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Action Comics

ACTION COMICS #786
Ascensión II
Hombres del mañana

Guión: Tomás Sendarrubias

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Laboratorios Cadmus, Metrópolis.

Indhira Johnston mira hacia las pantallas de vigilancia que Henshaw ha conectado a la sala en la que se encuentra, pero todo lo que no consigue más que frustrarla aún más. Se encuentra firmemente atada a una silla, y para hacerlo, Henshaw ha utilizado amplias sábanas procedentes de la sección de genética, de modo que a pesar de estar firmemente sujeta, no había puntos de presión que pudiera utilizar para liberarse. A su alrededor, una docena de pantallas de alta resolución le muestran un entorno desalentador. La Policía Científica de Metrópolis ha hecho su aparición, pero Henshaw parece haber reprogramado los sistemas de defensa de los Laboratorios, de modo que no consiguen acercarse siquiera a las puertas sin provocar aluviones de siete tipos diferentes de energías, todas ellas mortales. Tras ella, aunque lanzando de vez en cuando una mirada a las pantallas, Hank Henshaw, el Superman Cyborg continúa volcado en los paneles de control del acelerador de partículas.

-¿Dónde están mis compañeros?-masculla Indhira, y Henshaw lanza una sonrisa sarcástica.

-¿Ahora te preocupas por tus semejantes?-dice-. Eso es nuevo en ti, doctora Johnston. No te preocupes por ellos, si se portan bien, no les pasará nada de momento. Y cuando les pase... no podrán hacer nada por evitarlo, como el resto de la Tierra.

-Hank, entiendo que estés enfadado, pero te juro que no...

-Ni intentes decir que me comprendes-gruñe él, apartándose de pronto de los paneles y dirigiéndose a ella con paso decidido. Sin más, la coge de las ataduras y la alza del suelo hasta que ella puede mirarle a los ojos, sin el más mínimo esfuerzo-. Cuando veas morir a todos los que te importan por culpa de un estúpido experimento, empezarás a saber lo que siento. Cuando descubras que te has convertido en un monstruo, podrás decir que puedes entenderme. Cuando descubras que todo lo ha provocado alguien a quien considerabas una amiga, podrás decir que sabes cómo pienso.

-Hank, no me dijeron...

-Seguías órdenes, ¿no?-gruñe él-. Dudo que esa excusa le sirva a alguien en este mundo después de Nuremberg.

-Hank, lo que estás haciendo... Esa tecnología puede causar muchísimo daño si no se usa correctamente, si se hace sin las medidas de seguridad pertinentes...

-Es cierto-asiente el Cyborg, dejando de nuevo a Indhira en el suelo-. Pero te contaré lo que voy a hacer y así puedes calibrar lo que va a ocurrir, ¿de acuerdo?

-Hank...

-Cuando conecte el ciclotrón, una partícula de materia positiva se disparará dentro del tubo, y la polaridad de las placas irá cambiando, de modo que la partícula se verá repelida por las placas anteriores y atraídas por las siguientes. Así, cada vez la partícula adquirirá más velocidad, mientras los campos magnéticos la harán girar en las curvas, ampliándose cada vez más para mantener el mismo grado en cada vuelta. Y cuando la velocidad de la partícula positiva lanzada se acerque a la de la luz, lanzaré desde el segundo acelerador una nueva partícula, esta vez, negativa.

-¿Negativa?

-Antimateria encerrada en un campo magnético-sonríe Henshaw-. Y la ayudaremos a alcanzar también una velocidad cercana a la de la luz, pero en esta ocasión, modificaré los grados de los campos magnéticos para que en un momento determinado, ambas moléculas impacten...

-No-susurra ella-. No puedes hacer eso...

-El impacto a velocidad luz romperá el campo magnético de la molécula de antimateria, y las dos colisionarán...

-La explosión causante...

-No habrá explosión-continúa Henshaw-. He reforzado los sistemas de campos magnéticos con campos gravitacionales. La explosión quedará contenida en un campo gravitacional...

