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Joss Ryan era un chico normal, hasta que un día sus poderes mutantes salieron a la luz. Ahora se enfrenta a un mundo para el que no está preparado bajo el nombre de Marvel Kid.
 
Marvel Kid

MARVEL KID #3
Cuestión de sentimientos
Guión: Carlos Correia

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PORTADA: Vemos a Marvel Kid de rodillas, agarrándose la cabeza con ambas manos, y, al fondo, el rostro de Émpata riéndose.

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"¡Feliz cumpleaños, Joss!"

El grito de su madre lo despertó de golpe. Abrió los ojos y vio frente a él a Michael, su padre, a Mary, su madre, y a su hermano pequeño Chris, sosteniendo entre todos una enorme tarta con diecisiete velas.

"¿Qué...?", fue todo lo que fue capaz de decir.

"¡Sopla las velas, Joss, que la tarta esta pesa!", se quejó Chris.

Un soplido y muchos besos después, Joss consiguió por fin salir de la cama y darse una ducha. Estaba cansado, porque había pasado un par de horas de la noche entrenando sus recién descubiertos poderes en la playa. Por suerte, como era sábado, su madre le había dejado dormir más de lo normal.

Se vistió, y bajó a la cocina, donde su madre le había preparado su desayuno favorito: tortitas con sirope. Tras comer hasta que su madre decidió que era suficiente, salió a ver a Donna.

Aún estaba en su casa, recuperándose tras intentar suicidarse unos días atrás. Los médicos le habían dado el alta, pero le habían recomendado reposo, y, sobre todo, que no estuviera mucho tiempo sola. Pero su madre, una conocida cantante, había tenido que irse, pues estaba en medio de una importante gira por la costa este, y la había quedado al cuidado de su asistenta, una anciana señora negra que todo el mundo conocía como Granny.

"Hola, Granny", dijo Joss cuando le abrió la puerta. "¿Está Donna levantada?"

"Hola, Joss. Felicidades, jovencito. Me han dicho que hoy es tu cumpleaños."

"Muchas gracias, Granny."

"Donna está arriba, en su cuarto. Sube si quieres."

"Gracias. Hasta ahora."

Subió las escaleras, y llamó a la puerta de la habitación.

"¿Donna?"

La chica abrió la puerta. Llevaba un top y unos vaqueros ajustados, que resaltaban su impresionante figura.

"¡Joss! ¡Felicidades!"

Pasándole los brazos por detrás de la cabeza, le besó apasionadamente en los labios, lo que cogió por sorpresa a Joss, ya que no solía ser tan impulsiva.

"joooooder"

"¿Te ha gustado?"

"Claro... pero... Granny está abajo..."

"Bah, no te preocupes. Pasa, que tengo aquí tu regalo."

Entraron en el cuarto, y cerró la puerta, echando el cerrojo.

"Así no nos molestarán."

"¿Estás bien, Donna?"

"¿Por qué lo preguntas?"

"No sé... te estás comportando de forma muy rara..."

"¿Sólo porque te he besado? ¿Es que no puedo besar a mi novio?"

"Sí, claro, es que..."

"Nada de peros. Siéntate, anda."

Se sentaron juntos en la cama. Ella le cogió las manos. Estaba muy nervioso. No sabía qué pretendía Donna. Se volvieron a besar, ahora más suavemente. Ella comenzó a desabrocharle la camisa, mirándole fijamente a los ojos.

"Espero que te guste el regalo, Joss, porque... el regalo soy yo."

Se levantó de un salto.

"¿Qué?"

"Que quiero que hagamos el amor, Joss. Quiero que hoy sea nuestra primera vez."

"¿¡Estás loca!? ¡Granny está abajo!"

"Está medio sorda, no oirá nada. Venga ya, Joss. Llevamos saliendo mucho tiempo, y nos queremos, ¿no? ¿Dónde está el problema?"

"Donna, hace unos días estabas en un hospital por tragarte un bote de somníferos tras pelearnos, y ahora quieres que lo hagamos. ¿No crees que es muy raro?"

