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PORTADA
Ellos fueron los primeros. Fueron leyenda, y luego fueron olvidados. Ahora han vuelto... para ser más grandes que nunca.
 
JSA

JSA #44
La Guerra Estigia IV
Un sueño de ti

Guión: Tomás Sendarrubias

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Thanagar.

Enjambre.

Kendra nunca tuvo miedo de los insectos, y de hecho, incluso cuando era pequeña consideraba cualquier tipo de fobia a esas pequeñas criaturas como algo absurdo. Había gastado numerosas bromas a su mejor amiga de la infancia, Terry McGillan debido a la aracnofobia que siembre había padecido, algunas de ellas incluso crueles.

En esos momentos, Kendra sólo pensaba en llamar a Terry y pedirle perdón por todo aquello. Mientras la Legión Estigia se arremolinaba alrededor de los refugiados thanagarianos, Hawkgirl sólo podía pensar en insectos de numerosas patas desafiando a la ley de la gravedad, los cuerpos muertos de los vencidos por la propia Legión escalando sólo con manos y pies las paredes verticales que rodeaban el refugio. Algunos de ellos, como gigantescos avispones, habían retenido la inteligencia (o el instinto) suficiente como para seguir utilizando sus alas y arneses de Metal Nésimo, y se acercaban volando de forma errática.

-Son como polillas-gruñó Hawkgirl, viendo como las primeras oleadas se estrellaban con las barreras electromagnéticas que habían puesto los thanagarianos alrededor del perímetro. Los cuerpos muertos de las víctimas de la Dama Estigia estallaban en llamas eléctricas y quedaban reducidos a cenizas, pero había más para sustituirles, más criaturas muertas y más insectoides estigios que se limitaban a repetir el nombre de su señora una y otra vez en los miles de idiomas del Universo.

Adam asintió, pero más allá de las murallas electromagnéticas, su mirada se clavaba en el horizonte. La guardia thanagariana que estaba junto a él repetía ese mismo gesto continuamente, pero ninguno rompía el tenso silencio.

-El área doce-susurró uno de ellos, y de inmediato, antes de que los thanagarianos hubieran dirigido hacia allí sus armas, Black Adam voló hacia esa zona, donde la Legión Estigia había sobrecargado la barrera, y corrían como arañas sobre la pared casi vertical. Los puños de Adam cayeron sobre ellos como martillos, rompiendo hueso y cartílago, arrojando restos por doquier, arrancando rocas de la ladera que cayeron sobre los thanagarianos convertidas en polvo. En sus oídos, los dioses gritaban.

-¡Área ocho!-grita Kendra, y al instante, apunta hacia la zona un rifle cañón ancho. Un proyectil metálico sale disparado del rifle, y estalla en el centro de una escuadra de criaturas insectoides que habían conseguido derribar una de las balizas electromagnéticas. Un estallido sordo golpea a los thanagarianos cuando el proyectil de Kendra genera un campo de presión que aumenta la gravedad en la zona a 300G, reduciendo a pulpa a aquellas criaturas.

El zumbido llegó desde todas direcciones al mismo tiempo, y los thanagarianos sintieron al momento que una sensación gélida se aferraba a sus corazones. Kendra trastabilló y estuvo a punto de caer de rodillas mientras todas y cada una de sus dudas volvía a surgir, mientras cada uno de sus recuerdos dolorosos golpeaba su memoria, cada uno de los amores perdidos, los amigos olvidados, los momentos no vividos volvían a aparecer como misiles en su mente.

A unos pasos de ella, Black Adam cayó al suelo, tratando de enfocar su mirada, húmeda por las lágrimas. Escuchaba la voz de su mujer y de su hijo llamándole, pidiéndole que se reuniera con ellos.

-¡Kendra!-gritó, pero ella no le escuchaba. Sus manos arañaban el suelo, una de sus uñas se partió por la raíz.

Los guerreros ya no estaban preparados para luchar. Adam, incapaz de moverse, víctima de sus propios recuerdos, asistía inerme a como las criaturas estigias se acercaban a ellos, siseando el nombre de su señora.

Adam cerró los ojos, y por primera vez en su larga vida, se rindió.

