Jessica Drew paseaba por las calles de Manhattan, más concretamente por
Little Italy. No le gustaba especialmente esta ciudad, prefiere más la costa
oeste, especialmente San Francisco, pero últimamente pasaba demasiado tiempo
en la Gran Manzana, debido a que estaba ayudando a los recien refundados
Defensores en algunas de sus misiones.
No es que le hiciera especialmente gracia volver a hacer de superheroina.
Esa parte de su vida pertenecia al pasado, o eso creia ella, pero le había
prometido al Doctor Extraño que le ayudaría hasta que pudiera investigar la
misteriosa recuperación de sus poderes arácnidos. Pero era necesidad. Nada
más. En cuanto pudiera, se marcharía de esta ciudad... para siempre.
Un sonido familiar la sacó de sus pensamientos. Era un disparo con
silenciador. Tantos años de detective y superheroína hacían que reconociera
ese sonido en cualquier lado.
El disparo parecía venir de un callejón a unos metros de donde ella estaba.
Sacó la pistola que llevaba guardada en la parte de atrás de sus vaqueros y
salió corriendo hacia el lugar. Allí vio a un tipo trajeado tirado en el
suelo, y a dos matones (por la pinta, supo enseguida que se trataba de
matones a sueldo de algún mafioso) guardando sus pistolas tranquilamente.
Jessica no se lo pensó ni un segundo, guardo de nuevo la pistola y, usando
sus poderes arácnidos, trepó por la pared del callejón, hasta situarse sobre
los matones, y se lanzó sobre ellos. Quizás podría haber usado su rayo
venenoso, pero prefería encargarse de ellos personalmente. Sería más
satisfactorio. Siempre le habían caído mal este tipo de gente, la que abusa
de su poder con los más débiles.
El primer matón no supo lo que se le venía encima. Jessica cayó sobre él,
haciendo que se golpeara contra la pared de enfrente, quedando inconsciente
en el acto.
El segundo sacó su arma de inmediato, y disparó a Jessica, que los esquivó
saltando de un lado a otro del callejón. El matón siguió disparando, hasta
agotar el cargador. Entonces, sacó un cuchillo y se lanzó hacia ella.
Jessica esperó. Cuando el tipo estuvo a su alcance, le sujetó el brazo y,
mediante una llave, se lo retorció, obligando a que soltara el arma, y
haciendo que cayera de rodillas por el dolor.
"Bien, chico, ya que tu compañero está inconsciente, me parece que me vas a
contar tu unas cosillas... ¿Quién eres, para quién trabajas y por qué has
matado a ese tipo?"
"Nu... nunca lo sabrás... ¡antes la muerte!"
Y sin que Jessica pudiera hacer nada, el matón apretó los dientes, rompiendo
una cápsula de cianuro que llevaba escondida en una muela falsa, y muriendo
en el acto.
"Mierda...", dijo Jessica, soltando al cadáver. Se dirigió hacia el otro.
Como había sospechado, no estaba inconsciente, sino muerto. De algún modo
había logrado usar la cápsula también.
Sacó un cigarro y lo encendió. Sabía que era malo fumar, pero en los últimos
tiempos se había vuelto indispensable para ella. Cogió su teléfono móvil y
llamó a la Policia. Mientras llegaban, registró a los tres cadáveres.
Los matones no llevaban identificación. Examinó sus manos, y vió que las
yemas de sus dedos estaban completamente deformadas por quemaduras,
haciéndolas irreconocibles. La única posibilidad de saber quienes eran sería
por medio de sus dientes... suponiendo que sus datos no hubieran
"desaparecido".
No llevaban tampoco más armas, solo las pistolas y los cuchillos que ya
habían usado.
El otro tipo era otra cosa. Los disparos le habían alcanzado en el pecho,
matándolo en el acto. Era un tipo de unos cincuenta años, muy bien vestido,
quizás demasiado para esta zona de la ciudad. Parecía más un broker de Wall
Street... Sacó su cartera. Mike Moran. Casado con Agnes Moran. Vive - vivía,
se corrigió mentalmente Jessica - en el 1253 de Oak Forest, en Queens.
Contable, por cuenta propia, según su carnet de conducir.
Registró los bolsillos de la chaqueta. Vacíos. Le miró las manos. Llevaba un
extraño tatuaje en el dorso de su mano izquierda. Era un signo oriental,
pero no acababa de reconocerlo... y el caso era que le sonaba mucho. Tendría
que mirarlo. Tras tanto tiempo en Madripur tenía contactos capaces de
ayudarla...
La policia llegó. Un coche. Bajaron dos agentes.
"Soy la detective Charlotte Jones, de la policia de Nueva York. Salga con
las manos en alto."
"Tranquila", dijo Jessica, levantando las manos. "Yo soy quien ha dado el
aviso. Me llamo Jessica Drew, y soy detective privado. Mi carnet está en el
bolsillo de mi cazadora."
"Smith, compruebalo."
