MARVEL FANFARE VOL. 2 #9
Tormenta
Perder la esperanza
Guión: Salvador Magán
Oh, Diosa... ¿Por qué me habéis abandonado? ¿Por qué me obligáis a ser quién
no quiero ser?
Los pensamientos de la mujer llamada Ororo duelen, casi tanto como el ver la
cabaña de M`Bwana arrasada. Y Tormenta vuelve atrás...a cuando llegó a
África para descansar después de la crisis de los Acólitos1.
Cuán hermosa es la sabana pensaba al reencontrarse con ella. Aquí,
descansando entre la Naturaleza debía aclarar su cabeza. No estaba ya segura
de la finalidad de la Patrulla. El sueño, con Xavier dedicado a la vida
pública, se habría, nunca mejor dicho, politizado. Y ya se sabe que en
política la imagen es más importante aún que la Verdad. Y la imagen de la
Patrulla se había dañado considerablemente. Y el Profesor no podría
defenderles ante la opinión pública. Y...
Sea. Está harta de tanta lucha sin sentido. Ella es una con la Naturaleza
pero si ha de sacrificarse para lograr la ansiada Paz eso es lo que hará.
Pues hoy, en esta eterna sabana muere Tormenta y solo queda Ororo. No
alimentará más odio interracial con su presencia. Más...
¡Diosa! ¡Diosa!
¿Quién osa interrumpir el sepelio? ¿Quién le llama con nombre que no le
corresponde?
¡Diosa! Loada seas...Mis plegarias y las de mi pueblo han sido escuchadas.
Cómo duele recordar esas palabras y la esperanza grabada en el rostro ahora
inerte de M`Bwana. Le contó la historia de los cazadores furtivos, de
quienes les arrebataron el poblado para crear su campamento y de que cómo él
y unos cuantos rezaban día y noche para que reapareciera la diosa de los
cabellos blancos. Y ahora Ororo se martiriza al recordar sus propias
palabras:
No soy Diosa, nunca lo he sido...
M´Bwana no le dejó terminar. Ella iba a llamar a las autoridades locales,
iba a hacer lo humanamente posible para ayudarles. Pero el destrozado
africano se alejaba ya con la Fe destrozada y la convicción de qué debía
hacer frente al enemigo blanco solo.
Sea. Ya iré mañana.
Y la mañana llegó. Ahora se encontraba frente a la destrozada cabaña. La
culpabilidad y el deseo de venganza la aturdía mientras invocaba mil
tormentas desafiantes. Alzó el vuelo y buscó el campamento. Aterrizó a
distancia prudencial para llegar caminando. Ya en el centro del asentamiento
se oyó su voz:
¿Quién? ¿Quién de vosotros es el culpable?
Unos diez cazadores salieron de las tiendas y de la que parecía la principal
surgió la figura de un hombre alto, corpulento y con barba.
Hombre, una preciosidad negra. Esta pieza la quiero para mí solo.
Con un gesto de su mano Tormenta elevó en el aire al hombre invocando a los
vientos y lo acercó a ella para con la otra mano agarrarle el cuello. Iba a
destrozarlo, iba a...
¡Déjalo, monstruo! O nuestro cautivo morirá
Un cazador apuntaba a M`Bwana que se encontraba maniatado. Tormenta sintió
un profundo alivio. Ahora comenzaba a tenerlo todo claro. Manteniendo
agarrado al aterrorizado jefe mandó al más fuerte viento del norte qué
tumbara a quién apuntaba al africano. En una fracción de segundo los tumbó a
todos mientras protegía con su capa a un sorprendido M`Bwana que no entendía
cómo pudo haberse movido tan deprisa si afirmaba no ser una diosa.
Tormenta le sonrió y le susurró al oído:
Gracias.
Mientras se alejaba volando Tormenta comprendió que a fin de cuentas su
lucha no era estéril. Pues había conseguido que al menos un hombre
mantuviera la Fe. Y, ¿qué era el sueño si no eso? La Fe, la esperanza en que
un día hombres y humanos vivirían juntos en paz. Y eso era algo que nunca
debía perder.
1.- Como se vio en Patrulla-X #360
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