Portada: Syrin, sentada en un restaurante, intentando no reírse. A su lado, Masacre, vestido de Mariachi, con sendas castañuelas en las manos.
Caminamos por las calles de Nueva York, mezclándonos
con la gente normal, como si de verdad lo fuésemos. Es agradable
caminar bajo el sol, disfrutando de su confortante calor. Sí,
hacía tiempo que no veíamos un día tan espléndido,
y lo disfrutamos al máximo.
Ahora vamos por Central Park, vemos cómo los niños juegan
con sus padres y con otros niños; vemos familias disfrutando de
un descanso, relajándose y pasándoselo bien. Eso nos
gusta.
De pronto vemos algo que no nos gusta. Tres chicos, probablemente
demasiado jóvenes para votar, vestidos con cuero negro, rodean a
una pareja de ancianos; podemos ver que uno de ellos lleva un bate en su
mano derecha, y no hace falta ser un genio para saber que los otros dos
también deben llevar algún arma, posiblemente un cuchillo,
o incluso una pistola. Nadie más ve la escena, o más bien
nadie más quiere verla. Típico.
No nos gustan las pistolas. No nos gusta la gente que amenaza a los
ancianos.
Resumiendo, no nos gustan esos gamberros.
Hay que decir a favor del hombre que no se asusta; empuña su
bastón con toda la fuerza que sus ancianos miembros le permiten,
mientras su mujer - o puede que sea su hermana, pero al no notar
ningún parecido familiar, seguiremos considerándola su
mujer; de cualquier forma, eso no es importante -, se pone detrás
de él, rogando sus oraciones a su Dios, rogándole porque
envíe ayuda.
Podríamos decir que el Señor la ha oído.
El del bate levanta su arma, dispuesto a aplastar la cabeza
del anciano o su brazo, si consigue alzarlo a tiempo para detener el
golpe. Como si le hiciese falta. Rápidamente cambiamos de forma
(podríamos ser más discretos, pero queremos que esos
bastardos sufran el más profundo de los terrores por lo que iban
a hacer); antes de que se den cuenta de lo que sucede, el del bate
ha salido volando por los aires hasta chocar contra un árbol.
Un agradable sonido de crujido de huesos nos indica que le hemos roto
la espalda. Bien. Otro de sus compañeros está en el suelo,
con el cuello roto.
El tercero de ellos, superando su miedo (estamos
realmente impresionados), saca una pistola de su chaqueta (¡Oh,
qué sorpresa!), y nos apunta, amenazando con matarnos si
no nos vamos. Nos reímos. Su mano tiembla con fuerza.
Dispara varias veces, hasta vaciar el cargador. Como si eso pudiese
hacernos daño. Saltamos hacia él, quedándonos a
apenas un metro de distancia. Retrocede. Avanzamos lentamente, jugando
con él. Está a punto de gritar, muerto de miedo. Perfecto.
Nos acercamos más a él, y entonces hacemos lo más
aterrador de todo... sonreímos, con toda la crueldad de que somos
capaces. Es demasiado para él; grita espantado, y después
se desploma, inconsciente. Podríamos matarlo, pero... no nos
gusta matar a víctimas inconscientes, y además... nos
sentimos generosos. Es una decisión unánime, aunque mi
compañero acepta con reservas. Le digo que no se preocupe, que
hay más malas hierbas que segar, y asiente complacido.
Nos volvemos hacia nuestros protegidos; nos miran aterrorizados, como de
costumbre. Hemos tenido que acostumbrarnos a ello. A nuestro alrededor
la gente huye, gritando y rezando por sus vidas, como momentos
atrás hacía la anciana. Curioso.
Se empiezan a oír las sirenas de la policía.
Típico, siempre llegan cuando la acción ha terminado. No
queriendo arriesgarnos a una lucha en la que algún inocente
podría salir herido, nos vamos, adoptando de nuevo una identidad
civil en cuanto surge la ocasión.
Seguimos nuestro paseo; tendremos mucho que hacer el resto del
día.
Nueva York es una ciudad que ofrece muchas oportunidades.
Theresa Rourke entra en el pequeño restaurante
mejicano, preguntándose por qué demonios ha accedido a
venir a un sitio así. Pero hace tiempo que no habla con la persona
que la ha citado, y tiene curiosidad. Y mucho tiempo libre, desde que
dejó Fuerza-X. Suspirando, se acerca al camarero.
