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Mutante de nacimiento, ladrón por vocación, ¿héroe como destino? Huyendo de un pasado oscuro y de un futuro trágico, Remy Lebeau ha perdido todo aquello que tenía... menos a si mismo. MarvelTopia presenta las aventuras en solitario del forajido mutante... Gambito.
 
Gambito

GAMBITO #10
Cuestion de genes III
Regreso al hogar

Guión y portada: Israel Huertas

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Llevamos un buen rato deambulando por pasillos inacabables. Este sitio debe estar bien oculto bajo tierra y la cámara en la que nos tenían retenidos a Goliath y a mí debía estar en el nivel más bajo. Noto la impaciencia en mi compañero y como su rostro se llena de furia en cuánto empezamos a escuchar las voces encendidas de los fanáticos que nos retenían. Subimos una par de escaleras bien empinadas. Una puerta da a otra puerta y salimos a una especie de plataforma en lo alto de un almacén. Bajo nuestros pies, mi viejo "amigo" Carl Ness habla a un buen montón de tipos armados con gran variedad de armas blancas y de fuego. Hay hombres y mujeres de distintas edades, todos blancos y todos clamando ante las encendidas afirmaciones de Carl. No hay rastro del Aborrecedor.

- ¡Es vuestra hora! - clama Carl - ¡Váis a dejar claro quiénes sois y qué queréis! ¡Vivir en un mundo puro dónde la raza superior prevalezca sobre esos simios subdesarrollados y esos monstruos genéticos! ¡La ciudad será nuestro auditorio y nuestros gritos serán la sangre de los inferiores!

El aullido de la multitud me mueve el poco cerebro que me queda sano después de las horas de cautiverio. Mi aliado aprieta los puños.

- Si salen, la ciudad puede darse por muerta - dice Goliath.

- Por suerte, mon ami - susurro mientras tomo impulso - tengo un plan al respecto.

Ni siquiera se da cuenta de lo que hago hasta que mi empujón le hace caer sobre la multitud. Está débil por las drogas del Aborrecedor, pero confío en tener razón sobre lo que debería ocurrir. Si no, espero volver a tiempo de salvarlo.

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Goliath Negro no tiene tiempo de maldecir al cajún, tan de sorpresa le pilla la caída. Un par de fanáticos le sirven para amortiguar la caída, y su experiencia, aún drogado, le ayuda a rodar con el impacto y caer de pié. La sorpresa dura un instante. Después, una carga de furia cae sobre él en forma de golpes. Devuelve los que puede con una furia retenida demasiado tiempo. Recuerda su cautiverio y eso le basta en un principio. Luego, los golpes son demasiados, así como las personas que le sujetan para que pueda encajarlos mejor, y pronto empieza a sucumbir. Al poco, ya está sumergido entre la marea de odio racial que le dedica la audiencia del Aborrecedor.

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¡Maldito laberinto infernal! Sé que pasamos delante de una sala con una consola de comunicaciones, pero soy incapaz de encontrarla en esta.... ¡Un momento! ¡Ahí! Tras ese recodo debería estar.....¡Merde!

- ¡Es el ladrón! ¡A por él!

Me topo con tres rezagados que acudían a la "charla". No tengo cartas ni armas a mano, así que tendrá que ser a lo bestia. El primero cae con un buen derchazo. Mandíbula de cristal, por suerte. Encajo un par de golpes del segundo mientras el tercero me rodea para aplicarme su castigo. El segundo lleva un machete mucho más grande de lo que te haría falta para abrirte camino por la selva, en una funda en su costado derecho. Aprovecho que me lanza ese puño para agacharme, tocar el machete y "encenderlo". La explosión lo manda contra la pared del corredor y lo tumba, al tiempo que el tercero carga contra mi espalda y me lleva contra la puerta que tengo en frente. Mi cuerpo rompe la puerta y salgo disparado contra....¡¡la consola de comunicaciones!! No me da tregua y vuelve a lanzarse hacia mí, así que agarro la silla más cercana y le golpeo con ella en la cabeza. Queda algo grogui pero no cae. En la consola hay una libreta. Arranco una hoja y hago una pelota con ella. La cargo y se la lanzo al pecho. Sale de la habitación impulsado por un espectáculo de luces. La consola es mía. Hora de llamar a Robertson y pedir refuerzos. Espero que Goliath aún aguante.

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Carl Ness enardece la furia de sus adeptos para que sigan golpeando al intruso. Ni siquiera lo ve venir. Goliath nota que algo cambia mientras recibe nuevos golpes. Una explosión de adrenalina que riega su cuerpo y hace que todo vuelva a su ser. Sus poderes eclosionan y triplica su tamaño en el acto, haciendo que varios de sus agresores salgan disparados por toda la habitación. Sonríe, pues las tornas se han cambiado. Con sus grandes brazos, comienza a "barrer" a los que le rodean, causando una marea que acaba chocando con una de las paredes laterales. Aún así, el odio ciego de la muchedumbre hace que sigan cargando hacia él con furia. Su número podría hacer que acabaran con él aún con sus recuperados poderes cuando....¡Deus ex machina!

