QUASAR #63
Encuentros en el tercer planeta
Guión: Doctor Cómic y Bergil
Portada: En plano picado, en una de las esquinas inferiores aparece Quasar sentado en una silla y escribiendo sobre una mesa, ambas hechas de energía cuántica. Frente a él, una fila con todos los personajes del número aguardando turno. Quasar pregunta al primero "¿De DÓNDE dice que es usted?"
Este número, como todos los anteriores, está
dedicado a la memoria de Mark Gruenwald, creador de Quasar, guionista supremo,
editor inigualable, y el mayor fan que Marvel jamás ha tenido.
Aunque Quasar sabía que Eros había hablado en broma cuando propuso
empaquetar a todos los ex-cautivos del Coleccionista1, no se le ocultaba
que tenía un grave problema entre manos. En la enorme burbuja cuántica que
había creado había un montón de seres, algunos enemigos entre sí y varios
positivamente malvados. ¿Dónde llevarlos para identificar con calma a cada
uno?
- ¿Qué podemos hacer, Eros? - preguntó a su compañero el eterno de Titán.
- No lo sé, Quasar. Titán queda muy lejos, y la Tierra no está preparada
para recibir a todos estos tíos. Podríamos llevarles al Área Azul y...
- El Área Azul ya no existe como tal, Eros. Perdió su atmósfera hace poco2, y ahora es un lugar tan estéril como el resto de la Luna.
- ¿Qué? No lo sabía...
- Bueno, de todos modos es la mejor opción que tenemos. Creo que puedo crear
una burbuja... así... - dijo, uniendo la acción a la palabra -, y si ahora
la contraigo... así... podré recoger el suficiente aire como para que todos
estos tipos puedan respirar mientras decidimos qué hacer con ellos.
Quasar repitió el proceso media docena de veces, y luego se dirigió hacia el
satélite terrestre. Cuando se aproximaron a la superficie, utilizó sus
bandas cuánticas para crear un domo semiesférico de unos cuarenta metros de
radio. Luego, acercó la burbuja en la que había transportado a todos los
alienígenas y la puso en contacto con el domo. las paredes de ambos se
fundieron y pasaron a ser un solo espacio.
- ¡Vaya, esto me supera! - silbó Quasar. - ¡Aquí hay tipos que ni siquiera
alcanzo a imaginar qué son, mucho menos de dónde vienen! ¿Crees que podrás
ayudarme, Eros?.
- Haré lo que pueda, pero hay seres de razas de las que ni siquiera había
oído hablar. Y mira que yo, en mis tiempos, viajé lo mío...
- No te preocupes, mortal - dijo una voz a su espalda. - Creo que yo podré
ayudarte.
Quasar y Eros se dieron la vuelta, sorprendidos. Frente a ellos se
encontraba un ser oblongo y fluctuante, que parecía lleno de una energía
roja, vestido con algunas placas pegadas, que servían de armadura y como
minicomputadoras. De él salían dos docenas de seudópodos, y tenia un rostro
vagamente humano, pese a no tener cabeza. Un ser curioso, sobre todo.
- ¿Qué? ¿Quién eres tú? - preguntó Quasar.
- Me llaman el Catalogador, humano. Soy uno de los Primigenios del Universo.
Alcancé la condición de primigenio por haber dedicado toda mi vida a
clasificar todo aquello que pasaba ante mis ojos. Hice un trato con mi
compañero Primigenio, el Coleccionista. Me introducía en su colección, y así
yo podía pasar algunos siglos entretenido clasificando a los extraños
especímenes que tenía, y él podría presumir de tener por fin a otro
Primigenio en su colección. Ey, esos de ahí no me suenan - dijo, acercándose
a los seres que se encontraban en la estructura y comenzando a deambular
entre ellos.
- Oye, Quasar, este tipo puede ayudarnos, es cierto, pero tiene la maldita
costumbre de abstraerse cada vez que encuentra algo que le interesa. Sugiero
que empecemos por nuestra cuenta con los seres que conozcamos, y que
recurramos expresamente a él cuando no tengamos más remedio. ¿Estás de
acuerdo?
- Vale. Comencemos...
Quasar miró con atención, pero aparentemente no encontró lo que buscaba.
- ¿Pasa algo? - le preguntó Eros. - ¿A quién buscas?
- A ese Fantasma del Espacio que recogí en la nave del Coleccionista -
respondió Quasar. - Por lo que me contó Hammerhand, pertenece a una raza
completamente malvada y metamórfica, emparentada de algún modo con los
skrulls. Si no lo encontramos rápidamente, puede empezar a matar gente.
Sin que ninguno de los dos compañeros lo advirtiera, una figura vestida con
una armadura violeta les había estado escuchando. En silencio, se escabulló
y comenzó a buscar.
- Bueno, a estos dos les conozco bastante bien - dijo Quasar. - Son
Shatterax y Ultimus, de la Fuerza Estelar, la guardia de la virreina Ave de
Muerte3. Creo que podemos dejarles marchar sin más.
En ese momento apareció el Catalogador.
- ¡Vaya, qué interesante! ¡Un Eterno Kree! Hacía eones que no me encontraba
con ninguno...
- No es que pretenda llevarte la contraria - dijo Eros -, pero es que la
cosa me afecta en cierto modo. Es universalmente sabido que los kree no
tienen Eternos, ni desviantes, ni nada. Los Celestiales no experimentaron
con ellos.
