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Tiene muchos nombres: Marc Spector, mercenario. Steven Grant, playboy. Jake Lockley, taxista. Todos ellos no son sino una fachada para el héroe que ha vuelto por dos veces de la muerte, el Puño Vengador de Khonshu... el Caballero Luna
 
Caballero Luna vol. 3

CABALLERO LUNA VOL. 3 #69
Luna de Medianoche
Guión: Alex García

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PORTADA: El Caballero Luna arrodillado, tapándose los oídos con las manos. Tras él, tres encarnaciones de Medianoche, uno con el traje original, otro vestido de Caballero Luna sin máscara, y el Medianoche cyborg, le señalan y se ríen de él.

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Nueva York.

Marc Spector, en su identidad de Steven Grant, salió del banco, satisfecho. Las diversas cuentas y propiedades que había apartado para recuperarlas en caso de urgencia estaban disponibles, e incluso algunas habían dado beneficios. Puede que el hombre que se hacía llamar Marc Spector le hubiese robado casi todo lo que había tenido1, pero ahora empezaba a tener los medios para recuperarlo.

Por el rabillo del ojo advirtió que un barrendero no le quitaba el ojo de encima; los años que había pasado como mercenario le habían enseñado a no fiarse nunca de las apariencias. Con sus sentidos alerta, se dirigió hacia su limusina. Fue entonces cuando el barrendero sacó una pistola de debajo de su uniforme y le apuntó. Rápidamente Marc abrió la puerta para utilizarla como escudo, no tanto para él como para la gente que pudiese haber tras él. Acto seguido saltó al techo de la limusina, y apenas puso los pies sobre el vehículo volvió a saltar, esta vez con los pies por delante, de manera que impactó al asesino con sus pies, derribándolo. Durante el forcejeo que vino a continuación para lograr el control del arma, la pistola se disparó y el falso barrendero se derrumbó, sin vida.

La policía legó poco después. El agente que le tomó la declaración le dijo que podía irse y que le avisarían en cuanto supiesen qué era lo que había pasado exactamente y por qué aquel hombre había intentado matarle.

"Sé exactamente por qué lo ha hecho", pensó Marc al tiempo que alzaba la mirada hacia el edificio de SpectorCorp. Sabía que el hombre que había orquestado el intento de asesinato estaría allí, probablemente viéndolo todo desde su ventana.

"¿Empiezas a ponerte nervioso, 'Spector'?"

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Actual Mansión Grant.

- Jean Paul, creo que tenemos que hablar.

- No me digas - replicó el francés en tono sarcástico -; ¿no sería mejor que hablases con tus amigos Templarios?

- Eso no es justo, Jean Paul. Tenía una misión que cumplir y tú lo sabes.

- ¿"Misión"? No me hagas reír. Todo lo relacionado con tu preciosa "misión" es mentira. Ni yo soy miembro de la Estirpe ni Marc descendiente de un antiguo vampiro Infernita2.

- Lo sé... ahora. Pero la Estirpe existe, Jean Paul, aunque tú no seas parte de ella. De hecho, no sabría explicar por qué pensamos que tú eras uno de ellos. Es todo bastante confuso... casi como un sueño.

- Pero... si ni Marc ni yo tenemos que ver con vuestra misión, ¿Por qué estás aquí?

- Si tienes que preguntarlo, Jean Paul Duchamp, nunca lo sabrás - y con gesto ofendido ella se dio la vuelta y salió del salón.

Frenchie se quedó pensativo, meditando las palabras de Chloe. Como un sueño, había dicho ella. "Un sueño, pero bastante real", pensó Jean Paul. ¿Obra de Morfeo? Imposible, aquello estaba muy por encima de su capacidad. Un frío glacial le recorrió todo el cuerpo mientras miraba la estatua de Khonshu. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Podía ser todo obra del antiguo dios egipcio?

Entonces entró Marlene a la carrera.

- Oh, Dios mío - dijo con voz ahogada -, ¡Otra vez no! ¡Por favor, otra vez no!

- ¿Qué pasa, Marlene?

Marlene Alraune miró a su amigo fijamente, reuniendo fuerzas para contestar.

- Morfeo - dijo -, ha vuelto a escapar3. ¡El asesino de mi hermano está libre, en alguna parte!

- Tranquila, Marlene - dijo Frenchie -. Marc se encargará de él. "¿Y por qué tengo el presentimiento de que nos encontraremos con él antes de lo que pensamos?"

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Esa noche, en un almacén en el puerto.

Los hombres que se habían reunido allí eran lo poco que quedaba de la antaño poderosa organización conocida por unos pocos como el Imperio Secreto. Todos llevaban las túnicas que habían sido características en ellos, aunque ya no eran símbolo de orgullo para ellos, eran sólo un recuerdo más de la gloria que una vez poseyeron y que habían perdido.

