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Tandy Bowen y Tyrone Johnson eran dos chicos sin rumbo que habían huido de casa, pero el destino trazaría el camino de ambos. Un grupo de traficantes los sometió a una droga experimental que les dio sus poderes: a Tyrone lo envolvió en la oscuridad y Tandy recibió el don de la luz, con sus poderes, prometieron proteger a la gente de las drogas y se convirtieron en los vigilantes conocidos como... ¡Capa y Puñal!
 
Capa y Puñal

CAPA Y PUÑAL VOL. 4 #15
Quinn serie B
Guión: Narutaki

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Portada: Quinn sentado informalmente en un sillón y sonriendo ampliamente. A su lado una figura gigante, blanca y luminosa de la cual no vemos más allá del pecho. Lleva puesta la camiseta de la selección argentina. Todo está rodeado de nubes esponjosas.

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Bip...

Bip...

Bip...

...

Joder, ¿para qué cojones me habré puesto a andar?

Doy pena... Nadie en su sano juicio se pone a pasear por el monte con estas pint... Con estas pintas. Si alguna vez me he fumado un porro debe haber sido de tres quilos de chocolate porque ni me acuerdo de a donde voy ni de que llevase puesta esta bata tan moña.

¡Ah no...! Nota: sonrío cinicamente. Llevo un gotero puesto, seguro que el cabrón de Tyrone ha metido aquí whisky para que me pierda en un mundo misceláneo y así mientras intenta acercarle su cacharro de negro a Tandy... Mamón...

Esto es totalmente irracional, sigo sin saber a donde voy. Me niego, ni un paso más sin una explicación.

¡Joder, una tortuga rosa!

Lo que yo te diga, el whisky.

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Puñal pierde su mirada en la blancura grisácea de la pared de la habitación del hospital. Así lleva horas. El mismo tiempo que Capa la mira en silencio, sin atreverse a decir nada, o tal vez, respetando el estado de su compañera.

Decirle que compartía el sentimiento sería una gran mentira, y después de todo lo que habían vivido juntos, no sabía ni quería mentirle a Tandy. Quizá ponerle la mano en el hombro e invitarla a tomar un café la ayudaría.

Tras un cruce de gestos parcos y apesadumbrados, la pareja de héroes baja ya las escaleras del hospital rumbo a la cafetería.

El lugar está lleno de humo, apesta a tabaco y café. Un hospital debería ser un lugar más sano.

Ella se sienta en una silla, reposando los brazos, pálidos, sin energía, sobre la mesa y él se acerca a la barra para pedir.

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Quien me iba a decir que las tortugas rosas sirviesen para algo. ¡Soy un jinete de tortugas rosas! Esto en mi época de crío me hubiese convertido en el rey del patio del colegio. Pero al salir McKenzie y los demás me hubiesen cosido a palos por marica.

- Oh, eso sería técnicamente incorrecto. Soy hermafrodita.

Eh... Vale, creo que el galápago psicodélico me está hablando. "Hola, ¿qué tal? Me llamo Quinn, ¿y tú? Tienes cara de llamarte Miquelangela".

- Ja... Ja... Me temo que tu referencia a las películas sobre cuatro tortugas mutantes adiestradas en el arte del ninjutsu no causan un efecto risueño en mi. Pero siempre puedo sentirme halagada si pienso en Buonarroti.

¿Buonarroti? Me suena de algo...

- El de la Capilla Sixtina.

¡Vale! Ahora sí... "Oye, un momento... ¿Lees mis pensamientos?"

- ¿Por quién me tomas? -ofendida.

"Esto es delirante, estoy manteniendo una conversación con una tortuga rosa".

- Y lo peor de todo es que no va a sonar el despertador...

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- Eh... Tandy, no puedes seguir así. Vete a casa, duerme un poco... -los hombretones odian estar contra las cuerdas.

- No, prefiero esperar, tal vez despierte y necesite algo.

- Para eso están las enfermeras.

Capa le pasa sus grandes brazos sobre los hombros y la acaricia tratando de darle calor.

- Yo me quedaré.