- Eso es lo que crees, eterno de Titán - Ultimus escuchaba con avidez: por
fin conocería su origen. - Inicialmente, lo que dices era cierto, los krees
no tenían Eternos ni mutantes porque los Celestiales no experimentaron con
ellos, sino que eligieron a los Cotati. De ahí que se considere a los Kree
una raza estancada genéticamente. Pero en una pequeña colonia, fundada
cuando no tenían aun viaje transgaláctico, y el viaje a otro sistema solar
tardaba generaciones, los Celestiales llegaron mucho después, y sí que
realizaron experimentos con ellos, creando Eternos, Desviantes, etc... Eran
por lo general pacíficos, aunque un grupo de exploradores eternos, liderado
precisamente por este eterno que tenemos ante nosotros, se marchó a explorar
las galaxias. Milenios mas tarde, acabaron enfrentándose en la Tierra con el
desviante llamado Lord Tantalus, que mató a todo el grupo menos a éste, al
que borró la memoria y dejó atrapado en la Tierra. Milenios después se
enfrentó a varios de los llamados superhéroes4, y se fue al espacio a
buscar sus orígenes. Sólo empezó a recordar cuando volvió a enfrentarse a
Tantalus5.
- ¿Cómo sabes eso? - pregunta Quasar.
- Una amplia base de datos, conectada con bibliotecas de todos los rincones
del Universo, incluida la de Rus, una buena memoria, algo de habilidad
telepática... - seguía el Catalogador, sin intención de parar.
- Bueno, vale, aceptamos lo que dices - dijo Quasar -, pero ¿por qué no ha
encontrado a mas de su raza?
- Bien, en algún momento posterior a la marcha de Ultimus, Galactus se los
comió. Mala suerte.
- ¿Qué podemos hacer entonces? - dijo Eros.
- Yo te lo diré, eterno - respondió Shatterax. - Dejadnos ponernos en
comunicación con Korath el Perseguidor para que venga a recogernos.
- ¡No! - gritó Últimus. - ¡La afrenta de Tántalus no puede quedar sin
castigo! ¡No descansaré hasta vengarme y verlo yaciendo sin vida a mis pies!
- ¿Crees que yo no preferiría quedarme en la Tierra, donde he hecho tan
buenos amigos? - razonó Shatterax. - Pero nuestro deber es más importante
que nuestros deseos personales. Y, en estos momentos, nuestro deber nos
obliga a regresar a Hala. Hay mucha gente a la que proteger.
- Además, si algún día aparece ese Tántalus - dijo Quasar -, podremos
enviarte un mensaje subespacial para que vengas y recuperes tu honor.
Sin estar del todo convencido, Ultimus aceptó, y se apartó del grupo con
Shatterax para ponerse en contacto con Korath.
- Disculpa... ¿Quasar?
- ¿Sí?
- Verás, me llamo Beckley. Doctor Stephen Beckley. Aunque terrestre, al
recibir ciertos poderes tras examinar un presunto cometa adopté el nombre de
Hombre Cometa.
- Sí, claro. Y en vez de hacerte rico y famoso con tu propio programa de
televisión - dijo un ser humanoide de piel blanquecina que vestía el mismo
uniforme que el Hombre Cometa -, ¡hala!, te lanzaste a surcar el cosmos
haciendo el bien.
- Un fortisquiano... - dijo el Catalogador, apareciendo de repente. - Nunca
había visto uno actuando de manera tan rara.
Mientras, un ser parecido a un mapache terrestre, pero mucho mayor y que
caminaba erguido sobre sus patas traseras, se encontraba en animada
conversación con alguien parecido a uno de los faunos de la mitología
grecorromana.
- Así pues, me decías que... - dijo el Mapache.
- Sí, Mapache-Cohete. Dios del Bosque ha visto mientras dormía lo mismo que
tú dices haber visto.
- Perdonad que os interrumpa - dijo un ser antropomorfo, que llevaba un
traje azul, capa, una banda en la frente y sobre ella la letra omega en
color rojo. - Me llamo Omega, y no he podido evitar oír de lo que estabais
hablando. Yo también he tenido ese mismo sueño.
El Hombre Cometa, una vez catalogado y mientras esperaba que le permitieran
marchar, deambulaba por las cercanías. Al oír que otros seres habían tenido
el mismo sueño que él, se unió a la conversación.
- ¿Vosotros también habéis soñado con esa región del espacio? ¡Qué
extraordinario!
- Me parece que esto es algo más que una mera coincidencia - dijo Mapache
Cohete. - Creo que deberíamos explorar esa región.
- Estoy de acuerdo - dijo Omega.
- Dios del Bosque sólo quiere saber cómo iremos hasta allí.
- Eso no es problema - dijo Max, el fortisquiano. - Tenemos una nave la mar
de maja que nos puede llevar hasta allí en un parpadeo.
Bajo la paciente dirección de Kro, la Fuerza Delta y los Clandestinos de
Blackwulf mantenían una apasionada conversación:
- ...y es por eso que os ofrezco unir fuerzas - decía Kro. - Si la guerra
civil que se está produciendo en el seno de la sociedad desviante sigue
progresando, las consecuencias podrían ser funestas para todos. Unidos,
tendremos una posibilidad de...
- ...eViTaR qUe La CoSa Se DeSmAnDe... - prosiguió Tzabaoth, mientras se
separaba en los dos seres que lo integraban.
- ...lo que no sería deseable... - dijo Donald Ritter.
- ... para nadie, ¿verdad? - concluyó su hermana Deborah.
- A mí me parece una buena idea - dijo Gorrión.
- Yo también estoy de acuerdo - dijo el skrull. - Mi raza experimentó la
destrucción a manos de nuestros congéneres. No quiero que algo parecido
ocurra en la Tierra.
- ¡Pues yo digo que no! - bramó Mamut. - ¿Qué nos importan a nosotros lo que
hagan los desviantes entre sí? ¡Dejémosles que se eliminen entre ellos!
