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Ellos fueron los primeros. Fueron leyenda, y luego fueron olvidados. Ahora han vuelto... para ser más grandes que nunca.
 
JSA

JSA #32
El Plan Destino. Epílogo
La rueda

Guión: Tomás Sendarrubias

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Themyscira.

-¿Cómo se encuentra?

Aunque la voz se Ártemis era fuerte y firme, a Menalippe no le fue difícil leer un matiz de preocupación en la líder de las Bana Mighdal mientras se aproximaba al lecho en el que yacía la princesa Diana. La sala se encontraba en penumbra, iluminada solo por la luz del exterior filtrada por cortinas de lino. Olía a inciensos curativos, y junto a la princesa y Menalippe, sentada junto a ella, había una pequeña mesa de tres patas en la que Ártemis vio una jarra de agua helada y varias hierbas y ungüentos.

-Diana es fuerte-respondió Menalippe, dulcemente-. Sé que superará esto, pero no está siendo fácil para ella. El Lazo Dorado era parte de ella, y hasta que no despierte, no sabremos cómo ha afectado a su alma el perderlo.

Ártemis se arrodilló junto a Diana y tomó su mano, acercándola a sus labios, notando el calor que emanaba a través de la piel de Wonder Woman, como si ardiera en fiebre. La Amazona musitó una oración a Isis y Hathor, y luego añadió una plegaria a Hera y Atenea, las diosas protectoras de Themyscira, para que le dieran fuerza a la princesa. Menalippe pasó sus delicadas manos por los cabellos dorados de Ártemis, que caían en una trenza hasta su cintura, mostrándole su presencia y apoyo.

-Los dioses serán benévolos con Diana-sonrió Menalippe, y la voz y el roce de los dedos de la doncella hicieron de inmediato que Ártemis se sintiera mejor.

-Tengo que marcharme-dijo, besando el dorso de la mano de Menalippe, para luego incorporarse-. Mientras Diana mejora, Philippus y Shim´tar continuarán al mando de las Amazonas, las Themysciras y las Bana Mighdal.

-Han hecho un gran trabajo en vuestra ausencia, son dignas regentes-respondió Menalippe-. Pero no olvides que un regente sólo es un líder temporal, Ártemis, y que en algún momento, el señor legítimo debe volver a su dominio si no quiere que este se agoste.

-Eso es algo que creo que Diana e Hipólita no han aceptado nunca demasiado bien-respondió Ártemis.

-Algo me dice que tú tampoco lo harás-dijo Menalippe-. Vuelves al mundo patriarcal, ¿no es así?

-Hipólita está muerta, y Diana enferma. Y Donna está completamente centrada en los Titanes. Themyscira necesita una embajadora ahí fuera, y aunque no tengo las virtudes diplomáticas de Diana, al menos puedo hacer que el mundo patriarcal no se olvide de nosotras.

-Hay algo más-dijo Menalippe, incorporándose y acercándose junto a la ventana, observando el exterior-. Has luchado junto a los antiguos compañeros de la reinas y han alcanzado tu interior. No vuelves sólo para actuar como embajadora de las amazonas, Ártemis.

-Es difícil ocultarte algo, Menalippe-musitó Ártemis, con una amarga sonrisa y bajando la mirada-. He visto el valor y la audacia de esos hombres y mujeres, y me sentí orgullosa y honrada de contar con su camaradería. No quiero que esta alianza quede en algo circunstancial, voy a mantener el nombre de las amazonas dentro de la JSA.

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Cuartel General de la JSA, Nueva York.

Al Rothstein se echó la mochila al hombro, y salió de su dormitorio tratando de hacer el menor ruido posible. Había escrito una nota de despedida, y la dejó sobre el aparador que había en el pasillo entre la habitación que él ocupaba y la que servía de dormitorio a Flash cuando estaba en el cuartel (lo que ocurría en pocas ocasiones, el hombre más veloz del mundo podía permitirse vivir junto a su esposa en Keystone). Con suerte, cuando encontraran la carta, Al ya estaría lejos de allí... o al menos eso pensaba.

