientras se hunde en su asiento.

-Cuando acabemos con esto, haremos una visión conjunta y comentada de The Evil Dead-interviene Tony-. Pero ahora...

-Que sí, ya me callo, ya me callo...-farfulla Peter, y en el frente de la mesa, Manny sonríe. Tras él, aparecen proyecciones holográficas y mapas del mundo y de Norteamérica, en los que se pueden marcados con calaveras los actuales puntos de alzamiento de cadáveres, así como los marcos de expansión de cada uno de ellos.

-Corrobora lo que ya suponíamos-dice Manny-. Nueva York. El Cementerio Pastoral de Saint Paul. Y me juego la cabeza a que el centro es la tumba 889-D, la tumba de Rebecca Cooper. No hay imágenes de la zona, todas las cámaras de seguridad de cualquier tipo han dejado de funcionar, y los satélites no muestran más que estática en un radio de doce millas alrededor de ese lugar. Pero esto es lo que tenemos cuando hay imagen-. Manny pone la mano sobre uno de los mapas holográficos y lo gira con los dedos, de modo que la proyección cambia, transformándose en una grabación procedente de lo que parece ser una cámara de un centro comercial. La visión es en blanco y negro, las puertas cerradas del centro comercial y lo que parece ser un desfile macabro pasando por sus puertas. Manny vuelve a tocar la imagen con las dos manos, y la extiende, centrando la cámara en la calle, en lo que se ve en el exterior. Cadáveres, en diferentes estados de descomposición, vagando por la ciudad-. Es lo mismo, mire donde mire-. Los mapas cambian por imágenes tomadas de diferentes cámaras de seguridad en Brooklyn, Queens, Manhattan...-. Gracias a Dios la gente se ha retirado a sus casas, y no hacen mucho más, de momento, que pasear por las calles. Pero se extiende a toda velocidad. En veinticuatro horas, el foco de Nueva York se ha extendido hasta el Medio Oeste, Méjico y el Caribe. La situación es especialmente dura en Haití y República Dominicana, donde toda la tradición Vudú ha hecho que los gobiernos entren en las crisis más rápidas que probablemente se hayan visto en la historia. ¿Algo que añadir, Pete?

-Nada, muy interesante todo-gruñe el muchacho, y Lewis, sentado en una esquina, sonríe.

-Pero esto no es todo-interviene Nicole, incorporándose. Manny se sienta, y las imágenes de las cámaras de seguridad cambian por lo que parecen ser decenas y decenas de informes-. Son los datos de las últimas veinticuatro horas procedentes de los hospitales del Estado de Nueva York, Nuevo Hampshire, Vermont, Massachussetts, Maine, Rhode Island, Connecticut, Jersey, Delaware, Maryland, Washington D.C, las dos Virginias, las dos Carolinas, Georgia, Florida, Alabama, Tennesse, Kentucky, Ohio, Indiana, Michigan, Wisconsin, Illinois, Misuri, Arkansas, Misisipí, Luisiana, Iowa y Minnesotta; Ciudad de Méjico, Puerto Príncipe, La Habana y Nassau. Supongo que todos os hacéis una idea de la amplitud geográfica de la que estamos hablando, y que se corresponde además con los puntos que Manny detalló donde se está detectando actividad zombi... Esto suena como una mala película. En fin. Lo que tenéis son informes de ingresos por herida de arma grave, por fallos cardiacos, accidentes mortales, etc. Un ochenta por ciento de esas personas deberían haber muerto en las últimas veinticuatro horas, pero todos siguen con vida. No ha habido muertes, de ningún tipo.

-¿Qué demonios está haciendo Robert?-masculla Naomi, y Nicole niega con la cabeza.

-Sea lo que sea, tenemos que pararle pronto.

-¿Cómo?-pregunta Tony, y todos se giran hacia él.

-¿Qué?-pregunta Nicole.

-¿Cómo vamos a pararle? Muy bien, sabemos que es él el que está liando todo esto, y que tiene a David. ¿Cómo vamos a pararle? ¿Y hasta donde estamos dispuestos a llegar?

-Tony, ¿qué quieres decir?-interviene James-. Porque si vas por donde creo que vas...

-Probablemente. ¿Quién se va a ?encargar? de Robert?

