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Un poder supremo en las manos de un adolescente, un pasado en una era indómita y salvaje, un cruel destino que amenaza con cumplirse... Pero ante todo un ser humano que lucha por sobrevivir en un mundo que no es el suyo.
 
X-Man

X-MAN #45
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Guión: Ben Reilly

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Portada: Nate encima de una ciudad que se está destruyendo.

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*Diario de Nate Grey, fecha estelar...mmm... argh... realmente tengo que pensar en ponerme a estudiar cómo funcionan los calendarios por esta zona. En fin, nos dirigimos a Inpfiv con la esperanza de añadir nuevos aliados a nuestra lucha contra los Gorum. Nuestros más nuevos aliados son los hombres de Paul Geisteik, en cuya nave nos movemos ahora. Al principio la convivencia fue difícil, Nyriliam no les perdonaba el que sus antepasados hubieran arrasado un planeta pacifista pero ahora todo parecía haberse enfriado. De hecho Nyriliam y Paul ya no se echaban miradas asesinas cada vez que se cruzaban por la nave.

- ¿Un diario? -pregunta Paul-. No pierdas el tiempo en esas chorradas, hay miles de cosas que hacer en esta nave.

- ¿Cómo por ejemplo?.

- Puedes limpiar el puente. Tuvimos que vender nuestro sistema automático de limpieza para poder comprarnos un hipermotor de mejor calidad en el último puerto espacial.

- Creo que paso. Dormiré un poco antes de llegar a nuestro destino.

Cruza los pasillos de la nave hasta llegar a su cuarto. Deja su diario encima de la pequeña mesa y se tumba en la cama mirando las brillantes luces de la habitación dándole vueltas a todas las cosas por las que había pasado últimamente. No echaba de menos la Tierra eso seguro, todavía le asqueaba el trato que había recibido en el planeta. Pero tampoco es que le encantara su nueva vida. Ir planeta tras planeta buscando ayuda era cansino y más aún cuando la mayoría se negaban a ayudarles. Al principio había pensando en que todo sería coser y cantar, frente a una gran amenaza como los Gorum los distintos gobiernos deberían unirse y luchar por su propia libertad. Pero no era así. La mayoría estaban tan convencidos de su superioridad armamentística que los ignoraban. Las restantes razas pensaban que si no se metían con los Gorum nunca les atacarían. Era todo un ejemplo de trabajo en equipo. Había jurado derrotar a los Gorum por todos los medios necesarios... y lo haría, por todos los medios necesarios.

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Nyriliam se despertó con el sonido del comunicador. Habían llegado a su destino. Se dio una ducha rápida, se puso su mono de vuelo y comprobó el nivel de carga de su arma antes de colocarla en su sitio. Bajó por el turbo ascensor hasta el hangar donde Nate y Paul les esperaban. Para no complicar las cosas debió al odio que sufrían los humanos, Paul llevaba un traje espacial que le tapaba la cara. Los tres entraron en la lanzadera y se dirigieron hacia el planeta. No hablaron mucho durante el trayecto hasta la superficie, ya sabían cómo proceder. Nyriliam sería la que hablaría mientras que Paul y Nate sólo la protegerían en caso de que las cosas se salieran de madre.

Los habitantes de Inpfiv eran anfibios. La superficie de su mundo era totalmente oceánica con sólo unas pequeñas islas. Sus habitantes habían evolucionado a lo largo de los siglos hasta construir varias islas artificiales en la superficie desde la cual empezaron la conquista espacial. Las ciudades eran impresionantes. Eran gigantescas plataformas que se elevaban gracias a potentes repulsores y estaban protegidas por cúpulas de cristal que evitaban las inclemencias climatológicas.

Para recibir a Nate y compañía se había designado una pequeña comisión. Cuando Nate vio a los seres del planeta no pudo reprimir una sonrisa. Parecían haber evolucionado de los peces con esos ojos saltones, esa pequeña boca, las branquias en el cuello y los pequeños bigotes alrededor de la boca.

Los tres compañeros fueron conducidos a la capital del planeta y allí hacia un edificio público cuyo nombre Nate no acertaba a traducir. Allí se reunieron con la antes citada comisión que escuchó con sumo interés lo que se les decía.

- Y esos Gorum... ¿a cuánta distancia están de aquí?.

- Por sus últimos ataques creemos que por ahora su sistema está fuera un peligro inmediato -dijo Nyriliam-. Estás atacando otros gobiernos pero cuando acaben con ellos irán a por ustedes.

- Interesante. Una raza dedicada a la esclavización de almas.

- ¿Interesante? -preguntó Nate-. Ustedes no saben lo que están sufriendo los pobres que han caído presa de los Gorum.

