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Action Comics

ACTION COMICS #785
Ascensión I
Hombres de acción

Guión: Tomás Sendarrubias

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Residencia de estudiantes Hope Sterling, Metrópolis.

Odia las gafas.

Mira hacia atrás, y ve una docena de chicas vestidas de animadoras que corren hacia el instituto, y masculla un reniego, cruzando los brazos delante del pecho.

-Conner, esta es la llave de tu habitación...¿Conner?

Tiene que recibir un codazo para darse cuenta de que le están hablando a él. Fuerza una sonrisa mientras coge la llave que le tiende la directora de la residencia, una mujer que debe tener aproximadamente doscientos cincuenta y seis años, década arriba, década abajo, vestida con una blusa blanca de aspecto algodonoso y cuello de blonda, y una falda de tubo gris perla. Lleva un cardado tan pronunciado que por unos momentos, se plante la posibilidad de empapelarle la mesa con panfletos sobre el agujero de ozono y el uso de los CFC. Pero lo peor de Miss Caroline Sterling es su voz. Dulce, untuosa, melosa hasta el punto de que Conner tiene la sensación de que va a sufrir un coma diabético en cualquier momento.

-¿Puedo acompañarle, señorita Sterling?-pregunta su acompañante, y Conner vuelve a poner los ojos en blanco.

-Claro, señor Kent. Tomen el ascensor, subirán más rápidamente. Es en la tercera planta, en el ala oeste.

-Seguro que lo encontramos sin problemas-responde Clark, y Conner recoge del suelo su equipaje.

-Eso parece pesado, jovencito-ríe Miss Sterling, y Conner mira a Clark avergonzado-. ¿Qué os dan de comer en Hawaii?

-Hago ejercicio-responde un tanto aturullado Conner, encogiéndose de hombres mientras Clark vuelve a sonreír a la mujer en el momento en que se abren las puertas del ascensor, empujando sutilmente al muchacho dentro de este y suspirando cuando las puertas se cierran tras ellos.

-Tienes que tener cuidado con este tipo de cosas, Conner-masculla Clark, y Conner vuelve a poner los ojos en blanco.

-¿No os parece suficiente a Lois y a ti con tener que recordar que Conner soy yo? Estoy acostumbrado a ser simplemente... Superboy. Y lo de las gafas...

El ascensor se detiene y las puertas se abren, dando paso a un pequeño saloncito decorado con alfombras y cuadros de paisajes, a partir del cual salían grandes pasillos que se adentraban en las alas Este y Oeste de la Residencia. Tras echar un ojo a las indicaciones, Conner tomó el camino que debería llevarle a su habitación, seguido de cerca por Clark.

-¿Qué pasa con las gafas? A mi me parece que te hacen más maduro-comenta Clark, encogiéndose de hombros.

-A ver qué vas a decir tú...-gruñe Superboy-. En Hawaii no tenía por qué llevar gafas para esconderme... ¿de verdad que crees que porque me ponga unas gafas nadie va a reconocerme como Suberboy? Creo que Lois y tú sois un poco optimistas...

-No se trata sólo de las gafas, Conner-responde Clark-. Se trata de crear un auténtico personaje. Modula la voz, cambia la expresión, utiliza ropas que disimulen tu cuerpo...

-Me niego a vestirme de empollón, Clark-protesta Conner-. Si Dios me ha dado estos bíceps y estos abdominales es porque quería que los luciera, y me niego a contravenir a Dios. Ya sabes, no quiero que mande al Espectro contra mi o algo así...

-Hay temas con los que no se debería bromear, Conner, y el Espectro es uno de ellos-replica Clark, repentinamente serio-. Tu compañero de cuarto está dentro-dice, señalando con la barbilla la puerta que tienen frente a ellos, la habitación 317.

-Eso es otra cosa que me encanta. Un compañero de cuarto. Seguro que es un psicópata asesino, el hijo oculto de Lex Luthor, o que en menos de una semana, Brainiac le secuestra y le convierte en un asesino psicópata hijo oculto de Luthor. En Hawaii...

-Conner, ya hemos hablado de esto. Con todo lo que ha pasado con J´onn1, Ma, Lois y yo queremos tenerte cerca, pero sabemos que en Smallville te aburrirás mucho, así que...

-Así que Metrópolis-concluye Conner, y Clark asiente-. Supongo que por probar, no pasa nada...

