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Alejandro Montoya descubrió en su juventud sus poderes eléctricos y su afición por la esgrima. Entrenado para ser un héroe, viajó por todo el mundo para convertirse en el defensor de los inocentes. Ahora, tras regresar a su país, él es el superhéroe español, es... EL ÁGUILA.
 
El Aguila

EL AGUILA #5
Especial Eurocopa 1
La prueba del maestro.

Guión: Ramón Vidal

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Portada: El Águila contempla desde lo alto de un edificio la plaza de Colón abarrotada de gente animando a la selección.

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En la noche del partido que enfrenta a España con Grecia la plaza de Colón se encuentra llena de aficionados de la selección. Muchos madrileños se encuentran reunidos ante el escenario que la cadena cuarta ha montado para la ocasión. No es un partido con gran expectación, la selección se ha clasificado para los temidos cuartos y el partido será jugado por suplentes. Aun así estos aficionados quieren compartir alegrías y penas de su selección. Ya hace un rato que el partido se está retransmitiendo por dos enormes pantallas mientras la gente aplaude, canta y agita banderas emocionada.

A pocos metros el hotel NH Sanvy esta completamente paralizado. Empleados, huéspedes y algún que otro comensal ocasional miran embobados la pantalla de la televisión. En la azotea del hotel una figura se alza solitaria contemplando a la multitud.

- ¡Saltad estúpidos! Esta noche vais a conocer el miedo.

El misterioso personaje acaricia con su mano lo que parece una especie de aparato de ciencia-ficción del tamaño de un mando a distancia pero que solo tiene un enorme botón rojo.

-¡Ejem!

Un carraspeo hace que el oscuro personaje se gire agitado hacia su espalda haciendo que la tenue luz de la noche ilumine su extraño atuendo. Una mascara de gas cubre su rostro mientras su delgado y pequeño cuerpo se enfunda en una especie de traje de neopreno conjuntado con unas enormes botas miliares.

- Pero... ¿Quien?

Entre las sombras se atisba una silueta enmascarada que esgrime un florete.

- Yo me lo pensaría dos veces antes de insultar a la gente... Y mucho si tuviese un nombre tan ridículo como Doctor Fobia.

El Doctor da un paso para atrás asustado.

- ¡No puede ser! ¡El Águila!

De entre las sombras emerge nuestro sin par protagonista con su teatrero atuendo, su fiel bigote y su sempiterna sonrisa. Su mano blande la espada con la diestra apuntando a su enemigo.

- Para servirte.

El villano agarra fuertemente el extraño aparato mientras da otro paso para atrás.

- Esta vez no te va a ser tan fácil espadachín. Ya fastidiaste mi intento de boicotear la liga de fútbol inoculando a los jugadores mi aerosol paranoia. Pero esta vez va a ser distinto, esta vez tengo algo que no puedes curar con un simple suero-, el Doctor extiende la mano en la que tiene el mando. - Esto es tecnología microversal. Me ha costado los ahorros de toda una vida delictiva, pero ha merecido la pena, con solo pulsar este botón rojo esa gente no podrá sacar el miedo de su cuerpo hasta que yo lo decida.

Tras soltar su discurso de rigor el maligno personaje comienza a reírse como un loco.

Mientras tanto en el cuartel de El Águila situado bajo la academia de esgrima, la joven Rocío, también conocida como la Golondrina, y Nacho, que se hace llamar el Ingeniero, observan la escena a través de una pantalla de plasma rodeada por otras tres pantallas más pequeñas llenas de extraños datos.

- ¿Crees que habla en serio? - Pregunta la muchacha alarmada.

- Con estos tíos nunca se sabe. Aun recuerdo cuando el Azote Murciano consiguió eliminar la gravedad de Alicante durante una semana.

De forma simultánea los dedos del ingeniero se mueven como poseídos por tres teclados distintos. En unos segundos la pantalla central hace un zoom sobre el extraño mando y los otros monitores empiezan a dar más señales de actividad. Tras unos segundos la pantalla central se ilumina llenándose de números y letras que pasan a toda velocidad. Ingeniero observa la pantalla con una mueca de repentina seriedad mientras Rocío mira sin entender nada.

De vuelta a la azotea del hotel El Águila da un paso más hacia su oponente.

- ¡Estas loco Enrique! Suelta ese mando ahora mismo o te empezarás a llamar Doctor Manco.

