Portada: Vemos un bosque. Sobre los troncos de los arboles se pueden apreciar sombras de niños coriendo.
El Fantasticar está algo apartado detrás de las tiendas de campaña,
plantadas cerca de la orilla de un rio.
Sentados en unos troncos que rodean los restos de la hoguera de la noche
anterior; los Richards.
- Crema anti-mosquitos, crema anti-mosquitos- repite Sue, acribillada por
los insectos- Ni siquiera tu puedes inventar algo para ahuyentarlos-
continua mientras agita el aparato inutil ante las narices de su marido.
- Enseguida lo revisaré, querida. Déjame antes comprobar mi correo
electrónico para ver si...
Susan le quita el portatil.
- Estamos de acampada. Desconectados del mundo, salvo emergencias. Además,
aquí no tendras cobertura.
- Con este equipo si- Reed mira la pantalla y lee "Acceso via satélite a
redes no pudo completar la conexión"- Quizás no soy el genio científico
que todos creen. Le debo una cena a Bill Gates. Y eso me molesta.
La risa de su hijo, que está pescando con Ben Grimm, llama la atención de
ambos.
Mister Fantástico pasa un brazo sobre el hombro de su esposa.
- Gracias por convencernos para venir- le dice.
La Cosa explica a Franklin, otra vez, como ayudó a su tio a pescar un pez
espada, más o menos a la edad que el chico tiene ahora; cuando del
centro del rio surge un enorme pez verde y alienígena que usa sus aletas
para planear sobre Ben. Tal maniobra hace que el pétreo héroe se caiga
de culo por la sorpresa y no vea como el pez se transforma en la skrull
Lyja.
- Un baño fabuloso. ¿Me pasa alguien la toalla?
- ¡Por las alitas de Namor! ¡¿No ves que me estas espantando a las truchas,
mujer?!
A unas millas del lugar, rodando por una carretera secundaria, dos Harley
Davison avanzan veloces.
Sus conductores, Wyat Wingfoot y Johnny Storm, han decidido llegar a su
manera.
A ambos les encanta Easy Rider.
Cuando al fin alcanzan el campamento, el olor del pescado cocinado recibe a
sus estómagos hambrientos seguido por la bienvenida de aquellos a
los que quieren.
Tras una buena comida, el grupo se relaja.
Como niño que es, Franklin Richards busca entretenimiento y diversión. Más
alla de los arboles, ¿quien sabe, lo que puede encontrarse, todo lo
que se está perdiendo?
Poco a poco se va alejando más, apartándose de la vista de sus padres.
Internándose más en el bosque.
En realidad, no está tan lejos cuando oye las risas.
Risas de niños.
Curioso y deseoso de jugar, sigue el alegre revuelo.
- ¡Franklin! ¡Franklin!
- ¡Franklin!
- ¡Vamos, sobrino! ¡Asoma la nariz!
- ¡Franklin!
Sue ya está más que preocupada. Lyja ha tomado forma de ave y empieza la
busqueda. La Antorcha vuela bajo sobre las copas de los arboles.
Reed se acerca a los restantes desde el Fantasticar.
- Reed...- dice acongojada la madre.
- Se habrá alejado más de la cuenta. Eso es todo.
En sus manos trae varios aparatos que siguen la señal que emiten emisores
incluidos en su ropa.
- Separémonos. Ben y tú, Sue. Lyja con Wyat. Yo iré con Johnny.
El tiempo corre angustioso. Dividiendo el Fantasticar en sus cuatro
componentes monoplazas, peinan los alrededores. Hasta que...
- ¡Lo tengo!- grita Reed a la Antorcha- ¡Al suroeste!
A vista de pájaro, tal y como lo ven Sue y Ben el pueblo al acercarse, se
pueden advertir dos cosas; que ha conocido dias mejores (la autopista
construida años atrás desvía el tráfico que antes circulaba por allí,
matando el comercio) y que la plaza mayor es una versión en miniatura de
Disneyworld.
Aterrizan junto a la sección que manejaba Reed y se reunen con él y un grupo
de vecinos claramente nerviosos.
- No parece un festival ni un circo- opina la Mujer Invisible.
- Y esos no parecen el alma de la fiesta- señala la Cosa a los vecinos con
la cabeza.
