PODERES COSMICOS VOL. 2 ANUAL #1
Conflicto generacional
Guión:
Bergil y Doctor Cómic
Portada: Dibujada por Ángel Medina. Quasar y Genis están sentados a una mesa, echando un pulso. Gruesas gotas de sudor resbalan por su frente y sus brazos. A su espalda, sin que ambos se den cuenta, se ven las sombras de los villanos que aparecen en este anual (y que no vamos a decir quiénes son, para no destripar el asunto).
Todo había terminado. Finalmente, el Intermediario había
sido derrotado, y Galactus había regresado del subespacio. Nova
y el Señor del Fuego se habían marchado con él, y
Avatar reposaba en el templo de las Célibes en Leda (1).
Después de lo ocurrido en los últimos días, Quasar
pensó que un poco de meditación le vendría bien. "Y
ningún lugar mejor", pensó, "que la tumba de mi predecesor".
Así pues, despegó de Titán y se dirigió hacia
Telesto, donde estaba la tumba del Capitán Marvel.
Mientras volaba hacia allí, no dejaba de pensar en los gloriosos
hechos realizados por quien le había precedido en el puesto de Protector
del Universo. Y aunque su muerte no se hubiera producido en el campo de
batalla, sino ante la enfermedad, no por ello dejó de afrontarla
con la misma gallardía que mostró en todos sus actos.
Cuando se aproximaba a la tumba, Quasar se puso en guardia. Aunque
débil, debido a la lejanía del Sol, una larga sombra se proyectaba
desde la tumba. Era la de una figura humanoide, y parecía inmóvil.
Con los sentidos alerta, Quasar se acercó lentamente. La figura
no podía distinguirse claramente. La cabeza, cubierta por una cabellera
plaetada, estaba inclinada sobre el pecho, y el rostro quedaba entre sombras.
Cuando Quasar se preguntaba de quién podría tratarse, el
solitario visitante alzó la cabeza, y pudo reconocerle: era Genis,
el hijo de Mar-Vell y Eleusys. Intentando no distraerle, Quasar retrocedió
en silencio. Sin querer, su codo chocó con la pared de roca, provocando
una pequeña avalancha de piedrecillas y arena. Aunque leve, fue
suficiente para sacar de su concentración a Genis, que se giró
rápidamente, los puños cerrados y las negabandas crepitando
de energía.
- ¿Quién está ahí? -exclamó-. ¡Sal,
o te sacaré de donde quiera que te escondas!
Con las manos a media altura y las palmas vueltas hacia Genis, Quasar
avanzó.
- Tranquilo, Genis. Soy yo.
- ¿Quién? ¡Ah, tú! Bueno...
Quasar percibió una nota acre en la voz de Genis. ¿Se
trataría de enojo por haber sido sorprendido ante la tumba de su
padre, o habría algo más? Decidió intentar romper
el hielo con el muchacho... ¿El muchacho? No parecía mucho
más joven que él... (2)
- Sí, Genis, soy yo. Venía a presentarle mis respetos
a tu padre. Supongo que estabas haciendo lo mismo, ¿no?
- Sí, bueno... -Genis no parecía muy deseoso de hablar,
pero siguió haciéndolo-. No estoy mucho por Titán,
y pensé que era un buen momento. No es que le conociera, claro,
pero...
- ...a veces te gustaría poder preguntarle cosas, pedirle consejos,
hablar con él, ¿No? A mí me pasa lo mismo a veces.
Mi padre murió no hace mucho (3),
y todavía le echo de menos...
- Ya. Pero tú le conociste, ¿no? Jugaste con él
cuando eras pequeño, fuisteis juntos a sitios, y todo eso...
- Menos de lo que hubiera querido, Genis. verás, mi padre y
yo éramos bastante... incompatibles, y sólo al final tuvimos
una cierta comunicación. A menudo creí que le importaban
más sus experimentos científicos que yo. Afortunadamente,
me enteré a tiempo de que no era así.
- Ah -dijo Genis, inexpresivamente.
"Evidentemente, hay algo que molesta a este tipo", pensó
Quasar. Aun así, siguió mostrándose amistoso.
- Oye -dijo, con una sonrisa-, me enteré de que atrapaste a
Nitro (4).
Un rival duro, ¿eh?
- Sí, bastante.
