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Nació para proteger las espaldas de América, pero pronto cada cual tuvo que proteger la suya propia. Ahora quieren imponer un nuevo estilo. Tecnología, investigación y coraje. Marveltopia les presenta S.H.I.E.L.D.
 
SHIELD

S.H.I.E.L.D VOL. 2 #4
La fragua del traidor
Guión: Israel Huertas

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Tigra apenas tiene tiempo de reaccionar. No escucha como se amartilla el arma, dado que no existe como tal, pero sí el fogonazo tras la puerta de la habitación. Tuerce su cuerpo hacia atrás, creando un arco perfecto entre su espalda y el suelo, y esquiva la descarga mientras completa la volteleta con su escultural figura.

Tras ella, Zeitgeist no tiene tanta suerte y el disparo le da en el hombro derecho, haciéndole atravesar la puerta de cristal de la terraza. De milagro no cae por el balcón a la calle.

Lisa y Bruno Thorpe ya tienen sus armas preparadas antes de que caiga al suelo su compañero y apuntan con ellas a los tres tipos en la puerta. Uno de ellos aún apunta con su brazo-arma hacia ellos. Tigra, de cuclillas en el suelo, gruñe como un gato salvaje.

El tipo elegante ante ellos empieza entonces a emitir quejidos mientras su cuerpo se comba de dolor. La transformación les deja perplejos a todos menos a los matones que le acompañan. Poco a poco, su caro traje se desgarra y sus miembros se convierten en desproporcionadas versiones de músculos. Sus ojos se tiñen de rojo mientras deja de temblar. Y ataca.

Tigra salta hacia él conforme este carga y es barrida hacia el otro extremo de la habitación en un brutal abrazo. El tío cuyos brazos se vuelven armas empieza a disparar y los Thorpe se cubren tras una mesa de la habitación. Descargan sus armas pero el tercer tipo pone su cuerpo frente al de su compañero y las balas rebotan en su piel.

- ¡¿Quién coño son estos tíos?! - maldice Bruno mientras continúa el tiroteo. Su hermana no responde.

Tigra consigue voltearse sobre el hombro del enorme matón y hace que este choque de bruces contra la pared. Se gira y gruñe y la agente de Shield aprovecha para romperle una silla en la cama. No funciona como ella espera. Vamos, que ni siquiera le despeina.

- Bueno - dice ella -, había que intentarlo, ¿no?

Apenas tiene tiempo de girar con el impacto del bofetón que el matón la propina. Aún así, sale despedida hacia la cama, que se rompe bajo su espalda.

Lisa Thorpe está harta de las tablas con los dos tipos de la puerta. Se levanta y salta por encima de la mesa gritando:

- ¡Cúbreme!

Lisa lanza su pistola a su hermano, que la coge al vuelo mientras se levanta y redobla los disparos contra sus adversarios. Su hermana salta y rodea con sus piernas al hombre blindado, saca una granada de su bolsillo y se la mete en la boca. El otro se gira apuntándola y encaja tres tiros de Bruno que lo derriban. Para concluir, Lisa entra de un salto en la habitación mientras el otro explota en el pasillo.

- Un poco arriesgado, ¿no? - comenta Bruno.

- Pero efectivo, ¿no te parece? - responde ella.

Justo entonces, se escucha un nuevo estallido de energía y el enorme rival de Tigra cae fulminado ante el poder de Zeitgeist.

El grupo guarda silencio un instante. Luego, Lisa Thorpe toma las riendas.

- Se acabó la tapadera. Recoged todo el equipo y todos fuera pero ya.

- ¿Alguna pista de quién eran estos tipos? - dice Tigra.

- Ni idea - responde Lisa.

- No había ninguna información en el dossier pero, obviamente, Coppola y su organización son más de lo que aparentan - interviene Bruno.

Zeitgeist está taponándose la herida del hombro con un pedazo de cortina. Distraído, dice:

- Hay que volver a la fábrica. Tal vez la cabeza que le guiñó el ojo a Tigra nos pueda decir algo.

- Me parece un buen plan - cierra Tigra.

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Una hora después, G. W. Bridge recibe un reporte de su equipo y, la información detallada en él, le desorienta. No cabe duda que ha habido una filtración pero, dado que han atacado a todo el grupo, no sospecha de ninguno de ellos.

Cabreado, se persona en el despacho del actual director, sortea a su secretaria, Ms. Pennycandy, y lanza el informe contra su mesa.

- Y buenos días a ti también, G.W. - dice Al McKenzie -. ¿Puedo ofrecerte una tila para ese mosqueo?

