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Primero fue la Patrulla-X, luego los Nuevos Mutantes... la tercera génesis ha llegado: Generación-X. Inexpertos e incontrolables, bajo la tutela de Banshee y Emma Frost, intentando probar que sus capacidades son infinitas...
 
Generación-X

GENERACIÓN-X #39
Estrellas Rotas I
El tiempo de la guerra

Guión: Tomás Sendarrubias
Portada: Javier Cuevas

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Mundomojo, ahora.

Los misiles vuelan en torno a él, que gira en el aire con un salto imposible, y cae de vuelta al suelo girando sobre sí mismo tras apoyarse en sus manos, dos docenas de metros por debajo del lugar desde el que había saltado, y sin más, sin sacudirse siquiera el polvo de la ropa, sigue corriendo. Dos drones de guerra aparecen flotando repentinamente a su lado, y tiene que arrojarse al suelo para evitar una descarga de partículas, que hace crujir el aire sobre él. Con un solo y fluido movimiento, desenvaina una de sus espadas y la hunde en la parte débil del blindaje de uno de los drones, en el vientre del robot ovalado, justo debajo de los sistemas de gravitación. Con ese mismo movimiento se incorpora y tras extraer la espada del dron atravesado, golpea al otro con el mismo arco, y reanuda su carrera.

Una nueva andanada de misiles lanzada por los Invertebrados le sobrevuela, y ve como estallan contra una urbanización de edificios que hasta un par de semanas antes, cuando habían empezado las Nuevas Purgas, habían estado ocupados por vertebrados. Maldice en voz baja al ver las esferas cromadas que recorren el lugar, grabando cada una de las imágenes y retransmitiéndolas en tiempo real a las torres de comunicación de Mundomojo, de modo que los Invertebrados pudieran disfrutar de su enajenada aventura televisiva. Está tentado de derribar alguna de las cámaras, pero sabe que será inútil, enseguida sería sustituida por otra, y además eso les dará su posición mucho más claramente que los sistemas que están utilizando ahora para localizarle.

Un resplandor plateado atrae su atención, y con una velocidad propia de toda una vida de entrenamiento, se encuentra a sí mismo apuntando con su espada a la garganta de la recién aparecida, una mujer de cabello plateado y seis brazos a la que reconoce inmediatamente.

-Es hora de irse de aquí-gruñe Espiral, y de pronto, ambos tienen la impresión de que caen desde una gran altura.

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Academia de Massachussetts, Boston. Ahora.

-Esa chica me da escalofríos-masculla Myrah, levantando por un momento su vista del número de Vogue que estaba leyendo bajo el árbol mientras Kelly se arregla las uñas y Sandra mordisquea una chocolatina, las tres recostadas bajo uno de los árboles del jardín de la Academia. Las dos chicas se giraron inmediatamente hacia el lugar que Myrah señalaba, y vieron allí a Otoño, de pie contra una de las paredes, quieta, con los brazos cruzados ante el pecho, tan delgada que incluso con el uniforme oficial de la Academia, una falda plisada azul oscura y por las rodillas, con una camisa blanca y un chaleco rojo de punto sobre ella; parecía un espantapájaros. Como si se hubiera dado cuenta de que hablaban de ella, los ojos de Otoño volaron hacia el grupo de chicas, centelleando incluso desde donde se encontraba.

-Sí-asintió Sandra-. Es una de esos... raritos...

-¿Raritos?

Las tres chicas se giran repentinamente, esperando encontrarse alguno de los otros "raritos". La que había hablado era una chica, pero su miedo era que fueran Jubilación Lee o Paige Guthrie, acompañadas de alguna de esas rarezas que solían acompañarla, Vincente y Angelo. Suspiran aliviadas al ver que solo se trata de Kate Bishop, otra de las estudiantes, que parece venir de hacer deporte, pues lleva el chándal rojo de la Academia, y de sus espalda cuelgan un arco enfundado y un carcaj con flechas de competición.

