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Young Justice

YOUNG JUSTICE #40
Wonder Girl en el País de las Maravillas. Una saga de cine, Segunda Parte
Guión: Narutaki

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Portada: En un paisaje idílico, verde, absoutamente primaveral, Wonder Girl se sujeta enfadada una falda azul mientras que un conejo antropomórfico de pelaje blanco y con gafas intenta asomar la cabeza por debajo de ésta.

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Se presenta ante nuestros ojos un paisaje colorista, dulce y desenfadado, en tal lugar no cabrían jamás personajes malvados ni mentes perversas. El cielo es realmente celeste, y las nubes no parecen estar echas de algodón, realmente lo son. Bajo los pies, un tapiz de césped verde verde que parece ser la obra maestra de la madre naturaleza. El aire, puro y casi imperceptible, suave, aromatizado, trae de algún lejano páramo un cierto perfume a chocolate.

Un letrero de madera tiene pintado con letras de múltiples colores un mensaje para los forasteros. Dice: "Bienvenidos al País de las Maravillas".

Tres pares de zapatos de charol, dos de ellos rojos y unos azules se están parados en seco frente al cartel.

Los rojos pertenecen a Emperatriz y Secreto, y los azules son de Wonder Girl que va vestida con un vestido del mismo color de caida muy pomposa, eclipsado parcialmente por un delantal blanco y totalmente por un ridículo lazo azul sobre la cabeza de la heroína juvenil. Ésta está cruzada de brazos ante la situación que no la termina de convencer.

- ¿Era realmente necesario -enfatizando en esta última palabra- que nos vistiesen de esta guisa?

- Oh, vamos, estás monísima, Cassie -ríe graciosa y a la par maliciosamente Secreto- a Robin le gustaría -por lo bajo.

- Va, chicas, hay que encontrar la manera de reunirnos con los demás... Este sitio no parece villa-malvados, pongámonos manos a la obra -insta Anita.

Asienten con la cabeza y comienzan a caminar.

De pronto, al dar unos pasos, se detienen sobresaltadas por los gritos de Wonder Girl que asustada se eleva un instante del suelo.

Se revuelve entre nerviosa mientras está suspendida en el aire removiendo con fuerza su falda.

Cae al suelo, del interior de su voluminoso atuendo, un conejo antropomórfico vestido de ejecutivo y con gafas redondas sobre su nariz blanca.

El animalejo corretea hasta mantenerse a una distancia prudencial de las tres muchachas y allí ríe desternillándose mientras mueve graciosamente el pompón blanco que tiene por cola.

Con sus dos pequeñas patas peludas sostiene lo que parece una prenda de ropa interior femenina.

- ¡Jijijijiji! ¡Al Hacedor de Boinas le gustará! Igual me lo cambia por un sombrero de vaquero... Mmm -parece ahora absorto en sus pensamientos-. No sería un mal cambio, aunque ese tipo de sombreros no va con mi estilo... Sí, sí, sísísí claro, mejor uno con orejeras ¡para el frío!

Una silueta roja con forma de mano se marca en el moflete izquierdo del animal. Solloza.

Cassie es la autora de tal obra pictórica.

- ¡Será cerdo el maldito conejo! ¡Dame el tanga ahora mismo! -muy alterada.

El animal se reactiva sin previo aviso.

- Jijijijajajajujujuju.

Tras reírse de forma muy estrafalaria comienza a corretear por el césped, perdiéndose a lo lejos gracias a la velocidad que le proporcionan sus piernas traseras.

Wonder Girl echa a correr y con unos segundos de retraso, lo hacen sus compañeras.

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Todo es tremendamente colorista, psicodélico y hortera.

Pantalones de campana, brillantina a litros distribuida en cabezas varias, peinados afro, olor a marihuana, gin-tonic y música disco.

El local es un hervidero. La gente baila despreocupadamente cambiando de pareja y de movimientos según la canción.

Gogós mulatas bailan vestidas de blanco sobre altos podios donde todos puedan verlas.

En la puerta, junto a los empleados de seguridad, un hippy toca la guitarra sentado en el suelo.

De nuevo en el interior, vemos como se abre la puerta del servicio de caballeros. Robin se presenta en la sala de baile.

Incómodo, trata de salir del lugar maldiciendo a los hermanos Marx por haberlo hecho aparecer en un lavabo de discoteca. Al pasar, la gente hace un amago de mirarlo extrañado, pero ¡qué caramba! Son los 60, ¡todo vale!

