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Hay un dicho que dice "Ten cuidado con lo que deseas, puesto que puede hacerse realidad"; Alan Matthews descubrió, muy a su pesar, que es completamente cierto...
 
Aparecido

APARECIDO #2 DE 10
De hombres y máquinas
Guión: Alex García
Agradecimientos a Ben Reilly por sus sugerencias

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Portada: Alan se enfrenta a Cabello de Plata. Sobre ellos vuela Halcón Oscuro. Texto: Obtendrá su venganza sobre Cabello de Plata... ¡Aunque tenga que enfrentarse a Halcón Oscuro para ello!

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El aire frío de la mañana acariciaba mi cara y despeinaba mi cabello; me ajusté las gafas de sol y miré a mi alrededor; de alguna manera el cementerio me parecía incluso acogedor. Mientras el cura seguía con su sermón, estudié los rostros de los asistentes al doble entierro: la mayoría eran parientes del profesor Edward Williams, que ni siquiera se acordaban de llamarle para felicitarle por su cumpleaños - no es que a él le importase mucho -; ahí estaba su prima Stella, que ni siquiera le había llamado cuando murió su hijo Derek, llorando como una magdalena. Cínica hasta el final, Stella, así me gusta.

El resto de los asistentes eran colegas del profesor, y dudo que le echasen mucho de menos. Pero... ahí estaba Cindy, llorando desconsoladamente.

¿Cuándo me enamoré de ella? Supongo que desde que la vi. Pero mi ineptitud para relacionarme con la gente y mis complejos sobre mi físico me habían forzado a mantenerme apartado de ella, resultando incluso borde a veces. En fin, ahora eso ya no tenía importancia, yo estaba muerto; después de todo se suponía que mi cuerpo era uno de los dos que estaban enterrando. Cosa falsa, era uno de los matones de Cabello de Plata, que seguramente era tan alto como yo, y al estar calcinado la policía supuso que era yo. El otro matón debía estar aún en el departamento forense, esperando que alguien lo identificara: algo me dijo que eso nunca pasaría.

Movido por algún instinto desconocido, me acerqué a Cindy y le ofrecí un Kleenex. Ella me miró, me sonrió tímidamente y cogió el pañuelo de papel.

- Gracias. Lo siento, siempre lloro en las bodas y funerales. Aunque supongo que en lo último es más apropiado. Es tan triste... todo lo que pasaron los dos y ahora están muertos. Pobre Alan... acababa de cumplir los 19, ¿Sabes? Qué pérdida...

- Lo... lo entiendo - dije. Entonces me alarmé: ¿Mi voz sonaba igual que siempre o había cambiado con este nuevo cuerpo? Si ella se daba cuenta de quién era podía tener problemas para explicárselo...

- Perdona, parece que no tenga modales. Me llamo Cindy. ¿Y tú?

- Al... - ¿¿Qué estaba haciendo?? Había estado a punto de decirle mi nombre; en fin, supongo que era la costumbre - Alex - "Oh, eso ha estado muy bien, genio" Pensé para mí con sarcasmo.

- Eres pariente de Alan, ¿verdad? Tenéis los mismos ojos.

Así que no todo mi cuerpo había cambiado, después de todo. De cualquier manera, ella no me relacionaba con mi antiguo yo, sino que creía que era un pariente. Decidí que eso era lo mejor.

- Uh... sí, soy su primo, de... Ohio.

- Qué raro, nunca me habló de ningún primo en Ohio.

- Esto... - una gota de sudor rodó por mi mejilla; con voz temblorosa dije: - teníamos poco contacto, nos mandábamos algún e-mail de vez en cuando.

Aparentemente tomó el temblor de mi voz por pena por haber perdido a un pariente, porque sonrió y asintió.

- Alan era muy reservado; costaba mucho acercarse a él. Pero era una gran persona - titubeó -. Lo echaré de menos.

- Estoy seguro que dondequiera que esté, él lo sabe.

- Gracias, eres muy amable - los sepultureros empezaron a echar tierra sobre el ataúd del profesor -. Oye, no me encuentro muy bien aquí; creo que me iré a tomar un café. ¿Te apetece?