El compañero de la detective se acercó a Jessica y sacó el carnet del
bolsillo. Lo comprobó y se lo devolvió.
"Todo correcto. Aquí tiene, señorita Drew."
"Gracias."
"¿Qué ha pasado aquí?", le preguntó Charlotte.
"Paseaba por la zona, oi un disparo y vi a los dos matones estos", le
contestó Jessica, señalando a los cadáveres, "que habían disparado al tipo
ese. Me enfrenté a ellos y los reduje, pero se suicidaron, creo que con
cianuro. No sé quienes son ni qué querían."
"Muy bien. Tendrá que acompañarnos a Comisaria, señorita Drew, para que le
tomemos declaración."
"Está bien. Si no hay más remedio..."
Mientras Jessica subía al coche, llegaron un par de coches patrulla y una
ambulancia.
"Nos vamos, señorita Drew. Ellos se encargarán de recoger pistas."
"De acuerdo. Cuanto antes empecemos, antes podré irme a casa..."
El coche arrancó, y Jessica no hacía más que pensar en el símbolo... Le era
muy familiar...
Tres horas después, Jessica salió de la Comisaria, cansada de tanta
pregunta. Alguien la paró.
"Perdone, ¿es usted la que intentó ayudar a mi marido?", le pregunta una
señora de unos cincuenta años.
"¿Es usted la señora Moran?"
"Sí. Quería darle las gracias."
"No se merecen, señora. No pude hacer nada por su marido."
"Llameme Grace, por favor. De todas formas, quería agradecerle el que lo
intentara. No es muy normal en estos días."
"De nada, Grace. Era lo menos que podía hacer. ¿Necesita algo? ¿Quiere que
le acompañe a casa?"
"Se lo agradecería mucho..."
"Jessica. Jessica Drew", le contestó.
"... Jessica. No tengo familia aquí en la ciudad. Sólo vivíamos aquí por el
trabajo de mi marido..."
"¿En qué trabajaba?", siguió hablando Jessica mientras llamaba a un taxi.
"Era contable. Llevaba las cuentas de un par de hombres de finanzas de esta
zona."
"¿Para quién?"
"No lo sé. Creo que uno se llamaba Luiggi Spinelli. El otro no sé su
nombre."
"¿Cree que alguien podría haber querido matar a su marido?"
"No... no creo... mi marido no tenía enemigos... al menos que yo sepa...
aunque..."
"¿Sí?"
"La semana pasada recibió una carta muy extraña. El sobre tenía un signo muy
raro... parecía una letra china..."
"¿Guarda la carta?"
"No. Mike la quemó directamente. ¿Cree que era importante?"
"No lo sé, Grace". El taxi paró frente a ella. "Pero voy a averiguarlo.
Váyase a casa. Iré a verla muy pronto. Y tenga mucho cuidado. Si recuerda
algo, llámeme". Escribió su número de teléfono en un pedazo de papel y se lo
dió. "Y no se preocupe por nada."
"Gracias, Jessica. Que Dios se lo pague."
Grace se montó en el taxi, que se alejó, mientras Jessica llamaba a otro
para volver a su apartamento.
Jessica vivía en un estudio alquilado en el barrio de Tribeca. No era una
mala zona, y podía permitírse pagarlo con sus ahorros de su época en
Madripur.
Apenas tenía mobiliario. Un sofá, una mesilla, una tele, la cama, un pequeño
armario, el baño y una cocina con barra americana. No necesitaba nada más.
Tampoco es que pensara quedarse mucho tiempo.
Se quitó la chaqueta, y la tiró sobre el sofá. Dejó la pistola en la
mesilla, y se quitó las botas. Encendió la tele y puso la NBC. A ver si en
las noticias locales decían algo del asesinato.
Nada. No era lo suficientemente importante.
El símbolo seguía intrigándola. Sabía que lo había visto antes. Pero no
sabía exactamente dónde.
Decidió acostarse. Era tarde, cerca de las dos de la mañana. Y estaba
cansada. Se metió en la cama y se quedó dormida. Cuando despertara iría a
ver al tal Spinelli, a ver qué sacaba en claro.
CONTINUARÁ...
Próximo número: ¡la investigación continúa!
TELARAÑAS
Holitas!
Mi nombre es 13, Gwen 13, y soy la nueva guionista d MarvelTopia (con una
ayudita de Carlos, que tiene más experiencia que yo en estas cosas, y
corrige mis "deslices" tipográficos ^_^).
En esta cole os vamos a contar la vida de Jessica Drew, la primera
Spider-Woman, haciendo algo q ya ha hecho antes: ser detective privado. Por
aqui no vereis a tipos disfrazados ni amenazas cósmicas. Intentaré q sea una
serie negra, detectivesca, con gangsters, y esas cosas. Creo q ya hay
demasiadas series d tios con pijamas como para poner 1+...
Espero vuestras cartas.
Besotes a todos!
-- Gwen13
PD: Se q m ha quedado algo corto, pero, bueno, tengo q irme acostumbrando, no?