Suena Daddy Cool y la gente recobra un inesperado brío motivado por la melodía incitante de la canción.

El joven héroe va abriéndose paso entre la multitud. La puerta está cerca.

De pronto se escucha un disparo y todo el mundo se tira al suelo entre gritos y empujones. Robin se tira también cubriendo con su cuerpo a una joven bailarina. Defecto profesional.

Alza la mirada para situarse y ve que justo donde el se dirigía, en la puerta de salida, hay una enorme masa grasienta con barba pelirroja y vestimenta típica escocesa. Con voz áspera y glurutal se dirige a la muchedumbre.

- Alto, jamonas. Aquí ha llegado el alma de la fiesta. Todo el mundo al suelo o empiezo a comerme a gente...

Incrédulo ante la pintoresca escena, Robin comienza a evaluar la situación y preparar un plan de ataque.

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Rodeados de un mundo en escala de grises, Lobo, Impulso y Superboy siguen caminando sin saber muy bien hacia donde, con la vana esperanza de encontrarse con alguien.

El macarra lupino de desespera y va maldiciendo por lo bajo.

De pronto el color parece regresar al escenario, mirando atrás ya no pueden reconocer las pistas de aterrizaje por las que paseaban. Ahora todo es yermo, sin vegetación a la vista.

Una enorme bola de ramas y hojas secas pasa llevada por el viento entre los tres adolescentes.

Se miran un instante y siguen caminando.

Y sin previo aviso caen sobre sus cabezas tres sombreros de vaquero, negro para Lobo, azul para Superboy y rojo para Impulso. De sus cinturones cuelga ahora una cartuchera con una pistola que dispara pequeñas flechas terminadas en una llamativa ventosa colorada.

Sin saber de donde una sale disparada y se incrusta en la frente del pequeño Lobo que se pone bizco al intentar mirarla. Bart sostiene su pistola con la mano derecha y con la izquierda saludaa su compañero entre cohibido y nervioso.

- ¡Ven aquí idiota que te voy a dar pistolitas!

Impulso echa a correr. Sin posibilidades de atraparlo más allá de su cabezonería, Lobo le sigue.

Kon-el se encoge de brazos y los sigue desde lo alto.

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Presidiendo el enorme valle por el que se desarrollaba la persecución, formado con piedras amarillentas de grotescas dimensiones se descubre un castillo. Redondo y chaparrito.

- ¡Guardiassssss! ¡Guardiasssss! ¡Me persiguen unas extranjeras!

La puerta levadiza desciende permitiendo al conejito pasar por ella. En dirección opuesta salen cartas de poker con piernas, brazos y cabeza; todos van armados con piruletas gigantes terminadas en punta. Sus botas resuenan con fuerza sobre la madera.

Wonder Girl casi topa con ellos pero los evita en el último momento echando a volar.

- Eh... Uh -alzando una ceja.

Llegan unos segundos más tarde Secreto y Emperatriz y son rodeadas por los soldados.

- En nombre de la Reina de Corazones, os ordeno que me digáis vuestro nombre -en forma de cancioncilla.

Desde lo alto de la muralla, medio escondido, ríe el conejo. Cassie contempla la escena suspendida en el aire.

- Pues... -sorprendidas por la situación-, yo soy Secreto, y esta es mi amiga Anita.

- ¡¿Has dicho Alicia?!

Las puntas caramelizadas se acercan amenazadoramente a las muchachas.

- No,no,no -ahora asustada-. He dicho Anita, A-ni-ta.

- Vaya, pensabamos que era una chica que hace unos meses estuvo aquí y que bueno, importunó mucho a la Reina porque claro, su alteza no está para juegos de críos y claro esa chiquilla se conoce que era una maleducada y claro nosotros estamos para servirlas pero ya se sabe, la juventud es muy astuta y claro esa niña se burló de nosotros y...

El tres de corazones carraspea. El lider del grupo sacude la cabeza exageradamente.

- Pero a lo que ibamos. ¿Qué hacéis vosotras en el País de las Maravillas?

- Verá, nosotras estabamos...

La voz de Cassie y la voz punzante del ladrón pidiendo auxilio interrumpen el interrogatorio.

- ¡Vamos, arriba esas lanzas o me cargo al pervertido este!