"¿Qué pasa? ¿Hice una tontería y ahora ya no me quieres?"

"¡Claro que te quiero, Donna!"

"¿Entonces por qué no quieres hacerlo?"

"Joder, Donna, no está bien. Aún no has superado todo lo que pasó. ¿Y si luego te arrepientes? Lo habíamos hablado, ¿recuerdas? Íbamos a esperar un tiempo."

"¡Pero yo ya quiero!"

"Pero yo no estoy preparado, Donna. Lo siento."

"Es por Aly, ¿verdad? No te quieres acostar conmigo porque estás colado por ella."

"No digas tonterías, Donna. Aly es mi amiga, y sólo eso."

"¡Pues no lo parece! A veces pasas más tiempo con ella que conmigo."

"¡Quizás porque ella no se comporta como una cría celosa!"

Nada más decir esas palabras, Joss se arrepintió de haberlas dicho. Donna se derrumbó en la cama, llorando desconsoladamente.

"Mierda... Donna, cielo, lo siento. No quería decir eso."

La abrazó, y le acarició la cabeza, pasando sus dedos entre su sedoso pelo negro.

"Donna, te quiero, ¿vale? Sólo es que... no estoy preparado aún para hacerlo. No es por ti. Es que..."

Se mordió la lengua. Había estado a punto de decirle que era mutante, pero no quería que ella lo supiera. Sólo Aly lo sabía, pero no confiaba en que Donna lo aceptara...

"Dame tiempo, ¿vale? Cuando los dos estemos listos, lo haremos. Y será maravilloso, te lo prometo."

"Prométeme que no me dejarás."

"Claro que no, Donna."

Y permanecieron abrazados, en silencio, durante varios minutos.

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Esa noche celebraran una fiesta de cumpleaños en la cafetería Sonata, el lugar habitual de reunión de Joss y sus amigos. Iban allí tan a menudo que las dos camareras (Mandy y Rachel) ya formaban parte del grupo.

Joss y Donna llegaron juntos. Habían estado todo el día juntos, porque su madre había preparado una gran comida y la había invitado. Después de la pelea de por la mañana, parecía que todo había vuelto a la normalidad.

Poco después llegaron Aly y Luke. Luke Smith era un par de años mayor que ellos, y ya había cumplido los diecinueve. Había dejado los estudios muy pronto, y trabajaba de mecánico en el taller de su tío. Siempre iba con su chupa de cuero, y con las gafas de sol colgadas de la camisa.

Por último, llegó Peter. Era el mejor amigo de Joss. Un chico muy estudioso, que nunca había salido con nadie, y que prácticamente sólo hablaba con él. Además, estaba completamente obsesionado con los superhéroes. Guardaba todo lo que encontraba sobre ellos: recortes de periódico, noticias de televisión, fotografías, cómics... Era un auténtico fan.

Una vez estuvieron los cinco juntos, Mandy les llevó la tarta. Era de chocolate, con sus velitas de rigor. Sopló las velas y le dieron los regalos: CDs, ropa y una maqueta del Halcón Milenario.

"Gracias, chicos."

"De nada, Joss", le contestó Aly.

"Oye, J.C.", le dijo Luke, que tenía la costumbre de llamarlo por sus iniciales, algo que le reventaba. "Estás más delgado, tío. ¿Estás haciendo ejercicio o algo?"

"Un poco, Luke."

"Pues te hacía falta. Estabas echando tripa."

"Pues a mi me gusta esté como esté", saltó Donna.

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La fiesta transcurrió sin más complicaciones. Un par de horas después, Joss se despidió de sus amigos y acompañó a Donna a casa.

"¿Te lo has pasado bien?"

"Muy bien, Donna. Ha sido un cumpleaños genial."

"Me alegro. ¿Quieres quedarte a pasar la noche?"

Joss sonrió. Parece que no se iba a dar por vencida tan fácilmente.

"No, Donna, de verdad. Descansa, cielo. Te quiero."