Por un momento me quedé sin habla. Yo había tardado al menos dos meses en conseguir invitarla a un café cuando la conocí y ahora ella estaba invitando a un desconocido - a mí - en menos de cinco minutos. Intenté no pensar que se debía a mi nuevo cuerpo y no a un gesto de amabilidad, pero no podía evitar estar resentido, si no con ella conmigo mismo por querer aceptar. Estaba a punto de decir que no... cuando de repente me di cuenta de que sería mi única oportunidad de despedirme de ella.

- Claro - tartamudeé -, encantado.

Nos sentamos en una mesa con vistas a la calle, y pedimos sendos cafés, el suyo solo, el mío con leche; no sabía qué efecto me produciría el café, ya que no había ingerido ningún tipo de alimento desde mi transformación y seguía sin sentir hambre, pero decidí que aquel era tan buen momento como cualquier otro para comprobarlo.

Ella se quedó mirando a la calle fijamente, probablemente recordándonos al Profesor y a mí cuando estábamos vivos. Para mi vergüenza, yo también me quedé mirando fijamente, pero no a la calle, sino a ella. Se dio cuenta y sonrió.

- Lo siento - dijo -, es que... les echo tanto de menos. Fue todo tan repentino... primero Derek, ahora ellos - se cubrió la cara con las manos, y pude oírla llorar. Por puro instinto me levanté de la mesa y puse mi mano sobre su hombro, cosa que pareció calmarla. Se enjugó las lágrimas y me cogió de la mano. Aunque se suponía que yo estaba muerto, pude sentir cómo mi corazón se aceleraba hasta los 200 kilómetros por hora.

- Me temo que hoy no soy muy buena compañía - sacó un bolígrafo e su bolso y escribió algo en una servilleta; cuando me la dio comprobé que era su número de teléfono, que yo me sabía de memoria -. Si alguna vez vuelves por Nueva York llámame e iremos a tomar otro café. Prometo ser mejor compañía, ¿Vale?.

Le prometí que la llamaría, aunque estaba seguro de que jamás volveríamos a vernos. Paré un taxi para ella y cogí otro para mí. Entré en la pensión en la que me hospedaba, ya que lógicamente no podía vivir en mi antiguo piso. El día anterior había ido al banco donde tenía todos mis ahorros, confiando en que aún no había sido declarado oficialmente muerto; tuve suerte y cancelé mi cuenta, sacando todo el dinero que tenía: 5000 dólares, gracias a las becas obtenidas cuando trabajaba con el profesor. Teniendo en cuenta que aparentemente no necesitaba comer - aún esperaba averiguar qué reacción me produciría el café que había tomado; y apenas había dormido en estos días y no sentía sueño, y aún seguía un poco asustado por eso -, parecía dinero más que suficiente hasta que supiese qué hacer. Recogía un par de cosas - algo de ropa limpia, un par de cómics; La Muerte del Rey Arturo, de Thomas Mallory y mi viejo walkman -, y dejé mi casa.

Sentado junto a la ventana de la habitación, contemplando a la gente pasar, mi resolución aumentaba por momentos. Esa misma noche buscaría a Cabello de Plata y me cobraría mi venganza.

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- Así que tú eres el que tumbó a Eddie bebiendo - el jefe del grupo, un hombre alto y fornido llamado Mick, me miraba de arriba abajo -; la verdad es que no tienes pinta de aguantar ni dos cervezas - gruñó -, pero si Eddie te ha recomendado, por mi vale.

Eddie era uno de los borrachos con los que tuve que participar en una competición de aguante de bebida; no fue justa porque al parecer soy inmune a los efectos del alcohol, pero eso me había puesto en contacto con matones de Cabello de Plata, y eso era todo lo importante.

- Es un alfeñique - gruñó Jacques. Si Mick era alto, Jacques parecía una torre; su cráneo afeitado y su ojo de cristal le daban un aspecto aún mas amenazador si era posible -. Yo digo que nos lo carguemos.

- Los músculos no lo son todo, compadre - Sebastian, el contrapunto de los otros dos. Delgado y bajo, una siniestra cicatriz le recorría la cara desde la boca hasta el comienzo de sus largos cabellos pelirrojos. Sacó una navaja de un bolsillo de su pantalón y la blandió amenazadoramente -; además no creo que haga falta... yo digo que devolvamos al renacuajo al mar.

Estaba a punto de replicar cuando Mick decidió intervenir.

- Callaos, imbéciles. He dicho que Eddie le ha recomendado y eso significa que está a prueba. Si alguno tiene algún problema, sabe dónde está la puerta.

