New York 3:15 A.M.
Noche oscura, horas de sombras, tiempo de silencios, un almacén en la bahía,
en él reinan las sombras pero no el silencio, en una habitación la oscuridad
se tiñe de rojo fuego, dos figuras se distinguen de entre el rojo y el
negro, una de pie, la otra en el suelo, una con vida, la otra perdiéndola
entre el rojo del suelo. La figura de pie está quieta, observa su obra como
Leonardo podría haber observado la Gioconda, pero aquí lo que de sus manos
cae no es pintura, es roja, sí, pero en este caso es sangre. Se agacha, sus
dedos recorren el cuerpo poco a poco, dibujando complicadas figuras, calor
contra frío, negro sobre rojo, cabellos de fuego sobre el suelo, rojo bañado
en rojo. Sus dedos se hunden en la sangre y, utilizándolos como pincel, se
acerca a la pared y escribe con precisión, ¿una letra? ¿una frase? Ha
terminado, se aleja, se marcha, una última vuelta de cabeza para mirar
atrás, dejando el negro sobre el rojo, la oscuridad como reina y el frío
reflejado en los ojos de aquella cuya mirada horas antes reflejaba tanto
calor como el infierno, el infierno.
Pero algo más quiere turbar la paz del lugar, sale de la oscuridad, ¿un
hombre? Observa el macabro decorado. El hedor comienza a invadirlo todo, y
si alguna expresión refleja la figura no se puede entender, tal como llegó
se marcha, dejando que por fin el silencio reine y el alma busque descanso.
Natacha Henstridge era feliz esta mañana, la vida le sonreía, su pelo rojo
estaba más
vivo que nunca, estaba enamorada, quería saborear por fin la vida, que
lástima que no le dejaran.
8:53 A.M.
El silencio deja paso al ruído, la noche al día, la luz vela los secretos de
la noche, pero alguien ya ha dado la voz de alarma. La policía se abre paso
entre el gentío para dar fe de lo ocurrido esa noche.
- ¿Tu qué opinas, Rourke?
- Parece el mismo estilo, Jeff.
- ¿Crees que tenemos entre manos otro asesino en serie?
- Sí, creo que sí, mismo tipo de chica, mismos indicios y lo peor... cada
vez es más salvaje.
- ¿Salvaje? ¿Quién?
Asha Watkins, la nueva belleza de la comisaria 23, distrito Cocina del
Infierno. Había sido asignada como acompañante de la pareja más rara de la
comisaría Jeff Aniston y Kyle Rourke.
- Asha. A veces creo que te ríes de nosotros, ¿no te lees los informes?
- Sí, pero hasta ahora nada parecía indicar en los informes un cambio hacia
un mayor salvajismo, ¿es la tercera?
- Sí, si nos atenemos a la hipótesis de Kyle, sí.
- ¿Mi hipótesis? Sólo digo que las tres chicas comparten el mismo tipo,
jóvenes, pelirrojas, muertas a cuchilladas, pero esta vez...
- Ésta vez se ha ensañado más y ha dejado escrito una palabra en caracteres
cirílicos, y no una letra como la última vez. ¿Qué pasa? No me miréis así,
chicos, yo también me puedo leer los expedientes.
- Lo que me extraña es que sepas leer.
- Kyle.
- Jeff... de todas maneras, esto parece un callejón sin salida, no tenemos
huellas, no sabemos dónde puede atacar.
- Y ni tu, Jeff, ni Asha sabéis ruso, osea que no sabemos qué puede
significar eso, y no conozco a ningún ruso.
- Chicos, creo que puedo llamar a una amiga que nos puede ayudar...
Uno cuando la ve andar por la calle se le corta la respiración, alta, cuerpo
perfecto, sin grasa, su pelo de un rojo vivo bailando con el viento. Produce
deseo inmediatamente, pero además su forma de andar, su mirada, indica que
no es alguien corriente, aunque en este
caso se acerca a un edificio normal y llama a una puerta corriente...
- ¿Natascha Romanova? - pregunta la enfermera que le abre la puerta.
Ella sigue a la enfermera mientras la conduce hacia un despacho con un
anciano doctor frente a ella...
De nuevo la oscuridad, ella es fría, debería sentir miedo, pero él no lo
tiene. Hace mucho que la oscuridad es su amiga y otra vez el sueño arranca
donde su vida cambió... gente mirándole de frente, lleva una pistola, les
apunta, ¡por la libertad! -Oye decir. Va a hacer algo por lo cual le van a
tributar honores mucho tiempo... el dedo sobre el gatillo, un cruce de
miradas, la gente pide clemencia, no le dará... un disparo, el sueño termina
y la oscuridad le acoge otra vez en su seno...