-¿Por qué no cruzamos ese puente cuando llegue el momento?-pregunta Naomi, pero Tony niega con la cabeza.

-¿Podemos dejar algo así a la improvisación, Manny?

-No-afirma el hispano de ojos verdes.

-Pues en este caso, tendrá que esperar-dice Danny-. Porque no vamos a empezar a hablar de quien va a matar a nuestro amigo hasta que veamos realmente qué está pasando. ¿Algo que objetar?

-Nada-responde Tony-. Supongo que podremos hacer una reunión para decidirlo cuando llegue el momento.

-Tony...-comienza a decir Nicole, pero Danny alza la mano, ordenándola que guarde silencio.

-Haremos lo que tengamos que hacer, Tony-dice-. Pero cuando llegue el momento.

-Bien. ¿Y por dónde empezamos?

-Robert bloqueó todos los transportadores cuando se marchó y se llevó a Dave-dice Manny-, de modo que Lewis es nuestra única forma de bajar a la Tierra. Lo importante es averiguar qué está haciendo Robert y acabar con ello, pero también deberíamos tratar de contener los posibles daños expansivos, saber qué está pasando y evitar más desmoronamiento político en Haití. Dos equipos.

-De acuerdo-asiente Danny-. ¿Te quedas aquí?

-Es donde soy útil.

-¿Tony?

-Tú mandas.

-Bien-dice Danny, revisando el equipo con la mirada-. Jamie, vas a Nueva York. Con Tony, Naomi y Peter. Lewis, Nicole y Ralph, conmigo a Puerto Príncipe. ¿Todo el mundo de acuerdo?

Hay un silencio generalizado cuando los ojos de varios de los presentes se clavan en Tony y en Manny. Pero ninguno de los dos dice nada, limitándose el primero a asentir.

-Pues entonces, adelante-ordena Danny-. Tenemos mucho trabajo que hacer.

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Ayer, Cementerio Pastoral de Saint Paul, Nueva York.

-Rebecca...

Los ojos de Robert permanecen clavados en la mano que emerge de la tierra. Las uñas rotas, la piel cuarteada, la carne consumida hasta el punto de que en varios lugares el hueso está a la vista. Él habla, pero no es siquiera consciente de hacerlo, ni de lo que está diciendo, aunque solo repite como una letanía el nombre de la mujer a la que había amado. Todo a su alrededor parece resplandecer, el aire brilla con un ligero matiz verdoso, mientras en el interior de la cápsula de contención, David grita, aunque el sonido no llega al exterior.

Robert se acerca a la mano, que ya ha emergido hasta el codo. La aferra, tira de ella, y la tierra se remueve, dejando ver el resto del brazo, y un cabello seco, oscuro, entre el que asoman trozos de cráneo allí donde la piel ha abandonado el hueso. Y sin embargo, él tira de ella hacia arriba, y de pronto, está mirando el rostro de Rebecca. O lo que había sido el rostro de Rebecca.

-Mi amor...-susurra él, y ella le mira, con los ojos vacíos, huecos.

El suelo bulle a su alrededor. Docenas de manos aparecen aquí y allá, como plagas de gusanos. Algunos aún tienen carne, otros, ya son sólo hueso. La misma luz verde les cubre a todos.

Se escuchan, lejanas, unas campanillas. Robert llora de forma inconsciente, el sonido parece taladrar su mente, se clava en su cráneo, las lágrimas le brotan de los ojos. Ella está allí, ante él, después de tantos años vuelve a estar ante él... Tan bella, tan hermosa, tan anhelada...

Y desde dentro de la propia cápsula, aún envuelto en su dolor, David siente como las sinapsis nerviosas del cerebro de su amigo comienzan a cortocircuitarse. Como los impulsos se vuelven erráticos, sin sentido. Hemisferio izquierdo, hemisferio derecho, pierden su orientación. Amígdala, tálamo, fórnix... perdían su orden y concierto.

Porque se estaba volviendo loco.

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Hoy, Puerto Príncipe.

-¡Cuidado!

El grito de alerta de Ralph llega prácticamente tarde, y sólo su velocidad le permite apartar del barrido de metralletas a sus compañeros. Las balas atraviesan mortales el lugar en el que habían estado hasta un momento antes, yendo a impactar en un muro enyesado de blanco que se encuentra tras ellos.

