EXCALIBUR #101
Algo por lo que luchar
Guión: GreMio y BeetleCrawler
Notas: ##denota habla telepática##,
**denota pensamiento interior**.
El espíritu de la Madre Askani sufrió un estremecimiento
cuando su cuerpo murió, Sabía que tenía el tiempo
contado, que debía llegar a su objetivo antes de desaparecer bajo
el manto de la muerte y el olvido. Usó las contadas fuerzas que
le quedaban para llegar a la dimensión donde vivía la
persona que sería su mensajero.
Los Centinelas habían sido vencidos. El férreo
control genético que estos seres metálicos de cinco metros
de altura se había convertido en protección a cualquier
forma de vida. Y ese cambio se había producido gracias a un grupo
de mutantes del pasado, los llamados Excalibur. En la épica Batalla
de Nueva York, el grupo mutante y los supervivientes de la británica
Coordinadora Ejecutiva de la Resistencia (CER) habían
modificado el programa básico que regía las acciones de
los colosos metálicos.
Kate Pryde. Su nombre se había convertido en legendario. Miembro
de la Patrulla X, régimen abierto del campo de
concentración de Manhattan. Superviviente de la fallida
infiltración al edificio Baxter, antigua base de los 4
Fantásticos, y en aquel entonces centro neurálgico de las
comunicaciones de los Centinelas. Atrapada tras la destrucción de
la planta de procesamiento de los nuevos Centinelas Nimrod. Y la
decisiva Batalla de Nueva York.
Pero el precio había sido excesivo. La Patrulla, un Nimrod
viajando al pasado, un envenenamiento radiactivo, y, por alguna
razón que aún no conocía, convertida en lo que más
odia, en... centinela.
Aunque su cuerpo pertenecía a un extraño miembro del grupo
Excalibur, Cacharro, seguía sintiendo cierto escalofrío,
más mental que físico, cuando caía en la cuenta que
su cuerpo actual era una carcasa metálica, de la que aún no
conocía la plenitud de sus posibilidades.
La vuelta a isla Muir desde Londres fue tranquila, aunque en el Sky News
el hombre del tiempo había predicho que habría rachas
atemporaladas de viento de componente norte y posibilidades de chubascos
en el mar del Norte.
En el interior del Corredor Nocturno, la nave de Excalibur recientemente
construida por Brian Braddock, conocido como Británico, flotaba
un aire de preocupación por el estado de salud, por decir algo
mínimamente aplicable al componente menos humano del grupo, el
ser tecnoorgánico autodenominado Douglock, rescatado del cuartel
general de Aire Negro, donde había sido diseccionado para su
estudio y posterior empleo como catalizador para liberar a un demonio
que habitaba bajo las calles de Londres.
"No me gusta. El estado de Douglock no termina de convencerme"
"¿Qué %$ª!!(*) le pasa, Kitty? ¿Por qué no
se recompone a sí mismo?", preguntó Wisdom.
"Sus mecanismos de autorreparación han sido sometidos a un gran
esfuerzo en demasiado poco tiempo. Sus células
nanotecnológicas..."
"O sea, que tendremos que llevarlo cagando leches al laboratorio de la
bruja escocesa."
"MI Corredor Nocturno nos llevará
allí en 10 minutos. No os preocupéis, llegaremos enseguida."
La isla Muir, desde el aire, mostraba las cicatrices de todas las
batallas que en su superficie y en ocasiones más abajo se
habían desarrollado. Y especialmente la batalla contra el Rey
Sombra, cuyo resultado fue la destrucción de la mitad de la
misma. Cada vez que la veía desde el cielo, Amanda Sefton, la
hechicera también conocida como Viajera Diurna, sentía un
escalofrío, que la subía por toda la espalda y que
tenía que alejar de sí sacudiendo la cabeza. Pero la
mansión seguía en pie, desafiante ante las olas del
proceloso Mar del Norte.