- ¡El poderoso Águila! ¡Siempre tan valiente, siempre tan seguro, siempre tan teatral...! Es hora de que sientas el miedo.

El Doctor Fobia pulsa el botón del mando apuntando directamente a nuestro héroe. El Águila empieza a notar como el miedo empieza a nublar su mente. "No lo olvides Alejandro. Cuando te pones la máscara no eres un hombre, eres El Águila. El Águila siempre sonríe, siempre combate, siempre protege al inocente, siempre vence." Las palabras de su antiguo maestro, Don Rafael, se repiten una y otra vez en su mente mientras intenta luchar contra el pánico. Casi temblando consigue apoyar un pie con firmeza en el suelo y dar un paso hacia adelante.

- Tiembla, pajarito... Tiembla.

El villano pulsa el botón con más fuerza intensificando la potencia del rayo. El espadachín consigue sobreponerse y mirar fijamente a la mascara del villano. Con toda la voluntad de la que es capaz se fuerza en formar una sonrisa. Tras dar un paso más se centra en el tacto de su espada.

- ¿Estas seguro de que no es el mando de a distancia de tu vídeo?

- ¡Maldito!

Otro paso más. Alejandro se siente cansado, nota como su sistema nervioso esta sobreexcitado. "Solo una buena estocada" se dice. Agarra su florete con la mano y de un modo casi automático hace un certero corte sobre el empeine de la mano de su enemigo haciendo que el mando caiga al suelo rompiéndose en mil pedazos.

- ¡Es imposible! - El Doctor Fobia se agarra su ensangrentada mano mientras mira fijamente a nuestro héroe.- ¡Deberías estar llorando! ¡Deberías estar temblando! ¡Deberías estar de rodillas ante el terror!

Sin mediar palabra El Águila levanta su espada contra la cabeza de su enemigo. El Doctor Fobia tiembla mientras ve como el filo de la espada se acerca a su cabeza. Justo cuando parece que va a recibir el corte fatal la espada se para frente a su rostro. La sonrisa del enmascarado es lo ultimo que ve el villano antes de recibir un golpe con la empuñadura de la espada que le deja en el suelo sin sentido.

- Deberías haberle dejado inconsciente antes de que probase su juguete- espeta el Ingeniero por el comunicador.

- ¿Y dejar un insulto tan bueno en el aire? Parece mentira que me conozcas desde hace tantos años, Nacho.

El héroe se agacha y esposa al inconsciente villano mientras oye los gritos de celebración en la plaza de Colón

- Lo único que siento es que un perdedor de segunda como este me haya hecho perderme el partido de la selección.

- ¿El partido? - Ingeniero habla como sintiéndose insultado. - Menuda tontería. El fútbol es el opio del pueblo... Además no vamos a pasar de cuartos de final.

- ¡Ya veremos, compañero! ¡Ya veremos!

Alejandro sonríe mientras ve el enfervorecido ambiente de la plaza de Colón que se llena de petardos al confirmarse la victoria contra Grecia.

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Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Antonio Machado.

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La sala de entrenamiento de la escuela de esgrima se encuentra casi vacía. En medio de la gigantesca estancia se encuentran solo tres figuras perfectamente iluminadas por los amplios focos. Con su pulcro traje de firma Alejandro mira sonriente a dos esgrimistas que combaten con sendos trajes de su disciplina. Uno es una figura masculina alta y robusta que maneja el florete con fuerza, velocidad y decisión, la otra figura es femenina, más pequeña y en su florete se nota el titubeo de su corazón.

La figura alta da un paso para atrás, una jugada arriesgada en la esgrima, momento que aprovecha la pequeña esgrimista femenina para intentar acertar su pecho. El intento es detenido por un fuerte golpe lateral en el pecho de la muchacha y el sonido de la bocina.

- ¡Alto! ¡Toque baldío! ¡Cinco a uno! Victoria para Emilio - dice Alejandro mientras empieza a aplaudir.

El esgrimista grande se quita el casco dejando ver sus rasgos finos y su piel morena sobre la que resaltan sus ojos verdes.

- Señorita.- Poniendo su espada frente al rostro hace una reverencia a la chica.

Tras hacer el mismo gesto a Alejandro el sudoroso muchacho se retira hacia fuera de la estancia.