- Es más que eso, Ben- dice Sue observando las figuras, máquinas de refresco
y helados, adornos y otros tantos objetos- Estas cosas estan
colocadas...
- No hay un orden concreto- termina Reed.
A la Antorcha Humana, que completa veloz su reconocimiento, le llama la
atención la cantidad de vehículos a las afueras de la localidad. La
mayoría camiones con trailers.
Los habitantes a la vista parecen asustarse ante su presencia.
Ocurre en ocasiones y no es algo que le agrade.
Bajo él, un grupo de personas se aparta de repente de un rollizo muchacho de
color. Intrigado, desciende hacía él.
Es solo un chaval gordo, seguramente objeto de burla.
Alguien que puede necesitar ayuda.
De ninguna manera puede ser una amenaza para él.
¿Entonces por qué se sobresalta al ver al crío coger aire con fuerza
desmesurada?
Tommy, así se llama el niño, expulsa el aire por la boca. Un pequeño huracan
que lanza a la Antorcha hacía atrás, casi apagando su llama.
Cayendo, sus piernas chocan contra un cabina y da un voltereta antes de
estamparse contra el suelo.
Si no se esforzara por superar su dolor, Johnny se daría cuenta de que la
gente se enconde en los edificios cercanos. Puede que incluso notase
como Casey, una niña de rizados cabellos dorados, se acerca por detrás de
él.
La Antorcha, de rodillas, mira a Tommy mientras se enciende. Desde el
momento en que el fuego se forma, Casey empieza a absorberlo. Las
llamas danzan hacía la espalda de Johnny, dejando al descubierto su cabeza y
torso, y de allí saltan hacía Casey que no se quema con ellas.
El potencial del miembro más joven de los 4 Fantásticos es considerablemente
alto teniendo en cuenta que puede crear una llama de intensidad
nova.
La niña no tiene problemas para robarserlo todo dejándole casi en shock. Y
no se detiene ahí. Sigue con su vitalidad, drenándole hasta que cae
de bruces contra el piso.
El furgon mal aparcado, su defensa tocando contra una farola inclinándola
levemente, las ruedas manchadas de tierra, su capó todavia caliente.
A traves de las ventanas, la Cosa ve un desorden de golosinas, revistas de
informática, comics...
- Secuestrado por el reparto de la Venganza de los Novatos- ironiza.
Un crujido llama su atención.
Un muchacho mordiendo una chocolatina le mira atentamente a traves de sus
gruesas gafas de pasta. Viste camisa a cuadros y sujeta sus
pantalones con tirantes.
"Secuestrado por Steve Urkel", piensa Ben.
- ¿Tambien está hecho de piedra por dentro, señor Grimm?- pregunta rompiendo
un poco más el emboltorio de su chocolatina.
- Es roca facetada, chaval. Y soy de carne y hueso. Casi.
- Si alguien lograra atravesar su piel de roca, le podría hacer daño. Sería
mucho mejor si fuera usted todo de diamante.
Ben ve un brillo en los ojos del chico y, seguidamente, un dolor
insoportable le envuelve. Se lleva las manos al estómago y puede ver
asombrado
que sus brazos reflejan los rayos del Sol.
Si sus pulmones aun fueran orgánicos, la Cosa lanzaría un grito de asombro.
- ¿Sabe?- continua el chico- Yo tenía un muñeco suyo de goma. De esos que se
estiran. A lo mejor, siendo de goma, si que no le harían daño.
Otra vez el dolor. Ben se siente menos rígido y trata de avanzar hacía su
atacante. Pero las piernas le fallan y se le doblan hacía adelante por las
rodillas. Su cara golpea contra el suelo y se deforma para luego volver a su
forma original.
Con gran facilidad, es girado y puesto boca arriba. Luego, el chico le coge
por una mano y tira, tira, tira, estirando imposiblemente su brazo a no
ser que él fuera su compañero elástico.
"Joder. Este chaval valdría como miembro honorario de la banda de la calle
Yancy"
Los ojos de Donny, así se llama el muchacho, brillan como lo harían los de
un niño ante un jugete nuevo.
Un poder terrible en manos inocentes.
- Tiene ustedes que marcharse de aquí ahora- le dice un hombre a la Mujer
Invisible.
- Señor, estamos buscando a mi hijo.