-Claro que no-ríe Clark, mientras llama con los nudillos a la puerta de la habitación.

-¡Adelante, está abierto!-dice una voz desde dentro, y Clark abre la puerta.

La habitación es amplia, perfectamente simétrica y con un gran ventanal que da a un jardín situado bajo la residencia, y al fondo, se ve un campo de baseball donde un grupo de chicos está jugando. La cama de la izquierda está ocupada por un chico que se ha sentado en ella, rubio y con una camiseta de los Pittsburgh Panthers, al menos un palmo más alto que Conner, y de complexión fuerte. Un enorme póster con una escena de un partido de football decora su lado de la habitación, y deja a un lado una PSP con la que debía haber estado jugando hasta ese momento.

-Hola-saluda Conner, entrando-. Creo que soy tu nuevo compañero de habitación.

-Pues un placer-responde el muchacho, tendiéndole la mano-. Soy Eddie. Eddie Callahan.

-Yo Conner Kent-replica Conner, estrechándole la mano-. Y este es mi tío Clark.

-Encantado de conocerte, Eddie-dice Clark, y estrecha también la mano del muchacho rubio, que vuelve a sonreír.

-Igualmente, señor Kent. Bueno, Conner, puedes ponerte cómodo. Esa es tu cama, ese es tu armario... ahí está el baño... Como si estuvieras en tu casa.

-¿Necesitas que te ayude a instalarte?-pregunta Clark, pero Conner niega con la cabeza.

-Creo que me apañaré solo, tío Clark.

-Estupendo. Entonces, vuelvo a la granja. Te llamaremos esta noche.

Clark se acerca a Conner y lo abraza, y por un momento, este se siente un tanto incómodo, pero finalmente, le devuelve el abrazo.

-Cuídate-dice finalmente Clark, ya desde la puerta-. Y encantado de conocerte, Eddie. Espero volver a verte pronto.

-Muchas gracias, señor Kent-responde Eddie, despidiéndose con la mano, mientras Clark sale de la habitación-. Un tío majete...-comenta el muchacho, una vez que Clark ha abandonado la estancia. Conner casi se lo puede imaginar sonriendo, sabedor de que sin duda, aún escucha lo que ocurre dentro de la habitación.

-Sí, lo es-responde Conner, dejando su equipaje a los pies de su cama, y mirando por la ventana-. Tenéis un buen campo de baseball...

-Sí, ¿verdad? No lo utilizamos demasiado, yo soy más de football.

-De los Pittsburgh Panthers, ¿no?

-Así es. ¿Y tú?

-Smallville Crows. Bueno, y los Hawaii Rainbow Warriors.

-¿Los Rainbow Warriors?

-Si. Mi familia es de Smallville, pero yo he vivido casi toda mi vida en Hawaii, hasta que mis tíos han decidido trasladarme de vuelta a Kansas...

-¿En Hawaii? ¿En serio? ¡¡Que suerte!! Es cojonudo...

-Sí, lo es. ¿A qué jugabas?

-Tekken 6.

-Mola.

-Sí, ¿tienes PSP?

-Claro, la llevo en la mochila...

-Oye, ¿qué te parece si damos una vuelta y te enseño todo esto?

-Estaría genial.

-Claro. ¿Te gustan las chicas?

-¿Perdona?

-No te ofendas, sólo quiero saber si eres hetero o gay.

-¿Perdona?

-Conner, tío... quiero saber si te tengo que llevar a conocer a las animadoras o a los jugadores... A mi me da igual lo que seas...

-Animadoras-ríe Conner-. Sin duda, animadoras.

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Laboratorios Cadmus, Metrópolis.

La doctora Indhira Johnston revisa los datos en el ordenador de su despacho, y los verifica con las extrapolaciones realizadas días antes. Hay un desvío de 0.3 grados en la posición de los fotones teleportados cuánticamente respecto a la posición prevista en los datos, una desviación bastante superior a lo que la división de física cuántica de los laboratorios Cadmus estaba dispuesta a asumir, así que Johnston sabe que los experimentos deberán continuar, y su trabajo es que haga falta el menor número de intentos antes de conseguir un nivel de desvío de 0, maximizando así el resultado de las inversiones de Cadmus. Tras tomar unas notas en una libreta que tiene ante ella, Johnston comienza la redacción de un informe para la dirección ejecutiva, haciendo un cálculo rápido de la cantidad de dinero que se deberá desembolsar para conseguir lo que sería la primera prueba exitosa de teleportación de fotones a nivel cuántico sin pérdida de información.