-Supongo que estás yéndote en plena noche y sin despedirte porque sufres de sonambulismo-dijo alguien, y Al se giró sobresaltado, encontrándose a Ted Grant apoyado en el quicio de la puerta de su habitación al fondo del pasillo, vestido con unos pantalones cortos de deporte y una camiseta de tirantes-. O tal vez hayas olvidado que tienes un gato durmiendo a pocos pasos.

-Ted...-saludó Albert, un poco incómodo, pasándose la mano por el tenso cuello-. No quería despertarte.

-Supongo-respondió Ted-. Así que te vas.

-Sí-. La voz de Al sonó apagada, aunque respondió tan deprisa que sorprendió a Ted-. Volví para echar una mano, pero no pensaba quedarme.

-Y por eso te marchas así, como si huyeras de nosotros...

-A lo mejor es porque estoy huyendo, Ted-replicó Al, dando la espalda al boxeador y dirigiéndose a las escaleras, que bajó a saltos, mordiéndose los labios. Pero Wildcat no parecía dispuesto a dejarle ir así como así, aunque en lugar de limitarse a correr tras él, saltó por el hueco de la escalera, agarrándose a una barandilla para colocarse ante Al.

-No huyes de nosotros, Al, estás huyendo de ti mismo, y no eres lo suficiente rápido para no terminar dándote alcance.

-No quiero ofenderte, Ted, pero si quisiera que alguien me psicoanalizase, no acudiría a un viejo boxeador que se disfraza de gato. Ahora, quítate de en medio.

-¿O qué?

-Ted, no quiero...

El puño de Ted voló hasta la mandíbula de Al, que sorprendido, se tambaleó por el impacto del derechazo de su compañero. Atónito, se llevó la mano a la comisura de los labios, y vio unas gotas de sangre.

-¿Hacerme daño, niño?-dijo Ted-. Seré un viejo que se disfraza de gato, pero tengo los suficientes redaños como para plantarte cara, pero también a mis problemas. Creo que eso es lo que me diferencia de ti.

-No estoy preparado para estar aquí-masculló Al, sentándose en los escalones, y secándose la sangre de la herida con un pañuelo de papel-. La Sociedad se me queda grande.

-Venga ya, Al...

-Ted, cuando Darkseid me atacó, pensé que estaba muerto. Me sentía cada vez más pequeño, hasta el punto de que creí que en algún momento simplemente dejaría de existir. Me sentí minúsculo, insignificante y completamente inútil. Desvalido. Pero no morí, ¿sabes? Creo que en algunos momentos fui tan pequeño como una partícula teórica, el universo a mi alrededor era completamente diferente de lo que vemos ahora, pero, ¿sabes? Lo único que no podía borrar de mi cabeza era que había actuado mal. Quizá vosotros me hayáis perdonado, pero yo no lo he hecho. Hubiera matado a Lord Naga, Ted, lo hubiera hecho a sangre fría si no me hubierais detenido... Y a Extant....

-Al, cualquiera de nosotros hubiera hecho lo mismo...

-¡No es verdad!-le interrumpió Albert-. Vosotros siempre encontráis alternativas. ¿A cuanta gente ha matado Alan en todos estos años? ¿Y Jay? Sois héroes, siempre encontráis otra opción, os sale de forma natural. A mi no. Me esfuerzo, juro que me esfuerzo, pero... no puedo hacerlo, Ted. No puedo.

-Pues espera a mañana por la mañana y márchate de aquí como un hombre-dijo Ted, dando una palmada a Albert en el hombro, pero el muchacho negó con la cabeza.

-No-dijo-. No puedo mirarles a la cara, Ted. Lo siento.

-Es tu elección-masculló el boxeador, un tanto decepcionado-. Pero recuerda que esta es tu casa.

Albert asintió, levantándose y volviendo a echarse la mochila al hombro. Se esforzó por no mirar atrás mientras cruzaba la puerta. Ted se quedó sentado en la escalera durante un buen rato, pensando. Tras un tiempo, se incorporó y volvió a su habitación, cogiendo el teléfono para llamar.