- Disculpe, he quedado aquí para comer. La mesa debe estar a
nombre de Wilson.
- Déjeme ver - dice el hombre mientras consulta una lista -. Ah,
sí, aquí está; mesa para el Sr. y la Sra. Wilson.
Si hace el favor de acompañarme, le mostraré su mesa. Su
marido estará a punto de llegar, imagino.
- ¿Mi...? Juro que te mataré por esto, Wade - murmura ella
entre dientes.
- ¿Decía algo, señora?
- No, nada - responde ella mientras se sienta en la mesa indicada -;
¿Puede traerme un vaso de agua, por favor?
- Cómo no. Enseguida se lo traigo.
- Gracias.
Terry se cruza de brazos y espera; absorta en sus pensamientos, apenas
se da cuenta de que un grupo de mariachis se acerca a ella hasta que
empiezan a tocar.
-Claveliitos, claveliitos, clavelitos
de mi corazóoon...
Terry baja la cabeza, avergonzada. "Por qué
me pasarán estas cosas a mí", se pregunta; de repente,
se da cuenta de que uno de los mariachis desentona bastante, no sólo
porque cante mal, sino porque está cantando una canción
completamente distinta:
- ...la cucaracha,
la cucarachaaa, ya no puede caminaaaar, porque Masacre le ha reventadoooo
las patitas con Napalm...
Al mirar al estrafalario mariachi a la cara ve que la tiene cubierta por
una familiar máscara roja y negra.
- Te creerás muy gracioso - le dice ella.
- Me echaron del
cine por hacer un chiste sobre la muerte de la madre de Bambi, si te
refieres a eso - dice mientras se sienta - ¿Cómo
va eso, irlandesa?
- No me va mal. ¿A qué viene todo esto, Wade?
- Oh, bueno -
dice él mientras se quita el sombrero y lo tira por los aires,
golpeando la bandeja que llevaba un camarero y tirando todo lo que había
encima sobre una pareja -. Ups.
Bueno, iba a decir que me enteré que habías dejado a esos
plastas de Cachas-X...
- Fuerza-X - le corrige ella.
- Eso, Fuerza-X.
Jesús, qué nombre tan horrible; parece un anuncio de crema
para las hemorroides - hace un gesto a uno de los camareros -. Garzón,
tráiganos dos menús de la casa. A lo que íbamos:
pensé que ahora que no tienes nada que hacer, te aburrirías
un montón.
- No me aburro en absoluto, y creo que abandonar la acción fue lo
mejor que pude... - antes de que termine de hablar, Wade pone sobre la
mesa un periódico cuyo artículo principal habla de una
joven con superpoderes que evitó el atraco de una joyería
(1). La
foto, aunque borrosa, es suya.
- Pues lo disimulas
bien, pelirroja.
El día empieza a nublarse; qué decepción. Pero
estamos acostumbrados a los reveses de la vida, y al fin y al cabo, el
tiempo no es importante. No lo es en absoluto.
Sí lo es el tipo que acaba de saltarse un semáforo en
rojo, casi atropellando a una niña y a su madre. Si lo hubiese
hecho, le ahorcaríamos con sus intestinos. No obstante, no
tenemos ninguna garantía de que no atropelle a alguien, o de que
no lo haya hecho ya. En menos de cinco segundos estamos sobre el techo
de su coche. Con un esfuerzo mínimo desgarramos el techo y
sacamos al conductor. Dejamos que el coche se estrelle contra una
farola, tras comprobar que ningún peatón resulte herido.
El aliento del tipo apesta a alcohol; tan borracho está que
empieza a increparnos en lugar de llorar de miedo. Cuando nos vamos
está gimiendo de dolor, con las piernas rotas. Se lo tiene
merecido.
Jamás permitiremos que nadie dañe a personas inocentes.
- Al grano, Wade.
- Vaale. El caso
es que pensé que te gustaría echarme una manita con un
trabajo que me ha salido... - se interrumpe cuando el camarero,
con la frente cubierta de sudor, sirve los platos -. Gracias,
Bautista - se vuelve hacia Terry -; no
me contestes todavía; primero vamos a llenarnos la panza, que
el menú este sólo cuesta 5 pavos - y empieza a quitarse
la máscara.
