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Las aventuras del Hijo de Satán...
 
Hellstorm

HELLSTORM #1
Feria I
El mayor espectáculo del mundo

Guión: Tomás Sendarrubias
Portada: Leandro Marino

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Greenville, Kansas.

Toby Hardrive sabía que debía haber nacido en una noche con una conjunción de estrellas un poco extraña. Al menos, eso era lo que decía su madre. "Toby, cariño, la noche que tú naciste, las estrellas...". Claro, que Mimi Hardrive casi todo se lo achacaba a las estrellas. De cualquier modo, mientras corría ya casi sin aliento al lado de la carretera tratando de que Sam, Ted, Eli y los gemelos Turnbull no le cogieran, Toby pensaba que quizá su madre tenía razón, ya que no era capaz de recordar el motivo por el que llevaba años convertido en el blanco de las bromas del grupo de Sam Ferris. Toby tenía trece años, y no recordaba como era su vida antes de que esa panda empezara a meterse con él. Y ese día, estaban especialmente ocurrentes, de modo que Toby había decidido poner tierra de por medio.

Toby no había pensado que eso, en lugar de desanimarles, les iba a animar a llevar a cabo su propia versión de la caza del zorro, con él como protagonista. Y en algún momento, habían comenzado a enfadarse de verdad. Toby creía que había tenido algo que ver con el hecho de que Ted Dyett se había caído a una zanja llena de porquería, y probablemente se le había llenado la boca de mierda, lo que no le había sentado demasiado bien y le había dejado con ganas de partirle la cara a alguien... así que en el momento en que le pillaran, y eso era una cuestión más de "cuando" que de "si", Toby sabía que se llevaría una paliza, de las que acaban con un mínimo de un par de huesos rotos. Miró hacia atrás, y el corazón le dio un salto y sus testículos se encogieron cuando vio que ya podía ver a sus perseguidores.

Y entonces, chocó con algo.

Toby pensó que se había desviado del camino y se había dado con un árbol, o que alguien había construido una muralla en mitad de la carretera, mientras trastabillaba hacia atrás, cayendo al suelo. Sin embargo, delante de él sólo había un hombre... eso sí, el hombre más enorme que Toby había visto en su vida, y cuando uno conocía a los gemelos Turnbull, eso era muy grande.

-Ostias...-masculló Toby, recorriendo con los ojos al titán que se alzaba ante él, que debía superar holgadamente los dos metros de altura, y una distancia de al menos metro y medio de hombro a hombro. Estaba vestido con unos vaqueros y una camiseta de tirantes que dejaba ver unos brazos enormes como troncos, además de una serie de complejos tatuajes que recorrían sus brazos hasta sus hombros y se extendían por su cuello y su afeitada cabeza. Y sus ojos, de color azul gélido, se clavaron en Toby de tal forma que este tuvo la impresión de estar atrapado como una mariposa sobre un tablero, clavado con alfileres.

-Devem, ¿qué ocurre?-escuchó decir a alguien, y Toby vio como una mujer salía de entre los árboles, una mujer de cabello rojo, de alrededor de cuarenta años, y vestida con unos pantalones blancos y una camisola también blanca, todo manchado de grasa y verde-. Ah, pequeño-dijo, reparando en Toby, que aún estaba en el suelo-. Perdona a Devem, no puede hablar.

La mujer le hizo un gesto al titán, que sin más le tendió una mano a Toby, incorporándole del suelo... justo a tiempo de recibir de pie a sus perseguidores, que se detuvieron en seco al ver a Toby flanqueado por el gigantesco Devem y la mujer pelirroja.

-Ah, estupendo, más niños-masculló la mujer, sonriendo-. Soy Cerise.

-Estupendo, señora. ¿Nos podemos llevar a este gilipollas?-gruñó Sam, y la mujer enarcó las cejas y sus labios se redujeron a una línea fina, como una cuchillada.

-No, creo que no-dijo ella, y Devem se crujió los nudillos con un sonoro chasquido que sobresaltó a los perseguidores de Toby-. Creo que os vais a marchar de aquí y vais a dejar en paz a Tobías por una temporada. Y si os portáis bien, mañana os dejaremos entrar a la feria, y tendréis una noche inolvidable... Toma-dijo, sacando del bolsillo y entregando algo parecido a unas monedas a Sam-. Son pases para la feria, os invito yo.

