MarvelTopia
Marvel
 
 
PORTADA
Escucha los muros caer. Huele el azufre que impregna el aire. Contempla a los Señores Infernales dirigiendo sus fuerzas. Siente el choque atronador de demonios en combate. Palpa el miedo de la humanidad.

Porque ha estallado una guerra oscura.

Y, para nuestra desgracia, se esta librando en la Tierra.
 

Guerras Infernales LS

GUERRAS INFERNALES #3
Reino de Oscuridad Guión: José González y Tomás Sendarrubias
Portada: Israel Huertas

-----

El pasado no tan lejano...

Se trata de una maniobra arriesgada. Las habilidades de Extraño no son fiables. En ocasiones, sus hechizos fallan o no se materializan correctamente. Por eso, la joven que ha localizado recientemente y él han viajado en vuelo comercial hasta el aeropuerto más cercano.

Desde allí, el mago manipula su capa de levitación, dándole una consistencia rígida. A modo de alfombra voladora, y volando bajo y discretamente, llegan a Heervenkeen, una localidad de Noruega. Poco antes de la media tarde.

Son recibidos con amabilidad, una taza de café y una conversación informal.

Luego, suben al desván.

Guardada tras el árbol y demás adornos navideños, el dueño de la vivienda, el señor Johansson, saca un objeto envuelto en una sábana vieja.

- Mis chicos andaban por la zona donde te encontramos- explica el hombre a Valkiria.

Retira la sabana y revela la espada antaño orgullosa.

- Estaba clavada en la tierra. La vaina estaba a su lado. En cuanto la vi, pensé en ustedes.

Val mira al hechicero. Este recita un sencillo conjuro. Por el borde de la vaina se aprecia un breve brillo procedente de la hoja.

- Es un objeto místico. A simple vista, parece tratarse de Colmillo de Dragón. Con más tiempo, podría verificar si realmente proviene de Asgard.

- ¿Asgard? ¿No es ese el sitio de donde dice que viene el Vengador del martillo?- pregunta Johansson.

Así es- responde escuetamente Stephen.

Los dos héroes se miran en silencio antes de que Valkiria tome el arma y la desenvaine horizontalmente con ceremonia. Y todos esperan ansiosos.

- Nada- afirma Val con cierta amargura. Como Extraño, esperaba que al portarla, sus recuerdos e identidad volvieran a ella.

- No pierdas la esperanza. No estoy en mis mejores condiciones, pero, tarde o temprano, contactaré con el reino dorado y resolveremos esto. Además, la espada ha aparecido aquí. Yo diría que es revelador.

- Y si soy uno de ellos, doctor. Si soy una diosa...

- ¿Diosa?- se sorprende el propietario.

- ...una doncella de la muerte...

- ¿de la muerte?- de repente el señor Johansson se siente muy incómodo con aquellas personas.

- ¿...por qué no han venido en mi busca?

- No es la primera vez que permaneces en la Tierra.

Extraño sigue hablando con ella, tratando de insuflarle ánimos. Pero las dudas siguen atenazando el corazón de Val. No siente la divinidad en sus venas. No siente la inmortalidad.

No se siente parte de nada.

-----

La fabulosa Asgard.

El gran visir avanza por el salón y se sitúa ante el trono.

- Han localizado la espada, mi señor. Y como ordenasteis, no se ha respondido a las convocaciones del hechicero de Midgard.

- Bien- responde Odín con rotundidad.

- Perdonad mi curiosidad, mi señor. ¿Por qué no acude el reino dorado en ayuda de esta valkiria?

- ¿Estas seguro de que se trata de una de ellas, visir?

-El inmortal medita la respuesta de Odín.

- Si no lo es, ¿por qué enviarle a Colmillo de Dragón?

- Quizás, al igual que mi amado hijo, he adquirido un cariño especial con Midgard- afirma el Dios- Quizás he decidido que nuestra presencia debe volver a notarse gradualmente entre los mortales. O quizás tenga a bien favorecer a esta noble guerrera sin memoria- sonríe brevemente- Mis razones son mías y solo mías.

- Por supuesto, mi señor. Disculpad mi atrevimiento.

- No hay necesidad de tales disculpas. Volved a vuestros quehaceres.

Con una pequeña inclinación, el visir se retira dejando a su señor con gesto torvo y sombríos pensamientos sobre guerras por llegar y la consumación de planes trazados.

Las puertas del salón del trono se cierran.

-----

Limbo.

Se juega mucho. Nada menos que su vida.

Aun así se permite el lujo de observar, mediante sus espejos/pantallas, a los humanos que han sido arrojados al limbo.

Un hilillo de baba escapa entre los dientes de N´Astirh. Sus ojos ansiosos no pierden detalle alguno.

-----

Atado por cadenas incandescentes, la Gárgola se revuelve indefensa. Demonios a su alrededor no paran de reír y se regocijan con su infortunio.

Uno de ellos empuja hacía él un cilindro de unos diez centímetros de largo de piedra cubierto con una escritura desconocida, aplicada con detalle y cuidado. Se la han enviado varias veces y esta vez, el Defensor la coge.

Gárgola se estremece, convulsiona con tal violencia que parece que su columna se va a partir. Su cuerpo se yergue, recupera su forma monstruosa original.

Y dentro de la mente del monstruo, una serie de neuronas se reconectan y una consciencia brilla una vez más.

Sus primeros pensamientos son de confusión. Cuando entiende su situación, la ira inflama su mente.

- Issaaac, Issaaaaac- le llama una voz infantil con cierto tono burlón- Tan cerca de la muerte. Viejo. Achacoooso.

Y la mente de Isaac Christians se llena de desesperación.

- Atrapado en un cuerpo que no es el suyo. Todo por pactar con demonios.

Recuerda al demonio Avarrish y su pacto para solucionar los problemas de Christiansboro, la ciudad construida por su padre.

- Matando tu humanidad.

La imagen de su propio cuerpo para evitar que la esencia de la Gárgola original lo habitase le asalta.

- Germaine.

Aquella prostituta. Una relación denigrante.

- Traicionado por el Hijo de Satán.

Atormentado Por Daimon Hellstrom. Su mente rota. Su cuerpo volviéndose débil, escuálido.

Grita. Y hasta eso le desgarra. Por que no es el grito de Isaac. Es el de una Gárgola.

Y no puede dar salida a su dolor.

Las llamas aumentan de intensidad merced a su tortura.

-----

Desde la perspectiva de Hulk, lleva horas peleando con hordas de demonios. De todos los tipos y tamaños. Aplasta cráneos. Fractura miembros. Hace volar cuerpos a manotazos y patadas.

-----

Academia de Massachussets, Boston.

-Sean... ¿estás seguro de lo que estás haciendo?-pregunta Emma, cruzando los brazos ante el pecho mientras Banshee se termina de ajustar el cuello y los guantes del uniforme. En la televisión, al fondo de la habitación, aparecen imágenes en tiempo real retransmitidas por una cadena local de la ciudad. Eran las cámaras que solían utilizar para hablar del tiempo de la ciudad, señalando diferentes puntos emblemáticos, pero ahora, retransmitían lo que parecía ser el fin del mundo en directo.

Para ellos, como muchas otras cosas anteriormente, todo había empezado con Júbilo. La muchacha había aparecido de pronto en el despacho de Emma, diciendo al mismo tiempo y prácticamente intercalando palabras sobre los dos temas que en la radio estaban diciendo que los demonios estaban atacando el mundo entero, y que Presagio acababa de tener una visión sobre diablos extendiéndose sobre la faz del planeta. Y la vinculación entre los dos temas era tan evidente que ni siquiera a Júbilo le había pasado por alto. Y ahora lo estaban viendo por televisión. Una brecha abierta en el aire en Backbay, docenas de demonios apareciendo de ella mientras un inmenso rosal negro se extendía por todo el entorno, y noticias de que en determinadas zonas de la ciudad, los propios ciudadanos se estaban convirtiendo en demonios. Sean casi se cae de espaldas al ver como uno de los zoom efectuados por las cámaras acercaba a la pantalla una de las rosas negras y un ojo parpadeaba desde el interior de los pétalos.

-Sean...

-Emma, tenemos que hacerlo.

La puerta del despacho se abre, y Cíclope y el Hombre de Hielo entran en el despacho de Emma, ambos ataviados con sus uniformes de campo.

-Los chicos están listos-informa Bobby, mirando a Sean, pero sin poder evitar lanzar una mirada a Emma, que no está obviamente de acuerdo con lo que están haciendo.

-Si queréis que los chicos ayuden, que vayan con Scott a New Jersey y colaboren con los médicos, con el ejército de salvación o con el Templo del Sol si hace falta-gruñe ella, pero Banshee niega con la cabeza.

-Ya lo hemos hablado, y los chicos están de acuerdo. Además, sólo vendrán los que están dispuestos a hacerlo y los que consideramos que además están preparados.

-Si uno sólo de los chicos resulta herido de gravedad... o muere, me lo cobraré en sangre, Sean. Te lo juro por los Infernales-gruñe finalmente Emma, dirigiéndose hacia la puerta del despacho.

-Si en cualquier momento la Academia se ve amenazada...-comienza a decir Bobby, pero Emma le mira de forma tan furiosa que de inmediato el joven guarda silencio.

-Sabremos defendernos, señor Drake. Puede irse usted tranquilamente a salvar el mundo y hacer el héroe...

-¡Basta ya, mujer!-exclama Sean, y Emma se gira hacia él bruscamente.

-¡No, no basta, hombre!-replica ella-. ¡Esto es una escuela, no un ejército! ¡Esto no es West Point! Estamos educando a los chicos para que sobrevivan al mundo, para que sepan dominar sus poderes y puedan acceder a la mejor vida que les sea posible. No estamos preparando una nueva Patrulla-X ni una cantera con la que cubrir las bajas de los muertos en servicio. ¿Es que no os habéis dado cuenta nunca que los primeros en morir siempre son los niños? ¿Qué ya hemos perdido a demasiados? ¿Dónde está Doug Ramsey? Y no me hables de esa... cosa tecnorgánica que se le parece. ¿No fue Illyana la primera en morir por el Virus del Legado? ¿Dónde está Destello? ¿Y mis Infernales? Muertos-afirma, dando un golpe en la puerta-. Todos muertos. Y si esta noche muere uno más de mis niños porque les lleváis a la guerra... os juro que quien estará aquí para recibiros no será Emma Frost, sino la Reina Blanca.

Emma sale finalmente del despacho, y los tres hombres se miran entre sí, atónitos y aturdidos.

-Quizá tenga razón-dice Bobby-. Al fin y al cabo sólo son niños...

-Aunque Emma no quiera entenderlo, no tenemos otra opción-responde Sean-. Ahí fuera está muriendo gente, y los chicos están preparados para ayudar. Nos necesitan.

