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Ellos fueron los primeros. Fueron leyenda, y luego fueron olvidados. Ahora han vuelto... para ser más grandes que nunca.
 
JSA

JSA #43
La Guerra Estigia III
Ars Moriendi

Guión: Tomás Sendarrubias

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Thanagar.

-¿Cómo ocurrió todo esto?

Shayera toma un sorbo de su cantimplora y mira a su alrededor, negando con la cabeza. Se encuentran en un pequeño refugio, unas cuevas naturales situadas a dos centenares de kilómetros de lo que había sido Thanagar City, alojadas en una cadena montañosa y a las que no era imposible acceder salvo volando. Varios de los guerreros thanagarianos hacían guardia en los picos de alrededor, mientras el resto dormía dentro de las cavernas. A unos pasos de ellas, Black Adam escruta las estrellas de ese cielo que les es ajeno.

-Empezó hace... poco más de una de vuestras semanas-comienza a explicar Shayera, clavando sus ojos en el fuego de campaña-. Los instrumentos de vigilancia detectaron una ruptura del espacio-tiempo a dos pársec de Polaris, y el Gran Mor envió una sonda y un grupo de escolta para averiguar lo que había ocurrido. Nunca volvieron, y lo único que recibimos de la sonda es que había sido destruida. No nos dio tiempo a prepararnos, antes de darnos cuenta de lo que estaba pasando, nuestro cielo se había llenado de las naves muertas de la Flota Estigia. La flota de Thanagar no resistió siquiera un ciclo solar, Kendra, la tecnología de los invasores era tal que el noventa por ciento de la flota aún estaba en los hangares cuando fue destruida. La tecnología con la que nos atacaron... si no hubiera visto que todo está producido por máquinas diría que es cosa de magia. Abrieron fallas que se tragaron ciudades enteras, el tiempo y el espacio dejaron de tener sentido, y en algunos puntos se plegaron sobre sí mismos. La propia gravedad creció tanto en algunas áreas que los ejércitos quedaron reducidos a pulpa. Y la torre del Gran Mor quedó reducida a algo del tamaño de un puño por la fuerza de la implosión. Pero lo peor llegó cuando los muertos comenzaron a alzarse, los propios soldados y civiles que habían caído enfrentándose a la invasión, volvieron a ponerse en pie para engrosar las huestes de la Dama Estigia, para lanzarse sobre los supervivientes y convertirlos en nuevas armas, ni vivas ni muertas. Descubrimos el nombre de nuestra atacante sólo cuando los muertos comenzaron a aclamarla. "El Universo para la Dama Estigia..."

-¿Dónde está ahora la flota?-pregunta Kendra, aterida de frío a pesar de la cercanía de la hoguera.

-La mayor parte de la Legión Estigia abandonó Thanagar hace tres días-afirma Shayera-. Nuestros sistemas de comunicación dejaron de funcionar cuando apareció la flota, así que no sabemos ni a donde se dirigen ni si hay otros mundos que han sufrido un destino semejante al nuestro.

-Tenemos que avisar al resto del Universo... y a la Tierra...-dice Kendra.

-Es inútil-la interrumpe Black Adam, y las dos mujeres se giran hacia él. Se ha incorporado, y tiene los brazos cruzados ante el pecho, con los ojos clavados en el horizonte-. Puedo escuchar las voces de los dioses en mi cabeza, incluso a esta distancia de nuestro mundo de origen, y están aterrados. Incluso los dioses la temen, y tienen un nombre para ella...

-¿Cuál es?-pregunta Shayera.

-Asesina de Dioses.

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Atlantis, Agujero Brana Dimensional.

Garth no podía explicar qué estaba viendo, pero sin duda, sabía que estaba Mal. No "mal", sino "Mal", con mayúscula, y probablemente con una tipología de letra muy grande y llamativa, incluso iluminada. Era incapaz de apartar sus ojos de la brecha dimensional que Extant había abierto, de ver cómo aquella invasión vírica parecía extenderse a toda velocidad por la propia estructura del Universo, y sabía que a su lado, en otra columna hueca cómo la que le mantenía prisionero a él, Alan Scott contemplaba, tan atrapado como él, la misma brecha.

