PODERES COSMICOS VOL. 2 #1
Misión: (Hombre) Imposible
Guión:
Bergil
Portada: El cartel de la pelicula Misión Imposible, pero con el perfil del Hombre Imposible sustituyendo al de Tom Cruise.
PRÓLOGO
El espacio. El espacio profundo, donde nadie puede oír tus
gritos. O tus suspiros. O tu risa.
El Hombre Imposible se encontraba profundamente deprimido.
Flotando en el vacío interestelar, se lamentaba de lo aburrido
de su situación. No había nadie a quien hacer objeto de
sus bromas.
"Esto es profundamente injusto. Con todo este lío
de Onslaught, en la Tierra los llamados héroes
están de un humor fúnebre. ¿Y por que? Total si
solo han muerto tres de ellos, y uno ni siquiera era humano, sino un
clon. Los Kree tampoco están para bromas, con eso de que están
sometidos a los Shi'ar. Vaya tontería: la mejor forma de olvidar
una situación deprimente es reírse un poco. Si lo sabré
yo... Los Shi'ar están muy ocupados dominando a los Kree, los
Skrulls están pendientes de vigilar a los otros dos..."
Súbitamente, sintió que su voluntad era controlada por una
fuente exterior.
"Te dirigirás hacia Antares. Poco antes de llegar,
recibirás mas instrucciones. Ahora ¡parte!"
E Impi comenzó a concentrarse para ejecutar la teleportación que le
llevaría al destino señalado, y a la aventura más inesperada de su vida.
Inesperada, porque no era algo que él hubiera planeado, y porque iba
contra todo lo que suponía su filosofía de vida.
¡POP!
CAPÍTULO I
¡Pop! El Hombre Imposible apareció
en mitad de una Nada que era un Algo, pues se hallaba
ocupada, hasta donde alcanzaba su vista, por una miríada de naves
espaciales de todas las formas y tamaños. De pronto, una de las
naves se dirigió hacia él, al tiempo que una voz profunda
resonaba en sus oídos.
"Mi nombre es Scuttlebutt. Soy la nave capitana
de toda esta flota. En ella viajan los últimos miembros de la
raza que me construyo, hibernados hasta que encontramos un planeta habitable
en el que al fin podrán despertar de su sueño. ¿Y
tú quien eres?".
"Oh, en realidad allá en Poppup no tenía
nombre, pero en toda la galaxia y parte de sus alrededores se me conoce
como el Hombre Imposible. Estaba yo... ¡Por los cuernos del casco
de Galactus! ¿QUÉ DEMONIOS ES ESO?".
"¿El qué? ¿Estamos en peligro?
Mis sensores no han advertido nada." Con una gracilidad que su impresionante
masa no permitiría prever, Scuttlebutt giró sobre su eje
vertical y quedó enfilada en la dirección en que señalaba
el Hombre Imposible.
"Ja Ja Ja Ja Ja Ja Ja Ja Ja", reverbero la aguda risa del Hombre
Imposible en los sensores de la nave. "Tan grande y sin embargo tan
tonta. Has picado, has picado".
De repente, la misma voz que le impulsara a teleportarse volvió a
dejarse oír.
"Ya basta, poppupiano. No es momento de bromas. En este momento, una
amenaza mayor que cualquiera que el espacio pueda suponer para esta
flota se dirige hacia aquí. Te he elegido como mi instrumento para que
evites que tal cosa suceda. Deberás ponerte en contacto con cuanto ser
pueda contribuir a evitar que tal cosa suceda. Ahora ¡marcha!". Por
imposible que parezca, Impi se teleportó casi instantáneamente. "En
cuanto a ti", añadió, dirigiéndose a la nave sentiente, "si admites un
consejo, te dirigirás hacia el sector Shi'ar de la galaxia sin perdida
de tiempo. La existencia de aquellos que guías depende de tu velocidad".
Resultó evidente que la nave había oído
y entendido el mensaje. Instantáneamente, conecto sus hipermotores
y radio una señal a todos los cerebros de vuelo de la flota para
que comenzaran a prepararse para ejecutar una cadena de pequeños
saltos hiperespaciales que, confiaba, despistarían, siquiera
momentáneamente, a quien quiera que les estuviera persiguiendo.
CAPÍTULO II
Genis vagaba por el espacio sin rumbo fijo. En ciertas
ocasiones, la tarea de sobrellevar el Capitán Marvel de su padre,
el difunto Capitán Marvel, se le hacia excesiva, y necesitaba
desconectar y alejarse de todo. Había comprobado que estar en
mitad del espacio, sin ir a ningún sitio en concreto, resultaba
de lo más relajante.