Menos problemas tendremos luego.
- Mamut - dijo Karkas -, te recuerdo que en este grupo hay algún que otro
desviante.
- Tiene razón - intervino Gorrión. - No te comportes como un bruto sin
cerebro, porque no lo eres en absoluto. Tienes algo entre las orejas, así
que ¡úsalo!
- Entonces estamos de acuerdo, ¿no? - dijo Ransak. - ¡Fantástico! - exclamó,
disponiéndose a palmear la espalda de Blackwulf. Pero en un movimiento
cegador, éste movió su vara y detuvo la mano de Ransak.
- ¿Qué? - exclamó éste, enfureciéndose. - ¿Acabamos de aliarnos y rechazas
mi gesto de amistad? ¡Pagarás por esto! - gritó, mientras se arrojaba contra
Blackwulf. Todos sus compañeros le detuvieron antes de que pudiese avanzar
demasiado.
- Si he evitado tu contacto - dijo Blackwulf, todavía en guardia -, no ha
sido más que por tu propio bien. Si me hubieras tocado, habría sido lo
último que hicieras.
- ¿Qué quieres decir? ¿Te crees capaz de vencerme en una pelea limpia, sin
ese pinchito que enarbolas?
- No es eso. Si me tocases, morirías al instante. El contacto con mi piel es
letal.
- ¡Hey, yo os conozco! - exclamó de repente Quasar. - ¡Sois los Hombres-Oro!
Quiero decir, los antiguos Hombres-Lava6. ¿También os atrapó el
Coleccionista?
- Efectivamente, humano - dijo Jinku. - Te agradeceríamos que nos
devolvieras a la Tierra en cuanto fuera posible.
- ¡Faltaría más! - dijo Quasar. - Si podéis esperar a que acabe con todos
los que me quedan, os pongo los primeros de la lista.
- De acuerdo. Esperaremos.
- Muy bien - dijo Quasar. - ¿Quién va ahora?
Mientras, Eros estaba algo... ocupado. Acababa de descubrir a una deliciosa
personita de piel blanca, grandes ojos y larga y abundante cabellera.
- Hola hola hola... - dijo, acercándose. - ¿Qué hace una chica como tú en un
sitio como éste?
- Hooola - dijo ella dulcemente. - Me llamo Gosamyr. ¿Tú quién eres?
- Me llamo Eros. - Eros no sabía por qué, pero se sentía más atraído por
Gosamyr de lo que se había sentido atraído por ninguna otra hembra. "Esta
chica ha de ser mía a cualquier precio", pensó, mientras ejercía sus poderes
de sugestión sobre ella.
Gosamyr experimentó de repente una fuerte atracción por el apuesto pelirrojo
que se encontraba ante ella, y redobló su producción de feromonas... lo que
a su vez hizo que Eros se sintiera más atraído por ella e intensificara sus
poderes.
- ¡Oh oh! - dijo Quasar cuando vio lo que se le acercaba. - ¿Dónde estará
Eros, ahora que me haría falta?
Hacia Quasar se acercaban tres seres de color verde y púrpura.
- ¡Oh dios mío! - dijo el primero. - Un gran poder conlleva una gran
responsabilidad, ¿no creéis, hermanos?
- No lo sé - dijo el segundo, mientras largas garras surgían del dorso de
sus manos. - Cuando mi parte animal me domina, soy el mejor en lo que hago,
aunque lo que hago no sea agradable. Lo cual me recuerda... ¿qué es lo que
hago?
- ¡Estúpido! - dijo el tercero dándole un cachete en el cogote, mientras un
cigarrillo colgaba de la comisura de su boca. - ¡Somos héroes! ¡Debemos
atrapar a los villanos!
- Cierto, cierto... - dijo el primero. - Pero nada impide que nos
divirtamos en el proceso, ¿no?
- ¡Nada de eso! - intervino el segundo, materializando al extremo de sus
manos dos pistolas de grueso calibre al tiempo que una calavera y dos tibias
aparecían en su pecho. - Los criminales deben ser castigados por lo que han
hecho.
- Pero - dijo el tercero -, ¿por qué defender a un mundo que nos odiará y
temerá sólo por el hecho de ser diferentes?
- Porque es nuestro deber - dijo el primero. - Se nos otorgaron estos
grandes poderes para utilizarlos en defensa de los más débiles y luchar
contra el mal...
- ... para así conseguir un presente mejor - dijo el segundo, mientras sus
miembros se transformaban en prótesis cibernéticas y enormes armas aparecían
en sus manos - que evite un futuro de pesadilla...
- ... porque los delincuentes han de pagar por lo que han hecho - terminó el
tercero.
- ¡Eh! - dijo el primero.
- ¿Qué? - preguntó el segundo.
- ¿Por qué nos distraes? - inquirió el tercero.
- ¿Dónde se ha metido Quasar?
- ¡Es verdad! ¡Ha desaparecido!
- ¡El muy bribón se ha escondido de nosotros!
- ¡Hey, Quazoooo! - exclamaron al unísono, mientras se dispersaban para
buscar al vengador cósmico. - No te escondas, sabes que te encontraremos...
- ¿Qué vamos a hacer, Onijay? - preguntaba en ese momento un ser parecido a
un gran lagarto terrestre.
- No lo sé, querida mía - respondió el tal Onijay, un ser parecido a un
caballo blanco que caminaba erguido; un kymelliano, como resultaría evidente
para cualquier etnólogo espacial. - Nuestras respectivas razas jamás
comprenderían nuestro amor. Mis días como miembro de Fuerza 4 han terminado.
Tendremos que vivir apartados...
- No digas eso, amor. ¿No son los sentimientos que compartimos una prueba de
que el entendimiento entre nuestras dos especies es posible?
