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PORTADA
Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana...



Star Wars

STAR WARS: ACADEMIA JEDI #38
Jaque en Corellia III
Guión y portada: Ben Reilly
Guía de Personajes

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Anteriormente en Star Wars Academia Jedi: Leia Organa Solo ha recibido un disparo mientras estaba en Corellia. Kara y Ben consiguieron huir hacia las montañas y han encontrado refugio en una misteriosa cueva. Jacen, Jaina y Tenel Ka han sido rescatados por una extraña chica pelirroja, que les ha hecho bajar hasta las cloacas de la ciudad; mientras tanto en Coruscant, los rebeldes corellianos se han puesto en contacto con el gobierno amenazando con hacer estallar el planeta si no se les otorga la independencia...

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CORELLIA

La tenue luz blancoazulada que emitía el sable láser de Ben Skywalker hacía que la cueva un lugar aún más tenebroso si cabía. Kara repasaba mentalmente los eventos acaecidos en las últimas horas. Un intento de asesinato contra la Canciller que les había llevado a Ben y a ella a una disparatada y peligrosa huída de la que todavía no podía comprender cómo había logrado sobrevivir. Y ahora se encontraba en una cueva que Ben había descubierto "mágicamente" y de la que, otra vez "mágicamente" había logrado abrir la puerta: puerta que al traspasar se había cerrado, todos a coro ya, "mágicamente". Kara cavilaba en todo eso cuando chocó con la fría y fuerte espalda de Ben quien se había detenido bruscamente. Por supuesto no había podido avisar, eso hubiera sido demasiado pedir para alguien como él.

- He encontrado algo -dijo Ben con un tono algo más grave de los habitual en él, lo que sorprendió un poco a Kara-.

- ¿El qué?

Ben removió lo que había encontrado con el pie. Parecían varios objetos. Un escalofrío recorrió la espalda de Kara.

- ¿Huesos? -preguntó-.

- O cerámica antigua.

- Sólo hay una forma de averiguarlo. Si eso son huesos quizás nos hayamos metido en la madriguera de alguna criatura carnívora.

- Eso es lo que más me gusta de ti: tu optimismo sin medida.

- Llevo un traje de gala hecho añicos con los restos de los zapatos más horribles que te puedes echar a la cara...

- Pero aún estás viva.

- Un hurra por mi. Ahora mira a ver que encuentras.

Ben comenzó a agacharse. Entonces se detuvo.

- No me digas que te dan miedo los cadáveres. Menudo Jedi... quiero que me devuelvan mi dinero.

Se escuchó un "Clack" y de pronto la caverna quedó iluminada. La estancia donde se encontraban era especialmente ancha, lo suficiente para cobijar a un numeroso grupo. Ambos jóvenes echaron una mirada a lo que había descubierto Ben. Como sospechaba Kara aquello eran restos humanos, huesos. Pero no habían sido devorados por criatura alguna, al menos que la criatura se los hubiese comido de una bocado y luego hubiese escupido los huesos con la ropa perfectamente puesta. Kara se fijó entonces en las paredes de la cueva, tenían varias pinturas dibujadas. Algunas parecían tener cierta armonía, como si intentasen explicar algo, pero otras era un simple caos, como si hubiesen sido dibujadas por niños...

- Niños -pensó en voz alta Kara-.

Kara se agachó y miró más de cerca los restos. La mayoría de los huesos eran muy pequeños. Se fijó en la ropa, aquello parecían túnicas. Rebuscó entre los retos para confiar sus sospechas: habían varios pequeños cilindros de no más de 20 centímetros.

- Se escondían aquí -comenzó a decir Ben que en ese momento le daba la espalda a Kara-. Creían estar a salvo. Se equivocaban.

- Eran Jedi. Padawans

- Ni siquiera eso -dijo Ben que comenzaba a sollozar-. No tendrían más de seis años como mucho. Unos Maestros Jedi consiguieron salvarlos de la Purga inicial y los trajeron aquí buscando un lugar donde estaban a salvo. Pero no había lugar lo suficientemente alejado de él.

