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Ellos fueron los primeros. Fueron leyenda, y luego fueron olvidados. Ahora han vuelto... para ser más grandes que nunca.
 
JSA

JSA #31
El Plan Destino. Parte 5
Darkseid Es

Guión: Tomás Sendarrubias
Portada: Laseraw

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Cuartel General de la JSA, Nueva York.

Los cielos rojos estaban crispando los ánimos de la gente, no sólo en Nueva York, sino en todo el mundo. Courtney había pasado horas contemplando las noticias, sin poder asimilar demasiado bien lo que estaba viendo. Aunque los Parademonios habían desaparecido de la Tierra, el miedo estaba arrojando a la gente a reacciones extremas. Tres guerras habían estallado en las últimas horas, y llegaban de todas partes noticias de suicidios, desapariciones y cultos de fanáticos religiosos aparecían por todas partes anunciando el Apocalipsis, el Ragnarok o alguna otra variedad del Fin del Mundo. Lo que a ella le preocupaba es que en esos momentos, quizá tuvieran razón.

Courtney se encontraba en la azotea del cuartel, observando la ciudad. En cualquier otro momento, las calles de Nueva York estarían repletas de gente yendo y viniendo, pero desde que las extrañas tormentas cubrían la ciudad, las calles estaban desiertas.

-¡Ey, pequeñaja!-exclamó Ted, apareciendo por las escaleras que subían del piso inferior, llevando una bandeja en las manos. Debía venir de entrenar, porque llevaba el uniforme puesto-. Ma Hunkle está un poco preocupada, dice que no has comido nada hoy, así que te envía leche y galletas... el tiempo que hace que nadie se preocupa así por mí...

-No tengo hambre, Ted, lo siento.

-Si el mundo se va al garete, dará igual que tengas el estómago lleno o vacío-protestó Ted-. Y coge esto. Acabo de pegarme dos horas de gimnasia extrema y necesito una ducha ya.

Sabiendo que Wildcat no era de los que se rendían fácilmente, Courtney se apartó de la baranda, dispuesta a atiborrarse de leche y galletas si era necesario. El estallido de un Boom Tubo sobresaltó a Ted, que dejó caer la bandeja al suelo, saltando sobre la barandilla como un gato asustado, mientras Stargirl se disponía a hacer frente a lo que fuera que saliera del Boom Tubo. El primero en aparecer fue Flash, por supuesto, con Terrific en brazos, y tras ellos, Hawkman, Power Girl, Black Adam y el Doctor Midnight. Sin detenerse un segundo, Jay esquivó a Stargirl y se precipitó escaleras abajo, mientras Courtney y Ted salían de su estupor, acercándose a sus compañeros.

-¿Qué...?-comenzó a decir Stargirl, pero Hawkman alzó una mano, interrumpiéndola.

-No hay tiempo para contarlo ahora, Courtney-dijo Carter-. ¿Dónde están...?

-¡En el Muro de la Fuente!-exclamó Jay, apareciendo de nuevo por las escaleras, esta vez sin Terrific-. Michael tenía razón, hemos podido conectar la Caja Madre de Barda a nuestros ordenadores, controlaremos desde aquí el Boom Tubo. También ha instalado el sensor ranniano, Alan y los demás están en el Muro de la Fuente, Michael ya ha reorientado el otro extremo del Boom Tubo para llevarnos allí...

-¿Pero dónde vamos?-consiguió exclamar finalmente Courtney, siguiendo a Ted y el resto al interior del Boom Tubo.

-A luchar en el fin del mundo-respondió Pieter. La muchacha quiso seguir preguntando, pero el estallido del tubo teleportador al cerrarse, ahogó sus palabras.

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El Muro.

