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Presentando...¡La Nueva Etapa de los Héroes de Canadá! Son... Alpha Flight.
 
Alpha flight

ALPHA FLIGHT #143
Realidades devastadas
Guión y portada: Vic Montol

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Ottawa. Edificio de la Colina del Parlamento, sede del gobierno Canadiense. 20 de Febrero, poco después de medianoche. El alcalde de la ciudad, Bob Chiarelli, corre por un pasillo, camino a su despacho. Desde que lo han levantado de la cama no ha parado siquiera a peinarse. Varios funcionarios le siguen.

- ¡Demonios, ¿qué ha pasado?! – Chiarelli grita mientras entra en la habitación, dónde lo esperan desde hace rato varios de sus colaboradores - ¿De dónde ha salido ese terremoto? ¿Nadie me va a decir nada? ¡Estoy... -el alcalde se queda sin voz. Acaba de fijar la vista en el monitor de plasma y la imagen que ha visto es esclarecedora.

- Se...Señor, ha sido un ataque. –Su secretario es el primero en hablar.-...en el Edificio del Departamento H.

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Los bomberos de Ottawa llevaban media hora trabajando, apagando las llamas que aún se resistían a extinguirse en los pisos superiores de lo que antes había sido un edificio. La R.P.M.C también había puesto en marcha su operativo contra emergencias, y un cordón de seguridad cuidadosamente estudiado protegía la zona de la mirada de los ciudadanos curiosos que, a miles, se lanzaban a las calles. Sólo el continuo entrar y salir de ambulancias daba a entender la gravedad de la situación. Operarios de los servicios de limpieza de la ciudad habían abierto las compuertas del Canal Rideau, ante la perplejidad de los ciudadanos de Ottawa, no acostumbrados a ver lleno este río artificial y menos en esta época del año.

Pronto, entre el público comienzan a desatarse los primeros rumores. Las columnas de humo que todavía se atisban pronto tienen explicación: Ha habido un atentado terrorista en el nuevo edificio gubernamental.

Un camión de recogida de basuras atraviesa el cordón policial. Sentado junto al conductor, pero inapreciable desde el exterior, un guardia epsilón da cuidadosas instrucciones al funcionario. Al pobre hombre lo han levantado de la cama sin más explicaciones, con estrictas órdenes de recoger un cargamento y callar. Cuando llega a su destino, comprende tanto misterio.

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En la “Zona-Cero”, el lugar que antes ocupaba el Edificio del Departamento H ahora es un cúmulo de hierros ardientes, escombros polvorientos y explosiones de gas. Del edificio solo queda una humeante estructura metálica, y tan sólo los primeros pisos del mismo conservan parte de su integridad. Un equipo de bomberos sale de la entrada principal llevando consigo a varios guardias heridos, directos a las ambulancias que esperan. Más de cien personas se mueven de un lado a otro rápidamente, cumpliendo con las labores asignadas.

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El camión de basura baja un repecho, y el pobre conductor se percata en el acto de su función. Frente a él, una excavadora recoge del suelo lo que a simple vista parecen cuerpos humanos, los alza en el aire y los deja caer en el interior del contenedor del camión que tiene pocos metros delante. Ahora se da cuenta de que ese olor tan desagradable que hay esta noche sobre la ciudad, corresponde a carne quemada. Traga saliva y procura cerrar los ojos mientras su vehículo va ocupando un lugar libre...

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- Los servicios de limpieza retiran los cuerpos según lo planeado, señor – Un tembloroso hombre informa a Samuel Clark. De pie, entre los escombros, el hombre, que ejerce de contacto entre el Departamento H, el Gobierno Canadiense y el súper grupo canadiense Alpha Flight no permite que su rostro exprese el mínimo sentimiento. – Las aguas del Canal están arrastrando los cuerpos de los últimos Mutados hacia el lago, dónde los esperan los barcos para hacerse cargo. Los bomberos informan que el incendio está bajo control. Tenemos coordinados a los servicios de policía y emergencia. Acaban de sacar a los últimos guardias heridos, con éstos suman un total de veintisiete. El último parte médico informa de que ninguna vida corre peligro. ¡Es un milagro que después de todo lo que ha pasado no tengamos que lamentar víctimas!

