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Kevin Plunder nació rodeado por el hombre y su civilización, pero su alma se formó en la mas inhóspita y salvaje de las tierras, él lucha para conservar el equilibrio entre ambos mundos como Ka-Zar, el señor de la Tierra Salvaje.
 
Ka-Zar

KA-ZAR VOL. 2 #2
El Señor de la Tierra Salvaje II
Nueva vida

Guión y portada: WJ

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El suelo esta lleno de hojas, la vegetación es abundante, el roedor se siente seguro entre el espeso follaje. Eso, justo antes de que unas fauces llena de pequeños dientes diera con el. El pequeño pero rápido terópodo1 engulló a su presa en un instante, justo un momento antes de que una enorme pisada le aplastara en un instante. Los animales resagados de la estampida estaban por llegar a la aldea.

Ka-Zar se lanzó a toda carrera, seguido por Zabu y Tongah, ya que del otro lado se encontraban un grupo de niños que no habían encontraron refugio, y estaban justo en el camino del grupo de saurios, a punto de ser aplastados.

Las pisadas de las bestias hacían retumbar la tierra, mientras los pequeños no hicieron más que correr tras un endeble muro semidestruido, quedando a pocos metros de la estampida que arribaba.

Girando su montura en dirección a la estampida, Ka-Zar señaló los niños a Tongah, este sin titubear se dirigió hacia ellos con toda la rapidez que su animal le permitió.

Ya justo en frente de la estampida, a unos pocos instantes de dar justo contra las bestias y al percatarse de la suerte que correría de seguir en esa dirección, la montura misma de Ka-Zar se detuvo súbitamente, dándole al Señor de la Tierra Salvaje, lanza en mano, el impulso necesario para saltar sobre la bestia que se encontraba al frente de la estampida misma. Ya sobre lomos de la bestia, y aun empuñando su lanza de de batalla, Ka-zar utilizo la misma para estacar una de las patas anteriores el ceratosauro, causando que el mismo cayera de bruces estrepitosamente, lanzando a Ka-Zar con inmensa fuerza hacia delante, justo sobre su montura que corría por su vida en frente de la estampida.

Estabilizándose sobre el animal, Ka-Zar hace girar a su montura y ve como la estampida no es detenida por la caída de los animales que iban al frente, pero si fue suficiente para retrazarlos y permitir que Tongah tome a tres de los pequeños, mientras que Zabu con sujeto con sus fauces al ultimo y más asombrado de ellos, para así llevarlos fuera del alcance del paso de las bestias.

Pasado el peligro, Ka-Zar y los demás se reunieron. Al mismo tiempo que los pequeños animales rastreros que siguen a las manadas de saurios se encargaban de hurgar los escombros tras la estampida.

- Lo mejor seria llevar a los niños hasta la aldea más próxima, la del viejo Kel-Tanos.- Dijo Tongah, mientras Ka-zar bajaba de su montura para ver al pequeño que Zabu había recogido.

- Esto no tiene nada de normal, esta oleada de estampidas en contra de estos territorios.- Dijo Ka-Zar mientras montaba al niño con los demás en la montura de Tongah.- Por lo que me dices, solo hubieron cuatro estampidas. Ninguna ha errado alguna de las aldeas de esta zona, y la única que queda en pie es la de Kel-Talos.

- Entonces esa aldea no es lugar seguro para estos niños, les llevare de regreso a mi aldea.- dijo Tongah mientras daba la vuelta rumbo al norte.

- Zabu y yo iremos a advertir a la gente de Kel-Tanos.- Asintió Ka-Zar mientras salía a toda carrera, seguido de cerca por Zabu.

El cielo estaba lleno de nubes cuando el Señor de la Tierra Salvaje sintió alivio. Ya que desde la colina donde se encontraba pudo divisar la aldea que buscaba. Pero su alivio no duró mucho, puesto que en la distancia podía verse el alboroto causado por una obvia estampida que se acercaba.

- Demasiado pronto para otra estampida, Zabu. Quienes están detrás de esto sabían que vendríamos.- Sin demora, ambos partieron colina abajo para llegar a la aldea, pero ya era muy tarde.