-¡Al suelo!-ordena el velocista cuando sus compañeros ni siquiera han recuperado el aliento tras la teleportación y el súbito empujón de su compañero. Hay un zumbido cuando Lewis desaparece, y Danny comienza a incorporarse, con las manos centelleando. No les da tiempo a hacer nada más antes de que Ralph vuelva y se detenga en seco delante de ellos, provocando un pequeño boom sónico. Hay una herida en su hombro, pero parece estar ya cerrándose gracias al factor de curación compartido por los Once.

-List...-comienza a decir, y de pronto, una bala impacta a su lado, haciendo saltar trozos de asfalto del suelo. Nicole apunta con sus pistolas hacia el lugar del que parece haber venido el disparo, mientras un destello de luz radiante brota de las manos de Danny, capaz de cegar a cualquiera que les estuviera apuntando. Pero es Lewis el que aparece a su lado, llevando a un hombre de piel negra y vestido con unos mugrientos pantalones y una no menos sucia camiseta, noqueado a su lado.

-Te habías dejado a un miembro del comité de bienvenida-dice Lewis, dejando caer al hombre al suelo.

-Y creíamos que China iba a ser peligrosa...-masculla Ralph, mientras sus compañeros miran a su alrededor. Según las órdenes de Danny, Lewis les había transportado cerca de la Basílica de Nôtre-Dame de Port-au-Prince, que se alza a su izquierda. Los tiradores debían de haberse escondido dentro de la propia iglesia.

-Este es el problema-dice Daniel-. Hay docenas de milicias que han tomado la ciudad. Un golpe de estado que ha partido Puerto Príncipe en una veintena de barrios, cada uno tomado por una banda. Ha sido la caída de un gobierno más rápida de la historia de la democracia... suponiendo que Haití pudiera considerarse una democracia.

-Su bienvenida me ha quitado las ganas de ayudarles-gruñe Nicole.

-Hay casi novecientas mil personas viviendo en Puerto Príncipe, sin contar el resto de Haití-explica Danny-. Han pasado de una dictadura a otra, han vivido la tiranía religiosa del vudú, y ahora... resulta que hemos hecho verdad sus pesadillas. ¿Manny?

-El mundo le debe a esa gente un poco de atención-responde Manny a través del intercomunicador-. He localizado a un hombre, está subiendo actualizaciones de lo que ocurre a través de su cuenta de twitter. Se llama ArmandTouelle, y que está cerca de vosotros es lo más que me atrevo a decir teniendo en cuenta el estado de las comunicaciones del país. Estoy entrando en dos satélites de comunicaciones de la Agencia Europea, en cuanto los tenga orientados hacia vosotros, podré precisar más.

-¿Y qué vamos a hacer?-pregunta Nicole.

-Encontrar a ese hombre y mantenerle a salvo mientras esta crisis persista. Es la persona adecuada para sacar Haití adelante.

-¿Ahora decidimos quien gobierna en cada país?

-Nicole, preocúpate de las elecciones cuando los muertos hayan vuelto a su sitio y este país deje de ser un puto puzzle de reyezuelos que basan su poder en excedentes de armas vendidos por Estados Unidos y Rusia-gruñe Danny-. Si Manny cree que ese es el hombre adecuado, vamos a confiar en él, ¿de acuerdo?

-Claro-farfulla Nicole, aunque para todos es obvio que no está de acuerdo.

-Mirad-murmura Lewis, señalando hacia una de las calles que se abrían a la plaza de la catedral. Por ella, caminando hacia ellos, parecía acercarse una cincuentena de hombres y mujeres en diferentes estados de putrefacción, rodeados de un halo de fulgor verde. No hacían ruido, no había gemidos, quejidos ni chasquidos como en las películas, todos se movían en un estremecedor silencio. Con un gesto veloz, Ralph desenfunda dos afilados machetes, cuyas vainas cuelgan de su cinturón. Mira hacia Danny, que asiente levemente. Un rayo de luz deslumbrante brota de sus manos, y siguiéndolo, Ralph se lanza sobre la muchedumbre revivida.

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Nueva York

-Estamos en una puta película-dice Peter, mientras mira a su alrededor. Lewis acaba de desaparecer para dirigirse a Haití con la otra mitad del grupo, y ellos se encuentran cerca del World Trade Center y del Cementerio Pastoral de Saint Paul.

