PODERES COSMICOS VOL. 2 #2
Cita en Titán
Guión:
Bergil
Portada: En el centro, el Hombre Imposible, con cara de susto. Convergiendo hacia él desde los extremos de la portada, los personajes que ha ido reclutando: Capitán Marvel III, Señor del Fuego, Sota de Corazones, Ganímedes, Super Skrull y Estela Plateada.
CAPÍTULO I: ¡Cuidado, que quemo!
El Señor del Fuego vagaba por el espacio rumiando su tristeza por
la desaparición de Galactus. No porque echase de menos al
Devorador de Mundos, sino porque su compañero Gabriel, el
antaño veloz Caminante Aéreo, había quedado
sepultado con la Nave-Mundo en otra dimensión1; y lo que es peor,
su conciencia se hallaba encerrada en el recipiente que había
contenido la ropa sucia de Morg, aquel berseker sin entrañas cuya
irreflexiva actuación había precipitado los
acontecimientos.
Súbitamente, su preternatural oído captó
un suave ruido (como el de una botella de buen licor ikoriano al
descorcharse), y una sombra enorme oscureció la luz de la
cercana estrella.
"Levanta el ánimo, oh heraldo. ¿Acaso es digno de un
siervo del Poderoso Galactus enmohecerse comido por la pena?",
tronó una voz grave.
Girándose con velocidad fulgurante, Pyreus Krill se vio enfrentado
a una figura que no creía poder volver a ver. Sin embargo, la
silueta era inconfundible: aquel tamaño titánico, aquel
casco inconfundible... No cabía duda, Galactus había
vuelto de donde quiera que hubiese sido arrojado.
"Mi señor, ¿sois vos? ¿No estoy soñando?"
"Por supuesto que soy yo, botarate. ¿Quién iba a ser, si
no?". Aquella frase levantó suspicacias en el por lo general
irreflexivo xandariano. Galactus nunca se había conducido con tal
familiaridad con ninguno de sus heraldos; ni siquiera con el
zennlaviano, al que apreciaba por encima de todos los demás, si
un ser como Galactus podía albergar sentimientos. Por otra parte,
no dejaba de haber algo raro en la figura; cierto que las proporciones
coincidían, pero el haberse situado a contraluz le impedía
verlo con claridad. Y la voz tenía un ligero timbre agudo...
Definitivamente, algo no cuadraba. El Señor del Fuego
empezó a acelerar hacia el gigante.
Si hubiera estado más cerca, o en otra posición con
respecto al astro que les prestaba su luz, hubiera podido advertir que,
aunque la armadura de Galactus seguía siendo de aquel
inconfundible color violeta, su piel tenía un extraño
tono... ¿verde?. Obviamente, se trataba del Hombre Imposible en
el cumplimiento de su misión. Si bien el control general
continuaba perteneciendo al misterioso ser que le dirigía, los
aspectos periféricos de la personalidad del poppupiano comenzaban
a manifestarse.
"Quieto, barbián. ¿Qué haces?". Lamentablemente,
Impy confundía el habla solemne con el rimbombante; o
quizá, su instrucción y vocabulario no daban para
más. "No te acerques a nos, por las Gemas del Infinito", dijo, ya
en un franco chillido.
"Mi señor, ¿qué os ha sucedido? Tenéis color
verde. ¿Es algo que habéis comido?". El Señor del
Fuego ya se había percatado de que se trataba de un impostor;
pero desconfiado como era -aunque en un rasgo de astucia infrecuente en
él-, procuraba distraer a su interlocutor mientras almacenaba
energía cósmica para lanzar un rayo.
"Ehhh, ¡Sí, eso es! El último planeta que me
sirvió de sustento estaba en mal estado; pasado, si entiendes lo
que quiero decir, y por eso tengo este color".
"¡Basta ya, impostor! ¡No me engañas!", rugió
el hijo de Xandar al tiempo que lanzaba un potente rayo por el extremo
de su vara... y fallaba. El sosias de Galactus había
desaparecido... o eso parecía. En realidad, se había
reducido a su tamaño normal, al tiempo que se teleportaba a
espaldas del Señor del Fuego. El POP de la teleportación
quedó silenciado por el zumbido del rayo lanzado.