-Kate, nos has asustado-sonríe Myrah-. Pensábamos que podías ser uno de esos... monstruitos.

-Myrah, querida... yo también soy un monstruito, si lo enfocas así-replica Kate-. Y tú. Y ellas dos.

-¿A qué te refieres?-pregunta Kelly, cerrando su bote de laca de uñas.

-Yo soy tricampeona de tiro con arco del Estado de Nueva York-explica Kate-. Myrah es saltadora de pértiga de élite, Sandra ha conseguido burlar los propios sistemas informáticos del Departamento de Defensa, y tú... bueno, aún estoy intentando averiguar qué tienes tú de especial aparte de unos padres con dinero como para comprar Guatemala. Todos los estudiantes de la Academia estamos aquí por nuestras capacidades especiales, ya sean manejar ordenadores, o hacer estallar las cosas a un nivel molecular.

Myrah se incorpora, y Sandra y Kelly la siguien, y las tres miran a Otoño, y luego a Kate.

-Realmente, Bishop, eres tan rara como ellos...-masculla Kelly, y las tres chicas se alejan de los jardines en dirección a las habitaciones. Kate las mira con una sonrisa ácida, y se dirige hacia el campo de tiro.

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-Muy bien, quiero que soltéis ya los bolígrafos, el tiempo del examen ha terminado.

Varios de los alumnos alzan los ojos sobresaltados y sus ojos vuelan desde los folios de examen que tienen delante hasta Bobby, que se encuentra sobre la tarima del profesor, y luego al reloj que marca la hora en la pared del aula, para volver luego al examen.

-Chicos, cuando digo ya... es ya-gruñe Bobby, y los estudiantes que asisten a la clase de Teoría de la Economía, dejan finalmente los bolígrafos sobre la mesa y comienzan a pasar los exámenes desde atrás hacia delante, hasta que finalmente, los alumnos de primera fila, los reúnen y Bobby los recoge, dejándolos en su mesa-. Estarán corregidos el lunes, y os recuerdo, que el lunes es también el último día para entregarme los trabajos sobre campos de inversión. De momento, sólo Everett y Víctor me lo han entregado, y ya sabéis lo que opino sobre dejar el trabajo para última hora, ¿verdad?

Júbilo pone los ojos en blanco, y Paige, a su lado, ríe por lo bajo. Un timbre suena, y Bobby hace un gesto para que los chicos se levanten y salgan, mientras recoge los exámenes que han dejado sobre la mesa.

-Hay que tener morro, Drake-gruñe Júbilo, delante de la mesa de Bobby, que la mira con una sonrisa-. ¿"Ya sabéis lo que opino sobre dejar el trabajo para última hora"? Que hemos hablado lo suficiente con Hank McCoy como para saber como eras en tus tiempos de estudiante...

-Señorita Lee...-responde Bobby, riendo-. Esas conversaciones son privadas y pertenecen al entorno privado de la Patrulla-X. En estos momentos, yo soy el profesor, y usted la alumna. Y al profesor Drake no le gusta que le entreguen los trabajos a última hora.

-¿Se ha planteado el profesor Drake hablar con un psicólogo que le explique la parte negativa de hablar de uno mismo en tercera persona?-masculla Paige, y Bobby la mira enarcando una ceja.

-¿Para qué? Si ya tengo aquí a la señorita Guthrie que lo sabe todo...

-Llegareis tarde a la siguiente clase.

Como impulsados por un resorte, los tres miraron hacia la puerta del aula, donde había aparecido Scott Summers, cruzado de brazos y ataviado con un traje de sobrio corte. Júbilo se apresura tanto a enderezarse que está a punto de caerse, y lanzando una mirada fulminante a Bobby, Paige la coge de la mano y la arrastra fuera de la sala, pidiendo perdón a Scott al pasar a su lado.