Mientras llegaban podían ver como muchos de los aldeanos huían del lugar con solo algunas cosas que habían podido sacar de sus hogares. Mientras que algunos aun permanecían en la aldea tratando de salvar sus pertenencias y sus animales.

Ka-Zar llegó hasta puertas de la aldea, hasta hace poco muy poblada, para encontrarse con Kel-Tanos, que aun con su muy avanzada edad y apoyado sobre su gran arco de batalla cual bastón, dirigía a las personas para salvar lo que más se pudiese.

- Joven Ka-Zar, sabía que no tardaría en verte por estos lados, aunque no esperaba que fuese bajo estas circunstancias.- Digo el viejo guardián con una voz llena de liderazgo, aunque algo temblorosa, los años no pasaban en vano para el sabio guerrero.

- Kel-Tanos, ¿que hace toda esta gente dentro?, ¡Deben salir de aquí ya...!- Pero ya no había mas tiempo.

Los primeros Saurios en atravesar las murallas de la aldea hicieron salir disparados a los que estaban a su paso, mientras que al mismo tiempo otros eran aplastados por las pisadas y los enormes troncos que arrastraban consigo.

Tratar de huir de la devastación era inútil, solo quedaba una opción, cubrirse lo mejor posible y esperar no ser alcanzado por alguna de las enormes bestias. Ka-Zar alcanzó al anciano y lo llevo a cuestas para buscar donde refugiarse, mientras que Zabu hacia lo mismo del otro lado de la aldea. Escudándose tras una pila de enormes troncos caídos, Ka-Zar bajo al suelo al anciano líder de la aldea.

- ¿Te encuentras bien, Kel-Tanos?- Pregunto Ka-Zar al anciano.

- Estoy bien, joven. Pero me temo que muchos de mis congéneres no lo están ahora.- Respondió el jefe con mucho pesar en su ya decaída voz.

Los grandes saurios sacudían el suelo al mismo tiempo que arrasaban todo a su paso.

Desde el precario refugio donde se encontraban, Ka-Zar logró divisar en lo alto un grupo de tres pterosauros2 que sobrevolaban la estampida, pero había algo mas, los mismos llevaban jinetes sobre sus lomos, y si la vista no le fallaba, tenian cuerpos muy robustos en comparación a cualquier aldeano.

- Kel-Tanos, dame tu arco, vamos saldar cuentas de una vez.- Ka-Zar tomó el arco y algunas de las flechas del viejo guerrero y sin dudarlo se abalanzó entre la imparable estampida.

Apenas evitando a cada una de las bestias que pasaban a su lado, Ka-Zar intentaba llegar al otro lado de la aldea, su unica salvacion eran sus increibles reflejos e inigualable agilidad. Pero, aun con esto, al evitar a una de las enormes bestias, no pudo eludir el golpe de un gran madero arrastrado por la estampida. El golpe le sacudió contra el suelo, dejándole tiempo apenas para evitar que una enorme pisada terminara con él en el sitio.

Así llegó hasta la cima de una sección de la muralla de la aldea que no había sido alcanzada por el paso de los animales. Allí tomó una larga soga y la ato a una de las flechas.

- ¡Diablos!- Dijo Ka-Zar al percatarse de que no tenía el arco, le había dejado caer mientras crusaba la estampida. Y ahora aquella arma que necesitaba estaba a punto de ser aplastado en medio de quellos enormes sauros.

De pronto, antes de que fuera demasiado tarde, una mandíbula con enormes colmillos aferro el arco perdido, justo antes de que este fuera hecho añicos. Era Zabu, que de la manera en la que solo un felino puede hacerlo, evito ser golpeado por los animales que pasaban y llego hasta donde su compañero, entregándole así el arco de batalla. Ka-Zar tomo el arco de las fauces del felino y le asintió con la cabeza.

- Disparar primero y preguntar después, Zabu.-Sin titubear ni un instante, Ka-Zar alzó el arco apuntado a uno de esos misteriosos jinetes aéreos.

