GENERACIÓN-X #44
La noche de las hogueras
Guión: Tomás Sendarrubias
Isla Muir. Norte de Escocia.
El viento sopla con tal fuerza procedente del norte que está a punto de arrancar la bufanda de espesa lana que cubre el cuello y parte del rostro de la mujer que observa el mar, agitado por la ventolera. El Otoño está dejando paso al Invierno en Escocia, y sabe que, en unos días, el viento será tan gélido que alejarse de la zona edificada de Isla Muir será, como poco, incómodo. Moira MacTaggert recuerda haber ido a la costa en las noches anteriores a la llegada del invierno desde que era una niña, desde que tiene capacidad de recordar. Recuerda lo sorprendida que se mostró cuando de niña, su padre le contó que había gente que vivía incluso más al norte, en otras islas, las Orcadas. Para la pequeña Moira, el mundo acababa en O´Hannon Bay, el punto más norteño de Isla Muir, para ella fue toda una revelación saber que más allá de su pequeño Fin del Mundo, existía otro mundo, en este caso, un puñado de islas que en la antigüedad se llamaron Ynysoedd Erch, las Islas del Miedo.
El viejo Lord MacTaggert se dio cuenta de que había cometido un error al contarle eso a la pequeña Moira en el mismo momento en el que aquellas palabras salieron de su boca. Para la niña Moira, el nombre resultó terriblemente fascinante. Las Islas del Miedo. Sin duda, habitadas por monstruos, por criaturas de la oscuridad. Pasó noches sin dormir, mirando aterrorizada por la ventana de su habitación, temerosa de que las criaturas de Ynysoedd Erch vinieran para buscarla, para llevársela por haberles descubierto.
Obviamente, esos monstruos nunca llegaron. O mejor dicho, cuando llegaron, no tenían nada que ver con las Islas del Miedo. Moira se arrebujó aún más en su abrigo, metiendo las manos, enfundadas en manoplas, en los bolsillos tras asegurarse de que la bufanda no iba a salir volando y miró a los críos, que corrían arriba y abajo por la playa, juntando la madera para las hogueras. Moira se dio cuenta de que su mente volaba hacia donde no debía ir, hacia recuerdos que no quería que estuvieran presentes en su cabeza. Era una época de principios, una época para la celebración, no para los viejos recuerdos... En la antigüedad, los pobladores de Escocia, las tribus que los romanos habían llamado Pictos y Escotos, pero que se llamaban a sí mismos los Dal Riada, habían encendido grandes hogueras en la noche del Solsticio de Invierno, la noche más oscura y larga del año. Muchos temían que el propio sol pudiera apagarse esa noche, de modo que custodiaban el fuego, para que Llew pudiera volver a encender el sol si era necesario. Los hombres de Muir siempre habían sido un poco diferentes de los del continente. Ynys Muir había sido el viejo nombre de la Isla, la Isla del Mar, y sus habitantes prestaban más atención al señor del mar, Manawyddan, que al fuego de Llew. Para ellos, el fuego era más un símbolo de destrucción que de creación. Por eso, cuando se acercaba el Invierno, los Dal Riada de Ynys Muir encendían hogueras en las que quemaban sus cosas viejas, lo que ya no necesitarían tras el final del verano, para hacer lugar a las cosas verdaderamente importantes, las que necesitarían para sobrevivir a los largos inviernos.
Aquella tradición no se había perdido en más de 2300 años, y los niños estaban encantados de reunir la madera para las hogueras, a pesar del frío que ya dejaba ateridos sus miembros en algunos momentos.
Moira sonríe bajo su bufanda al ver como tres barcos aparecen en el oeste, perfectamente visibles desde el punto alto que Moira ocupa sobre O´Hannon Bay. Despidiéndose con un gesto de los niños, que están encantados de despedirse de Lady Moira, baja con cuidado por el quebrado camino que había subido para alcanzar aquel peñasco, y emprende la marcha que la llevaría a las instalaciones científicas de Isla Muir. Se acercaban muchos cambios por el horizonte.