-Generarás una singularidad-casi gime Indhira.

-Eso es. Mi agujero negro particular.

-Hank eso hará que el planeta...

-Sí, ¿verdad? Me alegro que corrobores mi teoría. Entonces, querida, no hay peligro. Sé utilizar el acelerador.

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Exteriores de Cadmus, Metrópolis.

El Jefe de Bomberos Adam Quayle no había tenido tiempo de avisar a su gente cuando una nueva explosión se llevó por delante a un grupo de siete bomberos, todos ellos buenos hombres, trabajadores y con los que había compartido muchos momentos buenos y muchos malos. El mayor de todos había sido Michael Carlyle, cuarenta y siete años, mujer, exmujer y tres hijos. La más joven, Erica Hayden, llevaba sólo seis meses en el cuerpo, y se sentía orgullosa de ser una de las pocas mujeres bombero de Metrópolis. Ya les había invitado a todos a su boda, que se hubiera celebrado siete meses después. En ese momento, Quayle siente que el mundo a su alrededor se tambalea, mientras un grupo de sanitarios y miembros del SCU1, además de dos unidades más de bomberos trataban de evitar que hubiera nuevos heridos o más bajas.

Ese había sido el momento en el que habían aparecido los robots. Habían surgido como gusanos de una fruta podrida de entre los restos de las explosiones, primero tambaleándose entre el fuego y los escapes de gas, y luego, se habían estabilizado y habían comenzado a distribuir muerte entre las fuerzas de seguridad. Algunos eran humanoides, pero otros parecían extraños animales cibernéticos, como un oso, un lobo y una extraña e inmensa tortuga acorazada como un tanque. Por suerte, los miembros del SCU ya tenían experiencia en ese tipo de cuestiones, y tras unos breves segundos de desconcierto, el Jefe Turpin comenzó a dar órdenes, y las máquinas casi de ciencia-ficción del propio SCU se sitúan en línea ante los robots, como muro de protección contra los ataques de los robots, cuyas afiladas hojas cromadas aparecen ya cubiertas de sangre de las primeras víctimas.

-¿Qué es eso?-pregunta Turpin, que llega jadeando al lado del FIGHTER 1, el módulo de control en campo del SCU, dirigido por Selena Von Theese, que mira a Turpin con evidente desagrado, arrugando incluso la nariz antes de volver a clavar sus ojos, de color verde oliva, en los paneles de datos.

-Los ficheros los identifican como Prototipos-Haz VII de Cadmus-informa Selena-. Al parecer, Cadmus los estaba patentando como elementos de seguridad, algo así como "tu propio guardia armado y sin sueldo", con diferentes modelos. He encontrado contratos con el Pentágono por valor de varios millones de dólares, pero parece que los robots han decidido comenzar a tomar sus propias decisiones. El día del alzamiento de las máquinas está aquí, huyamos todos.

-¿Sabemos cómo funcionan?-masculla Turpin, sin esconder su propio desagrado por el sentido del humor ácido y fuera de lugar de esa mujer. Ella niega con la cabeza.

-Cadmus guarda muy bien sus secretos, jefe Turpin-dice, encogiéndose de hombros-. Pero por cómo han volatilizado parte del FIGHTER 3, yo diría que deberíamos ir pidiendo ayuda.

-Contacta con Jaque Mate-afirma Turpin-. Sólo espero que lleguen a tiempo...

-¡Jefe Turpin!-gritan desde fuera, y Turpin lanza una maldición, aunque baja del FIGHTER 1 de un salto, para encontrarse fuera con uno de sus hombres, el sargento Calvin Slightman, que señala hacia el cielo con gesto nervioso.

