PANTERA NEGRA VOL. 2 #2
Decisiones
Guión:
Hiperión
Portada: Manuel Velasquez
Eres T'Challa, hijo de T'Chaka. Tuyo es el imperio conocido como Wakanda, en
lo más recóndito de África. Eres conocido como la Pantera Negra en las
tierras occidentales. Para los habitantes de esos parajes de asfalto y
edificios, eres uno más de los abundantes superhéroes. Poco sospechan de la
gran responsabilidad que pesa sobre ti, por ser el rey de una nación en
constante peligro.
Como ahora, cuando te encuentras enzarzado en una batalla con M'Baku, más
conocido como el Hombre Mono. Notas algo extraño. Notas que algo va mal, que
M'Baku no debería de estar ahí. Pero no tienes tiempo de pensarlo, ya que el
llamado Hombre Mono se abalanza sobre ti, con sus grandes puños por delante.
Gracias a tu agilidad consigues esquivar su embestida y colocarte a su
espalda, haciendo que choque contra el muro que tenías detrás. Entonces, te
percatas de que junto a ti hay un cuchillo. Lo agarras, sin saber siquiera
si estás dispuesto a usarlo. M'Baku lo nota y te dice unas palabras que te
suenan familiares:
-Rey de Wakanda, matándome no conseguirás nada, al contrario, sobreviviré
convertido en un símbolo, el símbolo de la libertad ¡La muerte me hará
eterno, T'Challa! ¡Pronto será la era del Mono!
Dicho esto, comienza a reír, con una risa malvada, fría, que te hiela la
sangre.
Entonces..., entonces... despiertas.
Te incorporas en tu cama, notando el sudor que recorre tu cara y tus brazos.
Si pudieses verte en un espejo, probablemente verías un rostro atemorizado,
que en pocas ocasiones has visto.
Mientras te recuperas de lo que supones ha sido una pesadilla, la puerta de
tus aposentos se abre, y entra uno de los guardias que la custodian:
-¿Ocurre algo, señor? Me pareció oíros emitir un pequeño grito.
-No es nada importante, soldado, puedes volver a tu trabajo - respondes, con
voz autoritaria, pensando que debes haber gritado un poco al despertar de tu
pesadilla.
-Cómo ordenéis, señor.
Así, el soldado sale de la habitación, cerrando la puerta tras él.
Durante un par de minutos, te quedas pensativo, intentando recordar tu
pesadilla. Pero, es inútil, ya que una de las características de ese tipo de
sueños, es que cuesta recordarlos tras despertar. Decides salir al balcón,
ya que piensas que sería inútil intentar dormir ahora. Observas el cielo y
ves que es una noche despejada, con una luna llena brillando. No oyes nada
en los terrenos bajo ti. Todo tu pueblo se encuentra sumido en el sueño,
excepto los soldados que vigilan la ciudad.
Entonces, gracias a tu aguda visión, ves una columna de humo surgiendo de
una zona de la frondosa selva que rodea tu reino.
- Deben de ser un grupo de exploradores, buscando la "legendaria" Wakanda -
piensas, mientras una suave y fresca brisa te ayuda a disipar los pocos
restos de sudor que aún te quedaban. - No actuaré aún, pero los seguiré
observando
Pasas unos minutos más en el balcón, disfrutando de la agradable noche.
Pero, finalmente, decides volver a tu cama e intentar dormir.
Te acuestas y logras conciliar el sueño.
A la mañana siguiente, cuando despiertas, te encuentras completamente
descansado y en forma. Te vistes y sales de la habitación, mientras los
soldados que vigilaban la puerta te hacen una reverencia.
Te diriges a tu trono, en el cual te sientas. Llamas a uno de tus súbditos:
-Por favor, haz venir al sabio Kambeze inmediatamente- ordenas
-Entendido, señor- te responde el chico, con una voz medio temblorosa.
Así, sale de la sala, tras hacerte una reverencia. Poco después, vuelve
acompañado de Kambeze.
-La Pantera guíe tus pasos, mi rey - dice Kambeze, carraspeando a
continuación - ¿para qué me habéis llamado?
-¿Ya está preparado mi viaje a Nueva York, fiel Kambeze? - preguntas.
-Sí majestad. Lo está. Podréis partir cuándo gustéis.
-De acuerdo. Partiré pasado mañana. ¿Habéis mantenido en secreto la
preparación de este viaje? No quiero que mis súbditos piensen que les
abandono.
-Así se ha hecho, señor. Pero no entiendo vuestra preocupación. Vuestro
pueblo podría acostumbrarse a vuestras salidas esporádicas del reino, para
acudir a asuntos de los llamados Vengadores. Si alguna vez se enterasen de
que dejáis a W'Kabi con el manto de la Pantera Negra, se sentirían muy
ofendidos.
-Es un riesgo que debo correr, Kambeze. Además, mi estancia en Nueva York no
durará mucho esta vez. Tan solo iré a hablar con el hijo de mi prima.
