MarvelTopia
Marvel
 
 
PORTADA
Fletcher Foxwell guarda un secreto. Sus sueños y aspiraciones se alejan de lo común, pero sus miedos e inseguridades le anclan a un mundo que ve aburrido y descorazonador. Quiere cambiar su vida y unos misteriosos guantes pueden ayudarle a ello. A falta de un nombre mejor, podréis llamarle... FLETCHERMAN
 
Fletcherman

FLETCHERMAN #1
Una vez en la vida
Guión y portada: Israel Huertas

-----

Me llamo Fletcher Foxwell. Estoy parado, un lunes por la mañana, ante la puerta del enorme edificio de Phoenix Assurances en la 5ª Avenida de New York. Se supone que trabajo aquí y que debería haber entrado hace cinco minutos pero, no por primera vez, me veo incapaz de dar un paso y entrar a la oficina. Una especie de angustia se aparca en la boca de mi estómago, una sensación que me dice que no debería estar allí. Así que me doy la vuelta y echo a andar por la calle.

En estos últimos tres meses he faltado al menos seis veces al trabajo por la misma sensación. Una sensación que, instantes después de haber abandonado la zona, desaparece, dejando paso a algo similar a un alivio que revierte en culpa conforme pasan las horas del día.

Igual que el resto de los días, llamo a mi jefe y le explico una excusa tonta aunque convincente, con cuidado de no repetirme demasiado, equilibrando las enfermedades para no sembrar sospechas. A veces un catarro, otras un subidón alérgico, y lo más normal: vómitos y diarrea, lo más creíble con todos esos virus que circulan por ahí.

Me doy cuenta de lo ruin que soy conforme entro en el metro, explicándome a mí mismo que no soy especial y que debería tragarme mi angustia y trabajar como el resto de la gente, pero aún así huyo.

Veréis, creo que debería estar haciendo algo más. Es como si mi vida laboral tuviera que ser otra cosa y no la rutina en la que me he sumido desde que abandoné mis estudios, pero no consigo averiguar que es lo que quiero ni lo que debería estar haciendo, por lo que sólo me queda huir.

Ahora, me iré a casa y me pasaré el día viendo la tele y leyendo revistas, libros, comics especialmente. Luego, saldré de casa un rato antes de que Andie, mi esposa, vuelva de trabajar y llegaré algo después que ella, fingiendo que vuelvo de la oficina. Hasta ahora no ha sospechado que su marido, después de casi cinco años de casados y casi doce de relación es un puñetero cobarde inmaduro. Si lo supiera, estoy seguro de que me dejaría.

-----

Queens, New York. Una casita familiar de las de toda la vida.

Ha anochecido hace un momento. Irene, nuestra hija de un año y medio, ya duerme en su cama y nosotros nos disponemos a cenar y, por fin, hablar un poco de nosotros. Estos son los únicos momentos del día en los que realmente me siento relajado. Al menos hasta que Andie pregunta:

- ¿Qué tal tu día, cariño? ¿Seguís con mucho curro?

- Bueno, sí - y la miento sin miramientos, para que veáis el tipo de persona mediocre que soy -, más o menos. Según se acerca el verano parece que hay más averías de coches y se ve que la mayoría de los coches de este país están asegurados con nosotros.

Me escucho y una vocecita en mi interior no deja de decir: "BLA-BLA-BLA". ¿Cómo puedes mentirla así? ¿Cómo puedes no contarle el desastre de persona que estás hecho a la única persona a la que no deberías engañar jamás? Pero, pese a que esa vocecita me repite esto una y otra vez, prosigo con la mentira y me visto con toneladas vergüenza que aún reservo para mí mismo.

- Pareces cansado - dice ella con ternura -. Deberías acostarte más temprano que estas últimas noches. Luego tienes que madrugar demasiado.

- Ya. Debería hacerlo. ¡Voy a por la jarra de agua!