Por un instante, Dan Turpin cree que él ha vuelto, que estará allí para detener a esos robots, apagar el fuego y que todo estará solucionado antes de darse cuenta. Han pasado ya más de seis meses desde el asunto de Imperiex, y nadie le ha vuelto a ver en ninguna parte desde entonces. Pero cuando Dan Turpin alza los ojos, no se encuentra a quien quisiera encontrarse, sino a un adolescente embutido en un ceñido uniforme que copia sus colores (los colores de aquel a quien Turpin ansiaba ver), el amarillo, el rojo y el azul, y sobre todo ello, una chaqueta de cuero. Incluso lleva la gran "S" en el pecho, pero no parece más que un niño...

-Superboy...-masculla Turpin, enarcando una ceja mientras el chico vuela a toda velocidad hacia los robots, se introduce bajo la tortuga, y vuela de nuevo hacia arriba, llevandola con él. Unos segundos después, escuchan el estallido del robot, y se ven bañados por trozos de metal.

-Parece que la ayuda ha llegado antes de lo esperado-masculla desde dentro Selena, mientras Superboy toma tierra junto a Dan Turpin.

-Detective Turpin, soy...

-Lo sé-le interrumpe Turpin-. ¿Puedes hacer algo con todo eso? ¿No está el Superman de verdad disponible?

-No, no lo esta-replica Superboy, serio, cruzando los brazos ante el pecho-. Y sí, puedo hacer algo más que echar una mano, como ya ha visto. Disculpe por querer ser educado, no me parecía correcto dar la impresión de que me estaba metiendo en su trabajo sin ser invitado. No se preocupe, es una cortesía que no volveré a tener, vejete.

Sin dejar responder a Turpin, Superboy vuela hacia la línea de fuego, lanzando una sonrisa altiva al Jefe del SCU.

-Metrópolis-gruñe Superboy, evitando una lengua de fuego que se eleva a varios metros de altura, girando sobre sí mismo para dejarse caer sobre uno de los lobos mecánicos, haciéndole reventar desde dentro utilizando su telequinesis táctil-. Ciudad hospitalaria, corazón de América... Y una mierda.

Dos de los robots humanoides avanzan hacia él, moviendo a toda velocidad unas afiladas cuchillas en dirección a él, pero se cuela entre los dos, y utiliza su fuerza para empujar a uno contra el otro, de modo que el segundo queda empalado en las armas de su compañero, que segundos después comienza a "vomitar" sus tripas mecánicas por obra de los poderes de Superboy, que lo arroja sin aparente esfuerzo de vuelta al suelo, dejándole caer sobre un conducto de gas ardiente que deja al robot reducido a cenizas. Desde la altura a la que se encuentra, el muchazo puede ver una panorámica de los alrededores de Cadmus, y lanza un reniego. Hay más monstruos mecánicos apareciendo de media docena de tubos, y si se concentra en las criaturas, probablemente lo que sea que haya dentro que está liberándolos podrá limitarse a enviar más mientras termina lo que quiera que esté haciendo.

Con una nueva sonrisa y negando con la cabeza, Superboy se deja caer en dirección a uno de los tubos, bajo la atónita mirada de los policías que esperaban su ayuda.

-¡Señor!-exclama uno de ellos, mirando aturdido a Turpin, que se encoge de hombros.

-Aguantaremos, chico-replica el líder del SCU-. No tenemos más remedio.

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Indhira Johnston siente que la sangre se le hiela en las venas cuando escucha el zumbido del ciclotrón y las pantallas que tiene alrededor comienzan a llenarse con los datos transmitidos por los sistemas del acelerador de partículas. Casi puede ver el haz de partículas siendo lanzado a través del túnel, aún a escasa velocidad, aunque pronto los campos magnéticos comenzarían a hacerlas acelerar...

-Hank, no puedes hacer esto-gime ella, y el Cyborg se gira, clavando en ella sus ojos, resplandecientes y rojizos.

-Sí puedo, Indhira-responde él-. De hecho, lo estoy haciendo.

-Morirá...

-Un mundo entero. Y seguramente yo también, eso es lo que espero.

-¿Todo esto es una forma de intentar suicidarte?