"Ese Quasar puede ser un incordio si me descubre", pensó uno de los aliens.
"Mejor me camuflo. ¿Qué forma adoptar? ¡Ya sé! Ese huevo que hay ahí. Donde
caben uno caben dos, como dicen en la Tierra...". Y uniendo la acción a la
palabra, se concentró y a los pocos instantes había dos huevos aparentemente
idénticos.
- Un huevo de Plodex. Y a punto de eclosionar... - dijo el Catalogador. -
Nunca he visto eclosionar ninguno. Será interesante comprobar qué forma
adopta, con todos estos seres a su alrededor...
- ¿Qué quieres decir? - preguntó Quasar.
- Los Plodex son una especie profundamente expansiva. Envían naves cargadas
de huevos que aterrizan en los planetas, y allí emiten una llamada que atrae
hacia ellas a los seres del mismo. La especie que logra llegar hasta la nave
se considera como especie dominante, y todos los huevos que transporta la
nave se marcan con la huella genética de esa especie. Luego, son dispersados
a lo largo y ancho del planeta, para colonizarlo y dominarlo.
- Eso me suena de algo... - masculló Quasar, rebuscando furiosamente en su
memoria. - ¡Ya lo tengo! ¡Marrina! Ella era una Plodex que no pudo rechazar
su herencia y tuvieron que matarla7. ¡Dios mío, hay que aislar ese huevo
cuanto antes! ¡Rápido, Catalogador! - exclamó Quasar. - Espera, has dicho un
huevo, y no dos. ¿Cuál de los dos es el de Plodex?
- Evidentemente, el de la izquierda - dijo el Primigenio. - El de la derecha
no es más que un Hombre-Fotocopia de Xarta camuflado.
Quasar lanzó un rayo con cada banda cuántica. Con el de la izquierda aisló
el huevo de Plodex antes de que eclosionara, para así evitar cualquier
posible interferencia alienígena. Con el de la derecha, atrapó al falso
huevo, que recuperó su verdadera forma en cuanto comprendió que había sido
descubierto.
Sin embargo, el Hombre Fotocopia no permaneció demasiado tiempo atrapado.
Algo abrió una minúscula brecha en la esfera de energía cuántica de Quasar,
y el prisionero escapó por ella. Un extraño ser amarillo de grandes ojos y
delgadas extremidades flotaba encima de ellos, emitiendo un sonido que
parecía una risa.
- ¡Te hemos visto, te hemos visto!
- ¡Pagarás por tus crímenes, villano!
- ¿Qué clase de sociedad es esta que crea semejantes seres, tan
despreciativos con las convenciones sociales?
El elan (pues ese es el nombre de la raza del curioso ser) que había
favorecido la huida del Hombre Copia se dio la vuelta. Hacia él se
abalanzaban los tres hijos del Hombre Imposible, en un revoltijo de brazos,
piernas, capas, gabardinas, armas y garras. El elan se concentró... y sus
tres perseguidores se estrellaron en el suelo, a varios metros de donde se
encontraba, mientras él emprendía la retirada.
- ¡Anda! ¡Pero si nos ha engañado!
- ¡Pagará por esto!
- Lo que necesita es una guía adecuada, para encauzar sus poderes en
beneficio de la sociedad...
- ¿Quién eres tú? - preguntó Quasar, perplejo ante el ser que tenía ante sí.
- Mi nombre es Ditmil Pirvat - respondió su interlocutor -, pero me puedes
llamar Ladrón Estelar. Yo era un tipo normal, hasta que un accidente
espacial mató a mi familia y me dejó hecho pedazos. El gobierno me
reconstruyó, y me metió en este traje contenedor energético, que me permite
tener ciertos superpoderes. Sin embargo, la ira me dominaba, y me dediqué a
la destrucción de cohetes espaciales hasta ser convencido por esos chicos de
los Nuevos Guerreros. Tras eso, me fui a vivir con los Inhumanos8. Pero
fue raptado por el Coleccionista, y ahora estoy tratando de volver al Area
Azul. Veo que estamos en la Luna, así que si me dejas marchar...
- Bueno, verás... - dijo Quasar -, de hecho, estamos en lo que era el Área
Azul.
- ¿¡¿Qué?!? ¿Dónde esta Attilan?
- Tranquilo, Attilan ahora está en la Tierra9. Pero si te esperas a que
acabe con todos estos ex-compañeros tuyos de prisión, te acompañaré
encantado a la Tierra para indicarte dónde paran ahora los Inhumanos. ¿De
acuerdo?
- Disculpa...
- ¿Sí? - dijo Quasar, volviéndose mientras se preguntaba, no por última vez,
dónde demonios se habría metido Eros.
- Me llamo Naxid, y procedo del planeta Campo de Cocos - dijo un tipo con
pinta de ser humano, pero con un sentido de la moda que nadie en la Tierra
tiene, a menos que abuse de alucinógenos. - ¿No sabrás dónde hay una puerta,
verdad?
- ¿Una puerta? - respondió, extrañado, Quasar.
- Sí, una puerta. En Campo de Cocos, además de otras cosas chulas, como
nuestra moda, aprendemos a doblar el espacio, ya sabes: Tenemos aquí una
puerta, cruzamos por ella, y ¡badabum!, salimos por otra puerta en cualquier
parte del viejo universo. Guay, ¿eh? Así que, si te estiras y me buscas una
puerta, chachi, todo solucionado.
- Veras, es que aquí no tenemos ninguna puerta. Pero si te unes a aquel
grupo de allí, en cuanto termine iremos a la Tierra y podrás encontrar todas
las puertas que quieras.