-Quizá debería quedarme-dice Scott, pero Sean niega con la cabeza.

-No-dice-. Jean está en Nueva York, y tu sitio está con ella. El avión está preparado y el piloto automático te llevará al campamento del ejército en Jersey. En una hora estarás allí.

-Tu sitio está con ella, Slim-interviene Bobby, y Scott suspira-. Y no te preocupes por Emma, ladra más de lo que muerde. No podrías dejar a Rachel en mejores manos.

Unos ligeros golpes suenan en la puerta, y acto seguido esta se abre, apareciendo tras ella Paige, completamente uniformada y con un gesto de seriedad en el rostro.

-Ehmm...-masculla Paige, mirándoles alternativamente, como si no supiera muy bien a quién dirigirse.

-¿Qué ocurre, Paige?-dice Sean, resolviendo las dudas de la muchacha.

-Estamos listos para salir-responde la joven, y Scott no puede evitar detectar en ella cierto aire marcial... incluso militar. Desde luego, muchos de los estudiantes de la Academia ya no son niños, y por un momento, Scott siente un escalofrío al pensar que quizá son los responsables de ello, que están arrebatándole la infancia a esos niños... como Magneto, Mística o Emma habían hecho tiempo atrás... como el propio Xavier había hecho con ellos.

-Vámonos-ordena Banshee, y Cíclope y el Hombre de Hielo asienten.

Emma observa por la ventana como Banshee, Cíclope, el Hombre de Hielo, Júbilo, Vaina, Cámara, Sincro, Pellejo, Fase, Termo y Alice, cruzan la puerta de acceso de la Academia. A Emma le viene a la mente el episodio histórico conocido como la Cruzada de los Niños, y sólo espera que el desenlace de ambos episodios no sea el mismo. Pero ahora no tiene la posibilidad de enfadarse, no puede perder el tiempo así. Tiene un montón de niños a los que defender y proteger.

Cierra los ojos.

"Otoño"-dice, y siente como la antigua Jinete de Apocalipsis trata de escapar del enlace psíquico, pero Emma está preparada, y Otoño no tiene más remedio que escuchar-. "Vincente. Tengo que hablar con vosotros."

-----

Limbo

No recuerda como ha llegado aquí. A este estrecho y caluroso cañón de altas paredes de piedra por donde solo puede pasar un hombre cada vez.

¿Y no llevaba puesto su disfraz?

Un miedo irracional le inunda, casi le domina. Avanza lo más deprisa que puede.

Tiene que salir de este lugar.

La luz que llega desde lo alto se va reduciendo. Algo le dice a Ben Reilly que no alce la vista. Que no mire a las sombras que se ciernen sobre él. Pero no puede evitarlo.

Descendiendo sobre pies y manos, Spiderman baja hacía él.

- Clon- dice con desprecio.

- ¡No!

- Fotocopia- escupe otro Spiderman desde la otra pared.

- ¡No!

- Fraude- acusa otro más.

El camino se estrecha y el numero de hombres araña en descenso aumenta hasta cubrir ambos lados del cañón. Finas hebras de hilo pegajoso bailan fantasmagóricamente en el aire y se adhieren a Ben. Su fuerza proporcional le permite escapar de la tela de araña.

- Impostor.

- ¡No!

La masa de cuerpos es tal que prácticamente impide su avance. Solo la fuerza de sus brazos le permite abrirse paso. Progresivamente, el suelo va hundiéndose bajo él. Hasta que ya no es suelo.

Esta de pie dentro de un nicho tecnológico. Una capsula cilíndrica para desarrollo por clonación.

- ¿Por que otro Peter Parker? ¿Por que tú y no nosotros?- claman los otros hombres araña.

Le empujan hasta que cae de rodillas. Un pedazo de tela cubre su cabeza. Es la mascara roja de la Araña Escarlata.

Más brazos empujan el cuerpo de Ben dentro de la capsula. Su resistencia es feroz pero fútil. La puerta de la capsula se desliza despacio de izquierda a derecha.

- Solo eres ADN robado a otro. Compuestos químicos mezclados en una probeta.

- ¡¡NO!! ¡¡POR EL AMOR DE DIOS, NO!!

- Separa los componentes que lo forman y se revela la verdad. QUE NO ES UN HOMBRE.

- ¡¡¡NOOOO...!!!

Los demonios, y no los numerosos Spiderman que ve Reilly, se arremolinan en torno a él y gozan y ríen ante su angustia.

Las llamas aumentan de intensidad merced a su tortura.

-----

Centro de refugiados, Jersey City.

Con un reniego, y aguantándose las ganas de dar un puñetazo a alguien, la doctora Cecilia Reyes dio un tirón de la sábana y cubrió el rostro de la recién fallecida, una mujer a la que habían atendido por shock múltiple después de ser arrollada por un criatura demoníaca que había aplastado sus piernas y buena parte de su abdomen. No había tiempo de enviarla al hospital, así que la doctora Reyes había tomado la decisión de atenderla en el propio campamento, pero había sido inútil.

Y esa misma noche, desde que la locura empezara, eran más de cuarenta las personas que habían muerto en el propio hospital de campaña. No estaba siendo una buena noche.

Para Cecilia Reyes todo había empezado mientras escuchaba en la radio uno de sus programas favoritos mientras cumplía su turno de guardia en las urgencias del hospital Irvington, un programa de una radio local de Nueva York que se escuchaba también en algunos puntos de Jersey, Más Allá del Crepúsculo, y allí, lo oyentes habían comenzado a contar la locura en la que se estaba convirtiendo Manhattan. Después habían venido las llamadas de teléfono, las extrañas noticias en televisión, radio e Internet, la luz en el cielo sobre Manhattan, y luego, el ver como el agente de seguridad del hospital había tenido que abatir a balazos a uno de los residentes de primer año, convertido en una criatura carnívora de afilados dientes y garras supurantes.

Cuando pidieron voluntarios para un hospital de campaña donde tratar a los refugiados que conseguían escapar de la barrera que rodeaba Nueva York, Cecilia prácticamente fue la primera en presentarse. Había crecido en Chicago, en un barrio marcado por la guerra de bandas, y había trabajado durante ocho años en urgencias hospitalarias. Desde su punto de vista, aún no lo había visto todo, pero estaba realmente cerca. Y no tenía familia de la que preocuparse, el único amor de Cecilia había sido y sería su profesión.

Sin embargo, no esperaba lo que se iba a encontrar allí. En cuanto llegó, una de las imágenes de Lo Que El Viento Se Llevó acudió a su mente de inmediato, la escena en la que una confusa Scarlett recorría una explanada con centenares de heridos en una de las batallas de la guerra. Aquello no era Jersey, era una zona de guerra.

-Celador-dice, dirigiéndose a un muchacho vestido de blanco que pasa cerca de ella, con algunas manchas de sangre salpicando su uniforme-. Esta paciente ha fallecido.

-La llevaré a las cámaras-responde-. ¿Tiene alguna identificación?

Cecilia niega con la cabeza, tirando a un contenedor médico los guantes y la mascarilla que había usado. Aquella noche, casi todo el mundo era Juan Nadie. El celador asiente, como si esperase la respuesta, y sin más, comienza a empujar la camilla hacia el lugar donde han dispuesto unas enormes cajas frigoríficas cedidas por el ejército en las que poder conservar los cadáveres hasta que la situación permitiera su identificación. Cecilia se dirige hacia uno de los cubículos destinados a que los médicos descansen, coge una botella de agua de una nevera portátil y se la bebe de un trago, haciendo un gesto de asco justo al final. Todo sabe a cenizas. Agotada, Cecilia se sienta en una de las sillas, y cierra los ojos un momento.

-Doctora Reyes...

La voz de la mujer saca a Cecilia de su sopor. Sorprendida y asustada, abre los ojos, y sólo en ese momento es consciente de haberse quedado dormida. Frente a ella, hay una mujer de unos veintiséis o veintisiete años, vestida de enfermera, con el cabello negro, la piel morena y unos atractivos y exóticos rasgos en los que destacaban unos ojos negros almendrados.

-Joder...-masculla Cecilia, incorporándose-. Me he debido quedar dormida... ¿Cuánto tiempo...?

-Solo unos minutos-responde la enfermera-. Entré aquí hace un cuarto de hora y no había nadie.

-Será mejor que vuelva al trabajo...-masculla Cecilia, y la enfermera se encoge de hombros.

-Quizá debería descansar un rato antes-sugiere la enfermera-. Bueno, quizá todo el mundo debiera descansar algo.

-Creo que eso no ocurrirá esta noche-replica Cecilia, abriendo una nueva botella de agua y bebiendo un sorbo-. Sólo espero que el mundo no se vaya así a la mierda en mi turno de guardia. ¿Cómo se llama, enfermera?

-Annie. Annie Ghazikhanian.

-¿Ruso?

-Armenio-responde Annie-. Mi madre siempre dijo que mi padre debería haberlo cambiado por algo más... americano, pero mi padre se resistió, así que nos dejó ese legado, que casi parece un trabalenguas.

-Un apellido muy sonoro, muy particular-sonríe Cecilia, estirando los brazos para estirar la columna-. En fin, yo vuelvo al trabajo. Aproveche y descanse, Annie.

-No, vuelvo fuera. Sólo venía a beber un poco de agua...

Un crujido en el exterior interrumpe la conversación entre Cecilia y Annie, y las dos mujeres se miran sorprendidas por un instante, antes de salir a toda carrera de la sala de descanso. Lo primero que sorprende a Cecilia es la presencia entre los refugiados de al menos dos docenas de miembros del ejército y un mínimo de tres agentes de SHIELD, todos ellos armados y movilizando a los refugiados.

-¿Qué está pasando?-pregunta Cecilia a Víctor Armstrong, el hombre que cumplía las funciones de director en aquel hospital de campaña.

-Los demonios vienen hacia aquí. Van a tratar de desalojar el campamento y...

Un grito desgarrado barre la carpa, y la tela se rasga cuando un demonio alado, una especie de gárgola cubierta de escamas rojizas se abalanza sobre los refugiados, desgarrando el cuello de un hombre que se había roto un tobillo antes de que los disparos de dos de los agentes de SHIELD lo reduzcan a cenizas.

-¡No!-grita Cecilia, corriendo para salir al exterior del recinto, seguida por Annie. La doctora Reyes se queda clavada ante la puerta del hospital de campaña, atónita al ver el movimiento de los miembros del ejército, liderados por el general Ross, preparándose para proteger a los refugiados y los heridos mientras se conseguía la evacuación. Pero más allá de la línea del ejército se podía ver, como si un alud de tierra se acercase a ellos, la inmensa masa de los demonios dispuestos a aniquilar a cada uno de los que allí se refugiaban.