Centinela fue el primero en percibir el cambio. A través de la Llama Verde, Alan Scott estaba unido a la propia estructura del Universo, incluso a la energía que brotaba del otro lado del Muro, la propia Fuente. Y algo se había modificado en el entramado de la existencia, algo que para Alan era como una picazón sorda cerca de la nuca, y sabía que aquel cambio no era para bien. Casi se podía imaginar a Darkseid sonriendo debajo del Yelmo. Durante más tiempo del que Alan se atrevía siquiera a imaginar, Darkseid había estado buscando el misterio de la Ecuación Antivida, tiempo atrás solo la intervención del propio Highfather, el Fantasma Desconocido y Etrigan, junto a varios héroes de la Tierra habían evitado que la Ecuación se liberara... y ahora, con el Yelmo de Nabú, Darkseid lo había conseguido.

El Muro de la Fuente se estaba resquebrajando, la propia energía que brotaba de esta había cambiado su textura, su resonancia era distinta como si algo la hubiera manchado. Sabiendo que no podían esperar más, sabiendo que probablemente ya estaban condenados, Centinela se lanzó al ataque, invocando el poder de la Llama Verde. Un maelstrom de fuego esmeralda arrancó de Alan, cubriendo a Darkseid.

-¡Ogeuf eyurtsed a dieskrad!-gritó Zatanna, y las llamas de Centinela parecieron arder con más furia, cubriendo por completo al señor de Apokolips, agitándose como centenares de serpientes enloquecidas. A pocos pasos de ella, Diana y Ártemis trataban de apartar a Hal Jordan, cuyo tamaño se había reducido al de un humano normal, y que mostraba varias quemaduras provocadas por los ataques de Darkseid. Hawkgirl, armada con una lanza, volaba por encima de ellos, intentando ver alguna señal de la presencia del señor de Apokolips bajo esa tormenta de fuego, mientras Atom-Smasher crecía para poder hacerle frente.

-¡Genio, ataca a Darkseid!-gritó Jakeem, intentando acercarse, aunque Occult y Faust intentaban evitar que el chico sufriera daño alguno. El rayo púrpura del muchacho se añadió a aquel infierno. Aunque habían visto como Darkseid machacaba literalmente al mismísimo Espectro, les quedaba la esperanza de que al menos se hubiera debilitado y la suma de sus poderes pudiera acabar con él.

Aquella esperanza duró poco.

Un viento procedente de ninguna parte comenzó a dispersar las llamas, el T-Bolt de Jakeem Thunder salió despedido hacia arriba, impactando de lleno con Hawkgirl, que perdió el control de sus alas de Nth Metal, precipitándose sin control. Centinela voló rápidamente hacia ella, deteniendo su caída. Tras ellos, Jakeem no pudo ahogar un grito, había sentido el miedo, el dolor de T-Bolt, como si algo dentro de él se hubiera rasgado. Lo buscaba, lo llamaba desde su corazón, pero no podía encontrarlo, como si ya no existiera. Y en medio de aquel tornado llameante, Darkseid se alzaba incólume, sin rastro alguno de daño.

-Darkseid Es-dijo, y un buen fragmento del Muro se precipitó al vacío, colapsándose sobre sí mismo. Atom-Smasher cubrió con su enorme cuerpo a sus compañeros, evitando que algunos de los fragmentos de la inmensa pared les aplastara, mientras Centinela dejaba a Kendra al cuidado de Faust, que observaba también preocupado al pequeño Jakeem, que se agitaba presa de incontrolables convulsiones.

-Nos va a aniquilar-siseó Faust, viendo como Darkseid se giraba y se dirigía hacia el Muro-. Y algo va mal con el Universo, lo siento en los huesos...

-Es la Antivida-respondió Centinela-. Si no hacemos algo, el Universo dejará de existir, y Darkseid...

-No me animes, ¿vale?-le interrumpió Faust.

-¡Etaràper, oruM!-gritó Zatanna, y de inmediato, los rocosos fragmentos del Muro comenzaron a elevarse, sostenidos por su fuerza mágica, y comenzaron a ocupar sus posiciones en la muralla, cerrando la brecha. Darkseid se giró hacia ellos, y con un gesto de su mano, varias dagas de luz roja con formas de ankh volaron hacia Zatanna. Ártemis se arrojó sobre ella, apartándola de la trayectoria de aquellas manifestaciones de peligroso aspecto, pero aquello rompió la concentración de la hechicera, y las piedras volvieron a disgregarse, esta vez reduciéndose a poco más que polvo. Las llamas verdes de Centinela brotaron de su anillo, impactando de lleno en el dios de Apokolips, que ni siquiera pareció darse cuenta de su ataque.