Ted Dyett gruñó algo por lo bajo, pero la mirada de Sam pareció hacerle cambiar de opinión, y tras unos segundos, los muchachos se dieron la vuelta, volviendo hacia el pueblo, aunque alguno lanzó aún sombrías miradas hacia Toby, que se sacudía el polvo de los pantalones sin terminar de creerse la suerte que había tenido.

-Gracias-masculló, y Cerise sonrió.

-No hay de qué-dijo la mujer-. Puedes volver a casa tranquilo, estoy segura de que no te harán nada. Y espero que mañana puedas venir a la feria.

-Ehmmm... ¿qué feria?

-Acabamos de llegar, estamos todavía montándolo todo-respondió ella-. Estamos en el campo de los Desplain. Es la mejor feria de todo Estados Unidos, te lo puedo asegurar. De hecho, quizá pudieras hacernos un favor...

-Claro. Estoy en deuda con usted.

-No, en absoluto. Simplemente, podrías correr la voz de que estamos aquí. Mañana haremos un pequeño desfile por la calle principal, pero estaría bien que la gente vaya sabiendo que estamos aquí...

-Claro-aceptó Toby.

-Muy bien, muchacho-sonrió Cerise-. Pásate mañana por la noche por la caseta de la adivina, y te invitaré a un algodón de azúcar, un perrito caliente o lo que quieras.

Toby asintió, y Cerise se despidió de él con un gesto, así que el muchacho se apresuró a correr de vuelta a Greenville. Sólo esa noche, muchas horas después, y cuando ya había difundido la noticia de la llegada de la feria al pueblo, de que Cerise le había llamado por su nombre y él no se lo había dicho.

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La Feria Midwest abrió sus puertas poco antes del anochecer, y pocos minutos después, las callejas que se deslizaban sinuosas entre las casetas y las atracciones estaban llenas, no sólo por los habitantes de Greenville, sino por los de otras poblaciones cercanas, como Blue Key, Terrance, Isolation y Velvet Round, que observaban boquiabiertos en muchos casos los miles de colores y la música que brotaba de las diferentes casetas. Vendedores de globos y payasos se colaban entre los espectadores, y conducían a los visitantes a las diferentes casetas, o a ver los espectáculos que se llevaban a cabo en plena calle, como el baile de Sasha, la Reina de las Serpientes, que servía como preludio al espectáculo que tendría lugar más tarde en el Palacio del Paraíso; o el ilusionista Scarlett, vestido completamente de rojo, de cuya chistera brotaban pájaros, esferas de luz y fuentes de agua.

Niños y grandes salían de las diferentes carpas, desde las que mostraban espectáculos circenses a las más clásicas de ese tipo de ferias, como el laberinto de espejos, el túnel del amor, o el museo de animales extraños; y subían y bajaban de las diferentes atracciones, contemplando con especial interés la inmensa noria, desde cuya cima se veía toda la extensión de los maizales que envolvían aquella zona de Kansas, y las luces de Blue Key y Terrance.

El grupo de Sam había acudido con sus familias, pero según fueron pasando las horas, finalmente terminaron reuniéndose todos tras una de las vallas de madera que cercaban el campo de los Desplain, en uno de los márgenes de la feria, tras haber conseguido una docena de latas de cerveza que Ted Dyett había robado de uno de los puestos de venta. Pasaron un buen rato hablando de bravuconadas, bebiendo cerveza y fumando tabaco robado, y durante un tiempo, Ted y uno de los Turnbull desaparecieron entre los árboles, provocando la hilaridad de sus amigos. Y entonces, las monedas que llevaban en los bolsillos, comenzaron a calentarse. Suavemente, no lo suficiente como para que ellos lo notaran. Y como si hubieran recibido una llamada, todos se giraron hacia la feria de nuevo.

-¿Damos una vuelta?-dijo Sam, y los demás asintieron. Saltaron la valla de vuelta, y pasearon por las diferentes atracciones de la feria, hablando poco y con una extraña sensación en el estómago. Y de pronto, ante ellos se alzaba el tenderete de la adivina, una tienda de un blanco cristalino con una banderola roja con una luna creciente bordada. Y Devem, el titán tatuado, vestido con unos pantalones abullonados blancos y un chaleco bordado de plata, estaba en la puerta, y al verles, alzó la cortina de entrada. Los chicos pasaron, de modo que no vieron como uno de los payasos que vagaba por las callejas repartiendo muñecos hechos con globos se acercaba a Devem, sonriendo.