El Corredor Nocturno aterrizó en el hangar. Cuando Amanda puso
sus pies en el suelo de cemento que servía de pista de
aterrizaje, un súbito mareo le hizo perder el equilibrio y caer.
"¡¡¡Gemelos!!! Doble alegría y doble gasto."
Tras este comentario, Pete Wisdom recibió un codazo en el pecho
por parte de Kitty.
"Auugh. Me has roto la única costilla que el acorazado Potemkin me
dejó entera. Los habitantes de las colonias no tenéis
sentido del humor."
Antes de que Amanda tocase el suelo, Rondador ya se había
teletransportado y la había cogido por la cintura, para
depositarla cuidadosamente en el suelo, mientras gritaba pidiendo una
camilla.
"Déjalo, Kurt. Ya me siento algo mejor. Tras la lucha contra el
demonio de Londres y mi madre, ver la isla ya ha sido demasiado para
mí."
"Rory ya debe estar poniendo a punto el laboratorio. Descansa un rato,
es una orden de tu doctora.", dijo Moira cuando apareció por la
puerta del hangar. "Oh, el hooligan mutante ha vuelto, y de una pieza."
"¿Te has quedado sin compresas esta mañana, McTaggert?",
comentó Wisdom mientras apretaba con su mano derecha el lugar
donde se había incrustado el traicionero codo de Kitty.
La mirada asesina de Moira le hizo callar, y se hizo el silencio
mientras los heridos, Douglock y Amanda Sefton, la maga y
teletransportadora, eran llevados a los laboratorios del complejo.
Wisdom se quedó unos pasos atrás de los demás.
**Si la bruja escocesa llega a ser mutante, me habría
convertido en esos filetes muy muy hechos que nos pone en los desayunos**,
pensó mientras encendía un cigarrillo en su zona preferida,
cualquiera donde hubiese un cartel prohibiendo fumar.
En una isla perdida en el Caribe que no figura en las cartas
de navegación (¡ojo! no confundir con la emergida en
UXM #147, o con Ogasawara, la isla de los Monstruos, o con cualquiera
de las demás islas misteriosas) un grupo de extremadamente
peligrosos individuos discuten sus planes de conquista y gloria. El
joven heraldo del destino rebautizado como Éxodo medita sobre
los recientes acontecimientos.
**Mi enfrentamiento con el niño Grey no sólo
me dio nuevas energías y unos extraños recuerdos de un
mundo dominado por el falso dios egipcio, además parece haber
enfermado mi misma alma.**
**Todas mis fuerzas aparecen y desaparecen sin que
en mi mano esté el fijarlos en su manera natural, extrañas
nubes y visiones pasan por mi mente, algo esta siendo arrancado de mi
alma en las últimas semanas.**
**Si, Lord Magneto no lo permita, cayera yo mismo
presa de la impía peste que liberó el mil veces maldito
Dyscordia sobre todos los hermanos mutantes, todo nuestro futuro sería
segado. ¡¡No seré doblegado!! ¡¡No puedo
permitirlo!!**
Carmilla Unuscione, la joven mutante de exoesqueleto psiónico, se
había unido a los que, bajo el estandarte del mártir
Magneto, defendían la supremacía de la raza mutante, no
para vengar la muerte de su padre, sino por un verdadero convencimiento
en la causa de los llamados Acólitos. Recorría la orilla
de la paradisíaca isla, se detuvo y perdió su vista en la
inmensidad del mar Caribe. Para la hija de Unus, uno de los primeros
apóstoles de Magneto, esta circunstancia le daba una aureola de
respetabilidad entre los que no tenían unos antepasados tan
ilustres. Aunque para ella no significaba nada toda esta
palabrería. Carmilla Unuscione era quizás el miembro
más fanáticamente convencido de aquel grupo, y esa era su
principal fuerza.