Repentinamente, creyó percibir algo en la distancia. Genis no poseía la
conciencia cósmica que Eón otorgo a su padre, pues tal es un privilegio
de los Protectores del Universo y el no lo era ("Aun no", solía decirse
a sí mismo cuando le daba por fantasear, aunque era perfectamente
consciente de que tal honor no se alcanzaba por intentarlo sin
merecerlo, sino por merecerlo sin intentarlo). Sin embargo, el
entrenamiento había aguzado tanto sus percepciones como su instinto, y
una vocecilla allí dentro le decía que aquel resplandor no era de origen
natural. Acelero.
No se había equivocado. Dos pequeñas naves asaltaban lo que parecía un
yate de placer que, aunque bastante más grande, iba mucho menos
artillado. Maniobrando con rapidez y generando con las negabandas un
aura que le protegiera de cualquier impacto, Genis se introdujo en el
yate por una portilla abierta. No se había equivocado. Los gritos que
oyó le indicaron que alguien ("Una dama", penso con alegría) estaba
siendo atacado. Cuando llego al puente, observo que cuatro figuras
rufianescas acorralaban contra la pared a una quinta que no lograba
divisar. Lanzando rayos aturdidores, noqueo a los asaltantes, que
cayeron exangües al suelo.
Entonces pudo ver al objeto de sus desvelos, y paso a recibir las
muestras de agradecimiento de la propietaria, piloto y única ocupante de
la nave. Los nativos de Extabor son conocidos en toda la galaxia por dos
rasgos: sus cuatro brazos y su insaciable apetito sexual en presencia de
especímenes humanoides del sexo contrario. Capitán Marvel percibía
claramente el primero de estos rasgos, pero desconocía completamente el
segundo. Simplemente, le parecía que Karchagat, que así dijo llamarse la
dama rescatada, estaba siendo naturalmente cariñosa con su gallardo
salvador. Aunque procuraba hacer lo posible para ser digno del nombre
que portaba, ciertas antiguas costumbres le resultaban difíciles de
abandonar.
"Así que te llamas Genis, ¿no? Pareces muy en buena forma muchacho",
añadió, al tiempo que sus cuatro manos exploraban lentamente el torso de
Capitán Marvel.
"Er... sí, bueno, hago lo que pued... ¡EY!",
grazno cuando la mano inferior derecha de Karchagat descendió
rápidamente hacia la parte baja de su abdomen. "¿No es
eso un poco atrevido? Especialmente en la primera cita...".
"De eso nada, mi querido muchacho". A Genis empezaba
a fastidiarle el tan repetido calificativo de muchacho. El que
uno sea joven no significa necesariamente que le agrade que se lo recuerden,
implícita o explícitamente, cada pocos minutos de conversación.
"De eso nada. En realidad, estoy conteniéndome en atención
a tu gallardía y juventud."
"Y dale bola. Otra vez lo de mi edad. Hay que ver que fijación tienen
las hembras con el tema. Bueno, hay que reconocer que esta dama no esta
nada mal", penso, recorriendo apreciativamente con la mirada la esbelta
y bien torneada figura de la extaboriana. Era justo el tipo de hembra
que le gustaba, con las curvas necesarias, todas las curvas necesarias y
nada mas que las curvas necesarias. Y en su sitio, además.
En ese preciso instante, un sonido distrajo a ambos. ¡POP!
Y el Hombre Imposible apareció en la nave.
"¿Quién demonios eres tu, verdoso?", bramo Genis, molesto por la
interrupción.
"Pero querido, ¿no lo sabes?", ronroneó Karchagat. "Es un poppupiano.
Son conocidos en toda la galaxia. ¿Dónde has estado últimamente?".
Aunque no lo había dejado traslucir, y había empleado un tono ligero, la
extaboriana estaba profundamente molesta por la interrupción, que le
impedía disfrutar del espléndido macho que tenia ante sí.
"Capitán Marvel, no hay tiempo que perder. Debes encaminarte
sin pérdida de tiempo a Titán, donde se te informara de
lo que sucede. El destino de toda una raza depende de ello". Y con un
¡POP!, Impi desapareció.
"Lo siento, querida, pero he de marcharme. El deber me llama". Aunque
nunca lo sabría, Genis le debía su vida al poppupiano. Solo los machos
de Extabor son capaces de resistir la copula con sus hembras, pues
cualquier otra especie, irremisiblemente atraída por sus feromonas, se
entregaba a un frenesí sexual con la hembra que le llevaba a morir de
agotamiento. Los machos eran inmunes gracias a sus propias feromonas,
que inhibían la emisión de las de las hembras y disminuían su furor
uterino.
"Maldita sea", penso la hembra. "Bueno, otra vez será".
"Maldita sea", penso Genis. "Bueno, la verdad es que ya comenzaba a
aburrirme. Un poco de acción no me vendrá nada mal, y mejor si el
destino de toda una raza depende de ello". Con este pensamiento, Genis
se preparo para realizar un salto hiperespacial.
CONTINUARA