Iban a morir todos.

Los iban a barrer.

A su lado, vio que Annie se llevaba la mano a un medallón que colgaba de su cuello, con una fotografía grabada al aguafuerte. Un niño de unos seis años, probablemente su hijo.

Amargas lágrimas de impotencia brotaron de los ojos de Cecilia, que aún así, sabía lo que tenía que hacer.

Cecilia Reyes lanza un grito, un grito que brota desde lo más profundo de su alma, y la energía chisporrotea a su alrededor cuando un enorme campo de energía rodea el campamento. Annie contempla anonadada a Cecilia, que se ha desplomado de rodillas en el suelo, con los ojos abiertos de par en par resplandeciendo con una luz ambarina, del mismo tono del campo de energía que rodea el campamento y a los militares. El general Ross mira a su alrededor como si no comprendiera lo que había pasado, mientras la primera oleada de demonios se estrella contra el muro energético de Cecilia. Una mujer de cabello corto con una chapa en la solapa que la identificaba como la Teniente María Hill, corre hacia ellas. Cecilia es consciente de que le pregunta algo, pero no puede contestar. No puede desperdiciar ni una mínima parte de su energía.

Lo único que puede hacer es rezar para que Dios le de aguante suficiente para mantener ese campo de fuerza y evitar que los demonios acaben con todos ellos.

-----

Limbo.

Su descenso se le antoja lento mientras caen hacia las profundidades.

Bolsas de plástico, escombros de construcción, neumáticos, restos en descomposición, diversos venenos para la vida marina.

Asciende con rabia en su pecho. Un vertido de petróleo flota en la superficie.

El hijo vengador surge del agua con impulso semejante al de una ballena.

El vuelo de Namor acaba en la cubierta de un petrolero medio escorado; oxidado más allá del descuido.

Una vez más, los respiradores de aire y sus contaminantes. Los que arrojan las montañas de basura visten sucios monos y su piel tiene un tono gris. Su cabello esta sucio y precisan de un afeitado.

Pero son sus expresiones faciales las que aumentan la furia de Namor. Esa mezcla de burla y desprecio con restos de ignorancia.

- ¡¿No tiene fin vuestra soberbia?!

El final de la frase muere en su garganta. Solo ahora, es consciente de las aguas a su alrededor. Oscuras y sucias hasta donde se pierde la vista.

Su corazón se encoge.

El ruido de varios navíos emergiendo llama su atención. Reconocería su diseño en cualquier lugar. Al igual que los símbolos en sus cascos.

Atlantes.

Tropas submarinas, mirando al mundo a través de escafandras llenas de bendita vida en forma de agua, suben a cubierta y toman posiciones.

- ¡No les matéis!- grita Namor- Aunque lo merecen por su crimen.

Los atlantes no obedecen pero tampoco someten a los humanos que continúan su labor. En lugar de eso, forman dos filas que dan paso a Lord Vashti, antaño consejero de Namor y líder del Consejo de Ancianos, con rostro serio.

- Vashti- murmura Namor al verlo llegar. Desde la distancia siente el olor que le acompaña. Podredumbre.

El dedo acusador del Homo Mermanus señala al ex-Vengador y Defensor.

- Una y otra vez ha quedado demostrada vuestra incapacidad para gobernar Atlantis, mi señor- Namor acusa el golpe- Ni de los mares que nos sustentan.

El hombre submarino permanece inmóvil. Su corazón se desgarra.

La porquería del mar se levanta junto a las aguas y el dios del Mar se muestra en toda su gloria. Un gigante de diez metros.

Nunca ha sido un hombre especialmente creyente, pero el golpe del brazo de Neptuno que le arroja de cubierta duele como la expulsión del paraíso. Como la bofetada de un padre desilusionado.

Su corazón sangra.

Se hunde entre la basura. Cortinas de burbujas ascienden desde el fondo. Cuando lo alcanza, La oscuridad desafía sus ojos, acostumbrados a la prácticamente nula existencia de luz a tales profundidades. Extrañamente, las aguas resultan cálidas en lugar de heladas.

Un banco de peces bioluminiscentes girando a su alrededor dispersa levemente las tinieblas. Entre esas tinieblas Namor percibe una figura.

- ¡Se que no he sido el mejor gobernante para mi pueblo! ¡Pero el hijo vengador no será tratado con semejante desprecio! ¡Ven, dios o atlante!

- Ni el mejor para tu pueblo; ni para tus seres queridos- afirma la voz femenina que reconoce antes de que la mujer entre en el círculo de peces.

- Marrina- los labios de Namor tiemblan al pronunciar su nombre.

No puede evitarlo. Lagrimas saladas se mezclan con aguas saladas.

Su corazón se retuerce.

- Diste el golpe que acabó con mi vida...

- No Marrina, no...

- ...ero no podía irme sin mis queridos hijos.

Sombras veloces van atrapando los peces. La luz va disminuyendo. La temperatura del agua se acerca a la ebullición.

- Mira a tus niños, Namor. Mira como devoran tus océanos. Mira como reclaman su herencia.

- ¡NO! ¡NO! ¡MIS HIJOS NO!

El agua hierve. La luz se desvanece. Su débil intensidad aun le permite ver como su brazo izquierdo es sujetado por Leonard McKenzie, su padre humano, su cuerpo hinchado cubierto por algas y putrefacto como el de un ahogado.

- Ni humano- le dice.

- Ni atlante.

La voz es de la de su madre, Fen, que se aferra a sus piernas.

Su corazón arde y escupe ácido.

El cuerpo de Namor se retuerce en un lago de fuego. Demonios arrojan almas al lago para mantenerlo vivo.

Las llamas aumentan de intensidad merced a su tortura.

-----

Pelea sobre una montículo de cuerpos. Mire a donde mire Hulk, el horizonte esta plagado de demonios. Atacan con dientes y garras. Lanzas y flechas. Fuego y carne. Por tierra y aire.

La ira ha dado paso a la desesperación y de nuevo a la ira.

¿Cuántos días lleva luchando? ¿Qué ha sido de los Defensores? ¿Cual ha sido el destino de la Tierra?

-----

Afueras de Citrusville, Florida.

-¿Muerte?-masculla Jennifer Kale, mirando a Wong como si este se hubiera vuelto completamente loco y se hubiera presentado delante de ella vestido de payaso y recitando a Shakespeare al revés. De hecho, eso hubiera sido infinitamente más entretenido y tranquilizador que saber que el Doctor Extraño había previsto una alianza con el Doctor Muerte-. ¿El mismo Doctor Muerte que cada dos días quiere pasar por la picadora a los Cuatro Fantásticos? ¿El mismo Doctor Muerte que tiene tan acojonada a la ONU que ni siquiera se habla de derechos humanos cuando el embajador de Latveria está presente? ¿Ese Muerte? No sabía que el curso de Doctores les había unido tanto...

-Jennifer, entiendo tus reticencias, y no eres la única que las ha planteado-responde Wong, haciendo un gesto a la Meiga, que parecía dispuesta de nuevo a reprender a la muchacha-; aunque reconozco que ninguno de forma tan vehemente. Pero esta vez no se trata de luchar por una tierra o por influencia sobre la Tierra. Esta vez luchamos por la supervivencia de todo lo que conocemos, y Muerte es un hechicero, como poco, destacable. Además de un genial estratega, y aunque algunos no lo creáis, un hombre de honor.

-Si estuviera buscando novio me habrías convencido-replica Jenny, negando con la cabeza-. Pero es que trabajar con Muerte me generaría cierta desconfianza, no sabría si la ostia me iba a venir de los enemigos o de los aliados.

-Esta es una situación excepcional, petite-interviene el Hermano Vudú, mientras Shaman esconde una sonrisa. La impetuosidad de Jennifer le recuerda desde luego a la de su propia hija-. De las que requieren de extraños compañeros de cama.

-Bueno, el expreso para Latveria va a partir...-masculla Illyanna, encogiéndose de hombros-. Próxima parada, el castillo de Irás y No Volverás...

Illyanna alza la mano para invocar uno de sus discos teleportadores, pero en ese momento, la joven se queda paralizada, con los ojos clavados en el pantano y en lo que ha aparecido entre los árboles y sobre las aguas cenagosas.

-N´Astirh...-masculla la joven, sintiendo que la sangre se le hiela en las venas, reconociendo al demonio que ha aparecido frente a ellos, violando los sellos de protección establecidos alrededor del campamento. Allí estaba, erguido en toda su siniestra majestuosidad, con las alas cartilaginosas replegadas tras la espalda, una imagen espectral que parecía surgida del más oscuro pasado de Illyanna. Y en ese momento, los demonios cayeron sobre ellos.

Docenas de alas batieron al mismo tiempo, mientras aquellas criaturas, mezcla de murciélago e insecto, armados con afiladas garras supurantes, se lanzaban sobre los magos. N´Astirh tenía razón. Les había prometido carne de mago, y allí estaban, bajo ellos, tiernos y rebosantes de energías mágicas. "Barreras de protección", había mascullado Kaydal, uno de los líderes de la Legión de Ébano del Limbo, pero N´Astirh se había limitado a sonreír. "En el Limbo, el tiempo y el espacio no existen. Podemos acecharles desde antes de que dispongan esas barreras, o podemos aparecer directamente tras ella, da igual. Son nuestros.". Sólo había una excepción. "Haced lo que queráis con ellos... pero la Niña Oscura es mía".

Quizá porque no tiene carne mortal o nervios de los que esperar respuesta, Dakhim es el primero en reaccionar, y su magia atlante brota de él como un torrente, alzándose como energía pura hacia el cielo. Varios de los demonios que les atacan quedan reducidos a cenizas casi de forma inmediata, dando tiempo al resto de los magos a reaccionar y preparar sus hechizos.

-¡Forja!-grita Wong, y Jennifer mira hacia el cheyenne, que acaba de hacer su aparición de entre los árboles, y mira a su alrededor aturdido. Por su aspecto, debe de venir de revisar los sistemas de seguridad de los magos... y todos deben haberse escacharrado al mismo tiempo.

-¡Se suponía que estábamos seguros aquí, indio!-gruñe la Meiga, mientras de sus manos brotan espinas de hielo que vuelan para clavarse en el pecho de dos demonios, que apenas tienen tiempo de lanzar un quejido antes de que las espinas estallen en llamas, acabando con ellos.

-¡Los sellos eran seguros!-interviene Wong, deteniendo el vómito ardiente de una de las criaturas insectoides recurriendo al Escudo del Serafín-. Esto no debería estar pasando.

-Las alarmas físicas tampoco han funcionado-masculla Forja, apuntando a uno de los demonios con un láser de alta intensidad.

