EL HALCÓN VOL. 2 #10
Tiran más dos tetas que dos carretas
Guión: Xumer
PORTADA: Imitando la portada de numero uno de la LJI de
Giffen/DeMatteis/Maguire, se colocan Tat, Chevi, Maxine, Fortachón, El
Hombre de hielo, Jackie, X-Man, Juggernaut, Forja, Val Cooper, Fiambre,
Madrox el Hombre Multiple, Jon, Shard, Random, Tessa, Portal, Sebastián
Shaw, Solido, Virus, X-Cite y Fatuo en primer termino, que sostiene un comic
protagonizado por el Halcón y dice:
"Xumer ¿que diablos haces escribiendo esta basura sobre un personaje
secundario sin interés, en vez de algo con personajes carismáticos como
nosotros?... Bueno al menos es sobre un mutante."
Sam Wilson sale del aeropuerto y se introduce en un taxi.
- ¿A donde?
- Harlem...
- Si, señor.
El Halcón estaba exhausto después del "accidental" viaje. Además no se había
acostumbrado al horario. Había salido de Wakanda cuando amanecía y llegado a
Nueva York aun de noche.
Había perdido seis horas.
Su cuerpo se sentía destrozado, para una vez que se toma unas tranquilas
vacaciones y aparece el Hombre Mono.
Sam se apoya como puede en el frio cristal de la ventanilla. Antes de
empezar a dormirse le dice su dirección completa al taxista.
Empieza a dar cabezadas.
De un frenazo, la crisma de Wilson se lanza violentamente contra el cristal
que separaba conductor y clientes.
- ¿Que pasa?- Pregunta somnoliento.
Antes de que el conductor llegue a responder, una mujer entra bruscamente en
el taxi.
- CARAJO... CONDUZCA...
El conductor le hace caso y acelera.
Sam se frota los ojos y mira a la chica que acababa de entrar en su taxi.
Era mas bien bajita, llevaba una falda roja de textura plastificada, un
miniabrigo de pieles de apenas le debía abrigar y cuatro enormes moratones
en la cara.
Se fija en su cara. Tenía rasgos hispanos. El primer moretón lo tenia en la
frente, el segundo en la mejilla izquierda y los dos últimos casi formando
una sola herida justo debajo de la boca.
En ese momento se da cuenta de que la chica también se sujetaba fuertemente
las costillas.
- Taxista... Llévenos al hospital mas cercano.- Este asiente.
- NO... Hospitales no.
- ¿A donde voy?
Sam se gira hacia la chica. Tenía unos preciosos ojos marrones.
- Donde ella diga.
- La estación de autobuses...
- ¿Tienes las costillas rotas?- Pregunta Wilson.
- No.
Sam le mira severamente.
- Bueno, si. Pero no puedo ir a un hospital, él me encontraría.
Sam mira de nuevo esos enormes ojos y comprende que no le podría decir que
no a nada.
Piso de Sam Wilson.
Da un par de vueltas a la llave y abre la puerta.
Ala Roja entra volando y se sienta encima de una de las múltiples perchas
que habían repartidas por todo el piso.
- Adelante. Esta es mi casa.
- Preciosa.- La chica entra y sin llegar a soltarse las costillas se sienta
pesadamente en un sofá.- Muy bonita.
- Voy a buscar el botiquín.
La chica se mira en uno de los espejos del salón.
- Te han jodido bien esta vez, Mercedes.- Se dice a si misma al ver todos
los moratones de su cara.- ¿Quien será este tipo? Tiene un halcón en casa.
Espero que no sea peligroso.
- Quizás...- Murmura.- Sea uno de esos pervertidos que se lo montan con
animales.
Sam vuelve velozmente con un enorme botiquín lleno de vendas y gasas. Le
sonríe a la chica.
- Carajo si que tienes vendas... ¿Te sueles hacer muchas heridas?
- Hum... Nunca se sabe.
Sam le venda una herida superficial del brazo izquierdo.
- Veamos esa herida en el estomago.
La chica le mira recelosa.
- Venga...- Le insiste Sam.
La chica parece meditarlo y acaba quitándose la chaquetilla de pieles
falsas. Luego vuelve a meditar a la hora de quitarse el top.
No llevaba sujetador.
Sam intenta no fijarse en sus enormes pechos.
Mira intensamente la herida para quitarse ideas raras de la cabeza.
- Tiene mala pinta. ¿Con que te la hicieron?
- Me caí por unas escaleras.
- Si no quieres que hablemos de ello no lo haremos.
Acaba de vendarle el torso.
- Gracias... Aun no se tu nombre.- Le dice la chica.
- Sam, Sam Wilson.
- Yo me llamo Mercedes.- Recoge el top y vuelve a ponérselo. Sam se relaja
considerablemente, aunque no consigue quitarse de la mente la imagen
turbadora de los dos pechos de Mercedes.