Ambos habían sido elegidos por Extant para ser testigos de la evolución de su plan, una forma de tortura especialmente delicada para Alan, que estaba allí cómo símbolo de todos los héroes de la Tierra que tantas veces habían frustrado los planes de Extant. Pero Garth tenía su propia penitencia, pues realmente consideraba que todo aquello había sido culpa suya. Durante el ataque de Imperiex, él había lanzado el hechizo que había arrancado Atlantis de su propio continuo, y la había arrojado al caos primordial, donde Extant la había encontrado, sojuzgando a su pueblo y utilizándola para forzar la apertura de la brecha dimensional, convirtiendo la ciudad en la base de operaciones desde la que planeaba asistir a la culminación de sus planes.

La destrucción definitiva de todo lo existente, la cauterización del Universo en manos de la Dama Estigia.

Al menos, aquella brecha dimensional no parecía afectarle como si estuviera fuera del agua en la Tierra. Llevaba horas fuera del agua, pero se encontraba físicamente bien dentro de lo posible. Con un esfuerzo, Garth consiguió mirar a su alrededor, y vio que efectivamente, Centinela se encontraba a unos cinco metros de él, completamente encerrado en su construcción pétrea, incapaz de acceder al poder de la Llama Verde. Cuatro guardias atlantes se encontraban a algunos metros de ellos, vigilando que nadie se acercara, sometidos al poder de Extant.

Pero su captor no había tenido algo en cuenta. Tempest obtenía su poder de la magia atlante, y al devolverle la consciencia, Garth había podido acceder poco a poco a mayores cantidades de ese poder.

Y ahora, estaba preparado para usarlo.

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Mundo de los Hechiceros, Siglo XXXI.

Mordru contemplaba con deleite los restos de su antecesor, de Mordru el Anciano. Con el manto dorado de Destino oscilando a su alrededor, incluso se inclinó hacia delante, y sin apenas esfuerzo, arrancó el cráneo de los restos del viejo hechicero, y con una sola orden mágica, un fuego invisible consumió el cabello, los cartílagos, el músculo y la piel, hasta dejar un cráneo tan blanco y limpio como si lo hubiera hervido. Por unos instantes, contempló el cráneo (su propio cráneo, llegó a pensar), y luego, lo apoyó sobre uno de los brazos del trono.

-Buscaré a esa ramera de Glorith y podrá hacerte compañía más allá de la muerte, viejo-masculló Mordru.

-¿Y después?

Atónito, Mordru alza la mirada. Sus poderes le decían que no había nadie más en aquel lugar, en todo el Mundo de los Hechiceros. Los Hechiceros habían sido derrotados, exterminados, y todo el planeta estaba bajo su control directo. No había nadie allí salvo él, pero sin embargo, ante sus ojos titilaba una silueta que le era familiar.

Lytta Trevor-Hall.

La mujer estaba ante él, seria, ataviada como una guerrera amazona, con el cabello plateado sujeto en la nuca con pequeños peines de nácar. Incluso empuñaba un escudo con el emblema de la Gorgona y una espada corta.

-No estás aquí, has sido expulsada-gruñe Mordru, pero su rostro se tuerce en una sonrisa sarcástica-. Es sólo algún tipo de hechizo que lanzaste sobre mi mente en el último momento, ¿verdad, pequeña Hipólita? No estás aquí realmente, sólo eres un efecto psicológico, algo sencillamente ignorable.

-Estás ocupando mi espacio, usurpando mi dominio y mis atribuciones, Mordru-responde ella-. Lo menos que puedo hacer es resultar una pequeña molestia.

-Infinitesimal, niña-replica él-. Puedo desterrarte de mi mente con un solo pensamiento.

