GENERACIÓN PERDIDA #2 (DE 3)
Los odiados
Guión: Juan Calderón
PORTADA: Dividida en dos. En un lado una chica llora, en el otro un chico odia.
La vida es realmente una caja de sorpresas. Nunca sabemos lo que el destino
nos tiene preparado. Para bien o para mal encontramos cambios por doquier.
Son esos cambios los que determinan nuestras acciones, nuestro carácter.
No obstante aunque uno pueda llegar a convivir con esos cambios, es
inevitable conocer los efectos en las personas de tu entorno. A causa de eso
nos damos cuenta de que no conocemos a nadie realmente.
De todas maneras lo realmente primordial cuando tienes 15 años es la
popularidad. Sentirte querida y apreciada es el estado más alentador durante
esa cruda etapa que llaman adolescencia.
Pero solo hay una delgada línea de lo alto al fondo.
Que puedo decir, soy atractiva. No mentiré, no siempre fui considerada una
diva para los chicos de mi colegio. Pero una crece, y en medio de todo
también crecen las "dotes" de una. Y finalmente consigues todo: amigos, un
novio perseguido por la mitad femenina del colegio, dinero, etc. Todo es
estable, todo está en su sitio y nada puede salir mal porque todo te los has
ganado a pulso. ¿o no?
19:03 Discoteca Vita de Oviedo.
La sala está abarrotada. Hoy es un día exclusivamente para Jorge y para mí,
mis amigas se han quedado en casa. He notado como todas las chicas de
alrededor lo miran con deseo, a mi me miran con envidia. Eso me gusta.
- ¿Te apetece algo de beber?- me preguntó mi pareja agarrándome por la
cintura.
- No gracias, coge algo para ti que yo espero aquí.-contesté dándole un beso
en la mejilla.
Asintió con la cabeza y se marchó en dirección a la barra.
Mi vista se perdió inquisitiva en los jóvenes del establecimiento. Todos
eran caras conocidas. O bien porque los conocía o bien porque los había
visto alguna vez por allí. Pero de repente visualicé un perfil que no
conocía, pero que me resultaba familiar.
Intenté seguir la figura con la mirada, pero se movía demasiado rápido para
mí y la perdí rápidamente. No sé por qué me intrigaba mucho.
- Aquí estoy- reapareció Jorge- Oye he visto aun grupo de amigos por allí y
voy a saludarlos-dijo con una sonrisa en la cara.
Sabía obviamente que mentía.
Era muy consciente de que había conocido a una chica muy atractiva días
atrás en la calle a través de un amigo. Sé que aprovechaba la mínima ocasión
para hablar con ella. Eso me enfurecía.
Me concentré, y deseé con todas mis fuerzas que mi persona le infundiera más
autoridad, como mínimo pues se supone que era mi pareja
Y cuando se estaba marchando se paró. El aspecto egocéntrico y
autosuficiente de su rostro se apagó transformándose en una mueca de
inseguridad y temor.
Se volvió y me cogió de las manos mientras decía:
- Oye, ¿a ti no te importa eh? ¿no te molesta ni nada verdad?-preguntó
intentando ocultar su miedo.
Me dio un espasmo por la sorpresa. ¿Qué acababa de pasar? ¿Cómo lo había
hecho? Le quité importancia al asunto con mucha celeridad.
- No importa - dije sonriendo- ve, aquí te espero, pero no tardes.
Y devolviéndome la sonrisa se fue hacia un grupo de gente.
Cinco, ocho, diez minutos. No volvía. Estaba enfurecida. Se había acabado el
ceder, me tocaba imponerme.
Me encaminé furiosa en busca de mi novio y, obviamente, no me logró
sorprender lo que avisté. Él y ella. Juntos.
Me acerqué y le toqué en el hombro.
-Creo que se te ha olvidado algo.-dije con la mirada inyectada en
sangre-como por ejemplo. ¡YO!
Su cara estaba aterrorizada. Pero desvié la mirada y me fije en la chica.
Alta, rubia y esbelta. Despedía aires de superioridad por todas partes.
Y entonces deseé que yo la infundiera respeto y superioridad. Que sintiera
que había hecho algo malo a la peor de sus pesadillas y que deseara que la
tierra se la tragase. Un remolino de sensaciones indescriptibles recorrió mi
cuerpo hasta la médula espinal y sentí que mis ojos destellaban.
Lo que me sacó de mi asombro fue la cara de espanto de la chica acababa de
adoptar. Después de unos segundos de indecisión la chica saló corriendo sin
mirar hacia atrás.
