DAREDEVIL #359
Labor de camuflaje...
Guión:
Bergil
Portada: Dibujada por Lee Weeks. Daredevil y Elektra, ambos con sus uniformes de faena, bailando en un salón. Elektra está echada hacia atrás..
¿¡¿Tú?!? -Matt no acababa
de creerse lo que sus sentidos le decían. Allí, en el salón
de su apartamento, estaba sentada Elektra. Su sentido del radar le decía
que el vestido de noche que llevaba se ajustaba a su cuerpo como una segunda
piel; su oído, que el roce que percibía era el de la seda
más cara; su olfato, que Elektra iba perfumada con el más
caro de los aromas. No era extraño que Karen se hubiese ido mosqueada.
A
ver cómo voy a convencerla de que entre Elektra y yo ya no hay nada
de nada... pensó-. ¿Qué es lo que quieres?
- Hola, Matt. Yo también estoy encantada de volver
a verte. Tienes buen aspecto, para haber muerto y resucitado (1)
-dijo, mientras una sonrisa curvaba la comisura de sus labios.
- Mira quién fue a hablar, Elektra: tú
tampoco es que tengas un aspecto precisamente fúnebre (2)
-replicó rápidamente Matt, mientras comenzaba a quitarse
el traje de Daredevil-, y desde luego no hueles a muerta.
- Touché, Matt. Tú siempre directo al grano.
Bueno, te diré a lo que he venido: quisiera, si es que no tienes
inconveniente, invitarte a cenar esta noche.
- ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Dónde?
- Tssk tssk tssk... demasiadas preguntas, Matt. Tú
ponte tu chaqué y ven conmigo. ¡Ah, y quítate las gafas,
porque vamos de incógnito!
- Pe...
- Nada, nada, a cambiarte. Aquí te espero... pero
no tardes.
Betty Walkers llegó al bufete Sharpe, Murdock
& Nelson.
- Perdone, quisiera ver a Matthew Murdock... quiero decir
al señor Murdock. -dijo a la recepcionista.
- Sí, espere un momento... -la secretaria pulsó
el botón del interfono correspondiente al despacho de Matt-. ¿Señor
Murdock? Aquí hay una señorita...
- Walkers. Betty Walkers.
- ...la señorita Betty Walkers, que quiere hablar
con usted -. Tras esperar unos momentos, la secretaria repitió la
llamada-. ¿Señor Murdock? -pero nadie contestó-. Lo
siento, pero parece que el señor Murdock ya se ha marchado de las
oficinas. ¿Quiere dejarle algún mensaje?
- No gracias, no es necesario -dijo Betty Walkers mientras
retrocedía hacia la puerta-. Ya volveré otro día.
- Bueno, ya estoy listo -dijo Matt, saliendo de su habitación
enfundado en un impecable chaqué-. ¿Qué te parece?
- Espléndido, Matt -dijo Elektra-. Como siempre.
Bueno, vamos
- ¿Cómo vamos a ir a donde sea? ¿En
taxi o en autobús?
- Nada de eso, Matt. Iremos en una confortable limusina
que nos está esperando a la puerta.
- ¿Jefe? -Manolo Sueiras no estaba nada tranquilo.
El humor del jefe era imprevisible, y nunca podía saberse cómo
iba a tomarse las noticias.
- ¿Qué quieres? -contesto una voz desde
las sombras-. Espero que sea importante...
- Creo que sí, jefe. Verá, tengo un mensaje
para usted.
- ¿Un mensaje? ¿De quién?
- No dijo quien era, jefe, y no pude verla.
- ¿Verla? Luego era una mujer...
- Jo, jefe, hay que ver qué listo es usted. ¿Cómo
lo ha sabido?
- Déjalo, no importa. ¿Cuál es el
mensaje?
- ¡Ah, sí, claro! ¡El mensaje! Dile
a tu jefe que las Erinias no le olvidan. ¿Usted entiende algo?
- Puedes irte, Manolo.
- Claro, jefe. Gracias, jefe. Hasta la vista, jefe.
Cuando Manolo se hubo marchado, resonó un solo
golpe en el silencio de la habitación. De un solo puñetazo,
el misterioso jefe había roto la gran mesa tras la que se
encontraba sentado.
- ¡Maldición! -rugió.
- Bueno, Elektra, espero que ahora me digas qué
demonios es lo que quieres, porque no creo que me hayas invitado sólo
por el placer de mi compañía -. Elektra se había negado
a comentarle nada durante el trayecto por las atestadas calles de Nueva
York, desde la Cocina del Infierno hasta el mejor restaurante de la ciudad,
donde ambos estaban disfrutando de una opípara cena. La lista de
espera era de varias semanas, y Matt se preguntaba cómo habría
logrado Elektra una reserva.
- Tranquilízate, Matt, y goza de esta espléndida
comida. ¿Cómo te va con Karen?
- Estupendamente. ¿Por qué me lo preguntas?