La esgrimista femenina deja caer el peso de su cuerpo sobre sus piernas extenuada y se quita el casco sobre el suelo de la sala. La cara de Rocío tiene un gesto de cansancio, su rostro esta rojo y su pelo esta mojado por el sudor.

- No entiendo por qué me haces estas putadas -. Espeta a su mentor enfadada.

-¿Hacerte qué? - Alejandro disfruta de la situación mientras tiende a la muchacha una botella de agua mineral.

- Hacerme luchar con Emilio. Es imposible que le gane, es mejor esgrimista que yo. - Toma la botella despacio alzando su agotada mano enguantada. - Joder, es subcampeón olímpico.

Alejandro se gira y recoge el florete de la muchacha del suelo. Lo agarra con fuerza y empieza a hacer filigranas en el aire. Su amor por la diversión y dominio del arte de la espada se nota en cada giro de muñeca.

- Lo imposible, como dice siempre cierto héroe sevillano al que ya conocerás, es cuestión de perspectiva. - En un alarde de maestría el héroe lanza el florete al cielo agarrándolo en el aire. - Si crees que has perdido una batalla no te molestes en lucharla. La habrás perdido ya.

Alejandro deja el florete en el suelo junto a Rocío mientras se dirige tranquilo hacia la puerta.

- Gilipollas - dice la muchacha para sí misma mientras ve alejarse a su maestro y da un trago al agua.

Desde la puerta y justo antes de salir Alejandro gira la cabeza hacia su discípula.

- Si piensas que soy duro algún día te contaré cómo fueron los dos meses en los que tu abuelo me encadenó la mano derecha a la espalda para enseñarme a ser ambidextro. Es una vida dura en la que la recompensa es muchas veces la decepción a uno mismo o a los que uno quiere.- Un recuerdo amargo parece atormentar al millonario madrileño.

-Mi abuelo era un maestro. -Exclama la chica. -Tú solo eres un pijo que juega a los superhéroes.

-Se que estas enfadada. No tomare eso en cuenta.

-Como quieras pero no eres mi maestro. Solo estoy contigo porque él ha muerto. Querría que él estuviese aquí.

-Yo también. -Dice el héroe con tono triste. La puerta se cierra tras Alejandro y Rocio se queda sola con su frustración.

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El Museo Santa Cruz de Toledo se encuentra situado al final de una larga calle con tanta historia como la propia ciudad. Unas escaleras de la época medieval, que conducen a una larga calle moderna, al fondo de la cual se encuentra este antiguo hospicio renacentista, convertido ahora en museo atemporal. Al final de estas escaleras a unos 70 metros del museo se encuentra un bar llamado La Noche, un local de tapeo donde los jóvenes se reúnen para compartir bebida y charla en la actual noche toledana. En la calle reina un silencio sepulcral solo interrumpido por algún grito que se escapa por la puerta del bar donde un enorme grupo de aficionados al fútbol espera los temidos cuartos de final.

Frente al jaleo del bar sobre un balcón abandonado una figura encapuchada vigila el Museo. Esa figura no es otra que el protector enmascarado, el héroe español, el cruzado de la espada en ristre, El Águila.

- ¿Cómo va el partido?

El Ingeniero, enfadado, mira hacia la derecha entre el mosaico de monitores que tiene encendidos.

- Pues acaba de empezar... Un momento. ¿Cómo que el partido? - En su pantalla principal, Nacho, contempla una fotografía borrosa de un hombre vestido completamente de rojo con guantes negros, que cuyo rostro cubre una mascara negra. - ¿No te acuerdas de lo que pasó la última vez que te enfrentaste a Il Ragno Dorato?

Tras su máscara y su bigote Alejandro tuerce el gesto. Mal recuerdo el ser humillado por un italiano presuntuoso. Recuerda su velocidad, el asombro de ver a alguien colgado de la fachada del Museo del Prado sólo con sus manos, su agilidad mientras se deslizaba por las enormes salas de salto en salto, la impotencia de ver como sus movimientos de esgrima eran esquivados de una manera que solo podría definir como intuitiva, la sonrisa de triunfo que se dibujó bajo su ajustada máscara negra al detener su espada con un simple gesto de su mano y el dolor que sintió cuando le propinó ese golpe en las costillas. Los periódicos fueron unánimes: "Vergüenza". Con el tiempo la INTERPOL recuperó el cuadro. Pero de Il Ragno Dorato, la Araña Dorada, el infalible ladrón súper poderoso no había ni rastro.