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En aquellos mismos instantes, Courtney también estaba intentando hablar por teléfono. Pero al igual que las otras siete veces, lo único que consiguió fue escuchar la grabación del contestador automático. "Hola, soy Sandy Hawkins, en este momento no puedo atenderte..."

-Sandy, si estás ahí contesta, por favor-dijo Courtney, sentada en la cama. Sabía que se estaba comportando como una adolescente, pero no podía evitar pensar que algo iba mal con Arenero, lo sabía desde que habían visitado a Madame Xanadú, antes de ir a Themyscira. Los demás le habían dicho que Sandy ya era adulto y no era la primera vez que dejaba la Sociedad por un tiempo-. Por favor, Sandy, han pasado muchas cosas, haces falta aquí...

Escucho un "clic", y enseguida se dio cuenta de que habían colgado el teléfono al otro lado. Su impulso fue volver a marcar inmediatamente, pero se contuvo, tumbándose en la cama. Enfadada, dejó el teléfono sobre la mesilla, y apagando la luz, se giró hacia la pared. Quizá sus compañeros tuvieran razón y lo que Sandy necesitaba era tiempo.

A unos kilómetros de allí, Sandy Hawkins arrancó el cable del teléfono en su habitación a oscuras. Sin pensárselo dos veces, Arenero se acercó a una de las paredes, y fundiéndose con el hormigón, desapareció.

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Gotham City.

Catwoman sonrió mientras daba una última patada en un costado a uno de los pandilleros. Esa noche habían bajado desde la Colina al East End en busca de pelea, y ella había acabado con las ganas de bronca de unos y otros. La mayoría de los camorristas se había esfumado en cuanto ella había hecho su aparición, pero había algunos que habían sentido que retroceder ante una mujer, por muy embutida en cuero que estuviera y aunque llevara un látigo, mermaba su hombría. Ahora, los machotes estaban humillados, noqueados, y esperando a que los miembros del Departamento de Policía de Gotham llegaran para recogerlos bien empaquetados en cuanto Selina hiciera la llamada anónima que acostumbraba a hacer.

Como si el teléfono hubiera esperado a que Selina pensara en él para sonar, el móvil que Catwoman llevaba escondido en el cinturón comenzó a vibrar, y reconociendo en la pantalla el número llamante, Catwoman respondió.

-Hola, gatito.

-Hola, querida-dijo desde el otro lado la voz de Ted Grant, cargada de sorna-. ¿Qué llevas puesto, gatita?

-Sólo mis siete vidas y ese látigo que tanto te gusta, campeón. ¿Y tú?

-Debo confesar que mi aspecto es mucho menos interesante-respondió Ted, riendo finalmente-. ¿Estás disfrutando de la noche?

-Acaba de mejorar considerablemente, ¿a qué debo el placer de la llamada?

-Sólo quería escuchar el ronroneo de mi felina favorita...

-Señor Wildcat, me ofende. Le conozco lo suficiente como para reconocer en su voz el tono de "soy un hombre enigmático que está deseando hablar, así que, cariño, pregúntame qué me pasa". Así que... ¿qué te pasa, Ted?

-Vaya-dijo él-. Creo que mi pose enigmática empieza a fallar. Está siendo una noche difícil, Selina, las cosas cambian deprisa y yo ya no sé si tengo edad para esto.

-Ah, no, Ted. No estoy dispuesta a volver a pasar por tu delirio de "soy viejo, los jóvenes me superan, esto se me queda grande".

-¿Vas a escucharme o no?

-Si eso es lo que vas a decirme, creo que no, preferiría ir a cenar con... Clayface. Así que olvida eso, nene. Has enseñado a la mitad de las nuevas generaciones a dar puñetazos y a defenderse, el día que decidas retirarte de verdad nadie podrá echarte nada en cara, y te limitarás a marcharte a un hotel en Barbados, y no te despedirás de nadie ni mirarás atrás. Pero si empiezas haciendo llamaditas, Ted, es que quieres que alguien te diga "no, no lo hagas". Y no tengo tiempo que perder diciéndote cosas que ya sabes, gatito.