-Creo que no deberías seguir adelante.

La voz de Atom-Smasher retumbó en aquel vacío, y el joven Al Rothstein se interpuso directamente en el camino de Darkseid hacia la Fuente. Era enorme, había alcanzado un tamaño descomunal, como uno de los titanes atrapados para siempre en aquel Muro, solo que en esta ocasión, en lugar de asaltarlo, Al pretendía mantener a salvo la Fuente. Con la fuerza de un meteorito, descargó su puño sobre Darkseid, un golpe que podría haber reducido a polvo un pequeño asteroide, pero que resbaló inútil sobre el dios. Alzó una mano, y Atom-Smasher sintió el empujón de una fuerza incontrolable que le hizo perder pie, derribándole sobre el Muro de la Fuente. Trató de ponerse en pie, pero un gran vértigo se lo impidió. Era como si todo a su alrededor creciera, como si se agrandara con pasos de gigante... O como si él encogiera. La bota de Darkseid se alzaba sobre él, el dios de Apokolips estaba dispuesto a aplastarle como si fuera una cucaracha.

-¡Rehsams-Mota, nev ogimnoc!

Al sintió que algo tiraba de él, sacándole de debajo de la amenazadora bota del dios, y voló a toda velocidad por el aire hasta aterrizar en la mano de Zatanna, que le parecía tan enorme que no podía ni diferenciar bien su rostro, como si se tratara de una enorme luna. Quiso hablar, pero su voz le sonaba extraña y chillona, y Zatanna parecía cada vez más grande.

-Ecerc-ordenó la mujer, pero era inútil, podía ver como Al continuaba encogiendo en su mano. No tenía poder suficiente para hacer frente al Yelmo y a Darkseid sumados. Apenas podía ya distinguir a Al en la palma de su mano-. Latsirc, egetorp a lA-dijo, y una esfera de cristal se formó en su mano en torno a Atom-Smasher. Esperando que aquello fuera suficiente, la guardó en uno de los bolsillos de su levita.

Sin prestarles atención, Darkseid cruzó el Muro y entró en la Fuente.

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Cerca de Nueva Génesis.

El cometa de aproximaba hacia el planeta irremisiblemente. Si alguien en Nueva Génesis estuviera mirando hacia el cielo, ya lo verían como un enorme objeto del tamaño de un puño. Las consecuencias gravitatorias se sentirían también en el campo magnético y las mareas. Pero en Nueva Génesis nadie prestaba ya atención a esas cosas. Metron, Scott Free, Takion, Lightray... Todos ellos eran ahora cristal.

-Mi marido está ahí abajo-masculló Barda, observando Nueva Génesis a través de los monitores de la nave ranniana en la que se encontraba junto a Adam Strange. El hombre, que pilotaba la nave, parecía más interesado por los datos del cometa, formado en su mayor parte de hielo y enormes fragmentos de compuestos de silicio.

Adam y Barda habían liberado a centenares de prisioneros en Apokolips, pero estos se habían comenzado a organizar entre ellos, y aún tenían la responsabilidad de salvar Nueva Génesis, así que se habían lanzado al espacio de nuevo, prometiendo que volverían junto a los Nuevos Dioses para acabar lo que habían empezado, la erradicación definitiva del poder de Darkseid.

Uno de los pilotos del panel del control se iluminó, y Adam se levantó de inmediato, revisando los datos que desfilaban en las pantallas.

-Barda-dijo-, no quiero entrometerme en tu melancolía ni nada por el estilo, pero tengo algo que quizá te interese.

-Dime.

La guerrera se acercó a Adam, apoyándose en el tablero de mandos, contemplando como centenares de símbolos extraños aparecían y desaparecían, resplandeciendo verdes sobre las pantallas oscuras y que para ella no tenían ningún sentido.