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Un chasquido sacó a Black Adam de su pesadilla, y volvió a abrir los ojos. Una inmensa nave cromada volaba sobre el refugio, y varios rayos tractores barrían la zona, trasladando a los thanagarianos al vientre de la nave, afilada como una daga. Y una criatura había aparecido delante de Adam, protegiéndole de las criaturas estigias. Un ser de tres metros y medio de altura y ojos rojos, todo filos, agujas y campos magnéticos de protección.

-¡A la nave!-ordenó desde el interior de la criatura una voz que a Adam le resultaba familiar pero era incapaz de ubicar. Y sin embargo, sabía que era su única alternativa. Los dioses de miles de mundos le gritaban en los oídos para que huyera. Las hojas de la criatura desmiembran a varios de los seres, y el zumbido se hace aún más alto. Un rayo tractor alcanzó a Adam, y sintió como el suelo se alejaba de él a toda velocidad. Tras él, la criatura afilada saltó al mismo rayo, y a sus pies, la Legión Estigia observaba su partida en silencio. Sin furia, sin rabia, sin sensación de pérdida. Sin nada.

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Adam abrió de nuevo los ojos, y se encontraba en lo que parecía ser una zona de carga de la nave. A su alrededor, se encontraban los últimos refugiados de Thanagar, junto a Hawkgirl y la criatura de las púas y las cuchillas. Con un silbido, el pecho de la armadura se abrió, y emergió Shayera Thol, ataviada sólo con un fino traje verde claro, tan ajustado que parecía estar desnuda. Hawkwoman se desconectó los anclajes cibernéticos, y salió de la armadura.

-¿Qué...?-masculló Kendra-. ¿Qué ha...?

-Así nos vencieron-replica Shayera-. Nos robaron las fuerzas, las ganas de luchar, el honor y las ganas de vivir. Nos dejaron solo dolor y un inmenso vacío.

-Lo conseguiste-susurra Adam, mirando a su alrededor. Shayera asintió, extendió las manos, y un holograma apareció proyectado en las paredes, tan realista que pareció que la nave se hubiera vuelto transparente, permitiéndoles ver como el planeta se alejaba a toda velocidad de ellos.

-Bienvenidos al Belaajir Aral-dijo Shayera, extendiendo los brazos-. Hace mucho tiempo fue el orgullo de la flota militar thanagariana, hace mucho tiempo que se convirtió en una reliquia. Y hoy, puede ser la única nave de todo Thanagar capaz de viajar a velocidad superluminal con tripulación orgánica.

-Algún día...-comenzó a decir Hawkgirl, mirando el planeta que se desvanecía tras ellos, pero Hawkwoman la interrumpió con un gesto, mientras sus ojos se clavaban en Thanagar, ahora poco más que un globo gris y azul del tamaño de un puño en el holograma ambiental.

-No lo digas, Kendra Saunders-dijo Shayera-. No haremos ese juramento. Si hay algún lugar para los últimos supervivientes de Thanagar, está ahí fuera, no aquí.

-General Thol-intervino uno de los soldados, un joven que parecía estar tragándose las lágrimas y que apenas aparentaba edad como para haberse graduado en la escuela militar-. ¿A dónde nos dirigiremos ahora?

Shayera guardó silencio unos instantes, y luego miró hacia Adam y Kendra.

-Vamos a la Tierra.

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Navío de Hourman, Algún lugar de la corriente temporal.

-Estamos llegando-anunció Hourman, rompiendo el silencio que desde hacía un buen rato (al menos en tiempo relativo) reinaba en la cubierta de su barco temporal. Obsidian y Penitente alzaron la mirada y la clavaron en el horizonte, donde entre las brumas del tiempo, comenzaba a vislumbrarse su destino.

-Washington, siglo LDXXII-dijo Penitente-. Justo después de la IV Guerra Tao-Islamista y de la colonización del sistema Deneb. La Fundación Hayler-Hannon ha iniciado la construcción de la Cuarta Isla, y una plaga de peste Saight ha barrido el norte de lo que en un tiempo se llamó Europa.

-Que Dios nos libre de vivir tiempos interesantes-gruñó Obsidian.

-Sujetaos-ordenó Hourman-. Vamos a entrar en fase con el momento temporal predeterminado...

Antes de que los otros dos viajeros pudieran agarrarse a nada, todo el barco tembló al abandonar la corriente temporal y entrar en un punto concreto de esta. Obsidian estuvo a punto de salir despedido sobre la baranda, pero Penitente fue lo bastante rápido como para sujetarle por un brazo y devolverle a la cubierta, al amparo de los campos antientrópicos que se ajustaban al cepo del Tiempo.