-¿Por qué tengo la impresión de que voy a llevarme una bronca?-masculla Bobby, guardando los exámenes en una carpeta y dirigiéndose hacia la puerta. Scott cierra cuando el profesor abandona la sala, y caminan juntos en dirección a la zona reservada para los profesores y los antiguos miembros de la Patrulla-X.

-Has estado muy duro con Paige-dice Scott, mientras suben las escaleras.

-Era una broma, Slim... El hecho de que no tengas sentido del humor, no te ayuda a entender el de los demás...

-Sé que por tu parte era una broma. Pero Paige ha estado muy susceptible desde que Jonothon se marchó para unirse a Magneto en Neo Avalon. No está pasando un buen momento, deberíamos tener todos cierto cuidado con ella. Es extremadamente inteligente, pero es muy sensible emocionalmente.

-Venga, Scott, tío... -gruñe Bobby-. Aunque ella no lo sepa, que Jono le haya dejado el terreno libre es lo mejor que le podía pasar. Con un par de años más, la pequeña Guthrie será un valor a tener en cuenta en el ámbito masculino, no sé si me entiendes... y Starsmore era un soso. Muy soso.

-Creo que es lo mismo que decías de mi hace no tanto...

-Es que eras muy soso. Nunca he entendido muy bien como Jean se quedó contigo...

Scott va a responder cuando, precisamente Jean aparece en el rellano de una de las escaleras, hablando con Emma. De inmediato, Bobby frunce el ceño, guardando silencio, mientras Jean sonríe a Scott y se acerca para darle un beso en la mejilla.

-Hola, cielo-saluda Scott-. Emma, tengo que reunirme contigo para revisar los presupuestos de expansión del área de deporte. Y seguimos necesitando un profesor de defensa personal...

Emma se dispone a responder, pero Jean la interrumpe, hablando primero.

-Podéis debatir esto más tarde-dice-. Ahora, Emma y yo íbamos a tomarnos un café...

-Discúlpame, Jean, pero había olvidado que tengo cosas que hacer. Scott, te veo en mi despacho a las dos y media. Buenos días, Robert.

Y sin más, Emma vuelve a subir por las escaleras, y como todos preveían, se dirige hacia la enfermería.

-Emma-llama Scott, serio-. Cecilia está con él, si hay cualquier cambio...

-Lo sé-responde Emma, sin detenerse siquiera-. Lo sé.

-Aún no entiendo como le seguís el juego-gruñe Bobby, volviéndose hacia Scott y Jean-. Todo este teatro que ha montado sobre lo triste que está...

-Bobby, no es teatro. Emma está muy afectada por lo que sucedió-le interrumpe Jean.

-Esto es como una gran broma-replica Bobby-. Es que no me puedo creer que os vea pasear por la Academia como si fuerais amigas... Jean, esa mujer te torturó, te encerró, y formaba parte de la conspiración que te convirtió en Fénix Oscura...

-Emma ha cambiado, Bobby-responde Jean-. Y todo el mundo lo ha visto. Lo que no sé, es por qué te niegas a verlo tú.

-Quizá sea porque la tuve ocupando mi cuerpo y creo conocerla mejor que ninguno de vosotros. Y os digo que la Reina Blanca sigue por ahí dentro, en alguna parte, y cuando menos nos lo esperemos, nos la volverá a jugar.

-Esto es impropio de ti, Bobby-dice Jean, negando con la cabeza-. Y no pienso seguir discutiéndolo contigo. Scott, voy a ver a Rachel, está con Cristal.

-Voy contigo, dame dos minutos.

Jean asiente, y sube las escaleras. Scott cruza los brazos y se gira hacia Bobby.

-Quiero saber qué te pasa-dice.

-Nada, Scott. No pasa absolutamente nada.

Sin dejarle decir nada más, Bobby se da la vuelta y baja las escaleras de dos en dos, lanzando una última mirada hacia Scott antes de salir hacia el jardín de la Academia, esquivando a tres alumnas que vuelven de fuera, y prácticamente empujando a Everett y Billy, que salen al mismo tiempo que él. Scott suspira, pues sabe perfectamente lo que le ocurre a Bobby, que se siente tremendamente solo.