-Los resultados del análisis del cometa son positivos, podemos disiparle con el Rayo Zeta.

-¡Y a qué esperamos!

-Hay más datos, y no tan halagüeños-continuó diciendo Adam-. Hay alteraciones gravitacionales por todo el Universo, las cuatro fuerzas parecen estar disgregándose...

-¿Cuatro fuerzas?

-La dinámica física básica del universo se basa en la relación entre cuatro fuerzas: gravitacional, electromagnética, atómica débil y atómica fuerte. La interrelación entre esas cuatro fuerzas...

-Resume, Adam.

-Darkseid ha liberado la Ecuación Antivida y el Universo se está yendo al garete, y no podemos hacer nada por evitarlo.

-Estupendo-replicó Barda, cruzando los brazos ante el pecho-. Podemos salvar Nueva Génesis del cometa, pero no hay manera de evitar que el Universo se colapse sobre sí mismo.

-Algo parecido.

-Bueno-respondió ella, encogiéndose de hombros-. Hagamos aquello que tenemos a nuestro alcance, y luego, esperemos a ver qué pasa.

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El Muro.

-Retrocede.

Darkseid no podía creerse que aquellas insignificantes pulgas humanas siguieran interponiéndose en su camino. La Fuente estaba ante él, aquel punto que era el origen y el final de todo tiempo y lugar, una inmensa columna de luz de todos los colores que ascendía hacia el Infinito, y en la que ya podía sentir los efectos de la Antivida. Y entre él y aquella inmensa batería de poder eterno, se encontraba un hombre, de mediana edad, con gabardina y gafas de sol, completamente fuera de lugar.

-¡Occult, sal de ahí!-ordenó Centinela volando sobre ellos, pero el místico ni siquiera cedió un milímetro.

Darkseid alzó una mano para deshacerse de aquel insecto, y en ese mismo instante, el Doctor Occult enarboló lo que parecía ser un sencillo círculo en el que se alternaban franjas rojas y negras. Darkseid estuvo a punto de romper a reír por primera vez en su vida ante lo ridículo de aquella situación, y en ese momento, el Doctor Occult recurrió al poder del Signo de los Siete. El señor de Apokolips sintió como si le arrancaran los miembros, como si le desgarrasen y arrojasen sus pedazos al fuego. Sintió que el Yelmo se le escapaba, que el ataque de aquel hombre conseguía romper su vínculo con el artefacto místico que le había convertido prácticamente en un ser omnipotente.

-No lo puedo creer-masculló Ártemis viendo que Darkseid retrocedía.

-Es nuestra oportunidad-respondió Diana, y al instante, se voló hacia Darkseid, atrapándolo con su Lazo Dorado, haciéndole trastabillar. Escuchó un sonido tras ellos, como un estallido, y lo asoció de inmediato a uno de los Boom Tubo de Apokolips, aunque no se atrevía a mirar hacia atrás para no perder la concentración en Darkseid, que luchaba por liberarse del Lazo. Si era ayuda para Darkseid, podían darse por crucificados. Por el rabillo del ojo vio como un relámpago negro y dorado pasaba junto a ella, golpeando brutalmente a Darkseid, que se tambaleó como un inmenso rascacielos a punto de caer.

-¡Sí, por Hera!-gritó Wonder Woman al reconocer a Black Adam. Como llevados por un nuevo ánimo, Zatanna, Ártemis, Flash, Stargirl, Hawkman, Power Girl, Wildcat y Midnight se unieron a Centinela, Wonder Woman y Occult más allá del Muro de la Fuente, dejando a Faust al cuidado de Jakeem Thunder, Hawkgirl y el Espectro.

-No encuentro al rayo...-masculló Jakeem, y Faust posó su mano sobre el hombro del muchacho.

-Tranquilo, te ayudaré a buscar-dijo.

Black Adam volvió a arrojarse sobre Darkseid, impactando en el pecho de este, y Power Girl se golpeó en el mismo lugar con toda su furia. Con un estruendo, Darkseid cayó de rodillas, sintiendo como el Lazo Dorado se hundía cruel en su carne.