Clarke ignora las palabras del hombre, que sigue hablando sin ser escuchado. Sus ojos se acaban de fijar en un trozo metálico dorado del suelo, retorcido, que recuerda vagamente a la forma de una mano.

–Sin víctimas- piensa para sí Clarke.

-Señor – otro de sus empleados requiere su atención – Tiene que venir conmigo, le está esperando el Primer Ministro...

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Una limusina espera aparcada en un túnel subterráneo que no figura en ninguno de los mapas de carreteras de la ciudad. Clarke abre la puerta trasera y entra. En su interior, cuatro personas lo esperan. El coche se pone en marcha.

- Señor Clark, el alcalde acaba de informarme de la situación- habla un hombre maduro, de pelo cano e impecablemente vestido- Quiero que sepa que estamos trabajando para controlar la situación. El General Huntman, aquí presente, ha introducido a varios de nuestros hombres del servicio de inteligencia entre los departamentos que están a cargo de la situación y el personal civil. Estamos filtrando cómo motivo de lo ocurrido esta noche un atentado terrorista, en breve se lo comunicaremos a la prensa. –Clarke mira directamente al General Huntman, su predecesor en el cargo. Las miradas de antipatía son mutuas. –Ahora, Señor Clarke, quiero que usted me cuente exactamente que es lo que ha ocurrido.

-Yo también quisiera pedir algunas respuestas, Primer Ministro. –Clarke contesta- No estábamos preparados para los sucesos de esta noche. El Departamento H ha sido atacado por el Amo.

Esta vez son cuatro las cabezas que se giran hacia Huntman. El viejo militar protesta enérgicamente.

-¡No se atrevan a insinuar nada! ¡Yo no he tenido nada que ver con el ataque!

- Entonces permitirá que le recuerde que, según los últimos informes, el Amo estaba bajo su...ejem...”custodia” en esa base secreta que regenta en territorio de Alaska, General – el que habla es el otro hombre joven sentado junto al alcalde Chiarelli – Una “custodia” que usted intentaba mantener en secreto, por supuesto.

-¡Maldito tu y tu @#%&$ cuerpo de espionaje, Gentry! – Huntman responde- ¡Tengo completo control sobre mi base de Alaska y sobre todos mis proyectos! ¡Y te aseguro que no he tenido nada que ver! Si de verdad el Amo es el que ha hecho todo esto... ¡Yo no se nada! – las venas comienzan a hincharse en la cabeza del General.

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-¡Basta, señores! – El Primer Ministro interviene – Señor Clarke, tengo entendido que recibe informes puntuales sobre las amenazas para la seguridad de Canadá de mano de Gentry. – Clarke asiente- ¿Me está diciendo que han sido atacados por el Amo, cuando se supone que está bajo nuestra custodia? Y, Gentry –el Primer ministro pregunta ahora a la persona encargada de supervisar todos los servicios de alto espionaje del país- ¿Sus hombres no pudieron prevenir esto?

-No tuvimos constancia del ataque hasta que nuestros radares detectaron una nave saliendo de las aguas del Lago, y para entonces fue demasiado tarde, Primer Ministro.

-¿Había una nave bajo el lago? ¿Aquí en mi ciudad? ¡¡ ¿Y no se me ha advertido?!! – esta vez es el alcalde Chiarelli el que se irrita.

-¡Señores! – El Primer Ministro zanja la conversación – Tenemos muchos asuntos que aclarar y muy poco tiempo. ¡Huntman! Usted, Gentry y yo vamos a ir inmediatamente a Alaska. ¡Si tiene al Amo, quiero verlo con mis propios ojos! ¡Y no admito protestas! –añade, cuando ve que Huntman tiene reparos, antes de dirigirse al alcalde- Bob, me presentaré oficialmente mañana en tu alcaldía, mi gabinete de crisis te informará de los pasos a seguir. Señor Clarke, creo que tiene bajo control la situación. ¿Hay daños graves en el Departamento?