Y desaparezco en la cocina mientras ella coloca las servilletas con mimo y echa alguna mirada de soslayo a la tele.

- ¿Quieres que pongamos alguno de los DVD que tenemos pendientes? - pregunta Andie.

- Vale, como quieras - contesto parcamente mientras veo como el agua completa la jarra.

-----

Dos episodios de "Las Chicas Gilmore" después, Andie ya está en la cama. Nos hemos aseado y lavado los dientes juntos, como a ella la gusta, pero la he dicho que me apetecía leer un rato y que enseguida me acostaría. Luego, he esperado a que se durmiera y he subido al desván.

Procuro no hacer mucho ruido, pues el desván cae sobre nuestra habitación y no quisiera despertarla. Me acerco a la ventana abuhardillada del fondo y cojo una caja especial que siempre guardo bajo el radiador. La abro y me pongo los guantes que hay dentro. No parecen nada especial, como unos mitones de ciclista sólo que más acolchados y con un cierre de clip con una semi-esfera dorada encima.

Salgo por la ventana al tejado y me pongo de pie, observando por si me viera algún vecino. Doy un pequeño salto y.....vuelo.

No sé de dónde salieron. Los encontré con doce años en el quinto escalón de la vieja casa de mi abuelo en Sweetsummer, Colorado. El hombre había fallecido un par de días atrás y estábamos dando una recepción después del funeral. Mi madre estaba muy triste aquel día, ya que había perdido a sus padres en un plazo muy corto de tiempo.

Fue un accidente: bajando las escaleras un día de forma atolondrada quebré la madera del escalón y los encontré. Nunca le dije a nadie que los había encontrado y, con mi abuelo fallecido, nadie parecía saber de su existencia.

Me los traje a casa cuando acabó todo, pero no me los puse por primera vez hasta los dieciséis. Maravillado, volé sobre el barrio toda la tarde, sin preguntarme por qué ni cómo, sólo disfrutando el momento y teniendo la claridad de haber nacido para ello. Quería ser un superhéroe, fíjate.

A los dieciocho, conocí a Andie y nos enamoramos. Mis vuelos fueron cada vez menos frecuentes y, aunque deseaba hacerlo con todo mi ser, nunca se lo conté a ella. Pero, recientemente, me he visto forzado cada noche a ponérmelos y volar un rato, lo que me relaja y me ayuda a centrarme, y lo que hace que mi trabajo sea tan insoportable.

Sobrevuelo los tejados y veo las luces de la ciudad a lo lejos. De pronto, la antorcha de alerta de los 4 Fantásticos se ilumina sobre los rascacielos y me doy cuenta de lo nítida que la veo incluso a esta distancia, sin preguntarme si será por efecto de los guantes porque, lo cierto es, que nunca me he hecho demasiadas preguntas acerca de las habilidades que me confieren.

Una vez estuve a punto de comprobarlo. La única vez que intenté ser un héroe. Andie estaba embarazada y, esa misma mañana, nos habían confirmado que iba a ser una niña. Estaba tan contento que decidí celebrarlo a mi modo.

Recuerdo ese vuelo nocturno como uno de los mejores de mi vida, al menos hasta que escuché el grito. Era apenas dos casas detrás de la mía. Un tipo salía corriendo con una mujer cogida del pelo. Eran los Bradford, famosos en el barrio por la tendencia de él a emborracharse y la costumbre de ella de ..... "caerse" por las escaleras. La diferencia con sus anteriores escarceos es que él llevaba una pistola en la mano.

Al escuchar los gritos, Tony Bratts salió de su casa y se acercó al tipo dialogante. Bradford se giró y le disparó tres veces. Yo lo vi mientras descendía para intentar separarles y ... bueno, me quedé helado. No puede moverme por un instante y, luego, salí volando hacia casa mientras oía las sirenas de la policía acercarse y mi vecino homicida se echaba a llorar en el suelo por lo que acababa de hacer.