En el fondo esas palabras sorprenden a Tandy. Tyronne siempre había cuidado de ella pero que se ofreciese a velar a Quinn, quien no es santo de su devoción, es más de lo que en ese momento hubiese acertado a esperar.

Como respuesta se encoge levemente sobre sí misma.

- Gracias, Ty. Subiré a la habitación a por mi chaqueta y luego iré a casa a ducharme y dormir un poco.

Capa asiente complacido.

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"Bueno, amiga tortuga, me podría decir donde vamos". Cada vez estoy peor...

- No puedo revelarte esa información todavía. Mi señor prefiere que así sea.

Por san Gabriel Arcángel, Quinn, te estás dejando llevar no sabes a donde por una maldita tortuga rosa. En otros tiempos la habrías freído a balazos.

- Puede ser, pero ahora no tienes una pistola con la que hacerlo.

Ostia, es verdad, la única arma contundente que tengo aquí es mi...

- Por favor, evita ser tan obsceno -lo corta.

"Se me olvidaba que eres una maruja mental".

Bueno, esperaremos a ver donde va a parar todo esto.

- No seas impaciente, ya hemos llegado.

"Vaya, pues no está mal el pisito. ¿Qué deben ser, dos mil metros cuadrados?".

- Me parece que te quedas corto. Ya puedes bajar. El señor te espera.

Haremos caso, a ver que tripa se le ha roto al tío este. Como sean deudas... Lo lleva claro.

"Gracias, señora tortuga".

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La imagen de Quinn es cuanto menos preocupante. Conectado a varias máquinas, con tubos que entran o salen de su cuerpo... Solo su rostro, totalmente sereno, casi sonriente, denota un ápice de optimismo.

Tandy toma la chaqueta tejana con sus manos, algo temblorosas. No puede evitar sentirse incómoda ante la presencia actual del irlandés. Así no podía hacerle nada, no era un tipo duro y sin escrúpulos armado de una pistola, pero cuanto menos, seguía intimidándola su mera existencia.

Las máquinas traducen el ritmo de su corazón.

Alguien juraría que se aceleraba el tempo cada vez que la heroína entraba en aquella habitación.

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La puntualidad no es una de las virtudes de este tío... Vamos a ver, no estaría mal echar un trago.

Ah... Eh... Un momento, juraría que ese mueble bar no estaba ahí hace un segundo. Es igual.

Whisky de la Isla de Jura. Tremendo. No sé porque somos tan estúpidos de considerar el nuestro el mejor, este no está nada mal.

- Solo es porque se encuentra sediento, pibito.

¿Quién...? ¡Joder! Voy a tener que ponerme gafas de sol.

- Hola. Espero que todo hasha ido bien Rosarito, ¿se porto bien con vos?

"Creo que no conozco a ninguna... Ah, ya, la tortuga ¿no?". Delirante.

- Sí, Rosarito. ¿Esha te trajo, no?

"Sí, sí. Ella".

- Es una amiga antigua, de época de juventud. Ahora está un poco cascarrabias, pero bueno, que le haremos. Todos nos hacemos viejos. Eh -sonriendo.

Vamos a apartarnos un poco que este tío se me está pegando mucho.

- Oh, no te preocupés. No me molesta la homosexualidad pero no soy gay, aunque algunos tarados mentales crean que hay que estar en contra y que es una enfermedad. De veras que no.

Así ya me quedo más tranquilo.

"Oye, ¿y que hago aquí, viejo?". Tremendo este whisky.

- Das un paseo decisivo. Todos damos uno alguna vez en la vida. Solo que a diferencia de muchos, vos podés elegir el destino, ¿sabés?

"Creo que no lo estoy entendiendo demasiado bien".

- Mira, no salistes muy bien parado de tu última parranda. Tu cuerpo ahora está en una cama postrado, sin moverse. Vos estás aquí, dialogando conmigo. San Pedro me pidió que no bajase, que sos un tipo desagradable, pero te conozco desde que eras un pibito y sin duda que eres encantador, Quinn.

"¿Eres mi tio Hert?".

- En realidad sería el tataratataratataraabuelo.