- No, Primer Ministro. Los pisos superiores del edificio estaban dedicados a uso administrativo y se encontraban vacíos por la noche, salvo el personal de seguridad. Como sabe, el Departamento funciona en los niveles subterráneos, que están completamente intactos.

- Perfecto, Clarke. Tengo el informe de los hospitales. Parece ser que no tenemos que lamentar víctimas entre el personal. ¿Podemos decir lo mismo de Alpha Flight? Gentry me ha hablado de dos bajas.

Clarke mira a Gentry y se pregunta hasta dónde llegan los tentáculos de éste hombre. Pensaba que el status de los miembros actuales de Alpha era un secreto que sólo él sabía. Gentry le devuelve la mirada, con un tono irónico, desafiante. Clarke responde:

- Ninguna baja irreemplazable, señor.

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En algún nivel inferior del Departamento H, en esos instantes...

-¡Walter! – Jeffries intenta seguir con su silla de ruedas a su compañero, el simiesco Sasquatch naranja, por el pasillo - ¡Espérame!

-Perdona, Jeffries, pero no aguanto más. Tengo que salir fuera, arriba, ¡debe haber algo que pueda hacer para ayudar!

- Yo también quiero subir, Mon-Amî – es Sombra, el joven miembro de Alpha el que se materializa desde las sombras detrás de ellos – Quiero ver lo que ha ocurrido.

El camino de los tres Alphas se detiene junto al ascensor, donde hay cinco guardias epsilones apostados para prohibirles la salida. Llevan media hora cruzando los dedos para que los miembros de Alpha no pierdan la paciencia, porque saben que en caso de enfrentamiento tienen las de perder. Esta vez parece que no van a tener suerte...

- ¡Doctor Langkowski! – una puerta se abre tras ellos. La Doctora Shin les alcanza por el pasillo. - ¡Por favor, Doctor, creía que les había dejado suficientemente clara la situación! ¡No salgan allí afuera!

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- Intente explicármelo otra vez, Shin – Walter y sus compañeros se detienen – pero esta vez va a tener que contarme mucho más para convencerme. ¿Dónde diablos está Guardián?

- Doctor Langkowski, Guardián es el único de ustedes con capacidad de vuelo. Tras la explosión, le pedimos que siguiera a la nave del Amo en su huida. Acaba de contactar con nosotros hace unos momentos. Ha perdido el rastro de la nave en la costa atlántica, y ya está de regreso.

- ¡Bien! Eso responde a UNA pregunta. Ahora dígame... ¿por qué se empeña Clarke en dejarnos aquí abajo encerrados cuando deberíamos estar allí arriba?

- No queda nada allí arriba, Doctor. Afortunadamente, los servicios de emergencia tienen controlada la situación, los de limpieza están retirando los cuerpos y los sanitarios han informado que no hay ningún herido de gravedad, así que...

- ¡Así que no la han informado de que ha muerto un chico en la explosión! – Walter está enfadado - ¡Un Alpha muerto! ¿Y quiere que nos quedemos aquí sentados tan tranquilos?

-Doctor Langkowski, soy plenamente consciente de la situación y...

-¡Ahórrese las palabras, doctora! – Walter la señala amenazadoramente con un dedo - ¡Dígale a Clarke que le damos quince minutos para que se presente y nos deje salir fuera! ¡De lo contrario yo mismo me encargaré de dejar esta parte del edificio cómo la de arriba!... ¿Entiende? – Sasquatch se gira hacia sus compañeros – Vamonos de aquí, Alpha.

Los guardias epsilones dan un gran suspiro de alivio cuando ven alejarse al grupo.

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- Bonito farol, Walter – Jeffries se desplaza en su silla junto a su amigo, y le habla en voz baja cuando están fuera de la vista de Shin y los guardias – Esos hombres tendrán que cambiarse los pañales, y la Doctora se lo pensará dos veces antes de volver a ordenarte algo.

Sasquatch se permite una leve sonrisa con su compañero, antes de hablar.