- Yo también intenté cazarle una vez. Fue poco después
de que Eón me nombrara Protector (5).
Por aquella época...
Los llamados Actos de venganza estaban en su apogeo.
Se había producido una fuga masiva de supervillanos de la prisión
de máxima seguridad conocida como La Bóveda, y los héroes
no daban abasto para atraparlos a todos y llevarles de vuelta a sus cosas.
Para acabar de complicar el asunto, sus oponentes no eran los habituales,
sino que tenían que vérselas con rivales a los que no estaban
acostumbrados. Quasar acababa de enfrentarse al Hombre Absorbente, y todavía
estaba reponiéndose de la pelea, cuando una gema de su banda derecha
comenzó a pulsar, y el rostro de su mentor apareció en ella.
- ¡Eón! -exclamó-. ¿Qué sucede?
- Una presencia alienígena se encuentra relativamente cerca
de donde te encuentras en estos momentos, Protector.
- ¿Se trata de la amenaza contra la que debo protegerte (6)?
- No puedo indicártelo, Protector. Eso es algo que deberás
averiguar por tí mismo.
"Pues sí que resultas de ayuda, amigo...", pensó,
mientras se concentraba para que sus bandas localizaran la presencia a
la que se había referido Eón. Al cabo de uno o dos minutos,
las gemas cuánticas parpadearon y Quasar desechó cualquier
otro pensamiento de su mente.
- Hora de poner el piloto automático... -dijo alegremente, mientras
dejaba que sus bandas le llevaran hasta la fuente del rastro que habían
captado.
En pocos minutos, Quasar había llegado a la fuente de la firma
energética. Una pequeña ciudad, con sus barrios residenciales
y sus zonas verdes, se extendía ante sus ojos. Cuando se estaba
preguntando cómo iba a localizar a su objetivo, una serie de explosiones
sacudieron el aire.
- O mucho me equivoco -dijo para sí-, o eso es lo que me recetó
el doctor...
Cuando llegó a su destino, un espectáculo de devastación
se ofreció ante sus ojos. Grandes boquetes se abrían en el
pavimento, y los cascotes caían de los edificios con las paredes
destrozadas. De repente, algo llamó su atención, y pudo ver
cómo el humo de la última explosión comenzaba a condensarse
hasta formar una figura humana, alta y delgada, de pelo plateado. Quasar
rebuscó en su memoria, intentando localizar el nombre de aquel sujeto.
¿TNT? ¿Dinamita? ¿Trilita? No, no era aquello, pero
estaba cerca...
- ¡Huid! -gritó, entre risotadas, aquel maníaco-.
¡Hacéis bien en temerme! ¡Nada puede resistirse al poder
de...!
En ese momento, Quasar casi pudo oir cómo encajaban sus
engranajes mentales, y recordó el nombre del villano.
- ¡Nitro! -exclamó.
- ¿Quién? -dijo, volviéndose-. ¡Oh, es otro
de esos vigilantes uniformados que tan pomposamente se autodenominan superhéroes!
¡ Bien, héroe, a ver si puedes atraparme!
Sus últimas palabras fueron ahogadas por el estruendo de una
nueva explosión, y el ruido de los escombros al caer. Quasar deseó
fervientemente haber leído más de aquel tipo en los archivos
de la Mansión de los Vengadores. No recordaba gran cosa: se trataba
de un humano, que en determinado momento había sido mutado por los
kree. Sus poderes consistían en hacer explotar su cuerpo, para reintegrarse
a continuación. Y había derrotado al Capitán Marvel
original, al anterior Protector del Universo en persona, así que
no era un cualquiera.
- Bueno -dijo Quasar-, lo intentaremos por las buenas. ¡Nitro!
-gritó-. No seas tonto, y ríndete pacíficamente.
Por toda respuesta, Nitro soltó una carcajada, para explotar
a continuación.
- Parece que tendrá que ser por las malas -dijo Quasar. Para
empezar, con sus bandas cuánticas creó un casco que le protegiera
de los cascotes que caían. A continuación, creó un
altavoz, para hacerse oír por encima del estruendo-. ¡Nitro!
¡Para de una vez! ¿Qué beneficio obtienes destruyendo
las casas de gente inocente? ¿Por qué prosigues con esta
actuación sin sentido?