-Es una horda-masculla Shaman, hundiendo la mano en su bolsa mística mientras observa como el Hermano Vudú, invocando al dios haitiano Damballah hunde un cuchillo de hueso en el cuello de una de las criaturas y detiene con un gesto el ataque de otro.

-Y ni siquiera me habéis dado tiempo a poder decir "me borro"-dice Jennifer, dibujando en el aire un viejo signo atlante de protección con la mano izquierda mientras con la derecha traza el sello del relámpago. Un estallido de luz que brota de sus dedos y barre a media docena de demonios indica que todo ha salido bien.

Un sonido vibrante recorre el aire cuando Magical Girl comienza a invocar sus poderes, protegida tras los escudos de Topaz, pero uno de los demonios arroja contra ellas una lanza empenachada de plumas de oscuros colores que atraviesa las protecciones de Topaz y se hunde en su hombro. El quejido sordo de la muchacha rompe la concentración de Magical Girl, que abre los ojos, aterrorizada al ver como un demonio semejante a una serpiente de unos quince metros de longitud envuelve a Topaz y se acerca veloz hacia ella, abriendo una enorme boca distendida de supurantes colmillos. El miedo la atenaza y la impide pensar.

-Samedi, prenez le serpent dans les entrailles de la terre, et tourner sur lui-même jusqu´à la fin de jours...

Como si el suelo se hubiera licuado bajo ella, Magical Girl y Topaz observan como de pronto, la serpiente se ve absorbida por el barro y el limo que tiene debajo, como si extrañas manos hechas de cieno la envolvieran y tirasen de ella hacia las profundidades, mientras el Hermano Vudú, con uno de los brazos aún chorreando sangre por un profundo corte, aparece junto a ellas, amenazando a los demonios que se acercan con su cuchillo de hueso.

-Estás herido-masculla Magical Girl, pero Jericho niega con la cabeza.

-Hay hechizos que tienen un precio de sangre-dice-. Y esta noche tendré que derramar mucha más. Encárgate de ella-ordena, mientras vuelve a la batalla.

Dos árboles crujen sonoramente mientras grietas purulentas se abren en sus cortezas y se inclinan hacia la Meiga y Wong, alzando sus raíces contra ellos, como látigos de madera.

-Era mucho pedir que no usaran magia-dice ella, convocando con un gesto un cayado con el que se defiende de los latigazos lanzados por el árbol. Cada raíz que toca el báculo de la hechicera arde, pero otra brota enseguida para ocupar su lugar, como las cabezas de una hidra.

-Son demasiados-protesta Shaman, que ha decidido prescindir de hechizos menores y ha vuelto directamente su bolsa hacia un grupo de demonios, que de inmediato es capturado por la gravedad del objeto mágico y son catapultados a la dimensión mágica de la que el sarcee obtiene su poder. Un árbol cruje tras él, y de inmediato, Michael Twoyoungmen se considera hombre muerto. Pero cuando se gira, con la bolsa en la mano, no se encuentra con un árbol dispuesto a convertirle en pasta de papel, sino con una silueta humanoide de unos dos metros de altura, cubierta de légamo y ramas extrañamente vivas. Shaman está a punto de, instintivamente, alzar de nuevo su bolsa como arma, pero Jennifer le derriba saltando sobre él, cayendo los dos al suelo cenagoso.

-Jennifer, ¿qué...?

-¡Estate quieto!-ordena ella-. ¡Es de los nuestros!

La criatura mira a su alrededor con unos ojos extraños, acuosos en mitad de la hojarasca que parece formar su rostro, y según avanza su mirada, las plantas, las aguas y el propio suelo parecen volverse contra los demonios. Una telaraña de lianas y ramas les enreda, liberando a los magos del acoso que estaban sufriendo, como si una araña hubiera tendido una red para atrapar un enjambre de moscas. Magical Girl mira a la criatura horrorizada, y está a punto de gritar cuando nota la mano de Wong tras ella, apoyándose en su hombro.

-Tranquila-susurra-. Por lo que más quieras, tranquila.

La criatura observa a los demonios, y en ese momento, Magical Girl, anonadada, se da cuenta de que las lianas que han atrapado a los demonios, brotan directamente desde la propia silueta vegetal, y se extienden por todo el pantano, al menos, todo lo que ella puede ver. Está a punto de hacer un comentario cuando con un chasquido, las lianas empiezan a arder, y con ellas, los demonios. Magical Girl no puede evitar gritar, pero Wong la abraza, susurrando, mientras las criaturas se sacuden y tratan de escapar, aunque es imposible, y tras unos instantes, de ellos no quedan más que cenizas.

-Ted...-masculla Jennifer, acercándose al Hombre-Cosa, que la mira con cierto reconocimiento-. Muchas gracias, Ted...

-Este es uno de los motivos principales por los que decidimos reunirnos aquí-dice Wong a Magical Girl y al resto de sus compañeros, reunidos en torno a la herida Topaz. La Meiga se arrodilla junto a ella, y mezclando las hierbas de sus saquillos con agua y barro del suelo, crea un emplasto que pone sobre el hombro herido de la muchacha, que de inmediato nota alivio en la ardiente llaga.

-No hubiera estado mal que hubiera llegado un poco antes-dice la Meiga-. Por suerte, sólo hay una herida y no hemos tenido bajas...

-Un momento-interviene Forja, mirando a su alrededor-. ¿Dónde está Illyanna?

-----

Limbo.

Su habitación. En Minsk. Como cuando era pequeña.

Acostada en su cama. El muelle de siempre clavándose en su costado. Las Matrioškas ordenadas de menor a mayor exhiben sus trajes tradicionales pintados sobre su madera. La mancha de humedad bajo el marco de la ventana.

La puerta se abre dando paso a Nikolai, su hermano.

- Corre, hermanita- le dice con voz infantil pese a su aspecto adulto- No te vas a creer quien a venido.

Laynia se pone la vieja bata que tanto le gustaba y baja confusa al piso de abajo. Todo esta como lo recuerda pero no se siente cómoda. Hay algo que no encaja.

La chimenea es un ejemplo. Oye ruidos de algo que se mueve en su interior. ¿Un pájaro? ¿Ratones?

- ¿Nikolai?

- Aquí fuera- le llama él.

Excitada, la joven mujer sale de la casa. Y se queda de piedra.

Todos están muertos. Su hermano, su madre, sus vecinos, la perra del Sr. Piotr, las palomas del Sr. Mikhail.

Un brillo verde lo baña todo procedente del hombre, vestido con una armadura dorada de cuerpo entero y sobre un asiento flotante, que le dio la vida.

La Presencia. Antaño Sergei Krylov.

El miedo sobrecoge a Estrella Oscura y la paraliza.

- Y aquí esta la pequeña Laynia.

Su cuerpo emite más radiación de lo normal en él. Tanta que lo ha matado todo y a todos. Y él es su padre.

Laynia hecha a correr. Con todas sus fuerzas. Huir. Huir de su padre. Corre por las calles mortalmente silenciosas de Minsk.

Pero no le puede dejar atrás. La Presencia puede localizar sus ondas cerebrales y siempre la localiza.

Hasta que se cansa de perseguirla. Su telepatía controla la mente de la mutante y Laynia se detiene de golpe. Él llega hasta ella despacio, abre sus brazos. La radiación golpea como gotas de lluvia en su piel.

Se funden en un abrazo. Una lágrima resbala por la mejilla de Estrella Oscura.

Las llamas aumentan de intensidad merced a su tortura.

Su habitación. En Minsk. Como cuando era pequeña.

Acostada en su cama. El muelle de siempre clavándose en su costado. Las Matrioškas ordenadas de menor a mayor exhiben sus trajes tradicionales pintados sobre su madera. La mancha de humedad bajo el marco de la ventana.

La puerta se abre dando paso a Nikolai, su hermano.

- Corre, hermanita- le dice con voz infantil pese a su aspecto adulto- No te vas a creer quien a venido.

Laynia se pone la vieja bata que tanto le gustaba y baja confusa al piso de abajo. Todo esta como lo recuerda pero no se siente cómoda. Hay algo que no encaja.

Y no encaja. Y no encaja. Y no encaja. Y no encaja....

-----

Centro Militar Fernando Alfonso Collor de Mello,

Brasilia.

La selva se había vuelto loca.

El general Roberto Alvés no es capaz de apartar la mirada de los monitores que rodean la base militar y diferentes puntos de la ciudad, y no puede asimilar lo que está viendo.

Demonios.

Demonios por todas partes, recorren las calles de Brasilia y entran y salen de casas, comercios, colegios y hospitales, con los colmillos y las garras manchados de sangre. Alvés había pedido ayuda a otras bases del ejército, pero Brasil era en aquellos momentos el coliseo de los locos, como si la Amazonía, tras décadas de abusos, hubiera decidido vengarse de sus opresores. Las vías terrestres estaban cortadas, y las líneas aéreas habían sido interrumpidas después de que un avión de pasajeros que volaba desde La Paz a Río se estrellara en la cuenca amazónica por culpa de, según los informes, enormes bandadas de murciélagos que volaban sobre la selva a alturas imposibles. Los equipos de rescate ni siquiera habían podido llegar al lugar donde los radares indicaban que había caído el avión.

Hace unos minutos, Alvés se había planteado la posibilidad de ordenar a sus hombres salir a las calles a ayudar a la más que superada policía a intentar mantener el orden y hacer frente a esas cosas demoníacas que se habían hecho las dueñas de las calles de la ciudad. Pero de eso, hace ya minutos. El mismo tiempo que hace que un pensamiento coherente no pasa por la mente de Roberto Alvés. Un hilo de baba resbala por su mentón mientras sus ojos bailan incoherentes de una pantalla a la otra.

Tras él, el doctor Mann le apunta a la nuca con el rifle de fuego infernal que otrora fuera propiedad de Johnny Blaze, y hace amago de disparar, haciendo el ruido de un disparo con la boca. Sonríe y él mismo pasea su mirada de una pantalla a otra, descubriendo hermosos y caóticos matices en cada una de las imágenes.

-Esta locura te va a encantar, padre-susurra Mann, y siente en su pecho el latido horrísono de la criatura que lleva adherida a él. Su mirada baja y se recrea en la imagen del oscuro embrión que recogió de las cenizas de Mefisto, y que desde entonces lleva pegado a su piel, unido a él, como un horrendo tumor que se alimenta de su propia sangre, surcado de numerosas venas de icor oscuro y canceroso, y en todo momento palpitante-. Creo que con tiempo, sólo esta locura provocada por mi hermano te hubiera dado la energía para volver, padre. Bueno, todos sabemos cómo es la humanidad. Aunque Corazón Oscuro no hubiera lanzado el primer golpe de esta guerra entre los infiernos, la maldad intrínseca del hombre es tal que antes o después hubieras recuperado tus fuerzas... Pero siento la oscuridad que ansías provocar, padre. Sé que no tienes paciencia. Que no estás dispuesto a esperar.