En el cielo, Wonder Girl tiene a su presa cogida por las axilas.

- ¡Aiaiaiaiai pobre Señor Conejo! ¡Haced algo aiaiaiaiai!

La muchacha, que ha logrado captar la atención de los soldados, ve como las armas son sostenidas con poca firmeza. Todas las cartas la miran embelesados. Dos decenas de pares de ojos la contemplan sin tregua. Demasiada atención...

La heroína se detiene un segundo a pensar.

Sin previo aviso grita escandalosamente llevandose las manos a la pomposa falda tapándose con ella. Inevitablemente el conejito ladrón cae al suelo desde varios metros de altura.

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Robin alza la cabeza, apoya su mano izquierda sobre una mesa incorporándose poco a poco y sin hacer ruido. Acerca con cuidado la mano a su cinturón y toma un finísimo bumerán metálico.

Unos gritos descuartizan su concentración.

Atónito observa como el criminal supera las leyes físicas haciendo que su mandíbula toque el suelo y que pequeños leprechauns salgan de su boca. Las criaturillas, riendo todo el rato, arrastran a un joven que intentaba huir hacia el interior del escocés con problemas de sobrepeso.

La mesa resiste como puede el esfuerzo al que la somete la mano de un irritado Robin. "Vamos, contrólate chico".

El caníbal cruje ahora los huesos al ritmo que devuelve su boca al estado normal. Erupta estruendosamente.

Todos los chicos y chicas, tirados en el suelo, cubren como pueden sus narices.

Robin retoma su propósito como el valiente héroe que es.

El villano prosigue su discurso.

- Me han dicho, fascinerosos, que en este guateque hay un tío que se llama Robin, y vengo a buscarlo de parte de su excelencia Cinematron IV. Si alguien lo ha visto, que me lo diga y puede que no me lo meriende -ríe sonoramente haciendo temblar sus papadas.

Ahora se pone en pie sin tomar precaución alguna.

- Eh, tú, amigo. Aquí me tienes.

- ¡Ay! Pero si es un bebecito.

Camina con pasos cortos y torpes hacia el miembro de Young Justice.

- Vamos, Robincito, ven con papá, no me hagas caminar mucho que me duelen los tobillos -burlón.

El petirrojo alza una ceja.

Su enemigo parece realmente asfixiado. Deja caer los brazos ante la imposibilidad de apoyarse en sus propias rodillas.

- Oye, va, ahora en serio, póntelas tú mismo que yo me canso, mangarrián.

Le tira unas esposas que apenas caen dos metros delante de él.

Sumiso, Robin camina hasta ellas y se las pone.

- Andando.

Camina hacia la puerta más interesado en su captura que el propio cazador.

- ¡Che, gorrión! Dame un minutito que descanse, que el listillo de antes me está provocando acidez.

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Suena de fondo un organillo desafinado. También las rudas voces de hombres malhablados.

El propietario, con largas y pobladas patillas se acerca a sus tres jóvenes clientes.

- ¿Qué desean, los señoritos?

Bart habla con voz cómicamente grave.

- Pónganos tres zarzaparrilas dobles, camarero.

Golpea con su dedo índice la parte delantera del ala de su sombrero y mira entusiasmado a sus amigos. Diez muecas diferentes en apenas un segundo. Ellos no comparten el estado de ánimo.

- Hay que buscar la manera de dar con los demás -insta Kon-El.

- El caso es que no sabemos donde coño estamos, chico de acero.

- ¡Lástima que no sea el chico brújula! -sin ser tenido en cuenta.

- ¿Cómo se llamaba el tipo aquel a quien habíamos venido a buscar?

- ¿Robin? -dice Lobo sin estar muy convencido.

- No, el malo... Cinematron IV. Los demás seguro que lo están buscando. Si todos conseguimos dar con él, nos podremos reunir.

Con una graciosa cara de interés, Impulso va asintiendo a todo lo que le van diciendo sus dos compañeros.

En ese momento sirven los tres refrescos.

Lobo se sube a un taburete con decisión y grita roncamente haciendo que todos se callen.

- ¡Yeje! Las orejas quietas todo el mundo.

Al fondo de la sala replican.

- ¿Eh, quien es ese? ¡Qué alguien le pegue un tiro y me dejen seguir jugando a las cartas!

Frunce el ceño. Se le hincha una vena en el cuello. Otra en la frente.