Y una mujer como Emma Frost, hace que se sienta aún más solo.

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Instituto Xavier, Salem Center, NY.

-¡No hay nadie aquí!-exclama él, empuñando sus espadas mientras mira a su alrededor.

-Se acercan-susurra Espiral detrás de él-. Vámonos de aquí.

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Academia de Massachussetts, Boston.

-¿Vas a querer ayuda con el trabajo de economía?-dice Everett mientras él y Billy pasean alrededor de la Academia, ambos con las manos en los bolsillos del uniforme.

-Lo tengo a medias, me queda revisar un poco la bibliografía y ultimar las conclusiones-responde Billy, encogiéndose de hombros-. Eso sí, cuando lo tenga preparado, te lo pasaré para que me lo revises.

-Estaré encantado-sonríe Ev, mirando de reojo a Billy, que lanza una risa mientras, tras mirar un segundo a su alrededor, pasa su mano por la cintura de Everett. Este, mira a su alrededor también, y riendo, coge a Billy de la mano y le conduce a un rincón situado tras un muro, apoyándose en él. Y entonces, Everett le besa. Pasan algunos minutos simplemente besándose, deteniéndose para mirarse, y volviendo a besarse. Y entonces, de pronto, Billy mira hacia arriba y se aparta bruscamente de Everett.

-Ev...-masculla Billy, señalando hacia el muro, unos metros por encima de donde ellos se encuentran.

Allí, agazapado en las sombras, hay una figura ataviada con el uniforme masculino de la Academia, pegado en la pared como si de un enorme insecto se tratase. Tiene la piel verde, y en vez de cabello, su cráneo está cubierto placas escamosas y una pequeña cresta.

-Víctor...-susurra Everett, incómodo, mientras los ojos del chico de piel verde se clavan en él, resplandeciendo amarillentos en las sombras-. No sabíamos que...

-¿Qué estaba por aquí, Everett?-responde el chico, sin descender de su excéntrica posición, chasqueando la lengua al hablar-. Sí, últimamente pareces incapaz de verme esté donde esté...

-¿Querías algo, Borkoswki?-le interrumpe Billy, obviamente incómodo. Víctor sonríe extrañamente mientras le recorre con su mirada, y luego, niega con la cabeza.

-Nada-sisea, y en ese momento, desaparece.

-Estupendo-masculla Billy, negando con la cabeza mientras mira a su alrededor. Con los poderes de Víctor Borkowski, al que habían puesto el nombre clave de Anole, podía seguir allí y ellos jamás le verían-. Ev, tu ex novio me pone cada vez más nervioso. No sé como pudiste estar con él...

-Porque no era así antes-se justifica Everett, bajando la mirada-. ¿Puedes utilizar tus poderes para ver si sigue por aquí?

-Supongo que sí-asiente Billy, y frunce el ceño-. Quieroverloinvisible, quieroverloinvisible, quieroverloinvisible, quieroverloinvisible...

El mantra de Billy se prolonga durante algunos instantes más, y entonces, Everett ve como sus ojos parecen cambiar, y de su habitual color marrón, pasan a ser grises oscuros, y luego se aclaran hasta que prácticamente, sus iris desaparecen y el resto del orbe ocular se llena de algo parecido a nubes. Como siempre que Billy utilizaba sus poderes, Everett queda fascinado, y el sincronizarse con él le produce incluso cierto mareo. Ni siquiera Emma Frost, trabajando durante meses codo con codo con el resto de la directiva de la Academia y consultando en ocasiones a Hank McCoy había conseguido determinar siquiera el alcance de los poderes de Billy, y mucho menos, definirlos. Simplemente, parecía que podía manipular la realidad a nivel cuántico si se concentraba lo suficiente. Everett se sincronizó con él, y notó como sus ojos dejaban de ver lo que normalmente era visible para pasar a ver de otra forma. Emisiones de calor, ondas de radio, microondas, wi-fi... El mundo se convierte para ellos en un tapiz de infinita complejidad, pero llegan a conseguir su objetivo. Anole se había marchado, así que ambos devuelven su vista a la normalidad.

