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Su familia murió por estar en el sitio equivocado en el momento equivocado. Lo ha perdido todo y no le queda más que la venganza. Ese día Frank Castle murió para convertirse en EL CASTIGADOR.
 
Castigador

CASTIGADOR VOL. 3 #39
Requiem Epílogo
El fin de la guerra

Guión: Vicente de los Santos

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En algún lugar de Iraq...

El Humbee se detuvo con la brusquedad necesaria para levantar una pequeña tormenta de arena sobre aquella parte de la base. Algunos de los soldados que disfrutaban de un pequeño descanso se llevaron las manos a la cara para evitar que les entrase arena. Algunos maldijeron la prematura muerte de su cigarrillo mientras que otros intentaban recoger al vuelo los naipes que habían salido disparados.

Del vehículo se bajaron unos cuantos que recibieron insultos de todo tipo por parte de sus compañeros, excepto uno que continuaba leyendo un pequeño libro. No pestañeó ni tan siquiera con la llegada de sus colegas, ya que al parecer pretendía disfrutar de su descanso. Sin embargo uno de los recién llegados se acercó a él.

- Maldito seas Ray - dijo con un tono burlón - Te vuelves a casa y con honores.

- Si - respondió brevemente sin apartar la mirada del libro - Toda una suerte.

- ¡Qué hijo de puta! - exclamó un tercero mientras pasaba junto a ellos con una caja de munición en brazos. - ¡Vamos nenas, tenemos que llevar todo esto al almacén o esta noche el Tío Sam no querrá darnos de cenar!

Todos se pusieron a descargar el vehículo. Ray cerró el libro y miró unos segundos la luz incesante de aquel sol sobre el desierto. Fue tan sólo un instante pero le pareció una eternidad ver como aquella luz le intentaba abrasar los ojos. Suspiró mientras guardaba el pequeño libro en el bolsillo de su manga derecha y se incorporó al suelo para ayudar a sus compañeros.

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Río Hudson.

Sopló nuevamente sobre el café mientras volvía a acordarse de la rolliza camarera que le había servido aquella bebida. Ojeó la neblina que cubría el río y lo comparó con el caos que había vivido la ciudad unos pocos días atrás... resopló fuera de cualquier intención de apagar el calor incesante del café y miró en rededor. Su compañero hablaba con uno de los encargados de los remolcadores del puerto en lo que parecía una discusión sin fin.

La llegada de un oficial de policía le retiró de su contemplación. Era una joven de unos treinta y pocos años, afroamericana, con cara de pocos amigos. La oficial llevaba bajo el brazo lo que parecía un buen montón de papeles.

- Todo inspeccionado, Detective Swanland - dijo ella - Nadie ha visto nada.

- No me lo creo - dijo con cierta indignación - Si estaban aquí tuvieron que ver algo.

- Y si vieron algo no van a contarlo - respondió ella - No quiero una tercera ronda de interrogatorios a los vecinos de esta zona.

- Se hará si es necesario. La pista de Frank Castle se pierde aquí.

- Señor - dijo la oficial manteniendo claramente los cargos. - Esta gente ha pasado por un infierno (nunca mejor dicho) por lo que no creo que estén muy colaboradores con nosotros.

Él miró el café para luego fijar la mirada en el rostro de la oficial. Contempló sin comentario alguno la singular nariz de la mujer para luego continuar con la conversación.

- Toda la ciudad ha estado asediada por diablos. La cosa ha acabado de una manera u otra por lo que me da igual por lo que haya pasado cada vecino de esta zona. Tenemos asignado el caso de encontrar a Frank Castle y esto es lo que realmente nos importa.

- Si señor - respondió ella.

Con la mirada el detective solicitó los papeles y comenzó a ojearlos mientras ella se mantenía firme junto a él. Se giró para ver como el otro detective se acercaba a ambos mientras apretaba su gabardina como si intentara protegerse activamente de la humedad de aquella zona.

- Agente...

- Detective Morgan - respondió la oficial.