Después le traeré a Wakanda, para que se familiarice con el reino que más
que probablemente deberá reinar.
Kambeze se queda callado unos instantes, como si hubieses dicho algo que no
esperaba. Finalmente, habla:
-¿Pensáis traerle a Wakanda? Pero, yo creía que sólo viajaríais vos a Nueva
York, no él aquí.
-Tras mucho pensarlo, he tomado esa decisión. Me he dado cuenta de que no
bastaría con hablarle sobre el pueblo que aspira a reinar, debe sentirlo.
Quizá no sea una decisión acertada, lo reconozco. No soy infalible, ni nadie
lo es. Pero yo pienso que es así como debe hacerse. Además, así lo
someteremos a la prueba del Dios Pantera, para saber si es digno de ocupar
mi lugar.
-Vuestra palabra es ley, mi señor. Tan solo me he sorprendido de vuestra
decisión. Nada más.
-Ya lo sabía, Kambeze. Pero debía contarle estos asuntos de vital
importancia a alguien de confianza. Puedes retirarte.
Kambeze te hace una reverencia y sale de la sala.
A continuación ordenas que todos cuántos se encuentran en la sala se
marchen, para dejarte solo con tus pensamientos.
Éstos, lo hacen con rapidez.
-¿Habré tomado la decisión correcta?- piensas- ¿Debo traer aquí al joven M'
Keba, a que aprenda sus deberes como futuro monarca? ¿Tan seguro estoy de
que más tarde o más temprano moriré violentamente, protegiendo a mi pueblo?
O lo que es más importante, si sometemos a M'Keba a la prueba del Dios
Pantera, ¿logrará pasarla?
No tengo las respuestas, pero se hallaran según sucedan las preguntas, de
eso estoy seguro. Pero si M'Keba no pasa la prueba....
-¡Mi señor! ¡Deprisa! Se requiere vuestra presencia en la sala de cámaras. -
interrumpe tus pensamientos un soldado.
-Enseguida estoy allí- Respondes, levantándote de tu trono.
Te pones tú máscara, para completar la vestimenta con la que te conoce el
mundo occidental.
-Comienza de nuevo el dilema. Allá voy de nuevo, seguramente a proteger a mi
pueblo, aún a riesgo de perder mi propia vida.- piensas, mientras recorres
los pasillos.
Finalmente llegas a la sala de cámaras, donde uno de los operarios te dice
qué cámara observar. Es la que se encuentra vigilando justo la entrada
subterránea a tu reino. Miras atentamente, y ves a tres hombres,
supuestamente exploradores, echados en el suelo, exhaustos.
-Abrid la entrada subterránea. Ésos hombres necesitan ayuda y cobijo. Saldré
a recibirlos.
Tu orden es obedecida ipso facto. Enseguida te encuentras caminando por el
pasillo que lleva a la zona en la que están los exploradores.
Segundos después, al salir al exterior, ves a los exploradores pegados a
unos árboles, seguramente debido a la impresión de ver cómo se abría el
suelo.
-Os doy la bienvenida al reino de Wakanda. Podréis descansar y recuperar
fuerzas aquí. - dices, con voz amable, para que te tomen confianza.
-Ey, chicos. - dice unos de los hombres - yo conozco a este tipo. Es ése
vengador, Pantera Negra. Oí que vivía en un reino oculto en la selva. ¡Y
parece que hemos encontrado ese reino!
-Así es. Ahora, permitidme que os pregunte. ¿Qué os ha pasado, qué estáis
tan cansados y sin comida? - preguntas, interesado.
-Verás, - te responde otro diferente al que habló antes - un leopardo nos ha
acechado esta mañana, tras levantarnos. Le hemos dejado toda la comida que
teníamos, para que comiera mientras nosotros huíamos.
-Entiendo. Vosotros debisteis encender el fuego que ví anoche. Mmm. Por lo
que veo sois reporteros, ¿no? - dices, dirigiendo tu mirada a las cámaras
que portan.
-Sí...Grabamos documentales para la televisión.- responde el que habló
primero - Ah, y yo me llamó Phil Nortis, el que habló antes Tom Thot y, ese
tan callado de ahí, Steve Senders.
Entonces, tus sentidos selváticos detectan otra presencia, acercándose. La
reconoces y, entonces:
-Al suelo, corred. - gritas.
Segundos después, un leopardo surge de entre los verdes arbustos, dando un
gran salto.
Pasa sobre los reporteros, escasos momentos antes de que éstos se echen al
suelo.
Finalmente, cae indemne sobre sus patas, y se gira de nuevo.
-Rápido, escondeos, yo me encargaré de esto. - ordenas, mientras te colocas
de un salto frente al leopardo. Los reporteros te obedecen de inmediato.
El leopardo gruñe ante ti, intentando intimidarte, pero tú te mantienes
firme.
Os abalanzáis el uno sobre el otro. Coges a tu oponente de las patas
delanteras, y caéis al suelo, rodando por él y levantando polvo.