- ¿Y no podrias crearme una puerta con esas pulseras chachis tuyas?
- Um, en cuanto más compleja sea la estructura, mas me cuesta, pero supongo
que puedo intentarlo. - Quasar se concentro, y creo una puerta simple: Dos
rectangulos de energía concentricos, el de dentro rotaba mientras permanecia
pegado por un extremo al de fuera. - ¿Te vale?
- ¿A eso llamas una puerta? ¿Una puerta a donde, tío? No hay nasti detrás.
- Esta bien. - Quasar respiro pacientemente. Con sus bandas creo un domo
alrededor de la improvisada puerta, para que pareciera una puerta a alguna
parte. - ¿Ahora?
- No se si me termina de convencer...
- Oye, que hay gente esperando para ir a casa.
- Esta bien, esta bien, pero como acaba perdido en el espacio, me vas a oír.
- Buuf, creí que no se iría nunca. - penso Quasar.
- ¿Dónde estará Makkari? - se preguntaba Quasar. - Recuerdo que Avance Veloz
mencionó que el Coleccionista se lo había llevado, pero no lo he visto por
ninguna parte. Y sin ningún supervelocista por aquí, no se me ocurre cómo
podríamos comunicarnos con él.
A escasos dos metros de Quasar estaba su amigo. Pero a ojos de Makkari,
todos los que se encontraban en la burbuja de energía cuántica parecían
estar paralizados. Desde que había roto la barrera de la velocidad para
ganar la carrera que le proclamó como el ser más rápido del Universo10,
no había logrado encontrar el medio de decelerar. Sólo la compañía de Avance
Veloz le había evitado lo que, de otra manera, habría sido una terrible
soledad.
- Caramba, caramba... - dijo el Catalogador. - Mi camarada primigenio había
reunido una colección ciertamente muy curiosa. Nunca pensé que encontraría
aquí a un ser que había contribuido a rechazar a la Quinta Hueste
Celestial...
- ¿Perdona? - dijo Quasar.
- Sí, verás: hace algún tiempo, un grupo de homo superiores terrestres...
- ¿Homo superiores? ¿Quieres decir mutantes?
- Exactamente. Como decía, este grupo se vio transportado a un planeta en el
que dos facciones, ambas dotadas con poderes increíbles, se disputaban la
primacía en ese planeta, mientras un tercer grupo intentaba mediar entre
ambos. Divididos, los terrestres lucharon para que imperara la concordia,
consiguiéndolo justo a tiempo de frenar a la Hueste Celestial11. No son
muchos los mundos que pueden presumir de haber detenido a los Celestiales,
y...
- Creo que ése es el pie para que haga mi entrada - dijo una voz a sus
espaldas. Girándose, Quasar pudo ver a uno de los seres más raros con los
que se había topado hasta entonces en la burbuja: parecía estar compuesto
por circuitos, pero, aunque su voz era mecánica, su entonación no resultaba
en absoluto fría, sino que reflejaba toda una gama de emociones, en especial
¿la risa?
- ¿Y tú quién eres?
- Tengo que confesar que me encuentro perplejo - dijo el Catalogador. -
Parece ser un tecnarca, pero estos seres en absoluto hablan así.
- Disculpa, señor pulpo, pero el rubiales me ha preguntado a mí. Podéis
llamarme Prosh.
- ¿Prosh?
- Sí, Prosh.
- ¿Y cuál es tu historia, si es que no es indiscreción?
- En absoluto, chavalote, en absoluto. Verás. Nací, no recuerdo cuándo ni
dónde, como nave espacial creada por los Celestiales. Sin embargo, el
mutante terrestre conocido como Apocalipsis, se apropió de mí y me utilizó
hasta que el grupo de héroes terrestres conocido como Factor-X le derrotó y
pasó a utilizarme como base12. Todos vivíamos felices y contentos en la
Tierra, excepto cuando alguna fuerza desconocida nos arrastraba al otro
extremo del Universo para salvar a todo un planeta de ser destruido por los
Celestiales13, hasta que Apocalipsis regresó y sus sicarios infectaron
mis sistemas lógicos, al tiempo que mi antiguo amo atacaba a los actuales.
Infectó a un niño inocente, destinado a convertirse en su némesis dos mil
años en el futuro. El único modo de salvar al niño era viajar a ese futuro,
cosa que hicimos14. Allí dejé de ser una nave y pasé a ser simplemente
una inteligencia artificial. Cuando el niño, ahora convertido en un guerrero
curtido en mil batallas, regresó a esta época para combatir a Apocalipsis y
evitar su ascenso, yo le acompañé15; y le acompañé cuando la estación
espacial en la que ahora moraba fue ocupada por uno de los mutantes más
poderosos de la Historia y hube de escapar, regresando a la superficie del
planeta16. Pero mis vicisitudes no habían terminado, porque una nueva
amenaza se cernió sobre los mutantes: el ataque de una raza mixta entre los
humanos y los tecnarcas: la Falange. Finalmente, fueron derrotados, pero no
sin consecuencias; entre ellas, este cuerpo que ahora veis. Sin embargo, el
que yo permaneciera en la Tierra ponía en serio peligro la vida de un buen
amigo, así que tomé la decisión, con gran dolor de mi corazón... quiero
decir, de mi CPU, de partir para surcar el espacio en busca de mi llamémosle
destino17. Pero no llevaba demasiado tiempo disfrutando de la soledad del
espacio cuando fui apresado y confinado en la nave de la que me has liberado
hace poco. ¿Satisfecho, o entro en detalles?
- No, no - dijo Quasar, mientras intentaba procesar todo aquel lío de saltos
temporales adelante y atrás -, ha quedado bastante claro. Y tú, ¿Prosh?,
quieres...