Un sonido de trompeta saca a Alejandro de su ensimismamiento. El partido ha comenzado.

- El sonar lo ha captado - dice, Ingeniero por los auriculares.- Estará allí en cuatro minutos.

- Dame el aviso cuando entre en el museo. No queremos que su sentido de peligro le fastidie la sorpresa.

La operación de esta noche es el fruto de casi seis años de preparación. Son solo treinta y nueve coleccionistas los que tienen contactos y dinero para hacerse con los servicios de alguien como Dorato. Engañar a la computadora central de la CIA para que "pinchase" sus comunicaciones, por considerarlos sospechosos de terrorismo islámico, no fue difícil. Crear un programa para interpolar conversaciones, e-mails y correo privado en dieciséis idiomas en busca de alguna alusión a la Araña Dorada, sí. Nacho tardó casi un mes en programarlo y dos más en poner en marcha el sistema. Don Rafael siempre insistía en que debía recordar las lecciones del Arte de la Guerra. Poca es la información que tiene sobre este extraño personaje, una pequeña araña dorada firma sus crímenes. No conoce su nombre, no conoce su origen, pero sabe lo que es capaz de hacer. Es bueno, probablemente el mejor ladrón del mundo.

- ¡Ahora! - Grita el Ingeniero.

Alejandro pega un salto desde el balcón y se dirige corriendo hacia la puerta del Museo. En su cara una sonrisa pero no la sonrisa socarrona que porta siempre. Para él esto es algo distinto un auténtico desafío, una aventura, pero sobretodo una demostración de que puede hacer algo imposible.

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Mientras.

Secadura es un olvidado pueblo santanderino. Situado a suficiente distancia del llamado eje Bilbao-Santander como para poder ser considerado un sitio tranquilo dentro de la vorágine del turismo rural que ha invadido toda la provincia. Su iglesia parroquial es un reducto histórico de una época pasada.

En un paraje tranquilo en un momento en el que el fútbol atrae todas las miradas el hecho de ver un Mercedes antiguo con los cristales tintados de negro dando tumbos no es algo que llame la atención de mucha gente. Algunos oyen al coche subir el camino viejo de la iglesia pero no le prestan mucha más atención.

El coche se dirige a toda velocidad a la puerta de la iglesia convirtiéndola en astillas de un golpe, el eco resuena en todo el edificio. Del interior del vehículo baja un hombre joven, de unos treinta años, con los ojos inyectados en sangre que agarra con su mano derecha una sangrante herida donde debería estar su brazo izquierdo. El párroco, un viejezuelo delgado de rostro amable, sale alarmado de la sacristía donde escuchaba el partido por la radio.

- ¿Héctor? - Pregunta sorprendido al ver al hombre que avanza hacia él despacio.

- Sí, padre García- dice, mientras se tambalea avanzando hacia el cura.- He vuelto a casa.

El joven se abalanza sobre el sacerdote como una fiera abriendo su boca llena de colmillos afilados. El anciano cae al suelo y el hombre empieza a devorarlo como si fuese un animal salvaje. La crueldad de la escena es indescriptible.

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La oscura figura salta de edificio en edificio sobre la ciudad imperial deslizándose con extraña agilidad y presteza. Un salto le coloca sobre un tejado, otro le sitúa frene a una fachada. Se agarra, se cuelga, parece jugar con la ciudad como si de un parque de atracciones se tratase.

De repente la figura se detiene ante una azotea. Completamente vestido en un traje de neopreno negro con una extraña capucha en la que se ve el dorado símbolo de la araña. IL Ragno Dorato sonríe.

-Siempre hay un buen salto para el final- piensa, antes de calcular su último salto para entrar por encima del palacio.

Una pequeña carrerilla y consigue un salto que solo podría definirse como titánico. El ladrón despega sobre el cielo para caer justo en mitad del palacio sin hacer ruido alguno.

El antiguo palacio parece un desierto, el ladrón empieza a deslizarse por los oscuros rincones saltando entre cámaras de seguridad y alarmas. Unas las rompe, otras las esquiva, con todas juega despacio. En menos de tres minutos se encuentra dentro del corazón del museo pasando ante un enorme cuadro del Greco cuyos colores duermen en la noche. A unos tres metros salta a otra sala y después a otra hasta encontrarse con su pieza, un busto de plata del Emperador Carlos V. Tallado por artistas flamencos en la época de su coronación, un objeto de valor incalculable, que pertenece a la ciudad de Toledo desde hace generaciones y con el cual se ha encaprichado un coleccionista belga desde hace un tiempo.