- ¿Pero qué estás...? - empieza
a decir Theresa. El cuerpo de su amigo quedó horriblemente deformado
cuando se sometió a un intento desesperado de curar el cáncer
que le estaba matando. El aspecto de Wade no es algo que a ella le preocupe,
pero él suele ocultarlo bajo su máscara, llegando a veces
a llamarla "su cara", así que Terry no entiende por qué
se la está quitando delante de tanta gente. Entonces, cuando
Wade se quita la máscara, ella lo entiende al fin. El rostro
que está viendo pertenece a un hombre rubio, atractivo. No hay
ni una sola cicatriz en su rostro, nada que indique que ese rostro haya
sido un máscara de pesadilla durante varios años.
- ¿Y bien?
- pregunta él - ¿Qué
opinas?
- Camarero, un tequila - dice ella -. Mejor, traiga una botella.
Oficinas de la sede neoyorquina de la Fundación Éxodo,
un par de días atrás.
Masacre, con su uniforme completo de mercenario, está sentado en
un sofá, hojeando una revista. Al lado, una secretaria intenta
hacer su trabajo sin éxito, al no poder concentrarse debido a la
incesante verborrea del mercenario.
- ... ¿Lo
ves? - dice él -, ya
sabía yo que lo de Michael y Lisa Marie no podía durar,
así que Comadreja me debe 20 pavos. Será perro el tío,
mira que decirme que seguían casados y tenían tres hijos...un
momento, creo que le sacaré otros veinte a cambio de no partirle
un codo, por estafador. Qué haría yo sin las revistas
atrasadas de las salas de espera.
El interfono suena; la secretaria, impulsada por la
desesperación, se abalanza sobre él. Cuando termina de
hablar, se dirige (no sin gran alivio) hacia Wade:
- El señor Dragón le recibirá ahora.
- ¿Dragón?
Entonces yo tenía razón, ¡Bruce Lee vive! -
abraza a la secretaria - Esto hay
que celebrarlo; ¿Quedamos luego, nena? Me sé un restaurante
en el que si te comes dos kilos de carne el menú te sale gratis.
- La puerta del despacho del señor Dragón está
ahí - dice ella con un tono glacial en su voz.
- Ah, ya capto.
Te quieres hacer la difícil, ¿Eh, bombón? Vale,
wink, wink, y todo eso - continúa diciendo mientras ella
le mete a empujones en el despacho y cierra la puerta.
- ¡Te recojo a las ocho! - dice Wade a la puerta.
- Ah, el señor Wilson, supongo.
Wade se vuelve, dispuesto a soltar un par de chistes
como "Vaya, señor Lee, hace usted buena cara", cuando
se da cuenta de por qué el despacho está a nombre del
"Sr. Dragón".
- Es un placer conocerle, Sr. Wilson. Como posiblemente ya sepa - dice
mientras se levanta para estrechar la mano de Masacre -, yo soy el
Hombre Dragón.
- Vaya, señor
Lee, hace usted buena cara - tartamudea Wade.
- ¿Perdón? - el Hombre Dragón frunce su entrecejo
con expresión pensativa (algo digno de ver).
- Déjelo,
escogí un mal día para dejar el LSD.
Tras una breve y animada charla (qué charla no lo es,
tratándose de Wade), ambos cogen un ascensor (algo más
grande que un montacargas).
- A ver si lo he
entendido - dice Wade -; ustedes
atrapan a supercriminales, les lavan el tarro y les convierten en elementos
útiles para la sociedad. ¿No había una peli de
terror con el mismo argumento?
El Hombre Dragón ríe, agitando el ascensor.
- No se trata de eso en absoluto, señor Wilson. Aquí en la
Fundación creemos que todo individuo puede resultar útil
para los demás con la ayuda necesaria. Yo mismo - dice,
señalándose con el pulgar - fui considerado como una
amenaza debido a mi carácter cuasi-infantil y mi incapacidad para
comunicarme con los demás. Aquí en la Fundación he
sido... ¿Cuál es la palabra? Transfigurado. Sí, eso
es; he sido transfigurado en un nuevo ser... Ah, ya hemos llegado.
Salen del ascensor y ante ellos se despliega un amplio
pasillo con infinidad de puertas y ventanales a los lados; según
avanzan, Masacre puede ver a varias personas con poderes sobrehumanos
ejercitándolos, mientras que varios individuos con batas blancas
realizan anotaciones. En otras salas hay gente postrada en cama, inconscientes;
posiblemente estén sedados, o simplemente inconscientes. Wade
incluso contempla una sesión de terapia con varios villanos de
segunda y tercera categoría, la mayoría desaparecidos
hace mucho tiempo. Caras como la Morsa, el Entomólogo,
la Coneja Blanca, el Puercoespín... perdedores
sin futuro que se han aferrado a una segunda oportunidad de vivir una
vida productiva.