-Vaya-masculló Ted-. Sinceramente, no esperaba que me abroncaras... Pero como siempre, tienes razón. Selina, ¿no te interesaría unirte a la JSA?

-¿Perdona?-exclamó Catwoman-. Olvídalo, no estoy preparada para ser un icono ni un ejemplo a seguir. Agradezco el ofrecimiento, pero soy una mujer de costumbres solitarias...

-Harías mucho por mejorar el aspecto de todo esto...

-Gatito, tú si que sabes adular a una mujer...

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Centro de estudios médicos S.T.A.R

-Las noticias no son buenas, Michael-dijo Pieter Cross sentándose en una silla que había junto a la camilla en la que descansaba Mr.Terrific, con ambas piernas vendadas y escayoladas, sujetas por armazones metálicos.

-No me sorprende-respondió Michael, sin apartar un segundo la PDA en la que parecía trabajar.

-Ha sido difícil establecer el diagnóstico, y más asumiendo que no hemos podido utilizar ningún sistema tecnológico para hacer pruebas y todo se ha tenido que hacer al más viejo estilo...

-Pieter, ¿estás buscando excusas?

-Bueno, eres uno de los hombres más inteligentes del mundo, así que no debe ser muy difícil para ti darte cuenta de que me cuesta muchísimo decirte que puede que no vuelvas a andar nunca. Las pérdidas de tejido muscular son verdaderamente serias, y los huesos de la pierna izquierda, desde la rodilla hacia abajo, están reducidos prácticamente a polvo. Existe la posibilidad de sustituirlos por prótesis de titanio, pero aún hay que hacer muchas pruebas. Al menos, puedo confirmarte que no hay que amputar.

-Lo cual es una buena noticia-dijo Michael-. Pieter, tengo un legado que mantener y no puedo rendirme. Soy Mr.Terrific, lo llevo en el nombre... Ahora, déjame que te enseñe algo.

-No creo que pueda verlo...

-¿Desde cuando te gusta el humor negro?-inquirió Michael, cerrando la PDA-. Esferas 1 y 5, proyección de luz sólida, archivo X-12dr34.

Con un zumbido, las dos esferas que Michael había indicado volaron desde el rincón de la habitación donde parecían descansar junto al resto de las T-Esferas, y utilizando un complejo sistema de láser y fotones sólidos crearon una imagen en el aire que Pieter pudo tocar. Sorprendido, el doctor Cross pasó sus dedos por la imagen de luz sólida, cálida al tacto, y que le producía cierto hormigueo en la piel. Era una figura humana, al menos su contorno, aunque más anguloso y con características metálicas.

-¿Una armadura?-preguntó Pieter.

-No-replicó Michael-. Es un exoesqueleto. Si mis piernas no funcionan, tendré que construirme unas.

Unas habitaciones más allá, otra paciente parecía dormir, aunque realmente estaba sumida en un profundo coma. La pizarra que colgaba en los pies de su cama la identifica con el nombre de Hipólita Trevor-Hall. Durante algún tiempo había sido una heroína llamada La Furia, y se había casado con Héctor Hall. Luego, Héctor había muerto1, aunque ella había seguido viviendo con él en un entorno onírico2. Había tenido un hijo que se había convertido en algo parecido a un dios del sueño3 y luego... Nadie sabía qué había pasado luego. Héctor había resucitado para convertirse en el Doctor Destino, y Mordru, uno de los enemigos de la JSA, le había intentado chantajear con ella, aunque la Sociedad le había derrotado. Desde ese momento, había permanecido en coma, bajo la vigilancia de los especialistas médicos de S.T.A.R.