Y no hay nadie a su alrededor. Las calles están completamente vacías, una ráfaga de viento errática arrastra algunos papeles, dándole a la ciudad un aire aún más desolado. Naomi se arrebujó en la gabardina de cuero que llevaba, sintiendo un escalofrío. Aquello le daba ganas de gritar.

-¿Tony?-pregunta James, y Tony niega con la cabeza.

-Nada, sólo estática-masculla el telépata, pinzándose el puente de la nariz con dos dedos-. Y un dolor de cabeza que creo que me va a matar. Me siento completamente inútil...

-Igual tenías que haberte quedado en Concordia-afirma Naomi, pero James niega con la cabeza.

-Si alguien tiene la oportunidad de convencer a Robert de que lo que está haciendo es una puta locura, es él-dice-. Espero que al menos tengamos esa oportunidad.

-Mira-dice Peter, señalando hacia las ventanas de un edificio cercano. Las siluetas de varias personas asomadas se insinúa tras los cristales traslúcidos.

-Manny ha puenteado todas las señales de televisión, radio e internet de la zona-dice Tony-. Diciéndole a todo el mundo que se quede en casa.

-Lo cual está muy bien mientras los zombis no sepan abrir puertas-masculla Peter, y James le mira, enarcando las cejas-. Lo sé, lo sé, ¡es que no puedo parar! ¡Estoy nervioso!

-Mi familia sigue viviendo en Brooklyn-masculla Naomi-. Espero que estén bien...

-Seguro que sí-afirma Jamie-. En cuanto acabemos con esto, les haremos una visita.

Peter iba a decir algo cuando los oídos parecieron estallarle. El grito de Naomi hizo que el propio asfalto se resquebrajara y varios ventanales de cristal estallaron, cayendo a pocos pasos de ellos, acompañados de cosas que parecían pesar mucho más que los cristales. Peter tardó un instante en darse cuenta de que eran cuerpos humanos, y que debían haber estado deslizándose por las paredes del edificio junto al que se encontraban, como arañas buscando su presa. Con la cabeza aun latiéndole, dio un salto por encima de sus compañeros, aferrándose a una señal de tráfico sobre la que se encaramó, agazapándose para luego saltar al alfeizar de una ventana, del que salta en vertical, agarrándose a una cañería para finalmente, encararse con lo que parecía un enjambre de no-muertos, de ojos vidriosos y rostros desgarrados, con los dientes en apariencia sorprendentemente afilados. Peter sabía que tras la muerte las encías se retraían, pero aquello no dejaba de ser tremendamente siniestro. Había un resplandor verdoso que se pegaba a ellos como una telaraña, y uno de ellos trató de morderle. Peter evitó el mordisco, y golpeó con el canto de su mano el cuello de la criatura, sintiendo como la carne muerta y los huesos cedían a su impulso. La cabeza cedió y cayó como una pelota, estallando en el suelo como una sandía podrida, pero el cuerpo aún parecía buscar a su oponente a ciegas. Peter vio de refilón el asta de una bandera que debían haber retirado después del último 4 de Julio o algo así, y se arrojó hacia ella, evitando así que el cuerpo decapitado lo pudiera alcanzar con sus destartaladas garras. Peter salta hacia un balcón cuando escucha otro grito de Naomi, y puede ver de refilón como el enjambre, alcanzado de lleno por el impacto del golpe sónico, se dispersa, cayendo algunos de sus miembros al suelo, crujiendo cuando sus huesos se rompen y sus cartílagos parecen estallar.

Y aun así no dejan de moverse.

Las farolas de la calle oscilan un instante antes de ser arrancadas de sus bases por los poderes magnéticos de Jamie, que vuelan como lanzas gigantescas por la calle, arrastrando a dos decenas de cosas no-muertas, despejando las paredes de varios de los edificios.

-Que asco-gruñe Peter, saltando de nuevo para caer junto a sus amigos. Una nueva ola de revividos aparece por el otro lado de la calle, y Peter golpea el suelo, provocando una onda sísmica que les tumba justo antes de que James haga girar las farolas que utiliza como proyectiles y las arroje sobre ellos.