Todos empezaban esa noche.
-Así que esto es Isla Muir...-masculla Ángelo, sentado en la proa de uno de los tres pequeños barcos que habían partido desde Lochlaine en dirección a la isla. A su lado, Vincente se encoge de hombros, tratando de aparentar tranquilidad, aunque está a punto de echar hasta su primer desayuno, y teme estar adquiriendo un color verde enfermizo-. Pues va a ser entretenido... En mitad de ningún sitio... nada a la derecha... nada a la izquierda... nada al norte... nada al sur...
-No seas quejica, Pellejo-sonríe Taki, apoyado en la baranda, con su silla de ruedas bien asegurada para no desplazarse con las sacudidas del barco-. Isla Muir es uno de los centros de investigación más avanzados del mundo, la doctora MacTaggert es una auténtica eminencia en genética. ¡Tiene un premio Nobel!
-Y nosotros en Estados Unidos teníamos sitios a los que ir de vez en cuando... Boston estaba cerca...-gimotea Ángelo. Vincente ahoga una arcada-. Había chicas.
-Como si alguna te hubiera mirado alguna vez-interviene Júbilo, que sale en ese momento de la cabina principal del barco, donde aún continúa Emma Frost, a resguardo de aquel gélido viento. El puerto del complejo de Isla Muir no era muy grande, así que en lugar de con grandes barcos, todo el traslado se estaba haciendo desde Lochlaine con pequeñas embarcaciones, y tras llevar un montón de material, los Summers y la Señorita Frost habían decidido que había llegado la hora de que los primeros alumnos comenzaran a instalarse en la nueva escuela. Muchos de los alumnos aún tenían cosas que hacer en Estados Unidos, el Hombre de Hielo aún estaba en Massachussetts, coordinando las gestiones que pudieran ser necesarias, pero un grupo representativo de los estudiantes, viajaba en aquellos tres barcos. Tras cerca de veinte minutos discutiendo sobre como organizar los grupos, Cíclope lo había dejado todo en manos del azar, y Júbilo se había visto separada de Paige y en compañía de Vincente, Pellejo, Genio y los niños, Artie y Sangui, que estaban en la cabina, junto con la Señorita Frost. El señor y la señora Summers viajaban en el segundo barco, y con ellos, Vaina, Wiccan, Kate, Quentin y Otoño. El tercer barco estaba tutelado por Estrella Rota, y con él, iban Sincro, Nezhno, Anole, Penitencia y Michael. Y además, era un barco medicalizado, en el que iban también la doctora Reyes y Banshee.
Júbilo se acerca a sus compañeros y empuja a Vincente para que la deje un sitio en el que sentarse en la proa. El muchacho la mira con los ojos repentinamente abiertos, y ella se da cuenta de que está completamente verde. Vincente, mirándola acusadoramente, corre hacia la barandilla y se inclina, llegando a tiempo justo de vomitar sobre el mar. Ángelo enarca las cejas, y Júbilo pone cara de asco.
-Nenaza-gruñe Pellejo, y Taki aguanta la risa. Vincente se gira, dispuesto a responder, pero una nueva arcada se lo impide, así que vuelve a girarse hacia el mar.
-Y así vamos a empezar una nueva etapa de nuestras vidas-masculla Júbilo-. Llegando a nuestro nuevo hogar navegando entre vómito. Espero que no sea un símbolo de lo que nos espera. Cuando yo estaba en la Patrulla-X...
-Si empiezas una de esas historias, conseguiré que Vin te vomite encima, Jubes-la interrumpe Pellejo, dejando que su piel se descuelgue flácida sobre su rostro-. Y créeme, tengo una docena de formas de hacerlo sin esforzarse mucho.