Indhira Johnston se incorpora, comprueba que las puertas del despacho están cerradas y las persianas bajadas, y enciende un cigarrillo mientras observa su reflejo en una de las cristaleras cubiertas de persianas. La doctora Johnston es una mujer de cuarenta y cinco años, morena y de ojos negros. Sus rasgos son ligeramente hindúes, ya que su madre procedía de Bangla-Desh, y aunque podría ser considerada una mujer atractiva de no ser por la dureza de sus rasgos y la frialdad de sus ojos. Viste con ropas sencillas, sobre las que lleva un guardapolvo blanco, en cuyo bolsillo aparece una tarjeta con su identificación de Cadmus.

Tras lanzar una nueva mirada a la pantalla de su ordenador, Johnston decide que ha trabajado bastante por hoy. Cierra su libreta y la guarda en uno de los cajones, y bloquea su ordenador, generando una contraseña aleatoria que memoriza antes de apartarse de la máquina. Encargará comida libanesa, se preparará un baño de burbujas, llamará a alguna amiga, y finalmente, antes de dormir, tratará de escribir algunas páginas del libro que está preparando sobre los experimentos que se están desarrollando en Cadmus sobre teleportación cuántica.

Está a punto de abrir la puerta del despacho cuando esta explota delante de ella, golpeándola y arrojándola de vuelta contra su mesa. Indhira siente que se desvanece un segundo, pero recupera enseguida el sentido, aunque con la vista turbia. Alcanza a ver un uniforme que le es perfectamente reconocible, un símbolo que cualquier habitante de Metrópolis ha visto docenas de veces, la S que representa todo lo mejor de esa ciudad...

-¿Tú?-masculla Indhira Johnston, y el recién llegado la golpea bruscamente en el rostro.

La oscuridad cae sobre ella.

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Silverstar Coffee, Metrópolis.

-Te lo dije, Conner, ni en Hawaii hay tías como Rebecca Alysson-ríe Eddie, y Conner, haciendo un gesto de asentimiento, alza su batido de stracciatella en un brindis silencioso que arranca las risas del resto de los chicos que se sientan alrededor de una mesa baja en el Silverstar Coffee. Eddie le había presentado a Conner a varios de sus amigos... y por supuesto, también al cuerpo completo de animadoras, sobre las que Conner, Eddie y sus amigos llevaban hablando la última media hora, después de que Conner les contara todo lo que podía contar sobre Hawaii.

-¿Y tienes allí casa?-pregunta Henry, uno de los chicos que estaba jugando al baseball, un chico de color que ahora viste con unos vaqueros rotos y una camiseta roja-. En Hawaii, me refiero.

-¿Ya quieres autoinvitarte?-ríe Eddie-. Si es así, Kent, quiero derecho preferente, tengo privilegios por ser tu compañero de cuarto. Si no es así, dejaré de ducharme y de cerrar la puerta del baño...

-Puedes dormir en mi habitación, yo estaré comodísimo en un sillón. Es más, la casa es para ti, te la regalo-ríe Conner, mientras la camarera, una de las chicas que un rato antes estaba vestida de animadora y en cuya chapa de identificación reza "Hola, soy Alice. ¡¡Ten un buen día!!", recogía los vasos vacíos.

-¿Vais a querer algo más, chicos?-pregunta, y Conner niega con la cabeza.

-No, gracias. Unos batidos muy buenos... y mejor aún el servicio...

-Vaya, Kent...-ríe ella-. Chicos, a ver si aprendéis de la gente de Kansas...

-Ya sabes lo que dicen de ellos, Alice-comenta Danny, otro de los amigos de Eddie-. La sal de la tierra...

-Tal vez quisieras acompañarme mañana a descubrir la noche de la gran ciudad-comenta Conner, de forma fingidamente casual-. Ya sabes, soy un chico isleño-pueblerino, y la gran ciudad me aturde, corro el riesgo de perderme para siempre...

-Sí, que eso ocurriera seria una gran desgracia-ríe ella, mientras se aleja de la mesa.

