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Clonado del Asombroso Spiderman, su vida ha sido un constante martirio y una secuencia de elecciones equivocadas. Su cuerpo se deteriora rápidamente a causa de un factor de degeneración incurable. Ahora, antes de morir, intentará ser fiel al héroe que lleva dentro y compensar sus actos pasados en un intento de demostrar que ha estado vivo.
 
Kaine

KAINE #4
El Dios Simbionte IV
La forja

Guión y portada: Israel Huertas

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Tal vez sueña. Contempla un lugar barrido por las aguas de un lago, o tal vez sea el mar. Es un sitio toscamente construido. Cemento sobre acero, medio sumergido en el mar, bajo un puerto. Tal vez. No cree haber estado allí nunca, así que no sabe porque lo ve tan claramente. Luego, la vista se aparta y, una mujer que conoce desde hace poco, chilla sin emitir un solo ruido mientras las garras de un bestia oscura las desgarran el corazón. Y el hombre llamado Kaine despierta con una clara pregunta y una horrible certeza.

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Helitransporte de Shield, sobrevolando sobre la ciudad de Cleveland, Ohio.

John Jameson observa el cuerpo tendido de Kaine nerviosamente. Un enfermera le atiende la herida en su frente y piensa que la espera le está matando. Kaine murmura algo sobre un puerto y una cabaña sumergida en el agua. Cosas sin sentido. Entonces, sin aviso previo, Kaine despierta apresuradamente.

- ¡ Por fin, hombre! – increpa Jameson - ¡ Creíamos que te habías ido del todo, y sólo por un roce en la frente!

- ¿ Y la doctora Kafka? – pregunta Kaine.

- No llegó a la furgoneta. Creemos que se la llevaron junto con Veneno. Eso fue hace tres horas.

- ¡Jóder! – la horrible certeza de Kaine se torna una realidad -. Creo que sé dónde están. Sólo puedo suponer cómo lo sé, pero creo estar casi seguro.

Kaine se levanta y se desenchufa el gotero violentamente. Hace caso omiso de la reprimenda de la enfermera y vuelve a enfundarse la máscara manchada de sangre. Sale con Jameson de la habitación.

- Mientras estaba inconsciente, he estado soñando con una especie de búnker bajo las tablas de un puerto. Creo que podría ser el de Cleveland, pero no estoy seguro. Creo que están allí, pero tenemos que averiguar el lugar y hacerlo antes de que la doctora Kafka muera.

- Un momento – Jameson intenta digerir la información -, ¿ tienes un sueño y esperas que lo sigamos a ciegas a ver si acertamos?

- Yo no tengo sueños, suelo tener premoniciones, aunque no tan claras ni enfocadas a un destino concreto. Es algo que tendré que investigar más tarde. Lo importante no es eso – Kaine hace una pausa, deteniendo el paso y apoyando una de sus manos en un hombre del coronel -, lo importante es que no tenemos ninguna otra opción, y ella podría morir.

Jameson sopesa sus opciones. Finalmente concluye:

- Avisemos a Dugan para que nos mande un equipo de apoyo completo. Avisaremos a la autoridad portuaria Cleveland-Cuyahoga County para que paren las operaciones y aislen el puerto.

- ¡No! – interviene Kaine – Demasiada actividad puede hacer que se vayan o lo aceleren todo.

- Y, ¿qué demonios propones?

- Avisa a Dugan - indica Kaine -, que mande los efectivos en una hora. Mientras, tú y yo vamos a localizarles discretamente.

El coronel John Jameson asiente y, los dos hombres, se dirigen a la sala de transporte rezando porque no sea demasiado tarde.

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Ashley Kafka escucha el lejano rumor de las olas y piensa que es relajante y, a la vez, desconcertante. Su cabeza gira sobre esa idea una y otra vez sin llegar a ninguna conclusión. La han drogado. Como en sueños, arropada por el canto del agua en su mente, ve a un grupo de personas, vestidas de rojo, como monjes escarlata, y un monstruo de tentáculos negros con una boca enorme y dientes afilados, que ruge y se retuerce sumido en un dolor imposible. Aún viendo todo esto, no es capaz de imaginar lo cercana que está su muerte.

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El Chevrolet Camaro, trucado para poder elevarse y volar como un aeroplano, se aproxima al puerto llevando a dos hombre muy pendientes de su trabajo.

- La lectura del infrarrojo debería darnos una pista clara en breve – indica el coronel Jameson mirando los controles del coche.

- Esperemos que no sea tarde – añade Kaine -. Si han recuperado a Brock con tanta prisa es que el rito es inminente.

- ¿Sabes? En el piso franco reaccionaste ante el dedo que tenía Brock en el cráneo como si supieras de qué se trataba, y ahora hablas como si ya lo hubieras visto antes – no es una pregunta lo que formula Jameson, pero Kaine la siente como tal. Piensa que tal vez, si van a ser un equipo, le deba esa información al coronel, le guste o no.

