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Clonado del Asombroso Spiderman, su vida ha sido un constante martirio y una secuencia de elecciones equivocadas. Su cuerpo se deteriora rápidamente a causa de un factor de degeneración incurable. Ahora, antes de morir, intentará ser fiel al héroe que lleva dentro y compensar sus actos pasados en un intento de demostrar que ha estado vivo.
 
Kaine

KAINE #24
Finales y principios
Guión y portada: Israel Huertas

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El cementerio militar de Arlington ha acogido a todos los héroes de guerra americanos desde la Guerra Civil. Situado al lado del Potomac, y muy cerca del Pentágono, contiene emblemas tan populares como la Tumba al Soldado Desconocido, la de JFK o el memorial Iwo Jima.

Hace una hora aproximadamente, la durmiente población del cementerio se alzó de nuevo, dominados por el inefable poder de un demonio del infierno que, en esta larga noche, se había abierto de par en par sobre la Tierra. Contener o destruir a estos "héroes de ultratumba", sedientos de sangre por el capricho de un mal ancestral, estaba siendo demasiado para los agentes que Shield envió al sitio al recibir la amenaza. Entonces llegó Kaine, sin tiempo para descansar tras luchar a muerte en New York contra un hombre lobo, un simbionte loco y una secta de adoradores del diablo, para hacerse cargo de la situación.

El demonio le dio problemas, pero Kaine sabía que detenerle era lo único que pararía a los zombis, así que fue duro y directo, sabiendo que no podría dar mucho más en esta extenuante noche. Al cercenar la cabeza del infernal enemigo con un trozo de la valla del cementerio, todos los muertos volvieron a su estado inerte al unísono. Kaine cayó al suelo desmayado, demasiado cansado para aguantar consciente un segundo más.

Ahora, abrió los ojos para verse en la enfermería del heli-transporte, el enorme behemot que sirve de cuartel general de fuerza de pacificación más poderosa de la Tierra, recién limpiado su nombre del abuso de poder de sus anteriores gerentes por Nick Furia, el arquitecto de esta agencia.

Laurie Sherman, la agente de Shield con la que Kaine acaba de iniciar una relación, le esperaba a su lado.

- Deberías dormir algo más - le dijo-. Llevas unos días pasándote un poco.

- ¡Qué vergüenza! Me he desmayado delante de todo un escuadrón de agentes.

- Sí, bueno, también vomitaste un poco encima del médico que te trajo en helicóptero.

- Y suma y sigue.... Esta debe ser la suerte Parker de la que me hablaron.

- ¿Qué?

- Nada. No tiene importancia. ¿No estás en ninguna misión?

- No, mi grupo tiene un par de horas de refresco. Salgo en media hora para Nueva Orleans. Pensé que podíamos aprovecharlas.

Kaine sonrió. Luego, una punzada de dolor en su costado derecho le recordó sus últimas horas de acción.

Un joven agente entró en la enfermería entonces.

- Agente Kaine - dijo-, le esperan en el despacho de la agente Phelps. Parece que es urgente.

- En fin - dijo Kaine, levantándose-, ahí va tu media hora, Laurie.

- Ten cuidado - dijo ella mientras Kaine salía-. En ese despacho te pueden pasar cosas peores que una horda de zombis.

- Lo sé, lo sé.

El despacho de Phelps estaba en la cubierta diecisiete, tres por debajo de las dependencias médicas, y Kaine dió gracias por los ascensores porque andar le suponía un castigo mayor que la pelea con Veneno. Entró en la habitación despacio, encontrándose con Adrianna Phelps y Dum-Dum Dugan tras el escritorio de la misma. Ambos estaban muy serios. Ella parecía cabreada.

- Me han dicho que quería verme, agente Phelps.

- Así es, Kaine - dijo ella, con frialdad-. Siéntese.

Ni por favor ni narices. Así era Adrianna Phelps, pura cortesía y dulzura en movimiento. Como una cobra pero con un veneno aún más mortífero: la saña. Kaine se sentó trabajosamente, dejando ver un claro gesto de dolor en el movimiento. Dugan, divertido, dijo:

- No te preocupes, muchacho, no te quitaremos mucho tiempo. Luego podrás volver a la enfermería a descansar.

- En fin - intervino Phelps-. Tu asociación con esta agencia es muy clara: era tu sentencia por tu vida criminal. Era esto o la cárcel. No lo buscaste ni se te dieron más opciones. Desde el principio has demostrado una tendencia...digamos que violenta ante la resolución de conflictos, algo que he hecho notar en todos mis informes desde el asunto del Amo de la Venganza. Algunos de mis colegas creen que, de todas formas, tu dedicación y sacrificio ha sido digno de mención y, aclarado aparentemente todo ese asunto con Spidercida y Traveller, parece que no ha quedado duda de tu nivel de afiliación a Shield. El director Furia ha respondido por tí ante el comité de actividades superhumanas personalmente.

Kaine se incorporó en la silla como pudo, expectante.

- ¿Significa lo que creo? ¿Soy libre?

- Así es - intervino Dugan-. Tus méritos te han liberado. Sobretodo los de esta noche, muchacho.