-Kent, apuntas demasiado alto para empezar-dice el último de los presentes, Buck, pero guarda silencio cuando ve que Alice vuelve hacia la mesa y deja una servilleta de papel delante de Conner.

-Por si te pierdes-dice, antes de volver a la barra.

-No puede ser su número de teléfono-masculla Eddie-. No puede ser su número de teléfono... no puede ser su número de teléfono... Es su número de teléfono. Chicos, es su número de teléfono. Kent, eres mi héroe. Como Superman, pero más grande aún...

-No sé si la llamaré, a lo mejor he apuntado demasiado alto...-masculla Conner, mirando con una sonrisa hacia Buck, que le arroja una servilleta de papel doblada.

-¿Qué está pasando ahí?-pregunta Henry, señalando la televisión, y todos guardan silencio. Henry le hace un gesto a Alice, que desde la barra, sube el volumen.

En la pantalla, todos ven imágenes de explosiones y de fuego, bomberos y policía corriendo para tratar de sofocar las llamas que no dejaban de arder.

-... aquí Linda Loos desde la delegación de los Laboratorios Cadmus de Metrópolis-dice la mujer que aparece en la pantalla-. Como pueden ver, una serie de explosiones tuvo lugar hace treinta minutos, y aunque los bomberos han reaccionado de la forma más efectiva posible, los fuegos continúan bloqueando los accesos y salidas de los laboratorios, de modo que nadie ha podido entrar o salir de...

-Chicos...-masculla Conner-. Acabo de recordar que me tengo que ir... debería llamar a mi tío, debe estar preocupado por si acaso...

-Claro-asiente Eddie, distraído, y con un gesto de despedida, Conner sale del local. Dos minutos después, Superboy vuela en dirección a Cadmus.

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Laboratorios Cadmus, Metrópolis.

Indhira abre los ojos, aturdida, y en cuanto ve lo que tiene delante, ruega a Dios que la permita desmayarse de nuevo. La silueta del hombre está ahí delante de ella. La capa roja, el traje azul, la "S" en el pecho... Pero en lugar de confianza, Indhira no siente más que miedo. Está atada con pesadas cadenas a una silla en la sala de control del acelerador de partículas que se extiende por cinco kilómetros en el subsuelo de las afueras de Metrópolis, un acelerador de partículas con el que Indhira está trabajando para su proyecto de teleportación cuántica de fotones.

-Me alegra ver que estás despierta, Indhira-dice él, y su voz suena ligeramente metálica, provocándole un escalofrío a la física, que había esperado no volver a oír esa voz nunca.

-No sé qué haces aquí, pero lo mejor será que te vayas antes de que vengan a por ti.

-Espero que no estés intentando asustarme-ríe él-. Porque no lo vas a conseguir. ¿Sabes? He descubierto algunas cosas muy interesantes, Indhira. Algunos datos sobre el proyecto Excalibur de LexCorp, sobre el viaje que provocó la muerte de mi mujer y que me hizo esto... y tu nombre aparecía allí, Indhira.

-No sé de qué me estás hablando...

-No me importa que lo niegues. Con la caída de Luthor, hay muchos datos de LexCorp que han dejado de ser secretos y he podido acceder a ellos. Alguien debió equivocarse y desclasificó esos datos. Sé lo que hiciste, Indhira.

-Era un trabajo, yo no quería...

-Shhhhhh... No importa, Indhira. No importa. Tú y yo vamos a trabajar ahora juntos... otra vez...

Y sin más, Hank Henshaw se vuelve hacia el cristal que les separa del acelerador de partículas.

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1.- En el crossover entre JSA y Titanes, "Crisis de Familia".

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NOTICIAS DE ACCIÓN

¡¡¡He aquí la nueva colección marveltópica del héroe más héroe de todos los héroes!!! ¡¡Superman ha vuelto!! Bueno... quizá no. De momento, será Superboy el protagonista del primer arco de la nueva temporada de Action Comics, acompañado, como ya veis, de otro de los protagonistas de aquel Reinado de los Superhombres que ya ha tenido sus momentos en DCTopía, en el primer arco de los Titanes de Xum, el Superman Cyborg. En el próximo número, veremos la resolución de esta historia de Superboy y Hank Henshaw, y en el siguiente... tendréis aquí a Moisés en los guiones, con una historia sorprendente. ¡¡¡Arriba, arriba y afuera!!!

 
 
   
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