Escáner, la mutante con poderes exploratorios y capaz de
separarse de su yo astral indefinidamente vuelve a dudar, teme... De
nuevo se ve inmersa en la espiral de venganzas y guerras. Ella
sólo querría vivir fuera del alcance de los humanos, lejos
del dolor, sentirse como cuando vaga en su forma incorpórea,
intocable e inalcanzable. Para ella los Acólitos no eran el fin
como para los Kleinstock, sino un simple medio, doloroso pero necesario,
para estar con los suyos, aquellos a los que ahora consideraba su
única familia, aquellos a los que detectaba incluso de forma no
voluntaria.
Amelia Voght. La que había sido amante de Charles Xavier, el
impío, el director del grupo que más se había
opuesto a su forma y medios de traer el paraíso a la raza
mutante, la odiada Patrulla X. ¿Por qué sus hermanos no se
les unían? Ella lo sabía, lo sabía de primera mano:
Xavier el impío los estaba controlando mentalmente, como antes
hizo con ella cuando ella le abandonó. Magneto era diferente, no
imponía su criterio. Magneto no olvidaba su pasado, Xavier
sí. ¿Por qué el único discípulo de
Xavier que se les había unido, Coloso, los había
abandonado a la caída de Ávalon? Maldito seas por siempre,
Charles Xavier, por tus actos, por tus silencios, por lo que has dejado
de hacer.
El laboratorio médico de isla Muir había vivido demasiado
en los últimos meses. Moira echaba de menos la tranquilidad que
se respiraba unos años atrás, cuando había
convertido la vieja mansión que dominaba la isla en uno de los
centros de investigación sobre las mutaciones más
importantes de Europa. Echaba de menos los tiempos en que Lorna Dane y
James Madrox le ayudaban a llevar el centro adelante. Eran los tiempos
de Magneto convertido en niño, de su hijo Proteus, confinado en
una sala de seguridad por su poder excesivamente peligroso que ella
luchaba por anular. Pero la tranquilidad había desaparecido.
Maldito Erik el Rojo, malditos Cosechadores, maldito Rey Sombra,
malditos Acólitos.
Kurt se sentó junto a la cama que su querida Amanda ocupaba
en el laboratorio. Aunque ella afirmaba que estaba bien, no quería
separarse de su lado. En el otro extremo de la sala, los científicos
examinaban el "estado de salud" del otro paciente, Douglock.
Kitty, la que más había estudiado en los últimos
tiempos su fisiología nanotecnológica y Rory, el hombre
que la había ayudado desde antes de llegar Excalibur a su isla.
Moira respiró hondo para alejar de su cabeza la nostalgia de
tiempos pasados. Sus conocimientos eran necesarios en el presente, ya
que el pasado, por mucho que lo desease, jamas volvería.
Conectó los sofisticados aparatos con tecnología Shi'ar,
que como todo asociado a Xavier usaba con toda la pericia del mundo, e
inició el chequeo de los sistemas internos de Douglock.
Ellos nunca lo considerarían su líder.
Unos pocos le seguían por miedo. Otros simplemente necesitaban
algo en que creer, pero ya no podía ver el brillo de la esperanza
que tenían en Ávalon, la Caída había acabado
con todo. El auténtico pastor del rebaño ahora se hallaba
perdido, las recientes derrotas habían mermado su credibilidad
ante sus hermanos, y cuando el elixir de poder del joven Grey
parecía haber restaurado al menos el fuego externo de su anterior
aura de santidad, ahora, al borde de reclamar una nación entera
en nombre de los homo superior del mundo, una nueva sombra se cierne en
el espíritu del enviado del Éxodo.
Al pie de la montaña, junto a imposibles maquinas de
combate esculpidas por los nacidos con el don de moldear el metal, el
improvisado nuevo ejercito del pueblo mutante se disponía a oír
a su "Mesías". Esperan a Éxodo, no a Bennet du
Paris, y es Éxodo el que les habla:
"Ha llegado el momento de continuar la Obra de nuestro
Señor Magneto, en estas tierras, junto a los que nos precedieron
en nuestra lucha, donde fue proclamada por vez primera la posibilidad
y el derecho de tener nuestra propia tierra, de ser los AMOS
de nuestro destino. Y fueron derrotados. ¿Por qué?