- ¡¿Quién hizo el informe de Coppola en Inteligencia?! ¡Ese tío tiene un ejército de monstruos por Nuevo Méjico!

McKenzie se lleva un dedo a los labios, pidiendo a su colega que guarde silencio. Cierra la puerta del despacho y le pide con un gesto que se siente.

- ¿Qué ha pasado? - pregunta.

- Han atacado al grupo en la habitación del hotel, tres tíos: uno con brazos como pistolas, otro antibalas y otro que se transformaba en un cachalote. ¿Quién es Coppola?

- Se supone que es un traficante de drogas, que ha mantenido contacto con gente como Hydra y, sospechamos, Garra Amarilla, pero nada más. No había indicios de actividad superhumana en su organización.

- Pues ahora tenemos una %$@# caja de pruebas.

Al McKenzie se frota las sienes y se sienta en su silla.

- Pídele al grupo que reúna todas las pistas que puedan y cierren la operación. Veamos que tienen y trabajemos con eso.

- ¿Y la filtración? Porque alguien les ha vendido y me gustaría poder reventarle las pelotas.

- Estoy en ello, G.W. - dice McKenzie, pensativo -, estoy en ello.

Ninguno de los dos se da cuenta de que fuera, Miss Pennycandy, lo ha escuchado todo. Sin necesidad de micro alguno.

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El hombre llamado Coppola se sienta en el cómodo sofá de su lujoso ático en el hotel que regenta y le pide a una de sus asistentes que le ofrezca una copa a su invitado. Este accede a un trago de brandy. Recibe su copa y la observa a la luz del amanecer de Nuevo Méjico. Coppola se pone cómodo y atiende a su invitado.

- Ante todo, muchas gracias por la información de la otra noche. El equipo escapó, pero no creo que den más problemas.

- Eso espero - interviene el otro -. Si todo va como debe, ahora deberían estar recogiendo pistas y elaborando el plan de fuga. De todos modos, no trascenderá. Yo me ocupo.

- Me tranquiliza, viniendo de usted. En fin, ¿qué es lo que espera de nuestra asociación, Sr. Knight?

David Knight reposa su espalda en el confortable asiento y da un sorbo a su copa de brandy.

- Verá, Sr. Coppola, se avecinan tiempos peligrosos para mí. Hasta hace poco, contaba con el apoyo de una organización que respaldaba mi cargo y mis actividades. Hechos recientes han hecho que esa relación se . . . rompa1. Mi cargo va a estar en peligro y necesitaré toda ayuda que pueda conseguir. Usted es un miembro privilegiado de la mafia mutante, con contactos en medio mundo y todo tipo de recursos a su cargo. Quisiera poder contar con usted, cuando llegue el momento.

Coppola valora sus opciones. Sabe que el hombre ante él es peligroso, pero apoyarle puede ponerle en contra de gente aún más peligrosa. No obstante, tener apoyo en una organización como Shield, de cara a futuras empresas suyas y del gremio al que pertenece, es un caramelo que no puede rechazar. Un apretón de manos sella la sociedad entre estos dos hombres.

Entonces, el teléfono personal de Coppola suena dos veces y el mafioso contesta.

- ¿Sí, Fernández? ¿Qué ocurre?

La voz al otro lado no da buenas noticias, como queda patente en el cambio de gesto de su interlocutor. Coppola no responde, sólo cuelga el teléfono, airado, y se encara con Knight.

- Sus chicos han entrado a saco en mi fábrica y se han llevado material implícito de mis operaciones aquí. Este no es el tipo de cosas que me gustan. De hecho, me cabrean bastante y - los ojos de Coppola comienzan a ponerse amarillos mientras su voz se torna en rugido - me inundan con un deseo de desmembrar lo primero que me hecho a la vista, Sr. Knight.

Knight se levanta de la silla y se pone el abrigo, obviando el comentario de su nuevo socio.

- Como ya he dicho, Sr. Coppola, no trascenderá. Yo me encargo.

Mientras sale del despacho, David Knight escucha como la carísima mesa de diseño de Coppola es reducida a astillas en medio un rugido inhumano. Aliviado de que el ruido no lo estén haciendo sus huesos, coge el ascensor y luego un taxi al aeropuerto.

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Helitransporte de Shield.