Mann introduce una de sus manos en el bolsillo de su bata blanca, y echa un ojo a su espalda, donde en el aire oscila un portal abierto al reino del Ocaso. Veinte centímetros de afilado acero emergen, empuñados por su mano, y con un solo y certero movimiento, da un corte entre las vértebras cervicales de Alvés, cortando hueso y conexiones nerviosas. El cuerpo del general comienza a sufrir estertores, pero Mann lo arroja al suelo de un empujón, ocupando su lugar ante la consola principal de la base militar. Sabe que fuera, el resto de los hombres de la base estarán devorándose a sí mismos, un efecto secundario de su presencia allí. Daños colaterales.

Mira los indicadores y sonríe. Alvés lo ha dejado todo preparado, como era su misión. Sólo quedaba apretar el botón.

Apretar el botón.

El mundo había estado tanto tiempo aterrorizado por esa frase que a Mann le resultaba casi irónica esa situación. En ese momento, el destino del mundo podía pender de ese botón. Y con una ligereza casi insultante, Mann pulsó el botón.

-----

Limbo

Sus compañeros están muertos o heridos.

Solo queda Jack Norris, agente de SHIELD y el hombre que corre delante de él.

Es Roma. En otoño.

Todo ha salido mal. La información que recibieron era incompleta.

El resultado dejaba un baño de sangre y un virus letal en manos de un fanático extremista.

Le persigue entre coche en marcha y gente en las calles. Tanta que le retrasa. Pero Jack cuenta con una baza que desconoce que no debería tener. De repente ya no es un agente, es Halcón Nocturno. Y remonta el vuelo.

En el receptor que lleva en el oído derecho sorpresa y nervios.

- ¡Eco tres se eleva en el aire!

- Repita, Ojo Uno- Jack reconoce la voz de Dugan.

- Eco tres usa algún tipo de arnés volador.

- ¿Y de donde lo ha sacado?

- Ni idea, Control.

- Control a Eco tres. ¿Qué coño pasa?

- Continúo la persecución del paquete.

- ¿Pero cómo?

Halcón Nocturno lo ignora. Al igual que ignora por cual ventana debe irrumpir en la guardería situada en un tercer piso.

Pero su anticipación resulta inútil. El hombre ya tiene al niño y le inyecta el compuesto. Jack toma el subfusil que cuelga sobre su vientre y le cose a tiros. Mientras el cuerpo cae, sujeta al niño y lo atrae hacía si.

- ¡Ha pinchado a un crío!- grita al micro junto a su boca.

- Esa cosa muta en dos minutos en un cuerpo humano, Eco tres- de nuevo la voz de Dugan- Se convertirá en el paciente cero. Matará a medio Italia- un instante de silencio- Haga lo que debe, agente.

Jack aprieta los labios. Aparta al crío. Apunta a su cabeza.

- Control, tiene que haber algu...

- ¡No hay solución, ni tiempo, Eco tres! ¡Es una putada pero no hay otra!

- ¡No me jodas, Control! ¡Es un crío, mierda!

- ¡Eco tres, estas jugando con la vida de millones! ¡Dispara!

Las cuidadoras gritan. Los otros niños lloran. El paciente cero tiembla de miedo. Sus ojos, que progresivamente se van volviendo rojo sangre, se clavan en el rostro de Halcón Nocturno y el cañón que le apunta.

- ¡Eco tres, Escucha!- la voz de Nick Furia suena en su oído- ¡Te ordenó que dispares ahora!

- Señor...

- Lo siento, chico. Te ha tocado a ti. Muchas vidas sobre tus hombros. Cierra los ojos y dispara.

Halcón Nocturno susurra una plegaria. Y obedece.

La sangre salpica la pared. El cuerpo del infante tirado como un muñeco roto. Su pelo rubio teñido de rojo. Y Jack se hunde en un pozo.

Así fue como ocurrió. Pero, esta vez, continúa.

Nuevos gritos de mujeres. Pasa a la habitación contigua. Niños y niñas de ojos sangrantes lloran asustados.

- ¡Oh, Dios! ¡Se extiende!

- ¡Dos minutos, Eco tres!

- No... no puedo...

- ¡Mátalos, Norris! ¡O Roma volverá a arder! ¡Mátalos, joder!

Halcón comienza a disparar. Los cuerpos caen agujereados. Por las dos puertas de la estancia llegan más infantes. Jack llora mientras recarga. Los niños comienzan a entrar por las ventanas. Caen del techo. Jack apunta y dispara.

Una país mañana o pequeños inocentes ahora.

Ya no precisa recargar pero no se da cuenta. Grita de ira y frustración. Las cabezas revientan. Los cuerpos se amontonan. El flujo no cesa. La carnicería no acaba.

Las llamas aumentan de intensidad merced a su tortura.

-----

N´Astirh observa como el montículo se ha convertido en montaña. Los supuestos ejércitos que ha creado mediante hechizos suponen un gran consumo de magia oscura. Pero considera bien empleado el gasto. Hay algo en este mortal, Hulk, que merece el esfuerzo si alcanza su objetivo final.

-----

Avenida Ibirapuera,

Sao Paulo, Brasil.

Ser policía en la ciudad más poblada del mundo no era fácil. Cuando además de ser la ciudad más poblada del mundo era una de las más pobres, los problemas se acrecentaban. Y trabajar en esa ciudad, y además en el turno de noche, era prácticamente un suicidio.

Parte de los pensamientos de Héctor Arouza van por esos caminos mientras gira el coche hacia la Avenida del Consejero Rodrígues Alvés, y echa un ojo a su entorno. A su lado, su compañero estaba dormido, completamente dormido, con la cabeza apoyada en el respaldo de su asiento. El descaro de Bruno era tal que le hacía un personaje encantador, pero en aquellos momentos, Héctor se sentía completamente estúpido.

Mira las aceras de las calles, y agradece a Dios que la mayor parte de la población de Sao Paulo (y eso era mucho) hubiera hecho caso de las instrucciones de la policía y se hubieran quedado en sus casas, y Héctor casi se los podía imaginar, sentados ante las televisiones familiares, viendo las noticias de cómo el mundo se iba a la mierda.

Demonios... Héctor no podía creérselo. Noticias de demonios en medio mundo, como si todos se hubieran vuelto locos. Quizá dos o tres días después alguien decidiera que se trataba de un caso de histeria colectiva, pero de momento, las noticias estaban ahí. Lo increíble era que con aquella locura global, Sao Paulo no hubiera ya reventado. Pero allí no había habido demonios... al menos de momento, y Héctor rezaba porque la situación continuase así.

Héctor Arouza no ve el misil que sobrevuela la ciudad y comienza a caer. De hecho, nunca llega a ver el impacto, a cinco kilómetros al norte de donde él se encuentra, un inmenso árbol de fuego que aparece en el horizonte, y unos segundo después, el mundo deja de existir para él y para otros diecinueve millones de personas.

-----

Limbo.

Los demonios contemplan desde prudente distancia a la Valquiria. Sujeta por cadenas candentes que abrazan su piel. Colmillo de Dragón yace envainada a un lado.

Ante ella, las criaturas degüellan a Aragorn, el que fura su montura alada. Abren su vientre y arrancan sus órganos.

Ella reconoce al animal de fotos y videos pero no tiene ningún vínculo verdadero con él.

La marcan con hierros al rojo. Resiste el dolor sin un grito, desafiándoles con la mirada.

Envalentonados, le escupen a la cara. Saliva acida que le quema el rostro.

No cederá. No puede. No debe.

No cree que sea la verdadera Valkiria pero si se siente una Defensora. Es lo único que tiene.

Escapará. Encontrará a los demás. Regresaran a la Tierra. Los señores infernales no llevaran su conflicto al mundo.

Luz brillante como una estrella anuncia la aparición del portal. Aparecen una tras otra desde el fulgor. Blancos caballos alados. Expresiones de rabia. Espadas y hachas en manos. Portadoras de muerte.

Como una ola rompiendo, las Valkirias descuartizan a los demonios a lomos de sus caballos.

Ella no puede creérselo. Si están aquí, rescatándola, entonces...

Las cadenas caen. La alegría vuelve al rostro de Val. Pero sus libertadoras se mantienen serias. Una de ellas desenrolla un pergamino y lee:

- "Por voluntad de nuestro señor Odín, gobernante de Asgard, procedemos a retiraros la identidad que usurpáis. Si persistís en mantener dicha identidad, nos, las Valkirias, tenemos ordenes de entregaros a Hela para que os pudráis en su reino. ¡HEMOS HABLADO!"

- Pero... ¿que pasa conmigo? ¿Quién soy?

- No nos incumbe, mortal.

Varias manos fuertes tiran de piel, cabellos y ropa. Todo es arrancado como si de papel se tratase. Debajo solo queda una figura femenina sin rostro. Blanca como una vela. Derritiéndose muy lentamente. Porque sin identidad, sin sentido del yo, solo queda la dolorosa angustia.

Las llamas aumentan de intensidad merced a su tortura.

-----

Rueda por la pendiente luchando. Su descenso derriba a decenas de criaturas horrendas. Su piel verde esta cubierto de sangre negrusca y fétida. La batalla ha atraído a una isla flotante de la que caen más demonios. Hulk salta a una de ellas y asalta una siniestra fortificación.

Banner ha estado combatiendo una segunda lucha. Una interior contra si mismo. Su mente se quiebra. Algo que teme más que la locura o la muerte pugna por salir.

En el cielo rojizo más islas flotantes descienden hacía su posición. Bestias aladas vuelan hacía él. Demonios aullantes cargan feroces.

Su personalidad se hunde. Bruce lo sabe y eso le atormenta.

Se encoge. Se lleva las manos a la cabeza. Se pierde. Un rugido gutural surge de su garganta. Y se alza una vez más.

Como el Hulk salvaje.

- ¡BASTA! ¡BASTA DE MOSTRUOS QUE ACOSAN A HULK! ¡HULK APLASTARÁ A TODOS LOS MOSTRUOS! ¡HASTA QUE YA NO QUEDE NINGUNO!

El combate se reanuda. Ahora es el gigante esmeralda quien pelea. Pero, por obra de la magia de N´Astirh, la consciencia de Bruce no esta profundamente enterada. Sufre sabiendo que ha perdido el control. Y que sigue atrapado en este infierno.

Las llamas aumentan de intensidad merced a su tortura.

-----

Centro de Refugiados, Jersey City.

Cecilia Reyes nota que comienza a faltarle el aliento. Puede sentir cada uno de los golpes que el campo de fuerza recibe de manos de los demonios, cada uno de los mordiscos, de los salivazos de ácido, de las llamaradas que tratan de hacer arder a todos aquellos que ella protege. Tiene la garganta seca y las sienes le laten con tanta fuerza que teme que en cualquier momento su cabeza se abra como un melón. Pero de momento, aguanta el embate.