- ¿Él?

- Vader.

- Puedo sentirlo -dijo Ben se acercaba y tocaba con las manos la pintura de las paredes. No les dijeron la verdad... a los niños, creían que esto era un viaje especial, un juego. Los Maestros intentaron enseñarles, mantener viva la llama de la Orden pero Vader les encontró.

- Eso fue hace mucho.

- Aún quedan residuos psíquicos, toda la caverna está impregnada de ellos, es como una mancha en una camisa blanca que se hace más y más grande. Los Maestros se enfrentaron a Vader pero no tuvieron opción... No debemos traerlos aquí.

- ¿Eh? ¿Qué dices? ¿Traer a quién?

- Estamos a punto de entregarles la llave de la galaxia.

- Vaaaale ¿puedes volver a tus locuras habituales? Éstas dan algo de miedo.

Ben la fulminó con la mirada. Sus ojos se habían vueltote un innatual color amarillo

- Ya está aquí -dijo Ben-.

Lo primero que le puso la carne de gallina a Kara fue la respiración. Fría, metálica, acompasada, carente de vida y de toda connotación natural. Cada inhalación y exhalación hábilmente programada acrecentaba su miedo. Sin saber cómo, Kara encontró en su interior el valor para darse la vuelta y mirar a la cara al diablo. Había visto holovideos, habías escuchado todas las historias posibles pero aún la imagen de ese oscuro coloso de más de dos metros saliendo de entre la niebla hizo que tuviese ganas de volver a su planeta, abrazar a toda su familia y esconderse debajo de la cama.

Lo que pasó después la sorprendió más aún. Ben se lanzó como un animal rabioso encima de Vader y los dos se enzarzaron en una lucha de sables láser. Había visto luchar a Ben antes y nunca se había movido tan lento; todo el combate parecía realizarse a cámara lenta. Ataques, contraataques, todo iba absurdamente lento; al menos hasta que en un hábil giro de muñeca Vader logró arrancar el sable de Ben de sus manos. Luego, sin ninguna sombra de duda, Vader enterró su sable láser en todo el estómago de Ben que cayó al suelo llevándose las manos a la dolorosa herida.

Kara clavó los ojos en un Ben que parecía retorcerse en un dolor cada vez más agudo. Fue hacia él a toda velocidad e intentó evitar, sin éxito, que dejara de sacudirse de dolor.

- Tranquilo, tranquilo. Toda va a ir bien pero tienes que dejarme ver la herida -dijo mientras retiraba la túnica-. ¿Pero qué? No tienes nada.

- ¿Quién es usted? ¿Por qué hace esto?

La voz de Ben sonaba más aguda de lo normal, casi como si fuese la voz de un niño asustado. Kara entendió al fin lo que pasaba. Ben estaba de algún modo reviviendo todo lo ocurrido décadas antes. Era una especie de trance del que Ben no era capaz de salir por si solo. Kara se levantó y se encaró con Vader quien había estado quieto todo el rato, seguramente deleitándose con las expresiones de terror de los niños.

- Sé lo que eres y no te tengo miedo. No puedes hacerme daño.

Como respuesta Vader alzó su sable por encima de la cabeza, preparándose para golpear.

- Adelante, vamos, golpéame con todas tus "espectrales" fuerzas.

Vader atacó y atravesó a Kara. Kara cayó de rodillas. Su pecho ardía de dolor, aquella ilusión también la afectaba a ella. Vader siguió atacándola. A cada impacto Kara emitía un grito de dolor. Intentaba moverse o reaccionar pero el dolor la había paralizado totalmente, ni siquiera podía derrumbarse así que seguía de rodillas recibiendo estocada tras estocada.

- Déjala en paz -dijo un Ben que había conseguido levantarse y coger su desconectado sable láser-.

Vader siguió atacando a Kara sin reaccionar a las palabras de Ben.

- He dicho que la dejes en paz.

- Ben, tienes que irte -consiguió articular Kara-. No puedes vencerle Ughhhh

Vader siguió atacando.