- ¿Tenemos noticia de la Torre Baxter? - preguntó el recién llegado viendo como su compañero ojeaba los papeles.

- No. No sabemos nada.

- Dicen que vieron a la chica fantástica por la zona con un grupo de niños y con el Castigador y lo que (cito) parecía una actriz porno.

- ¿Una actriz porno?

- Una tipa rubia ceñida en un traje blanco que no tapaba ni la mitad de lo que tendría que tapar.

- ¿Quién coño ha descrito eso? Preguntó el Detective Morgan con cierto asombro.

- Maria del Mar Escobano. Del edificio verde de allí.

- Joder... - exclamó casi en susurros el otro agente.

Morgan se acercó a su compañero. Le colocó la mano sobre el hombro e intentó conciliar el humor del otro detective. Esté devolvió los papeles a la oficial y comenzó a caminar hacía el borde del río. Su compañero le siguió los pasos y la agente quedó atrás, decidiendo marcharse de nuevo hacía su coche donde su compañero interrogaba a un vagabundo.

- Le digo que lo mataron - susurró el vagabundo con una voz casi de ultratumba - ¡Estaba escondido en el metro y explotó! ¡Tripas por todas partes! ¡Me encontré su gorro manchado de sangre y algo más denso! ¿Quiere verlo? ¡Lo tengo ahí guardado!

La agente miró a su compañero con incredulidad y éste se encogió de hombros. Suspiró e intentó continuar con su trabajo.

- Ya le he dicho que lamentamos la muerte de su amigo. Pero tiene que contarme si vio algo más. Dijo que había visto al Castigador ¿No es así?

- ¿Al castigador? - respondió asombrado - ¡Dos Castigadores agente! ¡DOS!

El mendigo comenzó a caminar casi en círculo, señalando a varios puntos como si intentase montar una escena.

- Las mujeres superhéroe se llevaron a los niños. ¡Pero los dos Castigadores se enfrentaron como demonios! - exclamó el mendigo - Mis oídos estaban doloridos, ¿sabe usted, agente? A causa de la explosión. No pude escuchar lo que decían. Pero luego, cuando uno mató al otro, llegaron los hombres armados del águila con una de las chicas superhéroe y se llevaron al otro.

- ¿Ejercito del águila?

- ¡por supuesto! - exclamó con los ojos casi desorbitados - de las entrañas de un dragón metálico salieron con sus oscuras armaduras y su emblema amarillo. Capturaron a uno de ellos... y desaparecieron en la noche, entre las llamas.

- ¡Por dios! -exclamó la agente - ¡Esto parece una película de serie B!

Las tentativas de pretender hacer entrar en razón a aquel vagabundo fueron interrumpidos por una fuerte bocina que provenía del barco que estaba rastreando el río. Desde el vehículo uno de los hombres agitaba los brazos arriba y abajo, intentando llamar la atención de los policías. Los agentes se acercaron, uniéndose a los detectives. Se quedaron expectantes y uno de los agentes sacó el walkie para contactar con el policía que estaba en el barco.

- ¿Qué pasa Phil? - preguntó la agente.

- Hemos encontrado el cadáver de Frank Castle.

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Una semana más tarde...

Morgan tiró el cigarrillo malhumorado mientras entraba en la sección forense del hospital St. Vincent. Ojeó nuevamente el móvil mientras enseñaba la placa a la chica que estaba en recepción. El recibimiento fue inmediato por parte de un médico entrado en años que con un gesto manual invitó al agente a caminar por un pasillo de color verde claro. En un último vistazo volvió a mirar el aparato telefónico y lo introdujo en su gabardina.

- ¿Confirmado?

- Si Detective. El cadáver se encontraba en bastante mal estado. Podríamos intentar hacer las pruebas de carbono pero nos llevaría más tiempo. Las pruebas digitales y dentales nos detallan al 100% que se trata de Frank Castle.

- ¿Qué le sucedió al cadáver? Según el informe preliminar de la autopsia murió de un disparo en la cabeza.