-¡Cuidado!-exclamó Todd, volviéndose hacia Hourman, pero de inmediato se dio cuenta de que algo no iba bien. El androide luchaba con el timón, que parecía resistirse, y había algo oscuro alrededor de ellos, algo que convertía el aire en una sustancia densa, casi espesa.

-¡Raederas!-gritó el androide, y Obsidian se alza a tiempo de ver una extraña imagen que jamás conseguiría arrancarse de la memoria. Frente a ellos, en fase temporal, se encontraba el Monumento Washington, uno de los pocos signos de la Vieja América que había sobrevivido al paso del tiempo, aunque ahora se encontraba rodeado de inmensas construcciones de aspecto cristalino y campos de fuerza y contención para que la atmósfera no escapara de la desastrosa gravedad de la zona, colapsada por el Gran Incidente del 53. Pero había algo más. El aire estaba difuminado, desvaído, y los colores apagados. El sol brillaba en el cielo, pero parecía más una canica roja que un verdadero astro, como si algo le hubiera robado toda la energía. Y había algo allí, algo que parecía vibrar en el aire, como una calima oscura que enturbiaba algunas perspectivas.

Una oleada de deja-vu hizo que Todd cayera de rodillas, pero aún así pudo ver una distorsión que atravesaba el espacio sobre ellos, pero dos emanaciones de luz blanca brotaron de las manos de Penitente, extendiéndose por la distorsión como si fuera un relámpago en una noche de tormenta.

-¿Qué es eso?-masculló Obsidian, aún sintiendo que todo zozobra a su alrededor.

-Alimañas de la corriente temporal-explicó Hourman, mientras los sistemas de nanotecnología del barco generaban dos grandes cañones a estribor y babor, que de inmediato comenzaron a disparar haces de plasma contra las distorsiones, manteniéndolas a raya. El sonido que provocaban estas, incluso cuando no se acercaban amenazaba con enloquecer a Todd-. Normalmente no se internan en el tiempo fijo, pero las distorsiones provocadas por la Dama Estigia...

-Si devoran este momento, estará todo perdido-masculló Penitente, encaramado en la proa del barco como si de un mascarón se tratara.

"Ven, ven, cede y ven..."

Las palabras resonaban en la mente de Todd, que tuvo la sensación de que su cerebro iba a licuarse y salirse por la nariz y los oídos.

-¡Quieto!-gritó Hourman, arrojándose hacia Obsidian, y de la palma de una de sus manos brota un ingenio de nanotecnología que se hundió en el cuello de Todd, que recuperó en ese mismo momento la conciencia, dándose cuenta de que había estado a punto de salir del barco.

Una nueva oleada de déjà-vu sacudió a los tres viajeros temporales, y los tentáculos de una de las raederas oscilaron sobre ellos. Penitente alzó las manos y el aire se espesó sobre ellos, aunque los tentáculos resquebrajaron el improvisado escudo, poniendo a Penitente de rodillas y obligándole a lanzar un gemido.

-No hay tiempo para esto-gruñó Hourman, y Obsidian, en respuesta alzó los brazos, y las sombras brotaron de su interior, zarcillos oscuros que se enredaron en los tentáculos turbios de las raederas, apartándolas del barco mientras el androide ayudaba a Penitente a incorporarse.

-Yo te daré tiempo-masculló Todd, mientras la oscuridad se extendió por todo el entorno.

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Atlantis, Agujero Brana Dimensional.

Tiempo atrás, Mera había pasado largas horas apostada en aquella ventana de cristal de cuarzo, observando una amplia sima que había rodeado aquella zona de Atlantis. Desde allí había contemplado las sinuosas danzas de los bancos de peces, había vislumbrado criaturas de las profundidades que habrían aterrorizado a cualquier humano que los hubiera visto.