- Hasta aquí hemos llegado, Jeffries. Esto es el colmo... ¡somos superhéroes, y no títeres del Gobierno! ¿Dónde hemos dejado nuestra moral? Ha muerto un chico y nos escondemos... ¡Diablos, el antiguo Alpha estaría ahora removiendo cielo y tierra para darle una lección a ese Amo!

- Me gusta esto tan poco cómo a ti, Walt. Voy a intentar contactar con Heather, hace mucho que no responde a mis mensajes...

- Ehhh... Señor Langkowski... – es Sombra el que habla ahora – Señor, quiero que sepa que pienso igual que ustedes. Deberíamos ir a buscar al Amo, un compañero de Alpha ha muerto por su culpa y...

- Oye, chaval – Walter se frena en seco y se dirige a Sombra – Que te quede una cosa clara. Esto es asunto de mayores. Y por mucho que lo diga el Gobierno, tú no eres de los Alpha. – Patrick Rendulier se queda allí, parado en medio del pasillo, callado, mientras Sasquatch y Jeffries se alejan...

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La Doctora Shin cierra la puerta de su despacho, se sienta tras su escritorio, y en la penumbra, abre su teléfono.

- Señor, las cosas se están poniendo mal por aquí... – al otro lado del hilo es la voz de Clarke la que habla con ella- Si, señor, ahora mismo están reunidos en la sala de Misiones todos los miembros excepto Guardián... Claro, señor, comprendo la situación... Bien, activaré el plan ahora mismo. Hasta luego, Señor.

Shin cierra el teléfono y abre el monitor frente a ella. Pulsa una combinación de teclas en su ordenador, y espera el mensaje de la pantalla: Sala de Misiones, Conductos 2 al 6, Abrir Válvulas... Rohypnol Liberado.

En unos minutos, el gas comenzará a surtir efecto y sumirá a los héroes más poderosos de Canadá en un largo sueño. Dejarán de ser un problema...al menos por hoy.

Shin abre la puerta que comunica su despacho con los laboratorios anexos. Semioculto en la pared, un sensor de huellas ópticas y digitales le abre el acceso secreto a otra parte de la sala. Un amplio recinto, completamente cubierto de gigantescos contenedores de líquidos fluorescentes, de máquinas de uso desconocido, de computadoras con funciones no desveladas... En el centro de la sala, sentado de espaldas a ella sobre una camilla, la espera una figura.

-¿Cómo te encuentras? – Shin llega hasta su lado y recoge un objeto de un recipiente acuoso al lado de la camilla - ¿Has sentido algo extraño durante la noche, James?

- No, Doctora, me he encontrado muy bien y los sistemas del traje han funcionado a la perfección – el desconocido es un hombre varón adulto, moreno, y está enfundado en un traje rojo y blanco, con la bandera de Canadá.

-Excelente, James. Entonces, creo que es hora de que Guardián vuelva – Shin sacude la máscara de látex que hay entre sus manos y ayuda a colocarla sobre la cara de su invitado.

Una máscara con el rostro de James McDonald Hudson sustituye a la cara robótica de circuitos y partes metálicas de su paciente.

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El día del 21 de Febrero se recordará en Ottawa cómo el del atentado terrorista. Esa mañana, el Primer Ministro en persona, junto al alcalde Bob Chiarelli, se presentó delante de las cámaras de TV para informar a la sociedad. Según su versión, los miembros todavía resistentes del Frente de Liberación de Quebec que habían cometido el acto ya se hallaban bajo disposición judicial. Los informativos televisados mostraban a los cinco imputados escoltados por la policía. La mayoría eran viejos militaristas, retirados desde hace años, que proclamaban ante las cámaras a gritos su inocencia...

Afortunadamente, no hay ninguna víctima, ya que el edificio del Departamento era (oficialmente) el nuevo centro de investigación tecnológico de Canadá, y se encontraba vacío. Su situación junto al Canal y la gran plaza privada que lo rodea garantizaban que los daños a otros edificios de la ciudad fueran inexistentes.