- Hay algo que no
entiendo - dice Wade -; según
su política, ¿No debería estar siendo sometido
yo también a terapia? Desde que me tragué todos los episodios
de Dinastía no he sido un hombre muy cuerdo que digamos...
- Tiene usted un interesante sentido del humor, señor Wilson -
replica su acompañante al tiempo que abre una descomunal puerta y
ambos entran en lo que parece una sala de proyecciones -; un humor
causado, suponen nuestros psicólogos, por las malformaciones de
su cuerpo. Yo personalmente opino que dichas malformaciones son las que
han hecho de usted, y perdóneme la expresión, un
"cáncer" para la sociedad.
- Y entonces, me
ha llamado para convertirme al judaísmo.
- Deje su humor de lado por un momento, Wade. Le ofrezco una oportunidad
de redimirse, de hacer las cosas bien. Para ello sólo tiene que
trabajar para nosotros.
- No le sigo.
- Tome asiento, por favor - enciende un proyector; imágenes de
héroes y villanos aparecen en la pantalla -; como ha podido
comprobar, hemos atraído a ciertos individuos y hemos empezado el
largo y duro proceso de reinsertarlos en la sociedad. No obstante, en
ocasiones hemos tenido que recurrir a la violencia.
- ¿Y no es
un poquitín... ilegal, coger y secuestrar a todo aquél
que no quiera recibir su "ayuda"?
- No se confunda, Wilson, sólo hemos forzado a criminales,
jamás a gente inocente. Estamos aquí para ayudar, no para
dominar el mundo. Además, contamos con el beneplácito de
varios cargos importantes del gobierno.
- Ya decía
mi mamá que el dinero mueve montañas.
- De cualquier manera - prosigue el Hombre Dragón -, nuestros
hombres no poseen el equipo o la habilidad para contener a ciertos
individuos. Es aquí donde entra usted.
- Aaahh-já.
Yo. Lo que usted diga - se lleva la mano a la cabeza. ¿Empieza
a sentirse mareado? -. ¿Podría
volver a pasar esa foto de Titania, por favor?
- Sabemos que usted se ha enfrentado al misterioso hombre conocido como
Cable, al grupo mutante que él lideraba, Fuerza-X, así
como a Lobezno, a Caín Marko - el Juggernaut - y su socio, Tom el
Negro Cassidy, entre otros. Usted tiene la habilidad necesaria para
traernos a este hombre.
Wade se queda mirando la pantalla, boquiabierto.
- ¿A ése,
precisamente? Mire, alitas, eso le va a salir muy caro - se tambalea
- Vaya, creo que las cuatro pizzas
con salsa barbacoa me han acabado sentando mal.
- En realidad creo que le vamos a hacer una oferta que no va a poder
rechazar, señor Wilson. Hemos estado inundando la sala con un
potente gas anestésico, lo suficiente para dormirle; por supuesto
yo, dada mi fisiología, soy completamente inmune.
- Cuando me despierte,
te voy a... - no llega a completar la frase. Se queda dormido en
el sitio.
- Cuando despierte, señor Wilson, será nuestro en cuerpo y alma -
pero Wade ya no puede oírle.
- Y cuando despertaste, te encontraste conque te habían... dejado
así - dice ella.
- Si, al principio
pensé en jugar a las autopsias con ellos por jugar con mi cuerpo
sin permiso, pero luego pensé ¡Qué diablos!
- Y ese trabajo que mencionaste...
- Ah, sí.
Verás, los tipos de la Fundación se negaron a cobrarme
por esta obra de arte - se pasa la mano por el mentón -,
así que encontré otra forma de pagarles: trabajando para
ellos.
- ¿Cómo?
- Básicamente,
ellos me dan el nombre de un villano y yo voy, lo capturo y se lo entrego;
así ellos le reforman y mi conciencia brilla más que un
anuncio de lavavajillas. Y entonces pensé: seguro que a Terry
le interesa, todo el mundo sabe lo que os gusta a los super-buenazos
eso de redimir a los malos.
- No estoy segura de querer aceptar, Wade; eres demasiado violento, y no
me convence eso de reformar a la gente quieran o no.
