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Atrévete a adentrarte en las Calles de Gotham, donde se cuentan historias entre susurros que profundizan en Tierra - 5, el mundo de Batman: La Leyenda.
 
Batman Leyendas de las calles de Gotham

BATMAN: LEYENDAS DE LAS CALLES DE GOTHAM #2
Desde mi cielo
Guión: David Guirado
Co-argumento: Christian Cobo Giménez

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Chist. Trizia Goblin duerme. O una forma muy profunda de hacerlo. Se encuentra en estado crítico, en coma, en el Hospital de Gotham. Su enfrentamiento con el "Segador" la ha dejado en estado intermedio entre la vida y la muerte1.

Dicen que estar en coma es encontrarse viendo una y otra vez tu vida pasar, repasándola en un ciclo que no acaba hasta que despiertas o hasta que mueres. ¿Qué vía de escapa elegirá Trizia? Aún es pronto para saberlo, pero si podemos acompañarla en el repaso de su existencia.

No os preocupéis. No estaréis solos. Yo os acompañare en este viaje. Puedo ser vuestra mejor guía. ¿Qué quién soy yo? Oh, no me había presentado. Supongo que ni llevar años muerta ha mejorado mis modales. Mi nombre es Truskilla Goblin y soy la hermana mayor de Trizia. Ahora que nos hemos presentado, es hora de iniciar nuestro tour por la vida de mi hermana.

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Sé que conocéis Trizia por sus últimos actos como ayudante personal de Franchesco Monaguigui, quien había forjado una alianza impía con Lew Moxon, manejando un Imperio Criminal que se extendía por toda Gotham. Pero habéis de saber que no siempre fue así.

Hubo una época en que Trizia Goblin era una niña de seis años de edad, cuando yo tenía once. Otro despiste, se me había olvidado deciros que cuando vivía era seis años mayor que ella, que despiste. En fin, os contaré una anécdota de cuando éramos niñas.

Trizia y yo, pese a nuestra diferencia de edad pasábamos mucho tiempo juntas. En una familia en la que éramos cinco hermanos, pero nosotras éramos las dos únicas chicas, gustábamos de permanecer unidas.

El caso es que una tarde de verano ella y yo cogimos una pelota de nuestros hermanos y nos pusimos a jugar dentro de casa. Tuvimos tan mala fortuna que cuando chute con todas mis fuerzas al balón, rebotó contra la pared y rompió una maceta de nuestra madre, quién entró a la habitación muy enfadada.

- ¡Patrizia, Beatruski! ¿Quién ha roto la maceta?- preguntó muy enfadada mamá.

- Verás, mamá yo he... - empecé a confesar que yo había sido la culpable.

- El gato de la vecina ha entrado por la ventana y la rompió- dijo mi hermana, interrumpiendo mi confesión.

- Umf, ya me tiene harta esa dichosa mujer, todo el día con sus animales- comentó mi madre, antes de marcharse satisfecha con la respuesta de Trizia.

Así era mi hermana. Yo estaba dispuesta a asumir mi culpa. Pero Trizia, siendo tan pequeña, fue capaz de inventarse a toda velocidad una explicación que dejase contenta a mamá, salvándonos a las dos de ser castigadas.

Desde que era una niña, Trizia era muy inteligente y ese sólo fue un ejemplo.

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Conforme fueron pasaron los años, tomé una decisión: ser agente de policía. Y no en cualquier sitio, sino en Bludhaven. Desde siempre habían llegado a Gotham noticias de la gran corrupción de esa ciudad y una de mis ilusiones era aportar mi granito de arena con una agente que no fuese corrupta. Y ya veis donde me llevó eso, a acabar muerta antes de cumplir los treinta.

El caso es que cuando cumplí los dieciocho, entre en la Academia de Policía. Por aquel entonces, mi hermana rondaba los doce años. Ella me veía entrenar en casa para lograr dar la talla como policía y siendo una chica que estaba tan apegada a mí, ella salía a correr conmigo, hacia flexiones conmigo y compartía toda la actividad física que yo realizaba.