Eso no les impedía seguir soñando con la conquista del mundo, aunque ahora era un objetivo cada vez más lejano. Sin embargo, los Imperiales reunidos en aquel viejo almacén habían acumulado una considerable cantidad de armas procedentes de los restos de numerosas bases del Imperio Secreto. Con esas armas, y reclutando a los hombres adecuados, poco a poco el Imperio Secreto dejaría de ser un sueño casi olvidado para volver a ser una gran potencia que, indudablemente, conquistaría el mundo. O al menos, así era en sus retorcidas mentes.

Sobre ellos, vigilando por el tragaluz del techo, el Caballero Luna contemplaba la reunión, listo para actuar. En su identidad de Jacke Lockley él mismo había traído a uno de los encapuchados al almacén. No perdió mucho tiempo en cambiar sus ropas civiles por otras más adecuadas y avisar a Frenchie por radio para que fuese a recogerle; no esperaba que hubiese problemas, pero era mejor ser precavido.

Pero poco a poco, su precaución iba desapareciendo para ser sustituida por odio, y poco después por rabia. Pues en su mente aún veía a Jeffrey Wilde, el hijo de uno de sus enemigos originales, Medianoche, que había tomado el nombre de su padre y había decidido seguir los pasos de Marc en vez de los de su padre... a veces. Aún veía a Jeff sufriendo una descarga mortal a manos de un Imperial4, y veía al monstruo cibernético en que el Imperio Secreto le había convertido para matarle5. Sólo un niño... Jeff había sido poco más que un niño.

El Caballero Luna no esperaría más. Era el Puño Vengador del dios egipcio de la Luna y la venganza, y aquel era un buen momento para la venganza. Atravesó el tragaluz y aterrizó en medio de la mesa en torno a la cual se habían reunido los enmascarados, cogiéndoles completamente por sorpresa.

Ocho hombres: ni siquiera eran fanáticos como los que habían luchado contra el Caballero Luna, eran parroquianos con sueños de grandeza, que se aterrorizaban fácilmente ante la mera visión del Caballero, y que probablemente hubiesen tenido su mayor pelea en una taberna, empapados de alcohol. En su estado frenético, Marc no se percibió de eso, y una tormenta de puñetazos y patadas se abatió sobre aquellos infelices, dejando sólo a dos en pie. Uno de ellos, completamente desesperado, se abalanzó sobre el Caballero, que le recibió con un potente gancho de derecha en la mandíbula. Su compañero sacó un puñal de su túnica y apuntó al Caballero; una potente descarga salió del arma e impactó equivocadamente al Imperial que luchaba con Marc, casi partiéndole por la mitad. Parte de esa descarga alcanzó al Caballero, que se tambaleó.

Triunfante, el Imperial apuntó nuevamente al Caballero Luna con su arma, seguro de poder rematar al héroe; un dardo de adamántium salió despedido de la muñequera del Caballero y partió limpiamente la daga en dos. De un salto el Caballero Luna se plantó junto a su enemigo, que empezaba a desmayarse con el miedo. El puño del Caballero terminó de sumirle en la inconsciencia.

Marc miró a su alrededor y gruñó satisfecho: con un poco de suerte, ése sería el fin de lo que quedaba del Imperio Secreto, y la pesadilla no se volvería a repetir. Jeff... aún le dolía pensar en él. Activó un control de su muñequera y los dispositivos magnéticos ubicados en ella atrajeron el dardo de adamántium de vuelta a su funda. Entonces Marc miró su herida: no tenía muy buen aspecto, y le dolía bastante; Frenchie no tardaría en llegar, así que se sentó a esperar. Sin darse cuenta se quedó dormido...

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- Despierta, abuelo.

Marc se despertó sobresaltado; aquella voz no era la de Frenchie. ¿Se había olvidado de algún Imperial? Si era así podía darse por muerto. Pero al ver a su interlocutor un escalofrío recorrió su espina dorsal.

-¿¿Jeff??

- Bueno, veo que por lo menos te acuerdas de mí - dijo Medianoche.

Instintivamente Marc examinó su herida.

- No, no te has vuelto a morir, Marc - dijo Medianoche -. He venido a hacerte una visita, eso es todo.

- ¿Una visita?

- Sí, ya sabes, como el fantasma de las navidades pasadas. ¿Puedes levantarte?

- Creo que sí - a duras penas Marc se puso en pie.

- Bueno, Marc, creí que iba siendo hora de que tuviésemos una charla.

- ¿Una charla? - preguntó Marc en tono receloso - ¿Sobre qué?

- Sobre mí, supongo. ¿Puedo saber por qué te culpas por mi muerte?

- Porque... porque soy el responsable, Jeff. De no ser por mí, seguirías vivo. Era a mí a quien quería matar el Imperio Secreto.

- Corrección: era a MÍ a quien quería matar el Imperio por meter las narices en sus asuntos, sólo que al ponerme tu traje creyeron que eras tú6. No tienes la culpa de que robase tu traje y me dedicase a robar, Marc - el aspecto de Medianoche era ahora idéntico al del Caballero Luna, sólo que no llevaba máscara.