-¡Más!-grita Naomi, preparando un nuevo grito, mientras señala la última de las calles que tienen cerca-. ¡Nos están rodeando!

-Ni de coña-dice Tony, y de pronto, el último grupo en aparecer parece chocar con una barrera invisible, atrapados por un muro telequinético. James apenas tiene que parpadear para alzar las cañerías que corren bajo el suelo, y estas oscilan como tentáculos siniestros, que ensartan y destrozan a los no-muertos.

-Por allí-ordena James, señalando calle abajo-. Naomi, los ojos abiertos. Parece que se les da bien trepar...

-De acuerdo, jefe-responde ella, y Jamie la mira extrañado, volviéndose hacia Tony.

-Vamos, tú mandas-dice Anthony, y James lanza un resoplido, mientras el grupo se dirige hacia la calle que él acaba de despejar, en dirección al cementerio.

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Concordia.

Manny observa con atención las pantallas de la Cuna, siguiendo los pasos de sus compañeros gracias a los sistemas de GPS de cada uno de ellos, los dos enzarzados en los previsibles encontronazos con los muertos andantes. Por supuesto, todos los canales de noticias mantienen la información veinticuatro horas sobre lo ocurrido, lo que ayuda a Manny a generar y ampliar sus modelos de expansión

De momento, parece que todo está dentro de lo previsible.

Manny revisa de nuevo los datos, percibiendo las variables y los movimientos de las probabilidades entre ellos. En ese momento, tienen un 87% de posibilidades de conseguir que todo acabe de forma al menos correcta, aunque luego tendrán mucho que explicar a todo el mundo. De hecho, es consciente de que será una catástrofe de relaciones públicas.

Aunque realmente, tenía previsto que eso pasara en algún momento, y el tiempo se había ajustado a sus predicciones. También eso estaba controlado.

Manny mira los monitores con los que vigila Nueva York, las cámaras de seguridad que tiene hackeadas, y ve las tiendas vacías, las calles recorridas tan solo por las criaturas no-muertas, las siluetas de aquellos que se han encerrado en sus casas a través de algunas de las ventanas de la ciudad. Revisa de nuevo y a toda velocidad todas las redes sociales, sistemas de correo, foros... cualquier lugar donde pudiera encontrar información real de lo que ocurre dentro de Manhattan, pero los sistemas de comunicaciones en la isla continúan caídos. Las redes arden en el resto del mundo, incluso dentro de las zonas de expansión de los alzamientos de los no-muertos, pero Manhattan sigue siendo un agujero negro de comunicaciones.

Manny tiene la impresión de que hay algo que se le escapa, una variable que no está teniendo en cuenta en sus ecuaciones. La sensación de desequilibrio generalizado no remite, pese a las previsiones de éxito para su misión. Sus percepciones le dicen que todo está fuera de lugar.

Suspirando, vuelve a iniciar un análisis completo de todos los datos.

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Puerto Príncipe, Haití.

-Esto es un asco-gruñe Nicole, tratando de quitarse de encima, aunque con poco éxito, los restos humanos de la carnicería con la que se habían topado. Sus balas no parecían demasiado eficaces, pero los rayos de Danny y los cuchillos de Ralph estaban siendo tremendamente eficientes contra aquellos adversarios revividos, y Lewis había descubierto lo terrible que podía ser su poder teleportando a la gente a cachos... literalmente.

-En el manual de supervivencia zombi ponía que es mejor no pringarse demasiado-masculla Lewis-. Por si acaso es un zombi vírico, como el del virus T2, o algo así.

-¿Ahora vas a empezar tú con las bromas?-dice Danny.

-Os falta formación comiquera-responde Lewis, asegurándose de que el siguiente tramo de calle está despejado-. Tony o Robert os podrían explicar perfectamente que es algo básico, todos los superhéroes hacen chistes cuando están peleando.

-Y muchos humanos cuando están nerviosos-interviene Ralph, momento en el que Lewis se encoge de hombros.

-¿Ahora somos superhéroes?-sonríe finalmente Danny, y Lewis asiente.

-Tenemos poderes y salvamos el mundo. Nos faltan los uniformes de spandex y los nombres clave. Ralph puede ser Correcaminos.

-Claro-responde este-. Aunque quizá sea mejor que dejemos las votaciones para después.