Realmente era asombroso ver que una niña de doce años me seguía el ritmo y, no sólo eso, sino que me superaba y a veces tenía que sudar la gota gorda para poder correr tanto como Trizia. Diablos, quien nos hubiese visto hacer gimnasia juntas, pensaría que era ella la que se preparaba para ser agente de Policía.

Trizia cogió, gracias al tiempo en el que entrenamos juntas, afición por el deporte y por la gimnasia física. Ella, ni corta ni perezosa, no dudó en apuntarse por su cuenta a clases de defensa personal, karate y todo aquello que le pudiese aportar algo.

En casa estábamos muy contentos con ella, era toda una estampa verla vestida con su kimono y verla hacer todos esas coreografías de artes marciales.

Cuando apenas estaba empezando a dar clases de defensa personal ya había asimilado los principios básicos. Permitidme que os cuente una historia que podía haber tenido un triste final de no haber sido por esos conocimientos que había ido adquiriendo.

Una noche mi hermana estaba volviendo a casa después de una de sus múltiples clases, cuando un pervertido se le tiro prácticamente encima en un callejón solitario, no demasiado lejos de nuestra casa. Imaginaos la cara de una niña de doce años, cuando un hombre mayor se le acerca e intenta abusar de ella.

En esos momentos, yo no estaba allí y no pude presenciar la escena. De haberlo hecho, me hubiese encantado pegarle una paliza a ese pederasta. Una de las ventajas de estar muerta es que el tiempo ahora no significa nada para mí y puedo contaros la escena tal y como pasó. Al fin y al cabo, los espíritus podemos estar cuándo y dónde sea.

- ¿Dónde vas tan guapa, niña?- le preguntó ese malnacido.

Mi hermana ignoró por completo a ese hombre, puesto que en nuestra casa nuestros padres siempre se preocuparon de educarnos bien. Y esa educación incluía que no debíamos hablar con desconocidos.

- Niña, te estoy hablando. ¿No te han enseñado a ser educada?- insistió ese hijo de mala madre.

Trizia persistió con su silencio, cosa que le ofendió sobremanera a su acosador. Ese perro con forma de hombre se le acercó e intento tocarle.

- Estate quieta, vas a disfrutar de esto- dijo ese bastardo, intentando meterle mano a mi hermana.

Afortunada, como ya he dicho antes, Trizia ya había asimilado los principios básicos de la defensa personal e hizo algo muy poco usual para las chicas de su edad. Agarró el brazo de ese indeseable y acto seguido lo lanzó por encima de su cabeza.

Tras deshacerse de su agresor y haber evitado que hubiese abusado de ella se puso a correr hasta llegar a casa, para luego desahogarse llorando en brazos de nuestra madre. Dimos gracias a Dios de que Trizia a esa edad ya supiese defenderse sola perfectamente.

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El tiempo fue pasando. Cuando yo tenía 24 años, yo ya llevaba varios años como agente de policía en Bludhaven. Sí señor, había logrado cumplir mi sueño. Por esa época, poco podía saber yo que eso acabaría a la postre ser la causa de mi muerte. Pero entonces, estaban todos muy orgullosos de mí. Recuerdos las múltiples cartas de felicitaciones que me enviaban todas mis hermanos, incluida Trizia, a mi apartamento en Bludhaven.

Si había algo que me apenó fue tener que marcharme de la casa de nuestra familia en Gotham. Y sobretodo, recuerdo nítidamente el día de nuestra despedida, en el que ambas lloramos como si fuese el fin del mundo.

Pese a todo, seguimos en contacto. Siempre que mi trabajo me lo permitía, iba constantemente a casa a visitar a los míos. Por no mencionar que no pocos fines de semana, mi hermana los pasaba conmigo en mi apartamento.

En una de sus visitas, Trizia me comunicó muy contenta que iba a entrar en la universidad. En ningún momento descuidó todo el entrenamiento físico al que se sometía. Con 18 años, era todo una campeona condecorada de artes marciales. Pero además de eso, otra de sus ilusiones era entrar en la universidad y ampliar sus conocimientos, en este caso teóricos.