A su lado, Annie Ghazikhanian observa nerviosa a Cecilia. No entiende muy bien que ha pasado, pero desde luego, los miembros del ejército y de SHIELD han aprovechado el tiempo que Cecilia les ha dado. Parte de lo que había sido el hospital de campaña se ha convertido ahora en una barricada, defendida por los soldados, con el general Thunderbolt Ross a la cabeza. Los enfermos y los médicos se encuentran tras las barricadas, aunque varios de los refugiados, aquellos capacitados para empuñar armas, se mezclan en algunos lugares con los soldados. Todos esperan, preparados para el momento en que Cecilia ceda y el campo se hunda sobre sí mismo. En ese momento, todos serán carnaza para los demonios, lo saben, pero no piensan caer fácilmente. Annie palidece cuando un hilo de sangre comienza a derramarse desde la nariz de Cecilia, derramándose por sus labios hasta caer al suelo delante de ella.

"Cecilia."

Por un instante la concentración de Cecilia flaquea al escuchar aquella voz en su cabeza. El escudo parece titilar, y todos los soldados se aprestan a disparar, pero la doctora Reyes recupera rápidamente la concentración, y la cúpula protectora se mantiene. Por un momento, no puede evitar realizar un paralelismo con la cúpula que, a pocos kilómetros de ellos, mantiene encerrada Nueva York.

"Cecilia, no te asustes, soy una amiga."

La voz vuelve a sonar, pero esta vez Cecilia no se permite distraerse. Sin embargo, una parte de su mente parece reaccionar ante esa voz, como si un lugar dormido de su cerebro acabase de despertar y encontrase aquella comunicación de lo más natural.

-¿Quién eres?-masculla Cecilia, y a su lado, Annie la mira nerviosa. Lo que nadie esperaba es que la doctora Reyes pudiera volverse loca.

"Cecilia, me llamo Jean Grey. Has sido muy valiente y muy fuerte, lo estás haciendo muy bien. Pero necesitamos que aguantes un poco más."

-¿Cómo cojones estás hablando en mi cabeza?

"Soy mutante, como tú. Durante algún tiempo formé parte de la Patrulla-X, y me las he visto con algunas situaciones como esta. Y repito que lo estás haciendo muy bien. Pero Cecilia, necesito tu ayuda un poco más. Tienes un gran poder, pero no has recibido entrenamiento, no lo has desarrollado. Necesito que me dejes tomar un momento el control de tu mente. "

-Ni loca...

"Entiendo tu desconfianza, Cecilia, pero te juro que es absolutamente necesario. Podría simplemente apoyarte, conseguiríamos aguantar más, quizá algunas horas, pero al final, las dos terminaríamos agotadas, y los demonios arrasarían con todos aquellos a los que intentas proteger."

-¿Cómo sé que no eres una de ellos, o que simplemente me estoy volviendo loca?

-Cecilia...-masculla Annie, pero la doctora Reyes no la escucha.

"No lo sabes. Tendrás que confiar en mí."

Cecilia suspira, pero no dice nada más. Simplemente, asiente. Y en ese momento, nota una calidez eléctrica en su cabeza, cuando de pronto, su campo de fuerza se expande. Detrás de ella, al detectar la perturbación, dos de los soldados directamente disparan, pero las balas se estrellan inútiles contra la parte interior del campo, que de pronto, se ha cubierto de afiladas estacas de energía que empalan, atraviesan y hieren a los demonios, que se ven obligados a retroceder ante el empuje del campo de fuerza de Cecilia.

Annie está a punto de gritar, pero aguanta el grito y pone su mano sobre el hombro de Cecilia, transmitiéndole su apoyo. Algo rojo estalla fuera del campo, y varios demonios echan a volar, pero destellos del color del rubí acaban con ellos en el aire, y las criaturas abisales caen como si hubieran sido alcanzadas por camiones al vuelo.

Los soldados no se lo pueden creer, alguien les está ayudando desde fuera.

-----

"¡Scott, a la izquierda!"

Cíclope actúa prácticamente por instinto, el enlace que comparte con Jean hace que su cerebro procese las palabras de su esposa casi como pensamientos propios, de modo que consigue reventar a tres demonios que se acercaban a él desde el flanco, y luego volver a disparar su rayo óptico hacia la marea de demonios que amenazaba a los refugiados. El campo de energía oscila, y siente como la propia Jean dedica parte de su propia energía a mantener consciente a la doctora Cecilia Reyes, la mujer que ha conseguido darle tiempo suficiente para encontrar a su mujer y trazar entre los dos un plan para ayudar a los refugiados. También ve como un borbotón de sangre brota del oído izquierdo de Cecilia, espesa y oscura.

Algo cruje tras él, y Cíclope se gira a tiempo de ver como una criatura de doce brazos y que susurra en arameo, se abalanza sobre él, pero antes incluso de que el rayo óptico brote de sus ojos, la criatura cae al suelo desgarrada desde la base de la espalda hasta el cuello, salpicando a Scott de sangre verdosa.

-Ten cuidado, Flaco-dice Lobezno, cubierto de arañazos y con las garras óseas chorreando sangre de demonio. Incluso en medio de todo el caos, Cíclope no puede evitar sonreír. Varios demonios intentan rodearles, pero algo se lo impide, y tanto Logan como Scott pueden sentir una fuerza electrizante en el aire, mientras Jean desciende, protegida por un campo telequinético, del edificio en que se había refugiado y desde el que había orientado a Cíclope. Su primer impulso es abrazar a su marido, pero las demostraciones afectivas tendrán que esperar aún un poco. Logan sonríe al verla, y sin más, se lanza sobre un grupo de demonios, despedazándolos con sus garras, deteniendo sus ataques y devolviéndoselos antes de que tuvieran tiempo de reaccionar.

Los rayos ópticos de Cíclope barren literalmente decenas de demonios con cada ataque, pero aún así, es como si estos se multiplicasen a ojos vista.

-¡Flaco, creo que este plan tiene lagunillas!-grita Lobezno, emergiendo de entre un montón de carne demoníaca muerta, y lanzándose de inmediato contra otra criatura, armada con un enorme martillo de piedra. Este estalla en pedazos al ser alcanzado por un rayo de Cíclope, y Lobezno hunde sus garras en el abdomen de la criatura, y las utiliza como punto de apoyo para escalar hasta llegar a sus ojos, que atraviesa con un movimiento rápido. El demonio se desploma, y Lobezno cae sobre él, cerca de Scott.

-Y de todas maneras, has venido en cuanto te lo pedí-responde Cíclope, observando un instante como Jean utiliza su telequinesis para mantener alejados a los demonios y darle un respiro a Cecilia-. ¿Por qué lo has hecho?

La mirada de Lobezno se dirige rápida como una flecha hacia Jean, y Cíclope la percibe. Logan, consciente de ello, sabe que no hace falta que responda. Y en ese momento, Cecilia cae, con un gemido ahogado. La barrera desaparece. Los refugiados gritan.

-¡Scott!-aúlla Lobezno, y de inmediato, un rayo óptico brota a plena potencia del visor de Cíclope, aunque ambos Hombres-X saben que se les ha acabado el tiempo. Los demonios van a masacrar a los refugiados, y ellos no pueden hacer nada por impedirlo.

-¡BASTA!

Los dos Hombres-X se giran sorprendidos hacia Jean. Su voz ha sonado extraña, como distorsionada por algún tipo de energía. Y lo que ven, les hiela la sangre en las venas. Llamas de fuerza bailan alrededor de Jean, abrasando a los demonios que la rodean. Los cabellos rojos de la esposa de Scott se alzan como impulsados por un potente viento, y en ese momento, cuando ella levanta la manos, pueden ver como las llamas que la envuelven adquieren una forma que esperaban no volver a ver.

La imagen raptor del Fénix.

Imágenes de Jean emergiendo de la bahía del Hudson convertida en Fénix, así como imágenes de la misma Jean convertida en Fénix Oscura y a punto de matarlos a todos, se mezclan en sus mentes. Y Scott no puede evitar que su mente vuele al momento en que Jean, la mujer a la que él amaba, se suicidó en la Zona Azul de la Luna para evitar que Fénix volviera a convertirse en Fénix Oscura. Finalmente, aquella criatura no había sido Jean... pero aquellos recuerdos llegan a él tan vivos y dolorosos que prácticamente le dejan sin aliento. Desde luego, la imagen del pájaro ardiente que rodea a Jean es mucho más pequeña que en manifestaciones previas del Fénix, pero la huella es inequívoca. Y cuando Jean vuelve a hablar, Scott siente que el suelo desaparece bajo sus pies.

-NO CONSENTIRÉ ESTO... YO SOY FUEGO... SOY VIDA ENCARNADA... AHORA Y SIEMPRE... ¡¡FÉNIX!!

Las llamas brotan de Jean, y como un tsunami que arrasase una playa, se abaten sobre los demonios, que ni siquiera pueden plantearse huir antes de que el poder de Jean Grey les reduzca a cenizas. La aniquilación completa de aquella horda demoníaca sólo dura unos segundos, pero para Scott y Logan, bien podrían haber sido horas. Y cuando las llamas se esfuman, a su alrededor, sólo quedan cenizas y varios humanos desmayados, aquellos que se habían transformado en criaturas demoníacas, pero que parecen haber sido purgados de las influencias infernales. Y en medio de todo ese caos, Jean mira a su alrededor... y cae al suelo. Cíclope hace ademán de correr hacia ella, pero Lobezno le detiene.

-Scott-dice Logan, obligando a Cíclope a mirarle-. Has visto lo que yo he visto, ¿verdad?

-Logan, lo hablaremos luego, cuando me asegure de que mi mujer está bien...

Cíclope se libera de Lobezno, y corre hacia Jean, que está simplemente desmayada. Pero la imagen del Fénix no desaparece de la mente de Lobezno, que mira serio sus garras de hueso, y luego mira a Jean Grey.

No piensa consentir que Jean vuelva a verse dominada por la Fénix Oscura.

Y hará cualquier cosa para evitarlo.

-----

Limbo.

Los demonios, que ante sus ojos son valientes valkirias, ríen al ver retorcerse a la Defensora que continua sujeta con las cadenas. Tras ellos esta N´Astirh. Ha prescindido de espejos/pantallas para deleitarse en persona con esta agonía.

Todos ríen mientras recogen su dolor en un saco. Ríen ante su sufrimiento. Y dejan de hacerlo cuando la cabeza de N´Astirh golpea varias veces contra el suelo con ruido húmedo y se detiene enfrente de ellos.