-¿Y por qué no lo haces? No, déjame que yo misma te conteste. Porque eres un jodido egomaníaco que necesita a alguien al que mostrar su grandeza, y te has dado cuenta de que no has dejado testigos en este mundo para que puedan apreciar tu obra.

-Todo el Universo será testigo de lo que he hecho, niña. Cuando...

-Sí, sí, sí-le interrumpe Lytta-. Escuché tu cháchara mientras se lo contabas a tu futuro yo. Derribar las barreras del Hipertiempo sobre sí mismas para que el caos reine y tú te alces como señor de todo, pero deberías haberte escuchado a ti mismo.

-¿Por qué?

-Porque te has equivocado de peón, Mordru. ¿Piensas que una persona tan inestable y con tanta voluntad y ego como Hank Hall no tendría sus propios planes cuando se convirtiera en Monarca y en Extant? ¿Pensabas que habías creado una marioneta obediente, necio?

-¿Cómo te atreves a...?

-Mira lo que has hecho, Mordru. Mira a donde nos han conducido tus planes.

El espacio ante Mordru se fragmentó, con si se convirtiera en una gema de infinitas facetas, todas ellas resplandecientes, mientras los poderes de Destino hacían que el Hipertiempo se desplegase ante él. En ocasiones, Mordru se había atrevido a atisbar más allá de las barreras que aislaban su propio continuo de los demás, pero en aquel momento, toda la magnificencia del Hipertiempo se abrió ante él, amenazando con volverle loco. Un número infinito de realidades separadas por barreras cuánticas, en constante crecimiento, generadas por le propio devenir de la Historia. Aquí una en la que Alemania había ganado la II Guerra Mundial, allá otra donde la nave de Kal-El había aterrizado en Apokolips en lugar de en la Tierra. Pudo verse a sí mismo en una miríada de realidades, y más allá, incluso imágenes donde la Tierra había sido habitada por criaturas que nada tenían que ver con el carbono y la evolución. La atención de Mordru se centró en las barreras cuánticas que separaban las diferentes facetas del Hipertiempo. Cuando se derrumbasen, el caos generado modificaría el propio concepto de realidad...

-Mira hacia allí-ordenó Lytta, e incapaz de resistirse, el hechicero obedeció.

Y al instante, Mordru supo que había errado. Allí estaban los tiempos cauterizados, las líneas que habían sido consumidas por la Dama Estigia. Mordru había oído rumores de su existencia, pero jamás había tenido el valor de asomarse a los universos que según decían, habían sido devorados. Porque los pocos que sabían de la existencia del Hipertiempo, sabían también que este tenía su propio mecanismo de defensa, pues la existencia de demasiadas variables, siempre creciendo hacia el infinito, podría hacer que finalmente, todo el Hipertiempo se desmoronase sobre sí mismo.

La Dama Estigia, la Asesina de Dioses, la Destructora de Mundos, era el mecanismo que impedía ese evento. La Dama Estigia sellaba cuánticamente las líneas temporales en las que penetraba, las apartaba del continuo del Hipertiempo, y las hacía morir. Todos y cada uno de sus mundos eran devorados por el hambre infinita de la Dama, incapaces de crear nuevas líneas temporales que acrecentaran el Hipertiempo, castrando así sus posibilidades de reproducirse, de seguir formando parte de la gran construcción que era el Hipertiempo.

Y Extant había introducido a la Dama en su propio continuo, en su propia línea temporal.

-¡No!-exclamó Mordru, entendiendo por fin lo que tanto su yo más anciano como el espectro de Lytta le querían decir-. Volveré atrás en el tiempo y lo evitaré, el poder de Destino debería bastar para...

-No reharás tus planes, hechicero-le interrumpió Lytta-. Extant ha sido arrancado de su línea temporal, pero sabe que su destino es morir en un accidente aéreo por obra de Al Rothstein, así que no le importa someter a todo el Universo a eutanasia. Pero no permitiremos que tú derribes las barreras del Hipertiempo.