"¿Qué? ¿Dónde te has metido?". De repente,
alguien le tocó en el hombro.
"Para ya, encendido que soy yo". El Hombre Imposible había vuelto
a su aspecto habitual. "Tengo algo importante que decirte. Has de ir a
Titán, donde se te informará de los detalles. Y no lo
olvides, el destino de una raza depende de ello".
¡POP!
CAPÍTULO II: Una mano afortunada.
Sota de Corazones se encontraba descansando en el idílico planeta
de Jaskaf. Despoblado de humanoides, la especie inteligente del planeta
era una raza de vegetales sentientes, lejanamente emparentados con los
Cotati y que sólo dejaban acercarse al planeta a aquellos en los
que percibían, mediante su telepatía, falta de intenciones
hostiles. Después de su ruptura con Ganímedes2, y
contrariamente a lo que le dictaban sus impulsos, había decidido
meditar con tranquilidad.
De repente, un suave ¡Pop! le arrancó de sus
ensoñaciones. Una figura, semioculta entre las sombras, le
llamó con una voz que él reconocería entre un
millón.
"Jack, te necesito"
"Ganímedes, ¿eres tú?"
"No, pero necesitaba atraer tu atención, y este era el mejor modo
que se me ocurrió", exclamó el Hombre Imposible, en un
inhabitual arranque de sinceridad, volviendo a su forma habitual. A
pesar de su amor por las bromas, sabía que resultaba muy
peligroso provocar al mestizo contraxiano; especialmente, en
según que temas: y la Célibe era uno de ellos.
"¿Qué demonios quieres, poppupiano?"
"Has de ir a Titán, donde se te informará más
ampliamente. Yo sólo soy un mensajero. Pero te digo que el
destino de una raza está en juego."
"El destino de una raza, ¿eh? No habrás llamado a ese
zennlaviano, ¿verdad?", bramó Jack, recordando que Estela
Plateada había sido, al menos a sus ojos, el causante de la
separación entre él y Ganímedes.
"No, no le he dicho nada", dijo Impy. "Todavía", pensó;
pero se abstuvo de manifestárselo a las claras. Se había
percatado de que entre Jack y Norrin Radd no existía precisamente
simpatía.
"Perfecto. Entonces, iré".
"Muy bien. Hasta luego. Ya nos veremos allí".
¡Pop!
CAPÍTULO III: Adiós al Celibato
Ganímedes estaba sumida en un mar de dudas. Haber llegado al
conocimiento de que Tirano no se había retirado por la
presión del Celibato, como la orden había creído
durante eones, acababa de privarla de todo punto de referencia. Ahora
era consciente del inmenso poder de la creación del Devorador de
Mundos, y de lo vanas que habían sido las aspiraciones del
Celibato de detener a Tirano: retrasarle, quizá sí, pero
nunca frenarle.
Por otra parte, añoraba a Jack. El haber desaparecido el
horizonte hacia el que tendían todas las acciones de las
Célibes le permitía ver las cosas con mayor objetividad.
Ya no podía negar que amaba a Sota de Corazones, ni escudarse en
sus votos, que carecían de todo sentido. Por ello, estaba
decidida a plantearle la situación a Perséfone y abandonar
la pequeña luna de Júpiter en que se encontraban para
emprender la búsqueda de Sota de Corazones.
De repente, la figura monstruosa que poblaba sus pesadillas se hizo
realidad. Allí estaba ante ella, en carne y cables: Tirano.
Aunque oculto a la sombra de un risco, su silueta era inconfundible.
Aferrando con fuerza su vara, Ganímedes se aprestó a la
batalla, desechando sus dudas de hacía unos instantes para mejor
ocasión.