En un abrir y cerrar de ojos arranca una estantería de madera y se la tira al tahur acertándole en la cabeza. Cae al suelo de espaldas y los que habían desenfundado guardan rápidamente sus armas.

- Ahora me escucháis todos, ¿entendido?. Aquí mis colegas y yo estamos buscando a un pinche que se llama Cinematron IV. ¿Alguien...? -se calla viendo que la gente está realmente asustada.

Algunos lloran, otros se han meado encima...

- ¿Qué pasa aquí?

- Espérate... Creo que lo entiendo...

Bart se acerca a un cowboy que recuerda misteriosamente a John Wayne. Sonriendo ampliamente acerca su boca al oido del tipo duro escondido bajo una mesa.

- CinematronIVCinematronIVCinematronIVCine...

El tipo llora como una nenaza y ve como sus tejanos se humedecen. Superboy pone la mano en el hombro de Impulso.

- Creo que ha quedado claro. Muy científica tu demostración.

Saca pecho totalmente halagado.

- Bueno, yo no digo más Cinematron IV y vosotros me decís donde encontrarlo.

El buenazo del barman levanta un dedo ofreciéndose voluntario.

Una sonrisa totalmente bizarra se dibuja en a cara de Lobo que bebe de un trago toda la zarzaparrilla.

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En las puertas del castillo descrito anteriormente.

- Espero sepan disculparnos, jovencitas, claro nosotros escuchamos que pedían auxilio y bueno claro, pensabamos que eran mala gente, pero gracias a ustedes hemos descubierto quien robaba la ropa interior de la Reina. Ahí tienen un transporte con guía que les llevará hasta la capital. Allí darán fácilmente con... él.

- Muchas gracias, teniente as de picas.

- A ustedes.

Cassie, Anita y Secreto caminan unos pasos y se suben en algo parecido a una canoa, de metal rosa y que lleva una trompeta viviente junto al volante. El instrumento se dirige a Wonder Girl que pilota.

- ¿Dónde vamos, jefa?

- A la capital.

- Eso está hecho.

Sin previo aviso, el motor ruge y la piragua flotante sale disparada deslizandose por el aire etereo a toda velocidad, haciendo que las melenas de Emperatriz y Cassie se vuelvan totalmente locas.

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MI PRIMER EMPLEO

¡Jocosos saludos a todos por tercera vez!

He de admitir que tras tanto tiempo sin poder dedicarme a esto me ha costado horrores re-activarme y meterme dentro de la serie, aunque espero que el resultado se gane una crítica positiva. No estoy muy seguro de eso...

Pero pasemos a las opiniones de los lectores, esos adorables vagos que prefieren leer lo que escribo en lugar de realizar sus trabajos o estudiar para los examenes de enero.

José D'Artagnan nos escribe desde París: "Este tono entre Rugrats y Dragon Ball con la inevitable adaptacion superheroica me gusta". Y a mi también me gusta que me digáis eso, gentil esgrimista. Rugrats y Dragon Ball son dos series de culto, una por su ingenio y la otra... No sé, por la innovación que suposo. La verdad es que imagino que cuando estás muchos años siguiendo una serie, muchas cosas se te quedan sin saberlo; vamos, que no es intencionado, pero supongo que sí inevitable.

Xum Grayson, desde Gotham dijo sobre la pasada entrega de la serie: "Lo de la Rueda de la Muerte no me lo esperaba, hasta allí estaba guay ya que me recordaba a una pelicula de los susodichos...". Bajo mi punto de vista, los hermanos Marx eran impredecibles y totalmente alocados, por lo que la Rueda de la Muerte quedaba como algo de villano cutre de tercera regional pero que rompía con el tono que hasta entonces habían llevado ambos.

Antes de despedirme, mi agradecimiento público al maestro Kan-Venedizo por ese vistazo avant-publicación del número, aportándome su opinión sobre el mismo.

Por último, y por si alguien no ha reconocido alguno de los clásicos del cine que aparecen en este número os diré que... ¡Veáis más la tele!, que dicen que hace daño y esas cosas pero es mentira, yo nunca he visto a una darle puñetazos a nadie. Eso sí, cuando sale María Patiño o Jorge Javier Vázquez, mejor apagarla.

Siguiendo en el tono de la saga, me despido diciendo... Me voy, pero volveré.

 
 
   
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