El Yelmo de Nabú apareció a unos palmos de su pecho, flotando sobre ella, como si la evaluara. El genio de Jakeem Thunder le había ayudado a separarse de su captor, Darkseid, pero luego había tenido que continuar su viaje solo, el genio estaba demasiado débil como para hacerlo con él, y además, el peregrinaje hasta un nuevo protector era un viaje místico que el Yelmo prefería realizar en soledad.

-Despierta, Lytta Trevor.

La mujer abrió los ojos en la camilla donde se encontraba, sorprendida y asustada. De inmediato, se arrancó el molesto respirador de la boca, y trató de incorporarse, aunque el mundo comenzó a girar a su alrededor a toda velocidad, haciéndola sentir completamente mareada.

-¿Doctor Destino?-musitó con la voz seca, intentando adaptar sus ojos a la tenue luz que emanaba del Yelmo. La luz dorada la bañó, y un torrente de imágenes inundó su mente, haciéndola gemir por el dolor y la sorpresa. Imágenes de Héctor convertido en el Doctor Destino, de su lucha con Mordru y con otros enemigos de la Sociedad, de cómo Carter Hall también había vuelto de entre los muertos... De cómo los Parademonios de Darkseid habían asaltado a Héctor, de cómo junto a la JSA había viajado hasta Apokolips para hacer frente al conquistador galáctico, y de cómo allí el Yelmo había sido arrancado a su esposo para convertirse en el arma de la omnipotencia en manos de Darkseid. Y a través del relato del Yelmo, supo de la batalla del Muro de la Fuente... y de cómo Héctor había muerto en manos de los discípulos de la Abuela Bondad.

Tomando aire con ansiedad, Lytta comenzó a llorar, sintió sus ojos arder por las lágrimas, y como el pálpito de su pecho se aceleraba hasta que tuvo la impresión de que el corazón se le iba a salir por la boca. Eso la hizo pensar que si estaba en un hospital, era un milagro que las enfermeras no hubieran acudido ya cuando hubieran saltado las alarmas porque había despertado. Sin duda era cosa del Yelmo. Indecisa, como si cada movimiento le costase un mundo, Lytta alzó las manos hacia el Yelmo flotante, acarició su contorno bruñido, lo sostuvo... y finalmente se lo puso. La energía la invadió, sintió arcanos saberes olvidados hacerse un hueco en su memoria y su alma, y antes de darse cuenta, volaba sobre su propia cama de hospital. Michael Holt y Pieter Cross estaban cerca, los podía sentir, así que torció el espacio y apareció de inmediato junto a ellos.

-¿Qué...?-comenzó a decir Pieter, incorporándose de un salto y adoptando una pose de defensa, mientras las T-Esferas de Michael se activaban para formar una parrilla defensiva alrededor de este. Ante ellos se alzaba una familiar figura, ataviada de azul y dorado, aunque de silueta femenina. -. ¿Doctor Destino?-inquirió Pieter, al sentir en el aire el familiar calor que solía desprender Héctor.

-Es una mujer, Pieter-dijo Michael desde la cama.

-No una mujer cualquiera-respondió ella, quitándose el Yelmo y permitiendo que sus cabellos, rizados y del color de la plata líquida de derramaran sobre sus hombros.

-¿Lytta? ¿Lytta Trevor?-inquirió Michael, sorprendido.

-Sí-dijo ella-. Lytta Trevor-Hall... pero ahora también soy Destino.

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Shiruta, capital de Kahndaq.

El viento procedente del Sáhara recorría las calles de Shiruta, mientras sus habitantes se cubrían los rostros con velos y turbantes para resguardarse de la picazón de la arena transportada por el viento. Alan Scott observaba las calles, vestido de civil, desde una de las ventanas del palacio real, sorprendido por lo que estaba viendo. En Occidente, Kahndaq era considerado el centro del mal mundial, un lugar donde sistemáticamente se violaban los derechos humanos bajo el control totalitario de un tirano metahumano, Black Adam. Jay, Carter y él mismo habían acudido allí para reunirse con el monarca, y desde luego, no esperaban encontrarse esas calles llenas de sonido y de aromas evocadores, las mujeres sonrientes, los niños jugando... Si aquello era una pantomima, era una pantomima muy convincente.