- Como si pudieses hacer el trabajo sin nosotros - refunfuñó Sebastian. Jacques, sin embargo, no abrió la boca.

Mick le miró, impasible, taladrándole con sus fríos ojos grises. Finalmente Sebastian bajó la cabeza.

- Ah, haz lo que te salga de las pelotas.

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La furgoneta se detuvo frente a un almacén de la empresa Roxxon.

- Bueno, muchachos, ya sabéis, esto es lo de siempre - nos bajamos de la furgoneta -. Entramos, saqueamos, nos vamos.

- ¿Y el guardia de seguridad? -pregunté, preocupado. Curiosamente el resto del grupo se echó a reír.

- El guardia está tomando unas birras - Sebastian me guiñó el ojo -; mañana dirá que éramos muchos y le cogimos desprevenido. Y aunque no le crean ha cobrado bastante dinero como para resarcirse si le despiden. Estás trabajando con los profesionales, junior.

Jacques cogió una enorme barra metálica y se dirigió a las puertas.

Sebastian se adelantó y conectó un pequeño aparato - que asemejaba una calculadora - a la cerradura electrónica de las puertas. Segundos después se oyó un pitido y las puertas se abrieron; Sebastian sonrió burlonamente.

- Ya te lo dije, chico, la fuerza no lo es todo - Jacques gruñó.

- Ya basta, vosotros dos - dijo Mick -. Entremos y acabemos el trabajo. Tú no, chico; como ya he dicho, estás a prueba. Vigila la entrada y avísanos si viene alguien.

Bueno, al menos no iba a tener que participar en el robo, aunque no podía dejar de sentirme nervioso con todo el asunto. Me aposté junto a la puerta y esperé; al poco rato salió Jacques cargando con una enorme caja de metal, sin aparente esfuerzo. Detrás de él salieron Mick y Sebastian, cargando con otra caja entre los dos. Cuando pregunté si necesitaban ayuda, la respuesta de Mick fue tajante:

- Tú siéntate y no nos des problemas.

Pocos minutos después mi corazón dio un vuelco al oír el estruendo de la alarma; las voces de mis compañeros apenas eran audibles en medio de aquella cacofonía:

- ¡Joder, joder, joder! ¿Qué coño ha pasado?

- ¿Y yo que sé, jefe? El grandullón habrá tropezado con algo.

- Te voy a arrancar las pelotas, enano...

- ¿Queréis dejarlo ya los dos? Tú, chaval - me señaló -, échanos una mano. Vamos a llevarnos todo lo que podamos antes de que llegue la poli.

La policía no llegó... pero antes de que pasaran cinco minutos una figura apareció ante nosotros, venida del cielo: era un hombre que vestía una armadura negra y pateada, con sendas alas a sus costados.

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El hombre acorazado señaló en nuestra dirección, y por primera vez oí su voz cavernosa:

- Bueno, ya sabéis cómo funciona esto. Entregaos por las buenas... o tendré que ponerme duro.

Mis compañeros no parecían conocer el significado de la palabra "entregaos", así que desenfundaron sus pistolas. En respuesta, la insignia en forma de rombo de su pecho comenzó a brillar, y una especie de luz negra nos bañó a todos. Me volví y me di cuenta de que esa "luz" había mandado a mis compañeros volando por los aires, mientras que yo seguía en pie como si nada.

- ¿PERO QUE...? - dijimos el hombre de la armadura y yo al unísono, perplejos por la situación.

- Vaya, así que tienes superpoderes... nunca nadie había aguantado mi rayo de fuerza oscura sin inmutarse - ¿Fuerza Oscura? Entonces me di cuenta de quién era; había leído los periódicos acerca de Halcón Oscuro, pero se suponía que había desaparecido. Es más, las fotos y videos que había visto sobre él presentaban un aspecto bastante distinto. ¿Era el mismo o acaso era un nuevo héroe? No importaba mucho, ya que al parecer ya me estaba catalogando como súper villano.

- Escucha, yo...

- Y tu cara me suena... de las noticias. Sabes, te pareces sospechosamente al retrato robot del tipo que voló toda una sección de la Universidad Empire State - avanzó hacia mí amenazadoramente.

Estaba a punto de intentar explicarme, decirle que todo había sido un error, cuando Sebastian, que desgraciadamente no había quedado inconsciente, decidió intervenir.