- ¡¡Basta!!

Ben se lanzó hacia Vader y éste, esta vez sí, reaccionó. Aún así Ben consiguió con sus ataques ir haciéndole retroceder más y más hasta cobrarse la primera sangre. En un veloz contraataque Ben logró seccionar el brazo derecho de Vader y de una patada lo lanzó contra la pared. Ben se detuvo contemplando la naturaleza grotesca del hombre- máquina. Sabía mucho sobre él, sobre lo que había hecho pero ahora acaba de sentirlo en su propia piel; había matado a aquellos niños y ahora había hecho daño a Kara. Aquel ser no merecía su perdón. Clavó el filo láser de su espada en todo el plexo solar de Vader atravesando incluso la pared de la cueva. Luego contempló cómo el cuerpo desaparecía, así como el dolor parecía remitir. Fue hacia donde estaba Kara, la joven todavía estaba temblando.

- ¿Estás bien? -preguntó Ben-.

- Creo que nunca lo estaré. Se supone que los fantasmas no existen y sobre todo que no pueden hacerte daño.

- No era exactamente un fantasma. Lo ocurrido aquí causó una herida en la Fuerza que...

- Ahórrame la explicación metafísica y salgamos de aquí YA.

- ¿Qué? Ahí fuera siguen buscándonos, necesitamos descansar.

- ¡No pienso pasar la noche en este lugar!

- Tendremos que hacerlo -dijo Ben mientras se recostaba en el suelo-. No creo tener fuerzas para mover la piedra de la entrada.

- Pero... eran sólo unos niños... y él los mató sin...

- Lo sé. Ahora descansa. No creo que nada de esto pase de nuevo.

- Claro -dijo mientras se tumbaba en el suelo-. Buenas noches.

- Buenas noches.

Ben cerró los ojos y se acomodó cómo pudo para intentar dormir. Pese a lo ocurrido instantes antes, notó cómo el sueño le iba venciendo poco a poco.

- Ben

- ¿Qué?

- ... Nada... no es nada.

- Vale.

- Espera. ¿Crees que... crees que podrías...? Nada, déjalo, es una tontería.

- No pasa nada, puedes decírmelo.

- ¿Crees que podrías... crees que podrías...? No hagas una bola de nieve de esto.

- Kara...

- Vale. ¿Crees que podría acercarte un poco más?

- ¿Eh?

- No quiero... no quiero estar sola esta noche.

- Oh...

...

...

...

- Ben, no me has respondido, ya ha pasado un rato... y esto es un poco incómodo.

- ¿Qué? Oh sí claro yo...

- No déjalo, está bien, era una tontería.

- No, no. Claro... me pondré más... cerca.

Ben se acercó a Kara, bastante cortado por la situación. Se situó a su espalda y se recostó sin decir ni una palabra. Kara le cogió el brazo y se lo pasó encima. Estuvieron así como media hora sin decir nada. Ben escuchaba los sollos de Kara sin saber qué hacer. Entonces Kara se dio la vuelta y los dos se encontraron cara a cara. Sentían la respiración del otro en sus caras, sus narices casi se tocaban.

- Eran unos niños...

- Lo sé.

- Pude sentir lo que ellos... sentían

- Lo sé.

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Cuando los soldados bajaron a la alcantarilla, Jaina contuvo la respiración. Su hermano, Tenel Ka y ella habían sido salvados en el último instante por una joven. Les había proporcionado unos uniformes de las tropas corellianas y se habían embadurnado con residuos la cara; luego había fingido estar fuera de combate. Ahora tenían que venderlo.

- ¿Qué ha pasado aquí? -gritó el primer soldado que había descendido-.

- Vimos a los Jedi intentando escapar. Tratamos de detenerlos pero hicieron uno de esos trucos y nos lanzaron contra la pared.

- Entiendo. Reúnanse con su unidad inmediatamente.

- Sí señor.