- Deben irse. Estan poniéndonos a todos en peligro. Aún más en peligro.
Reed aparta al hombre de su mujer. No ha dejado de notar el nerviosismo del
mismo.
- Señor, explíquenos que sucede en este lugar.
- ¡No! ¡Ustedes los supertipos no traen más que daños y heridos! ¡Deben...!
- Sr Hogan- llama una voz infantil al vecino que se encoge de miedo- No
queríamos gente de fuera aquí, ¿verdad?
Es un muchacho de unos once años. Doce como mucho. Muy musculado para la
edad que aparenta. Pelo revuelto.
Los Richards se ponen en guardia.
- Entiendo que eres tú el responsable de lo que ocurre en este lugar.
- Yo y otros amigos, Mr Fantástico- calla un segundo y sonríe- Uauh, estoy
hablando con Mr Fantástico. ¿Han traido el Fantasticar?
- Estamos buscando a un niño- afirma preocupada Sue- Se llama Franklin, es
rubio...
- Esta con nosotros. Es como yo. Como los demas. Se quedará con nosotros.
- ¡No!- grita la ahora enfadada madre mientras avanza hacía el adolescente-
¡Dime donde está mi hijo...!
- ¡Emily!- grita el chico, cuyo nombre es Chad.
Entonces, desafiando toda ley, está ante ellos. Ojos implacables y crueles.
Dientes afilados. Imponente presencia. Ensordecedor rugido.
Un Tiranosurus Rex en mitad de un pueblo aislado del Siglo XXI.
El Sr Hogan hecha a correr cruzándose en el camino de la bestia. Reed estira
su cuerpo y le coge; apartándose ambos del peligro. El ciéntifico
observa de refilón a una niña con una camiseta de Jurasic Park. Algo más
llama su atención. Lo daños. o mejor dicho, la ausencia de ellos.
- No es real- murmura- Es una ilusión. La niña.
El dinosaurio se fija en la Mujer Invisible y se lanza a darle un bocado.
Sue se rodea con un campo de fuerza opaco.
Opaco porque dentro del campo, una espesa humadera se forma dificultando su
visión y penetrando en sus pulmones. Llorando y tosiendo,
Susan disuelve su campo.
Christie, una pálida niña con los labios pintado de violeta, ha logrado su
proposito. El humo que ha generado, y que aparece tambien entre sus
cabellos negros cuando lo crea, desaparece para darle a Chad plena visión.
Y Chad la aprovecha dando primero un gran salto, luego otro y con el tercero
cae sobre la mujer.
- ¡Diana!- gritan Chad y Christie al unísono.
Reed oye el grito de su esposa y se gira soltando al Sr Hogan. Antes de que
pueda ir en su ayuda una enorme masa verde de Blandiblue cae ante
él. Entre la ingente masa destacan dos ojos azules que le miran fijamente.
- ¿Ben?
Asombrado y preocupado por su mujer y su amigo, no oye el enjambre de
insectos hasta que impacta en su cara. Estira su cuello intentando
escapar de ellos al tiempo que perros y gatos se unen al ataque.
- Esto es mucho mejor que tus tontas ilusiones, Emily- afirma orgulloso
Brett, quien controla la fauna local, a la niña de la camiseta.
- ¡No es verdad, no es verdad!- responde ella enfadada- ¡Mira!
Las alas cartilaginosas de dos Pteranodontes pasan cerca de la cabeza del
último miembro del grupo en pie. A pesar de saber que no existen,
Reed no puede evitar agacharse y que los animales le claven sus garras y
colmillos.
Cambiando su forma a la de un trompo, Mr Fantástico gira rápidamente y
empuja a las criaturas de mayor tamaño. Luego recupera su aspecto
humano salvo sus manos que estira y aplana para espantar a los insectos. Su
desesperación por quitárselos de encima centra sus pensamientos
en buscar una boca de incendio o de riego. O un extintor.
Un haz luminoso golpea en su pecho y sube a su rostro. No se producen
quemaduras graves. El rayo proyecta únicamente un calor tan fuerte
que le deja fuera de combate sin que llegue a gritar.
Los ojos de Geraldine continuan brillando durante unos segundos más tras
terminar su ataque. A ella se acercan los otros.
Niños singulares que han derrotado a los 4 Fantásticos.