-Todo esto es mucho más-dice Henshaw, volviendo a dirigir su mirada a los indicadores del ciclotrón-. Lo que hicisteis fue aberrante, mujer. Nos enviasteis al espacio a mis amigos, a mi mujer y a mí a sabiendas de que no estábamos preparados para ese viaje.

-Se consideró que era el momento adecuado, si hubiéramos esperado más, S.T.A.R nos hubiera tomado la delantera, y...

-Y si la nave hubiera sido mejor, Luthor no hubiera tenido a sus conejillos de indias para experimentar con la radiación espacial, ¿no es eso?

-Supe todo eso cuando ya era demasiado tarde, el proyecto estaba muy avanzado, no pude hacer nada.

-Podrías haberme avisado. Estuvimos cenando juntos dos noches antes del lanzamiento... Terri comió lingüini, tú Carpaccio y yo...

-Roast-beaf a la pimienta... no he sido capaz de volver a comerlo nunca...

-¿Cargo de conciencia gastronómico?

-Me sentía como una traidora por hacer lo que estaba haciendo, pero si os hubiera dicho algo, Luthor...

-Claro, te hubiera hecho daño. Puede, pero el daño lo sufrimos Terri y yo. Y ahora ella está muerta, y mírame a mí.

-Podríamos ayudarte. En Cadmus...

-No.

Cualquier posible réplica de Indhira queda cortada por el agudo zumbido de un sistema de alarmas que hace que una nueva llama de esperanza arda en el interior de la doctora Johnston, pero esta desaparece de inmediato cuando ve que Henshaw se gira hacia ella y sonríe.

-Parece que tiene un improbable salvador, doctora.

-¿Qué...?

-Esto va a ser interesante-ríe Henshaw, mientras con un estruendo, una parte de la pared se desprende para revelar la presencia de Superboy, con parte del traje desgarrado por su enfrentamiento contra los robots de seguridad de Cadmus.

-Toc, toc-masculla Superboy, arrancándose del brazo una serie de dientes mecánicos, que arroja hacia atrás con despreocupación-. Avón llama. Me envían con un tratamiento personalizado para regular esas pequeñas arrugas que tanto estropean tu aspecto...

-Hola, niño-sonríe Henshaw-. Bienvenido al fin del mundo.

Los ojos de Henshaw resplandecen, y rayos de calor brotan de ellos para estrellarse contra el pecho de Superboy, que sale despedido varios pasos hacia atrás mientras el pecho comienza a supurarle.

-Voy a cortarte en cachitos-masculla Henshaw, avanzando hacia Superboy, que se aferra a un trozo de tubería, y alza su mirada hacia Hank. De pronto, las tuberías y los restos del pasillo parecen vibrar antes de lanzarse como si fueran enormes serpientes o enredaderas que le enganchan, tirando de él en diferentes direcciones.

-Telequinesis táctil-sonríe Superboy-. Sólo disponible en la versión Superman 2.0.

-Lo escribiré en tu lápida-replica Henshaw, plantando firmemente sus pies en el suelo y arrancando de la pared las tuberías que le sujetan, deshaciéndose de ellas mientras avanza hacia Superboy, que, no dispuesto a esperarle, salta hacia delante, volando hacia él a toda velocidad y estrellándose contra su plexo solar, desequilibrándole y arrastrándole hasta chocar juntos contra una de las paredes del laboratorio, que cede, arrastrando tras ella varios monitores, llenando el suelo de cristales rotos, cables y chispas eléctricas. Henshaw sube las rodillas, que impactan en el vientre de Superboy como dos locomotoras, quitándole la respiración y haciéndole caer al suelo, apartándolo luego de una patada.

-¡El acelerador!-grita Indhira, al tiempo que intenta no asfixiarse a causa del polvo provocado por la destrucción de la pared-. ¡Hay que detenerlo!