"¡Ahora verás, asesino! Quizá una sola Célibe
no pueda hacer gran cosa, pero venderé cara mi vida". En el
fragor de la batalla, Ganímedes había pasado por alto un
pequeño detalle: Tirano estaba atrapado con Morg y Galactus en la
nave del Devorador de Mundos, sin poder escapar de ella. Lanzó un
rayo con toda la potencia de que disponía; pero un instante antes
de que la energía impactara, la amenaza, literalmente,
desapareció. En ese momento, Ganímedes sintió que
alguien la tocaba en el hombro.
"Célibe", tronó una voz que ella conocía bien,
"debes..."
Girándose más deprisa de lo que el ojo podía
percibir, Ganímedes quedó frente a frente con Tirano. Por
un momento, la sorpresa no le dejó reaccionar. Luego, se dio
cuenta de los extraños colores que adornaban al conquistador
estelar: verde y ¿¿¿morado???. Allí estaba
pasando algo raro...
¡POP!
"...dirigirte a Titán, la luna de Saturno. Allí se te
informará de todo", agregó la chillona voz del Hombre
Imposible, que había recuperado su aspecto habitual. "Y recuerda:
el destino de una raza depende de ti".
¡POP!
CAPÍTULO IV: Verde que te quiero verde.
Kl'rt se encontraba satisfecho. Los odiados Kree, que tantas
molestias habían causado a su raza desde que ésta les
ofreció los beneficios de la tecnología, habían
sido finalmente derrotados y sometidos. El único problema era
que sus sojuzgadores, los Shi'ar, eran una raza tan atávicamente
imperialista como los mismos Kree. Sin embargo, su dirigente, la emperatriz
Lilandra Neramani, había demostrado tener más cabeza que
la Inteligencia Suprema Kree (Kl'rt sonrió para sí,
al pensar en el chiste que acababa de hacer); pero no mucha, al
nombrar como virreina del imperio Kree a su belicosa hermana, la antigua
proscrita Ave de Muerte.
En ese momento, alguien abrió la puerta de sus aposentos en el
palacio imperial del Mundo Trono Skrull. La imponente figura de S'byll,
emperatriz Skrull, dominó la estancia.
"Kl'rt, debes ir a Titán, satélite del planeta Sol-6, y
escuchar lo que allí se te comunicará. Parte ya: el
destino de una raza depende de ti".
"Sí, mi Emperatriz", exclamó el Super Skrull. Ni se le
pasó por la cabeza cuestionar las órdenes que acababa de
recibir. Saliendo por la ventana del aposento, aceleró hasta
perderse de vista en unos instantes.
¡POP!
S'byll se transformó en Impy.
"¡Buf! Menos mal que este cabeza cuadrada es un ordenancista. Y,
además, los Skrull tienen buen gusto en el vestir: morado sobre
verde. Esta vez la transformación ha sido perfecta. Bueno, es
hora de irme; ya sólo me queda uno".
¡POP!
CAPÍTULO V: Pura lógica
Tras impedir que Genis salvara Zenn-La3 -un espejismo desde
hacía ya mucho tiempo-, Estela Plateada vagaba sin rumbo por el
espacio. Privado de sus sentimientos, el que fuera el primer heraldo de
Galactus se movía únicamente por impulsos de la más
pura y desapasionada lógica.
De repente y sin preámbulos de ninguna clase, el Hombre Imposible
se materializó ante él.
¡POP!
"Saludos, plateado. Me han enviado a decirte que debes ir a
Titán. El destino de una raza depende de ello. Adiós".
¡POP!
Estela, si aún tuviera sentimientos, se habría quedado
perplejo. Aquél no era el modo habitual de actuar del Hombre
Imposible; lo que quería decir que, en contra de lo habitual,
hablaba completamente en serio. En cuanto a qué curso de
actuación seguir, no dudó ni un instante: el beneficio de
uno solo debe ceder ante el beneficio de toda una raza. No cabía
ninguna otra alternativa lógica.
CONTINUARÁ.
1.- En Estela Plateada #110
2.- En Poderes Cósmicos Unlimited #3
3.- En Estela Plateada #122