Ahora, desde el ventanal, apoyada en una baranda tallada con imágenes de criaturas marinas, Mera sólo podía ver el vacío grisáceo que les envolvía por doquier, tan plano y carente de dimensión que tenía la sensación de estar contemplando un papel en blanco. Con lágrimas picándole en los ojos, Mera se apartó de la baranda y corrió una pesada cortina que ocultó la ventana. Aquella vista le destrozaba el corazón, y llevaba tanta angustia dentro... "Ojalá Garth no nos hubiera salvado", pensaba continuamente, deseando haber compartido el destino de aquellos que quedaron fuera del alcance del hechizo de Tempest, los que murieron durante el ataque de Imperiex. Pero el hechizo de Garth había funcionado, probablemente no como él había esperado, pero parte de Atlantis había sido lanzada al vacío entre las dimensiones, donde habían sido contactados y esclavizados por Extant.

-Reina Mera...

Mera se maldijo a sí misma por su distracción mientras buscaba el lugar del que venía la voz. En un rincón de la habitación, Ray Palmer recobró su tamaño normal.

-Doctor Palmer...-masculló la reina Mera, apresurándose entonces a asegurarse de que las puertas de la sala estaban cerradas. Extant había respetado hasta ese momento los aposentos de la reina, pero no sabía si iba a mantener esa costumbre mucho tiempo-. Me alegro de que haya conseguido escapar, pero no debería estar aquí, Extant no...

-No voy a huir, majestad-la interrumpe Ray-. Porque si Extant consigue lo que quiere, no habrá donde escapar, nuestro universo ya ha sido condenado. He visto los instrumentos de Extant, sé lo que está pasando ahí fuera. Las branas cuánticas del universo han sido selladas, la fuerza gravitacional ha comenzado a reducirse. La línea temporal se ha vuelto rígida, y luego ha comenzado a derrumbarse sobre sí misma. Ahí fuera, en nuestro mundo, el mañana puede haber dejado de existir. Lo que Extant ha desatado es un cáncer para el universo, Mera, y no creo que podamos hacer nada para evitarlo.

-Debo pensar en mi pueblo, doctor Palmer. Cada uno de ellos es mi responsabilidad.

-¿Eso es lo que hubiera hecho Arthur? Él no se sacrificó sólo por Atlantis, majestad, lo hizo por todo un mundo.

-No podemos detener a Extant.

-No, no podemos. Pero podemos morir haciendo aquello que hemos hecho siempre. Podemos morir luchando.

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Mundo de los Hechiceros, Siglo XXXI.

Fue Cósmico quien lanzó el grito de ataque, pero el primero que golpeó a Mordru fue Relámpago, siempre rápido de obra y pensamiento. El rayo golpeó al hechicero, arrancando terrones de roca de sus pies y lanzándole a varios metros de distancia. Antes de que tuviera tiempo de reaccionar, el gigantesco puño de Colosal le aplastó contra el suelo, y el mago sintió que le estallaban los huesos y los cartílagos. Cósmico utilizó sus poderes magnéticos, y los metales del suelo se enredaron en los restos del mago, reforzado por el poder gravitacional de Estelar.

-¡Solar!-gritó Cósmico, y Dirk Morgna lanzó sendos rayos de fuego contra Mordru... pero las llamas no llegaron a tocarle. Los aros de metal se convirtieron en aire, y las heridas del hechicero se restañaron con el poder del Yelmo de Destino.

-¡¡NO CONSENTIRÉ ESTO!!-aulló Mordru.

Las energías mágicas le envolvieron, y una decena de dagas de luz brotaron de sus manos. Los escudos de Cuántico pudieron detener algunas de ellas, pero tres se estrellaron en Colosal, que se tambaleó y cayó con los ojos en blanco, y hubiera aplastado a Elemental y Sensor si Estelar no hubiera utilizado sus poderes para detener su caída. Saturn Girl lanzó un ataque telepático que debería haber hecho que las neuronas de Mordru estallasen como fuegos artificiales, mientras Lobo Gris saltaba directamente sobre el mago. El guerrero se convirtió en cristal, y Imra Ardeen se vio de pronto encerrada en una burbuja de fuerza que le impedía respirar, y que hubiera acabado con ella asfixiada si Devorador de Materia no hubiera podido romper los enlaces moleculares.

-Nos va a masacrar...-masculló Estrella del Alba, y a su lado, Brainiac 5 negó con la cabeza.