Tú has quedado abajo. El leopardo trata de morderte, mientras aún
inmovilizas sus patas; Sus dientes afilados cada vez están más cerca de ti,
mientras el sudor recorre tu frente. Entonces, asalta tu mente el mismo
pensamiento que debatías antes en tu trono: tu prematura muerte por causas
violentas. Piensas que no puedes... no debes morir. Antes debes llevar un
heredero a Wakanda, debes vivir. No solo para cumplir con tus deberes, sino
para alcanzar tus sueños y metas; para forjar un pueblo sin violencia ni
temor.
Todo esto lo piensas en un segundo, pero basta para darte las fuerzas que
necesitas. Empujas al leopardo hacia atrás y logras que caiga de espaldas.
Ambos os incorporáis. El leopardo salta hacia ti, con sus garras por
delante, pero tú saltas también, logrando darle una patada en el estómago.
Pero, mientras ruge de dolor y desciende, logra hacerte un corte en el brazo
izquierdo con sus garras. Al tocar tierra, se aleja huyendo.
Tú te arrodillas en el suelo, dando gracias al Dios Pantera por la fuerza de
voluntad que seguramente te habrá otorgado.
-¿Habéis visto eso? - dice Tom Thot saliendo de entre los arbustos - ¡Menuda
pasada!
-Y que lo digas, chico. Pero, ¿lo habrás grabado todo, no? - pregunta Phil
Nortis, saliendo tras él.
-Ahí va. Pues... con la emoción del combate, no he pensado en ello.
Perdóneme.
-¡Vaya! ¿Y tú, Steve, chaval? ¿Has grabado algo?
Observas que el tercer chico, el más joven de todos, piensa antes de
responder, mientras sale de entre los arbustos. Finalmente:
-Bueno... Tampoco, pero....
-¡Ni peros ni nada! - exclama de repente Nortis- Por favor, se supone que
eres un reportero. Usa la cámara. Que no vuelva a pasar, ¿entendido?
-Sí,... sí, señor.
Nortis lanza una mirada amenazadora a Senders, para, a continuación,
dirigirse hacia ti:
-Bueno, amigo. Ese cobijo sobre el que hablaste antes...
-Sí. Seguidme. Haré que mis sirvientes os procuren comida, bebida y
descanso. - le respondes.
Así, los cuatro entráis por la entrada subterránea, contigo a la cabeza.
Al final del pasadizo, uno de tus súbditos se acerca a ti, preguntándote si
deseas que haga algo por ti.
-Sí. Proporciona comida en abundancia y un lugar de descanso a estos tres
hombres - le contestas, mientras te diriges a sanar la herida producida por
el leopardo.
Al anochecer, te diriges a las habitaciones otorgadas a tus invitados.
-¡Oh! ¡Eres tú, Pantera! Te estamos muy agradecidos por tu hospitalidad, ¿no
es así, chicos? - exclama Nortis nada más abres la puerta.
-Sí, sí... - responden al unísono Thot y Senders.
-Es lo menos que podría hacer por vosotros. El mío es un pueblo
hospitalario. - le contestas.
Se produce un silencio.
-Bien, estamos buscando material para nuestros documentales... y hemos
tropezado con... ¿Wakanda, se llama? ¿Podríamos filmar un recorrido
turístico por Wakanda?
-¡No! - respondes rápidamente - Mi pueblo nunca será filmado para el mundo
occidental. Esta noche descansaréis aquí, y mañana a primera hora os
marcharéis, sin filmar nada, ¿Entendido?
-Vamos, Pantera... Tenemos que ganarnos el pan. ¿Y no podríamos filmar los
famosos montículos de vibraníum, que no están en la ciudad, según dicen?
Notas que comienza a irritarte la insistencia de Nortis.
-He dicho no. No os permitiré filmar nada relacionado con Wakanda. Ahora
descansad, pues mañana partiréis.
Así, te giras y sales de la habitación. Encaminas tus pasos hacia tu
habitación, dónde sales al balcón para meditar mientras la oscuridad
envuelve tu reino.
Piensas si hiciste bien permitiendo la entrada en Wakanda de los tres
reporteros.
Pero, después, reconoces que ése era tu deber, que debías ayudarles. Pero
ahora las consecuencias pueden ser peligrosas.
Entonces, se abre la puerta de tu habitación. Piensas que es uno de tus
súbditos, el encargado de avisarte cuándo la cena está lista, que llega, de
hecho, tan puntual como siempre. Pero, te equivocas. Y cuándo te percatas,
ya es demasiado tarde, pues notas cómo el que ha entrado apoya en tu sien
izquierda el cañón de una escopeta.
MENSAJES AL CORAZÓN DE LA JUNGLA
Bueno, ya está hecho el nº2 de Pantera Negra. Espero sinceramente que os
guste. Si queréis enviarme vuestras críticas, sugerencias o comentarios,
hacedlo a Hiperión_10@Hotmail.com. Un saludo a todo el mundo y nos "vemos".