- ¿Volver a la Tierra? ¡Ni por lo más sagrado? ¿Es que no me has estado
escuchando? Si volviera, ese buen amigo al que he hecho referencia se vería
de nuevo afectado. No, lo que querría es surcar de nuevo el espacio,
encontrar a mis creadores y aprender, de una vez por todas, cuál fue mi
origen.
- Bien, vale. En cuanto pueda, te dejaremos partir.
En ese momento, algo llamó la atención de Quasar. Dos alienígenas estaban
dando evidentes muestras de estar ahogándose. Un ser monstruoso, similar a
la Cosa y a un pez, y una hembra casi humanoide. - Catalogador, rápido. ¿Qué
les ocurre a estos dos?
- Se trata de dos Quons. Viven en un medio acuático, y si permanecen
demasiado tiempo alejados del agua comienzan a ahogarse. Parece evidente que
están acercándose al límite.
- ¿Agua? ¿Dónde vamos a encontrar agua, aquí en la Luna?
- Yo puedo ayudarte, si me dices qué es lo que necesitas -, dijo una voz a
su espalda.
Quasar se volvió (no sería la última vez que una voz sonara a su espalda, se
estaba temiendo) y vio a un ser de piel azul y una enorme cabeza.
- Necesito agua.
- ¿Agua? ¿Qué es eso? Descríbemelo.
- Bueno, el agua es un líquido inodoro, incoloro e insípido, que...
- Su composición química. ¿De qué está compuesto ese agua?
- De dos partes de hidrógeno y una de oxígeno - dijo Quasar rápidamente.
- De acuerdo. Me llevará un momento.
Aquel ser se concentró y una zona de unos diez metros cuadrados comenzó a
temblar. Ante los atónitos ojos de Quasar, el polvo y la roca sólida que
constituían la superficie de la Luna se licuaron y acabaron convirtiéndose
en...
- ¡Agua! ¡Fantástico! - dijo, mientras los dos alienígenas se arrojaban a la
improvisada piscina, dando muestras inmediatas de estar mucho más
aliviados. - Gracias, ...
- Xod - dijo el alien de piel azul. - Xod Rarah. Soy de...
- ...del planeta Oluc - dijo el Catalogador, completando la frase.
Quasar oyó un ruido, y acudió a un borde de la esfera cuántica, donde un ser
corpulento de apariencia mecánica sufría un rabieta, y se dirigía hacia la
pared de la esfera para destruirla. Varios de los demás alienígenas trataban
de detenerle sin conseguirlo: Un centauriano con poderes de supervelocidad
salto sobre el, solo para ser apartado, un formalhauti mutante (una enorma
ameba rosa) trato de inmovilizarle sin éxito, un solon de tres metros trato
de usar sus poderes desestabilizadores, pero antes de conseguirlo le lanzo
un amebazo, y así. Quasar se aproximaba desde arriba lentamente, para no
asustarlo, apuntándole con las bandas, y pensando en un buen plan. Un
movimiento, y el mecanoide podía aplastar a uno de sus atacantes, o romper
el domo, arrastrándolos hacia el vacío.
- ¡Catalogador! ¿Alguna idea de cómo detenerle?
- No, de hecho, ni siquiera se lo que es?
- ¿Qué?
- No me suena haber visto nunca esa configuración anatómica. Aunque parece
compuesto de tecnología skrull...
- Un momento, Cati. Eh, por favor, el alienígena mecanoide de los tres
brazos, por favor, tranquilízate y suelta a ese otro, pronto te llevaremos a
casa.
- Si, definitivamente, es de creación skrull. ¡Claro, que idiota! - El
Catalogador se golpeo con sus propios seudópodos. - Es un tecnoide, una
versión avanzada de las armas biomecánicas que desarrollan los skrull. No
reconozco la forma, pero similarmente a los Plodex, esas cosas mimetizan el
primer ser vivo que ven al despertar.
- Ahora que lo dices, me recuerda a uno de los monstruos de los que usa el
Hombre Topo .
- Creo que tengo que pasarme pronto por la Tierra, parece haber muchísimas
cosas interesantes que catalogar.
- Mejor lo dejas para otro momento, ¿vale? - Seria justo lo que necesitamos
ahora. - pensó Quasar. - ¿Y donde esta Eros? Necesitaríamos sus poderes de
control de los centros de placer ahora.
- Ya no hace falta. Un achernoniano con capacidad para hacerse inmaterial se
le apareció por detrás, e introdujo su mano dentro del tecnoide,
desactivándolo. Hay que ver como se arreglan solas las cosas.
Quasar se dio la vuelta para seguir censando a los alienígenas, y se topo
con un pequeño alienígena humanoide, similar a los alienígenas grises de las
películas, pero hecho enteramente de luz. Trato de entablar conversación con
el, pero el alienígena no contestaba, quizá el efecto de traducción de las
bandas no se aplicaba a seres con una comunicación no verbal. Así que trato
de vadearlo sobrevolándolo, pero el alienígena se ponía delante de él, no
importa el movimiento.
- Mira, no quiero pelear ni dañarte, pero por favor, apártate. Ni caso.
¡Catalogador! ¡Ven aquí! - Pero el Primigenio estaba ocupado examinando al
tecnoide. Así que a Quasar no le quedo mas remedio en atrapar en una burbuja
al ser lumínico. Pero el ser reacciono, destruyendo la burbuja con un rayo,
que habría alcanzado a Quasar de no haberse protegido.
- Muy bien, ya que no podemos arreglarlo de forma pacifica. - Quasar trato
de absorber parte de la energía del ser, pero le salió al revés, el
alienígena trato de absorber la energía de las bandas.