Júbilo se muerde la lengua, sabe que Pellejo es muy capaz de cumplir con su amenaza, así que se vuelve de nuevo hacia el muelle, y ve como una mujer se acerca al embarcadero, donde ya les esperaba una chica pelirroja con el pelo muy corto, vestida con un jersey de nudos, unos tejanos desgastados y un abrigo de aspecto marinero, con las manso en los bolsillos.
-Guau, está buena-masculla Pellejo, y Júbilo enarca las cejas. Vincente llega a su lado, y se sienta, jadeando.
-¿Quién?-pregunta Júbilo, como ofendida-. ¿Loba Venenosa? Pero si es una mojigata con un color de pelo que...
-No, la pelirroja no-la interrumpe Ángelo-. La que acaba de llegar...
-¿Lady Moira? Pero si podría ser... Ángelo, esa mujer debe tener la edad del Profesor Xavier... Los cincuenta ya no los cumple...
-Una madurita interesante-sonríe Pellejo-. Una MQMF.
-¿Qué significa MQMF?-pregunta Taki, y Ángelo sonríe.
-Una Madre que me1...
El final de la frase es interrumpido por una sonora colleja de Júbilo, que hace que el chico suelte un quejido y lance una mirada de represalia a la muchacha.
-Nada que debas saber, Genio-dice Júbilo, manteniendo la mirada fija en Pellejo, que se encoge de hombros, mirando de nuevo hacia el embarcadero, recibiendo una nueva mirada de asco de Júbilo, que pone los ojos en blanco. - Vincente, vuelve a vomitar.
-Estas son las instalaciones, Scott-dice Moira, tras un largo rato caminando junto a Cíclope por los pasillos del clausurado centro de investigación de Isla Muir-. Las obras para adaptar los pabellones B y C para que sirvan como residencia de los estudiantes empezarán dentro de dos días, y deberían estar concluidas en cosa de un mes. De todos modos, podéis empezar a instalaros en la parte habitable del pabellón A.
-Estoy de acuerdo-responde Scott-. Emma necesita salir de la Academia de Massachussetts cuanto antes, y muchos de los chicos... Bueno, tienen demasiados recuerdos asociados a ese lugar.
-Supongo que todos los lugares tienen recuerdos-responde Moira con una sonrisa triste, pasando una mano por la pared. Scott siente que la saliva se le hace un nudo en la garganta al recordar todo lo que Moira ha pasado en aquel lugar, todo lo que tuvo que ver con Proteus2...
-Lo siento, Moira, no ha sido una buena elección de palabras.
-No te preocupes-responde ella, sonriendo-. Tienes razón, deberíais sacar a los niños de allí cuanto antes. Esto será diferente para ellos, probablemente menos cómodo, pero más seguro.
-Y las instalaciones científicas permitirán a nuestros estudiantes con un perfil más dirigido hacia las ciencias estudios que serían imposibles en otro lugar-asiente Cíclope-. ¿Has considerado la propuesta de pasar a formar parte del profesorado? Encontrarías auténticos genios entre los alumnos.
-Le prometí a Jean dar alguna clase magistral de vez en cuando-respondió Moira-. Pero en estos momentos, no puedo comprometerme. Rahne y yo tenemos mucho trabajo con los últimos coletazos del Virus de Dyscordia. Hay mucho que la gente tiene que entender, sobre la enfermedad que os ha atacado y sobre su cura. Pero sabes que esta isla es mi casa, Scott, antes o temprano terminaré volviendo aquí, y cuando eso ocurra, estaré encantada de ver como tus genios se mueven en estas aulas.
-Muchas gracias por todo esto, Moira-responde Cíclope, abrazando a la doctora MacTaggert-. Sé cuanto significa todo esto para ti.
-Realmente no es nada. Estas instalaciones estaban vacías, me alegra que se les pueda dar un nuevo uso. Y más este. ¿Sean está ya instalado?