¿Por quién? os preguntareis. Por la TRAICIÓN,
por nuestra misma sangre, por aquellos que osaron mancillar el cuerpo
y la mente de nuestro Señor. Es aquí, ahora, donde en
nuestro momento más oscuro nos levantaremos, seguiremos su obra
y esta vez limpiaremos la Tierra, no sólo de los pusilánimes
no dignos de Creer, sino de todos aquellos a los que les fue ofrecida
la Verdad y la rechazaron. Hoy recuperaremos a los prisioneros de guerra,
hoy quemaremos la mala simiente. Mañana tomaremos estas tierras
heréticas. Mañana nos alzaremos sobre los campos yermos
y sobre los cadáveres de nuestros enemigos".
Los Acólitos recibieron esas palabras en una estallido de
alegría, lanzando vítores, con una fe y convencimiento que
no había visto desde la reaparición del Señor
Magneto, que se había alzado de las garras de la muerte para
comandar a la raza mutante a su era dorada.
Satisfecho de obtener la respuesta deseada, volvió a tomar la
palabra.
"Escáner, reúne una fuerza de ataque de ocho guerreros,
dentro de quince minutos, en el puesto de mando. Es hora de que los
discípulos británicos del impío Charles Xavier
expíen los pecados que cometieron contra de la Causa, contra el
Elegido, contra la Verdad."
Parecía la sala de urgencias de un hospital, pero el paciente era
lo menos parecido a un ser humano. Quizás si lo hubiese sido la
cosa hubiese sido más fácil. Masaje cardíaco,
evitar fibrilación, a lo peor una operación de bypass.
Unas grapas del cinco, o una simple escayola.
Pero, ¿cómo atender el "estado de salud"
de un ser que más parecía un mecano que un ser humano?
Los ordenadores del medilab de isla Muir confirmaron el
diagnóstico preliminar de Kitty en el Corredor Nocturno. El
cuerpo de Douglock había sido forzado en demasía, y sus
sistemas, aunque en estado crítico, todavía tenían
la capacidad de regenerarse y darle al entrañable ser
nanotecnológico una segunda oportunidad de vivir. Pero a pesar de
tener un alto porcentaje de posibilidades de supervivencia, la
situación era crítica. No era seguro que volviese a ser el
de antes, fuera el que fuera.
En la sala de estar, Meggan miraba la televisión. La noticia
principal la dejó aterrada. Un ser psiónico autodenominado
Onslaught había destruido una amplia zona de Nueva York. Los
recuerdos de una experiencia anterior, cuando los demonios del Limbo
invadieron la Gran Manzana, hicieron que exteriorizase su miedo mediante
un grito.
"¿Qué te pasa, Meggan?", preguntó Brian al entrar
en la sala.
"Mira la tele, Brian. Otro monstruo. Lo ha destruido todo. Los
héroes han luchado contra él, pero no se sabe nada. Oh,
Brian, ¿habrán muerto?"
"No lo sé, Meggan. De verdad que no lo sé"
En ese momento Rahne entró en la sala en su forma lupina, ya que
así llegaría antes. Había oído el grito de
Meggan, y cuando cruzó la puerta vio las imágenes de Nueva
York. Recordó también la experiencia de la invasión
demoníaca de Nueva York, y se estremeció.
En el medilab, la noticia aún no había llegado. Pero de
haberse conocido tampoco era conveniente darla a conocer. Douglock
estaba siendo sometido a un complejo chequeo y el estado de Amanda
desaconsejaba someterla a una nueva emoción, sobre todo la de ver
cómo una ciudad como Nueva York podía ser destruida. Pero
la tranquilidad estaba lejos de establecerse permanentemente en la isla
situada al norte de la Gran Bretaña. En ocasiones parecía
una invitada ocasional, que viene de visita para irse pocos días
después. Los sistemas de seguridad para detectar la presencia de
intrusos localizaron formas de vida no autorizadas en el
perímetro del espacio aéreo y dieron la señal de
alarma.