Teníais que conocer a Trizia por aquel entonces. Era todo un vendaval. Era el ejemplo perfecto de alguien que ansiaba curtirse tanto física como mentalmente. Así que, no podía por menos celebrar que además de ser una chica que dominaba el combate cuerpo a cuerpo, ahora iba a ser todo una universitaria que estudiaría administración de empresas.

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Cuando cumplí 27 años logre ser ascendida a capitana de Policía. Pero esa no era la única alegría que recibió mi familia por esas fechas. Mi hermana había acabado en tres años, contando ella con la edad de 21, la carrera universitaria.

Trizia podía haber hecho lo que quisiese. Alguien tan inteligente y preparado como ella, podría labrarse sin futuro su futuro. De hecho recibió una visita de un individuo que en el futuro tendría mucho que ver con ella: Franchesco Monaguigui.

Monaguigui llevaba tiempo ocupándose de llevar el Imperio de Moxon, quien llevaba seis años en la cárcel en aquel entonces. En esos momentos, Gotham no contaba con ningún protector que la velase, como ocurre actualmente con Batman. Sin embargo, era evidente que Franchesco Monaguigui necesitaba de algún ayudante personal que le ayudase. Y bien podía ser una chica que brillantemente acababa de finalizar su carrera de administración de empresas con unas notas de Matrícula de Honor.

En mi trabajo como miembro del cuerpo de Policía de Bludhaven, me había topado con multitud de casos relacionados de una forma u otra con Franchesco Monaguigui. Su mierda no impregnaba solo Gotham, sino que se extendía a Bludhaven, a la que ya consideraba por aquel entonces, y tras vivir varios años en ella, como mi ciudad.

Yo le hablaba a mi hermana de los casos de los que me ocupaba, rompiendo todas las reglas que prohibían contar los procedimientos policiales empleados. Así que ella era bien consciente de que un individuo como Franchesco Monaguigui era criminal de la peor calaña.

- Señorita Goblin, mi nombre es Franchesco Monaguigui- dijo ese orondo señor del crimel, cuando fue a ver a mi hermana para hacerle su propuesta.

- Se dé sobre quien eres. No hacía falta que te presentases- contestó mi hermana, denotando su superioridad moral sobre Monaguigui.

- El caso es que me gustaría ofrecerte un trabajo como mi ayudante personal. Ahora que has finalizado tus estudios, seguro que estarás deseosa de emplear tus conocimientos. Así que si lo deseas, el puesto es tuyo- dijo Franchesco Monaguigui con la boca bien abierta.

- Monaguigui, o mejor dicho Mona, en la vida aceptaría trabajar para ti. Algo muy gordo, tanto como tú por lo menos, tiene que pasar para que yo me rebajase a colaborar con alguien como tú. Ahora cierra esa boca de payaso y largo de mi casa- replicó mi hermana, dejando a ese saco de mierda boquiabierto a más no poder.

- No sabes lo que dices, piénsatelo bien- insistió Monaguigui.

- Mira, desde que te he visto entrar, con esa boca abierta de par en par, me he llevado al impresión de que no estás bien de la cabeza, así que te invitó a aue te marches de aquí- contestó Trizia.

Esa vez, mi hermana hizo lo correcto. Lo más sensato era librarse de un trozo de mierda como lo era Franchesco Monaguigui. Ojala en el futuro hubiese tomado la misma decisión, pero se puede decir que tras mi muerte, Trizia cambió de forma de pensar.

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Poco después de la infructuosa visita de Franchesco Monaguigui, Trizia nos reunió a toda la familia para darnos una noticia sorprendente.

- Familia, tengo algo importante que deciros- nos soltó Trizia en mitad de una cena, poniendo cara de felicidad.

- No digas más: te ha tocado la lotería y quieres empezar a repartir beneficios- interrumpió nuestro hermano pequeño, Robert.

