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Mutante de nacimiento, ladrón por vocación, ¿héroe como destino? Huyendo de un pasado oscuro y de un futuro trágico, Remy Lebeau ha perdido todo aquello que tenía... menos a si mismo. MarvelTopia presenta las aventuras en solitario del forajido mutante... Gambito.
 
Gambito

GAMBITO #13
De gatos y ratones
Guión y portada: Israel Huertas

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Luna llena sobre Nueva Orleans. La gente decente ya está en sus camas pensando en las tareas del día que viene, así que es la hora de que los merodeadores salgan a pasear. Hoy, hay un merodeador nuevo en los tejados. Se desliza de azotea en azotea suavemente, casi como una brisa, descolgándose con una fina cuerda con la destreza de alguien que ya hace tiempo que se dedica a eso. Evita los claros de luna y se refugia en las sombras de las buhardillas, las chimeneas y las salidas de humos. Se llama Felicia Hardy, también conocida como la Gata Negra, y hoy tiene un plan.

Para los que no la conozcáis, Felicia es una ladrona profesional desde hace años. Su reputación es conocida en todo el país y en parte del extranjero. ¿Su aspecto? Imaginad la mujer perfecta, todo curvas y belleza salvaje. Una hermosa melena plateada se descuelga sobre sus hombros y espalda, y contrasta con el negro cuero que cubre su cuerpo pecaminosamente.

Nueva Orleans no es su territorio habitual, pero cuando descubrió que el magnate Randall Fellows, que posee prácticamente todo lo que es rentable en la Costa Este, había comprado una antigua mansión señorial en el barrio viejo y había llevado allí su colección de collares symkarianos, no pudo por más que seguirle hasta aquí. Al fin y al cabo, Felicia sabe que las joyas son el mejor amigo de un felino, y a ella la sientan especialmente bien cuando, a solas, las viste en su cuerpo desnudo sólo para dormir con ellas.

Dos tejados más y la mansión de Fellows se alza ante ella. El bueno de Randall está en una importante visita de negocios en New York, y sólo ha dejado su equipo de guardias de seguridad para custodiar el tesoro. La Gata Negra piensa que no serán suficiente para que se cobre su presa. Y podría tener razón, pero hay un pequeño factor que no ha tenido en cuenta y que es posible que cambie sus planes.

Lanza el cable hasta el punto más alto de la mansión, enroscándolo en la vieja chimenea del ala este de la misma. Tensa la cuerda pero, por desgracia, no tiene ocasión de saltar.

- Esto podría ser el peor error de tu carrera, chere - dice el hombre que se planta ante ella ágilmente.

- Bueno - apostilla Felicia -, es una forma de verlo. ¿Podrías apartarte?

La cara del desconocido se oculta en las sombras, pues la luna está tras él. Ella no llega a ver la media sonrisa que se forma en sus labios. Si observa, en cambio, como el hombre enciende una cerilla y prende con ella el cigarrillo que acaba de colocarse en la boca. A la luz de la cerilla, consigue distinguir sus rasgos.

- ¿Gámbito?

Él apaga la cerilla y da una calada antes de responderle.

- Así es, gatita. Cuanto tiempo desde la última vez, ¿non1?

- Espero que no vengas a por lo mismo que yo, o esto podría ser desagradable - afirma desafiante la gata.

- No, Felicia - dice él, con una voz suave y traviesa a la vez -, vengo a evitarte problemas. Esta ciudad no es la adecuada para lo que pretendes. No te deseo ningún mal, y menos teniendo en cuenta que una parte de mí empezó a aplaudir en cuanto te vi a la luz de la luna, pero no puedo dejar que hagas lo que vienes a hacer.

- Amigo mío - susurra la gata, sonriendo -, no estás en posición de impedir nada. De hecho, no estás ni de cerca en la posición en la que me gustaría tenerte.

- Es un error - dice Gámbito, ya seriamente.

- Bueno - exclama Felicia, tensándose para su siguiente movimiento -, es una opinión, y ya sabes lo que dicen de las opiniones...

La Gata corre hacia Remy y, saltando sobre sus hombros con la agilidad del animal que le da su nombre, le empuja hacia atrás, tomando impulso hacia el tejado de la mansión Fellows.