- ¿Tienes hambre? Yo si, acabo de llegar de un viaje.
- No. Pero si haces algo te acompañare comiendo.- Responde Mercedes,
obviamente tenia mucha hambre, pero no quería admitirlo.- ¿Un viaje a donde?
- Un sitio precioso, Wakanda. Una buen amigo mío vive allí.
- ¡¡WAKANDA!!- Mercedes sonríe.- Siempre he querido viajar a Europa.
Sam se abstiene de decirle que Wakanda estaba en África.
- Voy a ver si puedo cocinar algo.- Se levanta del sofá y se acerca a la
pequeña cocina de su hogar. Mira en la nevera, tira un par de cosas que se
habían pasado.
Coge una lata de comida china prefabricada y la calienta.
Sirve equitativamente el contenido en dos platos.
- ¿Te gusta la comida china, Mercedes?- Dice a la vez que sale de la cocina
y entra en el salón.
La chica estaba tumbada totalmente en el sofá.
Y dormía.
Sam piensa por un momento.
¿Que debería hacer?
Quizas lo correcto seria despertarla. Llevarla a la estación de autobuses,
comprarle un billete y desearle suerte fuera donde fuera.
Quizas.
Sam decide cometer una enorme estupidez.
Coge cuidadosamente a Mercedes, la levanta con mucho cuidado de no hacerle
daño en las costillas y la lleva hasta su habitación. La tumba en su cama.
Le quita los zapatos de tacón de aguja y coloca una suave manta sobre ella.
Deja la puerta abierta y se dirige al salón.
Mercedes semiinconsciente se despierta. Nota la manta sobre ella y se
vuelve a dormir placidamente.
Salón de la casa de Sam Wilson.
Sam se sienta sobre el sofá y pone la tele. Lo que mas deseaba era irse a
dormir, pero no podía hacerlo teniendo a una extraña en casa. Por muy guapa
que fuera la extraña.
Tenía unos preciosos ojos marrones.
Y unas enormes...
No. No debía pensar en ello. La chica era obviamente una prostituta, no le
convenía pensar en ella de esa forma.
¿Tienes prejuicios contra las prostitutas? Se dice a si mismo Sam Wilson.
No. Pero el sabia como era ese mundo. Ya lo había vivido y había trabajado
duro para salir de él, no quería volver.
Quizás ella también quería escapar de la red.
Tenía un precioso nombre.
Mercedes.
Mercedes.
Mer...
Sam se despierta con el sonido insistente del timbre del piso.
Antes de que se levante a abrir el timbre aun suena un par de veces mas.
Mete el ojo en la mirilla.
Era un hombre de rasgos hispánicos, con un traje de piel falso. Unas gafas
de sol rosas. Estaba sin afeitar y tenía una pinta un tanto barriobajera.
Sam se gira y ve a Mercedes en el rellano.
Su cara reflejaba pánico.
- ¿Es él?- Susurra.
Sam asiente.
Sale corriendo hacia la única habitación.
Sam la detiene cuando iba a salir por la ventana.
- Mercedes. No te vayas.
- Me querrá matar.
- No. No le dejare.- Sam se sorprende adoptando el papel de héroe.
- No le conoces.
Sam la coge por el brazo que no tenía vendado.
- No tienes nada que temer.- Afortunadamente consigue sonar convincente. A
Mercedes le parece ver algo en los ojos de Sam que no había visto antes.
- Si. Pero ten cuidado.
Sam llama a la policía y pide una patrulla.
Los sonidos del timbre se hacen mas y mas insistentes.
- Quédate en la puerta a mi habitación. Si ocurre algo puedes encerrarte y
esperar a que llegue la policía, una vez en comisaría pregunta por el
sargento Tork. Es amigo mío.
- ¿Como?
Sam se acerca a la puerta.
- ¿Le vas a abrir?- Grita Mercedes horrorizada.
Sam abre la puerta de golpe.
- ¿Que ocurre?- Le pregunta al chulo.
- Hola, soy Jaime. Creo que usted recogió a Mercedes.
- Si, así es.
- Ella debería venir conmigo. Me tenía preocupada.
Mercedes estaba paralizada por el pánico. Por un momento cree que Sam le iba
a entregar.
- No.- Contesta Sam.
- ¿Que dices, gringo?
- Ella se queda aquí. Es mas te olvidaras de ella y no volverás a
molestarle.
El chulo tras un momento de sorpresa estalla en sonoras carcajadas.
Saca una pistola y apunta a Wilson.
- ¿Que vas a hacer ahora, cowboy?
De una patada alta el Halcón le desarma. Coordinando sus movimientos le
aplasta la cara contra la pared de un potente codazo.
- Hijo de perra.- Dice el chulo mientras escupe sangre.
- Lo podíamos haber hecho por las buenas.- Dice Sam mientras que de otro
golpe lo noquea.