- Claro que es él - fanfarroneó -; así que si quieres salir vivo de aquí mas vale que te largues ahora, hombre de hojalata.

- Gracias - dijo Halcón Oscuro -, ahora sé que no debo contenerme.

Si mi piel ya era pálida, en aquel momento debí volverme blanco del todo, y las piernas empezaron a temblarme al saltar él sobre mí; apenas tuve tiempo de apartar la cara antes de que me golpease con su puño: saboreé la sangre de mi boca.

- Vaya, aguantas bastante... mejor. No quisiera que te desmayases todavía - otro puñetazo hizo bailar mis dientes.

- Ba... basta... - susurré.

- ¿No te gusta, eh? - siguió golpeándome - Seguro que a los inocentes de la Universidad tampoco les gustó que les arrebatases sus vidas, escoria - un último gancho de derecha me envió volando un par de metros hacia atrás.

La rabia se apoderó de mí. No sólo me estaban acusando de matar al Profesor y a mí mismo, sino que encima me estaban apaleando. Cegado por la rabia, me levanté, y en cuanto se me acercó le golpeé en el casco con todas mis fuerzas.

Acto seguido descubrí dos cosas: la primera, que no es aconsejable golpear el metal con las manos desnudas - como mis sangrantes nudillos podían atestiguar -; la segunda, que Halcón Oscuro se había estrellado contra la furgoneta, a unos cinco metros de distancia.

¿Cómo era posible? Si esa misma mañana me había costado un esfuerzo sobrehumano abrir la puerta de mi habitación - que se atrancaba con extrema facilidad - en la pensión. Lógicamente, de poseer súper fuerza la habría arrancado de cuajo; la única explicación que se me ocurrió es que mi fuerza - y mi resistencia, al ver que seguía en pie tras la paliza que me había dado Halcón Oscuro - debían incrementarse inconscientemente, como una especie de mecanismo de defensa. Cada vez tenía menos claro en lo que me había convertido...

- Muy bien, ya basta - flexionando sus músculos el súper héroe se liberó de la furgoneta -; voy a encargarme de que te encierren en la Bóveda y tiren la llave.

- ¿Quieres hacer el favor de escucharme? Yo no... - no llegué a terminar la frase, porque se abalanzó rápidamente sobre mí. Esta vez respondí con un golpe en el estómago, que no parecía tener una cobertura metálica; así fue, y se encogió por el dolor, aunque rápidamente se recuperó y con un rápido movimiento de piernas me derribó al suelo. Al instante estaba sobre mí, listo para golpearme; las cuchillas que sobresalían de sus muñecas brillaban amenazadoramente bajo las luces del almacén.

- Mira - dije, desesperado -, yo no lo hice ¡Lo juro!

- ¿Y esperas que te crea?

- ¿Por qué no?

- Básicamente porque os he encontrado a ti y a tus amigos robando en un almacén de la Roxxon, por eso.

- Puedo explicarlo...

Una tremenda descarga golpeó a Halcón Oscuro y me lo quitó de encima; me volví en dirección al origen y vi a Mick, Jacques y Sebastian equipados con armas que parecían sacadas de una mala película de ciencia ficción. Así que era eso lo que había en las cajas.

- Lo has hecho bien, chico - dijo Jacques -, pero nosotros nos encargaremos de rematarlo. Tranquilo que le diremos al jefe que tú te encargaste de él; vas a ser un pez gordo, chaval.

Confuso, vi como los tres apuntaban al héroe, que aún estaba en el suelo, y dudé: ¿Qué me importaba a mí si le mataban? Me presentarían a Cabello de Plata, y podría al fin vengarme; es más, habiendo comprobado la fuerza que podía llegar a tener, estaba más seguro que nunca de poder acabar con su miserable vida. A cambio sólo tenía que permitir un asesinato a sangre fría: Después de todo, ¿No es eso lo que hacían los fantasmas en las películas y en los cuentos, vengarse a cualquier coste? Y yo era un fantasma... era el Aparecido.

Así que no me preguntéis por qué, pero de repente me interpuse entre los criminales y el héroe, en el momento en que disparaban; las descargas de energía chocaron contra mi pecho sin hacerme daño. Realmente no chocaron, sino que más bien me dio la impresión de que se disipaban al entrar en contacto con mi cuerpo. Mis "socios" no parecían muy contentos con mi acción.