- Pues yo no veo nada raro, Natascha, y tus análisis tampoco indican nada.
- Si tú lo dices, Víctor, pero entonces, esos mareos, esa falta de reflejos
que padezco últimamente.
- Nada, nada yo diría que estás cansada y necesitas descanso, creo que
deberías dejar de hacer piruetas una temporada. Has hecho bien, de todas
maneras, en llamar, ya sabes que tu situación es un tanto especial.
- Lo sé, Victor. - Diciendo esto se levanta y abre la puerta para marcharse.
- De todas maneras, Natascha, cuando vuelva a Zarov seguiré haciendo pruebas
por si se me ha pasado algo.
- Spaceeba, Víctor.
La Viuda Negra sale de nuevo a la calle, hace días que está pensando tomarse
un descanso, ha sido unos años duros, llegar a ser líder de los Vengadores
puede ser estresante, cree que lo hizo bien, pero es tanta la tensión. Quizá
esto le esté pasando factura ahora. Es tiempo de recuperar un poco de
normalidad y alejarse un poco de todo lo extraño que ha rodeado su vida
desde que Lobezno y el Capitán América en Madripur, hace tanto, tanto
tiempo...
Tantas cavilaciones casi hacen que la Viuda pierda su siguiente parada.
Colegio Ortodoxo de
San Pablo en Queens:
- Buenas tardes, Hermana Cristina.
- Natascha Romanof. ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estás?
- Bien, hermana, bien.
- ¿Has venido a verlos? Hace mucho que no vienes y te echan de menos.
- Lo sé, he estado muy ocupada, pero eso no es disculpa.
- Te recuerdo que es tu responsabilidad, y algún día tendrás que ejercer
sobre ellos.
Se van acercando al patio del colegio, donde una muchedumbre de niños juegan
al fútbol, al baloncesto...
- ¡Nicolai! ¡Irina!
- ¡¡¡¡¡Tía Natascha!!!!!
Lo siguiente es un espectáculo distinto al que la Viuda esta acostumbrada,
le cuesta relajarse, pero al final se rinde, y por unas horas olvida quien
es, tanto que el día deja paso a la noche, la luz a la oscuridad, y con ella
los fantasmas pueden tomar la ciudad.
Su nombre no es importante, ¿o sí? Trabaja en un banco, y como tantas noches
sale con sus amigas a tomarse unas cervezas por ahí. Quiere conocer gente
nueva, reír un rato. Entran en el pub Júpiter, lo último de la noche
neoyorquina, bailan, ríen, unas miradas que se cruzan. ¿Ha encontrado al
hombre? Puede ser, ya tiene con quien compartir un final de noche excitante,
y así el hombre se lo promete...
La noche es fría, camina hacia su casa, un bonito adosado en la mejor parte
del barrio portuario de Tribeca, sube la escalera de entrada, abre la puerta
y mira a su alrededor...
- Buenas noches, Sharon.
- Buenas noches, Tash.
Sharon Carter perteneciente a SHIELD, la agencia de espionaje más importante
de EE.UU. Es una de sus agentes más importantes, tan llena de belleza como
de misterios, dada más de una vez por muerta, pero tiene más vidas que un
gato, además se rumorea que acabo con la castidad de cierto personaje con
una gran "A" en la cabeza...
- Je, je, ¿cómo sabías que era yo?
- Te descubriste tu sola, tienes un espejo enfrente y tu esbelta figura se
reflejaba.
- ¡Oh, que despiste! Je, je.
- No me hagas creer que ha sido involuntario, lo has hecho a propósito. En
fin, ¿es una visita social?
- En parte. Verás, Natascha, tengo una amiga en la policía que tiene un
pequeño problema con un asesino en serie.
- ¿Asesinos en serie? No sé, Sharon, no es mi campo, no sé en que puedo
ayudar.
- Yo sí lo sé. Necesitan a alguien que domine el ruso.
- Pero de esos habrá miles.
- Pero no el ruso de principios de siglo. Anda, pásate, no te arrepentirás.
- Está bien, de acuerdo.
- Y cuéntame, Tash. ¿Cómo te van las cosas?
- Pues...
La noche sigue helando. Nos encontramos casi con el mismo escenario que la
noche anterior, pero tanto el escenario como la actriz principal han
cambiado, pero esta vez la sangre lo invade todo, aun más que la noche
anterior, no se sabe dónde acaba el cabello de ella ni donde empieza la
sangre. Sus ojos están vacíos, aunque quizá si vivieran mirarían
acusatoriamente al autor que una vez más se agacha, hunde sus dedos en la
sangre y terminan una frase. ¿Un mensaje? ¿Una firma? Tras esto él se marcha
con actitud orgullosa, ha hecho una obra maestra. Una vez más, al momento,
otro hombre aparece tras él, mira el escenario, y esta vez no puede evitar
vomitar... algo ha cambiado y no es para mejor. ¿Tendrá que actuar?