-¿Y cómo piensas evitarlo, fantasma?-rió Mordru, y en ese momento, siente que el aire a su alrededor crepita y se llena de presencias.

-No vengo sola-replicó ella, difuminándose. Y entonces, Mordru descubrió quienes le rodeaban.

-¡Legión! ¡A él!-ordena Cósmico.

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Navío de Hourman, Algún lugar de la corriente temporal.

-No entiendo nada de lo que está pasando-masculló Obsidian, aferrado a la baranda del enorme barco mientras olas de energía cronal parecían abrirse a su paso-. Estoy confundido, no sé cómo ha pasado todo esto...

Una inmensa ola centelleante estuvo a punto de hacer escorar el barco, pero la habilidad de Hourman, situado en el timón, evitó que los tres viajeros temporales fueran arrojados a la corriente.

-Nunca había visto esto-responde Hourman, tratando de ajustar el flujo de taquiones a su alrededor para proteger la nave-. Las distorsiones temporales abarcan siglos, y hay zonas de tal calma que si cayéramos en ella jamás podríamos salir...

-Tiempos muertos-interviene Penitente, envuelto en su capucha, situado en la proa de la nave, a pocos pasos de Obsidian-. El equivalente en la corriente temporal al Mar de los Sargazos1. Los primeros efectos de la aparición de la Dama Estigia en vuestro universo, el cierre de las fronteras cuánticas y la destrucción de la Línea Temporal. Aunque suene irónico estando aquí, no tenemos demasiado tiempo.

-Sigo sin saber qué hago aquí-protesta Obdisian-. Mis recuerdos... todo está hecho un lío...

-Porque no deberías estar aquí-responde Hourman-. Aunque el término "aquí" sea especialmente relativo en este barco. Hay trazos de taquiones rodeándote desde que llegaste a la Atalaya de la Liga cuando no tenías que estar allí. La gravedad de los taquiones deforma la realidad a tu alrededor y confunde los recuerdos de las personas que tienes cerca. Retuerces el continuo histórico, Obsidian, por eso nadie se dio cuenta de que estabas donde no tenías que estar.

-¿Pero por qué?

-Porque el tiempo se rompe-dice Penitente-. Y tú debiste caer por uno de esos desgarros en el tiempo.

-Recuerdo que hice algo en Milwaukee... algo por lo que debería sentirme culpable, pero... no hay nada claro en mi mente.

-Puedo resolver tus dudas...-comenzó a decir Hourman, pero Penitente le hizo un gesto negativo, y la criatura mecánica guardó silencio.

-Todo está mal desde que Trinity agujereó el Continuo-continúa diciendo Penitente-. Extant es una singularidad temporal, y fue atraído hacia la brecha creada por Trinity, que le arrancó de un momento previo a su muerte. La presencia de Extant y la energía caótica que emana han creado otras singularidades, como tu presencia aquí, Obsidian, pero lo más importante es que Extant ha manipulado la realidad para atraer a la Dama Estigia a nuestra línea temporal del Hipertiempo...

-¿Qué es el Hipertiempo?-preguntó Todd, y Penitente se volvió hacia Hourman.

-La verdadera estructura de la realidad-explica el robot-. En origen, todo puede ser y no ser. Schrödinger y Heisenberg estuvieron cerca en tu tiempo, Todd, pero no llegaron más que a intuir la profundidad de lo que estaban descubriendo. Imagina que existe un río, una corriente temporal original, pero este río se bifurca en docenas de afluentes, que a su vez, se vuelven a dividir en docenas de afluentes, y así tiende hacia el infinito. Cada evento importante en la corriente temporal genera uno de esos afluentes donde las cosas no han salido como en la principal. Si el gato de Schrödinger muere en la línea principal, vive en una de las secundarias. Con el tiempo, existen tantas líneas temporales que se superponen las unas a las otras, de forma que la línea original queda tan diluida que no se diferencia en nada de cualquier otra de las líneas temporales. La suma de todas estas posibilidades, separadas entre si por membranas cuánticas y en continua expansión, es lo que conocemos como Hipertiempo. Y sólo existe una forma de moverse entre las branas del Hipertiempo sin perderse.