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Lanzo el micro de la radio y varias pelotas de papel alrededor de Goliath, abriendo el campo para la siguiente proeza. Me agarro a la barandilla de la plataforma desde la que observamos mi compañero y yo y le grito:

- ¡Goliath, necesito que arranques la barandilla y la lances al escenario!

Apenas me doy cuenta y ya estoy volando hacia el escenario, así de rápido es mi compañero pese a su envergadura. Mientras sobrevuelo la sala, veo con admiración como sigue cargando contra todos esos capullos amargados y sonrío. Levanto la mirada y veo a Carl desconcertado, así que cargo la barandilla y hago un salto con una pirueta, cayendo sobre Carl una vez el metal explota frente a él. Eso desconcierta todavía más a los fanáticos y anima aún más a mi compañero de fatigas, que lanza otra oleada de matones contra las paredes del almacén.

- No voy a preguntarlo más que una vez – intento que mi voz suene bastante intimidante para Ness -, ¿dónde está el Aborrecedor?

- ¡Púdrete, Lebeu!

- Muy bien, Carl, para esto o te uso como bomba para dispersar a esta multitud.

- ¿Dispersar? Buena idea.

Carl pulsa un botón y la puerta de entrada al almacén se abre. Esto es justo lo que no quería que pasara.

- ¡Gámbito, la puerta se está abriendo! – señala Goliat Negro demostrando que, aparte de fuerza, tiene un ojo estupendo para lo obvio.

Noto a mi presa agitarse en mis manos. Saca una pistola y me dispara en la cara a bocajarro, o lo habría hecho de no apartarme de un salto. Agarro mientras giro un trozo de madera de la tarima destrozada y la lanzo contra su mano. Eso desvía su segundo disparo, pero no hace que la suelte, así que aterrizo con los pies y me impulso contra él. Su tercer disparo me roza el hombro, pero lo agarro de nuevo. Veo como la puerta se sigue abriendo y varios de estos tipos empiezan a salir sin darle tiempo a abrirse del todo. Decido que hace falta una acción decididamente expeditiva para impedir que salgan demasiados, así que los siento por Carl, pero no tengo mis cartas a mano.

Golpeo sus costillas con mi rodilla y luego retuerzo su mano hasta que el arma cae al suelo. Cargo cinéticamente su ropa, lo que hace que se le ilumine la cara de puro terror.

- Pero, ¿qué haces? – me grita.

- Lo que la naturaleza debería hacer con tipos como tú – le lanzo contra el mecanismo de la puerta -, evitar que te reproduzcas.

La ropa estalla al tiempo que choca contra el mecanismo y la puerta cae, atrapando a algunos de por medio. El resto comienzan a aporrearla para tratar por todos los medios que se abra de nuevo. Goliat aprovecha y carga con los brazos abiertos, golpeando a toda la melé contra ella. La puerta cede un poco con el impacto, pero no se abre. Creo que con eso estaría todo bajo control, pero queda el pequeño problema de los que se han escapado.

- Muy bien, todos contra la pared y con las manos levantadas – grita Robertson, irrumpiendo por la puerta trasera con un destacamento de S.W.A.T. – Si queda alguno armado, que tire las armas en el acto.

- ¡Robertson – grito desde la tarima -, algunos han logrado salir!

- No temas – afirma con una sonrisa -, no han ido muy lejos.

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La tropa del Aborrecedor está siendo cargada en furgones en el exterior. Goliat y yo aún comparamos notas con Robertson.

- No hay rastro del Aborrecedor – explica Robertson -. Creo que ya estaba lejos cuando esto empezó y dudo que vuelva a aparecer en breve. Al menos hasta que se calmen las aguas.

- Sacó lo peor de esta gente con demasiada facilidad – dice Goliat Negro con aire triste -. Es terrible pensar que esas cosas se lleven dentro con los tiempos que corren.

- Para eso estamos nosotros –concluyo -, para controlarlo si se sale de madre.

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EPILOGO: Un bar de carretera a las afueras de Nueva Orleáns. Dos camioneros, compañeros de toda la vida, acaban de matarse de una paliza, llevándose con ellos a la camarera, madre de dos hijos, a un vendedor de enciclopedias, viudo desde hace tres meses, y a una pareja de ancianos que iban a Nueva Orleáns a hacer turismo. El Aborrecedor se sube al camión de uno de ellos silbando una antigua canción infantil. Mete la llave en el contacto y arranca. Una sonrisa se esboza en sus labios. Mete la primera marcha y emprende su nueva ruta silbando de nuevo.

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AS DE PICAS

Bueno, he intentado acabar la trama lo más dignamente posible. Ya me iréis diciendo que os parece como va la serie a partir de ahora. Nos leemos.

 
 
   
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