Al McKenzie lleva media hora registrando el despacho del director Knight sin encontrar nada de nada, cuando su móvil suena estrepitosamente, dado el silencio a su alrededor. Compungido, apenas logra articular una respuesta. Al otro lado de la línea, Bridge habla:

- El grupo vuelve, Mc. Traen pruebas de las actividades de Coppola pero no tienen nada del topo.

- Vale, vale. Estoy intentando atar unos cuantos cabos. Es posible que tenga algo para esta noche. Te llamaré desde una línea segura cuando . . . - Al McKenzie ve algo en el suelo, bajo la mesa - . . . pues eso, G.W., yo te llamo.

Se agacha y coge lo que parece un CD. Tiene escrito una especie de clave que no logra descifrar, pero decide llevárselo de todas formas más que nada porque, nadie que el conozca o tenga algo que ocultar, fabrica un doble forro de madera en un escritorio para ocultar lo último que se haya bajado de Internet.

Lo guarda en su abrigo y se va. No nota como Ms. Pennycandy le observa irse, oculta tras una esquina.

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Transporte de Shield en ruta desde Nuevo Méjico.

El equipo Elite intenta parecer relajado. Nada más lejos de la realidad. Tigra, en cambio, parece muy cómoda charlando con la cabeza enlatada que transporta en el regazo:

- Sigo sin entender lo de la lata y el formol, y aún menos como sigues vivo.

El rostro de un hombrecillo con la piel gris y agrietada, y un ojo un poco estrávico, le responde desde su líquido hábitat:

- Es muy sencillo, guapa. Soy mutante. Telépata para ser exactos. Tengo otros compañeros que son telequinéticos, piroquinéticos y otras cosas así. En la fábrica nos extraían constantemente fluídos cerebrales con lo que fabricaban drogas de diseño para mutantes y humanos. La mayor parte de mis compañeros ya están en plan vegetal, pero yo sigo vivo porque soy un tío afortunado.

- Bueno, es una explicación.

- Lo que no tiene explicación es lo buena que estás, gatita. ¿Hay un señor Tigre esperando que vuelvas, chata?

Y el transporte sigue el vuelo. Pocos kilómetros después, explota en el aire sin dejar, aparentemente, supervivientes.

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Washington DC. Parking subterráneo de un centro comercial a las afueras.

G.W. Bridge piensa que su jefe ha visto demasiados episodios de Expediente X. Cuando aparece Al McKenzie, el gesto de terror que tiene le hace obviar el comentario.

- ¿Qué pasa, Mc? Tu llamada no podía ser más críptica.

- Es Knight, G.W.

Bridge traga saliva, contagiado de pronto por el terror de McKenzie. Como no dice nada, Mc continúa.

- Me preguntó por el dossier de Coppola hace dos días, al poco de empezar la operación. No me preguntes por qué, pero me hizo sospechar. Esta mañana he entrado en su despacho. El no estaba, y no figuraba ningún viaje o cita en su agenda. No sé dónde está, pero los datos sobre Coppola y su pertenencia a la mafia mutante que hay en este disco que encontré en su despacho no los tiene Inteligencia ni por asomo. Creo que es él quién nos ha vendido a Coppola.

- Pero - consigue preguntar G.W. -, ¿por qué? ¿Qué busca Knight?

De pronto, los faros de un coche que se acerca ciegan a ambos. Por instinto, los dos sacan sus armas. Una mujer baja del coche junto con dos hombres, uno más joven que otro. Ni Mc ni G.W. pueden verles ya que se quedan tras el coche, no así a Mss. Pennycandy, que se acerca a ellos.

- Deberíamos seguir con esto en otro lado.

- ¿Mss. Pennycandy? - pregunta McKenzie.

Ella se quita la peluca rubia y, con una toallita húmeda se deshace del maquillaje excesivo que lleva. Nastasha Romanov se muestra en su pelirroja belleza ante ellos.

- No exactamente - dice.

Las luces del coche se apagan y Nick y Mikel Furia se acercan también.

- Lo que vamos a contaros os interesará - dice Nick.

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1.- Se refiere a Garra Amarilla y a su encuentro con Nick Furia, el hombre que pudo reinar.

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U.S. POSTAL

AQUÍ ACABA EL VOLUMEN II DE SHIELD. Y diréis: ¿cómo?¿qué?¿dónde?¿cuando? Pues todas esas dudas tendrán respuesta en SHIELD: BATTLE ROYALE, dónde veréis el destino del Equipo Elite, de Nick Furia y su chico, de Al McKenzie y G.W. Bridge y, en general, de todo lo relacionado con SHIELD. Así que, paciencia, que la cosa valdrá la pena.

 
 
   
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