-Parece que en cualquier momento Sherezade va a entrar a contarnos cuentos, ¿verdad?-dijo Jay, apoyado en el quicio de la puerta, y Alan se volvió con una sonrisa.

-Desde luego, no me esperaba esto-respondió Alan, cerrando las cortinas y dirigiéndose a la puerta.

-Hay mucha mala publicidad hacia Teth Adam, y no toda es cierta-respondió Jay, y juntos se dirigieron hacia el salón donde Carter y Adam les esperaban para cenar, una estancia con una fuente al fondo cuyo sonido parecía envolver toda la habitación. Las paredes, revestidas de mosaicos, mostraban imágenes estilizadas de plantas, y varias doncellas se movían por la habitación envueltas en seda y con velos en el rostro, disponiendo cojines sobre el suelo para los invitados y aromáticos platos de comida y pequeños vasos de humeante té verde sobre mesas redondas de metal dorado. Adam estaba reclinado junto a la mesa, vestido con un caftán negro, y Carter estaba sentado junto a él, tomando sorbos de té.

-Bienvenidos-dijo Adam incorporándose, y haciendo un gesto para invitar a Jay y Alan a sentarse-. Estaba comentándole a Carter que me ha sorprendido la ausencia de Power Girl, esperaba que viniera con vosotros.

-Karen está recuperándose de un encuentro con el Doctor Psycho y el Psicopirata4, está con los Titanes-explicó Alan, sentándose con las piernas cruzadas frente al anfitrión-. Y ahora, Adam, ¿podrías contarnos qué es lo que tienes que decirnos? Sinceramente, has picado mi curiosidad con esa invitación y todo este secretismo.

-Disfrutad primero de la cena, luego tendremos tiempo de hablar-respondió Adam. El festín que el señor de Kahndaq les tenía preparado se prorrogó por más de hora y media mientras los miembros de la JSA charlaban y degustaban cordero especiado, hojaldres de verdura, cuscús, pescados en salazón y picantes carnes con tajine, dulces con dátiles y miel y té con piñones. Incluso pudieron asistir a un espectáculo de danza del vientre, y la conversación era ágil y amena, hasta el punto de que en un determinado momento, el propio Carter Hall comenzó a participar de ella, abandonando la torva pose que había mantenido hasta el momento.

Cuando las doncellas comenzaron a retirar los platos de postre, fue Carter el primero en volver al tema que les había llevado allí.

-¿Y bien, Teth-Adam?¿Vas a sacarnos ya de la oscuridad?

-Claro, Khufu-respondió Adam, utilizando el nombre egipcio de Hawkman-. Quiero mostraros algo.

Adam tomó un pequeño instrumento parecido a un mando a distancia, pulsó un botón y una pantalla de cristal líquido se deslizó sobre una de las paredes. Imágenes de lo que parecía una aldea reducida a cenizas comenzaron a aparecer en la pantalla, un lugar repleto de cadáveres de hombres, mujeres y niños de piel negra.

-Esta aldea de Tanzania fue arrasada por los Parademonios, no había nadie para defenderles-comenzó a decir Adam, mientras las imágenes cambiaban para mostrar lugares devastados de todo el globo-. Ha habido casos similares en Egipto, Afganistán, Chile, Santa Prisca, Mongolia...

-Adam, ¿qué quieres decir con esto?-inquirió Alan, frunciendo el ceño.

-Que no había nadie que se preocupara de si esta gente vivía o moría-respondió él-. Cuando llegó la Invasión de los Parademonios, las fuerzas de la ONU enviaron la mayor parte de sus retenes a las grandes potencias, y buena parte de los países más pobres quedaron completamente desatendidos. Desde la disolución de los Guardianes Globales, no ha habido una fuerza metahumana internacional...

-La Liga de la Justicia...-comenzó a decir Jay, pero Adam le interrumpió.