Cuando pone la mano sobre la cabeza del buen Carolus el sentido arácnido de il Ragno empieza a pitar. Poco sobresaltado el ladrón gira la cabeza despacio.

-Volvemos a encontrarnos -dice, el Águila desde el fondo del pasillo por el que el ladrón ha entrado.

Una sonrisa aparece debajo de la máscara dorada.

-Te consideraba más patriota -Alejandro no para de hablar mientras se acerca con paso firme en dirección hacia el villano. -Nos estamos perdiendo el partido.

-¿El partido? -contesta el italiano divertido mientras levanta el pesado busto como si se tratase de un pisapapeles. -Con lo que saque por vuestro piccolo rey podré ir a ver a Italia en la finalle.

-Creo que das demasiadas cosas por sentadas.

-Y yo creo que tienes suerte de que los coleccionistas no sean amigos de la morte. Ma, no te preocupes. Esta vez te dejare inválido para siempre. -Dice el ladrón dejando en el suelo el busto y girándose.

Con una agilidad extraordinaria il Ragno Dorato salta sobre nuestro héroe como si fuese un trueno.

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Un lujoso octavo del madrileño barrio de la Castellana es el marco ideal para una pequeña reunión para ver un partido. Cuando un evento así organizado por universitarios después de los exámenes de Junio y el anfitrión, además de televisión y partido, pone casa y alcohol no es raro que la pequeña reunión se transforme en una ruidosa fiesta en un salón presidido por una enorme pantalla de plasma.

En una mesa situada en una esquina de la bulliciosa sala tres chicas charlan ajenas a la expectación del partido. Rosa Montoya, la atractiva y morena hermana de Alejandro, mira con sus verdes ojos la copa de ron con coca-cola que tiene en su mano mientras sus dos amigas charlan.

Una mano se posa sobre el hombro de Rosa y esta gira la cabeza de un respingo.

-¡Rocio! - exclama con autentica alegría en la voz. - No me puedo creer que hayas venido.

Rocio la mira sonriente. Tiene un aspecto algo desmejorado, a pesar de estar pintada y lucir un top y una minifalda, que hacen que muchas de las miradas de los chicos de la fiesta se posen en ella.

- Al final he decidido pasarme- dice, Rocio sonriente. - Estaba cansada de tanto entrenamiento.

-¿Mucha paliza?

- Nueve horas apuntando al pecho de un maniquí una y otra vez. Y dos combates contra subcampeones de mi categoría.

- Te juro que los esgrimistas me dejáis alucinada. Recuerdo cuando era pequeña y mi hermano entrenaba era igual que tú. Cuando no pasaba el verano en el sur con tu abuelo no podía dejar la espada ni un momento. Siempre estaba entrenando de alguna forma exótica nueva- Rosa pone cara de lastima. -Fue una pena lo de su muñeca mi padre siempre quiso que fuese campeón olímpico.

-¿La muñeca?

-Sí, a los 17 años se fracturó la muñeca por cuatro partes en un accidente de moto. Desde entonces es casi incapaz de levantar una espada con algo de soltura. Mi hermano dice que por eso abrió esa academia benéfica de esgrima, para aliviar un poco su frustración.-Rosa da un trago a su copa.- Pero él no entiende a Alex, es solo un cabrón egocentrista.

"¿Muñeca rota?" Tendría que preguntar sobre eso a Alejandro la próxima vez que lo viese o mejor no. Últimamente no siente mucho aprecio por su autoproclamado "maestro". Mientras tanto el sonido del principio del partido la hace salir de su estupor. Todos están atentos al partido Rocio se sirve una copa de vodka con naranja mientras mira a la televisión pensativa.

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Alejandro sabía que el primer golpe sería potente pero el dolor que empieza a sentir en el pecho le hace dudar un segundo, duda que Il Ragno aprovecha agarra de la solapa a nuestro héroe.

-¡No puede ser!¿Kevlar?¿Por qué todos los que no tenéis poderes usáis kevlar?- Con su increíble fuerza el ladrón agita a Alejandro dolorido en el aire. -¿Crees acaso que una armadura japonesa puede ponerte al nivel de un verdadero supervillano como yo?