Unas millas al este, una enorme ave de color verde lleva sujeta con sus
patas la figura de un corpulento hombre. Su zona de búsqueda del niño
les aleja del conflicto y de sus amigos.
- Llegaron hace algunas semanas. En un viejo furgón. Los traía una mujer de
mediana edad que sufrió un paro cardiaco mientras conducía.
Ahora, me pregunto si fue por ellos que lo tuvo.
Quien habla es el reverendo Thomas y se dirige al recuperado cuarteto. Todos
ellos están en la primera planta del ayuntamiento; un venerable
edificio de madera, todavía robusto a pesar de los años que han transcurrido
desde que se levantó.
La Cosa ha recuperado su forma habitual, Reed recibe pomada para sus
quemaduras y Sue agradece el vaso de agua que aclara su garganta.
- No me creo que esos crios nos hayan tumbado y luego dejado sin más- le
interrumpe Ben.
- Yo esperaba que acabasen con nosotros.
- ¡Johnny!- le grita su hermana.
- Bien podrían haberlo hecho, Sra. Richards. Esos niños conciben la idea de
matar o dar muerte como algo sin malicia.
- No conocen la diferencia entre bien y mal, ¿no es así?- Reed aparta con
suavidad la mano de la mujer que le extiende la pomada- Gracias.
- No, de eso nos daríamos cuenta más tarde. Cuando quisimos avisar de su
presencia a las autoridades, nuestras comunicaciones fallaron. Los
niños se ocuparon de ello aunque entonces no nos diéramos cuenta. Los
distribuimos entre varias familias para que pasaran la noche en un sitio
que no fuera la jefatura de policía.
La mujer toma la palabra.
- Por la mañana comenzó todo. Podían hacer cosas increíbles. Pensamos que
eran mutantes. Pero me han dicho que eso sucede solo cuando
alcanzan la adolescencia.
- El jefe y sus ayudantes trataron de detenerlos. Pobres hombres. El coche
de policía se convirtió en una figura hecha de Legos1. Harley, uno
de los ayudantes, se fue hacía ellos sacando la porra y Tommy sopló tan
fuerte que le lanzó contra un pared. Se rompió el cuello.
Los insectos envolvieron al jefe y su compañero. En busca de refugio, se
encontraron con el calor de Geraldine. Rieron mientras su carne se
abrasaba. Eran como niños quemando un insecto con una lupa- se detiene y
traga saliva antes de continuar- Creo que fue entonces cuando
descubrieron lo que era matar. Y el miedo que provocaban entre mis
convecinos. Y el poder del miedo mismo.
El reverendo se levanta de su asiento y se acerca a una ventana.
- Pusieron el pueblo patas arriba- continua- Esta comunidad se fundó en
torno a la carretera. La autopista le quitó el pan de la boca; aunque aun
pasan por aquí transportistas que quieren ahorrarse el peaje. Un convoy de
camiones llevaba estructuras para un parque de atracciones. Ya lo
han visto ahí fuera. Los niños se han dedicado a jugar como otros
cualquiera. Pero libres de las prohibiciones de un adulto. Conducir coches,
comer chucherias gratis, jugar a ser adultos...
- ¿Es qué nadie hizo nada por detenerlos? ¿Por escapar?- pregunta Johnny
indignado.
- ¿Nunca se enfrentó a alguien superior a usted antes de tener esos poderes
de fuego, Sr. Storm? En cuanto a escapar; cada vez que alguien lo
intenta, Emily, la niña que crea ilusiones, parece percibir cuando alguien
sale más allá de un determinada distancia del pueblo y usa su poder. No
se puede ignorar lo que quiere que veamos. Enseguida llega el resto y...
El reverendo deja de hablar de golpe y retrocede asustado. El cuarteto se
abalanza hacía las ventanas y ven, abajo en la calle, a los niños.
Dos ojos brillan como estrellas y el ayuntamiento prende como una cerilla.
El fuego va devorando con voracidad la planta donde los héroes se
encuentran. No hay sistema antiincendios en el viejo edificio. Los
extintores
no podrían combatir el infierno desatado.
Ni el poder de los ojos de Geraldine.
Nadie abandona el ayuntamiento. Nadie viene en su ayuda.
Los niños observan, fascinados, el baile de las llamas. Algunos ríen bajito.