- ... son como el agujero del %&!!@#. Todos tenemos uno y pensamos que el de los demás apesta.

Describe un círculo alrededor de la fachada y cae grácilmente sobre el tejado, cerca de la chimenea. Cuando se gira, descubre que el ladrón ya ha llegado a su lado y apunta a su cuello con un bastón desplegable.

- Es más que una opinión - dice él -, es una advertencia. Newlins no es un territorio libre, es un coto privado del Gremio de Ladrones, y los intrusos no son bienvenidos. Si pones una mano sobre esas joyas, se te dará caza y se te atrapará.

Felicia aparta el bastón con un movimiento mientras que, con otro igual de rápido, hace una zancadilla a Gámbito. Éste cae de espaldas, pero apoya sus manos en el tejado y agarra la cintura de la Gata Negra con sus piernas, arrojándola a un lateral del tejado y haciendo que ella tenga que anclarse con sus garras a las tejas.

- En serio, Gámbito, no estoy de humor para estas cosas. ¡Mantente al margen! - y salta haciendo una pirueta, apoyándose en sus manos, para ponerse al nivel de él.

- Sólo intento mantenerte a salvo. El Gremio quería ir a por ti sólo por entrar en la ciudad pero, gracias a recientes sucesos2, he conseguido que me den el crédito suficiente como para evitarlo advirtiéndote.

Felicia relaja sus hombros y se acerca pícaramente al cajún.

- Bien, entonces - susurra a su oído mientras acaricia su pecho con una de sus garras - si es así, podríamos invertir este tiempo en alguna otra... actividad.

Remy no se relaja, pues sabe que uno no puede fiarse de un gato negro, y menos con el cuerpo de esta mujer. La sujeta por la muñeca la mano con la que le acariciaba y, sin perder su encanto, dice:

- No me fío de ti, Gata, pero es una oferta a tener en cuenta, si demuestras que eres buena y te largas de la ciudad ahora mismo.

Él ya esperaba el golpe, así que, cuando la pierna derecha de la Gata se alza hasta su cabeza, consigue rodar con el impacto para que no le haga demasiado daño. Por desgracia, el golpe es fuerte y el movimiento de Remy le hace atravesar la ventana de la buhardilla de la mansión.

Cae dentro del dormitorio del millonario, destrozando la estructura de madera de la cama y chocando contra el suelo después. Se levanta enseguida, sabiendo ya que los guardias de Fellows han debido oir el golpe y estarán allí en segundos. Por desgracia, ha calculado mal el tiempo, y la puerta del dormitorio se abre violentamente, al tiempo que tres hombres armados entran amenazantes.

- ¡Si te mueves, no verás amanecer, capullo! - grita uno de ellos.

Remy lleva sus manos a la nuca lentamente, intentando no parecer amenazador.

- Esto no es lo que parece, mes amis - dice cortésmente -, por una vez no tenía intención de invadir una vivienda así.

- No podría importarnos menos - sentencia otro de los matones -. Tenemos órdenes muy claras para con los intrusos. Ahora, vamos.

- Avisaré a la poli por radio - dice otro de ellos.

El ladrón saca dos cartas, una de cada manga, ocultas a la vista de los matones, y las carga con sus poderes mutantes. Las lanza a la velocidad del rayo a los pies de estos, que se apartan asustados, dejando de apuntarle con sus armas.

- Preferiría no estar aquí cuando vengan - dice Remy saltando sobre ellos hacia el pasillo a su espalda -. Ya tengo bastante problemas con las autoridades.

Los sicarios abren fuego, que Remy esquiva fácilmente mientras corre por el pasillo. Sabe que la Gata ha tenido que aprovechar esa confusión para hacerse con los collares, y sigue determinado a evitar que cometa el delito. Sale del pasillo hacia la escalera que baja a la planta intermedia de las tres que tiene la mansión, pero dos sicarios suben por ella y le disparan en cuánto le ven. Él salta y hace un giro en el aire. Derriba a ambos con sendas patadas y cae de pié sobre el pasamanos, deslizándose hasta el final de la escalera. Concluye el número con otro giro, con el que esquiva los disparos de los tres sicarios de la habitación, que le siguen dando caza, y se mete por el pasillo de la segunda planta.