Era la primera vez en toda su vida que le habían perdonado por sus desmanes. Para él no era suficiente, claro. Tendría que vivir con sus errores el resto de su vida, pero escucharlo de una fuente oficial sonaba bien.

- Agente Phelps, agente Dugan - dijo Kaine-, se lo agradezco. Espero agradecérselo personalmente al coronel pero, si me lo permiten, me gustaría saber si puedo ingresar en Shield como agente. Si hay alguna vacante.

Dugan se permitió una carcajada.

- ¿Ves, Adrianna? ¡Te dije que no iba a hacer falta pedírselo!

- Verás, Kaine - dijo Phelps y, si el clon hubiera estado atento, habría visto algo parecido a una sonrisa-, nos acaba de dejar un sicópata uniformado con un turbio pasado cósmico, así que, sí, tenemos sitio para tí.

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John Jameson acababa de dejar su uniforme y pertenencias en la taquilla que tenía en Shield. Los sucesos de esta noche le habían dejado un poco trastornado y había decidido alejarse de todo esto un tiempo. Iba a coger un transporte a superficie que le dejara en su casa, ahora que el clima infernal se iba disipando y podía volver tranquilo. Se topó con Kaine casi en las puertas del hangar.

- ¿Te vas? - preguntó Kaine al hombre al que había empezado a considerar su amigo.

- Sí. Todo lo que ha pasado...bueno, no me sientos con fuerzas para seguir. Tengo demasiado en que pensar.

- Siento todo eso, John. Sobretodo lo de la doctora Kafka.

- Sí, es extraño haber pasado todo un año con ella y tener al mismo tiempo la sensación de que nunca estuvo ahí.

- La verdad es que llevamos unas vidas de locos.

- Sí, es cierto - pero, aunque el comentario pretendía ser gracioso, John no se permitió sonreir-. Kaine, yo...quería darte las gracias por evitar....ya sabes. Gracias de corazón.

- No se merecen, John. Te considero un amigo y eso significa que me tienes a tu lado para lo que necesites. Para lo bueno y para lo malo.

- Gracias, de veras - el coronel Jameson abrió las puertas del hangar, pero antes de cruzarlas se dio la vuelta hacia su amigo y dijo-. No perderé el contacto, en serio. ¡Otra cosa!

- Dime.

- Deberías hacer algo con tu cara. Ya sabes, teñirte el pelo o dejarte barba. Peter podría tener problemas, ¿sabes?

Kaine se rió. Había puesto en bandeja la identidad de su, por así llamarlo, hermano, pero no temía porque, por encima de todo, John Jameson era y siempre sería de confianza.

- Tienes toda la razón. Creo que el tinte no funciona del todo. La barba es mejor idea.

Y se despidieron.

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Kaine había ido al hangar a despedirse de Sherman antes de que su grupo saliera. La cogió cuando estaba cargando su petate en uno de los helicópteros.

- Quería desearte suerte, Laurie.

- La suerte está de mi parte, Kaine. Por eso sigo con vida.

- Escucha...dejamos pendiente una conversación cuando fuimos a ver a....no se como decirlo....a la doctora Kafka.

- Es cierto.

- Laurie, yo he hecho cosas muy malas. Malas de verdad. Sobretodo a gente que se suponía me importaba. Yo quiero estar contigo, pero tengo miedo de que las cosas se tuerzan de nuevo y no quisiera hacerte daño.

Ella se acercó a él y le besó en la frente.

- Leí tu ficha antes de conocerte. Algunas cosas me horrorizaron hasta que te conocí de verdad. Yo también tengo miedo, Kaine, pero no voy a dejar que domine mi vida. En ningún aspecto. Ahora tengo que irme, pero considera que, de todas las mujeres que has conocido, soy la que mejor dispara.

Ella subió a su helicóptero y Kaine vio como se iba. Sí, definitivamente estar con ella no iba a ser aburrido. Entonces, cuando empezó a dirigirse de nuevo a la enfermería, escuchó por los altavoces una orden inconfundible:

- Agente Kaine. Agente Kaine. Preséntese en control de operaciones de inmediato. Hay una misión para usted.

Y Kaine se fue, rumbo a su nueva vida.

FIN

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LA MARCA DE KAINE

Bueno, toca despedida. Esta serie fue la primera que escribí para Marveltopía y ha sido una parte muy importante de mi obra. Me has servido para atar todo tipo de cabos rocambolescos, para aprender a manejar y definir personajes y para intentar hacer justicia a un personaje que creía desaprovechado. Espero que, los que lo habéis leído, hayáis notado las ganas que le he puesto y valoréis positivamente estos 24 números, aunque admito que algunos giros de la trama han sido un poco exagerados.

Ahora, toca dejarla tras cerrar el ciclo que quería aportar a Kaine y su torturada existencia. Espero que, si alguien lo continúa, no se encuentre un panorama complicado, ya que he intentado reducirlo a un nuevo comienzo que se pueda aprovechar bien. A quién venga, buena suerte y le deseo lo mejor. A los que me habéis leído en estos pantallazos, muchas gracias por estar ahí y ser fieles.

Un abrazo.

 
 
   
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