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En el día más brillante, en la noche más oscura ningún mal escapará a mi vista. Que los que adoran el mal teman mi poder, la luz de... ¡Linterna Verde!
 
Linterna Verde vol. 3

LINTERNA VERDE #152
Historias del Cuerpo II
Guión: Ben Reilly
Portada: Israel Huertas

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Anteriormente en Linterna Verde: El Cuerpo de Linternas Verdes ha renacido en Oa bajo la dirección de John, Kyle, Guy y otros viejos conocidos pero nuevos enemigos se presentan en el horizonte...

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Rose Jones buscó a tientas el despertar intentando apagar la maldita melodía salida de los más profundos pozos del infierno. A la tercera intentona, y después de tirar el baso de agua que normalmente posaba sobre la mesilla de noche, logró apagarlo. Se levantó de la cama aún perezosa y se dirigió al cuarto de baño aún con los ojos cerrados. A tientas, logró encontrar la llave de la luz, lo cual en su momento parecía buena idea pero cuando la aún escasa intensidad de la luz le hacía daño en los ojos, descubrió que había tenido ideas mejores. Contemplar la maraña que era su pelo tampoco la ayudó en su despertar. Hoy se suponía que tenía una reunión muy importante en el trabajo y aún tenía que ir a buscar su coche que estaba en el taller.

- Oh mierda. Las notas...

Fue corriendo hacia su cama. Si no recordaba mal se había dormido repasándolas y las había dejado encima de la mesa... justo al lado del vaso de agua que acaba de tirar en sus intentos por despertarse. Las páginas, escritas a mano, estaban totalmente echadas a perder. Las cogió en las manos desesperada intentando inútilmente salvar lo que quedaba de ellas cuando reparó en otro objeto que estaba sobre la mesilla. Se trataba de un anillo totalmente dorado de singular forma y que tenía un extraño emblema.

- Que yo recuerde ayer no bebí nada...

Pensó en toda la gente que había traído hasta su cuarto en esta última temporada pero descartó la idea de que el anillo perteneciera a alguno de ellos... al fin y al cabo era difícil no haber reparado en el reluciente anillo en un año. Cogió el anillo y lo miró fijamente antes de ponérselo en el dedo. Le estaba grande pero con un breve resplandor el anillo se ajustó perfectamente a su dedo. Presa del pánico (aunque más bien había quedado un poco flipada) intentó quitarse el anillo pero parecía haberse quedado atascado y entonces todo se volvió aún más raro.

- INICIANDO TRANSPORTE -dijo el anillo-.

- ¿Transporte? ¿Transporte a dónde? ...¿Y cómo es que hablas?

Sintió que su carne y su mente se doblaban y cerró los ojos por puro miedo. Segundos después, cuando vio que no había pasado nada, abrió los ojos y descubrió que ya no estaba en su diminuto cuarto de Nueva York (lo cual, en perspectiva no estaba tan mal si considerabas lo que pagaba de renta y espacio disponible para vivir) si no que estaba en el suelo de algún lugar no especialmente agradable en cuanto a clima, con un anillo en el dedo y vestida con un pijama de las Supernenas.

- Hola -dijo una voz a su espalda. Rose se giró para verla y descubrió a una alienígena de piel azulada que vestía un traje amarillo y blanco-. Y no te preocupes por eso...

- ¿Por lo qué...BLUOAG

Rose sintió que su estómago había decidido expulsar todo lo que tenía dentro. Cayó de rodillas y vomitó lo poco que tenía dando gracias de no haber tenido tiempo de desayunar. De pronto estaba muy mareada.

- El cambio al universo de antimateria siempre es difícil... y más la primera vez.

- ¿Universo de antimateria?

- Es largo de explicar. Pero estás en Qward, el hogar del Cuerpo de Linternas Amarillas.

- ¿EH? ¿Pero qué estás diciendo? ¿Quién demonios eres?

- Mi nombre es Lyssa Drak y seré tu instructora.

- ¿Instructora para qué?

- Has sido seleccionada para formar parte del Cuerpo de Linternas Amarillas.

- Espera... espera... espera... ¿estoy muerta y esto es una especie de purgatorio donde tengo que ganarme el derecho a entrar en el cielo? Porque vale que no he sido la perfecta católica que mi madre quería que fuese pero a fin y al cabo qué le voy a hacer, me gustaba el cuero y en la universidad todo el mundo tiene derecho a experimentar un poco, ¿no?

- Estás viva -dijo Lyssa que parecía divertida ante las ocurrencias de su nueva alumna-. Ven, te enseñaré un poco todo esto.

- ¿No será esto una cámara oculta? Parece elaborada pero hoy en día las televisiones tienen mucho dinero para gastar en "telerealidad"

- Puedo asegurarte que esto es muy real.