Seguros de si mismos, ven la columna de humo que se eleva hacía el cielo.
El salón comunitario de la localidad, unos veinte minutos más tarde.
- ¡No quiero quedarme aquí! ¡Quiero ir con mi mama!
- Tus padres ya no están para cuidarte.
- ¡NO ES VERDAD!
- No necesitas que nadie cuide de ti, Franklin. Eres especial- le dice Emily
al lloroso chaval con dulzura en su voz y una mirada que parece ver
dentro del niño.
- Puedes hacer lo que quieras aquí.
- Y si alguien te dice que no...
- Le hacemos daño.
Suenan risitas nerviosas. Sus ojos brillan con una maldad nacida de la
inocencia.
- ¡No! Mis padres... y mis tíos dicen que está mal hacer daño a la gente.
- Que tonto eres, Franklin. Con todo lo que puedes hacer y te portas como un
gili.
Las risas suenan ahora a burla.
Solo uno no ríe. Donny.
Jadea y se sienta al notar que le falta el aire.
- Nogg, no me encuentro... bien.
La pena y el miedo del hijo de los Richards se va diluyendo en rabia y...
¿Es posible que en odio?
- Enséñanos lo que puedes hacer.
- Enséñanos lo que puedes hacer.
- Enséñanos lo que puedes hacer.
- No puedo... respirar.
- Enséñanos lo que puedes hacer.
- Enséñanos lo que puedes hacer.
- Enséñanos lo que puedes hacer.
- Enséñanos lo que puedes hacer.
Escudos y seguros psíquicos implantados por su padre saltan con pasmosa
facilidad. Siempre ha podido hacerlo, pues nunca ha estado
verdaderamente controlado.
Tal es el poder de Franklin. Un poder que sus captores están despertando
nuevamente y sin razonar el peligro que ello implica.
Donny se tumba de lado en el suelo, boqueando. La atención de los otros
niños se concentra en él, fascinados por el sufrimiento de su amigo.
Es hora de que contemplen algo fantástico.
Tras ellos, Ben y Reed son de nuevo visibles por cortesía de la Mujer
Invisible. Fue ella quien los sacó a todos del ayuntamiento mientras ardía.
Es ella la que ha creado una esfera de fuerza invisible entorno a la cabeza
de Donny, cortándole el suministro de aire para que cayera
inconsciente; suprimiendo así a uno de los niños más poderosos.
Los niños se vuelven hacía el dúo recién aparecido y se pierden la entrada
de la Antorcha Humana por el techo.
Veloz, Johnny lanza una serie de bolas flamígeras de escasa potencia
caloríficas pero muy luminosas entre los crios que se apartan asustados y
confusos.
Las puertas dobles del salón saltan de sus marcos y caen cerca de los
pequeños, distrayéndolos más. Algo se encoge en sus corazones al ver a
Sue avanzar hacía ellos. Sus ojos furiosos les reprimen como lo harían los
de las madres que nunca conocieron.
Aprovechando su distracción, un brazo de Mr Fantástico envuelve a Emily y la
hace girar, mareándola. De inmediato, y rogando para que el
sedante de acción casi inmediata no le provoque una reacción alérgica u otra
complicación, le clava la aguja en el brazo e inyecta.
Tommy se prepara para coger aire, pero una mano de roca facetada naranja le
tapa la boca antes de que aspire.
- Chico, si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas ni mu.
Acto seguido, la Cosa coloca un spray de pimienta delante de su ojos y...
- ¡AAAHH! ¡AAAHH! ¡AAAAAAAAHH!
- Créeme, me duele más a ti que a mi- le dice Ben mientras prepara la
jeringuilla para inyectarle.
Geraldine, asustada, llorosa y enfadada, mira al hombre de roca que sujeta a
su amigo. Con lágrimas corriendo por su cara, sus ojos brillan
deslumbradores y dos rayos de calor surgen de ellos camino del hombre.
Pero otro hombre estaba atento a su reacción. La Antorcha se interpone. Su
dominio son las llamas; pero también el calor. Absorbe la furia del
fuego ocular pero no su fuerza que lo empuja hasta golpearse contra la Cosa.
- ¡EY! ¡Chico, ¿estas bien?!- pregunta Ben mientras inyecta a su cautivo.
Alza la vista y ve a la niña, ahora sorprendida al ver como su poder era
anulado.