-Sí-responde Scott-. Cecilia se ha hecho cargo de ello en cuanto llegamos. Jean, Emma y Benjamin están con los chicos, pero la Doctora Reyes instaló a Sean en uno de los antiguos laboratorios. Te prometo que le estamos cuidando bien.
-Lo sé-responde ella-. Lo sé.
-¿Doctora Reyes?
Cecilia se da la vuelta, sobresaltada y a punto de activar su campo defensivo, pero se relaja al ver que quien acaba de entrar en su enfermería es la Doctora Moira McTaggert.
-Doctora McTaggert-susurra Cecilia, incorporándose y acercándose a la recién llegada-. Es un auténtico placer conocerla, todo un honor. Su trabajo es fascinante.
-Muchas gracias-responde Moira, estrechando la mano que Cecilia le tiende.
-He seguido sus publicaciones sobre el Virus del Legado y sus trabajos sobre el llamado Gen-X, y los disparadores del Homo Superior, desde un punto de vista médico son absolutamente reveladores, y debo decir que me han sido muy útiles a la hora de enfrentar mi nuevo trabajo en este entorno tan diferente de las urgencias a las que estaba acostumbrada...
-Gracias de nuevo.
-Y le tengo que pedir disculpas, doctora, pero cuando estoy nerviosa, parece que pierdo el control sobre mi lengua y hablo de más... nunca había estado con un Premio Nóbel... Y lo estoy volviendo a hacer, discúlpeme.
-No tiene importancia, Doctora Reyes.
-Cecilia, por favor.
-Cecilia-sonríe Moira-. Quería ver a Sean.
-Claro-asiente Cecilia, y se dirige hacia una de las puertas laterales-. La Señorita Frost está con él en este momento.
-¿Emma está con Sean?
-Sí... eh... pasa muchas horas con el Señor Cassidy...
-Que interesante-masculla Moira, haciendo que Cecilia frunza el ceño.
-Creo que he vuelto a hablar demasiado.
-No, no te preocupes, Cecilia-sonríe Moira-. Llevaba mucho tiempo lejos de Sean, es normal que las cosas cambien...
-Es esa puerta-señala Cecilia, y Moira asiente, acercándose y llamando suavemente a la puerta señalada por la Doctora Reyes, desapareciendo después en el interior del cubículo. Fuera, Cecilia suspira, y negando con la cabeza, se dirige hacia la máquina de café.
-Moira-susurra Emma cuando la Doctora McTaggert entra en la sala, incorporándose del sillón que ocupaba al lado del yaciente Sean Cassidy, completamente entubado y monitorizado.
-Hola, Emma-dice Moira, pero sus ojos resbalan por encima de la antigua Reina Blanca, y se detienen en Cassidy. Siente de inmediato que los ojos se le llenan de lágrimas. Después de meses de coma, Banshee ha perdido buena parte de su masa muscular, su cabello parece ralo, muerto, y la piel parece adherirse a sus huesos como la de un cadáver. No hay rastro de escaras ni llagas, Cecilia está haciendo un buen trabajo, pero Moira sabe que el coma tiene consecuencias que no se pueden impedir.
-¿Has entrado en su mente?-pregunta Moira, y Emma asiente.
-Todos los días. Está llena de estática, de ruido sin sentido. He intentado...
-Gracias, Emma.
-¿Qué?
-Gracias por estar con él.
-Todos estamos con él, Moira, todos nos preocupamos por...
-Cecilia me ha dicho que pasas muchas horas con él.
-La Doctora Reyes quizá debería meterse en sus asuntos y no hablar de algunas cosas. Supongo que querrás estar un tiempo a solas con él.
-Emma, lo que hubo entre Sean y yo...
-Da igual-interrumpe Emma, incorporándose y dirigiéndose a la puerta-. No es asunto mío, Moira. No es asunto mío.
Emma sale de la pequeña sala, dejando allí a Moira con Sean. Por unos instantes, la Doctora MacTaggert se siente inclinada a salir tras ella, pero el sonido rítmico del pulmón metálico que mantiene con vida a Sean reclama su atención. Se sienta en el sillón que antes ocupaba Emma y le toma de una mano, suspirando.