Sam arrastra al chulo al interior.
En la cara de Mercedes aparece el retrato de la admiración.
Minutos después la policía se lleva al chulo con varios cargos importantes.
Mas adelante Sam comprobara que pasa una temporada en la cárcel.
- ¿Que vas a hacer ahora?- Le pregunta Sam a Mercedes cuando la policía deja
el piso.
- No lo se. Supongo que debería irme...
Los dos guardan silencio y miran al suelo, incapaces de aguantarse la
mirada.
- Por mi puedes quedarte en mi piso todo el tiempo que quieras.- Le dice el
Halcón.
- ¿No será mucha molestia?
- No. La verdad es que no.
- ¿En serio?
- Si.
- Quizás lo haga. Hasta que encuentre trabajo y pueda pagarme un sitio donde
dormir.
- Si. Es absurdo que te vayas sin saber donde ir. Quédate un par de días. O
el tiempo que te haga falta.
- Gracias.
Mañana siguiente.
Sam duerme pesadamente en el sofá de la sala de estar. Mercedes en la cama
de la habitación. Ala Roja revolotea por el piso silenciosamente a la espera
de que le abran una ventana para salir al exterior.
La manivela de la puerta se gira y la puerta se abre.
- Hola Ala Roja...- Dice el recién llegado.- He traído donuts... Ya se que
Sam me dice que no debería malcriarte.
Deja un donut encima de la mesa. Ala Roja se coloca encima y lo picotea con
gran satisfacción.
- Pero que le jodan... ¿Aun esta sobandola nuestra bella durmiente?
Tork se acerca hasta la habitación de Sam pasando por alto un enorme bulto
que dormía en el salón.
- Bella durmiente... Bella durmiente...- Tork coge la manta que
presuntamente cubría a su amigo y la arranca de un tiron.
- SHIEEEEEEEK.- Mercedes se cubre como puede. Le quita la manta de las manos
a Tork.
- Hola soy Tork. Encantado de conocerla.- Dice con una enorme sonrisa de
gilipollas en la boca. Mercedes le pega una bofetada.
Sam aparece al oír el grito de pánico.
- Sam ¿que hace una mujer totalmente desnuda en tu cama?- Le pregunta Tork a
su amigo.
Wilson se lleva la mano a la frente.
- No me digas que empezaste con lo de "Bella durmiente... Bella
durmiente...".
- Vale, no te lo digo.
- Dios mío.- Sam suspira.- Mercedes te pido perdón por lo que ha hecho mi
amigo Tork.
- No.- Responde Tork.- Si no me arrepiento.
Sam le lanza una mirada asesina a su amigo.
- Sam... Yo mejor voy a cambiarme.
- Vale, Mercedes.
- Mercedes... Bonito nombre.
- Cállate Tork.
Mercedes recoge su ropa y se dirige al cuarto de baño.
Cuando la chica ya no puede oírles Tork exclama:
- SAM... COLEGA DEL ALMA... SI HAS LIGADO.
- NO he ligado.
- Ya decía yo, que tu no tenias lo que hace falta para ligar.
- Tork...
- Hay que admitir que la tía tiene unas ENORMES...
- Cállate Tork.
- Joder, pero deberías haberlas visto. Son redonditas y...
- Cállate. Ya lo se.
Tork se queda mirando a Sam.
- ¿Se las has visto?
- NO... Bueno, si.- Dice Sam sonrojándose.
- Así que ya te la has tirado...
- No me la he tirado.
- Ah... O sea que lo que hiciste fue mirárselas mientras dormía...
- TORK...
- ¿Se las llegaste a tocar?
Mercedes se enciende un porro en el cuarto de baño.
Le pega un par de caladas, luego lo apaga y se lo guarda en el bolso.
- Que par de tíos tan raros.- Murmura.
Fin.
CORREO DE LOS LECTORES
¡¡Madre Dios!! Espero que hayáis disfrutado lo que yo con la lectura de esta
obra maestra de numero. Bien es cierto que tengo aun dos cartas sin publicar
para el correo de lectores, pero me es imposible mancillar la perfección de
este número, con las sandeces de un par de friquis. Lo dejare para otros
números menos redondos, donde las posibles imperfecciones puedan ocultarse
en alguna medida, tras las paridas del correo. Podéis seguir enviando
vuestras apreciaciones a mi correo fordcopp42@hotmail.com o de Jaime
xum00@hotmail.com donde serán contestadas y publicadas con la celeridad
acostumbrada.
Antes de despedirme, dar efusivamente las gracias a Xumer (mi ídolo) por
haber realizado este fill-in, del que tanto me aprovechare e un futuro para
sucesivas tramas aun sin pensar. E invitar a cualquiera que quisiese hacer
un número de esta fantástica y entretenidísima serie a escribiendo con lo
que les salga del nabo (o casi).
Hastaluego.