-¡Basta!-gritó-. ¡No voy a consentir esto!

De sus ojos brotaron dos rayos tan oscuros que parecían absorber la luz a su alrededor, y que impactaron con un sonido siseante contra el Doctor Occult, que de inmediato, quedó reducido a cenizas, mientras el signo del Siete caía al suelo, inútil.

-Dios mío-masculló Alan, reconociendo en aquellos rayos la esencia de la propia Antivida. Era como si Occult nunca hubiera existido, su propio recuerdo de él se le escapaba como agua entre los dedos-. ¡Apartaos de él! ¡No dejéis que esos rayos os toquen!

Sin la presión del ataque de Occult, Darkseid comenzó a reaccionar. Uno de sus manotazos impactó de lleno en Black Adam, que se estrelló contra el Muro, y al tiempo, volvió su vista hacia Wonder Woman. La fuerza de la Antivida chispeó en sus ojos, y por un instante, la Amazona pensó que en ese momento acababa su vida, pero una de las flechas de Ártemis voló hacia Darkseid, que temiendo otro ataque de tipo místico, la fulminó con la mirada, dando tiempo a Wonder Woman a apartarse del lugar donde se encontraba. Con un grito de furia, y un último esfuerzo, Darkseid tensó sus poderosos músculos, y Wonder Woman no pudo evitar un grito de dolor.

El Lazo Dorado se había roto.

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Rannagar.

-¡Padre!-exclamó Alanna, entrando sin llamar en el laboratorio que su padre tenía en pleno corazón de la capital de Rann, la enorme y ultratecnológica ciudad de Rannagar. Y allí, sentado en un sillón cromado, observando una docena de pantallas se encontraba el jefe científico de la ciudad, Sardath, padre de Alanna-. Axia me ha dicho que no has ido a dormir a noche...

-Alanna, disculpa pero no tengo tiempo de discutir sobre eso-la interrumpió Sardath, seco-. Si quieres ser de ayuda, convoca una reunión urgente con el Estado Mayor. Supongo que sería mucho pedir que tu marido estuviera aquí...

-Eso no es justo para Adam, padre. Sabes que tiene responsabilidades.

-Lo sé-respondió Sardath, deteniéndose un momento y contemplando a su hija-. Pero esto es muy grave.

-¿Qué ocurre, padre?

-Algo está pasando en el Universo, Alanna-masculló Sardath, cerrando los ojos-. Y sospecho que se trata de la Ecuación Antivida, hija. Las estrellas se apagan.

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El Muro.

Diana cayó de rodillas, aturdida, viendo como el Lazo de Gaia se deshacía entre sus dedos, deshilachándose. Algo dentro de ella misma se estaba rompiendo con cada hebra del lazo, se encontraba embotada, incapaz de pensar en nada de forma coherente.

-¡Sácala de aquí, Pieter!-ordenó Centinela, mientras Hawkman volaba hacia Darkseid, con un grito de rabia. Viendo la furia de su amigo, y deduciendo lo que había ocurrido al no ver con el grupo a Héctor, Alan se dejó caer, apartando a Carter del camino de los puños del dios de Apokolips.

-¡Quiero su sangre, Alan!-exclamó Carter, forcejeando con su amigo.

-Si te mata, no tendrás nada-replicó Centinela, utilizando la Llama Verde para desviar uno de los rayos omega de Darkseid-. Ya ha matado a Occult y puede que a Al, no quiero más muertos.

Darkseid se detuvo a unos pasos de la columna de la Fuente, viendo las hebras cada vez más numerosas de color negro que se entrelazaban en el entramado multicolor. Por fin lo había conseguido, por fin la Antivida se estaba haciendo con el control absoluto de la Fuente. Pronto el Universo dejaría de existir, y él cumpliría su sueño cumplido, ser el señor de la Nada. Darkseid Es, y nada más.

-Vacía tu mente-le susurró Faust a Jakeem-. No pienses en nada, sólo en el Relámpago. Visualízalo, sitúalo en tu pensamiento, y sigue ese hilo hasta que llegues a él...