-Ay, Sean-dijo-. ¿Qué estás haciendo?
Emma sale del recinto de Isla Muir, y al instante se arrepiente de no haber cogido alguna prenda de más abrigo. El viento del norte hace que todo cruja a su alrededor, y parece colarse por su jersey de punto blanco y cuello vuelto y los pantalones de pana. Y acto seguido, se arrepiente de haberse permitido salir de un espacio cerrado con ese atuendo. Se dispone a volver al interior cuando ve en un rincón del patio a Estrella Rota, cortando leña. A pesar del frío, el joven guerrero se ha desnudado de cintura para arriba, y Emma se detiene al ver el movimiento de los músculos de su cuerpo perfecto mientras balancea el hacha y corta con extraordinaria precisión los troncos que tiene ante él. Una fina capa de sudor cubre su piel, haciéndole brillar bajo los escasos rayos de sol. Benjamin alza la cabeza y la ve, saludándola con la mano. Emma le devuelve el saludo, y niega con la cabeza, decidida a volver al interior. Pero la imagen de Moira entrando en la habitación de Sean, los pensamientos desbordados que ha podido leer de forma inintencionada...
-Benjamin-llama, y Estrella Rota se detiene y la mira-. ¿Sabes cual es mi habitación?
-Creo que sí-asiente Benjamin, confundido.
-Quiero verte esta noche-afirma Emma, y Ben enarca las cejas, sorprendido-. Y no te confundas de habitación.
Emma vuelve al interior del Complejo, dejando fuera a un sorprendido Benjamin, sin saber muy bien qué hacer.
-Hogueras-masculla Júbilo-. Que estupendo.
-Venga ya, Jubes-sonríe Vaina a su lado, sentada sobre una de las rocas de la playa-. Es... encantador.
-Es un peñazo, Paige-responde Júbilo-. Y es lo más interesante que vamos a tener aquí en los próximos meses. Un poco más al norte de aquí no sale ni el sol...
-Pues tendremos que acostumbrarnos, nena-dice Ángelo, apareciendo tras ella y mirando con los ojos perdidos a los chicos que recorren la playa, encendiendo una hoguera tras otra mientras se preparan para quemar lo viejo, llenando la arena de trastos y maderos.
-Si me vuelves a llamar nena, te meteré tal fuego artificial por el culo que se te saltarán los ojos, Pellejito.
-Paige, ¿me ayudas a tirarla al mar?-gruñe Ángelo y Vaina sonríe.
-¿Qué tal está Vincente?-pregunta ella, y Ángelo se encoge de hombros.
-Sigue verde. La Doctora Reyes le ha dado un jarabe para cortarle las náuseas y le ha dicho que no coma nada hasta mañana. Es todo un lobo de mar. Lo hemos echado a suerte, y Quentin se ha quedado vigilándole.
-Seguro que le has hecho trampas-farfulla Júbilo, y Ángelo sonríe.
-Es un pardillo. Telépata, pero un pardillo.
-Eh, mira-dice Júbilo, ignorando las palabras de Pellejo-. Las Nuevas Estrellas y la Licántropa Decadente.
Paige da un golpe en el dorso de la mano de su amiga cuando ve que se acercan Nezhno, Kate Bishop, Michael van Patrick y Otoño. Junto a ellos está Rahne Sinclair, Loba Venenosa, con una sudadera con capucha y las manos metidas en los bolsillos.
-Muy graciosa, Júbilo-sonríe Rahne, que lo ha oído todo gracias a sus sentidos agudizados. Júbilo se encoge de hombros, y hace un globo con el chicle que está masticando.
-Seguro que a ti este sitio te encanta, Rahne, pero nosotros no tenemos pelo suficiente como para abrigarnos-replica Júbilo.