- Traidor - murmuró Sebastian al tiempo que desenfundaba una pistola normal y corriente -, no vivirás para lamentar esto. Puede que aguantes los lásers, pero seguro que una bala normal y corriente te mata como a todo el mundo.

Ooops. Por mi primera experiencia tras mi "resurrección" sabía que eso era bastante posible. ¿Iba a morir otra vez sin vengarme? Sólo esperaba poder descansar en paz esta vez...

Fue el turno de Halcón Oscuro de interponerse entre ellos y yo, a una velocidad pasmosa; noté que una especie de aura oscura le rodeaba, y las balas rebotaron contra esa extraña aura: un campo de fuerza, sin duda. O sea, que lo había echado todo a perder para nada; me sentí como si me diesen un mazazo en el estómago.

- Creo que antes fui demasiado blando con vosotros - dijo Halcón al tiempo que un nuevo rayo de energía oscura surgía de su pecho, derribando a los criminales -; mucho mejor.

Se volvió hacia mí y nos miramos fijamente; la tensión era casi palpable.

- Supongo que debo darte las gracias - extendió su mano. Yo estaba tan cansado que ni siquiera me paré a pensar que fuese alguna estratagema, y se la estreché con la mía.

- En realidad sólo debo dártelas yo - repliqué -. Tu campo de fuerza te habría protegido, ¿verdad? - palpé mis dientes con la lengua; ya habían dejado de bailar.

- Bueno, la verdad es que sí - noté un tono de diversión en su voz -, pero tú no lo sabías y te arriesgaste a salvarme. O eso o eres un actor muy bueno. Pareces un tipo decente, ¿Cómo te has juntado con esa escoria?

Suspiré, me senté en el suelo y le conté mi historia.

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- Ya veo - dijo él una vez terminé mi relato; mis nudillos ya se habían curado para entonces - ¿No tienes a nadie a quien acudir?

- No - respondí -, a nadie. Y quizás sea mejor así.

- Escucha...

De repente una limusina se detuvo ante nosotros. La puerta del pasajero se abrió y al fin me encontré una vez más con mi enemigo, Cabello de Plata.

- Caballeros - dijo con voz grave -, han interrumpido ustedes uno de mis negocios y maltratado a mis empleados. Me temo que... - se quitó la chaqueta y la tiró dentro del coche - tendré que darles una lección. Buena forma de probar mi nuevo cuerpo.

- Perfecto - dije -, esto terminará ahora, de una manera u otra.

Cabello de Plata sonrió despectivamente; a lo lejos, un trueno anunciaba tormenta.

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PRÓXIMO NÚMERO: : Es el enfrentamiento decisivo contra Cabello de Plata. ¿Saldrá el Aparecido victorioso o morirá de verdad?

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EL OJO EN EL CIELO

Bueno, este mes tengo varias cartas. La verdad he estado a punto de publicarlas por separado, ya que se que no voy a recibir mas, pero como no tengo ganas de que los que han escrito me peguen... pues eso :P

La primera es de Fcopp, que como ya sabéis guioniza el Halcón:

Soy fcopp.
APARICIÓN (se va a kedar con ese nombre y lo sabes!!!)

El hombre insiste...

Un buen numero de presentacion. Pero me ha rallado mucho una cosa por que me siento frustrado (a mi Peter no me deja hacer esas disgrasiones temporales)y aprovecho y demuestro una vez mas que soy un friki.

Uno no demuestra que es un friqui. Es un estilo de vida... ^_^

Me esplico:
Q edad tiene el personaje cuando mueren sus padres por los Jinetes del apocalipsis? y ¿Cuando muere el con lo de Onghslaught?

Pos eso depende mucho del tema de la continuidad... mi idea original es que en la Caída de los Mutantes tuviese 13, y ahora 19. Tras hablar con Peter, me he enterado que la Caída ocurre dos años antes de Onslaught, así que tenía 17. Cachis, ya he perdido 4 años de drama ;D.

Como te metes en esos berenjenales de continuidad temporal? (ya se q la respuesta es para putear a Pet)¿Cuanto tiempo se supone que pasa entre uno y otro? Segun eso cuantos años tiene Mr Fantastico? ¿99?

Ya sabes, es un hobby, cada vez que me aburro me meto en temas de continuidad XD.

Y yo creo que la edad de Reed debe ser de 80, aproximadamente. Es todo la Viagra con rayos cósmicos, que hace milagros.