-Ella nos indicará el momento-dijo el coluano, observando la batalla a través de unos binoculares futuristas-. Relámpago, hueco a la izquierda...-ordenó, transmitiendo la información por las conexiones de los anillos de la Legión. Soñadora estaba a escasos pasos de ellos, con los ojos cerrados y protegida por Fuego Salvaje, mientras ante ellos, la Bruja Blanca recitaba un repetitivo mantra, ocultándoles de las percepciones místicas de Mordru.

-Aún no entiendo por qué el hechicero no nos ha machacado ya-gruñó Fuego Salvaje, y Brainy señaló la silueta que oscilaba sobre el campo de batalla, mientras un agujero se abría en el suelo, tragándose a Elemental y Triplicada, la fantasmal imagen de Lytta Hall.

-Porque ella le impide vernos-respondió el coluano.

-¡Ahora!-gritó repentinamente Nura Nal, abriendo los ojos, y señalando hacia la batalla. Allí, un hechizo de Mordru ha dejado fuera de combate a Cósmico, Relámpago y Estelar.

Con un rugido, Fuego Salvaje voló a toda velocidad hacia Mordru, haciendo arder la propia atmósfera a su paso, convertido en un meteoro incandescente. El hechicero se volvió hacia él, alzando escudos para protegerse, pero detrás de él volaba Estrella del Alba, sosteniendo en las manos un pequeño ingenio que dejó caer sobre el escudo de Mordru, estallando en luz.

-¿Luz?-gritó Mordru-. ¿Pensáis detenerme así?

-No, Mordru-respondió Lytta-. Ya te hemos detenido.

El hechicero empezó a reír, pero su risa se cortó en seco cuando un alarido brotó de su garganta, ahogándose en su propia sangre.

Mordru trastabilló y cayó de rodillas, llevándose las manos a la cabeza, y dos hilos de sangre cayeron desde sus oídos.

-Fuera-susurró la Bruja Blanca, y con un pequeño centelleo, su compañera, Violeta Menguante, apareció en sus manos, creciendo hasta alcanzar el tamaño de un colibrí. Estaba llena de sangre y restos del interior de Mordru.

-Idiotas-gruñó-. Nunca se dan cuenta de cualquier escudo que deje pasar la luz, permitirá el paso de cualquier cosa del tamaño de un fotón.

-Demos las gracias por su descuido-masculló Brainiac-. ¡Fuego! ¡Estrella!

Un rayo de fuego cayó desde el cielo, impactando directamente en Mordru, abrasando su cabello y su barba y cristalizando la tierra alrededor de él, y Estrella del Alba cayó en picado, arrancando a toda velocidad el Yelmo de las manos del hechicero. Con una sonrisa sarcástica, Brainy desplegó sus manos ante él, activando un panel holográfico, y señaló una de las opciones, transmitiendo después unas coordenadas. Alzó sus ojos al cielo cuando la nave de transporte de la Legión cumplió sus órdenes, y vio un proyectil que caía en arco desde el cielo, trazando una elipse que le llevaría a alcanzar directamente a Mordru a dos veces la velocidad del sonido. Sin embargo, antes de alcanzarle, el objeto, semejante a una lanceta, estalló, desgajándose en mil piezas que se reformaron alrededor del hechicero formando un cubo perfecto que se ensambló a sí mismo, cerrándose de forma hermética y emitiendo un suave zumbido.

-¿Qué es eso?-preguntó Soñadora, y Brainy sonrió.

-Una celda de redundancia cíclica-respondió-. Un sistema de encarcelamiento que multiplica hasta el infinito sus propios sistemas de seguridad. Una Caja de Moebius. Nos servirá para almacenarle en Takron-Galtos hasta que el universo se colapse sobre sí mismo... lo que si todo sigue así, no tardará en pasar. Estrella, ¿cómo están los demás?

-Nada que la Bruja Blanca, Destino y unas semanas de cirujano en el automed no puedan solucionar-replicó Estrella del Alba-. Los hechizos de Mysa y Lytta funcionaron, si no, nos habría machacado.

-Nos ha machacado con protecciones y todo-masculló Fuego Salvaje.

-Ahora está controlado-respondió la Bruja Blanca, caminando junto a su hermana hacia Estrella del Alba, que aún sostenía el Yelmo de Destino, y Lytta, que oscilaba junto a ella-. No hay emanaciones mágicas de la trampa de Moebius.