A Jakeem le parecía que lo que decía Faust estaba muy bien como teoría, pero era bastante difícil vaciar la mente cuando el Universo de desplomaba por momentos y parecía que le arrancaban el alma. Aún así, se esforzó por transformar su pensamiento en una pantalla en blanco, imaginó un cine oscuro en el que sólo se veía la pantalla resplandeciente... y allí proyectó la imagen de T-Bolt.

Nada.

Podía escucharlo todo con total nitidez, casi podía ver claramente a Darkseid, a punto de introducir su mano en la Fuente, a Centinela interponiéndose, liberando toda la fuerza de la Llama Verde, mientras Zatanna, Stargirl, Ártemis, Power Girl, Flash, Wildcat, Black Adam y Hawkman hacían lo que podían por hostigar al dios destructivo. Junto a él, Faust se concentraba, intentando ayudarle a llegar al genio, y el Doctor Midnight atendía a Hawkgirl y Wonder Woman.

Maldijo a Darkseid, y maldijo estar impotente ante aquella situación, necesitaba a T-Bolt para ser útil... que huevos, para salvar el Universo.

-¡Ahí lo tienes!-masculló Faust, y Jakeem se dio cuenta de que tenía razón. Sentía la presencia del genio en el fondo de su mente, podía percibirlo. El ataque de Darkseid lo había disgregado, lo había convertido en energía dispersa, inútil. Pero el poder de Jakeem era darle la vuelta a esa situación.

-¡Di-Amo!-gritó Jakeem, utilizando toda su voluntad para llegar al genio, y sintió como este respondía, primero como unos pequeños chispazos púrpuras a su alrededor. Aún estaba débil, pero al menos estaba allí, con él.

-Necesitamos separarle del Yelmo-dijo Pieter, viendo la energía que parecía recorrer a Jakeem-. Aunque Héctor esté muerto, Darkseid no es el legítimo heredero del Yelmo de Nabú, y este pugna por separarse de él...

-Entonces, démosle un empujoncito-masculló Jakeem-. ¡Genio! ¡Devuelve el Yelmo de Nabú a su verdadero dueño!

El aire vibró a su alrededor cuando el Relámpago se manifestó, radiante, ante Jakeem y los demás, y con un guiño, se arrojó a toda velocidad hacia la grieta en el Muro. Evitó a los miembros de la JSA, lanzó una mirada hacia Power Girl, que había recibido el impacto del Efecto Omega y yacía aturdida junto a la Fuente, giró en torno a la columna de energía y finalmente impactó de lleno en Darkseid. En otras circunstancias, el señor de Apokolips hubiera podido controlar el poder de T-Bolt, pero no era sólo al poder del genio a lo que hacía frente. El propio Yelmo de Nabú se oponía a él, intentaba librarse de su dominio. Con un grito de júbilo, el genio abrió una grieta entre Darkseid y el Yelmo de Nabú, y como si el artefacto hubiera estado esperando ese momento, unió su poder al del genio, que de pronto se encontró volando con el Yelmo entre sus manos, alejándose de Darkseid y la Fuente a la velocidad de la luz.

-¡Idiotas!-exclamó Darkseid, volviéndose hacia los miembros de la JSA, sintiendo que su cuasiomnipotencia desaparecía a pasos agigantados-. La Antivida ya no tiene vuelta atrás, y tengo poder más que suficiente como para acabar con vosotros, con o sin el yelmo...

-¡Cierra la bocaza de una vez!-gritó Stargirl, y una descarga de su Cetro Cósmico impactó de lleno en pleno rostro del señor de Apokolips, cegándole. Aquello era todo lo que sus compañeros necesitaban.

Black Adam voló a toda velocidad hacia Darkseid, pero no se lanzó contra él, sino que giró para situarse a su espalda, dejando en el suelo un pequeño objeto, la Madre Caja de Barda, que enseguida estalló creando el portal a un Boom Tubo. Antes de que Darkseid pudiera reaccionar, Hawkman batió fuertemente las alas, lanzándose hacia el dios de Apokolips con un gruñido, y golpeándole con toda la fuerza que le permitía su maza. El golpe hizo que Darkseid se tambaleara y cayera en el Boom Tubo.