El cuerpo de Magik termina de surgir de su disco de salto. Moviéndose como un felino, los mandobles de su espada-alma cercenan alguna cabeza más y parten en dos a otros tantos hasta que solo Illyana queda en pie. Se vuelve y su hoja corta las cadenas sin herir a Valkiria.

- No tengo mucho tiempo- le dice la mutante- Tú y tus compañeros estáis en un lugar llamado Limbo- con una seña, le hace ver a Colmillo de Dragón- Esa puerta grotesca de ahí, da a un pasillo. Los Defensores están en mazmorras contiguas. ¡Liberémosles!

- ¡Espera!- Val sujeta a la joven rubia vestida con armadura plateada. Sus cuernos de carnero y sus pezuñas no le inspiran confianza- ¿Quién eres? ¿Por qué me liberas?

- ¿Quién soy? Humana. Niña Oscura. Mutante. Aliada. ¿Te vale con eso? Venga, ya no quedan muchos "yoes" de N´Astirh con los que acabar.

- ¿N´Astirh?

Illyana señala la cabeza cortada del demonio y luego corre fuera seguida de cerca por la mujer. Una tras otro, los Defensores son liberados de sus cámaras de tortura. Únicamente agradecen ser rescatados. Su silencio habla más claramente que un millón de palabras. Solo el retorno de Isaac Christians les da una leve alegría.

El calabozo donde retienen a Hulk es el último. Su cuerpo esta atrapado entre llamas.

- Banner. ¿Cuánto castigo puede aguantar este hombre?- se pregunta Namor en voz alta.

- Bueno, ha sobrevivido a una Bomba Gamm...

- Me refería a su alma- corta el Hombre Submarino a Halcón Nocturno- O a su consciencia.

La espada-alma destruye el origen del fuego y el coloso verde avanza hacía ellos. La rabia en sus ojos, sus dientes apretados, sus puños en alto, sobrecogen a los presentes.

- ¡¿Más que quieren dañar a Hulk?! ¡Hulk aplastó demonios! ¡Hulk aplasta todo! ¡¡NADIE ES MÁS FUERTE QUE HULK!!

- ¡Ostia puta!- exclama Halcón.

- Ahora seria mejor gritar: ¡Vengadores reuniUUOAAHH!- el clon Spiderman esquiva por poco la embestida de Hulk.

Los Defensores se lanzan a contener a su aliado. Magik tiene otras cosas en la cabeza. Separa su piernas de carnero y convoca un disco de salto. Del Limbo a la Tierra en un instante. Illyana regresa tras dejar a los héroes en Nueva York.

Debe dejarse capturar por N´Astirh.

Si todo iba bien, el Limbo quedará limpio para la nueva guardiana. Una vez hecho, a la antaño alumna de Xavier y la hechicera Margali Szardos solo les quedará una tarea: acabar con la versión de N´Astirh que ensucia la Tierra con su presencia.

-----

Nueva York

Tras perder sus redes durante una explosión de origen desconocido, el Evangelline hizo una sorprendente pesca.

Susan Richards.

El helicóptero de la Marina que la recoge vuela a plena potencia para regresar cuanto antes a la costa. Por medio de su radio, Sue es puesta al día de lo que ha ido sucediendo en su ausencia. No hay noticias de su familia.

No es la primera vez ni será la última. Saldrá adelante. Lo han hecho siempre.

Su hijo es otra cosa. Se muere de preocupación.

Para la fémina de los 4 Fantásticos no había sido sencillo sobrevivir al ataque de su poseído hermano. Su campo de fuerza le había permitido elevarse varios metros sobre el mar. Luego, cuando las aguas se vaporizaron, había manipulado el campo alrededor de su figura en forma de ala delta. Más de una vez estuvo a punto de perder el sentido, pero logró aprovechar el aire caliente para salir de la zona oculta por el vapor.

El pesquero surgió como una isla en medio de la tempestad. Y gracias a los último restos de su consciencia, logró caer cerca de él. Los marineros la salvaron de morir ahogada y juntos soportaron la mala mar consecuencia del ataque de la Antorcha Humana.

- No dudo de tus capacidades, Susan. Pero lo has pasado mal. Tienes que tomarte unas horas.

- Voy a subir a ese aerodeslizador, Nick. Y punto.

- Dará un par de vueltas cargada de cacharros sobre el domo y medirá no se que para que los chicos de ciencias me coman el coco con sus teorías. Tú podrías ser más útil en otra parte. Después de un descanso.

- O eres más tozudo que Ben o te has vuelto selectivamente sordo con la edad. Haz que ese aerodeslizador me espere.

Un breve instante de estática en la radio.

- Pásame con el piloto del heli. ¿Y Susan?

- ¿Si?

- Llevo siendo selectivamente sordo desde mucho antes de que tú nacieras.

- No lo dudo.

- Y este sordo quiere creer que tu familia esta bien.

- No lo dudo, Nick. No lo dudo.

Una orden y varios gruñidos de Furia y el aparato de la Marina acaban sobre el aerodeslizador que permanece quieto a corta distancia de suelo. Con una columna de fuerza invisible que hace encogerse, la Mujer Invisible pasa de un transporte a otro. A bordo solo se encuentran un piloto y un técnico que es quien la recibe.

-----

Constantine Peek, Reino del Ocaso.

El Sol Oscuro que lo riega todo de sombras recibe a Mann, cuyos ojos aún resplandecen, rojizos como hierros calientes. Tiene ganas de bañarse en sangre, de arrancar carne de hueso, de penetrar a una mujer hasta hacerla sangrar. A su paso, la hierba del suelo, cenicienta y quebradiza, se retuerce, y pequeños insectos coriáceos y ciegos brotan de la nada. El doctor Mann se deja caer en el suelo, y deja que las minúsculas criaturas le recorran entero, y de pronto, empieza a reír a carcajadas.

-¿Qué es lo gracioso?

Mann lanza una nueva carcajada. Reconoce aquella voz sin girarse siquiera hacia el lugar del que viene, cortante y al tiempo húmeda y viscosa.

-El placer de la destrucción-responde Mann, incorporándose y sentándose en el suelo-. La energía vibrante de diecinueve millones de muertos en la yema de los dedos...

El demonio que ha tomado la forma de Blade se acerca a él, con la lengua deslizándose entre sus afilados colmillos y la saliva ácida borboteando en su mentón. Apenas revela sus intenciones antes de que su espada se hunda en el suelo, donde unos instantes antes estaba Mann, que de pronto ha desaparecido, hasta que el Demonio-Blade nota el cañón del arma de Mann en su nuca. Una risa crujiente escapa de la boca del demonio.

-Sólo quería comprobar que tan placenteras sensaciones no te habían distraído...

-No, no lo han hecho-masculla Mann, apartando el rifle de fuego infernal del cuello del demonio-. Muchas gracias por verificar mi estado.

-Sabes que siempre será un placer.

-¿Tienes algo que contarme?

-Todo va según lo previsto-explica Blade, girándose hacia Mann-. Extraño ha caído, los Defensores han sido neutralizados, la Niña Oscura está de nuevo en manos de N´Astirh, y el resto de seguidores de Extraño no hacen más que dar palos de ciego. Buena parte del globo se encuentra dominado por demonios, y las zonas que no lo están, se encuentran en pleno conflicto. Y Belial ha llevado su dominio a Nueva York.

-Siempre ha sido un bastardo pretencioso-graznó Mann.

-Recuerda el trato-gruñe Blade-. Cuando todo esto termine...

-Tienes mi palabra, Seyafel, Trono de la Tercera Hueste, Caballero de la Tormenta Mundana.

Blade se gira sobresaltado al escuchar su nombre celestial, así como sus títulos, y cuando ve a quien le habla, cae inmediatamente de rodillas, agachando la cabeza. Se encuentra ante él, alto y delgado, con la piel roja y casi brillante, como si dentro de él latiera un fuego indomable. Pero lo que realmente hace que el propio demonio se sienta mareado son sus ojos, oscuros e insondables, vacíos que muestran el camino a un alma inexistente.

-Lord Mefisto...-sisea Blade, que escucha con Mann ríe tras él-. Es un honor veros de nuevo y tan...

-¿Entero?-responde Mefisto, haciendo un gesto para que su sirviente se incorporase-. Han sido necesarias diecinueve millones de muertes para generar la energía negativa necesaria para mí... eclosión. He escuchado tus palabras, Seyafel, y estoy satisfecho. Pronto sólo habrá un infierno... y será mío.

-----

Algún lugar del Corredor Dimensional.

Merodea de un lado para otro. Oliéndolo todo, orinando aquí y allí, probando exóticos frutos caídos desde las ramas de árboles de formas impensables.

Le llaman Mandíbulas. La enorme mascota de los Inhumanos. El suelo que pisa no forma parte de la Tierra. Ni siquiera pertenece a su universo de origen.

Sobre su cabeza vuelan mamíferos alados de plumajes multicolores con un cielo amarillo de fondo. Aun no ha podido atrapar uno.

Tras dejar un último montículo de olor desagradable, uno de los mayores exploradores salido de su esfera se dispone a regresar a casa. Una pequeña descarga de energía surge de la antena que tiene en la frente y esta en transito. Tal y como ha hecho incontables veces.

Pero el can ignora que las barreras varias barreras entre reinos han caído. Y su viaje de regreso se ve dramáticamente alterado

-----

Nueva York

El piloto no pierde de vista sus instrumentos de vuelo y el objeto de su misión. Las lecturas de los aparatos son enviadas vía satélite inmediatamente de ser recogidas. Sue observa las luces que se desplazan veloces sobre la superficie de ébano. Un domo en continua expansión que la separa de sus seres queridos.

Las tres personas abordo están tensas, alerta. Pero no están preparadas para la súbita aparición que tiene lugar en el interior del aerodeslizador. Durante un breve instante, se vislumbra la figura de un enorme perro. Tal como apareció, se esfuma. Y el domo ya no esta bajo ellos, sino por encima.

El accidentado viaje de Mandíbulas les ha enviado sobre la ciudad. El destino del animal es incierto.

Pero no hay tiempo para confusión o explicaciones. El piloto no puede esquivar la bandada de demonios con alas correosas y se los lleva por delante. Un motor estalla y una lengua de fuego ennegrece el emblema de SHIELD. Una puerta lateral salta hacía el exterior dando acceso a un par de engendros.

El motor dañado deja de recibir combustible y recibe un baño de espuma para sofocar las llamas. Es la última acción que realiza el piloto antes de que un demonio se abra paso hacía la cabina.

-----

El Castigador observa como el aerodeslizador desciende sin control sobre una zona de aparcamientos. Con rapidez, pliega el mapa que consultaba e inicia una veloz carrera hacía el lugar. La joven Puñal, compañera involuntaria, corre detrás de él.