-Los vi antes. Cerise los tiene bien marcados-dijo el payaso, y Devem asintió, frunciendo el ceño y escrutando el horizonte sobre el gentío, y luego mirando la noria y al payaso-. Sí, yo también tengo a los míos... me gustan un poco más jóvenes...

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El interior de la tienda de la adivina era sorprendentemente grande, llena de cortinas blancas translúcidas, que los chicos fueron apartando hasta llegar al centro, donde sentada tras una pequeña mesa redonda, envuelta en sedas blancas, lo que acentuaba el color rojo de su cabello y sus labios, y el verde de sus ojos. Cerise sonrió, una sonrisa depredadora que hizo que de inmediato Ted se sintiera incómodo, pero el resto de sus amigos pareció no ser consciente de ello, así que ni siquiera se movió.

-Os esperaba-dijo Cerise, apoyando sus manos en la bola de cristal que tenía delante, dentro de la que bailaba una bruma pálida, con cierto resplandor argénteo-. Habéis venido justo en el momento adecuado...

-Yo no creo en esto-masculló Sam, y Cerise sonrió.

-Eso no es importante-susurró ella, y sus manos se posaron finalmente sobre el fino cristal-. Veamos vuestro futuro...

En el momento en que las manos de Cerise se apoyaron por completo en el cristal, los chicos escucharon un sonido de cristales rotos, y como una bruma gélida se extendía por la sala. Imágenes conjuradas por las palabras de Cerise fueron apareciendo ante los muchachos.

-Ted Dyett... tu futuro está atado al de Kyle Turnbull... dentro de seis años, estaréis en una habitación de un motel. La puerta se abrirá de golpe, y no tendréis tiempo ni de separaros antes de que un disparo de escopeta vuele tu cabeza, Ted. Kyle, morirás doce segundos después, cuando tres tiros te impacten en los huevos, el pecho y la cabeza. Ken Turnbull, dentro de veintitrés años, harás una parada con tu camión en un bar de carretera. Empezarás a beber y contratarás una puta, pero no llegarás a probarla. El alcohol te hará caer y te golpearás la cara con el suelo. La mujer te dejará en tu habitación después de robarte el dinero, y comenzarás a sangrar por la nariz, pero la borrachera te impedirá reaccionar, de modo que morirás ahogado por tu propia sangre. Sam Ferris, dentro de cuarenta y siete años, y mientras duermes, tu corazón se parará. Será una muerte dulce y apacible, que probablemente no te merezcas. Elisha Bartlett... será esta noche. Cuando llegues a tu casa, encontrarás a tu padre borracho, como siempre, y decidirá pagar su furia contigo. Te golpeará y te violará, como ya ha hecho tantas veces, pero tú decidirás que es la última vez. Le matarás con un martillo del pajar, y luego te ahorcarás en una de las vigas. Sam te encontrará mañana por la tarde, y esa visión le causará pesadillas para el resto de sus días. Está dicho, está escrito, y así será. El tiempo que os queda me pertenece, y vuestras almas serán del Corruptor.

Las palabras de Cerise se fueron desvaneciendo entre la bruma, y de pronto, los chicos volvieron a la realidad. Los recuerdos de lo que había dicho Cerise estaban nebulosos, pero se encontraban incómodos y tensos.

-Seréis todos muy felices-sonrió la adivina, y los chicos, finalmente, se sintieron libres para salir, lo que hicieron con bastante prisa.

-¿Qué cojones ha pasado ahí dentro?-gruñó Eli, y los demás se encogieron de hombros. Ken Turnbull hizo un gesto obsceno y murmuró.

-No sé, pero esa tía tiene unas tetas cojonudas...

-Seguro que a tu hermano no le han gustado...-rió Sam, y Kyle trató de alcanzarle con un puñetazo, pero Sam lo esquivó, y siguieron bromeando mientras se alejaban para seguir con sus vidas, sus tiempos y sus destinos...

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El día siguiente fue un día raro para los habitantes de Greenville y el resto del Condado de Hartfax.

En Blue Key, Louise Lee Richards se levantó un poco mareada y fue a dar el desayuno a su pequeño, Tony. Gritó hasta quedarse afónica cuando vio que Tony estaba azul y no respiraba. Un globo en forma de jirafa se encontraba en la cama a su lado.