Ralph apunta con uno de sus machetes hacia delante, y todos siguen la dirección en la que señala con la mirada.

En la terraza de uno de los edificios, hay un chico, de unos dieciséis años, con una vieja escopeta, que apunta hacia la calle, obviamente nervioso.

-¿Me convierto en Jessica Alba y le desarmo?-pregunta Nicole, pero Danny niega con la cabeza.

-Seamos simples. ¿Lewis?

-Claro-afirma este, desapareciendo. Vuelve a aparecer un par de segundos después, llevando en sus brazos al chico, que les mira con los ojos extraordinariamente abiertos, aterrorizado. Sujeta el rifle como si le fuera la vida en ello, pero Nicole se apresura a quitárselo, quitándole las balas y arrojándolo a un rincón.

-Laissez-moiallers, fils de pute! Le diable va manger vos coeurs, Lâchez-moi!

-Manny, ¿qué está diciendo?-pregunta Danny.

-Es un chico educado, habla francés, no patois-dice Manny desde el otro lado del comunicador-. Lo de fils de pute creo que es obvio, por lo demás, básicamente está acojonado.

-Parlez-vous anglais?-pregunta Nicole, y el muchacho clava en ella sus ojos enrojecidos. Patalea, pero Lewis y Ralph le sujetan con firmeza. Nicole echa mano a una de sus pistolas, pero Danny detiene su mano.

-¿Qué crees que estás haciendo?-pregunta.

-Convenciéndole de que hable-responde ella, y Danny niega con la cabeza.

-Aún no hemos llegado al punto de amenazar a críos con armas en este caso-dice, y Nicole frunce el ceño.

-Un día de estos tenemos que sentarnos a revisar vuestros baremos morales-gruñe ella, sin sacar finalmente la pistola de la funda-. Manny, nuestro francés conjunto acaba poco más que en Oh, la la. ¿Traducción?

-Como no-responde Manny por el intercomunicador-. Nous sommes à la recherched´ Armand Touelle. Savez-vous où Touelle? Nous pouvons vous aider, neserapas te faire du mal. Dites-nous où Touelle.

El chico clava su mirada en el intercomunicador, como si aquel fuera la fuente de todo mal.

-Armand Touelle-repite Danny, y finalmente, el muchacho asiente.

-C´est mon voisin. C´est dans la maison.

-Le tenéis, está en la casa-dice Manny, y Nicole asiente-. Prends-nous avec lui.

-Non.

-Prends-nous avec Armand et nous vous aiderons. Nous pouvons vous aider.Nous pouvons faire de grande choses.

El chico mira al comunicador, y luego a Danny, que aún distraído, parece centellear. Tragando saliva, el muchacho asiente, y hace un gesto con la cabeza hacia el edificio que se encuentra frente a aquel del que Lewis le ha sacado con tan poca sutileza. Danny hace un gesto con la cabeza, y se dirigen hacia la casa.

Desde luego, aquel lugar había vivido tiempos mejores. En algún momento, debía haber sido una mansión colonial, quizá antes de la sangrienta revuelta de los esclavos. Quedaban restos de pintura violeta en la fachada, y la casa estaba rodeada de un pequeño jardín, donde las lilas, las buganvillas y los dondiegos habían crecido de forma salvaje, hasta formar una espesa jungla. Al menos una docena de no-muertos había sido reducido a carne picada alrededor de la casa, había salpicaduras de sangre y vísceras por doquier, pero además, la casa tenía capas y capas de mugre acumulada durante al menos dos siglos. Danny empuja la puerta, con Ralph justo detrás, protegiendo su retaguardia y reteniendo al muchacho con gesto firme y uno de sus machetes cruzados sobre la garganta.

-Vaya sitio...-gruñe Ralph, y Danny asiente. Se encuentran en lo que debió haber sido en algún momento el recibidor de la mansión. Dos grandes escaleras subían hacia los pisos superiores, mientras los restos de lo que tenía aspecto de haber sido en algún momento una gran lámpara de araña colgaba sobre ellos, con la mayoría de las lágrimas de cristal perdidas. Su aspecto era, realmente, el de una gran araña metálica colgando del techo.

-¿Dónde está Touelle?-pregunta Danny, y en ese momento, un estallido les sorprende, y una bala se hunde en la parte trasera de la rodilla de Ralph, mientras al menos una docena de tiradores se reparten por alrededor de ellos.