- ¿No me harás daño verdad? ¿Ni explorarás ninguno de mis orificios como dicen siempre en esos programas de la tele que YO desde luego no veo ni me creo?

- No he entendido la mitad de lo que has dicho pero no pretendo hacerte daño.

Rose, aún no convencida, siguió a su instructora, al fin y al cabo tampoco es que tuviera mucha alternativa. Mientras caminaban, Rose echó un vistazo al planeta.

- Esto no son los bahamas precisamente -dijo ante el mal tiempo y el árido semblante del planeta-. No es que haya estado nunca en las bahamas claro... pero he visto fotos.

- Estamos trabajando en ello -dijo Lyssa-. Pero modificar el clima a nivel planetario se está mostrando complicado

- Es raro que no tenga frío.

- Tu anillo te protege de las inclemencias del tiempo.

- ¿Ah sí? -dijo mirándolo-. ¿Puede conseguirme un café caliente?

- ¿Qué es café?

- Olvídalo, de todas formas ya tomo demasiada cafeína. Cuéntame más sobre este sitio.

- Estás el universo de antimateria, concretamente en el planeta Qward, el centro de este universo y sede de nuestro Cuerpo del que, si aceptas, formarás parte.

- ¿No había un lugar más desolado para empezar?

- Los Controladores eligieron este planeta para empezar su misión. Mira.

Lyssa y Rose terminaron de subir una colina y Rose por primera vez pudo ver la sede del Cuerpo de Linternas Amarillas. Parecía hecha totalmente de cristal que reflejaba la luz creando varios arco iris a lo largo de la ciudad. Alrededor de las grandes torres habías decenas de miembros del Cuerpo volando y probando sus poderes. En medio de todo ello se erguía una Torre que se perdía entre las nubes.

- Vaya... creo que ya no estoy en Kansas.

- Como te dije estás en...

- Sí, Qward, antimateria, lo he pillado. ¿Qué se supone que hacéis aquí?

- Es nuestro cuartel general. Desde aquí entrenamos y dirigimos a todos los miembros del Cuerpo para cumplir la misión que los Controladores nos han encomendado: ayudar al universo a conseguir la paz y encaminarlo hacia un destino mejor que el que sigue actualmente. Patrullamos cada uno de los 3600 sectores en los que hemos dividido el universo y ofrecemos ayuda y consejo a aquellos que lo necesitan.

- Sois una mezcla de policía y ONG -tradujo para sí misma Rose-. ¿Quiénes son esos Controladores que tanto mencionas?

- Son nuestros líderes. Ellos crearon el Cuerpo. Formaban parte de una raza muy antigua ya perdida en el tiempo de la que se separaron por motivo de una disputa filosófica.

- ¿También tenéis republicanos y demócratas en el espacio exterior? Eso sí que es un rollo.

- Los Controladores creían que debían purgar el mal de la galaxia usando todos los medios a su alcance. Por eso eligieron este planeta como sede, querían empezar en un lugar tradicionalmente asociado con el mal y demostrar al resto del universo que, trabajando, se puede conseguir un universo mejor. Establecieron aquí su gran Batería de Poder que absorbe la fuerza de voluntad de todos los seres del universo y la transfiere a los anillos de poder para que los miembros del Cuerpo podamos usarla en beneficio de todos.

- ¿Te refieres a este anillo? No parece nada especial. Mi novio de quinto curso me regaló uno muy parecido... ¿también puedo comerme este?

Lyssa sonrió y colocó su anillo sobre el de Rose y éste comenzó a brillar.

- Cuando te pones un anillo la primera vez está desactivado. De lo contrario podrías desatar su enorme poder sin querer y causar una catástrofe.

- Uh... espera, entonces quiero quitarlo. No me gustan las armas.

- Es más que un arma. El anillo es un instrumento de tu voluntad -viendo que la cara de Rose expresaba una mezcla de confusión e incredulidad decidió ejemplificar sus palabras-. De acuerdo, te lo enseñaré. Concéntrate en un objeto, visualízalo en tu mente y usa todos tus fuerzas para hacerlo realidad.

- Eh... vale -dijo no muy convencida-.

Siguió los pasos que Lyssa le había dado y comprobó incrédulo cómo ante ella se materializaba un versión algo imperfecta de Nathan Fillion.

- Vaya, estoy gratamente sorprendida

- Sí, Mal es un bombón y esos pantalones apretados que hacen que le resulta su...

- Me refería a que has creado un constructo muy elaborado para ser tu primera vez. Presiento que tendrás un gran futuro aquí.

- Ya he visto estas cosas antes... en mi planeta hay un héroe o varios en realidad que se hacen llamar Linternas Verdes.