-Es la Liga de la Justica de América, y no estaba operativa. Los Rocket Red en Rusia, la Fuerza Celeste en China... Muchas potencias tienen sus propios grupos de metahumanos, pero Estados Unidos aglutina la mayor concentración mundial de estos grupos, hasta el punto de que podríamos hablar de un ejército de metahumanos.

-Creo que sé hacia donde estás yendo, y no me gusta nada-dijo Carter, cruzándose de brazos-. Somos estadounidenses, nuestro deber es proteger nuestro país.

-Tu hijo no murió para proteger los Estados Unidos, Hawkman, murió para proteger el mundo-respondió Adam.

-¡No te atrevas a hablar de mi hijo!-exclamó Carter incorporándose con tal brusquedad que volcó una de las mesas que cayó con un estrépito metálico sobre el suelo.

-¡Quietos!-exclamó Alan, mientras un muro verde se materializaba entre Hawkman y Black Adam-. No hemos venido aquí para ver como os peleáis otra vez. Adam, creo que todos hemos entendido la idea de lo que quieres enseñarnos, así que quita esas carnicerías de la pantalla y dinos de una vez qué es lo que quieres además de hacernos sentir culpables por algo que no hemos podido evitar.

-Quiero que la próxima vez sí se pueda evitar-replicó Adam, apagando el pantalla-. Creo que el mundo necesita unos nuevos Guardianes Globales, necesita héroes que estén para servir a todo el planeta, no a un país en concreto. El mundo necesita héroes que puedan defender a los más desgraciados, un equipo experimentado que pueda intervenir en cualquier lugar, en cualquier momento...

-Si quieres crear un nuevo equipo, es cosa tuya-masculló Carter.

-Ese equipo ya existe, Hawkman. Es la Sociedad de la Justicia.

-Se te olvida el "de América".

-Basta, Carter-intervino Jay-. A lo mejor estoy loco, pero creo que Adam tiene razón.

-¿Qué?-exclamó Carter.

-Tal vez haya llegado el momento de cambiar-explicó Jay-. Muchas veces hemos dicho que somos el espejo en que otros grupos se miran, es como si fuéramos los padres de todos, y quizá eso nos haga responsables de algo más que al resto. El mundo va hacia una globalización generalizada... quizá debamos hacer lo mismo. ¿Alan?

-Me parece interesante la idea, aunque deberíamos hablarlo con el resto-respondió Centinela-. Sería un gran cambio y supondría trasladarnos desde Estados Unidos a algún otro lugar...

-Quiero... perdón... me gustaría que vinierais a Kahndaq-dijo Black Adam.

-¡No!-exclamó Carter-. ¡Me niego a dar nuestro apoyo a una dictadura!

-No soy el tirano que tu país ha querido vender, sólo soy el protector de mi pueblo.

-Si la JSA se instala el Kahndaq podríamos asegurarnos de que eso es así, Adam-dijo Alan, serio-. Tu país es un centro de paso natural entre Europa, Asia y África, tendríamos una posición privilegiada para intervenir en buena parte del globo, y no se me ha escapado la tecnología que parece esconderse debajo del aspecto tradicional que tiene aquí casi todo. Pero te mentiría si no dijera que te tendríamos muy vigilado.

-No tengo miedo-respondió Black Adam.

-No puedo creerme lo que estoy escuchando-gruñó Carter-. ¿De verdad estáis pensando en que la JSA venga a Kahndaq?

-No podemos negar que Adam tiene razón en casi todo lo que está diciendo-respondió Jay, conciliador, poniendo una mano sobre el hombro de Carter, pero este lo apartó de un manotazo.

-No contéis conmigo para esto-respondió Carter-. Desde este momento, abandono la Sociedad de la Justicia, de forma permanente.

-Carter, no saques las cosas de quicio-dijo Alan, pero era inútil. Carter abandonó la habitación sin mirar atrás, y poco después, desde las ventanas pudieron ver como Hawkman abandonaba volando el palacio.

-Testarudo cabezota-masculló Jay, negando con la cabeza, mirando el cielo nocturno.