Si está en lo cierto, ahí están las joyas que Felicia pretende. Y lo está, pues sorprende a la Gata saliendo de una de las habitaciones con un macuto lleno.

- ¡Gata! - grita el mutante - ¡Ni se te ocurra llevarte todo eso!

- ¡Maldito seas - increpa ella, echando a correr hacia la ventana del fondo del pasillo -, mira que puedes ser tozudo!

La Gata salta por la ventana, destrozando cristal y madera a su paso, pero no puede evitar que Gámbito salte tras ella y la coja por la cintura, cayendo con ella a los setos que rodean la valla de la mansión. El ladrón logra caer sobre ella y la inmoviliza. La posición de ambos, él tumbado sobre ella y agarrándola las muñecas, no es muy casta, que digamos.

- En serio, chere - dice él, recuperando su aire sensual -, esto no es bueno para ti.

- Pues, a juzgar por lo que noto ahí abajo - dice ella, sonriendo de nuevo -, para ti está siendo una gozada.

El momento lo interrumpen los sicarios de Fellows, armas en mano. Ante los repentinos disparos, ladrón y ladrona giran en el suelo, uno sobre otro, y se incorporan velozmente. Remy lanza una de sus cartas cargadas a los matones, abriendo un socabón en el jardín. Felicia salta por encima de la verja de la mansión, pero Gámbito atrapa su macuto y, arrancándolo de sus hombros, se lo arroja a los pistoleros.

Luego, sigue a Felicia y ambos se pierden por los callejones cercanos.

Algo más tarde, sobre una de las azoteas cercanas, observan como la policía empieza a acordonar la zona y discuten con los guardias de la mansión. Felicia está muy enfadada con Remy.

- ¡Eres un maldito ....!

Es todo lo que logra exclamar la Gata mientras golpea el pecho de Remy con sus puños, pues él la agarra por las muñecas y la aprieta contra sí, besándola en los labios. La acalorada ladrona comienza a relajarse poco a poco, hasta llegar a rodearle con sus brazos y seguirle por fin el juego.

Unos minutos más tarde, separan sus labios, que no sus cuerpos.

- Definitivamente - dice ella -, al menos por esto, ha merecido la pena el viaje hasta aquí.

- No tiene por qué acabar aún, Felicia - dice Gámbito con dulzura -. Todavío podemos embarcarnos en otro viaje igual de peligroso y excitante.

- No veo por qué no, Gámbito.

Ella le da la espalda y comienza a andar por la azotea contoneándose, sabiendo que él la sigue. Entonces, Remy, la coge por un brazo y la gira de nuevo.

- Mis amigos me llaman Remy - dice de nuevo -, pero debo poner dos condiciones.

- ¿Ah, sí? ¿Y qué condiciones serían, Remy?

Gámbito la abre el cuello de su ajustado uniforme y la arrebata el collar que llevaba oculto.

- Primero, que devuelvas esto. Te queda muy bien, pero no es lo adecuado para lo que tengo en mente.

La ira luce de nuevo en los ojos de la Gata Negra al ver como el ladrón le arrebata su premio. Cruza sus brazos sobre el pecho, de nuevo a la defensiva, y pregunta airada:

- ¿Y la segunda?

Gámbito desliza sus brazos por la cintura de ella, apretándola de nuevo contra sí. Ella forcejea levemente al principio, luego rodea el cuello del cajún con sus brazos.

- Que no me guardes rencor por esto, preciosa.

De nuevo la besa sensualmente. Ella se deja llevar por el momento y, al separar de nuevo sus labios de los de él, concluye:

- Bueno, depende de lo bien que te portes a partir de ahora.

Él sonríe pícaramente y ambos empiezan a andar abrazados. Se pierden en la noche, bajo la luz de la luna. Lo que ocurrirá a partir de ahora, lo siento pero quedará entre ellos.

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PROXIMO EPISODIO: Un botín de oro español llega a Nueva Orleans, y podría ser el fin del Gramio de Ladrones.

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1.- SPIDERMAN, VOL. II, Nº 2 (FORUM)

2.- Número anterior

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AS DE PICAS

Nos leemos.

 
 
   
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