- ¿Qué es lo que dijo el alpinista cuando le preguntaron
que por qué escalaba las montañas (7)?
-fue la respuesta de Nitro, antes de explotar nuevamente.
- ¡Oh, vaya! -dijo Quasar. Se había olvidado de que estaba
tratando con un nihilista.
Cuando Nitro se reintegró nuevamente, Quasar intentó
atraparle con unos grilletes de energía cuántica. Fue inútil.
Nitro se limitó a explotar, quedando libre. Antes de que pudiera
reintegrarse, Quasar atrapó el gas que era ahora su cuerpo, y conteniéndolo
en una esfera de energía cuántica se alejó rápidamente
hasta llegar a una zona despoblada. En el trayecto, Nitro se solidificó
de nuevo y comenzó a golpear las paredes de la esfera.
"Así que necesita un cierto lapso de tiempo para recuperarse.
Interesante...", pensó Quasar mientras descendía.
Ya era tiempo. Pocos segundos después de haber aterrizado, la
esfera estallaba en pedazos. Y Nitro no parecía precisamente de
buen humor.
- ¿Crees que el traerme a un lugar deshabitado supondrá
alguna ventaja para tí? -gritó.
Quasar no respondió. No llevaba demasiado en el negocio de Protector
del Universo, y, aunque no estaba totalmente seguro de que aquel energúmeno
no fuera la amenaza de la que Eón le había hablado, no era
cosa de distraerse.
Cuando Nitro explotó, intentó contenerle en una esfera
de paredes más gruesas: fue inútil. A continuación,
intentó atraparle en un receptáculo de energía cuántica
que estuviera tan pegado a su cuerpo que apenas quedara aire. También
inoperante. Después, le contuvo en su forma gaseosa en una esfera
tan pequeña como le fue posible. Aun así, se reintegró
y volvió a estallar. Viendo que se encontraban en un impasse,
y ante la imposibilidad de contenerle, Quasar decidió optar por
la solución que había intentado evitar desde el principio.
Cuando Nitro estalló de nuevo, creó un constructo que aspiró
los gases, para a continuación dispersarlos a los cuatro vientos.
- Así, al menos, tardará una buena temporada en volver
a reintegrarse -se dijo.
- ¿Y eso fue todo? -preguntó Genis, cuando
los dos ya iban camino de Titán.
- Pues sí -respondió Quasar-. Ahora comprendo que no
fue la solución más inteligente del mundo, pero en aquel
momento no se me ocurrió nada más que hacer.
- Pues sí que...
Una vez llegaron a Titán, Quasar y Genis se separaron. Mientras
que el segundo se dirigió a sus habitaciones, Quasar decidió
visitar a Kismet en la enfermería (8).
- ¿Cómo te va, chica? -dijo alegremente.
- Como suelen decir los terrestres -dijo el ser artificial de piel
dorada-, sólo me duele cuando me río.
- Kismet pudo metabolizar gran parte de la energía del rayo
del Intermediario -dijo la voz de I.S.A.A.C.-, pero lo que quedó
todavía la mantendrá en cama durante algunos d...
De repente, la computadora se interrumpió en mitad de la frase.
- Perdona, Kismet, pero voy a ver qué es lo que ha sucedido
-dijo Quasar, mientras salía rumbo a la sala de control de I.S.A.A.C.
- Bien, hasta pronto... -respondió Kismet al aire- ...espero.
Cuando Quasar llegó, en la sala se encontraban Mentor y Genis.
- ¿Qué ha ocurrido? -preguntó-. Estaba en la enfermería
con Kismet cuando de repente I.S.A.A.C. se cortó a mitad de una
frase.
- Ha llegado un mensaje desde Paraxis referente a mi madre -dijo Genis,
serio.
- ¿De Elysius? -preguntó Quasar.
- Dije referente a mi madre, no de mi madre -. El tono
de voz de Genis era helado.
- Un individuo que se ha referido a si mismo como el Hombre 4D la ha
secuestrado. I.S.A.A.C., repite el mensaje.
La computadora obedeció. En la pantalla apareció en primer
plano el rostro del Hombre 4D. Se trataba de un individuo con la mitad
derecha de su cuerpo de color rojo, y de color azul la izquierda. Llevaba
un uniforme blanco que cubría toda su cabeza excepto la cara, y
un gran círculo azul en el pecho. Al fondo se podía ver a
Elysius, atada a la pared.