-El Worlogog-interviene Penitente-. El mapa de la creación original, parte del cual es posesión de nuestro guía.

-Creo que no he entendido nada-dice Todd, encogiéndose de hombros-. Pero supongo que todo esto nos llevará a algún sitio. Quiero ayudar a la Sociedad, tengo la sensación de que hay algo que debo reparar. ¿Nos dirigimos hacia Atlantis entonces? ¿Vamos a luchar contra Extant?

-No de momento-responde Penitente-. Hay alguien más a quien tenemos que recoger en un momento muy puntual. Si los cálculos que he realizado son correctos, lo encontraremos en el lugar que antiguamente fue conocido como Washington, en el siglo LDXXII, rebotado desde el final del Tiempo...

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Thanagar.

-Capitana Thol-llamó uno de los oficiales, un joven llamado Karan Ashil, que apenas llevaba dos meses como parte del cuerpo de los Halcones cuando la Dama Estigia había hecho su aparición.

-Sí, oficial-respondió Shayera, dándose cuenta de que se había quedado traspuesta en un rincón de la cueva que les servía como refugio. Había estado mirando mapas, intentando encontrar un plan que les permitiera salir con vida de aquella situación, pero el cansancio la había vencido.

-No tenemos respuesta de tres de los cinco vigías-explica Ashil, con tono preocupado-. Están en silencio completo de radio. No hemos querido esperar más de un ciclo de vigilancia para informar, así que quizá sólo sea casualidad, pero...

-Nos han encontrado-afirma Shayera, incorporándose-. Da la alarma, Karan, la Legión Estigia está aquí.

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Black Adam no podía creerse lo que estaba viendo. Centenares de cuerpos muertos trepaban como insectos por las laderas de las montañas en las que Hawkwoman les había escondido, en tal cantidad que era como si el propio suelo se moviera bajo ellos, como si las montañas ondulasen. Y aquello era una sensación que le hacía sentir enfermo, como si su estómago amenazara con abandonar su lugar en su abdomen para brotar por su boca. Los susurros de los dioses instándole a huir tampoco hacían nada por ayudarle.

-¿Adam?

El monarca se giró para ver a Hawkgirl, que había volado hasta su lado. La muchacha llevaba su lanza atada en la espalda, entre las alas, y empuñaba dos inmensas armas de origen thanagariano que la ayudarían a luchar en la distancia. Por supuesto, él había rechazado utilizar cualquier tipo de arma.

-Los dioses quieren que huyamos de aquí-dijo Black Adam, y Kendra sonrió.

-¿Y nos ofrecen algún lugar al que ir?-respondió la muchacha, con una sonrisa amarga.

-Ni siquiera ellos lo tienen. Afirman que estamos todos condenados.

-¿Y qué vamos a hacer?

-Aquello para lo que estamos preparados. Luchar.

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Atlantis, Agujero Brana Dimensional.

Los ojos de Garth resplandecieron violáceos, y los pliegues cuánticos que le sostenían prisionero en su cruz hueca, se rompieron. Apoyado los brazos en los huecos, consiguió salir de su prisión, y saltó fuera, cayendo a los pies de la columna. Trató de ser lo más silencioso posible, pero fue inútil, dos de los guardias se dieron la vuelta y le vieron agazaparse al pie de su prisión. El sonido de las caracolas atlantes arrancó ecos por todo el agujero brana.

-Estupendo-gruñó Tempest-. La operación de fuga más corta de la historia,

Dos rayos de color violeta brotaron de sus ojos, impactando en los guardias, que cayeron al suelo conmocionados, mientras él se daba la vuelta y corría hacia el interior del palacio, hacia las salas donde estaban encerrados sus compañeros. Sus pasos resonaron en las amplias estancias de mármol, mientras pasaba bajo imágenes de dioses con cráneo de pulpo y líquenes fosforescentes.