"Te conservas bien, yayo".

- Gracias. Muy gentil por tu parte.

Y ahora... ¿qué?

- Bueno muchacho, ahora debés decidir si volvés o me acompañás a mi jardín.

"¿Cuál es la diferencia?"

- Bien, en el jardín tenemos barbacoa y Elvis actúa una vez al mes, aunque esperamos la llegaba de Dylan o Springsteen que se me resisten, los pelotudos.

"Y abajo, ¿qué me espera?"

- La muchacha está preocupada, ella al menos sí te espera.

"¿Sólo ella?"

- Mirá, chico, ella es más de lo que mushos tendrán nunca. Piénsalo bien.

"Entonces es una elección simple".

- No creas. Me caíste bien, y por eso te diré algo. Si te vas hoy, cuando vuelvas no será para verme a mi. La cagarás. Eres un tipo que se mueve por intereses e instintos, y si bajas, vas a pringar.

"Estar un tu posición debe ser la leche".

- Siempre con café y sacarina, nunca azúcar.

...

- Como siempre, valorando que será lo más fácil y provechoso.

"Si me lo dijeses, ya serías mi ídolo de por vida".

- Estoy seguro de que nunca podré ganar a Maradona, así que en tal caso, prefiero que acertés o te equivoques vos.

"Eres un buen tío".

- ¿Y bien?

"Prefiero quedarme. No soy un luchador, soy un vividor. Esto huele mejor que mi futuro y como dices, sé que la cagaré".

Mira como sonríe el desgraciado, seguro que sabe de antemano todo lo que voy a decirle. Así también me haría yo el interesante. Ostia... Seguro que también sabe esto.

"Disculpa, es la falta de buenas costumbres..."

- Pasa a menudo. Sin rencor -haciendo un gesto cortés-. Entonces, ¿te quedás?

"¿Hay mujeres?"

- Sí. Y oficialmente podés visitarlas siempre que estén vestidas. Pero si el jefe no se entera, podés visitarlas cuando querás si se dejan.

¡Qué cachondo! Este tío me va a caer de puta madre.

- ¿Entramos?

"Sí".

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Llueve.

El olor a la hierba húmeda es siempre reconfortante, pero nunca lo suficiente en un entierro.

El enterrador, un sacerdote, Tandy, Tyronne y un viejo amigo de Quinn salido de algún agujero en La Cocina del Infierno.

Capa la sostiene entre sus brazos, contra su pecho. Entre dos mechones de cabello rubio intenta obligarse a observar el epitafio.

"Jay Joseph Irington Quinn. 1969-2007. Siempre eligió su camino".

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El teléfono móvil sonaba con una melodía clásica. Era un hombre pragmático, no gastaba dinero en estupideces.

- ¿Sí? Sí, soy yo oficial Evans.

Sonrió convencido de un éxito cercano.

- Perfecto.

Colgó sin decir más palabras.

Caminó apenas cuatro pasos hasta situarse frente a un espejo. En el, pronto apareció un rostro de aspecto indefinido, algo borroso, que tomó nitidez en forma humanoide, de piel roja y gesto señorial.

- Kanluf, mi señor, tenemos el suero que reclamasteis.

- Eres un buen siervo, Igor. Sin duda.

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LUCES Y SOMBRAS

Saludos.

Saludos.

Desde que escribí los dos números de Capa y Puñal en los que me dediqué a devolverles sus poderes y ventilarme a Quinn he escuchado a varias personas decirme que tal vez no debería haberlo matado, por ser una creación de otro compañero.

Aunque en eso puedan tener algo de razón, considero que la serie es Capa y Puñal y Quinn les estaba robando ese hecho de ser una pareja.

En la convergencia de las dos corrientes de pensamiento, una más XuM y la otra más José Cano se encuentra este número, que empecé a escribir hace cosa de un año. Una paranoia total, algo que en condiciones de salud mental corrientes no escribiría, pero que mira, ahí queda para la posteridad.

Un número entero dedicado a la muerte de Quinn.

Espero que le haga justicia al personaje.

Salud.

Narutaki

 
 
   
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