Los cuatro salieron de la alcantarilla y atravesaron sin ningún problema todos los controles que habían establecidas las Fuerzas de Seguridad corellianas; afortunadamente aún no les había dado tiempo a montar unos controles ordenadas y fiables más allá de la memoria e intuición de cada soldado. Tenel Ka era la más impaciente del grupo; en tanto se vio libre de la vigilancia de los soldados quiso agarrar a su misteriosa salvadora e interrogarla pero un simple gesto de Jaina la convenció de esperarse; al fin y al cabo salvarles el cuello para luego entregarles no parecía un curso de acción muy lógico. Su pelirroja salvadora les condujo a un pequeño apartamento bastante lejos del centro de la ciudad. El apartamento estaba totalmente desordenado, había un montón de libros tirados por el suelo mezclados con todo tipo de ropa y algunos restos de comida. Las persianas estaban bajadas y sólo dejaban pasar un mínimo de luz. Jaina y Tenel ka no podían creerse lo que veían... Jacen estaba como en casa.

- Hogar dulce hogar

- Al menos no huele peor que nosotros -dijo Jaina-.

- Siento el desorden, pero he estado algo ocupada.

Esta vez Tenel Ka no se contuvo. Saltó sobre su salvadora y la lanzó contra la pared para terminar reteniéndola con una no muy sencilla llave que presionaba el cuello de su víctima.

- Extraña... forma de decir gracias.

- ¿Quién eres? ¿Cuál es tu nombre? ¿Por qué nos has ayudado? -preguntó Tenel Ka-.

- ¿No crees que quién eres y cuál es tu nombre son preguntas algo repetitivas? -Tenel Ka hizo algo más de presión en el cuello de la pelirroja-. Ugh... veo que no. Mi nombre es Shilia, aunque casi todo el mundo me llama Shil, lo cual no acabo de comprender.

- ¿Por qué nos has ayudado? -preguntó otra vez Tenel Ka-.

- Quiero subrayar la parte de ayudar -dijo Shil-. No estáis siendo lo que se dice agradecidos.

- Tenel Ka, suéltala. No puede hacernos daño con esto -dijo Jaina mientras activaba su sable láser-.

- Como quieras -Tenel Ka la soltó-.

- Gracias

- Y ahora responde

- Vale. Supongo que ya sabéis que algo grave ha pasado.

- La caravana donde iban mis padres ha sido atacada -dijo Jaina-.

- Sí. Antes de nada tengo que deciros que vuestra madre ha sido alcanzada.

- ¿Alcanzada? -preguntaron Jacen y Jaina a la vez-.

- Sí, pero está viva por lo que sé. Os lo explicaré como pueda. Mirad, hace un año mi hermano entró en las Fuerzas de Seguridad. Hace unos meses solicitó mi ayuda, quería encontrar una forma de librarse de la flota estacionada en Corellia durante la visita de la Canciller.

- Eso no parece muy...propio de las fuerzas del orden -dijo Jacen-.

- ¿Y aceptaste? -preguntó Tenel Ka-.

- ¿Hola? ¿No veis que tengo vuestra edad? No es que yo no pudiese ocuparme de los jefazos de las Fuerzas de Seguridad mientras me apuntaban con sus armas, es que soy menor de edad y no puedo trabajar a no ser con gente muy muy muy mala, así que dependo de lo que mi muy convencido hermano pueda ofrecerme.

- Vale, lo pillamos -dijo Jacen-. Sigue.

- Me puse manos a la obra. Y no creáis que fue hácil, me dieron muy poco con lo que trabajar pero encontré una manera de hacerlo.

- Un momento... ¿quieres decir que te has librado de la Quinta Flota? -preguntó Jacen-.

- Sí.

- Adiós al rescate -concluyó Jaina-. ¿Cómo lo hiciste?

- Fue relativamente sencillo. No quería tener que hacer explotar todas las naves para salvar mi pellejo así que cree un virus informático que programase un salto de emergencia al hiperespacio y suspendiese las funciones primarias de las naves para que los soldados infiltrados las tomasen.

- ¿Les has dejado en bandeja toda una flota de naves? -preguntó Tenel Ka-.