Le dio un beso, y esperó a que entrara en la casa. dio media vuelta y se fijó en un hombre apoyado en una farola, a unos diez metros frente a él.

"¡Qué extraño!", pensó. "No he oído a nadie..."

"¿Joss? ¿Eres Joss Ryan?", dijo el hombre cuando pasó junto a él.

"Errr... sí. ¿Quién eres tú?", respondió, sorprendido.

"Me llamo Manuel Alfonso Rodrigo de la Rocha. Tengo una oferta que hacerte."

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"¿Qué tal ha ido todo, Donna?"

"Muy bien, Granny. Le encantó el regalo. La cadena que me diste era preciosa."

"Me alegro, chiquita."

"Me voy a acostar. Buenas noches, Granny."

"Buenas noches."

Donna subió las escaleras, mientras Granny se quedó abajo, mirándola fijamente.

"Estate tranquila, Donna, hija. Tu hombre será tuyo para siempre," murmuró.

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"¿Y qué quieres de mi?"

"Como te he dicho, vengo a hacerte una oferta. Sé que eres mutante, Joss."

"¡Qué! ¿Es que todo el mundo lo sabe o qué?"

"No te preocupes. Tengo mis... métodos... para averiguar estas cosas. No es algo público."

"Bueno, ¿y qué pasa porque sea mutante? ¿Tu también quieres que me vaya a una escuela especial?"

"No. Digamos que lo que yo te vengo a ofrecer es algo... distinto. ¿Has pensado en lo que podrías lograr usando tus poderes?"

"¿Qué? ¿Robar y cosas de esas? No, gracias. No quiero pasarme la vida entre rejas."

"No me refería a eso. Los mutantes somos superiores a los humanos, Joss. Supongo que te habrás dado cuenta. Podemos hacer cosas que ellos nunca lograrán. Y nos temen, y por eso nos odian."

Mientras hablaban, habían comenzado a caminar por las calles de la ciudad. Aunque no era tarde, no había prácticamente nadie, excepto algunos sin techo que vivían entre los cubos de basura. Uno de ellos se les acercó.

"¿Me dan un dólar, caballeros? Por favor, me gustaría comer algo..."

Joss sacó unas monedas del bolsillo y se las dio al mendigo.

"Gracias, joven. Que Dios te lo pague."

"¿Qué crees que haría este hombre si supiera que eres mutante, Joss?"

Concentrándose, Manuel usó su poder mutante en el hombre. Manuel también era conocido como Émpata. Su poder le permitía manipular las emociones de los demás, y hacerles sentir lo que él quisiese. Hace poco había alcanzado el puesto de Rey Negro del Club Fuego Infernal inglés, y ahora se dedicaba a reclutar mutantes para sus fines.

De repente, el mendigo se dio la vuelta y le tiró las monedas a la cara a Joss.

"¡No quiero el dinero de un asqueroso mutante! ¡Seguro que así nos infectáis con el virus ese! ¡Vete de aquí, muti!"

El mendigo se lanzó sobre Joss, que se elevó, esquivando el ataque.

"¿Qué demonios hace?"

"Te odia sólo por ser mutante, Joss. ¿Crees que esa es forma de vivir? ¿Crees que debes desperdiciar tu vida intentando salvar a estos humanos desagradecidos?"

"Pero..."

"Acompáñame, Joss", le interrumpió Émpata mientras calmaba al mendigo, haciendo que entrase en un estado de relajación.

Joss aterrizó, mientras el mendigo se sentaba en el suelo, en el bordillo.

"Verás, Joss", dijo Manuel. "Lo que te vengo a ofrecer es una posición de poder. Quiero que trabajes para mi. Quiero que uses tus poderes para mi. Quiero ofrecerte una vida de lujos, tendrás todo lo que quieras, todo lo que puedas desear. Formarás parte de la clase dominante de este planeta."

"Pero, ¿qué pasa con mi vida aquí?"