- Vaya, hombre - penso Quasar. - Parece ser que este hombre-luciernaga imita
todo lo que hago. Lo mejor seria dar un salto cuántico, pero me llevaría la
poca atmósfera de esta burbuja. Pero si lo que capta es la energía, y sus
sentidos son distintos que los nuestros, puedo probar algo. - Así, Quasar
creo un señuelo, una replica suya del mismo tamaño y forma, pero sin rasgos,
esperando que no captara los detalles, y lleno las bandas falsas de energía,
mientras dejaba de emitir por las verdaderas. Funciono, y el ser se planto
delante de la replica, mientras Quasar se alejaba andando.
- Ah, Quasar, ¿qué pasa? Espero no haber tardado mucho, pero es que ese ser
era único.
- Ya nada. Oye, que es ese ser de energía.
- Una raza divertida, los taquiónidos. Así les llamamos, porque no hablan,
únicamente se comunican por energía. Funcionan como partículas subatómicas,
se enlazan con una fuente de energía, y la siguen y la imitan hasta que se
cansan, o lo que sea que hagan esos tipos.
- Espero que no se aburra pronto de ese señuelo.
- Deberías dejar eso, solo nos va a causar problemas - decía un ser
humanoide rosa, que tenia un ojo enorme que ocupaba todo su rostro a un ser
de rostro amorfo y con cuatro brazos.
- ¿Qué pasa aquí? ¿Qué hace ese tipo con el huevo de Plodex?
- Perdona a mi compañero, no creo que te entienda. Creo que se ha
encaprichado con el huevo como si fuera suyo. O quizá quiera comérselo, no
estoy seguro.
- Fantástico, menos mal que lo tengo cubierto en energía. Tapaos los ojos...
o el ojo. - Quasar lanzo un destello con su banda derecha, que cegó al ser
de cuatro brazos, haciéndole soltar el huevo, que Quasar recogió en una
plataforma. - Vale, ahora, cuidado con el huevo. Se mira pero no se toca,
¿vale?
- Oye, vuestra raza fue creada por los Cuidadores, ¿verdad? - pregunta el
Catalogador.
- Exactamente. Somos habitantes de Arcturus IV, según vuestra nomenclatura.
Y me puedes llamar Mr. Ojo.
- Otro mas a la lista. - dice Quasar.
Ante Quasar estaban ahora dos seres. Uno de ellos era un ser vagamente
humanoide, aunque con mucha pilosidad corporal, grandes patillas, seis
brazos y un rostro que recordaba vagamente al de un perro o un lobo. El otro
ser tenía un enorme cuerpo rosado, con dos ojos gigantescos, dos piernas y
varios tentáculos.
- ¿Y vosotros sois...?
- Yo me llamo Ferro3, y mi compañero...
Pero Ferro3 no pudo acabar la frase. Su compañero tocó levemente con sus
tentáculos una de sus piernas, y Ferro3 se dobló como si estuviera hecho de
gelatina. El ser rosa se apartó, y pasados unos segundos, Ferro3 recuperó su
estado normal y volvió a erguirse.
- ¡Maldita sea! ¡Te he dicho mil veces que no te me acerques demasiado,
Vaselina! - soltando un bufido, volvió a hablar con Quasar . - Como iba
diciendo, mi nombre es Ferro3, y mi compañero, por razones obvias, responde
al nombre de Vaselina. Nos gustaría abandonar este lugar cuanto antes, pues
el trabajo que nos encargaron antes de ser apresados tenía una cierta
importancia.
- Vale, vale, voy lo más rápido que puedo. En cuanto sea posible, os dejaré
salir de la burbuja.
En ese momento, Quasar vio a Eros.
- ¡Eros! - exclamó. - ¿Qué demonios estás haciendo?
- ¿Qué? - dijo Eros, distraído.
Al acercarse a Eros y Gosamyr, Quasar se sintió atraído por la alienígena.
Tenia que apartar a Eros y conseguirla para el. Al instante, la sensación
cesó: El sistema de protección que había puesto en las bandas para que le
protegieran si algo trataba de afectar a su mente se activo, protegiéndole
de la alteración química causada por las feromonas. Comprendió que, de
alguna manera, Gosamyr afectaba a los que estuvieran cerca de ella.
Agarrando de un brazo a Eros, se lo llevó lejos.
- Pero... - dijo el eterno. Pero cortó en seco la frase, adoptando una
expresión pensativa. Estaba demasiado bien familiarizado con los síntomas de
control de los centros de placer como para no reconocerlos cuando los tenía
delante... y no estaba sometido a ellos. - No me lo digas, Quasar: esa chica
me estaba dominando, ¿no?
- Efectivamente - dijo Quasar con una sonrisa, al pensar que Eros había
recibido una generosa ración de su propia medicina.
Sin embargo, se vieron interrumpidos por el estruendo de una pelea. Ante sus
ojos, el caballero del espacio llamado Hammerhand estaba moliendo a golpes
a... ¿el Hombre Cometa?
- ¡Detente, Hammerhand! - gritó Quasar, apresando su puño en una esfera de
energía cuántica. - ¿Qué crees que estás haciendo?
- Acabar con esta basura espacial.
- ¿Qué? Pero si es un terrestre...
- No, no lo es - dijo una voz a su espalda. Volviéndose, Quasar vio que el
Catalogador había vuelto. - Es un fantasma espacial que ha tomado la
apariencia de un humano que ha recibido poderes de los fortisquianos, pero
nada más.
Viéndose descubierto, el fantasma recobró su verdadera apariencia.
Aprovechando que Hammerhand estaba inmovilizado, se movió con velocidad
cegadora y atrapó al primer ser que tuvo a su alcance.
- Dejadme marchar - dijo - o acabaré con él.