"!¿Was ist...?¡ No en este momento, por favor." Kurt le dio
un puñetazo al intercomunicador que había en una de las
paredes del medilab. "Brian, localiza al intruso con los monitores.
Moira, asegura la entrada. Amanda, liebchen, por favor no salgas del
Medi-Lab."
"Es un grupo de Acólitos encabezados por Éxodo",
anunció Brian a través de los altavoces del complejo.
"Moira, intenta pedir ayuda a quien puedas localizar. Pete,
¿estás lo bastante recuperado de tu pelea con Scratch?"
"Listo para freír a los amigos del Ruski", anunció con voz
satisfecha mientras flexionaba los dedos de ambas manos.
Mientras salía del medilab por la puerta, para evitar llenarlo
del olor a azufre, sello inequívoco del uso reciente de sus
poderes teletransportadores, Kurt daba gracias a Dios por los sistemas
de seguridad que Forja había instalado en la isla, y que Brian
había puesto a punto recientemente. Por desgracia, en los
últimos tiempos habían sido útiles demasiadas
veces, y se preguntó si tanto movimiento no sería
perjudicial para un lugar dedicado a la investigación
médica, especialmente a la curación de la plaga denominada
virus del legado.
En los límites exteriores de la isla, Éxodo trazó
el plan de ataque. Por una parte, un grupo, comandado por él
mismo, se encargaría de rechazar a los defensores de la isla, los
herejes denominados Excalibur. Por otro lado, Escáner
localizaría al hermano Espora, lo liberaría de su
encierro, y sería conducido del purgatorio escocés a la
gloria de la supremacía mutante. Éxodo esperaba que la
oposición fuese importante pero no excesiva, para poder llevar a
cabo el verdadero objetivo de esta misión, obligar a la doctora
McTaggert a que le diese el elixir de la vida, una cura para la
enfermedad que padecía, producida por el virus del legado. La
causa mutante no podía quedarse sin su líder, el
único interprete de las enseñanzas del Señor
Magneto.
Tras reunirse en los pasillos cercanos al medilab los
miembros de Excalibur, Kurt Wagner (Rondador Nocturno), Brian
Braddock (Capitán Britania), Meggan, Kitty Pryde (Gata
Sombra), Peter Wisdom, Rahne Sinclair (Loba Venenosa) y Peter
Rasputin (Coloso)se dirigen hacia el lugar que presumiblemente
los Acólitos abrirán, para desespero de Moira, una nueva
puerta. Coloso siente la batalla como la exteriorización de sus
miedos internos.
¿Cómo podría luchar codo con codo con el hombre con
el que actualmente estaba emparejado su querida Katya?
¿Apoyaría a sus amigos de siempre? ¿O a los que
hasta hace poco eran sus camaradas, sus aliados, sus hermanos, los
Acólitos?
Kurt observa a Piotr con preocupación. Después de tantos
años de amistad, había llegado a adivinar lo que pensaba
su amigo. Sabe, aunque él jamas lo exteriorizase, que Coloso, en
su interior, está librando una lucha más importante de la
que va a producirse en escasos segundos.
Allison Crestmere vaga sin rumbo por las calles de Londres
["Bittersweet simphony." The Verve]. La búsqueda de sus
padres por ahora no está siendo precisamente un éxito.
Empieza a cuestionarse si alguna vez los encontrará, o peor aún,
si de verdad éstos existen. No desea llamar de nuevo a la mansión
de la carretera Graymalkin, del condado de Westchester, estado de NY,
lo consideraría un fracaso. **Profesor, necesito dinero, que
mis padres no aparecen, ¿quiere saber lo más gracioso?
que Nueva Roma era una ilusión, un decorado para una única
espectadora. Ayudeme, por favor.**
No, no lo hará. Aunque no fuese esa su verdadera vida, aún
se siente neoromana, una noble patricia, descendiente de una familia
cuyas raíces estaban fuertemente asentadas cuando los
países actualmente más poderosos no eran sino colonias del
milenario poder de Roma.