Aquel día supe que jamás sería un héroe. Tenía demasiado miedo a morir ahora que mi familia iba a crecer y, durante un tiempo, no volví a usar los guantes. Hasta ahora.

Me dejo llevar por las corrientes de aire mientras trato de contar estrellas lo que, dicho sea de paso, me adormece bastante. Finalmente, decido volver a casa y acostarme con mi mujer.

-----

A la mañana siguiente, me despierto de nuevo abatido, pero creo que hoy conseguiré llegar al trabajo. Me tomo mi café con leche y mis dos tostadas intentando no hacer ruido para que Irene no se despierte antes de tiempo. Andie se despereza en la cama poco a poco hasta que tenga que levantarse para vestir a la niña y llevarla a la guardería antes de ir a trabajar.

La doy un beso y la deseo un feliz día cuando voy a irme, mochila al hombro, a coger el autobús. Sus ojos aún están medio cerrados.

Salgo a la calle y camino cabizbajo mientras amanece lentamente. De pronto, el chirrido de unos frenos seguidos de cerca por una sirenas de policía, me sacan de mi ensueño. Un vólido color naranja pasa por mi lado perseguido por dos coches patrulla. Una persecución en toda regla, pero mi adrenalina se dispara y recuerdo que, por alguna extraña razón, he guardado los guantes en la mochila.

Antes de darme cuenta, los tengo puestos y he echado a volar tras ellos, como en piloto automático. Les sigo durante un par de manzanas y me doy cuenta de que vuelo más rápido que nunca y que la hebilla de los guantes desprende un resplandor dorado que nunca había mostrado. Además, noto alrededor una especie de energía cálida que me arropa, como una promesa de que nada puede hacerme daño. Sumido en mis pensamientos, casi no veo como el coche perseguido tiene un reventón y se choca contra el porche de una casa.

Los policías frenan alrededor de ellos y bajan de los coches, pero los disparos de uno de los ocupantes del vehículo siniestrado hace que tengan que cubrirse tras los suyos.

Una sensación familiar vuelve a mi estómago y me freno en seco. Disparos. De nuevo me congelan en el aire y ya no soy capaz de moverme ni de actuar. Noto como me alejo lentamente, como una hoja mecida por el viento, incapaz de decirle a mi yo consciente que debería actuar.

Mientras me debato, un borrón rojiazul pasa a mi lado como una flecha, en dirección al tiroteo.

- Si no vas a ayudar, al menos apártate - me grita la borrosa figura.

Cae sobre el techo del coche de los pistoleros con elegancia y arrojo y, entonces, puedo verle bien: el Asombroso Spiderman, el gran héroe de New York. Mientras caía, ataba con su misteriosa telaraña al tipo que disparaba a los policías y, una vez sobre el coche, le propina una bofetada que lo lanza inconsciente sobre el jardín de la casa. El socio de este farfulla, paralizado mientras abraza una bolsa que identifico como el recipiente de los billetes de un banco. Spiderman salta del coche y se dirige parsimoniosamente hacia él:

- No te encariñes con la bolsita, chato - le dice en tono jocoso -, no te la van a dejar llevar en prisión.

Y se la arranca de las manos, arrojándola hacia los policías que se acercan confiados. Luego lo ata con telaraña y, pegando un salto desaparece de escena con una última frase:

- Todos suyos, agentes. Encantado de ayudar.

Los polis empiezan a cargar a los dos tipos en los coches patrulla y escucho como elogian al lanza-redes. Me voy de allí, preguntándome una vez más por qué, si tanto ansiaba ayudar, vuelvo a desconectar cuando tengo la ocasión. Sobretodo cuando, esta vez, había algo que me susurraba que puedo ser invencible.

Permanezco en el aire un rato, hasta que veo a Andie salir de casa con Irene, de camino al colegio de esta. Luego, desciendo hasta la ventana del desván y me dispongo a entrar en casa.