La visión de luces en el cielo aquella noche, o de cadáveres humanos flotando en las aguas del río Ottawa por parte de algunos ciudadanos pronto fue acallada, alegando al afán de notoriedad de esta gente en ocasiones de emergencia.

En torno al recinto afectado, se comenzaron las labores de desescombro. El Alcalde garantizó la reconstrucción del edificio dañado en un plazo de seis meses. Concejales de la oposición protestaron agriamente por la contrata de las obras, ya que la constructora asignada no figuraba en ningún registro mercantil. Paulatinamente, estos concejales fueron cesando en sus cargos públicos involucrados en escándalos de corrupción y malversación de fondos.

Resguardados por la seguridad que les otorgaba la situación secreta de sus entradas subterráneas, el personal civil y militar que trabaja en el Departamento H volvió a sus puestos ese mismo día.

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Dos días después, en un despacho de la Colina del Parlamento.

- Nadie encontró al Amo. Deberíais haber visto la cara que se le quedó a Huntman cuando se enteró.

- ¡Ese viejo cerdo! Seguro que se inventó toda clase de mentiras. ¡Ojalá se pudra en el infierno! Si pierdo las próximas Generales, será por su culpa – Chiarelli se levanta y se sirve una copa. Ofrece otra a Clarke, que la rechaza mientras se dirige a la otra persona presente, Gentry.

-¿Que va a ser de él?

- El Primer Ministro quería acusarlo de alta traición y someterlo a un consejo de guerra. Encontramos en su “retiro” de Alaska suficiente arsenal secreto cómo para provocar un conflicto internacional: quinjets, un submarino preparado para portar cabezas nucleares, varios cañones láser y prototipos de robots Centinelas. Evidentemente, mis fuentes ya me habían informado de todo eso, inclusive de algunas sorpresas más que escondía en un sótano y que (afortunadamente) nuestro Primer Ministro no encontró. -Clarke observa al hombre. No tiene reparos a la hora de presumir hasta dónde llega su información. Definitivamente, no le gusta.- ¿Sabéis? Creo que el viejo General tiene razón y de verdad no sabía nada respecto al ataque. Pero el Primer Ministro quiere crucificar a alguien y Huntman tiene todos los votos. Su anterior gestión de Alpha Flight ya fue desastrosa... ¿Preparado para darles la noticia a tus hombres, Clarke?

- No tengo otra opción, Gentry. ¡Ah, ya está aquí! Bob, nuestro invitado ha llegado.

-¡Hágalo pasar! – responde Bob

La puerta de la sala se abre y es Guardián el que entra por ella, con su traje de combate pero sin el casco.

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-Doctor Hudson, sea bienvenido. Quiero felicitarle por haber vuelto a asumir el mando de Alpha Flight. Canadá lo necesita, doctor, a usted y a su equipo. Ya conoce al Señor Clarke, déjeme que le presente al señor Gentry.

-Gracias alcalde. Señor Gentry, mucho gusto. – James Hudson toma asiento junto al resto de hombres.- Llámenme James, por favor.

- Bien, James. Hemos convocado esta reunión para comunicarle cierta información confidencial que tenemos en nuestro poder y que el propio Primer Ministro nos ha autorizado a revelarle antes de que se haga pública.

- ¿Relacionada con el ataque que sufrimos, Alcalde? – pregunta Guardián

- Desafortunadamente no, Guardián – contesta Gentry – La nave del Amo desapareció bajo las aguas del Atlántico y todavía no la hemos localizado. Tengo a mas de doscientos hombres tras su pista y en cuanto la localicemos usted y Alpha Flight serán los primeros en tener noticias...

- El asunto es algo más importante, James – Clarke interrumpe a Gentry. – Cómo ya sabes, nuestro Primer Ministro lleva años preocupado por la seguridad de nuestro país, sobre todo desde que comenzamos a tener problemas relacionados con los seres “poderosos”

- Alpha Flight siempre ha hecho frente a esas amenazas.