- Este mensaje es para el que se hace llamar Capitán Marvel.
Saludos, hijo de Mar-Vell. Como puedes ver, he atrapado a tu madre. Si
no vienes a rescatarla en el plazo de tres días estándar,
no te molestes en venir, porque será tarde. Te espero, chico...
- ¿Eso es todo? -preguntó Quasar.
- ¿Te parece poco? -gritó Genis, volviéndose hacia
él con los puños apretados.
- ¿Quién es ese tipo, ese... Hombre 4-D? Me suena de
algo, pero no logro situarlo... (9)
Fue Mentor quien le respondió.
- El Hombre 4D es un tirano, un autócrata. Hace algún
tiempo, su mundo se estaba muriendo, y quiso invadir la Tierra para que
sobreviviera su pueblo. Se enfrento a Thor (10),
pero finalmente salvaron su planeta, e hicieron las paces (11).
Pero, cansado de la paz en su planeta, él y su tropa de soldados
tetradimensionales trataron de invadir la Tierra otra vez. Mar-Vell lo
impidió (12).
Indudablemente, esta maniobra suya de atacar a la esposa y el hijo de su
antiguo enemigo es una venganza clarísima.
Cuando terminó, Quasar sólo dijo dos palabras:
- ¿Nos vamos?
- ¿Qué es eso de nos? -replicó Genis-.
Pienso ir solo.
- Ni pensarlo. Eso sería un suicidio. Es una trampa, tan claro
como que dos y dos son cuatro.
- Escucha, imbécil, se trata de mi madre. No voy a ponerla en
peligro.
- Si vas solo, eso es precisamente lo que harás -respondió
con calma Quasar, pasando por alto el insulto-. ¿No ves que es lo
que pretende?
- Tiene razón, Genis -terció Mentor-, y tú lo
sabes.
- Está bien -admitió Genis-. Vámonos de una vez.
En pocas horas llegaron al planeta en el que vivía
Elysius, sola desde que Genis partió para llevar una vida de aventuras
(13).
Genis les llevó directamente a la casa que consideraba como el único
hogar que había conocido. Se acercaron con precaución.
- Mis bandas detectan dos personas ahí dentro. Ambas vivas -dijo
Quasar.
- Eso quiere decir que mi madre aún sigue viva. Bien -dijo Genis,
avanzando-. Déjame hablar a mí.
Quasar le dejó pasar. Genis puso la mano en el picaporte y la
puerta se abrió suavemente. En la habitación principal, el
Hombre 4-D estaba sentado a la mesa, mientras que Elysius permanecía
inmovilizada por algún tipo de campo energético. Un extraño
portal fluctuaba detrás de ella.
- Así que has venido -dijo-. Y acompañado... Tsk tsk
tsk, eso está muy mal.
Antes de Genis o Quasar pudieran moverse, el Hombre 4-D se había
puesto en pie y empujó a Elysius a través del portal.
- ¡Madre! -gritó Genis, extendiendo los brazos en vano.
- Creí que se sobreentendía que quería que vinieras
solo,
Marvel. Tu madre pagará tu error. La he arrojado a un laberinto
tetradimensional. Es sólo cuestión de tiempo que muera.
- Trae a mi madre, Quasar -dijo Genis sin volver la vista-. Yo me ocupo
de este fulano.
- Está bien -dijo Quasar, lanzándose a través
del portal-. Nos vemos pronto.
Nada más entrar en el laberinto, Quasar creó una baliza
de energía cuántica.
"Para cuando vuelva...", pensó, "si vuelvo". Pero
se obligó a seguir adelante y desechar esos pensamientos. "¿Qué
habrá querido decir con eso de laberinto tetradimensional?".
Quasar estaba a punto de averiguarlo.
Mientras, Genis y el Hombre 4D giraron el uno alrededor
del otro, estudiándose en silencio. De repente, el Hombre 4D levantó
su mano izquierda y lanzó un rayo helado. Sorprendido, Genis vio
que el rayo no le impactaba, sino que, deteniéndose a escasos centímetros
de su cuerpo, comenzaba a condensar la humedad de su piel. Poco a poco,
se vio cubierto con una capa más y más gruesa de hielo que
le inmovilizó.