- Hace unos años, tuve que abandonar Salta Lake City por.....razones personales – la mente de Kaine se esfuerza por alejar las imágenes que conllevan sus palabras -. Desde ese momento, decidí ofrecer mis servicios como asesino a sueldo dado que la muerte siempre ha sido fácil de aplicar para mí. Me contrató un ricachón en Nueva Orleáns. Su hijo había sido captaddo por una secta, “Los Hijos de la Sangre”, y quería que alguien le sacara y les dejara claro que no debían acercarse más. Fue sencillo. Descubrí dónde se reunían y les pillé en su rito anual de ofrendas al Dios Sangrante. Básicamente, arrancaban el corazón de una víctima, que era ofrecido al Dios a través de sus tres Diáconos, que devoraban el miembro. Luego la sangre de la “ofrenda” era repartida por igual entre todos los convocados – el estómago de John Jameson empuja una arcada. Años de servicio evitan que manche el salpicadero. Kaine ni se inmuta de sus propias palabras - . Agarré al muchacho y salí del edificio tras prenderlo fuego. Atranqué todas las posibles salidas, pero es obvio que al menos los Diáconos sobrevivieron.

- ¿Qué pasó con el muchacho? – Jameson teme preguntar.

- Murió. Tenía una falange metida en el cerebro y, al ser sacado del ámbito de la secta, por algún motivo, le mató.

El coche aterriza con los dos hombres en silencio. Una marca en el lector de infrarrojos marca una concentración de varias personas en una especie de búnker bajo el muelle. No tienen tiempo de ir, pues un disparo vuela el coche en pedazos. Los hombres salen con vida y se topan con su agresor.

- ¡Tanya! – ruge Jameson.

- ¡Es mía! – Kaine se interpone entre Jameson y la asesina - ¡ Sabes dónde están, así que entra e interrumpe el rito!

Jameson corre con su arma desenfundada. Kaine se lanza a por Tanya.

- Esperemos que esta vez aguantes un poco más, chico – dice Tanya, intentando exasperar a Kaine.

Kaine no dice nada. Arremete contra ella y la lanza contra un montón de cajas, que explotan en astillas cuando el clon cae de nuevo contra ella y la emprende a golpes.

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La doctora Kafka sigue atontada, pero cada vez tiene más claro lo que ocurre. Atada de pies y manos en un poste, observa a tres hombres alrededor de Eddie Brock, que se debate en una cruenta transformación de simbionte a humano. Los tres hombres van vestidos también con túnica, pero ciertos complementos metálicos, como el peto de una armadura, hace que se distingan del resto. Sobre los cuatro, un portal místico se abre con luz dorada mientras la congregación entera entona cánticos desesperados.

John Jameson no tiene tiempo de ser sutil. Abre un boquete en la pared, asustando y apartando a algunos creyentes, y entra apuntando su enorme rifle láser ante los diáconos. El problema es que lo que ve le distrae lo suficiente como para dudar sobre su plan de acción. Por fortuna, Kafka ha seguido los sucesos muy atenta y exclama:

- ¡Están trayendo algo desde ese portal! ¡Quieren meterlo en Veneno!

- ¡Matad al infiel! – grita uno de los Diáconos con voz de ultratumba, y los reunidos se giran hacia el coronel en un solo y fluido movimiento.

Entonces llega Kaine. Atraviesa el techo brutalmente, usando el cuerpo de Tanya como ariete y la deja rota en el suelo.

- ¡Se acabó! – dice, y más que indicarlo parece darlo por hecho, tal es su tono de voz.

Los Diáconos se vuelven como uno sólo. La congregación aún no ha llegado a Jameson. Kaine tiene su rifle en la mano y con él dispara a Veneno, sacándolo del círculo de los Diáconos.

- ¡Jameson – grita fieramente Kaine -, hundámoslo!

Jameson apunta su arma al suelo del búnker y Kaine hace lo propio con el arma de Tanya. El búnker pendía del muelle para facilitar el acceso, así que el disparo de ambos abre una vía de agua que amenaza con tragarlo todo. Kaine coge a Brock mientras Jameson coge a la doctora y, mientras salen buceando por el agujero, Kaine observa como el portal empieza a absorver a los Diáconos. Tras tragárselos, Kaine cree distinguir el rostro de una bestia justo antes de que el portal se cierre, y le oye pronunciar su nombre.

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Ya en el muelle, Brock continúa inconsciente mientras Kaine lo deja caer sobre el suelo. Jameson sujeta a la doctora, aún en shock por lo ocurrido.

- Bueno, parece que al final hemos hecho lo que teníamos que hacer – dice Jameson intentando un tono jocoso -. Debemos avisar al helitransporte para que preparen el traslado y la celda de Veneno.

- Gracias a los dos por venir – añade Kafka -, me alegro de no haber averiguado para que me querían.

De repente, Brock sale de su letargo transformándose a la vez que salta hacia Kafka en Veneno.

- No sé ellos – exclama -, pero a mí me servirás para salir de esta.

No siquiera ve el antebrazo de Kaine dirigirse contra su cara, pero si lo nota y, nuevamente, cae inconsciente por ello.

- El prisionero es suyo, coronel – dice Kaine, pensando que, de haber estado Veneno al cien por cien, ni habría notado ese golpe.

Jameson estrecha la mano de Kaine mientras aún sostiene a Kafka.

- Buen trabajo, Kaine – dice, con una sonrisa en los labios -. Muy buen trabajo.

FIN

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PROXIMO: Kaine se somete a terapia con la doctora Kafka y, además, estrenamos su traje definitivo.

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LA MARCA DE KAINE

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