Aunque asustado, el rehén mantuvo la calma. Parecía ser un adolescente
terrestre normal y corriente.
- Dejadme inconsciente - dijo.
- ¿Qué? - preguntó Quasar.
Pero Eros había entendido la petición. Operando sobre los centros nerviosos
adecuados, hizo que el muchacho cayera dormido. En ese momento, apareció un
ser de piel verde y un traje y capucha morada. Aprovechando la sorpresa del
fantasma, le alejó del chico con un rayo telequinético, y Quasar le apresó
inmediatamente en una esfera de energía, que el fantasma golpeó con sus
puños sin producir ningún efecto.
- Gracias - dijo el ser.
- No hay de qué - respondió Eros. - ¿Y tú eres...?
- Podéis llamarme Sonámbulo. Soy una entidad extradimensional que, como
habéis podido comprobar, aparece cuando mi huésped, Rick Sheridan, duerme.
- No me digas - dijo Quasar. - Tú también quieres regresar a la Tierra, ¿no?
- Yo puedo desplazarme por mi cuenta, pero agradecería que llevaras a Rick.
- Pues si eres tan amable de unirte a aquel grupito...
Volviéndose, Quasar atrapó... ¡a otro Hombre Cometa!
- Supongo que éste tampoco es lo que aparenta ser, ¿no, Catalogador?
- Efectivamente. Es un Hombre Copia que...
- ... ya sé, ya sé: ha adoptado la forma de un ser humano que ha recibido
poderes de los fortisquianos, ¿no?
- Yo no hubiera podido decirlo mejor.
Quasar, finalmente, había terminado de catalogar a todos los alienígenas.
Algunos de ellos, como el Hombre Cometa - el verdadero Hombre Cometa- y sus
compañeros, o los miembros de la Guardia Estelar Kree, hacía rato que habían
partido. Había llegado el momento de dejar partir al resto... de los que
podían ser dejados en libertad sin problemas.
Justo en ese momento, se produjo un resplandor de energía. Quasar reconoció
inmediatamente lo que era: el inicio de una teleportación. Cuando disminuyó
la luz, pudo ver a un grupo de lo más heterogéneo: Un enano con cara de
batracio; un ser verde reptilesco con tres sacos llenos de liquido a la
espalda; dos hembras humanoides cuya piel brillaba, una de ellas similar al
cristal, con una cola en vez de piernas , la otra de piel dorada, que
flotaba en el aire; Un ser humanoide envuelto en un traje amarillo que le
cubria entero; Un alto ser vestido de negro con cara blanca; Una bola
flotante rodeada de un arco de tecnologia; y su lider, un cyborg simiesco.
- Somos el Ejecutivo Especial, los mejores cazarrecompensas en sector
espacio-temporal. Venimos a por dos futuros operativos nuestros, así como a
por algunos criminales--
De pronto, se vieron interrumpidos por un grito de temor a sus espaldas.
Volviéndose, Quasar pudo ver como el ser, gigantesco y con aspecto vagamente
parecido a una pesadilla peluda y con enormes dientes que se encontraba al
lado de Gosamyr comenzaba a mutar, mientras los que le rodeaban se apartaban
precipitadamente.
Por si no fuera ya bastante gigantesco, su tamaño comenzó a crecer a ojos
vista. Aparecieron tentáculos que crepitaban de energía, mientras la ya de
por sí gigantesca boca del ser crecía hasta alcanzar un tamaño capaz de
engullir tranquilamente a la mayoría de los seres que estaban en la burbuja.
- Vaya por Dios - dijo Quasar. - Con lo bien que estaba yendo todo, y justo
al final surgen los problemas...
CONTINUARA...
PRÓXIMO NUMERO: Quasar toma un nuevo empleo, y hace de transportista. Y la
aparición de aun más personajes raros e inesperados. Léelo en Quasar #64,
en principio dentro de un par de meses
1.- Al final de Quasar # 62.
2.- En La Ascensión de Atlantis #1.
3.- Les conoció (por las malas) durante Operación: Tormenta Galáctica.
4.- En Thor #209 y Excalibur #20.
5.- En Blackwulf #9.
6.- Jinku y los demás Hombres-Lava, mutados en Los Vengadores # 307.
7.- En Vengadores #291-293.
8.- Apareció en Nuevos Guerreros #5-6.
9.- Desde La Ascensión de Atlantis.
10.- En Quasar #58.
11.- En la saga La Guerra del Juicio, que se desarrolló en Factor-X #43-50.
12.- Tras la Caída de los Mutantes, en Factor-X #27.
13.- En la ya mencionada Guerra del Juicio.
14.- En Factor-X #65-68. El niño es Nathan Summers, obviamente.
15.- Se vio en Fuerza-X #8. El guerrero es Cable, obviamente.
16.- En Fuerza-X #25. El mutante es Magneto.
17.- En Fuerza-X #39.
ZONA QUANTICA
Hola a todos los que estéis leyendo. Espero que os haya gustado este numero,
y que nadie se haya perdido. Si el numero no os ha gustado, no os marchéis
aun, creo que en próximos números la cosa mejorara. Y damos la bienvenida
oficialmente a Santiago Acha (guionista de Poderes Cósmicos, Daredevil y
Thor, y porque no da mas abasto) como escritor de la serie, plasmando mis
enfermizas ideas. Creo sinceramente que la serie mejorara con él ayudándome
(y no sólo porque a partir de ahora la serie vaya a tener una cierta
periodicidad, esperamos bimestral)
Y nada más. Para cualquier duda, comentario o
critica, escribid a Zona
Cuántica-Pedro.Garcia@ua.es
Saludos cósmicos.
Doctor Cómic
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