Todos a mí alrededor se han quedado mirándome. No comprendo porque aunque
pronto deduzco que se debe a que mis ojos se han vuelto totalmente blancos.
Alberto Vigil = gordo, anoréxico, bulímico.
No se puede esperar que te respeten y pasar desapercibido cuando en cada
curso cambia tu complexión. En un verano no se adelgaza o engorda de forma
natural como yo lo hacía. Mi cuerpo estaba sufriendo cambios propios en mi
edad, eso era lo que decían mis padres, pero los cambios no eran tan
típicos, no para un humano.
Y si durante años la ignorancia o más bien la suerte se conformó con
insultarme de esas maneras, las sospechas crecieron cuando la palabra
mutante era tema común en las conversaciones.
Yo por supuesto yo lo negaba rotundamente. Había crecido con esa gente,
odiado pero como ellos educado de igual forma. Odiaba a esos deshechos y
atrocidades de la naturaleza, y obviamente formar parte de ese grupo racial
me aterraba de sobremanera.
Pero lo cierto es que negar lo evidente no te libra de él. Y el tiempo y
unos análisis a tiempo aclaran las dudas. O realmente plantean más.
¿Y qué vas a hacer? Pues al comienzo intentar esconderlo. Pero los cambios
continúan y tú controlas mal tus mutaciones así que terminas por aceptarlo y
vivir con la mayor de las cruces que te cuesta la vida social.
Los pocos amigos que creía tener se fueron al confirmar las sospechas de una
minoría. La soledad es el peor castigo de masas, incluso mayor que la
ridiculización general. Y sabía que no podía irme pues nadie me aseguraba
que en otro lugar fuera a ocurrir algo distinto.
Largos recreos me pasé en interminables paseos alejándome de las burlas de
los gallitos del curso y refugiándome en mi propia depresión.
Pero un día pasó lo insospechable. El destino es caprichoso y cruel, y
esconde muchas cartas en la manga. Se trataba de Ángela Sotoancho, el sueño
de cualquier adolescente heterosexual con dos ojos en la cara. Los rumores
decían que en la famosa discoteca de mi ciudad, había dado un espectáculo
poniendo los ojos en blanco y haciendo que una chica saliera corriendo
espantada como si la hubiera poseído un demonio. Y claro está cual era la
respuesta. Al día siguiente poco valieron más de diez años de buena
reputación lograda, porque hasta el más horrendo de los chicos que más de
una vez soñó con Ángela hice chistes racistas sobre ella. Una pequeña parte
de mi se alegró pues ahora por fin sabría lo que es estar abajo en el
Tártaro habiendo caído desde los Elíseos.
Iba a pasar de largo cuando algo me sorprendió. Ayala. Poco popular, como un
chico invisible más bien maltratado por todos. Ahora conocido y atacado cada
vez más por ser amigo del Sudaca, el primer mutante reconocido. Vi como se
sentaba en el banco donde ella se enjuagaba las lágrimas. Eso si lo hubiera
hecho hace tres día hubiera significado su sentencia, pero ya ni Jorge "el
más popular del curso" se acercaba al nuevo monstruo del lugar.
Avisté como empezaban a entablar una conversación y como el rostro de
Ángela iba transformándose de angustia a sumo interés. Finalmente me saqué a
la fuerza de mis cavilaciones y me acerqué a fin de entender lo poco que
quedaba de conversación.
- ... porque nosotros no somos peores que ellos, y ellos no son nadie para
juzgar dependiendo de unos criterios tan racistas y fascistas.
- Mira yo no entiendo de estas cosas, solo.
- Entender es una cosa Ángela, respetar es otra. Escúchame porque por una
vez tenemos razones para hacer algo más. Porque lo paradójico es que la raza
débil ridiculiza a la raza poderosa. Solo te robaré una pequeña porción de
tiempo de lo que no te arrepentirás.
- Está bien.
- Si de nuestra raza vamos a hablar, creo que yo también puedo tener algo
que decir- interrumpí de improviso.
Creí que me iban a echar furiosos y reprenderme el haberles espiado, pero
Ayala se limitó a esbozar una sonrisa.
- Por supuesto yo ya contaba contigo.
CONTINUARÁ
REVOLUCIÓN MARGINAL
Después de un largo tiempo sabático regreso al mundo de lo mutante con la
serie más paranoica y posiblemente la más absurda de marveltopia.
Como estos primeros números son más densos he decidido hacerlos más cortos y
resumidos para facilitar su ya de por si complicada lectura.
Como no hay cartas, me despido.
Un saludo:
Arcángel: El guionista alado que se pelea por sus lectores.