- No estés a la defensiva, Matt. Te aprecio, pero
no me interesas de ese modo.
- Me alegro, porque yo estoy estupendamente con Karen.
- Me alegro por ti, Matt. En serio. Ojalá tuviera
tanta suerte como tú y encontrara una pareja como Karen... quiero
decir...
- No te preocupes, que te he entendido.
- Disculpen -dijo una voz de repente-. ¿Los señogues
han desidido ya lo que van a tomag?
- Sí. En primer lugar, queremos...
En las oficinas de Sharpe, Murdock & Nelson,
las relaciones entre los socios del bufete no mejoraban precisamente.
- ¿Dónde demonios estará Matthew?
-preguntaba Rosalind sin dirigirse a nadie en particular. Aunque Foggy
estaba en el mismo despacho, su madre biloógica hacía lo
que siempre había tendido a hacer con él: ignorarle.
- ¿No te parece, Rosalind, que... ummm... las
diez y veintitrés de la noche es una hora más que razonable
para... errrr... haberse marchado ya a casa? -respondió Foggy.
- ¿Quién? Ah, eres tú, Franklin.
Supongamos que te doy la razón. En tal caso, ¿qué
haces tú aquí a estas horas?
- Oh, bueno... es que tenía que revisar algunos
documentos de... ah, el caso en el que estoy trabajando.
- ¿Y cuál es el objeto de ese caso, si
es que puedo preguntarlo?
- Hummm... errrr... me temo, Rosalind, que tengo que
ampararme en la inviolabilidad de la relación entre abogado y cliente.
No puedo contestar a esa pregunta.
- ¡Vamos, Franklin! Somos socios... más
aún, soy tu madre. VEnga, dímelo: ¿en qué estás
trabajando ahora?
- No me parece demasiado inteligente hacer referencia
a nuestro parentesco para intentar sonsacarme, Rosalind. Si por algo no
te has caracterizado, es por comportarte como se supone que una madre debe
hacerlo durante todos estos años -dijo Foggy en la parrafada más
larga que había dirigido a Rosalind sin titubear en medio.
- Pe... pe...
- Buenas noches, Rosalind. Tengo trabajo -y salió
con toda la dignidad que pudo reunir, intentando que no le temblaran las
piernas. Una vez en su despacho, cerró la puerta con llave, se apoyó
en la misma y se dejó deslizar hacia el suelo.- ¡Uf! ¡Dios
mío! ¿De dónde habré sacado el valor para decir
todo eso? -suspiró, al tiempo que sacaba el pañuelo para
secarse el sudor que le caía por la frente.
En ese momento, sonó su teléfono, sobresaltándole.
- Sí, ¿diga? -exclamó al levantar
el auricular-. ¡Oh, eres tú, Liz! No te vas a creer lo que
acaba de pasar. Verás, ...
Al mismo tiempo, algo estaba sucediendo en las oficinas
de la WFSK, la cadena en la que Karen trabajaba sin que Matt lo supiera.
- Esta Paige Angel es una bomba, tío.
- Desde luego. Los oyentes se confiesan a ella como si
la conocieran de toda la vida. ¡Es fantástica!
- Ha salvado la cadena. Nunca fue gran cosa, pero desde
que la compramos los índices de audiencia habían descendido
a niveles muy peligrosos.
- Pero, como dice el proverbio, a grandes males grandes
remedios, y de perdidos al río. No teníamos nada que perder
apostando por Paige, y ha resultado ser la mayor sensación desde
Howard Stern.
- Sí, pero ella es mucho más guapa.
- Y más educada.
- Y tiene muchísima más clase que Stern.
- Y cobra sopetecientas veces menos.
- Eso, desde luego.
Esta amigable conversación se vio interrumpida
por el timbre de un teléfono.
- ¿Es el mío o el tuyo? ¡Ah, es el
mío! ¿Sí? ¿Diga?
- ...
- Sí, soy yo. ¿Con quién hablo?
- ...
- ¿Cómo que no importa? ¿Cómo
ha conseguido mi número?
- ...
- Bueno, bueno, ¿qué es lo que quiere?
- ...
- No, lo siento, la emisora no está en venta.
¿Qué le ha hecho pensar que...?
- ...
- ¿Cómo que me hará una oferta
que no podré rechazar? ¿Quién se ha creído
que es? ¿El Padrino?
- ...
- No, lo siento, no me interesa en absoluto. Buenas noches.
- ¿Quién era?
- Alguien que quería comprarnos la cadena. ¿Te
lo imaginas? Ahora que las cosas comienzan a marcharnos bien, piensan que
vamos a querer deshacernos de ella.
- ¿Y eso de El Padrino?
- ¡Oh! Es que soltó aquello que decía
Marlon Brando de le haré una oferta que no podrá rechazar.
¡Buuuu! ¡Qué miedo!
- No bromees. ¿Y si fueran en serio?
- ¡Qué van a ir en serio! ¡Eso sólo
pasa en las películas, hombre!