- Era eso o hacerla explotar. No me miréis así, soy una adolescente, no estoy acostumbrada a planear cosas así.

- Sigo sin creerme que hayas sido capaz de superar la seguridad de la Flota -dijo Tenel Ka-.

- Era sólo seguridad para droides y los droides son tontos y no tienen imaginación.

- Debería presentarte un par que conozco -dijo Jaina-.

- El caso es que su programación les impide ver más allá de lo evidente, no saber jugar con los datos, así que sabiendo un poco de esto y de aquello puedes saltarte cualquier protección que se te ocurra.

- Claro -dijo Jacen-. ¿Y ahora qué hacemos?

- Descansar -dijo Jaina y se anticipó a la reacción de Tenel Ka-. Puede que tú no estés cansada pero yo te aseguro que una ducha y 8 horas de sueño me vendrían de perlas. Mañana decidiremos qué hacer.

- A propósito de eso -dijo Shil-. Tengo un comunicado que probablemente deberías ver.

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CORUSCANT

Galen miraba fijamente a Soonah, el mandaloriano que había capturado unos meses atrás. Ambos se encontraban en la sala de interrogatorios. En cuanto el Diktat corelliano había enviado su comunicado a la Nueva República, Galen se había encerrado con Soonah haciéndole ver una y otra vez dicho comunicado y explicándole las consecuencias de hacer explotar un misil Nova en Coruscant. La confianza de Soonah parecía haberse desmoronado.

- ¿Nos ayudarás? -dijo Galen-.

- Decidme lo que he de hacer.

Galen no perdió más tiempo y se levantó para dirigirse al despacho del Director Krao donde le comunicó la noticia. El anciano directos estableció entonces comunicación holográfica con Invierno, la Jefa del Gabinete del gobierno, y con la General Vedra al cargo de la Quinta Flota.

- Debemos decidir qué hacer -dijo Krao-.

- Introducir un comando con el joven no parece posible -dijo la General Vedra-. Si controlan las estaciones sensoras planetarias nos detectarían antes de entrar en la atmósfera.

- ¿Y un Jedi? -dijo Krao-. ¿Podría esquivar los sensores?

- No le sería difícil -dijo Galen-.

- No podemos desplazarlos hasta la Quinta Flota sin que sospechen de nuestros movimientos -dijo Invierno-. Además no podemos prescindir de los Jedi que hay en Coruscant sin llamar la atención, y una comunicación con la Academia podría ser monitorizada.

- En la Flota hay disponibles una pareja de Jedi -dijo Vedra-. Pero se trata del Maestro Durron y su alumno...

- Demasiado volátiles para una situación con rehenes -dijo Invierno aunque pareció darse cuenta de algo-. ¿Y tú, Galen? No constas en los registros oficiales de Coruscant como Jedi asignado a tareas diplomáticas y llevas todos estos meses encerrado en la INR, nadie te ha visto. ¿Podrías hacerlo?

- Sí -dijo sin vacilar-.

- De acuerdo. Ve a prepararlo todo -dijo Invierno-. Nosotros concretaremos un acuerdo con el Diktat.

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CORELLIA

El Diktat se despidió amablemente del Primer Ministro de la República y miró con preocupación a los dos colaboradores que tenía al lado, los mandalorianos Jaster y Gozniak.

- ¿Cómo se ha enterado de que están aquí? -dijo el Diktat-.

- Soonah no ha podido hablar. Es totalmente fiel a la causa.

- ¿Están seguros?

- Yo mismo le entrené -dijo Gozniak-. ¿Y la espía que capturamos? ¿Pudo transmitir alguna información mientras estuvo aquí?

- La mantuvimos vigilada casi desde el principio.

- ¿Casi? -dijo Jaster-.

- Si hubieran sabido algo no habrían dejad que la Canciller se presentase aquí.

- Debemos aceptar su propuesta -dijo el Diktat-. Si ese chico sabe algo de lo que estamos buscando aquí...

- No lo sabe. Nosotros sabemos que hacemos -interrumpió Gozniak-.