Esta vez está más enfadada. Pero antes de que los dos soles que tiene por
ojos vuelvan a desatarse, alguien la empuja y cae golpeándose,
duramente, la barbilla.
Es el serio y decidido Franklin Richards.
Pero antes de que pueda decir una palabra, la angelical rubia Casey le rodea
con sus brazos y comienza a absorber su incontrolable energía.
Es una suerte para ella que Sue la vea y vea el rostro de su hijo.
La Mujer Invisible libera los insectos atraídos por Brett, que encerraba en
una esfera de fuerza, sobre la chiquilla. Esta, se aparta con cara de
pánico y trata de apartarlos con las manos. No va muy lejos antes de
encontrarse con una tremenda bofetada de una madre nerviosa.
- ¡NO TOQUES A MI NIÑO!
Casey cae al suelo. Todos se detienen y miran la escena. La cara de Sue es
un reflejo de la de la pequeña. Todo un poema.
- Lo... lo siento. Perdóname- se disculpa la mujer.
Con una sonrisa confiada, Chad salta sobre Susan dispuesto a hacerle todo el
daño que pueda. Una superficie elástica de color azul se extiende
rápidamente bajo él y lo hace rebotar, lanzándolo contra el techo. Segura de
que su marido la esta cubriendo, Sue usa su jeringuilla para dormir a
Casey mientras Frankiln se abraza a ella.
Chad toca el suelo, dolorido. Su espalda ha rozado el techo. El dolor
adquiere un nuevo significado para él. Lo provocaba sin conocer sus
efectos de primera mano. Pero no se rendirá. Un humo negro le envuelve. Se
oyen pasos presurosos.
Junto a Christie, Chad sale corriendo; dejando atrás a sus amigos. Brett,
sintiéndose abandonado, es fácilmente reducido.
Los huidos corren por las calles y se encuentran con un grupo de asustados
vecinos que nada tiene que temer ya.
Porque ahora son los crios los que lo tienen.
Chad coge a su compañera, que esta tan asustada que no para de generar humo,
y salta a los tejados. Forma tanto humo que Chad no ve por
donde va y el miedo a tropezar y golpearse le hace soltar a Casey.
La niña deja una estela de humo vertical que se corta bruscamente cuando la
Antorcha la recoge al vuelo a centímetros del suelo.
El chico mientras tanto grita al salir de la espesa humareda y encontrarse
de frente con una especie de gran búho verde con pico largo sobre el
que va montado un sorprendido nativo americano. Gira su cuerpo y logra
esquivarlos por poco.
Lo que no puede esquivar es la ventana que atraviesa. Ni el armario que
detiene su impulso.
Lleno de cortes en brazos y cara, sollozando y gimoteando, se levanta y sale
del cuarto. A duras penas, baja y sale por la puerta principal. En el
jardín le esperan Johnny, ahora completamente apagado y con Casey
inconsciente en sus brazos y la Cosa con cara de pocos amigos. La Mujer
Invisible aterriza mediante, su campo de fuerza, junto a su compañero; al
igual que Lyja y Wyat.
Detrás de ellos, vecinos de la calle. Algunos sienten pena viendo el estado
de su secuestrador.
La forma maleable de Mr fantástico baja por la estructura de la vivienda.
Coloca suavemente su mano sobre el hombro del chico.
- No queremos hacerte daño a ti o a tus amigos, muchacho. Lo que hacéis no
esta bien. Pon fin a esto y acompáñanos.
- ¡NO!- grita Chad mientras salta.
Pero Reed ya le sujeta y le lleva al suelo donde Ben le inyecta.
Se hace un silencio incomodo.
Esto no es una victoria. El mal sabor de boca que deja no da lugar a dudas.
Unas tres horas y media más tarde, varios equipos de SHILED peinan el
pueblo. Varios cazas y helicópteros sobrevuelan la zona. El bloqueo
informativo es total.
- Tienen más o menos la edad de mi nena- afirma el oficial de la agencia al
mando que habla con Reed.
- Como padre, le entiendo- le contesta Mr Fantástico- Ahora, es cuestión de
ustedes averiguar quienes son y como y donde obtuvieron sus
habilidades.