- Esto ha sido demasiado fácil, hijo de Mar-Vell -rió
el Hombre 4D-. Ha terminado incluso antes de empezar...
El aspecto de aquel laberinto recordaba a Quasar
el de un grabado que había visto hacía tiempo, con escaleras
y caminos que entraban y salían de puertas orientadas en todas las
direcciones del espacio. Obligándose a apartar la vista y concentrarse
en su tarea, us bandas cuánticas rastrearon la señal de Eleusys.
Pasados unos segundos, la localizó, pero...
"Es extraño", pensó. "Parece estar y no estar
ahí al mismo tiempo..."
Mientras se dirigía a la abertura tras la que parecía
hallarse Elysius, Quasar repasó lo que sabía de ella gracias
a las grabaciones del archivo de los Vengadores. Inicialmente designada
por Thanos para matar a Drax el destructor y a Mar-Vell, éste consiguió
convencerla para que se uniera a ellos para luchar en equipo. Sólo
fue cuestión de tiempo el que se enamorasen y, tras una estancia
en la Tierra, decidieron establecerse en Titán. Planearon tener
hijos, pero esos hijos no llegaron... al menos en vida de Mar-Vell. Elysius
accedió al ADN de Mar-Vell a través de I.S.A.A.C., la computadora
central de Titán. Encontró el modo de reproducirlo, una vez
lo cual no le fue difícil concebir un hijo: Genis-Vell.
Un rugido atronador le sacó de sus pensamientos. Quasar alzó
la vista: ante él se alzaba un reptil gigantesco, con una altura
mayor que un edificio de cinco plantas y una boca capaz de tragarse un
autobús con pasaje y todo.
Genis no respondió a las puyas de su rival y se
concentró intensamente. Dos rayos brotaron de sus negabandas, reduciendo
a añicos el hielo que le aprisionaba. El Hombre 4D, sorprendido,
tardó un instante en reaccionar. Genis aprovechó ese momento
de duda para lanzarse contra él a toda velocidad y atravesar la
pared.
Mientras volaba para esquivar la acometida del reptil,
Quasar se percató de que el rastro de Elysius se difuminaba. Dejó
que sus bandas le guiaran al siguiente portal. Apareció en una ciudad
de aspecto futurista, bajo un cielo en el que había dos soles y
cuatro lunas. La gente que pasaba por allí le miraba con curiosidad,
si acercarse demasiado. Casi inmediatamente se vio rodeado por varios robots
gigantescos, fuertemente artillados. Evidentemente, algún tipo de
fuerzas del orden.
- Lo siento, caballeros -dijo Quasar con una sonrisa-, pero llevo algo
de prisa-. El rastro de Elysius volvía a fluctuar.
A campo abierto, Genis se sintió mejor. No temía
que su enemigo intentara escapar, ya que su deseo de venganza parecía
ocupar todasu atención. Por otra parte, el Hombre 4D sabía
que Genis jamás abandonaría a su madre en peligro. Levantó
su mano derecha y lanzó un rayo calorífico. La atmósfera
alrededor de Genis se calentó tanto que el medio kree comenzó
a sudar copiosamente. El más mínimo movimiento le suponía
un enorme esfuerzo. Parecía que iba a desmayarse sin que el Hombre
4D tuviera que tocarle ni un pelo.
Quasar miró a su alrededor extrañado. Parecía
haber vuelto a Paraxis, el planeta en el que Genis había crecido.
Precisamente a poca distancia pudo verle. Abrazaba con ternura a su madre,
que yacía exánime entre sus brazos. El Hombre 4-D estaba
en el suelo, completamente calcinado por un poderoso rayo de energía.
A pocos pasos, un sujeto con capa estaba arrodillado, sollozando. Cuando
alzó la cabeza, Quasar pudo ver que se trataba de él mismo.
- ¿Por qué? -gritaba-. ¿Por qué?
Quasar avanzó intentando explicarse, pero antes de que se diera
cuenta había atravesado un nuevo portal, que se abrió en
el suelo a sus pies.
Cegado por el sudor que caía de su frente, Genis
cruzó sus muñecas ante su cara. Sus negabandas lanzaron un
rayo con tan mala fortuna que fue a impactar en la casita en la que Genis
había vivido su corta infancia. La edificación, ya bastante
debilitada, se derrumbó con estrépito.