-¡Príncipe Garth de Shayeris, deteneos!-ordenó un capitán de la guardia, apareciendo junto a su regimiento, pero Tempest ni siquiera se detuvo mientras lanzaba un nuevo hechizo. Hubiera preferido conservar el máximo de sus fuerzas para lo que tenía que hacer más adelante, pero si no llegaba, todo sería inútil, así que de nuevo recurrió a su magia, y de repente, los atlantes se encontraron a sí mismos contemplando el vacío, mientras él aparecía en el centro de la sala, donde los miembros de la JSA estaban inmovilizados en los pliegues cuánticos de Extant.

-Muy bien-siseó, y de inmediato, comenzó a recitar los salmos del hechizo para el que se estaba reservando. El aire crepitó, y sus ojos resplandecieron de nuevo... justo antes de que sus palabras quedaran trocadas por un alarido de dolor y cayera al suelo. Tras él, con las manos aún crepitantes de energía, estaba Extant.

-Buen intento, niño-gruñó la criatura del Caos-. Pero inútil.

Tempest se revolvió en el suelo, y dos rayos ópticos de color púrpura volaron desde sus ojos, pero se desvanecieron antes de alcanzar a Extant, que se limitó a extender una mano hacia el atlante, y ver cómo la energía caótica se estrellaba de nuevo contra él con tanta fuerza que le levantó al menos metro y medio del suelo y le hizo estrellarse junto al pedestal que sostenía a Átomo. Parte de su cuerpo estaba completamente abrasada.

-Ponedle en uno de los pedestales-ordenó Extant a los guardias atlantes que habían entrado tras él-. Y llevad a Wildcat junto a Centinela. Si el atlante no está en condiciones de ser testigo del fin del mundo, que lo sea el entrenador de toda esta escoria.

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Observó atentamente como los guardias atlantes cancelaban el pliegue cuántico alrededor de Ted, y cómo le sacaban de la sala, mientras otros atlantes ponían a Tempest en el pedestal que antes ocupara Wildcat. Al instante, el joven hechicero atlante quedó inmovilizado. Simplemente viendo los efectos, supo lo que estaba ocurriendo, cerrojos cuánticos que bloqueaban los quarks subatómicos, reduciendo así prácticamente a la inexistencia a aquellos atrapados en ellos. Pero lo que más le sorprendió fue verse a sí mismo dentro de su propio pliegue cuántico, sobre un pedestal, con aspecto indefenso.

Tenía suficiente capacidad deductiva para saber lo que había ocurrido. Tempest había reunido magia suficiente como para escapar de su propia prisión, fuera cual fuera, y había llegado a la sala donde el resto de la JSA estaba atrapada. Extant, pensando que su objetivo era liberar a la Sociedad, lo había detenido, pero se equivocaba. Tempest nunca intentó liberar a la JSA, sólo había roto uno de los pliegues cuánticos y había sustituido a su prisionero por una imagen ilusoria, algo mucho más sencillo que romper todos los pliegues.

-Bien, muchacho-masculló Ray Palmer, escondido tras el pedestal cuántico que atrapaba su propia imagen ilusoria-. ¿Y qué esperabas que hiciera?

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1.- El Mar de los Sargazos es como se conocía a la zona del Atlántico situada entre los meridianos 70º y 40º O, y los paralelos 25º a 35º N. Se caracteriza por la frecuente ausencia de vientos y corrientes marinas, así como por la proliferación de algas y plancton que generaban bosques de superficie.

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JUSTICIA PARA TODOS

Avanzamos en la Guerra Estigia. Mordru se las tiene que ver con la Legión de Superhéroes; Black Adam, Hawkgirl y Hawkwoman se enfrentan a la Legión Estigia; Átomo está solo frente a Extant... y en el próximo número ¡el regreso que todos estabais esperando! (O eso espero...)

 
 
   
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