-Mierda-gruñe Ralph, y mira a Danny.

El chico comienza a resplandecer.

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Nueva York.

-Si teníamos alguna duda de donde está Robert...-masculla James, señalando hacia el frente-. Creo que podemos despejarla...

Naomi, Peter y Anthony asienten, viendo la multitud de no muertos que se encuentran ante los viejos muros del cementerio de Saint-Paul, mirando a todas partes, como aturdidos, quietos, o moviéndose de vez en cuando sólo unos pocos pasos.

-Deben haberse reunido aquí procedentes de otros cementerios-dice Tony-. Saint-Paul no tiene esta capacidad. Es como si los estuviera congregando aquí.

-¿Crees que Robert lo está haciendo conscientemente?-pregunta Naomi, y Tony niega con la cabeza.

-Creo que acuden a Dave, como las moscas a la miel. Los otros que nos hemos encontrado eran más...móviles, nos buscaban, trataban de atraparnos... supongo que de alimentarse...

-Bueno, quizá sólo querían hablar de American Idol...

-Peter...-gruñe James, y el chico pone los ojos en blanco.

-Bueno, asumamos que querían devorar nuestros cerebros-dice Tony, con una leve sonrisa-. Pero estos... Es como si la presencia de David les alimentara, por así decirlo...

-Tenemos que entrar, ¿es necesario organizar otro baño de sangre y vísceras?-pregunta Naomi, y James niega con la cabeza, señalando hacia un rincón. Antes de que la muerte y la vida se hubieran visto perturbadas, debía haber habido unas obras en aquella esquina, pues había varias planchas de acero sobre el suelo, cubriendo varios socavones-. Puedo mantener las planchas en el aire, pasaremos por encima de ellos.

-¿Y si nos dividimos?-dice Peter-. Podemos acercarnos por dos direcciones...

-Supongo que podría...-comienza a decir Jamie, y Tony niega con la cabeza.

-Yo puedo mover una de esas planchas-afirma-. Y es buena idea, tardaremos menos en dar con Dave y con Robert.

-¿Y qué vamos a hacer cuando les encontremos?-pregunta Naomi, provocando un silencio que dura varios segundos-. Entendido. Haremos lo que podamos.

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Concordia.

Es la quinta vez que Manny revisa todos los datos, y sigue sin ver lo que busca. Pero sigue manteniendo la sensación de que hay algo más ahí, dentro del silencio electromagnético que parece envolver la isla de Manhattan, aquella burbuja que bloqueaba las comunicaciones, centrada en Saint-Paul.

Todo parecía bajo control, y sin embargo, la sensación de Manny era que todo navegaba hacia el caos.

-Mierda-gruñe, pulsando un botón de los paneles de mando de la Cuna y haciendo que las pantallas se proyectasen en gran formato por toda la sala. Baja de su plataforma de un salto, y las contempla de nuevo, tratando de hacerlo como si las viera por primera vez.

Las noticias del alzamiento de los muertos continúan extendiéndose en todas las direcciones, a un ritmo estable. Dedica un par de minutos a revisar las noticias procedentes de los diplomáticos y políticos de todo el mundo, todos cuestionando a los Once. Desecha las noticias y vuelve a lo que realmente le preocupa: la ausencia de datos. Compara los seguimientos que está realizando sobre las redes sociales, y en ese momento, lo ve. Lanza un gruñido cuando corre hacia la proyección holográfica del seguimiento, y manipula la imagen, descomponiéndola en datos puros, que analiza y compara con los actuales, y estos a su vez, con los límites del círculo de silencio electromagnético.

Existe una relación, una relación matemática. El área de interferencia permanece estable, no ha variado, pero el área de silencio en redes se ha extendido. Despacio, mucho más despacio que el de alzamiento de no-muertos, pero con una proporción directa. Casi infinitesimal, casi imperceptible. Pero ahí está.

Y de pronto, todos los cálculos de Manny cambian. Las probabilidades de éxito parecen disolverse. Se queda paralizado, como golpeado, mientras se da cuenta de lo que está pasando realmente.