Rosemary Sands, de Velvet Round, abrió su tienda de ultramarinos como cada mañana. Atendió a varios clientes, pero poco a poco, se fue sintiendo cada vez más incómoda con la gente. Antes de mediodía cerró la tienda y corrió a toda velocidad a su casa. Por el camino, atropelló al perro de los Cole, pero hizo caso omiso hasta que llegó a su casa, y allí se encerró. La noche anterior había estado en el salón de los espejos de la feria.

Jeb O´Head había estado la noche anterior con su novia Linda en el túnel del amor. Y desde el momento en que habían salido, Jeb se había dado cuenta de que había cosas que se movían bajo la piel de Linda. Desde ese momento, no había podido dejar de pensar en un destornillador.

Y en Greenville, antes de mediodía, Samuel Ferris encontró a Elisha Bartlett ahorcado en su granero, desnudo, lleno de magulladuras y con el cadáver de su padre bajo los pies.

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Y sin embargo, esa noche, como la noche anterior, la feria de Midwest se llenó de gente, incluso de aquellos que, como Rosemary Sands, de Velvet Round, habían sido incapaces de salir de casa durante todo el día. Un observador atento, se podría dar cuenta de que había dos tipos de personas allí, en la feria. Por un lado, la gente que no había acudido la noche anterior, y algunos de los que sí lo habían hecho, se movían entre los tenderetes y las atracciones, sonrientes y comiendo algodón de azúcar o manzanas de caramelo. Pero entre esas personas, había otras muchas que se movían por la feria como sin rumbo, sin sentido, con los ojos perdidos y vagando sin sentido, mirando a su alrededor sin ver. Unos pocos cerca del tenderete de la adivina, otros pocos junto a la carpa de los payasos, y algunos, en las caravanas de los freaks. Y todos ellos alzaban su mirada una y otra vez hacia la inmensa noria que seguía girando.

Toby Hardrive era un observador atento, y los pelos se le pusieron de punta cuando vio a la panda de Sam, sin Eli, sentados cerca del tenderete de la adivina, mirándose los unos a los otros con aire ausente, sin hablar. Sus padres estaban con Nina, su hermana pequeña en los caballitos, y se suponía que Toby iba a comprar unas patatas fritas, pero se le había quitado el hambre. Se giró para volver con su familia, y se chocó con un hombre, que se encontraba a pocos centímetros de él.

-Disculpe-masculló Toby, y el hombre apartó la mirada de la noria, que parecía estar contemplando, para mirar a Toby. El muchacho se dio cuenta enseguida de que era un forastero, no le había visto nunca en Greenville, y no tenía aspecto de ser siquiera de Kansas. Carecía del aire un tanto campestre y llano de los habitantes del corazón de Estados Unidos. Llevaba unos vaqueros rotos en las rodillas, deportivas de color rojo, una camiseta también roja, y una chaqueta entallada de piel vuelta que le llegaba por medio muslo. Y Toby no había visto nunca un pelo tan rojo como el de ese hombre, que lo llevaba recogido en una cola de caballo baja, sujeta con una tira de cuero sin curtir.

-No importa-dijo el hombre, con una sonrisa que hizo que Toby se pusiera aún más nervioso por algún motivo que no llegaba a comprender. Tiempo después, recordaría siempre la sonrisa de ese hombre cuando le hablaban de cazadores-. ¿Sabes qué sería muy buena idea? Que tú y tu familia os vayáis a casa...

-¿Disculpe?

-Vete a casa-ordenó el hombre, y Toby supo que era la mejor idea que había oído nunca, así que echó a correr hacia el tiovivo, dejando tras de sí al hombre pelirrojo.

-Muy bien-dijo Daimon Hellstorm, mirando la noria-. Aquí estamos otra vez.

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CARTAS DESDE LA PENUMBRA

Bienvenidos al primer número de Hellstorm en Marveltopía. Bienvenidos a lo que espero sea una de las series más oscuras y siniestras que haya caído nunca en vuestras manos. En resumen... bienvenidos al lado oscuro. A ver si os animáis, espero comentarios, sugerencias, ideas... para hacer de esta serie la más tenebrosa del mundo del cómic actual (ambicioso que es uno... je, je, je). Cuidado con las sombras, niños. Mucho cuidado.

 
 
   
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