- Si tú lo dices...
- Yo lo digo. No pienses más en ello. Hala, sigamos
escuchando a Paige.
"Nada", pensó Matt. "Su pulso sigue
firme como una roca. ¡Espera un momento! ¿Qué es eso?
Parece haber aumentado un par de latidos por minuto". El autocontrol
de Elektra nunca dejaba de asombrar a Matt.
- Bueno, Matt, parece que por fin vas a saber el por
qué de esta cena. ¿Puede tu radar detectar a los tres caballeros
que acaban de entrar en el salón?
- Sin problemas. Están a unos diez metros, atrás
y a mi izquierda. ¿Qué pasa con ellos?
- Son la razón de que estemos aquí. ¿Te
importaría no perder comba de lo que hablan mientras cenen aquí?
- De acuerdo -. Matt se concentró para filtrar
los demás sonidos y percibir únicamente las voces de las
personas que le había indicado Elektra, repitiendo a continuación
en voz baja lo que iba oyendo-. ...eno, ya nos hemos reunido. ¿Qué
es lo que vamos a hacer? No sé. Desde luego la situación
es preocupante. ¿Quién iba a pensar que el gordo volvería
tan pronto a la ciudad? ¿Pronto, dices? Demasiado ha esperado, en
mi opinión. Tendrá ganas de recuperar lo que considera suyo.
Eso, desde luego. ¡Vaya tipo listo! ¿Eso se te ha ocurrido
a ti solito? ¡Te voy a...! ¡Calma vosotros dos! Estas disputas
infantiles no nos benefician a ninguno. Tienes razón; lo siento,
es que estoy un poco nervioso. ¡Y quién no! Desde luego, la
situación no es para menos. Bueno, tenemos que decidirnos de una
vez: ¿intentamos destruirle ahora o esperamos? Si le damos más
tiempo para recuperarse, creo que no le podremos parar nunca. Eso es cierto,
pero ¿y si fracasamos? En tal caso, podemos darnos por acabados.
Lo que sí es seguro es que estaremos acabados de todos modos si
no hacemos nada. Entonces está decidido, ¿no? Mañana
por la noche interceptamos ese cargamento de armas y las empleamos para
atacar al gordo con todo lo que tengamos. Muy bien, hasta mañana.
Hasta mañana. Adiós.
Los tres se despidieron, pagaron la cena en metálico
y se fueron cada uno por su lado.
- ¿Me explicarás ahora qué es lo
que está pasando?
- Claro, Matt. Uno de mis contactos me pasó el
soplo de que esos tres individuos iban a reunirse aquí esta noche.
Son tres de los jefecillos del hampa que han pasado a una primera línea
tras la desaparición de Fisk, y que se encuentran lógicamente
atemorizados ante lo que parece el regreso de Kingpin. Están planeando
asaltar su base y acabar con él antes de que se haga demasiado poderoso
para intentar nada.
- ¿Y? Tú no le tienes precisamente simpatía
a Fisk. No más que yo, en todo caso.
- Claro que no, Matt. Pero piensa un poco. A su manera,
Fisk tiene ciertos principios, ciertas normas de actuación, de los
que carecen los que le han sustituido, que se mueven únicamente
por el dinero. Además, a Fisk ya le conocemos, sabemos cómo
actúa y cuáles son sus puntos fl...
- ...no lo digas...
- ...débiles. O como dice el refrán, más
vale malo conocido...
- Sí, ya. Bueno, no tienes que recordarme las
virtudes
de Kingpin. ¿Qué es lo que quieres que haga?
- De momento nada, Matt. Ya investigaré yo por
mi cuenta. Limítate a esperar mi llamada, y estate listo para mañana
por la noche.
Elektra pagó la cena con una tarjeta de crédito
-"¿A qué nombre estará?", pensó Matt-
y salieron del restaurante. La misma limusina que les había llevado
hasta allí pasó a recogerles, y les llevó a través
de las calles ahora desiertas hasta el apartamento que compartían
Matt y Karen.
- Hasta mañana, Matt. Procura descansar.
- Adiós, Elektra.
Cuando Matt traspasó la puerta de su vivienda,
comprobó que Karen aún no había regresado. "¿Dónde
estará?", pensó. "Bueno, no debería preocuparme.
Karen sabe cuidarse sola". Y con este confortador pensamiento, se acostó.
(1) Elektra se refiere
a la supuesta muerte de Matt Murdock, en Daredevil # 325.
(2) Se dio por muerta
a Elektra entre los números 181 y 324 de Daredevil.
Bienvenidos a Derecho
de réplica, el correo de los lectores de la colección
de Daredevil. Aquí
me tenéis para resolver cualquier duda que pueda surgir sobre el
discurrir de la colección.
En el próximo número, por
fin tenemos algo de acción. Se desvela la identidad del misterioso
jefe
de Manolo Sueiras. Tiros, golpes, muertes... ¡No te lo pierdas!