- No me refería a eso, Jeff. Lo que quiero decir es que si te hubiese tomado más en serio, o te hubiese prestado más atención, quizás...

- Sí, quizás. Y si mi padre no hubiese sido un ladrón y no nos hubiese abandonado a mi madre y a mí tal vez no nos hubiésemos conocido. La vida está llena de "quizás", como tú bien sabes.

- Vaya si lo sé.

- Pues eso. Marc, cuando nos enfrentamos te eché la culpa de mi condición - el aspecto de medianoche era el de un cyborg, con mandíbulas metálicas -, porque estaba cegado por el dolor y las mentiras del Imperio, no porque realmente te culpase por ello. Gracias a ti morí como un héroe, dos veces además, como tú7. Eres todo un modelo a seguir, grandullón - sonrió. Ahora era normal, vestido con un jersey de cuello de pico y unos pantalones vaqueros -. Es hora de irme, Marc. Cuídate - una luz cada vez más brillante apareció detrás de Jeff, quien se dio la vuelta y empezó a caminar hacia ella.

- ¡Espera! Tengo que saber...

Jeff se volvió.

- ¿Quién te mató por segunda vez? No puedo decírtelo, Marc, pero tú lo sabes. Y cuando te enfrentes a él será la mayor batalla que hayas librado nunca... y puedo decirte que será muy pronto.

Marc quería preguntarle más cosas, retenerle todo el tiempo que pudiese, seguro de que nunca volvería a verle. Pero entonces vio una silueta muy familiar al final de la luz.

La silueta de Khonshu, el dios egipcio de la Luna.

Sonriendo, quedó inconsciente.

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En una sombría habitación se hallaba encerrado Morfeo, sus poderes aún debilitados por la droga utilizada en el psiquiátrico para contener sus increíbles poderes. Aturdido, miró a su alrededor, intentando averiguar dónde estaba y quién podría haberle liberado y por qué. Como respondiendo a sus pensamientos, la puerta se abrió y un hombre alto entró.

- ¡¡Tú!! - gritó Morfeo.

- Sí. Yo. Es bueno saber que aún me recuerdas; espero que no hayas olvidado lo que me hiciste - apretó los puños.

- Tenía que ser convincente, ¿no? - replicó Morfeo con sorna.

- Muy convincente - convino el misterioso hombre -, casi tanto como el impostor que ha reclamado el manto del Caballero Luna y el nombre de Steven Grant.

- No es un impostor - siseó Morfeo -; es él. Le reconocería en cualquier parte.

El hombre guardó silencio mientras ordenaba sus ideas. Entonces sonrió.

- Bien, si ha vuelto de entre los muertos, supongo que es nuestra obligación devolverle al ataúd, ¿no crees?

- Ssssiii...

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- ¡Marc, despierta! ¿Estás bien?

Marc abrió los ojos y vio ante él a Frenchie. Por un momento se quedó confundido, miró a su alrededor y recordó dónde estaba; más aún, recordó lo que le había pasado, y no pudo evitar pensar que todo había sido una ilusión.

- Estoy bien, Frenchie. Es sólo una herida superficial - dijo llevándose la mano al costado.

- Me tenías preocupado. Te llamé por radio un buen rato pero no respondías; y al verte inconsciente... suerte que apenas tardé un par de minutos en llegar.

Como un acto reflejo, Marc miró su reloj por curiosidad, para saber cuanto tiempo habría estado inconsciente. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había algo raro.

- Frenchie, mi reloj se ha parado.

- Eso no es raro, recibirías algún golpe.

- No, ninguno. Pero eso no es lo raro...

El reloj estaba incorporado en la muñequera del Caballero; era un reloj digital de alta precisión que Marc había incorporado en su equipo por precaución, lo mejor que el dinero podía comprar.

¿Cómo se explicaba entonces que los números de la pantalla estuviesen detenidos en las 12 en punto?

Marc se echó a reír, sin que Frenchie pudiese comprender el motivo.

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1.- Caballero Luna vol.3 #67.

2.- Caballero Luna: Muerte en la familia. (¿Os he comentado lo mucho que odio a Kavanaugh?)

3.- El Caballero le encerró en Caballero Luna vol.3 #66

4.- En Marc Spector: Caballero Luna #19.

5.- En la saga La Venganza de Medianoche.

6.- En Marc Spector: Caballero Luna #17-19.

7.- A raíz de las heridas de Jeff Marc le dio por muerto en Marc Spector: Caballero Luna #19. La "segunda" muerte fue al final de la saga La Venganza de Medianoche.

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PRÓXIMO NÚMERO: ¿Quién mató realmente al Caballero Luna? ¿Cuál fue el papel de Morfeo? Todas las respuestas en "El despertar", primera parte.

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LUNABASE

¡No dejéis de leer el cross-over Caballero Luna/ Masacre, ya disponible!

Bueno, pues lo de siempre. si queréis escribir, hacedlo a caballero_luna@marveltopia.net.

 
 
   
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