- Bueeeno, pero
puedo contar contigo para que me eches la bronca si me paso, ¿no?
Anda, Terry, di que sí, porfa, porfa, porfaaaa...
- De verdad, Wade, no lo sé...- de repente, Wade coge un paquete
y se lo da. Al abrirlo, Terry descubre en su interior un traje como el
que llevaba en Fuerza-X, pero de color rojo y gris y con una chapa con
la máscara de Masacre a la altura del pecho. No puede evitar
sonreír.
- Eres imposible - dice ella.
- ¡Yupiiii!
¡Eso quiere decir que aceptas! ¡Choca esos cinco, socia!
Por supuesto, seremos socios en un 70-30%, ten en cuenta que yo cobro
más por antigüedad, y que tendremos que sacarte la licencia de
mercenaria, y todo eso - vuelve a ponerse su máscara -;
chica, qué peso me has quitado de encima, temía que no
aceptaras, con lo útiles que son tus poderes contra este tipo.
- ¿Mis poderes? - Terry empieza a temer lo peor - ¿A
quién hay que atrapar, Wade?
- Oops, es cierto,
no te lo he dicho. Verás, se trata de...
Es de noche. Estamos en el tejado de uno de los muchos edificios de la
ciudad; ésta vez nos hemos desecho de nuestra apariencia civil,
dispuestos a una dura noche de trabajo. ¿He dicho dura? Tal vez
lo sea, pero el caso es que nos encanta nuestro trabajo, proteger a los
inocentes.
Oímos el sonido de un disparo abajo, en la calle. Vemos a un
hombre, cubierto por un pasamontañas, salir corriendo de una
tienda de ultramarinos. No tenía necesidad de disparar, va
enmascarado... eso nos enfurece. Nos agazapamos al borde del tejado,
listos para saltar.
Perdón, a todo esto me he dado cuenta de que aún no nos
hemos presentado. Mi compañero no tiene nombre, al menos no uno
como Jim o Tom. Veréis, viene de otro planeta.
¿Y yo, preguntáis? No, yo nací en la Tierra.
Mi nombre es Eddie Brock.
Juntos, se nos conoce como Veneno.
Ahora, si nos disculpáis, tenemos trabajo que hacer.
(1).- En el número anterior.
PROXIMO NÚMERO: Wade y Terry siguen la pista de Veneno.
¿Puede salir algo bueno de todo esto?
LA CHOZA DE WADE
Este mes tenemos otra carta de Serandel. ¡A ver
si los demás tomáis ejemplo! Como ya te dije, algunos
de los temas te los contesto en privado.
No compraba X-Force, así que me he perdido las primeras
apariciones de Masacre, pero en algún lado he leído que lo
presentaron como un mutante cuyo poder era... ¡aturdir a la gente
con su voz! Como diría Ford Farlaine, increíble-ble. En
fin...
Bueno, eso suena al típico chiste sobre Masacre... no, no creo
que el poder de Wade sea ese. Y si no te has leído sus primeras
apariciones hazlo, valen la pena.
Respecto a lo que dije sobre que no se pueden usar personajes
post-Onslaught:
No lo sabía, pero me parece mala idea, ¿no? O sea,
¿por qué no se pueden usar? Podría estar
curioso.
Hijo, son las reglas y para algo están. Si los editores lo han
decidido así, por algo será. De cualquier forma, por
aquí aparecerán bastantes personajes, viejos y nuevos,
para que no eches en falta a los otros.
Y respecto a lo de la taberna para mercenarios:
¡Y la llamamos la Mansión del Averno! ¡A ver
qué dice Carlos! ;-D
Je. Pues parece que hay un proyecto para un bar de supertíos,
pero no parece que Carlos esté muy contento... eso sí, si
al final sale, yo voy a presionar para que le pongan ese nombre.
Nota de Carlos:
Carlos odia la taberna. La odia de verdad. Pero, como son
mayoría, harán lo que les dé la gana, por lo que
sólo podrá quejarse muuuuuuuuuuuuuchas veces.
A ver qué nos traes para la próxima.
Pues ya ves, el preludio al siguiente, en el que veremos
cómo éste cambio ha afectado a Wade y a Veneno
paseando por ahí...
Y los demás, los que queráis imitar el
buen ejemplo de Serandel, ya sabéis que para enviar vuestras
opiniones, comentarios, bla, bla, bla, debéis escribir a alexmola@hotmail.com