Sienten el estruendo del aparato al colisionar y se ven momentáneamente cegados por el fogonazo proveniente del choque.

-----

Catedral de San Patricio, Nueva York.

Una espiral de demonios envuelve los altos pináculos de la catedral, aún más altos y desafiantes desde que se ha convertido en el dominio de Belial, que observa sus dominios erguido desde el lugar en el que antes se encontraba el rosetón neogótico de la catedral, y donde ahora lo que hay son unos cristales rojos y negros que se asemejan a un ojo vigilante. El viento hace que su capa ondeé tras él, como un manojo de sombras en la que centenares de almas pugnan por salir, un efecto mágico menor, una ilusión que se le ha ocurrido cuando sus demonios finalmente han encontrado a Capa y le han llevado al interior de la catedral. Ahora, Belial se ha asegurado un portal que conecta su reino infernal con la Tierra, un vínculo que va más allá de lo puramente físico, de ser un enlace para el transporte de tropas.

Belial sonríe.

Los demonios que vuelan alrededor de la Catedral perciben el cambio inminente, y lanzan sus gritos al viento, mientras los edificios comienzan a cambiar. El viento se llena de arena, y el aire se llena de crujidos y estallidos de cristales cuando Manhattan comienza a convertirse en el reflejo oscuro y retorcido del infierno de Belial.

-----

Nueva York

Algo nuevo: unos pendientes esféricos plateados.

Algo viejo: un rosario propiedad de una limpiadora.

Algo prestado: los zapatos de tacón de una ejecutiva.

Algo azul: una pulsera cuentas ofrecidas por una joven gótica.

Un ramo confeccionado con flores de un modesto puestito.

Para Ben, la pajarita de un mimo que actuaba en las cercanías. La tira elástica abarca su rocoso cuello.

- Nos hemos reunido aquí...- comienza a recitar el padre Ernesto situada junto a la estatua de un ángel esculpida por la novia. Enfrente suyo, la feliz pareja. Y en torno a los mismos los asustados refugiados que se esconden en el centro.

Alicia muestra una amplia sonrisa.

En los ojos de Ben se aprecia un cierto canguelo. Nota como le tiemblan las piernas. Aparta de su cabeza a los capullos que ha visto en la red desmayarse durante su boda y la mira a ella. Recuerda el día que la conoció. Como se casó con Johnny, o eso parecía, y creyó perderla para siempre.

- Con este anillo, yo te desposo- dice Alicia al tiempo que inserta una junta plástica en el dedo de él- Y ya iremos por el verdadero a la joyería- deja escapar unas risas que se contagian a los demás.

Varios móviles graban y fotografían el enlace. Algunos ya sueñan con los dividendos que ganaran vendiéndolos a los medios. O en E-Bay, da lo mismo.

Ruido del exterior. Derrape, gritos y un posterior acelerón que sobresaltan a los presentes.

- ¿Podría ir abreviando, padre?

- ¡Ben!

- Cari, la cosa esta fea allá fuera. Cuando se acabe este jaleo, lo haremos como Dios manda.

- Yo os declaro marido y mujer- abrevia Ernesto- Puedes besar a la novia.

Vítores y arroz provenientes de una tienda naturista bañan a los recién casados. Luego vienen las felicitaciones. Un puro surge de una chaqueta y es encendido a la salud del nuevo matrimonio.

- Sr. Grimm, hay una pastelería junto a la otra salida. Podemos conseguir una tarta y algo con lo que cortarla.

- Ya hemos reventado bastantes persianas, ¿no crees?

Nuevos ruidos exteriores traen de nuevo el recuerdo de lo que afuera sucede.

-----

Ruinas de Nueva Salem, Massachussetts.

El espacio y el tiempo se doblan por un instante cerca de una de las incendiadas casas de la antigua colonia de los Brujos de Nueva Salem, y la mujer que una vez fue parte de la comunidad, y que había tenido mucho que ver con su destrucción, Agatha Harkness, hace su aparición, con el pequeño Daniel en brazos. El niño mira a su alrededor, curioso, y hace un pequeño ruido al ver la destrucción que le rodea.

-Puedes sentirlo, ¿eh?-masculla Agatha, acercando un dedo a Daniel, que enseguida lo agarra con su manita, pero sin dejar de mirar alrededor-. Aquí la magia aún flota en el aire, y hay suficiente poder como para que los demonios no se hayan acercado. Nicholas Scratch se hubiera arrancado los ojos si hubiera sabido que el poder de su estirpe terminaría consiguiendo algo así-continúa diciendo Agatha, con una sonrisa torcida, mientras se dirige al centro de la población, una pequeña plaza donde los Brujos acudían al mercado, y desde donde ella llevaría a cabo su ritual.

Agatha era consciente de que su poder era insuficiente para hacer lo que pretendía llevar a cabo, pero no utilizaría sólo sus propias habilidades, sino que contaba con el refuerzo del pequeño Daniel. Entendía por qué Johnny Blaze le había dejado con ella, aquella criatura era un torrente de poder puro, como había sido el pequeño Franklin Richards, aunque en este caso, el poder que emanaba de la criatura era un poder puramente místico, enraizado en la propia materia de las líneas de poder que unían el universo, la Perforación que era capaz de alterar la propia realidad.

Un maullido saca a Agatha de sus pensamientos, y Daniel lanza una carcajada de alegría al ver como un gato negro se acerca a ellos. Sin soltar al pequeño, Agatha se inclina, permitiendo que el gato ascienda a través de su brazo, hasta acomodarse en sus hombros. Había enviado a Ébano por delante para asegurarse de que no había peligro para el crío, y desde luego, si algún demonio había conseguido atravesar la magia de los Brujos, ahora ya no estaba allí. Finalmente, Agatha llega a su destino, y deja al pequeño Daniel en el suelo, donde el niño de inmediato comienza a jugar con la arena que cubre la plaza. La bruja hunde sus manos en una bolsa oculta en los pliegues de su ropa, extrayendo cinco velas de siniestro aspecto, negras e irregulares, y un trozo de tiza. Y forzando sus articulaciones para arrodillarse, Agatha comienza a trabajar.

El círculo místico le lleva prácticamente dos horas hasta estar completado. Un centenar de símbolos y runas se mezclan con diseños geométricos en un pentáculo cuya función no es tanto proteger como potenciar, y finalmente, pone las cinco velas encendidas en los cinco vértices. El cielo cruje sobre ella, y unas nubes oscuras cubren las estrellas. Agatha siente un escalofrío. La nigromancia siempre tiene un precio, y esta noche, ella adquirirá una tremenda deuda que algún día se verá obligada a saldar.

-Ha llegado el momento, pequeño-dijo, acercándose a Daniel y tomándolo en brazos y asegurándose de que no borraba parte del círculo al entrar, Agatha ocupa su lugar en el centro de aquel mandala de signos cabalísticos. El niño la mira, sorprendido, y Agatha le acaricia la mejilla mientras nota como el poder de la Perforación ondea a su alrededor, dándole acceso a las inmensas fuerzas que manejaría durante su hechizo.

Agatha comienza a hablar, y el propio universo protesta al verse doblegado por sus palabras.

-----

En algún lugar sin nombre.

Las nieblas se ven rotas por la luz.

Danny Ketch, impulsivamente, trata de cubrirse los ojos con las manos, pero la luz no cede. Atraviesa sus manos y sus ojos, y tiene la impresión de que le arrastra y le inunda.

En medio de la luz hay una mujer, erguida, de aspecto arcaico, sosteniendo a un niño del que brota aquella luz. A Danny le recuerda las imágenes de la Virgen sosteniendo al Niño Jesús que ha visto en docenas de iglesias, pero también es consciente de que aquella comparación tiene algo de blasfemo.

Y en ese momento, Danny Ketch se da cuenta de algo más.

Sabe quien es esa mujer.

Sabe quien es ese niño.

Sabe quién es él.

Y sabe todo lo que ha ocurrido.

Sabe que está muerto.

Y mira a su alrededor, y ve que las nieblas ya no existen, y que junto a él, hay centenares, tal vez miles de personas. Y todos, todos, han sido iluminados, y ahora recuerdan. Hay hombres, mujeres, niños... Mirando a su alrededor, reconociéndose a sí mismos, asimilando su muerte, asumiendo la cantidad de recuerdos que comienzan a aparecer en sus memorias como torrentes desbordados.

Y Danny sabe más cosas.

Sabe que la Tierra ha sido invadida.

Sabe que la guerra ha estallado en los Infiernos.

Y sabe que es el momento de los muertos.

Danny Ketch grita, un grito que brota del alma y que retumba por todos los rincones de la realidad en la que se encuentran. Ahora, la luz ha menguado, y la silueta de la mujer y el niño se han convertido en un portal hacia otra realidad, hacia el mundo de la carne y la materia del que ellos ya no forman parte.

Y las sombras, los fantasmas, responden al grito de Danny de forma unánime, pues han sido convocados.

Los muertos marchan a la guerra.

-----

INFIERNO DE GUERRA

Ea, aquí está la tercera parte. Sí, si alguno se pregunta qué demonios pasa con Magik... las respuestas las tenéis este mismo mes en el especial Guerras Infernales: Mutantes. Disfrutadlo, que merece la pena.

Tomás Sendarrubias.

Tarde, pero completo el tercer numero.

Paso a comentarios rápidos.

La escena de Valkiria y el Doctor Extraño en Noruega sirve para atar un cabo suelto que es responsabiblidad mia.

Al escribir Los Defensores, cometí el error de presentar a Val con su arma habitual cuando en numeros anteriores no se hacía mención a la espada. He incorporado su aparición a la trama de Odin y asi añadir más detalles a los planes de señor de Asgard.

Hablando de los Defensores, me he tomado libertades. Me refiero a la recuperación del raciocinio de Gárgola y el retorno de Hulk a su estado salvaje.

Creo que la Gárgola esta mucho mejor como personaje siendo Issac que mordisqueando huesos y meándose en las esquinas.

En cuanto a Hulk, su cambio no es permanente. Unicamente he plantado la idea de que las personalidades múltiples siguen en su psique. Que en cualquier momento, puede transformarse en Joe Fixit, el Hulk salvaje, el profesor o alguien distinto.

De esta manera, quien quiera trabajar con él, puede tratarle como guste.

La boda. ¡Si, ya estan casados!(A falta de la parte civil)

Una ceremonia improvisada pero sentida y sincera. Con una sorpresa final. Desagradable.

¿Porqué qué gracia tiene una boda tradicional?

Jose Gonzalez.

 
 
   
www.marvel.com
(1) All characters and the distinctive likenesses thereof are Trademarks of Marvel Characters, Inc. and are used with permission.
(2) Copyright © 2003 Marvel Characters, Inc. All Rights Reserved.