- Lo sé, James. Tengo plena confianza en Alpha Flight. Pero el Primer Ministro quiere llegar aún más lejos. ¿Has escuchado las últimas noticias que vienen de los USA? ¿Los rumores de una guerra civil entre los superhéroes americanos?

- Clarke, no creo que intente decirme que...

- Así es Guardián. El Primer Ministro se ha reunido con el propio Presidente de los Estados Unidos y van a autorizar la implantación del Acta de Registro de Superhéroes. Canadá va a ser el primer país en aprobarla, y Alpha Flight los primeros en acatarla...

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Interludio:

Cerca del círculo polar ártico, en plena tundra canadiense, hay una hilera de viejas piedras ennegrecidas por el tiempo. Los menhires fueron colocados allí por los primeros habitantes de estas tierras, los primeros indios sarcee. Ellos llamaban a estas piedras “Toquicwapeihan”, que en nuestra lengua se traduce por “El Camino del Espíritu”.

Los viejos hechiceros sarcee emprendían este viaje cuando presentían que se acercaba el final de sus días en la Tierra. Los espíritus de los antepasados muertos los acompañaban en este camino, y, al llegar a la última piedra del mismo, el hechicero abandonaba la vida mortal y entraba en el reino inmortal de los espíritus. Para los sarcee no era un camino de muerte, sino de resurrección a una nueva vida.

Hoy, bajo la última piedra de este camino, la lluvia de las estepas y junto a los astillados huesos centenarios de los que han muerto aquí, otra resurrección se va a producir.

De la tierra surge una mano blanca. Poco a poco, la mano se abre camino, y luego un brazo, una cabeza y un torso salen de debajo de la tierra sagrada. Tras salir por completo de la tierra, un oportuno rayo nos desvela la figura de una mujer de piel blanca y cabello dorado, cuyos ojos son negros como la noche en que ha renacido.

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Días después en el Departamento H

- ¡Bola rápida! – Sasquatch arroja una piedra que debe de pesar un par de toneladas hasta dónde se encuentra Jeffries. El transmutador de metal usa su poder para frenar su inercia colocando varias planchas de metal por delante de ella, y desviándola hacia la izquierda. - ¡Cuidado, chica!

Natura observa el proyectil que va contra ella. Sus poderes de empatía animal no le proporcionan ninguna defensa ante el proyectil, pero la chica no hace nada por apartarse.

- ¡Ven con mamá, bonita! – Delante de la roca aparece una mujer castaña de dos metros, vestida con un sugerente traje verde y amarillo. Tiene una fuerza mejorada, y su piel es de una dureza que la hace prácticamente impenetrable, de ahí viene su nombre de guerra: Diamante Lil. Un puñetazo bien calculado y la roca acaba convertida en un montón de trozos...igualmente peligrosos.

- ¡Cuidado, nena! – Lil avisa a Natura de la lluvia de pedazos de rocas.

- ¡Yo te cubro! – Sombra aparece detrás de su compañera y usa su poder para crear un espeso manto de oscuridad.

- ¡Espera, Sombra, no...Aaaaay! – una roca impacta en la cabeza de Natura causándole un buen golpe y dejándola momentáneamente atontada en el suelo.

- Oh, yo...lo siento, no pensé que... – Patrick acude a ayudar a su compañera.

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En la otra parte de la sala, los tres miembros veteranos de Alpha observan la escena.

- Genial – comenta Walter – Situación de peligro múltiple y su mejor idea es oscurecer y cegar por completo la visión y las rutas de huida de su compañera. – Jeffries y Lil lo miran asintiendo y Sasquatch se lleva las manos a la cabeza – Decidme que estoy en un entrenamiento de Gamma Flight. Decídmelo, por favor.

- ¿De dónde decís que han sacado a estos? – añade Lil con ironía. – Estos niños deberían estar en el Instituto.

- Ya vale, Lil. Damos por concluida la sesión de entrenamiento – Natura y Sombra se marchan sin decir nada por la puerta – Creo que eres muy duro con ellos, Walter. El chico no da una a derechas desde el ataque del Amo. Él también lucho contra los mutados como un Alpha más, y arriesgó su vida junto a vosotros.