Enfrascada en estos pensamientos, pasó junto a un muro
de imágenes brillantes e hipnóticas, que mostraban las
sobrecogedoras escenas acaecidas en Nueva York, donde la entidad Onslaught
había destruido una buena parte de la ciudad. De nuevo la voluntad
de los poderosos imponía sufrimiento a los débiles, de
nuevo los "dioses" jugaban con los humanos. De nuevo el deber,
luchar por el propio destino, la oportunidad de volver. La tranquilidad
de solamente tener que luchar por el destino del mundo, tener una identidad,
aunque sea la de una mujer envuelta en llamas contra otros que no quieren
volver a sus personalidades. Volver. Buscaría a Excalibur, los
discípulos de Xavier en Inglaterra, a Kitty y Rachel.
Estalla el Caos, los muros salen despedidos en múltiples
direcciones, el grupo de intrusos abre su propia entrada en el Centro
médico, parte de la debilitada área este [semiderruida
por Nate Grey]es despedazada por los poderes psiónicos de
Éxodo para dejar paso a los liberadores.
Un enorme mutante de mutaciones evidentemente físicas se abre
paso entre la circuitería Shi´ar, mientras un par de
Acólitos con poderes energéticos dejan en libertad todo el
odio y resentimiento en la forma de destructores haces de plasma sin
preocuparse lo más mínimo por los objetivos en que recae
su ira.
"Escáner, ¿donde están los herejes? Localiza a
Espora. Y vosotros, dejad de malgastar vuestras fuerzas y
centráos en nuestros objetivos", gritó psiónica y
físicamente Éxodo a la totalidad de la fuerza de choque.
"Señor, una fuerza de mutantes se halla agrupada a las once un
par de niveles debajo de nosotros".
"Los puedo sentir." Inmediatamente, la cara de Éxodo refleja ira
y odio en grandes proporciones, y murmura entre los dientes "te he
detectado, blasfemo traidor, Piotr Rasputin, Coloso." Y añade voz
en grito a sus fieles "Yo mismo enarbolaré la espada de la
justicia de Magneto en mi mano".
Toneladas de metal y piedra se abren al comando de la furia de
Éxodo, varias habitaciones son abiertas como papeles arrugados en
manos de un niño.
"¿Que J*****s demonios está pasando? ¿Les
acompaña el quinceañero del ojo luminoso o qué?,
exclamó Wisdom .
"Unglaublich, el techo se está abriendo, ¡cubríos!".
Con el estruendo de mil cristales rompiéndose, como una estampida
de rinocerontes en Jumanji, Éxodo anuncia su presencia a los
blasfemos Excalibures.
"Piotr, hereje, tus ofensas han llegado a su fin. Vas a morir"
El rostro de Éxodo, claramente irritado, con los ojos
desprendiendo energía de fuerte intensidad, muestra que no se va
a detener hasta que compruebe que sus enemigos son destruidos. Se lanza
hacia ellos a gran velocidad, cuando en ese momento un estallido de luz
precede la aparición de Cacharro Pryde. Antes de poder articular
palabra, aunque deberíamos decir poner en marcha su sintetizador
de voz humana, se establece un flujo de energías entre Cacharro y
Éxodo convirtiéndose en traslúcida e iridiscente
toda la zona, desapareciendo en un fogonazo de luz tanto Excalibur como
Éxodo.
Manuel Alfonso Rodrigo de la Rocha, el mutante conocido como
Émpata, se hallaba en Marbella, en una fiesta benéfica
celebrada con el objeto de recaudar fondos para ayuda humanitaria
destinada a Trans-Sabal, de los cuales sólo llegaría un 15
por ciento a su destino, después de pagar la asistencia a poseurs
y protagonistas de las revistas de sociedad. Andaba entre bandejas de
canapés y joven compañía de usar y tirar para
talonarios repletos.
Pero entre todos estos aspirantes a halcones ninguno podría
sospechar que la auténtica águila se encontraba entre
ellos, en la forma del joven elegantemente vestido que no figura en
ninguna lista de popularidad.