- Efectivamente. Suponemos que el estado deplorable en el que se hallaba el cuerpo está relacionado con haber estado depositado en el fondo del río, así como cualquier otra incidencia que hubiera podido tener en el enfrentamiento que le causó la muerte.

Morgan y el médico se detuvieron frente a una puerta de color rojo. Desde el ojo de buey pudo contemplar un grupo de cadáveres cubiertos por sábanas. Oteando pudo ver como en una esquina había una mesa con varias cajas con nombres apuntados. En una de ellas podía leerse Punisher, aunque no hubiera hecho falta ya que podía verse parte del cráneo de su uniforme saliente de la caja.

- La bala entró y salió de manera limpia, por su ubicación ha sido imposible determinar la exactitud del arma, pero se trataba sin duda de un calibre grande. - dijo el médico mientras buscaba las pruebas de balística que se habían realizado para la autopsia del vigilante.

Morgan comenzó a ojear el informe. Terminó la hoja y comenzó a leerla nuevamente como si no pareciera convencido de ello. Dejo escapar un bufido y volvió a mirar al interior de la habitación.

- ¿Ocurre algo Detective?

- ¿Está ahí? - preguntó señalando con la propia mirada y un gesto.

- Si - respondió el médico - Es aquel de allí.

Morgan entró en la habitación, se dirigió al cadáver de Frank y levantó la sabana. El cráneo estaba totalmente desfigurado y el pecho había sido cosido tras la autopsia. Aún así podía descubrir todas las marcas de batalla de la larga y finalizada guerra del castigador. Cicatrices, viejas heridas de bala. Volvió a dejar que la sabana cubriese el cuerpo y con un gesto malhumorado caminó fuera de aquella habitación. El médico le siguió en todo momento con la mirada.

- Caso cerrado. ¿No Detective?

- Si... - respondió un tanto decepcionado - Caso cerrado.

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Dos días más tarde...

El Detective Swanland entró en el despacho con dos cafés aún humeantes. Morgan parecía estar encerrado tras una montaña de papeles, sumido en una concentración absoluta. A sus espaldas una gran plancha de corcho llena de artículos de periódicos, informes policiales y fotografías. Con la llegada de su compañero simplemente levantó un palmo la mirada, como si quisiera comprobar quien era realmente, y luego continuó su trabajo.

- Se ha filtrado - dijo Swanland dejando los cafés sobre una mesa auxiliar que contenía aún una vieja máquina de escribir.

No obtuvo respuesta por parte de su compañero.

- El Pulse tiene un artículo sobre la figura del Castigador. Se ha filtrado que ha muerto, y tiene un dossier enorme sobre la vida y obra de Frank Castle.

- ¿Cómo ha ocurrido eso?

- Alguien de dentro ha querido tener dinero para estas navidades... seguro - respondió Swanland resoplando... En Internet dicen que HBO podría incluso hacer una serie sobre él.

- ¿Qué?

- Lo que oyes... aunque claro son rumores que están sueltos por ahí...

Morgan simplemente resopló.

- Archiva todo eso Jake... no se para que nos sirve seguir con todo esto.

- Casi cien casos abiertos relacionados con el Castigador - respondió Morgan - Tenemos más de cincuenta mafiosos de diversas ramas del crimen que han desaparecido en los últimos dos años. Y no me refiero a vendedores de parques ni aspirantes a raperos que pagan sus maquetas vendiendo crack...

Swanland se quedó mirando a su compañero mientras simplemente resoplaba su café.

- Hay gente con importantes conexiones con el ayuntamiento, hijos de personas influyentes que preferirían que todo esto acabara en una trituradora de papel... más de cincuenta personas.

- Cincuenta en nuestro conocimiento - dijo Swanland sentándose en su escritorio - A saber a cuantos más se ha cargado. Lo mismo los tiraba al río Hudson como hace Dexter.