Disparando así, la flecha atada a la soga. Esta fue a dar directamente contra el pecho de uno de los jinetes, dándole una muerte instantánea sobre su montura alada.

- Es él, señor. Nos ha descubierto.- Dijo asombrado uno de los dos jinetes restantes.

- Así es, Maanda, aunque algo después de lo esperado.- Contestó el otro jinete, con aire de liderazgo.- Ahora larguemonos, ya aquí hemos terminado.- Concluyó mientras ambos giraban sus monturas y se marchaban hacia el sur. Pero el Señor de la Tierra Salaveje tenía planes muy diferentes.

El jinete abatido aun seguía atado por amarres al pterosauro, este ultimo, por instinto, comenzó a seguir a las demás bestias aladas que se retiraban.

- ¡Zabu, sígueme por tierra! ¡Kel-Tanos, advierte a Tongah! Hoy se aclarará todo este desastre.- Dijo Ka-Zar mientras era alzado por sobre la destruida aldea, la estampida ya había pasado casi por completo. Zabu partió sin vacilación tras Ka-Zar pasando entre los últimos saurios que aun quedaban.

Ya en el aire y en las alturas, Ka-Zar trepaba rápidamente por la cuerda para alcanzar el lugar del jinete recientemente abatido. Pero los dos sujetos a quienes pretendía seguir dieron cuenta con el pasajero inesperado que les seguía.

- Deshazte de él Maanda, te esperaré en la Cima Esmeralda.- Dijo el jinete que parecía ser el líder, mientras que el otro asintiendo a su orden dio la vuelta, lanza en mano, para embestir al colgante Ka-Zar.

Desde la soga en la que estaba aferrado, Ka-Zar logró ver a su atacante aproximarse. Inmediatamente empuño su puñal mientras se daba la vuelta para quedar de cabeza, sujeto por sus piernas entrelazadas por la cuerda.

Así, con su cuerpo de cabeza y los brazos abiertos, cual retador, esperó la embestida de su enemigo. La lanza iba dirigida justo a su pecho. Justo en el momento en que la lanza le impactaría, el Señor de la Tierras Salvaje inclinó el dorso de su cuerpo hacia arriba, evitando así la estocada mortal. Y dejando pasar de largo a su atacante.

Ka-Zar retomó la posición de ascenso por la cuerda, mientras que su enemigo daba la vuelta y al mismo tiempo de daba cuenta de que su garganta había sido atravesada por la cortante hojilla del Señor de la Tierra Salvaje. Sin remedio, su cuerpo se dejo caer agonizante sobre su montura.

Alcanzando así al jinete abatido y tras tomar posición, Ka-Zar decidió quitarle la capucha que tenía puesta, y averiguar de quienes se trataban.

- No es posible.- Dijo al verle.

Sus manos simiescas, su rosto y cuerpo cubierto de pelaje espeso, y esos rasgos inconfundibles, el jinete pertenecía a la supuestamente extinta raza de Hombres Simio, de los cuales solo debería existír un individuo

- Si los hombres simio, han vuelto, y esto es obra suya, Maa-Gor es el responsable.- Afirmó mientras dejaba caer el cuerpo inerte y observaba al ultimo jinete que se alejaba en el horizonte. Sin dudarlo se dirigió a su encuentro.

ESTA HISTORIA CONTINUARA...

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1.- Dinosaurios de dos patas en su mayoria carnivoros, desde el Raptor al Tyrannosaurus.

2.- Reptiles voladores de gran tamaño, equivocadamente conocidos como pterodactilos, estos ultimos eran del tamaño de muchas de las avez actives.

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CORREO SALVAJE

Bueno, este es mi segundo número de esta nueva serie regular en Marveltopia. Como ya es costumbre para mi, ha pasado mucho tiempo entre el numero anterior y este, aunque vienen con unas portadillas. Ojala sea mas corto el tiempo hasta que aparezca el proximo. En los números siguientes seguire mostrando que tan grandes son los cambios que llegaran a la vida de nuestro héroe salvaje y como repercutirán en su futuro.

Cualquier duda, sugerencia o crítica, serán bien recibidas, aunque las últimas no tanto.

 
 
   
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