Parecía seguir en el mismo planeta, pero la escena
había cambiado sutilmente. Ya no estaban presentes ni él
ni el Hombre 4-D, y Elysius y Genis estaban ambos de pie y abrazándose.
Luego, el muchacho cogió un macuto con sus pertenencias, saludó
a su madre y se encaminó hacia una pequeña nave que ya estaba
calentando los motores, mientras se despedía de su madre con la
mano izquierda en alto. Comprendiendo que había viajado al pasado
y estaban contemplando la partida de Genis, Quasar dio media vuelta y penetró
en el protal que le indicaron sus bandas.
Apareció en un mundo árido, con poco más que vegetación
rastrera. Sin embargo, la señal de Elysius era clara y potente.
Quasar se dirigió a toda velocidad hacia el punto que le marcaban
sus bandas. Cuando aterrizó, se encontró ante una cabaña
hecha de ramas y con un techo de paja.
- ¿Elysius? -dijo.
Oyó sonidos en el interior de la cabaña. La piel curtida
que cubría la entrada fue apartada, y Elysius salió a la
luz. Quasar ahogó una exclamación de sorpresa. Elysius iba
vestida con un vestido hecho de la piel de algún (o algunos) animal.
Su pelo estaba sucio y enmarañado, y su mirada era desconfiada y
alerta.
- Tú... te recuerdo. Viniste con Genis, ¿no? Y entonces
el Hombre 4D me arrojó por el portal...
- Sí, soy yo. Genis me envió a buscarte, mientras él
se enfrentaba con 4D.
- Por fin has llegado. Ya empezaba a pensar que nunca saldría
de aquí.
- ¿Por fin? Pero si apenas han pasado un par de horas...
- ¿Un par de horas, dices? Será para tí.
- ¿Cuánto llevas aquí, entonces?
- Calculo que, aproximadamente, debo llevar aquí unos seis o
siete meses.
"¡Hay que ver con las paradojas de los viajes espaciotemporales!",
pensó Quasar, pero se abstuvo de expresar su pensamiento en voz
alta. En vez de eso, dijo, intentando parecer animado:
- Bien, pues volvamos. No debería tener problemas para localizar
dónde
y cuándo se encuentra la baliza que dejé para marcar
la entrada. ¿Vienes?
- No tendrás que repetírmelo dos veces, muchacho. Adelante
-dijo Elysius, agarrando la mano que Quasar le tendía.
Genis comenzaba a cansarse, y aquel tipo no parecía dar muestras
de fatiga. Cualquier maniobra que intentara era rápidamente neutralizada
por su enemigo, y apenas daba abasto a rechazar sus ataques. Finalmente,
decidió dejarse de zarandajas e ir directo al grano. No es que hiciera
demasiado tiempo que Quasar había partido a buscar a su madre -apenas
un cuarto de hora o veinte minutos-, pero comenzaba a preocuparse de veras.
Si aquel presuntuoso sucesor de su padre fracasaba, no habría lugaren
el Universo lo bastante recóndito para que pudiera ocultarse. Y
no le salvarían aquellas maravillosas bandas cuánticas suyas...
Quasar y Elysius atravesaron el portal, y aparecieron
de nuevo en el planeta, justo a un costado de los dos contendientes. Mirando
con asombro a su alrededor, vieron que la casa había desaparecido.
En su lugar sólo quedaba un montón informe de cascotes, mientras
que el campo se extendía en todas direcciones. Genis no pudo contener
un grito mezcla de sorpresa y alegría.
-¡Madre!
No era su intención, pero aquel grito surgido de lo más
profundo de su corazón distrajo al Hombre 4D, que bajó
un instante la guardia. Genis no necesitó más. Lanzó
un rayo con ambas negabandas que alcanzó a su oponente de lleno.
Sin proferir ni un solo grito, cayó al suelo inconsciente.
- ¿Está...? -preguntó Quasar.
- ¿...muerto? -completó Genis la frase, mientras abrazaba
a su madre-. No, no lo creo, aunque Cronos sabe que se lo merecería.
Es lo bastante duro para aguantar ese rayo y bastante más.
- ¡Genis! -dijo Elysius, enojada.
- ¿Qué, madre? -respondió él, extrañado.