- Mmmm. – Sasquatch mira a Jeffries – Esta bien, creo que le debo una disculpa. Hablaré con el chaval. Y tú, Lil ¿cómo te ha ido?

- Intenté volver lo más deprisa posible después de enterarme del ataque, pero Clarke se empeñó en que retrasase mi venida hasta que las cosas estuviesen más tranquilas. Ese tipo me pone de los nervios, me recuerda demasiado al General– Diamond Lil se quita su antifaz y se acerca a su marido – En serio, me alegro de que Guardián esté otra vez al mando y todo eso, pero este equipo está muy verde. Si queremos encontrar al Amo...

Jeffries escucha resignado a su esposa. Con la destrucción del edificio superior perdió también su armadura de Box, y hasta que logre reconstruirla y teniendo en cuenta su parálisis, es inútil como miembro de campo de Alpha Flight...

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- Tranquilo, que no es nada... ¡Déjame, no tiene importancia! – Natura se seca la sangre que sale de la brecha de su frente. Sombra la acompaña – Patrick, tienes que concentrarte más. En la Academia lo hacías mucho mejor, eras la envidia de todos. ¿Qué te pasa?

Sombra contesta con desgana a su compañera.

- No estoy a la altura, soy completamente inútil al equipo. No pude ayudar en el ataque, mi poder es inefectivo...

- No digas eso

- ¡Tu no estabas aquí ese día, Annete! No pude ayudar en nada a que el Amo...

- Hiciste lo que pudiste, Patrick. Yo lo sé, y el resto de Alpha Flight también. Déjalos que te culpen si quieren. Es su manera de afrontarlo. Ellos también fracasaron y están dolidos, cómo tú. Pero escúchame – la chica abraza a su compañero – Tu no tuviste la culpa. Hemos trabajado duro para estar en Alpha Flight... ¡y vamos a ser de Alpha Flight!

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Ottawa, a las puertas de la zona vallada que rodea el edificio del Departamento H. Un taxi deja a sus dos ocupantes. Una chica pelirroja y un hombre enano.

-Aquí estamos de vuelta, Heather, ¿eh? Parece que nos vamos a meter otra vez en la boca del lobo.

- A mi pesar, Judd – responde Heather – muy a mi pesar.

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DEPARTAMENTO ALPHA

Me encanta Alpha Flight.

Una serie condenada a ser diferente desde el principio. Unos personajes encaminados a ser mártires maltratados. Un intento de ser los particulares Vengadores de Canadá contínuamente abortado. Por eso yo escribo de manera diferente.

Me encantan los misterios. Hacen que me enganche a la aventura. Me meto en la historia, intentando descubrir la trama oculta. Busco los pequeños detalles, las “pistas” que los autores ponen en las historias desafiando al lector. Por eso me regocijo metiendo pequeñas incógnitas y dando sutiles pistas en mis historias.

Me encanta que Alpha Flight sea la serie más misteriosa de Marvel. Porque puedes jugar con los personajes y situaciones a tu antojo, siempre buscando sorprender en la próxima página. Por eso juego a intentar sorprender a mis lectores, que se piensen que ya saben por donde van los tiros y entonces ...¡zas! Te pillé.

Me gusta ir atando cabos sueltos. Por eso, en estos números que llevo voy desarrollando las tramas muy bruscamente, con saltos de tiempo, pero sin dejar que se pierda ni una gota de posible información sobre lo que ocurre...claro, que a lo mejor hago esperar un poco. ¡No lo puedo evitar!

Debe ser por eso que escribo estas aventuras, y no otras de mutantes megagastados en su vigesimonoveno enfrentamiento contra villanos magnéticos de turno. ¡Vale, vale, ya se que utilizar al Amo como villano es el colmo de la gandulería, pero lo necesitaba para empezar la historia!

Pero que se le va hacer...¿He dicho ya que me encanta Alpha Flight?

Esperando vuestras opiniones, me despido hasta la próxima historia. Hasta entonces... ¡Saludos Canadienses!

 
 
   
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