- ¿Quién? - preguntó un tanto descolocado el Detective Morgan

- Dexter... el tipo de la sangre... de la serie de televisión... ¿No lo has visto nunca?

- No

Durante un breve espacio de tiempo hubo silencio en la habitación. Swanland encendió el ordenador mientras miraba por la ventana el tráfico. Morgan seguía intentando poner en pie la montaña de informes que tenía sobre la mesa, que tampoco superaba en mucho a la que le esperaba a su compañero. Una vez iniciada la sesión del ordenador, Swanland tecleó y se mantuvo en silencio unos cinco minutos más hasta que se volvió a romper el silencio.

- ciento veinte mil fans...

- Increíble - dijo nuevamente.

- Es jodidamente increíble Morgan... más de cien mil fans.

Morgan resopló y se vio forzado a prestar atención una vez más a su despistado compañero. Éste se quedó mirándole, expectante a que le preguntará qué demonios era aquello.

- ¿Qué demonios tienen más de cien mil fans?

- Frank Castle.

- ¿Cómo?

- Frank Castle, en Facebook... tiene ya ciento veint... mira no... acaba de subir a ciento cuarenta y siete...

Morgan bufó nuevamente. Él normalmente no era un tipo tan cerrado ni tan serio, pero aquella situación se le estaba saliendo de las manos. El hecho de tener un buen puñado de casos abiertos y tener al culpable en una camilla en un almacén de la morgue le rabiaba. Ahora además enterarse que tenía más de cien mil fans era ya un aliciente más para el enfado.

- Swanland por el amor de Dios. Ponte a mirar esos informes y búscame el testimonio de Mrs. Richards.

- El culo invisible - respondió Swanland con una gran mueca.

- ¿El culo invisible? - Preguntó extrañado Morgan.

- ¿No te has dado cuenta? En todas las portadas de revistas en las que sale, siempre marca un culo impresionante... es una pena que la mitad de las veces sea invisible.

- Déjate de tonterías... Swanland...ponte a mirar informes ya.

Nuevamente reinó el silencio en el despacho. Ambos buceaban entre papeles y comprobaciones en las diversas bases de datos. Swanland de vez en cuando ojeaba a su compañero en busca de un hueco para iniciar una conversación, pero sabía que cualquier cosa que le fuera a contar no sería de su interés, y menos aún graciosa.

- ¿Qué se sabe del otro? - pregunto Swanland mientras leía una de las múltiples declaraciones que habían tomado.

- S.h.i.e.l.d. nos corta el paso y no hay nada más que hacer.

- ¡Cabrones! Seguramente lo tendrían en nómina. Les interesaría tener un vigilante controlado andando por las calles... o lo mismo era cantera para alguna de sus divisiones especiales.

- Fuera lo que fuera era un tipo sin control. - respondió Morgan pasándole un informe - No hace mucho hubo un tiroteo en un banco y hubo bajas en ambos bandos. Los testigos hablaban del castigador con el rostro tapado. Con un casco con el cráneo blanco impreso en él.

- Nuestro hombre - respondió Swanland

- Su hombre - dijo Morgan con un tono irónico - Es de S.h.i.e.l.d., a nosotros nos cortan las manos.

- Hijos de puta...

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Tres días después... 01:00 Am

Morgan aparcó el coche en el estacionamiento del Seven Eleven. En el asiento del copiloto llevaba unas cuantas carpetas con archivos. Más trabajo para continuar en casa que derivaba en la intención de aquella parada para comprar algo de comer y quizás algunas bebidas energéticas. Caminó hacía la entrada con la mente bastante lejos de allí, hecho que quizás fue el que desencadenó que no viera como un tipo salía corriendo de aquella tienda con una herida en el estomago y una bolsa llena de dinero y botellas de alcohol. Ambos individuos chocaron pero el ladrón mantuvo el equilibrio suficiente para salir corriendo. Morgan rodó y fue a ponerse de pié para perseguirlo, de no ser por el segundo individuo que salió del local...