- ¿Dónde están tus modales? ¿Qué
es lo que se dice en estos casos?
- Grumpfff... -bufó Genis-. Bien, Quasar, supongo que debo darte
las gracias...
- No hay porque darlas, Capitán Marvel -dijo Quasar con
toda sinceridad, mientras le tendía su mano abierta.
- Sí, hay por qué -replicó Genis, estrechando
la mano-. Te debo más de lo que nunca podré pagarte.
- ¡Bah! -dijo Quasar con una sonrisa-. Sé cómo
podrás pagarme.
- ¿Quieres decirme a qué hemos venido aquí?
-preguntó Genis, días después.
- Verás, en este planeta que los habitantes de mi mundo llaman
Urano, vivió algún tiempo una rama de los Eternos. Ellos
fueron los custodios de las bandas que llevo ahora, y aquí fue donde
Eón me nombró Protector del Universo (14).
Durante todo este tiempo me reconcomía no haber hecho algo que hiciera
perdurar su memoria. Hoy vamos a poner remedio a eso.
- ¿Cómo? -preguntó Genis.
Sin decir palabra, Quasar creó un taladro que perforó
el suelo hasta conectar con la capa gaseosa que existía bajo la
corteza de planeta. Un chorró brotó con un siseo claramente
audible.
- Si haces los honores...
Genis tampoco dijo nada. Extendió su brazo derecho y un rayo
de energía brotó de su banda. El chorro de gas se prendió
con una llama azulada.
- Genis -dijo Quasar, antes de partir-. Nunca me crucé con tu
padre, y no sé de él más de lo que me han contado.
Pero por lo que he oído de tí y de él, sé que
estaría muy orgulloso de ti.
- Lo mismo digo, Quasar. Eres un magnífico protector del Universo.
Sin decir una palabra más, se fundieron en un estrecho abrazo.
Luego, partieron de Neptuno hacia Titán.
(1) Una versión
muy resumida de Poderes Cósmicos
# 25. Pero claro, eso ya lo sabías, porque lo has leido... ¿o
no?
(2) De hecho, Genis tiene apenas unos
años. Su crecimiento fue acelerado artificalmente hasta alcanzar
la edad adulta.
(3) En Quasar # 12, aunque
Wendell no se enteró hasta el número 20 porque Eón
no se lo dijo. Y de hecho, se enteró porque su padre cayó
redondo al suelo, no porque su mentor decidiera romper su silencio.
(4) En Poderes Cósmicos
v. I # 4.
(5) La historia que cuenta Quasar
transcurre entre los números 5 y 6 de su colección.
(6) En aquella época, Quasar
intentaba encontrar a una entidad alienígena que ameazaría
la existencia de Eón y de todo el Universo.
(7) Porque están ahí.
(8) Kismet recibió un rayo
del Intermediario en Poderes Cósmicos
# 25.
(9) El Hombre 4D era uno de los prisioneros
en el planeta del Extraño que aparecieron en Quasar # 14.
(10) En El poderoso Thor #
208.
(11) En El poderoso Thor #
214.
(12) En Capitán Marvel
# 51.
(13) Se contó en Estela
Plateada Anual # 6.
(14) Una versión ultrarresumida
del ya de por sí considerable resumen que Gru hizo en el epidodio
# 2 de Quasar.
Sigue las aventuras de los héroes cósmicos
del universo marveltópico Poderes Cósmicos
# 26, en la red este mismo mes.
¡Muy buenas! Después de dos años escribiendo historias
para esta colección, ha llegado el momento de hacer un anual. Lo
cual no quiere decir que dentro de doce meses vaya a haber otro, aunque
nunca se sabe...
Bueno, como éste es el primer anual de MarvelTopía,
los editores me han encargado que os informe de lo siguiente: el primer
anual de cada colección (si/cuando lo tenga) será un team-up,
es decir, uno de parejas. En este caso, de Quasar y Genis, el hijo del
añorado Capitán Marvel. ¿Qué os ha parecido?
Un saludo y no dejéis de leernos, y escribid a Autopista
hacia el espacio - Correo de los lectores (bergil@altavista.net) con
cualquier duda o comentario que os surjan. Que no muerdo, caramba, y es
muy agradable recibir e-milios (incluso aunque sean críticos).