-¡Ev! ¡Kaplan!

Los dos se giran simultáneamente hacia el sitio de donde viene la voz, y suspiran aliviados al ver que quienes se acercan son Vincente y Logan, conocidos entre ellos como Niebla y Fase.

-Estáis pálidos...-dice Logan, enarcando las cejas, y Vincente asiente.

-Bueno, todo lo pálido que puede estar un morenito como tú, claro...-ríe este, mirando a Everett, que pone los ojos en blanco.

-Anole estaba aquí hace un momento-gruñe Billy, cruzando los brazos, y de pronto la sonrisa se borra de los rostros de los dos recién llegados.

-¿Ha habido algún problema?-pregunta Vincente, y Everett niega con la cabeza.

-No, sólo lo de siempre.

-Realmente, Ev, no sé cómo pudiste liarte con ese... kiwi-dice Logan.

-Porque antes... bah, déjalo...-gruñe Sincro, dando por cerrado el tema con un gesto de la mano.

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-Hola, Emma.

Emma saluda con un gesto a la doctora Cecilia Reyes, que se incorpora de su silla al verla entrar.

-No te molestes, Cecilia, sé donde está-dice Emma, y Cecilia Reyes se detiene en seco-. No creo que se haya movido últimamente.

-No, no ha habido cambios-masculla Cecilia, negando con la cabeza y volviendo a sentarse-. Si quieres cualquier cosa, también sabes donde estoy yo.

Emma asiente, y abre una puerta que conduce a un pasillo, donde se encuentran las habitaciones para los heridos. Se detiene delante de una de las puertas, y suspira. Y entonces, abre. El sonido de los monitores y la respiración asistida la asaltan como un ejército mientras cruza el umbral y cierra tras ella.

Como siempre, lo primero que piensa es en lo delgado que está, y en lo pequeño que parece, tumbado en la cama y enchufado a toda esa maquinaria. Se sienta en una silla junto a la cama, se cruza de brazos y le observa. Está pálido, casi mortecino, pero el trabajo de Cecilia ha conseguido que no se le produzca ni una sola escara, a pesar de que lleva prácticamente seis meses en coma. Seis meses que a Emma le han parecido seis vidas.

-Ponte bien, Sean-dice-. Te necesitamos.

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Scott encuentra a Jean, Cristal y la pequeña Rachel en la sala de juegos, sentadas alrededor de un rompecabezas de cubos que representa a Rayo McQuinn, el personaje de Cars, por el que Rachel sentía debilidad. En cuanto ve a su padre, Rachel lanza un risotada y se incorpora, corriendo hacia su padre.

-¡Papá!-exclama la niña pelirroja, y Scott se pone en cuclillas para cogerla en brazo, incorporándose al tiempo que la besaba en la mejilla-. Cristal y yo hemos visto El Jodobado, y mamá me ha dicho que me va a vestid de Esmedalda, y...

-Que bien, cielo-ríe Scott, volviéndola a besar, mientras Jean y Cristal se incorporaban-. Muchas gracias, Cristal, eres muy amable. Rachel está encantada contigo.

-Es una niña encantadora-responde Cristal, sonriendo-. Tengo clase de Química en diez minutos, si no les importa...

-No, claro, por favor-dice Jean, y Cristal asiente y sale de la habitación, dejando intimidad a la familia.

Los ojos le escuecen al contener las lágrimas mientras recorre el pasillo, no en dirección a la clase de Química, sino a su habitación, donde se tumba en la cama, rompiendo finalmente a llorar con quedos gemidos. Se mordería los labios de pura frustración, pero sería inútil, sus propios dientes estaban compuestos de cristal, el mismo material de sus labios. Jamás podría tener algo parecido a lo que tenían los Summers. Y aquello ha estaba volviendo loca.