-¿Por qué tienes siempre la necesidad de quedar por encima de todo el mundo a tu alrededor?-gruñe Kate, y Júbilo la mira enarcando las cejas.
-A ver, princesa del pueblo, ¿me estás hablando a mi?
-No sigáis por ese camino-ordena Loba Venenosa-. No es nada personal, Kate, era igual de pelmazo cuando estaba en la Patrulla-X.
-Donde tú nunca llegaste a estar, Lobita.
-¿Te he hecho algo, Júbilo? Porque tanta hostilidad...
-No, claro, Rahne la perfecta no ha hecho nada. ¿Qué tal tu amiga, la que dejó en coma a nuestro profesor?
-¿Es eso?-pregunta sorprendida Rahne-. ¿Me culpas a mí porque Dani fue manipulada y utilizada para atacaros?
-No tienes ni idea de lo que nos hicieron, Rahne...
-Júbilo, yo no tengo la culpa. Ni siquiera Dani tiene la culpa.
-No hay culpa, pero eso no evita que el Profesor Cassidy siga en coma.
-Todo esto no nos va a llevar a ningún sitio-interviene Nezhno, negando con la cabeza.
-Claro, ahora tiene que hablar el sabio-gruñe Pellejo-. Hace dos meses nadie sabía ni quien era, ahora todo el mundo le escucha.
-Ya está bien-dice Vaina, y Otoño se acercó a ella, obviamente molesta por la discusión.
-No, no está bien-responde Júbilo-. Porque, ¿quién demonios sois vosotros y por qué de pronto sois importantes? Nos las hemos arreglado muy bien sin vosotros durante mucho tiempo, no necesitamos vuestra ayuda.
-Júbilo, vamos, nadie está queriendo quitarte tu lugar...-dice Rahne, y Júbilo se ríe.
-Al menos yo tengo uno. A ti te han dejado de lado incluso tus amigos...
-Ya está bien...-sisea Rahne, tomando su forma medio loba, y gruñendo, a punto de saltar sobre Júbilo, en cuyos dedos centellean sus fuegos de plasma. Y de pronto, la arena parece estallar entre ellas, como si alguien hubiera hecho detonar una pequeña bomba. Las dos se giran furiosas a su alrededor, y ven como Everett y William se acercan a ellos, seguidos de la sombría figura de Penitencia, Taki sobre su silla de ruedas, Quentin y Vincente, y unos serios Artie y Sangui. Todos cargan con cajas, pero en las manos de William aún centellean chispas que revelan quien ha sido el responsable de ese estallido.
-Ya-ordena Sincro, mirándoles a todos con el ceño fruncido-. Se acabó.
-Ev, tío, metete en...-comienza a gruñir Júbilo, pero a su lado, Rahne vuelve a su forma humana, sonrojada.
-Lo siento-dice-. Everett tiene razón, todo esto no tiene ningún sentido.
-Estáis... estamos enfadados por todo lo que nos ha pasado en los últimos meses-afirma Sincro, acercándose a ellos-. Pero echarnos en cara los unos a los otros cosas que no tienen sentido, y arrastrar a los demás con ello, no nos va a devolver a nadie. Ni al Señor Cassidy ni a nadie.
-¿Siempre tienes que tener razón?-gruñe Pellejo, y al lado de Everett, William asiente.
-No tenéis ni idea de la pesadilla que puede ser.
Los ojos de Sincro se abren de par en par mirando a su novio, que se encoge de hombros.
-Es la verdad, Ev. No sabes lo mortal que puede ser que seas tan jodidamente perfecto.
-¿Qué lleváis en esas cajas?-pregunta Paige, más tranquila con la llegada del resto de sus compañeros.
-La Señora Summers me contó lo de las hogueras que hacían aquí, y que coincidiría con nuestra llegada-explicó Sincro-. Así que recogí algunas cosas.
-Eso es de Logan-dijo Pellejo, señalando un guante de baseball que asomaba en la caja que llevaba Sangui, y Everett asintió.