Ataviado con un chándal negro y un chaleco multibolsillo militar, el segundo individuo llevaba un pasamontañas con el cráneo del castigador dibujado. Portaba una pistola y salía a marchas forzadas persiguiendo al atracador. Antes de que Morgan pudiera placarlo disparó dos o tres veces, consiguiendo que el ladrón cayera al suelo. El Detective derribó al justiciero y con una patada hizo que la pistola saliera disparada lejos del enfrentamiento. El vigilante intentó llevarse la mano a una porra que llevaba en una muslera pero rápidamente sintió como el arma reglamentaria de Morgan le rozaba la garganta.

- Mueve un dedo y te mato - dijo Morgan con bastante mal carácter.

Miró hacía el atracador y pudo observar que yacía en el suelo sin moverse. Luego miró al interior del local a través de las cristaleras y pudo observar como el iraquí que atendía permanecía atónito como un espectador de una película de acción. Finalmente se volvió hacía su presa. Durante unos breves segundos se quedó contemplando la calavera del castigador que había sido pintada en el pasamontañas, para luego terminar arrebatándosela.

Pudo contemplar que aquel vigilante no tendría más de diecisiete años. El acné de su rostro era aún más evidente que el miedo que era incapaz de ocultar ante el detective.

- Por favor... no me dispare... intentó atracar la tienda... yo sólo...

- ¿Tu sólo? - respondió Morgan con rabia incontenida

El detective esposó al chaval que permaneció mirando al ladrón que acababa de matar. Se puso en pie y sacó el teléfono móvil para pedir una patrulla que se encargase de todo el jaleo que se había producido. Miró una vez más al atracador muerto y entró en la tienda. El iraquí permanecía mudo y estático como si se tratase de una estatua. Morgan le miró a los ojos y lo único que hizo aquel hombre fue un encogimiento de hombros simple y un ofrecimiento a una bebida energética, invitando la casa.

Salió nuevamente a la calle. El inesperado vigilante parecía quejarse levemente de estar esposado, mientras de la manera más difícil que podía, intentaba levantar la cabeza para ver qué pasaba.

- Mi hombro...

- Me duele el hombro agente - dijo el joven vigilante - ¿Puede librarme de las esposas? Me hice una luxación hace tres días entrenando...

Morgan se detuvo frente al joven y se arrodilló agarrándole la frente con la mano para tener una visión clara con él.

- Eres un gilipollas... podría haberte matado. ¿No lo entiendes?

- Pero lo he matado yo, ¿no? - dijo el joven con una pizca de valentía.

- Claro. Supongo que entonces ya estás a la altura de enfrentarte al Buitre o al Zancudo ¿Verdad? O seguramente apuntes más alto y quieras desmantelar cualquier organización de supervillanos... ¿Tienes ya tu "microchip" seguro que tienes algún amigo geek en clase que entiende de ordenadores y de armas de airsoft que podría aconsejarte con que armas deberías salir a patrullar...

- Yo me encargo de eso, agente - respondió con un cierto nivel de orgullo.

Morgan retiró la mano y el joven se golpeó la barbilla en el asfalto, dejando escapar un leve grito de dolor. El Detective caminó hasta el cadáver y se quedó mirando las botellas de alcohol que había robado. Algunas estaban rotas y el alcohol que contenían se estaba mezclando lentamente con la sangre. Otras habían tenido mejor suerte y con seguridad el iraquí las volvería a poner a la venta. ..

- Jodido Punisher - resopló Morgan mientras tiraba la lata vacía a una papelera y contemplaba como llegaba el coche patrulla...

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Epílogo...

Aeropuerto de New Jersey

Ray recogió su equipaje tras una breve espera. Caminó por el largo pasillo y salió hasta el recibidor donde la gente esperaba a los pasajeros del avión militar que traía a los chicos afortunados que volvían a casa. Saludó a unos cuantos con los que había coincidido en alguna operación y les deseó suerte mientras veía como novias, madres o amigos se abrazaban con toda su fuerza a sus cuellos.