La siguiente carta es de Xumer, guionista de Factor X, Cachorros, Hombre de Hielo, Hombre X y creo que tiene algún proyectillo más por ahí (si me salto alguna lo siento, de veras).

Bien, carta de rigor a una nueva serie...
Una de cal y una de arena:
Veamos, me encantan los monologos en primera persona.
Me parece un poco topico lo del tipico adolescente que se transforma en superheroe.

Bueno... pero es que no es exactamente un superhéroe... ya lo veréis.

Me gustan todas las referencias a momentos clave en el universo Marvel (osea lo de los Jinetes y lo de Onslaught).

Y dichas referencias ya aparecían en mi ex-colección, Halcón Oscuro, así que ya estáis releyéndola, jejejeje.

No me acaba de gustar todas las referencias a el hecho de convertirse en superheroe.
Conclusion: Con tu talento podrias hacer una serie interesante siempre y cuando no te vayas a los tópicos del genero.
Avisado estas.

¿Talento? Yo de eso no uso... es mu caro :P

Animo, este primer numero ha salido mucho mejor de lo que suelen ser los primeros numeros, así que la serie por ahora promete.

Je, pues seguro que después de leer este mandas la serie a tomar pol saco... ^_^

Na max.
Xumer.
PD: Veamos, esto solo es una opinion de un desequilibrado que odia a >>los superheroes, no le prestes demasiada atencion.

Nada, nada, toda opinión es válida... aunque insistas en que la de Fcopp no :PPPP

Más cartas: ésta es de Dob, guionista del Motorista Fantasma, que ya la estáis leyendo aunque digáis que es mu rara.

Hola, Alex
Por fin tenemos un nuevo personaje "oscurillo" o por lo menos, de momento, así me lo parece.

Si, mas o menos, menos o mas....

Una de las cosas que me ha llamado la atención es la escena que sale un "ojo". La verdad es que tiene un punto "Dick". Esos libros te perderán... Mírame a mí. Ya sé lo que debe sentir la gente cuando lee alguna de mis rayadas. :-)

Je, je, la verdad es que después de leerme varios libros de Dick me he leido otros de Lovecraft y ya empiezo a maquinar historias chungas...

De lo demás no puedo opinar, y esperare unos cuantos números. Pero parece muy interesante. Bueno....Solo me queda desearte suerte en tu nueva empresa. Es bueno ver que cada cierto tiempo nacen nuevos personajes.

Lo mismo que a Xumer... tranquilos que este número ya debe haber terminado con vuestras expectativas XD.

Un Saludo. Dob
PD: A tu correo por qué no le pones " El gran ojo" Sin metáforas sexuales, por supuesto XD

Después de haber recibido sólo tu sugerencia y la de Xumer (El Correo ha Desaparecido) ya le he puesto dicho nombre al correo, aunque con la panda cabrones que hay por aquí seguro que no tardare mucho en recibir algún comentario al respecto :P. De todos modos al siguiente número igual le pongo al correo el título de Xumer, pa variar un poco.

La última carta es de Orberto González, vamos allá:

Hola, Alex.
Me he leido el primer número de tu serie el Aparecido en MarvelTopia, y me ha parecido muy buena.

Je, lo dicho, jamás un segundo número truncó tantas esperanzas XDDD

Eso si, me han dicho que, al igual que Correia en Marvel Kid, vas a ser una especie de autobiografía. Que poco original, no? :P

Hombre, no es autobiográfica del todo... pero habrá muchos parecidos razonables :P

Bueno, coñas aparte... como vas a coordinar a Cabello de Plata con sus apariciones en Daredevil y la guerra de bandas? O te lo vas a pasar por el forro?

Pos ninguna de las dos opciones, porque este número transcurre tras las apariciones de Cabello de Plata en Daredevil y justo antes que su aparición en Marvel Premiere. De todos modos, en el próximo número haré una pequeña aclaración al respecto.

En fin, que esta bastante bien, espero que los diez numeros tarden menos en salir que los que dice Correia que le quedan en Fuerza-X...

Es que Correia es un puto vago ;P Bueno, el segundo ya lo tienes aquí, veremos que pasa con el resto... :PPP

A2!
Orberto!

Bueno, pos hasta aquí llegamos. Aquellos que aún tengáis ganas de escribir podéis hacerlo a: alexmola@hotmail.com.

Byes!

 
 
   
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