- Ojala- sonrió Trizia- Lo cierto es que, como sabéis, desde que he finalizado la carrera he recibido muchas ofertas para trabajar en diversas empresas como Lexcorp, Queen o Wayne. Sin embargo, ya tengo claro lo que me depara el futuro.

- Hija, hagas lo que hagas, cuentas con nuestro apoyo- dijo nuestra madre.

- Beatruski, Truskilla como nos gusta llamarle, cumplió uno de sus sueños que era ser agente de policía en Bludhaven. Y no sólo eso, sino que ha logrado ir ascendiendo hasta convertirse en capitana. Yo no sé si llegaré a tanto, pero he decidido que también quiero ser policía. Eso sí, aquí en Gotham- anunció mi hermana.

En aquel momento, abrace a Trizia con entusiasmo. Sé que ella estaba orgullosa de lo que había conseguido como Capitana de la policía en el ´Haven, como llamábamos cariñosamente a la ciudad. Y ahora ella, que podía con su gran inteligencia haber escogido entrar a trabajar para cualquier empresa, elegía seguir mis pasos y convertirse también en agente de policía. Como podéis imaginar, el corazón se me salía del pecho.

Lástima que la felicidad nos fuese a durar tan poco tiempo.

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Dos años más tarde del anuncio de Trizia, cuando ella tenía 23 años y yo 29, ella ya era una agente del cuerpo de Policía de la ciudad de Gotham. Naturalmente, alguien con su preparación física no tuvo ninguna dificultad en pasar las pruebas de acceso. Incluso logró destacar como la primera de su promoción.

Le asignaron como compañero al Detective Flass, un hombre tosco y algo embrutecido. Ella ya empezó también a llamar la atención, como una eficaz miembro del cuerpo. Realizó algunas detenciones que complicaron la vida del submundo criminal de Gotham, como miembros de las bandas de Waylon Jones alias "Killer Croc", incluso provocó la desbandada de un incipiente clan criminal llamado "Los Mutantes". Por no mencionar los arrestos relacionados con los hombres de Franchesco Monaguigui, el hombre de paja de un Lew Moxon que seguía encarcelado.

Yo seguía ejerciendo como Capitana de Policía en el ´Haven, y si bien Bludhaven era una ciudad más dura que Gotham, eso provocaba que cada éxito logrado fuese más celebrado.

El día 21 de noviembre de ese año fue la noche en que morí. Me gustaría poder decir que lo hice algo heroico, como salvar a algún niño de un incendio, herida de gravedad en un tiroteo que finalizó con la detención de alguna banda o algo espectacular.

Sin embargo, no fue así como ocurrió. Una noche acabé mi turno y me disponía a reunirme con mis compañeros de trabajo para cenar. No obstante, jamás logré reunirme con ellos. Al volver una esquina, a medio camino del restaurante, un loco me pillo por sorpresa, disparándome a bocajarro con una escopeta en pleno estomago.

Recuerdo estar en el suelo muriendo desangrada, pasándome la vida por delante de los ojos.

A partir de ahí, los acontecimientos se dispararon. Cuando encontraron mi cadáver en la acera, inmediatamente avisaron a todos los agentes disponibles para encontrar a mi asesino.

Incluso llegó al canal de emergencia de la Policía de Gotham. Esa noche mi hermana estaba de guardia, patrullando la ciudad en su vehículo policial cuando recibió el aviso.

Con lágrimas en los ojos, se dirigió a toda pastilla a Bludhaven, llegando a la ciudad en un tiempo record. Mediante su radio con la frecuencia de la Policia, Trizia escuchó el paradero del sospechoso, ella se dirigió hacia el lugar como una bala. Aunque conviene decir que sospechoso era un gran eufemismo. Ese bastardo que me disparó era claramente culpable.

Trizia fue la primera en llegar al viejo almacén donde había huido el cabrón que me asesinó.

- ¡¡Hijo de Puta, sal con las manos arriba!!- vociferó mi hermana al entrar en el almacén.

Acto seguido, ese asesino salió de entre las sombras, apuntando a Trizia con la misma arma que me había matado.