Corre hacia el telecomunicador, maldiciendo la ausencia de comunicación telepática con Tony. Aquello era la línea caótica que no habían podido calcular, el cristal que se le llevaba clavando en el estómago desde incluso antes de que Robert hubiera desaparecido con David.

-¡Tony!-grita por la línea segura que mantiene con cada uno de los grupos, ajena a las interferencias electromagnéticas... y que irónicamente el propio Robert había diseñado meses antes-. ¡Tony!

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Nueva York.

La plancha metálica sobre la que mantienen el equilibrio Peter y Tony se desliza silenciosa a diez metros de altura sobre las lápidas de la zona más antigua del cementerio. Viejos mausoleos, hiedras y cipreses se extienden bajo ellos, pero también muchos cadáveres en movimiento. Y frente a ellos, como una fuente que parece perderse en el firmamento, a pesar de que desde fuera del cementerio algún efecto óptico les había impedido verla, una fuente de energía resplandeciente, verdosa.

La marca del poder de David.

-¡Tony!

La voz de Manny llega desde el intercomunicador, sobresaltando a Anthony y Peter. El primero, por un instante, parece perder la concentración, y la plancha titubea.

-¿Qué pasa?-pregunta de inmediato Anthony, recuperando el equilibrio sobre la tabla, recibiendo una mirada acusadora de Peter, que ha estado a punto de precipitarse hacia el suelo.

-¡Alejaos de allí!-grita Manny-. ¡No es solo a los muertos!

-¿Qué?

-¡El poder de David afecta también a los vivos! ¡Y lo que sea que Robert está haciendo con él, no se limita a levantar a los muertos, también toma el control de los vivos!

-¡Mierda!-exclama Peter, recordando las siluetas inmóviles que había visto en ventanas aquí y allá, pensando que se trataba de gente atemorizada dentro de los edificios. Zombis vivientes. Personas a las que el poder de David les había robado la voluntad...

La plancha metálica tiembla un segundo, como si hubiera chocado contra un muro, y entonces, Anthony y Peter salen disparados de la plataforma. Peter, aunque sorprendido, consigue girar en el aire y orientarse para caer de pie. Escucha un ruido de cristales rotos cerca, y ve que Tony ha caído sobre un mausoleo de vidrieras coloreadas. Su primer instinto es correr para ver qué le ha pasado a su compañero, pero no tiene tiempo de elegir. Un impacto sónico le hace volar varios metros, haciendo retumbar su cabeza y empujándole contra un ciprés, que se quiebra casi de raíz, cayendo contra otro mausoleo.

-¿Pero qué mierda...?-comienza a decir, y en ese momento, se queda sin palabras. Estaban más cerca de lo que pensaba.

A unos metros de él, está Robert, y junto a él, el cadáver alzado e inmóvil de una mujer. Tras él, una cápsula dentro de la cual algo se mueve, algo que Peter enseguida ubica como David. Y ante ellos, James y Naomi, con los ojos resplandeciendo, verdosos.

-Manny...-susurra a su comunicador. Naomi y James parecen buscarle entre los árboles con la mirada, pero Peter se desliza hasta detrás de un tronco, esperando conseguir al menos unos segundos-. No sé si me escuchas, pero esto es muy malo... Robert tiene a James...

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1.- Actor que protagonizó la saga The Evil Dead, en el papel de Ash Williams

2.- Nos acordamos todos de Resident Evil, ¿verdad? En este mundo alternativo, las películas fueron buenas?

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TRAS EL DESTELLO

La Noche Más Oscura particular de los Once continúa adelante, los muertos caminan y los vivos se convierten en esclavos de una voluntad ajena que parece hundirse en la locura...

¡Y mientras, el jefe quiere que aparezca por aquí un calamar gigante! En fin, como hay que satisfacer los gustos de los consumidores, estoy viendo cómo anda la agenda de Cthulhu, y si han llegado ya los extraños evos profetizados para que despierte. Ibai también ha dejado algún comentario en los números anteriores, y chicos... me ha pillado en un renuncio un poco complicado. Los Once efectivamente tienen un factor curativo que quizá debería haber impedido su esterilización por parte del proyecto Valquiria... pero no lo hizo. ¿El motivo? Errr... Que su factor de curación no se había desarrollado del todo... Por ejemplo.

En fin, espero que os siga gustando, ¡y que disfrutéis!

 
 
   
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