"¿Aquí? ¿Y qué te espera si sigues aquí? Estudiarás en la universidad, y buscarás algún trabajo mediocre, te casarás con alguna mujer que te acabará engañando, y serás infeliz el resto de tu vida. ¿Es eso lo que quieres? Tienes poder, Joss. Eres un mutante. No tienes por qué vivir la vida de los humanos. Tu eres mejor que ellos."

Joss se quedó pensativo. Lo que le estaban ofreciendo era, cuanto menos, atractivo. No es que no hubiera pensado en esas cosas desde que descubrió que era mutante, pero no lo había considerado muy en serio.

"Si me voy... ¿qué sería de mi familia? ¿Y mis amigos, y mi novia? ¿Cómo voy a dejarlos?"

"Considéralo como si te hubiera tocado la loteria. ¿Crees que si a tus amigos les tocaran varios millones de dólares seguirían a tu lado? ¡Claro que no! Lo primero que harían sería irse de aquí. Se rodearían de gente de su clase, y no de... pobres muertos de hambre. Eso es lo que te ofrezco, Joss. La posibilidad de estar entre iguales. De hacer lo que quieras. Tener lo que desees. Incluso a quien quieras. ¿No te lo mereces?"

"Si, supongo que todo eso es muy bonito..."

"Es más que bonito, chico. Es tu destino."

"Pero tiene que haber alguna pega. Siempre hay alguna pega. Nadie te ofrece todo eso sin pedir nada a cambio."

"Yo sólo te pido tu obediencia, chico. Que cumplas mis órdenes. Nada más."

"¿Y que pasa si no acepto tu oferta? ¿Y si no estoy preparado para irme de aquí?"

"Joss, podría obligarte a venir conmigo. Mi poder me permitiría persuadirte y hacer que vinieras, y creyeras que es todo idea tuya. Pero no me interesa tener a mi alrededor a gente con dudas. Esta oferta sólo te la hago una vez. Decídete. ¿Te vienes conmigo o te quedas con los humanos?"

Era una decisión difícil. Lo que Manuel le ofrecía era tentador: poder, dinero, mujeres... todo lo que cualquiera desearía. Pero, ¿no tenía él ya lo que quería? Podía conseguir todo eso sin tener que pasar por encima de nadie. Aunque, ¿se merecían los humanos que se sacrificara por ellos? Ya había visto lo que había pasado con el mendigo. ¿Serían todos iguales? A Alyssa no le habían importado sus poderes. Era todo tan complicado...

"Me quedo", dijo al final. "No estoy seguro de querer dejar lo que tengo."

"Lo lamentarás, chico. Has desperdiciado la mejor oferta que recibirás en tu vida. Adiós. Reza por no volver a verme. La próxima vez no seré tan amable."

Se dio la vuelta y se alejó, internándose en la oscuridad, y dejando a Joss pensativo.

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Eran cerca de las dos de la mañana cuando Joss llegó a su casa. Llevaba un buen rato paseando, pensando en todo lo que había sucedido durante el día. No había ido a entrenarse. No estaba de humor. Se elevó y entró por la ventana, para no despertar a sus padres. Se quitó los zapatos y se tiró en la cama. Estaba agotado, pero sabía que no iba a dormirse facilmente.

CONTINUARÁ...

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Próximo número: ¡Marvel Kid se enfrenta a su aventura más peligrosa, una fiesta de instituto!

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KIDMAIL!

¡Hola de nuevo!

Poco a poco parece que le voy cogiendo el ritmo a la serie, y empiezan a aparecer los números. No es que esto vaya a ser mensual ni de coña, pero, al menos, no pasarán seis meses entre cada número.

Con la visita de Émpata acabamos, de momento, de relacionar a Joss con el resto de series mutantes. A partir de ahora iremos un poco a nuestro aire, presentando a villanos nuevos, y, sobre todo, muchos subargumentos personales.

Esperamos que os guste. Como siempre, esperamos vuestras cartas en correia@sentinelstudio.com

MarvelTópicos saludos...

-- Carlos

 
 
   
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