Comisaria 23. Cocina del Infierno (New York)
- Esta vez ha sido asqueroso, qué salvajada, nunca pensé que pudiera ser aun
más macabro.
- No es eso lo peor, Jeff, cada vez espacia menos el asesinato.
Es graciosa la escena. La mesa revuelta con fotos de los asesinatos,
expedientes y comida china recién traída.
- Puede ser, Ash, que le este entrando prisa por terminar, o que quisiera
que esto tuviera más eco y así llamar más la atención. (Por cierto, el
rollito está de muerte) Como un crío chico que para llamar la atención de
mama hace alguna trastada.
- Pero Kyle, esto de trastada tiene muy poco. ¿Y la frase? ¿La palabra? Los
especialistas que tenemos no dominan ese ruso tan antiguo, y no saben qué
decir, puede ser algo como: "yo, Jeff, busco a Jane." (¿Habéis probado el
arroz? Está de muerte)
- Y hablando de Jane, Jeff. He de suponer por esas grandes maletas que hay
en la puerta que Sharon se ha hartado de ti, ¿no?
- ¿Tu qué crees, Kyle? Lo peor es que no tengo donde ir...
- Ya sabes que las puertas de mi casa están abiertas.
- Ya lo sé, Kyle, pero no estoy de humor para que me persigas cuando salga
de la ducha.
- Eh, que sólo lo hice una vez.
- Es broma, Kyle, tu casa es pequeña y ya tienes bastante contigo. ¿Y tu,
Ash, me acogerías?
- Ni hablar, ¿con la fama que tienes?
- Pues creo que me voy para tu casa, Kyle.
- Siempre igual, soy el último para todo.
- ¡Vaya, no sabia yo que estar investigando un asesino en serie fuera tan
divertido!
Hace tanto que no puede dormir. El descanso de nuevo se le niega, se le han
negado tantas cosas, es como estar en una película antigua, de nuevo esa
arma en la mano, otra vez esa gente en el paredón, dispara. Pero por primera
vez el sueño no acaba ahí, hay algo más, la pistola avanza hacia su cara,
otro disparo y todo vuelve a oscurecer...
- Y una vez hechas las presentaciones, creo que es hora de ponernos al día,
¿no, Jeff?
- Claro, Srta. Viuda Negra.
- Viuda, por favor.
- Ok, bien, hace cosa de dos meses encontraron a una chica en un almacén en
los muelles. Fue una muerte sin nada anormal, aparte de la tragedia en si.
Sin embargo, en él ultimo mes han aparecido otras dos chicas en las mismas
circunstancias.
- ¿Y que más lo relaciona?
- Pues... perdonad, Jeff y Ascha, que ahora me toca mi. Para empezar, las
tres son pelirrojas, al menos dos de ellas se llamaban Natascha, y el hecho
de que en las dos ultimas aparecieran pintadas una palabra y una frase, así
que volvimos a revisar las fotos del primer asesinato y descubrimos un
símbolo que al principio no le dimos importancia. Te toca, Ash.
- Pero además ahora nos preocupa la violencia de los asesinatos, que va en
aumento, y que espacia menos los asesinatos.
- A ver, dejadme ver lo escrito en ruso.
La Viuda no puede dejar escapar un gemido de sorpresa ante lo que puede
leer, y abre una puerta que creía haber cerrado hace mucho tiempo, pero sus
pensamientos son interrumpidos por la llegada de un policía.
- Siento interrumpir, pero acaban de encontrar el cadáver de otra chica.
- Mierda...
NEGRO SOBRE ROJO
Bienvenidos al correo de la Viuda Negra en esta su miniserie en la que
procuraré dar un nuevo toque a nuestra pelirroja favorita. Espero que el
arranque os haya gustado, porque como
nuestro asesino en serie hace, nosotros también vamos a subir el voltaje...
¿Qué habrá leído la Viuda? ¿Qué secreto atormenta al asesino? ¿Quienes son
esos niños? ¿La Viuda está enferma? ¿Dónde dormirá Jeff Aniston?
Todas esas preguntas tendrán su respuesta en el próximo episodio de "las
noches más oscuras".
Para vuestras dudas sólo tenéis que mandar un mail a:
HAWKEYE@MIXMAIL.COM