Mi hermana no dudó ni un segundo en disparar a ese asesino en la pierna, haciéndole caer desarmado al suelo. Trizia se acercó a él y le puso su pistola en la cabeza.

Los ojos de mi hermana estaban llenos de lágrimas. Hubiese sido muy fácil para ella tirar del gatillo y poner fin a la vida de ese desgraciado. Sin embargo, pese al dolor que le había ocasionado mi muerte, Trizia todavía creía en la ley. Se limitó a permanecer encañonando a ese asesino, hasta que llegaron los refuerzos y se llevaron arrestado a ese malnacido.

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Si hubiese habido justicia en el mundo, el bastardo que me asesinó hubiese permanecido encarcelado de por vida, pero el destino tenía preparado otros planes para él. El hijo de mala madre resultó ser familia, un primo lejano o algo así, de Roland Desmond, un hombre de mucho dinero y que manejaba gran parte de los negocios de la ciudad de Bludhaven

El muy cabrón era drogadicto y los agentes de la policía de la ciudad, entre los que me incluyó, lo habíamos arrestado en numerosas ocasiones por delitos como hurto o robo. Así que al encontrarme sola por la calle, a la responsable de meterla en ocasiones entre rejas, no dudó en desquitarse conmigo, matándome sin piedad con la escopeta que llevaba encima para atracar a cualquier inocente.

Al ser arrestado tras cometer mi asesinato, su primo Roland Desmond movió los hilos para que saliese libre. La misma mañana de que George Desmond, mi asesino, salió libre sin cargos, mi hermana se presentó en el despacho del Comisario Gordon con su placa y su pistola en la mano.

- Comisario Gordon, aquí tiene mi placa y mi pistola- dijo mi hermana, con los ojos llenos de rabia.

- Trizia, sólo puedo imaginar por lo que estás pasando y lo siento de todo corazón. Pero has de saber que, pese a que el distrito de policía de Bludhaven nos ha atado las manos, al final la justicia prevalecerá y, tarde o temprano, Desmond acabará en la cárcel- comentó el Comisario James Gordon, intentando consolar a Trizia.

- Comisario, ya no creo en la Policía. Creía en la ley y mientras un asesino sale libre, yo soy la que oye a mis padres y a mis hermanos llorar por las noches por la muerte de mi hermana, así que, con el debido respeto, métase su justicia por donde le quepa- le replicó Trizia antes de salir airada del despacho de mi hermana.

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Apenas unos días después, Trizia recibió una llamada de Franchesco Monaguigui, quién la citó en su despacho en las Fat Towers. Habían pasado un par de años desde que mi hermana rechazó su oferta de ser su ayudante personal. Con muy buen criterio, desde mi punto de vista. Tras mi muerte, las cosas habían cambiado en el interior de mi hermana, viendo como su fe en la ley se había desmoronado.

Yo serví como policía lo mejor que pude y eso acabó acarreando mi muerte. Trizia lo intentó también y sólo sirvió para que mi asesino escapase en libertad. Así que hay que entender los atenuantes por los que ahora estaba dispuesta a reconsiderar la oferta de Franchesco Monaguigui.

- Mona, querías verme y aquí me tienes- dijo mi hermana- espero que no se te pase por la cabeza alguna estúpida idea acerca de venganza, por todos los hombres a los que te he encarcelado.

- Por favor, Trizia, como puedes pensar eso de mi. El pasado es tan sólo pasado. Entonces ocupabas una posición como agente de la ley que ahora ya no ostentas. Oh, por cierto, antes de nada me gustaría darte mis condolencias por la muerte de tu hermana. Una gran pérdida.- comentó Monaguigui con la boca abierta, intentando congraciarse con mi hermana.

- Más te vale que no sigas por ese camino, Mona- le advirtió Trizia.

- Oh, disculpa. Bueno, lo que quería decirte es que continuó necesitando como el comer una ayudante personal. Contar con alguien de tu talento sería un honor. Sobretodo con tu talento y tu titulo de administración de empresas, por no mencionar tus habilidades cuerpo a cuerpo y tu experiencia previa como agente de policía- dijo Franchesco Monaguigui, a punto de embaucar a Trizia.