- Sí. Forman parte de la raza de la que surgieron los Controladores pero a diferencia de nosotros sus métodos son más...convencionales, se dedican a mantener el status quo en vez de cambiarlo.

- Son los tipos malos, ¿no?

- No, no lo son. Sólo se conforman con la situación actual. Nuestras acciones están dirigidas a hacer de este universo un lugar mejor, queremos cambiar el modo en que funcionan las cosas.

Llegaron a una vaguada donde en el centro se erguía la Batería de Poder amarilla. En aquel lugar, Rose también pudo ver más de cerca por primera vez todas las razas alienígenas que conformaban el cuerpo. Había algunas terroríficas y otras verdaderamente cómicas que recordaban a algunos animales de la Tierra sólo que antropomorficicados.

- Creo que he visto un Jar Jar.

- No conozco esa raza lo siento.

- Es un animal mítico de mi planeta, se usa para asustar a los adultos cuando van al cine.

- Entonces no puede ser. De tu sector tú eres la única seleccionada.

Continuaron su camino y Rose cada vez se fue maravillando más y más de todas las razas distintas que veía. Se extrañaba un poco de no estar más asustada pero de algún modo se sentía cómoda con todos aquellos "bichos" circulando alrededor de ella.

- Esta es la gran Batería de Poder.

Rose contempló la gigantesca Batería de Poder amarilla cuya reluciente superficie le mostraba su reflejo. Aunque había algo raro en aquella Batería, parecía como si hubiera otro relejo. Acercó la mano para tocar la superficie pero la retiró inmediatamente, como si le hubiera pasado corriente.

- Me ha hablado...

- ¿La Batería?

- Sí.

- Eso es imposible. Te lo habrás imaginado.

- Estoy segura de que... estaba pidiendo ayuda.

- Imposible. Venga vamos, te llevaré a la Torre. Ahí empezarás tu entrenamiento básico y si tienes suerte podrás conocer a algún miembro de la Guardia de Honor.

- ¿La qué?

- Nuestra unidad de élite. Los más hábiles de entre todos nosotros. Si demuestras tu valía, quizás puedas unirte a ellos algún día.

En las alturas de la Torre, los miembros de la Guardia de Honor observaron cómo Lyssa y Rose abandonaban la plaza donde se encontraba la Batería.

- Un nuevo soldado en la lucha contra las hordas del mal -dijo Alex Nero-.

- Lo que tú digas -contestó Fatality mientras afilaba su lanza-. Pero yo me uní a esto para acabar con los Linternas Verdes y estamos aquí sentados haciendo el idiota.

- Paciencia, niña -dijo uno de los Controladores que había entrado justo en ese momento en la sala-. El Cuerpo de Linternas Verdes tiene las horas contadas.

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Rose volvió a materializarse en el universo normal con tan mala suerte que lo hizo a elevado a unos centímetros de altura del suelo. Como aún no controlaba del todo su anillo no pudo echar a volar y calló sobre la cama de su habitación, cuyas patas no pudieron resistir el golpe y se rompieron.

- Ouch... por si no estaba ya molida por el entrenamiento. Ouchhhh... y mañana más.

Rose miró el reloj y se asustó.

- ¡Mierda! ¡¡Llego tarde!!

Sólo tenía cinco minutos para cruzar todo Nueva York y su coche seguía en el taller. Era una misión imposible.

- Eh, espera un momento.

Concentró el poder de su anillo y el uniforme amarillo y blanco del Cuerpo de Linternas Amarillas apareció sobre su cuerpo. Ya tendría tiempo después de personalizarlo y crear un estilo algo más propio. Salió volando por la ventana a todo velocidad teniendo cuidado de no chocar con nada (aún no dominaba el vuelo y no tenía ganas de acabar como el Gran Héroe Americano). Surcó los cielos de Nueva York hasta aterrizar en la parte de atrás de un callejón y volver a su ropa de civil. Echó a correr y entró velozmente sin pararse a saludar. El ascensor estaba totalmente abarrotado así que subió por las escaleras a todo correr. Llegó a la oficina jadeando y se permitió descansar unos segundos delante de la secretaria de su jefa.

- Llega tarde.

- Gracias capitana obviedad -dijo mientras se terminaba de arreglar la ropa asegurándose de causar una buena impresión-. ¿Están ya dentro?

- Desde hace un rato.

- Vale. Allá voy.

Abrió la puerta con la cabeza alta y tratando de sonreír lo más posible para quitarle importancia a su tardanza. Buscó los ojos de su jefa que la miraba con desaprobación.

- Siento el retraso. El tráfico a estas horas... ya sabéis.

- No importa -dijo su jefa aunque sus ojos irradiaban odio-. Rose Jones, te presento a tu nuevo colaborador: Kyle Rayner.

FIN

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EL OJO DE OA

Hasta la próxima.

 
 
   
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