-¿Acaso lo dudabas?-siseó Brainiac 5-. Supongo que el problema es que Mordru te dejó sin cuerpo, Hipólita. Utilizó tu masa para rehacer su cuerpo, tendríamos que realizar muchos experimentos para...

-No es problema-interrumpió Lytta, el cuerpo no es más que una vaina, y con el Yelmo tengo poder mas que suficiente para recrearme.

Mysa Nal soltó el Yelmo, que flotó en el aire, envuelto en luz dorada, mientras la figura etérea de Lytta Hall se iba haciendo cada vez más tangible, más corpórea. Los rayos de luz dejaron de atravesarla y comenzó a proyectar sombra, sus contornos de recortaron, y descendió hasta que sus pies tocaron de nuevo el suelo, doblando la hierba bajo su peso. Tras unos segundos, Lytta Hall sostenía en sus manos el Yelmo de Destino.

-¿Cómo pudiste mantener tu integridad?-preguntó Brainy, sin apartar la vista de su panel holográfico, donde revisaba las lecturas que recibía del continuo espacio-tiempo-. Mierda, el siglo LXII acaba de desaparecer.

-Me refugié en mis sueños-respondió Lytta-. Pude esconderme de Mordru, y desde allí, me ayudaron a enviar los mensajes admonitorios a Soñadora.

-Sueños con mil años de distancia...-masculló Mysa, y Nura Nal asintió-. El poder mágico para ello...

-No fue mío-sonrió Destino.

-¿Qué?-preguntó Mysa, pero Destino no pudo responder, pues una imagen pálida, de profundos ojos azules, apareció ante ellos-. Hy´el ne´emsy!-exclamó la Bruja Blanca, cayendo de rodillas, gesto que al mismo tiempo imitó su hermana.

-Sólo Sueño, de los Eternos-respondió la figura, volviéndose luego hacia Lytta con una sonrisa tenue-. O Daniel, para unos pocos. La actual portadora del Yelmo de Destino no me es desconocida1.

Una lágrima corrió por el rostro de Lytta, que asintió.

-Una escena encantadora-masculló Brainiac-. Pero el Universo sigue viniéndose abajo. Mordru no derribará las barreras del Hipertiempo... pero la Dama Estigia sigue en tu tiempo, Hipólita Hall. Debes volver y ayudar a los tuyos.

-Quizá deberíamos ir con ella-intervino Soñadora, pero el coluano negó con la cabeza.

-No. Con la inestabilidad del Continuo, no me atrevo a realizar una cronoportación masiva. Espero que la magia de Destino sea suficiente como para evitar que el Continuo se desgaje aún más cuando lo atraviese desde aquí al siglo XXI.

-Esperad-dijo Sueño, de los Eternos, y tendió una mano hacia Destino, abriéndola para revelar una gema, una piedra de color ámbar-. Es la Piedra del Águila-explicó-, una de las piedras en las que infundí el poder de los Sueños cuando la creación era aún joven. Durante mucho tiempo ha permanecido lejos de la Teluria, del mundo físico, pero en estos, los que pueden ser los últimos días antes del Fin, creo que debe volver a llevar la esperanza de los Sueños a los mortales. Ten, Hipólita Hall, llévala con orgullo.

-Lo haré-respondió Lytta, tomando la piedra de la mano de Sueño, de los Eternos, que de inmediato, se difuminó hasta desaparecer.

-Lytta Hall, ¿qué te une al Dador de Formas?-masculló Soñadora, pero Destino negó con la cabeza, apretando la piedra contra su pecho.

-Esa historia es sólo mía, Nura Nal-susurró-. Solamente mía.

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Navío de Hourman, Algún lugar de la corriente temporal.

Todd Rice notaba que su mente se desgarraba, pero la oscuridad estaba consiguiendo detener a las raederas, y el tiempo a su alrededor parecía haberse estabilizado, o al menos, no parecía deshacerse tan deprisa. En una ocasión una de las raederas había roto dos de los campos de contención del barco, iniciando una rápida descomposición en parte del casco del navío, hasta que Hourman había conseguido rechazarlo convertido en un enjambre nanotecnológico, bombardeándolo con impulsos Kepler de tiempo coherente que deshicieron el tejido de la raedera el tiempo suficiente como para que Penitente pudiera reponer los campos.