-Nunca-sisea Henshaw, proyectando su poder de controlar la tecnología para activar la segunda fase de su plan. De inmediato, una partícula de antimateria es arrojada a toda velocidad al ciclotrón, haciendo que Indhira de un grito de angustia.

-¿A qué estás jugando?-gruñe Superboy, incorporándose y escupiendo a un lado saliva manchada de sangre.

-Un juego científico que no entenderías-replica Henshaw, lanzando una nueva sonrisa-. No deberías haber dejado tus tablas de surf, hay cosas que te vienen grandes.

-¡Va a crear un agujero negro!-grita Indhira, y sin dejar de sonreír, dos nuevos rayos térmicos brotaron de sus ojos, atravesando el pecho de la doctora Johnston como escalpelos, que ni siquiera sangra, al resultar las heridas cauterizadas por el propio rayo. Los ojos de la doctora se abren de par en par cuando trata de llevar aire a sus pulmones agujereados sin conseguirlo.

-¡Cabrón!-grita Superboy, corriendo hacia la doctora Johnston, pero es demasiado tarde para ella.

-Nunca supo estar callada... salvo cuando debió haber hablado-responde el Cyborg, lanzando un nuevo ataque térmico a Superboy, que esta vez lo esquiva, volando a toda velocidad hasta situarse detrás de Henshaw.

-Que te jodan, puta tostadora-escupe Superboy, aferrándose con todas sus fuerzas al cráneo de Henshaw, que comienza una risotada... que se ve repentinamente interrumpida cuando la telequinesis táctil del chico comienza a forzar cada una de sus piezas hacia afuera.

-Que-e-e- estás ha-c-c-i-end-o...-masculla Henshaw, pero Superboy no responde, apretando los dientes. Por un momento se había planteado la posibilidad de tratar de aplastar el cráneo del Cyborg, pero de inmediato había sabido que ese ataque no hubiera obtenido resultado... de modo que decidió apretar... pero hacia fuera. Henshaw notaba como si centenares de globos se estuvieran llenando de aire en su interior, desplazando piezas, rompiendo nexos, y con un crujido, uno de sus ojos se desprendió de la órbita cibernética que le contenía, volando con tal fuerza que se rompió al estrellarse contra una pared.

-Dicen que no puedes morir-farfulla Superboy-. Pero seguro que se te puede reducir a cachitos muy pequeños...

Henshaw trata de resistirse, pero el chico no está dispuesto a ceder un ápice, y aunque trata de sacudírselo, Superboy se aferra a él, enredando sus piernas contra el pecho de su enemigo, clavando con todas sus fuerzas los codos en sus hombros, y sin dejar de proyectar sus pensamientos para romper cada una de las piezas de nanotecnología que componía al Cyborg. Tratando de librarse, Henshaw golpea duramente al muchacho con los codos en los costados, y Superboy siente un crujido cuando una de sus costillas parece fracturarse, pero no cede, y de hecho, en ese momento las junturas de uno de los brazos de Henshaw se rompen y el brazo cae al suelo, disgregándose en un millar de pequeñas piezas. Aprovechando la "herida", Superboy introduce una de sus manos dentro del cuerpo del Cyborg, desgarrando cables y arrancando piezas, mientras continúa usando su telequinesis táctil para causar todo tipo de daños en el interior de Henshaw, que cae de rodillas.

Y finalmente, con un extraño crujido, el Cyborg estalla, cubriendo la sala de pequeñas piezas de nanotecnología. Superboy escupe algo de sangre, y siente que va a desmayarse, pero se esfuerza por no hacerlo, y se acerca tambaleándose a los controles del ciclotrón. No es un genio de la tecnología, pero tras una lectura, comprende lo que está pasando... Y sabe que con Indhira Johnston muerta, no puede detenerlo, y no tiene tiempo de esperar a que lleguen los científicos. Las trayectorias de la partícula de materia y la partícula de antimateria coincidirán en unos minutos, quizá menos, y en ese momento... Big BANG.