-¡No!-exclamó Darkseid, pero era demasiado tarde, y el Boom Tubo de cerró tras él.

Courtney quiso gritar de alegría, pero por el rostro de sus compañeros supo que todavía no habían ganado. Lo confirmó cuando vio que las hebras negras de la Antivida continuaban cubriendo cada vez mayor parte de la Fuente.

- ¡Adivitna ecerapased!-ordenó Zatanna, pero era inútil, aquello estaba más allá de su habilidad. Pero Alan no dudo ni un momento, y voló hasta el interior de la propia Fuente, protegido como estaba por la Llama Verde. La energía de la Llama y la energía de la Fuente conectaron al instante, mientras con la pericia de un cirujano, Alan trataba de purgar la Antivida de la Fuente y el entramado del Universo.

Era como un cáncer, y él sostenía el escalpelo que debía eliminarlo.

Desde fuera, sus compañeros vieron como energía de la Fuente se mezclaba con la Llama Verde de Alan, creando un extraño espectáculo de luces parecido a una curiosa aurora boreal. Minutos después, la Fuente comenzó a teñirse de verde, reflejos esmeralda cubrían los jirones negros, mientras a base de fuerza de voluntad, Alan Scott reparaba la propia existencia. Zatanna notó un peso en uno de los bolsillos, y de inmediato, sacó la esfera de cristal, viendo que poco a poco, Al iba volviendo a agrandarse.

-Etepmor, latsirc-dijo Zatanna, y de inmediato el vidrio se resquebrajó, depositando la hechicera a Atom-Smasher en el suelo, donde continuó creciendo, obviamente confuso, resplandeciendo con una luz verde. La voluntad de Alan se fue extendiendo por el Universo, restaurando estrellas y cerrando grietas, y por un segundo se concentró en Nueva Génesis, donde un resplandor de energía barrió el planeta y devolvió a sus habitantes a la vida.

Y poco a poco, la Fuente volvió a recuperar toda la gama de colores, mientras la Llama Verde cedía, volviendo al cuerpo de Alan Scott, que cayó desplomado ante sus compañeros, completamente agotado.

-Vamos a casa-dijo Wildcat, arrodillándose junto a Alan, que respiraba con dificultad-. Nos lo hemos ganado.

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Apokolips.

Darkseid estaba furioso, y los Parademonios estaban pagando la ira de su señor. El que tras la muerte de Desaad y la huída de la Abuela Bondad los prisioneros de Darkseid se hubieran liberado y su disidencia se hubiera extendido por todo el planeta, no mejoraba el ánimo del oscuro dios. El propio Kalibak había sido enviado por Darkseid para aplacar un motín en Armaghetto.

-Voy a reducir este planeta a cenizas-siseó Darkseid, observando desde una de las torres de su refugio la vastedad de Apokolips, las calles llenas de muerte y humo, la guerra entre los rebeldes y los seguidores de Darkseid. Y entonces, alzó los ojos al Cielo, frunciendo el ceño.

Había luces allí arriba, luces que parecían dirigirse hacia Apokolips. Los ojos del dios resplandecieron rojos, y reconoció aquellos patrones de vuelo. Naves de Nueva Génesis. Orión y Lightray volando junto a ellas... Darkseid asintió, satisfecho, la guerra era su dominio. Pero entonces, una voz atronó sobre el planeta, y la inmensa figura de el Espectro cubrió los cielos, alzando su inmensa mano sobre el planeta.

-¡Darkseid de Apokolips!-gritó Hal-. ¡Prepárate para ser juzgado!

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JUSTICIA PARA TODOS

Y hasta aquí ha llegado la guerra con Darkseid. Bueno, aún queda un epílogo, que veremos en el próximo número, donde se establecerá un nuevo status quo para la Sociedad de la Justicia. Aunque eso, lo veremos...

 
 
   
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