Finalmente, se incorpora y coge su teléfono móvil, y marca un número de teléfono que, de tanto pensar en él, ha memorizado.

-Hola-dice, ahogando los sollozos-. Sí, soy yo. Creo que... que puedo hacerlo sí. Entonces, ¿seguro que podéis ayudarme?

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-¿Por qué tengo la impresión de que Summers nos ha puesto a nosotras más clases que a nadie?-gruñe Júbilo, con el ceño fruncido mientras sale de una de las aulas.

-No ha sido el director-responde Paige-. Es que yo he cogido más clases que el resto, y como te negaste a preparar tu propio listado de asignaturas y fotocopiaste el mío...

-Esto me pasa por hacerme amiga de la cerebrito...

Júbilo se dispone a seguir hablando, pero en ese momento, ve a Erika Ruiz, Presagio, corriendo hacia ella, obviamente asustada. Dado que el poder mutante de la muchacha es tener visiones del futuro, Júbilo se pone en guardia de inmediato.

-¡Jubes! ¡Paige!-exclama Erika-. ¡Algo raro pasa con el tiempo! ¡Es como si me hubieran desconectado, no soy capaz de ver nada!

Júbilo y Paige se miran un instante, pero ninguna tiene tiempo de decir nada, porque en ese momento, un gran revuelo llega desde la entrada de la Academia. De inmediato, las tres chicas corren hacia la barandilla, asomándose para ver qué ocurre, y ven que los alumnos que estaban allí observan atónitos la aparición de dos personajes que parecen salidos de un videoclip, una mujer de seis brazos que sostenía una espada en cada uno de ellos, y un hombre que probablemente tenía el mejor físico que Júbilo había visto en su vida, y al que reconoció de inmediato en cuanto le vio desenvainar dos espadas gemelas...

-Espiral...-masculla-, ¿y Estrella Rota?

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SECRETARÍA DE LA ACADEMIA.

Bienvenidos al primer correo de la nueva etapa de la nueva generación; el primer número de la primera etapa posterior a las Guerras Infernales y el Renacimiento de Marveltopía. Continuamos con el status-quo iniciado en las últimas etapas de Generación-X en Marveltopía, en el que estudiantes humanos y mutantes comparten estudios, con el único requisito de que sean "Jóvenes Talentos". En los próximos tiempos, además de mutantes, la Academia estará llena de jóvenes promesas de la Física, hackers, deportistas de élite... y por supuesto, los miembros de Generación-X.

Veréis muchos cabos sueltos, y argumentos y situaciones que no sepáis de donde proceden, no os agobiéis, que es la idea, y tendréis pronto las explicaciones, tanto en los próximos números de Gen-X como en la maravillosa DOCE, que encontraréis pronto en vuestras actualizaciones marveltópicas.

Y bueno, por último, sólo quería destacar las apariciones de algunos personajes que se incorporan a la colección y que tendrán relevancia en los próximos meses. Los profesores y los alumnos estarán perfectamente atendidos por la nueva doctora de la Academia, Cecilia Reyes, personaje que tuvo su primera aparición marveltópica en Guerras Infernales, y que pasa a formar parte del personal permanente. Entre los estudiantes, en este número hacen su aparición también tres nuevos valores, que se estrenan en Marveltopía, pero que ya llevan un tiempo funcionando en el Universo Marvel oficial. Aquí está Kate Bishop, a la que quizá conozcáis más como "Ojo de Halcón" en los Jóvenes Vengadores. Junto a Sincro, hemos visto a otro joven vengador, Billy Kaplan, más conocido como Wiccan... y que no tendrá nada que ver en Marveltopía con la Bruja Escarlata, palabrita. Y por último, y también relacionado con Sincro, hace su aparición Víctor Borkowski, Anole, de Academia-X y Young X-Men, y que va a dar muchas sorpresas en esta serie.

Espero que os guste.

 
 
   
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