- Mutantes no son, seguro. Pero sabe lo que más me inquieta- el agente se
sube la cremallera de su chaqueta- Que alguien pueda haberles dado
esos poderes. Eso significaría que habrían experimentado con ellos. Niños
sin piedad capaces de dominar pueblos enteros. Dan ganas de
vomitar.
Sea lo que sea que piense Reed Richards, no lo dice. Solo mira a su hijo.
- Vamos, hermanita...
- Le pegué.
- Viste a Franklin en peligro y te asustaste. No es muy heroico pero si muy
humano.
- Es una niña, Johnny- responde Sue mientras ve como los niños desconocidos
son subido a un helicóptero dentro de cápsulas de éxtasis, cada
una monitorizada por
Espers2 y todo bajo vigilancia de SHIELD y la NSA.
- Si fueras una madre normal y otro niño quisiera hacerle algo muy malo a
Franklin, ¿qué hubieras hecho?
- No pegarle, desde luego.
- ¿Segura?
- No quiero que sufra.
- Ninguna madre quiere.
Le pasa un brazo sobre el hombro y repite.
- Ninguna madre quiere.
- He ayudado al equipo, ¿verdad?- pregunta Franklin sentado en el hombro de
su tío Ben.
- Pues claro- responde la Cosa- Eres parte de la familia y del equipo.
Aunque ya no lleves tu camiseta de 4 1/2.
- Es que me queda pequeña- afirma algo triste.
- ¿De veras? Mmmh. Habrá que hacer algo al respecto.
Saltamos otras tantas horas hasta el regreso a la Torre de las Cuatro
Libertades. Wyat se ha despedido ya que planea visitar a Jen3 y pasar la
noche su casa.
Tras unos cuarenta y cinco minutos de ducha, alimentación y relax, Johnny
avisa a todos.
- ¡Eh, familia! Ya he terminado de bajar el trailer de nuestra película.
¿Quien quiere verlo?
Enviar la señal a la tele familiar no es difícil viviendo en un edificio
ultra tecnificado diseñado por un genio. Y ya con todos sentados y con la
Antorcha repartiendo camisetas de la peli; el trailer comienza.
- Tío Ben, no tienes pelo.
- Johnny, el actor que te interpreta es muy atractivo.
- Gracias, Lyja.
- Demasiado. ¿Has intervenido en el casting, cerilla?- pregunta la Cosa.
Aparece la primera imagen de la actriz que interpreta a la Mujer Invisible.
- Es más guapa que tú, mami- se pronuncia Franklin al verla.
- ¡¿Queéééé?!
- Tu mama será siempre la más bonita, hijo- trata de arreglarlo Reed.
Luego una escena del miembro más adorable de ojos azules.
- Han utilizado mi bello físico original.
- Les fue imposible meter ese careto tuyo en...
Y entonces se hace un silencio sepulcral. A la Antorcha se le caen de las
manos las figuras articuladas.
- Oh, dios. Es Muerte.
- Les advertimos que no usaran oponentes reales.
- Se suponía que tú supervisabas el guión, Johnny. Lo dejamos en tus manos.
- Me aseguraron que iban a usar al Fantasma Rojo. Os lo juro- explica
mientras aprieta entre sus manos un muñeco de peluche de la Cosa.
Reed comienza a organizarlos.
- Ben, prepara el pogoplano. Sue, llama a la Fox y a la Casablanca. Johnny,
llama a Nelson y Murdock y trae la copia final del guión- Se gira hacía
Franklin- Tendrás que quedarte con Lyja...
- Jo, papa. Hollywood.
- Otro día, ¿vale? Mama, tú y yo.
- Vaaale- dice no muy convencido.
- ¡Reed!- grita Susan- Tazas con la máscara de Muerte.
- ¡Voy!
Y así, la eterna lucha continua.
1.- ¿Alguien que no conozca este juego de contrucción?
2.- Unidad de Perceoción Extrasensorial de SHIELD.
3.- Alias la sensacional Hulka.
CARTAS AL EDIFICIO DE LAS 4 LIBERTADES. EL TRABAJO DE WILLIE LUMPKIN
He tardado pero aquí esta.
Mi primer numero en solitario de la primera familia Marvel(topia)
Hubiese querido mejorarlo porque no me he quedado contento del todo con él.
Pero ya lo he retasado bastante.
El próximo saldrá mejor.
Jose Gonzalez