- Pero si lo sabe y no nos aseguramos de callarlo... todos nosotros estaremos muertos. Llamaré a Coruscant, vosotros tenéis trabajo.

- ¿Qué hay del Ugana? Sigue en órbita -dijo Gozniak-.

- Haced vuestro trabajo y el Ugana no será más que un triste recuerdo.

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Una explosión despertó bruscamente a Kara y a Ben. Ambos se pusieron de pie inmediatamente. No era posible que los hubieran encontrado, las montañas deberían haberles protegido.

- Mantente detrás -dijo Ben mientras se colaba con el sable láser el guardia-.

Esperaba ver de un momento a otro un montón de soldados salir por todas partes pero lo único que apareció fue un drall, un ser miembro de las tres especies naturales del sistema corelliano.

- Uh, hola -dijo el primer drall-. Vosotros no deberías estar aquí.

Ben miró a Kara y se encogió de hombros. Aquel pequeño y peludo drall no parecía tener nada contra ellos.

- Estábamos de excursión y nos perdimos -dijo Ben mientras Kara se llevaba la mano a la cara y musitaba un "genio" cargado de sarcasmo-.

- Ajá. ¿Y cómo habéis pasado por la gran roca que he tenido que volar con explosivos? ¿Por qué lleváis ropa elegante a una excursión y que además está hecha anicos? Y más importante ¿por qué blandes un sable láser contra mi?

Ben miró su sable láser.

- D´Oh...

- Yo te lo diré... son enemigos del Estado -dijo un hombre que acababa de entrar portando un bláster-.

- Den... ¿qué haces aquí? -preguntó el drall-.

- Ebrihim viejo zorro. Sabía que en cuento descubrieses lo que el gobierno estaba haciendo nos abandonarías. Así que decidí seguirte.

- ¡Tus jefes son unos fanáticos que no entiende la importancia de...!

- Tú sólo busca la entrada. O me cargo a los chicos.

- Él es un Jedi, tus disparos no le afectarán.

- Cierto. Pero sí lo hará la granada que tengo en mi mano.

Ben estuvo a punto de actuar pero Kara posó su mano sobre la espalda del joven mientras negaba con la cabeza. Ahora no era el momento. Ben desconectó su sable láser y lo lanzó cerca de Den quien lo recogió y colgó de su cinturón.

- Chico listo. Ahora Ebrihim... la entrada por favor.

El anciano drall fue examinando las paredes de la cueva meticulosamente hasta que encontró su panel secreto. Lo activó y una parte de las caverna se abrió de par en par.

- Vosotros delante -dijo Den-.

Entraron juntos a la nueva estancia. Ben no entendía lo que veía. Lo único que tenía delante era una no muy grande plataforma con una silla en medio. El resto era una pequeña barandilla que protegía de la caída al inmenso abismo que se abría delante de ellos.

- ¿Qué estamos viendo? -preguntó Kara-.

- La prueba que toda la comunidad científica lleva buscando durante siglos. La prueba de que Corellia no es un planeta si no una gigantesca nave espacial.

CONTINUARA

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LA TASCA DE MOS EISLEY

Holadola

Bueno, volvemos a la acción. Han pasado... cinco meses... para que luego la gente se queje del retraso de Guerra Civil. Tampoco os quejéis mucho que el número es más largo de lo habitual, en realidad he condensado dos en uno así mi ausencia sólo habrá sido de dos meses y medio... o algo :P Podría poner alguna excusa como bloqueo del escritor pero tampoco ha sido eso, puesto que el número fue escrito en cuatro días así que...Pero el caso es que hemos vuelto y esperemos que sea para quedarnos.

Sé que tenía algún comentario por algún sitio pero los he perdido todos en mi prolongada ausencia, así que no hay correo.

Ya está disponible la guía de personajes de esta serie en http://es.geocities.com/cole_reilly/

Y nada más, comentarios, sugerencias, amenazas de muerte y esas cosas a la dirección de siempre.

Que la Fuerza os acompañe

Ben_reilly@terra.es

 
 
   
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