-Ya está aquí-masculló Hourman, con sus ojos conectados al espectro taquiónico al ver un pico de crecimiento de incertidumbre y una alteración electromagnética de amplio espectro en el horizonte de suceso temporal: algo viajaba hacia atrás en el tiempo, desde el futuro hacia ellos.

-Haz lo que tengas que hacer-ordenó Penitente-. Pero hazlo rápido.

-¿Eso ha sido ironía?-farfulló Hourman, pero su compañero no respondió, y corrió junto a Obsidian, que había caído de rodillas. Rayos de luz blanca hendieron la oscuridad, y las raederas gritaron.

La colonia de nanotecnología inteligente que era Hourman extendió sus redes de taquiones, reforzó los campos de contención E-M, y ajustó los cronosensores. Sabía que tenía menos de un instante para lo que iba a necesitar hacer, sólo tendría una oportunidad, y restringida a una cantidad de tiempo tan pequeña que era imposible de imaginar, lo que se había llamado "Tiempo Planck", 10-44 segundos. Si lo perdía, no habría una segunda oportunidad. Reforzó el continuo con gel/Eusheuer (por el nombre del científico alemán que en el siglo XXIII había descubierto el índice de conexión T-E en longitudes cuánticas), que hacía más espeso el fluido del continuo, lo que acrecentaría sus posibilidades de obtener su objetivo en un 0´873 %. Aún así, era una probabilidad ínfima, y probablemente, si fallaba, todo el universo estuviera condenado. Con un impulso mental, lanzó el anzuelo E/M y se desvaneció, creando una singularidad temporal en el centro de los campos de contención que hizo que todo el navío temblara. Las raederas gritaron con lo que parecía un júbilo mal contenido, y Obsidian gritó con ellas, sintiendo que su propia existencia se desgarraba. La luz de Penitente le envolvió, restableciendo su cohesión, dando orden al caos que era el ataque de las raederas, y el enigmático embozado dirigió su mirada al contador del panel de Hourman. El tiempo de intervención de Hourman llegaba a su fin, si no aparecía...

Hubo un parpadeo y un sonido viscoso cuando Hourman cayó (esa fue la impresión que le dio a Penitente, aunque lo cierto sería que más bien apareció) en la cubierta del barco, impregnado de una sustancia gelatinosa y envolviendo algo con sus brazos y su capa. En cuanto los sensores del barco detectaron la presencia del androide, hubo un flujo de taquiones, y la nave se desgajó del momento, arrojándose al continuo fluido. Obsidian cayó de rodillas, aturdido, y Penitente suspiró. Las raederas ahora ya no podían alcanzarles.

-¿Estás bien?-preguntó Penitente, y Obsidian negó con la cabeza.

-No, pero mejoraré. ¿Hourman?

-Está aquí. Creo que lo ha conseguido...

Penitente y Obsidian se acercaron a Hourman, pero el androide parecía haberse desplomado sobre su captura, y les resultaba imposible verla. Penitente se arrodilló junto a él, y le puso una mano en el hombro. El androide reaccionó de inmediato, disolviéndose en lo que parecía ser un millar de insectos nanotecnológicos, y volviéndo a montarse a un par de pasos de allí. Obdisian abrió los ojos de par en par al ver a la persona a la que Hourman había rescatado de la corriente temporal.

-En línea-dijo Hourman, revisando de inmediato los parámetros indicados en los paneles de la nave, y lanzando una sonda de reconocimiento médico a su "invitado".

-¿Esta...?-masculló Obsidian, pero Hourman negó con la cabeza.

-Vive, pero tuve que sedarle para traerle a la nave-explicó en androide-. Con su metabolismo, en un par de minutos estará despierto y funcional. Volvemos al Siglo XXI.

-Estupendo-masculló Obsidian-. ¿Y en qué se supone que va a ayudarnos Jay Garrick?

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1.- Supongo que el motivo de esta cercanía es conocido para todos, ¿verdad? ¿VERDAD?

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JUSTICIA PARA TODOS

¡Jay Garrick está aquí! Je, je ,je. Sí, ha vuelto, como estaba previsto desde su desaparición (por eso nunca se ha hablado de la muerte de Jay), y está aquí para quedarse... suponiendo que el mundo mundial no se desplome sobre sí mismo. El tema de Mordru se ha resuelto... pero Extant y la Dama Estigia aún tienen mucha historia por delante... ¡en el próximo número!

 
 
   
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