Dolorido el Águila mira hacia su mano, la espada sigue allí. "La primera regla de un esgrimista es no soltar nunca su arma" se recita a sí mismo mientras haciendo fuerza agita el brazo en busca de golpear al rufián por el costado.

Sin apenas inmutarse el italiano agarra el arma con la palma de su mano y mira a Alejandro.

-¿Dónde están las famosas respuestas del magnifico Águila? ¿En un intento desesperado de asestar un golpe? Me alegro de solo dejarte tullido me encantará saber que envejeces recordando cueste momento.

Alejandro tose sangre antes de hablar y mira a su enemigo con una forzada sonrisa.

-Tienta al enemigo con algo que desea alcanzar. Mantenle en movimiento sosteniendo ese algo fuera de su alcance, y entonces, atácale con tropas escogidas. -Recita nuestro héroe antes de concentrar su poder mutante eléctrico sobre su espada y asestar una descarga de alto voltaje al sorprendido ladrón.

Alejandro cae al suelo como si fuese un saco mientras il Ragno se agita convulso mirándole.

Los dos enemigos consiguen ponerse de pie a la vez. Alejandro se agarra fuerte el pecho mientras quita de sus labios un hilillo de sangre y el Ragno Dorato tambaleante como temblando.

-Una descarda de este voltaje destrozaría el sistema nervioso de una persona normal. Hemos calculado que a alguien de tu fuerza capacidad solo le produciría un extraño zumbido corporal parecido al calambre que siente un niño cuando mete los dedos en un enchufe. -El héroe tose un segundo y escupe sangre mientras se coloca en posición de guardia. -Solo que por todo el cuerpo, más duradero y... Sí, mucho más molesto.

-¡Io vado como se foie un ramo di partenza! ¡Pajaro di inferno! -Grita enfadado el villano mientras se abalanza sobre el héroe.

Alejandro nota perfectamente como su enemigo ha perdido el control de sus facultades. Es hora de que se mantenga en guardia. Tiene una ventaja no puede aprovecharla.

-Espero que eso que me hayas dicho no sea sobre mi madre.

Por fin el italiano se coloca frente al héroe con los puños alzados dispuesto a propinarle un fuerte puñetazo. El Águila da medio paso hacia atrás y haciendo fuerza en el pie izquierdo le da un fuerte golpe con la espada en el costado acompañado de otra potente descarga eléctrica. Su enemigo soporta estoico la descarga, mientas le asesta una patada que le lanza contra una pared y se vuelve a dirigir hacia donde ha caído el español.

-Es hora de terminar con esto -dice, desde arriba mientras pisa la espada de Alejandro partiéndola como si fuese de juguete. -¿Y ahora sin tu espada eléctrica que vas a hacer?

-Rezar por ti -contesta el héroe desde el suelo dolorido mientras extiende su mano hacia el brazo del Ragno y le propina una tremenda descarga sin ninguna concesión.

La sala empieza a oler a quemado antes de que el italiano caiga inconsciente en el suelo.

-Me temo que don Rafael estaría enfadado.

Por fin el Águila consigue ponerse de pie y tambaleándose llega a la puerta del palacio donde empieza a oír: vítores, pitos y fuegos artificiales.

-¡Lo hemos conseguido! -Grita el Ingeniero entusiasmado por su auricular.

-Cierto, Nacho. Lo conseguimos -dice, Alejandro tambaleante.

-¡No!¡Il Ragno, no!¡Los cuartos!¡Hemos pasado los cuartos!

El cielo de la ciudad de Toledo cambia su tranquilidad por una invasión de fuegos artificiales que entusiastas lanzan desde sus balcones. Es un día de júbilo para un país entero.

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Próximo número: Después de ver como Alejandro se enfrenta a si mismo os invito a ver como Rocío emprende vuelo como la Golondrina con la Eurocopa como telón de fondo.

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LA ESTAFETA

Voy a sustituir a Don José durante este par de números que me comprometí a escribir durante esas fechas veraniegas en las que el fútbol y el espíritu patriota eran los protagonista en la televisión. Los exámenes de septiembre y mi pereza personal han hecho que sean más de dos meses el tiempo que he tardado en parir estos dos números. Quiero dar las gracias a mi novia, la cual corrigió con estoicismo el numero y a Don José que me presiono un par de veces cuando simplemente se me había olvidado que tenia que terminar.

Hispánicos saludos.

Ramón

 
 
   
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