Lanzando un reniego, Superboy golpea el suelo y comienza a dirigirse al Acelerador de Partículas.

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Cuando consigue romper la pared del ciclotrón, Superboy siente que las corrientes magnéticas le golpean como si fueran enormes tsunamis, pero consigue aferrarse al suelo, hundiendo en él los dedos, mientras observa aterrorizado como las dos partículas, materia y antimateria, estaban a punto de chocar. Sin pensárselo dos veces, salta hacia ellas, y cuando impactan, las envuelve con sus manos, utilizando su telequinesis táctil para contener la explosión. No puede evitar gritar mientras nota que la gravedad comienza a deformarse a su alrededor, hacia sus manos, y el agujero negro que se está allí formando. Arrodillado, siente como si hubiera locomotoras aferradas a cada célula de su cuerpo, tratando de separarlo como él había hecho con Henshaw, mientras todas las sirenas y alarmas del complejo saltan ante las variaciones gravitacionales del Acelerador.

Por un segundo, Superboy cree que no va a poder conseguirlo, y puede imaginarse como la Tierra se colapsa sobre sí misma, implotando hacia aquella singularidad, devastando el universo... Y eso hace que redoble sus esfuerzos, aprieta más las manos, siente que va a estallar...

Y de pronto, la tensión desaparece y Superboy cae hacia delante. Nota el sabor de su propia sangre en la boca, y escupe dos dientes. Los oídos le retumban y se siente un intenso dolor por todo su cuerpo.

La oscuridad le cubre.

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-Está despertando.

La voz de una mujer es lo primero que Superboy escucha, lo primero que aleja las tinieblas que le envuelven, y se esfuerza por abrir los ojos, aunque la luz le golpea como martillos en la cabeza.

-¿Estás bien?-pregunta de inmediato una voz que le resulta más familiar, la de Clark.

-No-replica Superboy, tratando de incorporarse y mirar a su alrededor. Se encuentra en lo que parece ser una habitación de hospital, repleta de máquinas de alta tecnología que parecen sacadas de una película de ciencia ficción.

-Es normal. Conseguiste contener la creación de un agujero negro hasta que este se consumió a sí mismo-responde la mujer, y Superboy se gira para encontrarse con una joven rubia con el cabello recogido en una coleta, y vestida con el uniforme de Jaque Mate.

-¿Jesse?-masculla él-. ¿Dónde me habéis traído?

-Estás en Enroque VII-responde ella-. Es una de las sedes externas de Jaque Mate. Cuando te encontramos en las ruinas de los laboratorios Cadmus, Amanda quiso llevarte al Tablero, pero la misión era operativa de Negras, y Hank y yo pensamos que era mejor que permanecieras en Metrópolis. Clark lo tendría más fácil para venir aquí.

-¿Qué ha pasado con Henshaw?

-Los miembros del SCU hicieron un buen trabajo con sus restos hasta que llegamos. Ahora están criogenizados y a buen recaudo.

-Conner... tendríamos que hablar de algo importante-interviene Clark, serio.

-¿Qué ha ocurrido?-pregunta el muchacho-. Venga ya, Clark, no le he matado, no puede morir, no puedes estar enfadado conmigo por eso...

-No, no es eso-responde Clark-. Hiciste lo que tenías que hacer. Pero el precio de contener el nacimiento de un agujero negro utilizando tu telequinesis táctil ha sobrecargado tu sistema. Probablemente se reinicie dentro de un tiempo, pero a día de hoy...

-No tengo poderes-concluye Superboy, y a su lado, Clark asiente.

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1.- Unidad de Crímenes Especiales de Metrópolis

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NOTICIAS DE ACCIÓN

Final del conflicto entre los dos herederos más llamativos de Superman durante el tiempo en el que este estuvo muerto, Superboy y el Supeman Cyborg, con duras consecuencias para el primero. ¿Convencerá a Superman lo ocurrido en Metrópolis para volver? ¡Más adelante en DCTopía!

 
 
   
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