- Todo eso suena muy bien, ¿pero qué puedes ofrecerme tú que no puedan darme en otro sitio?- preguntó mi hermana, ya tentada por las palabras de Monaguigui.

- Cosas que la ley no te puede dar. Como por ejemplo, justicia- contestó Franchesco, chasqueando los dedos.

Tras hacer Monaguigui ese gesto, entraron a la sala dos de sus hombres, agarrando con fuerza a un tercero que iba atado de pies y manos portando una capucha.

- Trizia, ¿serías tan amable de quitar la capucha a este hombre?- le preguntó Franchesco Monaguigui.

Mi hermano asintió con la cabeza, desenmascarando al hombre que se encontraba inmovilizado. Para su sorpresa, se trataba de George Desmond, el hombre que acabó con mi vida sin mostrar ninguna piedad.

Trizia tenía los ojos inyectados en sangre, teniéndolos fijados en el cabrón que mató a su hermana. Monaguigui hizo otro chasquido con los dedos, tras el cual uno de sus hombres colocó una pistola en la sien de Desmond y disparándole un tiro que segó su vida.

Se había justicia en modo alguno. Mi muerte había sido vengada. Como miembro de la Policia de Bludhaven, hubiese preferido otro tipo de venganza, cosa que el estado lleno de rabia de Trizia no podía entender.

- Esto es lo que te puedo ofrecer. Verdadera justicia- dijo Monaguigui con la boca abierta.

La respuesta que dio mi hermana a continuación fue la que definió su vida en los venideros.

- Acepto, Mona. A partir de hoy, soy tu ayudante personal- musitó Trizia, sellando su destino.

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Los años siguientes mi hermana los paso siendo la ayudante personal de Monaguigui. No hubo ningún problema en especial, sólo le ayuda a mantener estable el Imperio criminal de Lew Moxon mientras él permanecía en la cárcel, esperando ser liberado. Una seña de identidad que no abandonó a mi hermana fue su imperecedero sarcasmo.

En el momento en el que apareció Batman y Lew Moxon salió de prisión, las tareas de Trizia se ampliaron, contribuyendo a planear estrategias que quitaran al nuevo vigilante de Gotham de circulación2.

Pero al entrar en escena el asesino de criminales conocido como "El Segador", las cosas cambiaron drásticamente. Intentando defender del asesino de la guadaña a su jefe, Franchesco Monaguigui, fue herida de gravedad. Tanto, que mu hermana entró en coma3.

Mientras mi hermana se debate entre dos mundos, él de la vida y el de la muerte, he intentado, en un plano en el que el tiempo ya no existe, averiguar cuál será su futuro más inmediato. Y he obtenido como respuesta que el futuro no está escrito en piedra. He visto varios de sus posibles destinos. En uno de ellos despierta y se convierte en la sucesora de Monaguigui como dirigente del crimen de Gotham, rompiendo todo lazo de su pasado como agente de policía. En otro, después de despertar acaba vistiendo un traje de murciélago, recuperando su fe en la ley. También he visto como permanece en un coma eterno, no despertando jamás.

El tiempo nos dará la respuesta de cuál es el destino que le espera a continuación, aunque se cuál escogería para mi hermana.

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1.- En el apasionante Nº 9 de Batman: La Leyenda.

2.- Como se ha podido ir viendo en la serie de Batman: La Leyenda.

3.- Como se puede leer en el Nº 9 de Batman: La Leyenda.

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CARTAS CALLEJERAS

He aquí el número 2 de esta serie, en esta ocasión protagonizado por Trizia Goblin, en el que se pega un buen repaso a su vida. Incluso se insinúan sus posibles futuros...

Aprovechamos para recordar que esta serie de Leyendas de las Calles de Gotham es aperiódica, con lo que lo mismo aparece mensualmente durante varios números seguidos, como que se queda algún mes sin aparecer. La idea es que sirva para expandir el universo de Batman: La Leyenda.

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