"Señor De La Rocha, tiene una llamada desde Nueva York, de parte
del señor Shaw". Puede atenderla en el recibidor", dijo la
camarera.
"¿Qué quieres, Shinobi?"
"La suposición de que el señor Shaw sea yo
es hoy en día un tanto apresurada."
"Por mis noticias tú te has esforzado especialmente en ser el
único Señor Shaw."
"Todos los rumores son infundados, aunque sean cercanos a
la realidad. Te he llamado para informarte de la caída y desmembramiento
del ramal inglés del club Fuego Infernal."
"Pensaba que el original era el inglés. ¿Y?"
"Sin Círculo Interior hay un vacío en todas
las estructuras de poder tanto inglesas como europeas, esperando alguien
dispuesto a llenarlo, alguien sin escrúpulos, como tú."
"Yo tengo escrúpulos, quizás no tenga piedad, aquellos que
podrían enseñarme a tenerla están muertos, y tu
precioso Círculo Interior no les sirvió de mucho.
¿O le sirvió de mucho a tu padre?"
"Te aseguro que a mi querido padre le sirvió de mucho.
Como te puede servir también a ti."
"Cuánto honor me haces, querido amigo... No te
preocupes, si tu "ramal" inglés me llegara a interesar,
será mío, pero no olvides, todos pagan sus deudas."
"Tengo eso más presente de lo que crees. Si
haces "tuyo" el poder, tus deudas serán pagadas, el juego
terminará. Piénsalo. Estaremos en contacto. Adiós,
y sigue disfrutando de la fiesta."
Los Acólitos están confusos. Acostumbrados
a "oír" telepáticamente las órdenes de su líder
Éxodo, desde la desaparición de éste hay silencio.
¿Qué han de hacer? Pero la desorientación dura
poco, cuando los dictados de Escáner les devuelve a la combativa
realidad. Acaba de detectar a Espora, sabe dónde encontrarle,
y en previsión de posibles medidas de seguridad para evitar fugas
asume el mando efectivo de la operación de la forma más
directa y sencilla. "¡¡¡¡ESCUCHADME
TODOS!!!! Éxodo ha desaparecido, Wildebeest, Forager y
Prophet me acompañaran a liberar al estúpido de Espora.
Los demás asegurad el perímetro e intentad recopilar toda
la información útil que podáis, NO
BUSQUEIS A ÉXODO, si aparece algo o pasa algo limitaos
a informarme."
**Por favor, que alguien escuche esto**, pensaba Moira
mientras conectaba el telecomunicador con la escuela de Massachussets,
sede de la escuela Xavier para jóvenes talentos, y lo más
importante, el lugar donde vivía su antiguo amante, el irlandés
Sean Cassidy. Sabía que sus niños de Generación
X no se enfrentarían a Onslaught, y sería sencillo localizarle,
y desde allí conseguir la ayuda necesaria contra los Acólitos.
Pero por alguna razón nadie respondía. Así que
cambió de estrategia y mandó el mensaje de socorro a las
autoridades británicas. Quizás el gobierno tuviese un
grupo de superseres al estilo de Factor X o la Fuerza de la Libertad.
No le importaba tener que invitarles luego a un té con pastas
si eran capaces de librarles de esos fanáticos mutantes con tendencia
a destrozarlo todo dado su desconocimiento del uso de las puertas.
En el siguiente número, el destino de los desaparecidos Excalibur
y Éxodo. Estremeceos: ¿encontrarán los
Acólitos a Moira y los heridos? ¿Cuál será
la decisión de Émpata? ¡Feron! ¡Dai Thomas!
¡Micromax! ¡Magma! ¡Y dos personajes que jamas
pensarías ver por estas páginas! ¿O quizás
si?
CARTAS A LA PERFIDA ALBION
Si quieres mandar alguna carta al correo escribe a:
gremio3@geocities.com
y titula la carta MARVELTOPIA EXCAL