-Bueno, Adam-dijo Alan-. Será mejor que nos pongamos a trabajar. Quiero escuchar tus ideas.

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-Esto es muy diferente de Keystone City...-masculló Joan Garrick, mirando a su alrededor, tan sorprendida del aspecto de Shiruta como había estado su marido días antes. Ahora, una semana después, la JSA se había trasladado a Kahndaq como parte de un plan de Alan, Jay y Adam por llevarla a un punto más internacional. Joan ni se lo había pensado, si la JSA se iba a Kahndaq, Flash se iría a Kahndaq, y allí donde estuviera él, le seguiría su esposa.

-No he visto un solo centro comercial-dijo Courtney, mirando a su alrededor enfurruñada.

-Venga ya, Courtney-respondió Kendra-. Tenemos Italia a un tiro de piedra prácticamente... estoy segura de que a Black Adam no le importará dejarnos alguno de sus aviones privados para irnos de compras a Milán...

-Me alegro de que hayas decidido quedarte-dijo Courtney, sonriendo, mientras ayudaba a Joan a coger una de las bolsas de equipaje.

-Sólo me marché porque necesitaba aclarar mis sentimientos respecto a Cart... a Hawkman. Si él no está, yo puedo volver sin problemas.

-Perdona que me inmiscuya-dijo Joan-, pero eso me ha sonado a que estás esquivando a Carter...

-Bueno, quizá lo esté haciendo-respondió Kendra, sonrojada-. Pero es que necesito tener muy claro lo que siento yo hacia él, y cuando digo yo, me refiero a sólo yo, no al espíritu de mi tía-abuela, a los genes de una princesa egipcia o algo así.

-Cuando decís ese tipo de cosas, me da la impresión de que estáis tomándome el pelo-masculló Joan-, y luego pienso que habláis completamente en serio y me dan escalofríos. Parece que ya estamos todos...

Courtney miró hacia atrás, y vio que efectivamente, el resto de los miembros de la JSA habían llegado al lugar que Black Adam había entregado a la Sociedad para que la convirtiera en su cuartel, un viejo palacio adaptado a las peculiares necesidades del grupo y al que los shirutianos habían comenzado a llamar El Palacio de Justicia. Allí estaba Mister Terrific, que aún iba en una silla de ruedas empujada por el Doctor Midnight. La vieja guardia les seguía, Centinela, Flash y Wildcat, como si fueran los padres de todos ellos. Black Adam les observaba con una sonrisa torcida en los labios, flotando a unos palmos sobre el suelo y con los brazos cruzados ante el pelo. Hawkgirl y ella, claro, y las dos nueva adquisiciones, Ártemis y la extraña Destino.

-Así que esta es nuestra nueva choza-dijo Jakeem Thunder, colgándose las gafas del sol del cuello y metiendo las manos en los bolsillos. Courtney puso los ojos en blanco.

En fin, siempre podían decir que les hacía falta una mascota...

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1.- Todo esto en los viejos números de Infinity Inc.

2.- En Sandman, Casa de Muñecas.

3.- En Sandman, Las Benévolas.

4.- En Titanes 31 y 32, de Xum. En DCTopía, por supuesto.

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JUSTICIA PARA TODOS

Ahora sí, ahora se ha acabado de verdad. Con este número, el primer arco argumental de la JSA llega a su fin, y lo hace con un nuevo principio. Nuevos miembros, nuevo cuartel, nueva alineación... Ante posibles dudas, tengo la intención de mantener esta alineación durante bastante tiempo, aunque claro, con sorpresas (¿qué sería de un cómic de superhéroes sin cambios?). Hawkgirl, Stargirl, Ártemis, Destino y Power Girl (cuando vuelva de los Titanes) por el lado femenino, Jakeem Thunder, Centinela, Flash, Black Adam y Wildcat por el de los caballeros... ¿Haríais algún cambio? ¡Se aceptan sugerencias! Y en el próximo número... ¡Villainy Inc!

 
 
   
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