-Esta noche se queman las cosas del pasado, para dejar sitio a las del futuro-explicó Sincro-. Con todo lo que hemos tenido encima, no hemos podido... joder, no hemos podido decir adiós.
-¿Y vamos a hacerlo quemando sus cosas?-pregunta Ángelo-. Y una mierda, Ev.
-Ángelo...-masculla Billy, negando con la cabeza, y Pellejo se da cuenta en ese momento de las lágrimas que brillan en los ojos de Everett.
-Joder, mierda-gruñe Pellejo.
-Nos merecemos poder decir adiós-continúa Ev-. Y eso no significa que vayamos a olvidarles. Pero tenemos que poder seguir mirando hacia delante. Fase, Cristal, Re-Forma, Presagio, Termo... De una forma o de otra ya no están con nosotros. Pero no es culpa de Nezhno, ni de Kate... ni de ninguno de ellos. No han venido para ocupar sus sitios.
-Tenemos que ganarnos nuestro propio espacio-dice Michael, y Kate asiente.
Billy le da un beso en la mejilla a Everett, y se adentra en la playa. Se detiene a unos pasos de los demás, sobre la arena, se arrodilla y tras mirar a su alrededor, pone las manos en el suelo y comienza a repetir.
Quehayafuegoquehayafuegoquehayafuegoquehayafuego....
Una hoguera arde frente a él, oscilando entre el azul y el naranja. Los chicos que corrían por la playa encendiendo hogueras se detienen de pronto, fijándose en el fuego que parece arder sin leña y en los extraños chicos que se acercan a la hoguera.
Ángelo coge el viejo guante de baseball de Logan, y lo sostiene en sus manos unos instantes. A su lado, Paige comienza a sollozar, y se apoya en el pecho de Michael.
-Supongo que hay cosas que hay que hacer en un momento o en otro. Adios, tío.
Pellejo arroja el guante al fuego, y observa como las chispas suben en espiral.
Desde la oscuridad, Anole les observa.
Sisea.
Desaparece.
Epílogo.
En la enfermería, Sean Cassidy abre los ojos repentinamente. Sus ojos grises se mueven por la sala, buscando, reconociendo. La puerta se abre y Cecilia Reyes entra corriendo, el electroencefalograma ha recogido un pico de actividad neural.
-¡Señor Cassidy!-exclama ella.
Pero cuando llega junto a Sean, la línea permanece plana, y sus ojos están cerrados, como si nunca se hubieran abierto.
1.- Para el significado completo, ver American Pie.
2.- El que no sepa de qué estamos hablando, no es un friki digno. A leer Patrulla-X.
SECRETARÍA DE LA ACADEMIA.
Pues aquí tenemos a los chicos en el que será su nuevo cuartel general, en un número que sirve un poco para que los que van a dar un paso al frente en cuanto a su protagonismo en la serie se presenten. Ya les habíamos ido viendo en los números anteriores, pues formaron parte de la defensa de la Academia frente al asalto de los Cosechadores. Y es que me gustaría que Generación-X se convirtiera en un título coral, un poco siguiendo el paso que ha marcado Academia-X en el Universo Marvel tradicional, y además uniendo a los protagonistas a algunos personajes humanos, sin poderes... pero no por ello menos héroes. Así, a Júbilo, Pellejo, Vaina, Penitencia y Sincro (que forman el núcleo duro de la vieja Generación-X), se unen viejos enemigos, como Vincente y Otoño y nuevos amigos como Wiccan y Anole, a los que ya hemos visto en la saga de presentación. Y a partir de ahora, tendremos también a Kate Bishop, Michael van Patrick, Nezhno y Quentin Quire, además de, por supuesto, a los jovenzuelos, Genio, Artie y Sangui.
Pero no le cojáis demasiado cariño al entorno, que si todo va bien, en el próximo número nos vamos de viaje...
¡A Asgard!