Él sin embargo no encontró a sus familiares. Caminó por la sala de espera, preguntándose si algún atasco les habría hecho demorarse o si la maldita burocracia militar había olvidado notificar a su familia que volvía a casa. Decidió llamar a casa, podría incluso servir de una gran sorpresa para su hermano, pero en el camino a las cabinas vio como dos hombres uniformados se acercaban hasta él. Ambos realizaron el saludo reglamentario que fue respondido por el joven con asombro.

- ¿Es usted Raymond Sullivan? - Dijo uno de ellos.

- Si. ¿Qué sucede?

Ambos se identificaron con placas que portaban el escudo de S.h.i.e.l.d. y pidieron al militar que les acompañase al interior de un vehículo. Éste no se opuso y esperó a estar dentro para intentar averiguar qué sucedía. Uno de ellos se quitó las gafas de sol y entregó una carpeta al militar. Ray la abrió para encontrar una terrible noticia que no se esperaba. Su hermano, agente de S.h.i.e.l.d. había caído en acto de servicio.

- ¿Cómo?

- Está leyendo información confidencial, Señor Sullivan. La que podemos ofrecerle como condolencia a la muerte de su hermano. Prestó un servicio más que apto a la defensa de la ciudad en uno de sus momentos más difíciles y es por eso que será recordado con todos los honores, como los otros que también cayeron.

Ray no era capaz de dar crédito a lo que estaba sucediendo. Continuó mirando los papeles y vio un certificado de defunción así como otro que indicaba en qué lugar había sido enterrado. La última hoja era una carta del propio Presidente de los Estados Unidos con sus más claras condolencias de una manera demasiado predeterminada. Ray cerró el informe con lágrimas en los ojos y miró a los dos agentes.

- Aquí no pone como murió...

- Murió en acto de servicio - dijo uno de ellos. - No necesita saber más señor Sullivan.

El otro sacó un maletín del que recogió un sobre y una pequeña cajita forrada. Entregó ambas cosas a Ray, que no parecía nada interesado en saber que contenían.

- ¿Cómo murió mi hermano?

- No podemos decírselo. Los hechos que han ocurrido en NY actualmente están bajo secreto gubernamental.

- Sabe que en el momento en el que podamos comunicarle más datos, lo haremos señor Sullivan - dijo el otro agente.

- Claro... - masculló Ray - ¿Hay algo más? Me gustaría bajarme del coche.

A una orden de uno de los agentes, el conductor detuvo el coche junto a la acera. Ray se bajó y se quedó mirando como el coche se marchaba. Las lunas tintadas no le permitían ver el interior, pero sabía que ninguno de los dos agentes se sentiría mal por aquello...

Caminó malhumorado y acabó pateando un contenedor de basura. Dejó que la ira se desatase por completo y pateó y golpeó todo lo que tuvo a su alrededor hasta que dejó aquello totalmente destrozado. Dejó recaer su espalda por el muro y cayó hasta sentarse y llevarse las manos a la cabeza. Su hermano era lo único que tenía. No había más familia... y ahora no estaba y ni siquiera sabía el porqué... Tenía ganas de encontrar a los dos agentes y darles una paliza o hacer cualquier cosa para conseguir unas palabras... para conseguir averiguar qué demonios le había pasado a su hermano. Fue eso lo que le hizo recordar lo que le habían entregado. Echó la mano al bolsillo y sacó primeramente la cajita. La abrió y era una medalla honorífica y el anillo de su hermano.

Agarró el anillo y la medalla la estampó contra la pared. Se puso el anillo y no pudo evitar romper a llorar por aquella situación. En media calma abrió el sobre para encontrarse que era un talón. Un cheque que el gobierno le extendía para consolar la muerte de su familiar... Lo miró con rabia y al girarlo descubrió que había algo escrito. Se trataba de un nombre que en principio no supo identificar... James Bourne, Solo.

Continuará

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Próximamente, un año después.

 
 
   
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