- ¿Bueno o malo? - dice una voz proveniente del tejado. Me giro y encaro a Spiderman, más cerca de lo que nunca había pensado tener a alguien como él.

- ¿P-Perdón? - logro farfullar.

- Pregunto si eres de los buenos o de los malos, más que nada por tu ... digamos, actuación de antes.

Miro alrededor por si algún vecino estuviera viendo la escena.

- ¿Te importa si no lo discutimos aquí? No quiero que nadie ... bueno, ya sabes.

Spiderman asiente y entramos en el desván. Dejo la mochila en el suelo y vuelvo a mirarle. Ahora se ha pegado con la espalda a la pared del cuarto y tiene cruzados los brazos sobre el pecho, esperando algo.

- Yo - consigo arrancar - no sé por dónde empezar. Ni siquiera ser por qué estaba allí. Verás, quería hacer algo, pero los disparos me asustaron un montón y, bueno, no pude moverme. No estaba con ellos si es lo que preguntas.

Me mira un rato. Ojalá no llevara la cara oculta para saber que demonios estaría pensando. Por fin, después de unos segundos interminables, baja de la pared, se acerca a mí y pone su brazo sobre mi hombro.

- Siento haberte juzgado así - dice, sinceramente -. Llevo tanto tiempo en esto y me han pasado tantas cosas que no puedo evitar pensar siempre que hay algo oculto en cada cosa.

- Ya - digo -. Tampoco puedo culparte. Tu haces algo para mejorar las cosas y yo ... ni siquiera puedo arreglar mi estúpida cabeza..

- Escucha, yo hago lo que hago porque cierto hecho bastante traumático me quitó toda opción. Me maldijeron por ser egoísta y cumplo mi pena desde entonces. No sé lo que habría pasado de no haber ocurrido eso, ni el tipo de persona que sería ahora, pero creo que no se parecería nada a esto. No tienes que decidir corriendo lo que esperas ser. Tal vez, sólo debas seguir como hasta ahora o esperar una señal. No sé, no soy muy bueno con esto.

- De todos modos - logro esbozar una sonrisa mientras le hablo -, gracias por haber venido.

Y se va por la ventana. Sin réplicas ingeniosas ni dobles sentidos ni nada similar. Por primera vez he visto a un gran superhéroe como lo que debe ser: una persona. Puede que no me sirva de nada o puede que cambie mi vida pero, al fin y al cabo, no somos tan distintos.

¡Dios, mira que tarde es! ¡Llego tarde al trabajo!

A menos ...

Y me voy volando hacia la ciudad, en un paso importante, espero. Con una sensación de paz que no creí que podría alcanzar estos últimos días.

-----

INCISO

Una instalación secreta, en algún almacén secreto, a las afueras de Sweetsummer, Colorado.

Un tipo con una especie de uniforme paramilitar acompaña a un fornido hombre embutido en un traje presurizado con una escafandra que le da a su voz un tono lúgubre.

- ¿Qué es tan importante? - increpa el tipo con escafandra - ¡Estamos en un momento clave de la operación como para que me entretengas con chorradas!

- Pero, señor - dice el "soldado" -, usted pidió que le avisáramos si se encendía el monitor siete y... bueno, se ha encendido.

- ¡No! Después de tanto tiempo mi adversario por fin se muestra.

El siniestro hombre del traje presurizado ríe y, después, agarra por las solapas al soldado.

- ¡Quiero la posición de la señal y la quiero para ayer o te arranco la cabeza!

FIN DEL INCISO

CONTINUARA

-----

CORREO DE FLETCHER

Esperamos vuestros comentarios.

 
 
   
www.marvel.com
(1) All characters and the distinctive likenesses thereof are Trademarks of Marvel Characters, Inc. and are used with permission.
(2) Copyright © 2003 Marvel Characters, Inc. All Rights Reserved.