- En efecto pero no hemos venido aquí a discutir. Esto transciende claramente nuestra competencia. Tendremos que hablar con el Parlamento.

- Entendido -dijo Nyriliam-. Pero no tarden mucho.

Se retiraron y les facilitaron alojamiento a los tres. Nyriliam prefirió irse a descansar y Paul y Nate quedaron solos hablando mientras contemplaban la inmensidad de los océanos que formaban Inpfiv.

- Nunca había visto así el mar.

- ¿Vuestros mares no son azules?.

- Lo eran. Pero cuando el Consejo atacó nuestro planeta no se contentó sólo con destruir nuestras fábricas, nuestros hogares... contaminó nuestros prados, nuestras aguas. Nos dejó al borde de la extinción.

- Parece obra de unos cabrones.

- No les culpa en realidad.

- ¿No?.

- No. En mis viajes con los Renegados averigüé cosas sobre Argos 7 y sobre lo que hicieron... hicimos allí. No puedo decir que no habría hecho lo mismo de estar en su situación. Pero eso es agua pasada... ya no queda nada, los Gorum se cargaron a todos los que conocía.

- ¿Crees que nos ayudarán?. Los Inpfiv quiero decir.

- No lo sé Nate. No parecieron tomarse muy a mal la existencia de los Gorum, quizás ya sabían de ellos.

- Razón de más para ayudarnos.

- ¿Ayudarnos contra un ejército gigantesco y tecnológicamente a años luz de nosotros?. Claro, estarán ansiosos de jugarse la vida.

- Morirán de igual modo.

- Eso no lo sabes. Y de todos modos si tu destino es morir ¿no es mejor hacerlo en paz y con los que más quieres que hacerlo en un campo de batalla?

- No puedo creer que digas eso después de ver lo que hacen los Gorum. Si no luchamos contra ellos juntos acabaremos mordiendo el polvo. Deben entenderlo.

- No podemos obligarles a luchar contra nosotros

- Quizás tú no.

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Dos días después el Parlamento había decidido qué hacer. Nyriliam y Paul no habían visto a Nate durante todo ese tiempo pero les sorprendió que no apareciera. ¿Qué estaría haciendo?. La rendexiana y el humano se presentaron ante el Parlamento.

- El Parlamento ha votado. En primer lugar queremos dejar claro nuestra naturaleza pacífica, no nos gustan las guerras, no hemos participado en una desde tiempos anteriores a la Gran Guerra. Ni tan siquiera cuando ocurrió la matanza de Argos 7 volvimos a la lucha. No lucharemos con ustedes, si hemos de morir a manos de los Gorum lo haremos.

- Si esa es su respuesta.

De pronto, el techo del Parlamento se partió en dos pedazos y fue como si una mano invisible retira los pedazos. En el cielo se podía ver a Nate.

- Si lo que quieren es morir en paz no tendremos que esperar a los Gorum.

Nate utilizó su telekinesis para ir destruyendo poco a poco el edificio del Parlamento. Todos corrieron hacia las salidas de emergencia saliendo justo antes de que el Parlamento se viniera abajo.

- ¿Qué está haciendo? -preguntó Nyriliam-.

- Vámonos de aquí -dice Paul-.

Los dos echan a correr hacia su nave.

- Tendríamos que ayudarles. No se merecen esto.

- Ya les has oído, ¿quieren morir no?. Pues deja que el chico haga su trabajo.

Mientras tanto Nate seguía con su trabajo. No era difícil echar los edificios abajo. No tenían defensas contra él, ¿en qué estarían pensando cuando vinieron a este planeta?. Eran patéticos, todos corrían de un lado para otro intentando evitar la destrucción. Realmente eran un planeta pacífico, no habían usado ningún tipo de arma contra él. ¿Creían sinceramente en la necesidad de sacrificarse antes de luchar contra un enemigo común?.

- Sí.

- ¿Pero quién?. Ah. La Gran Anciana.

- Ven a verme.

La nave de transporte se paró justo delante. Nate entró, no dirigió la palabra a Nyriliam o a Paul.

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Un día después llegaban al planeta donde vivían la Gran Anciana y sus acólitas. Descendieron y fueron conducidos directamente a sus habitaciones. Permanecieron allí durante tres días comiendo exquisitos manjares hasta que una acólita les anunció que la Gran Anciana les iba a recibir. Antes de irse, la acólito pronunció unas extrañas palabras en un idioma tan antiguo como el tiempo. La Gran Anciana de nombre Malaia que significaba "Guardiana de la Luz" les esperaba sentada a la luz de las velas.

- Bienvenidos. Por favor sentaros.

Los tres se sentaron sin protestar. Malaia se levantó y fue apagando una a una las velas a excepción de una que brillaba intensamente. Cogió un poco de arena y la esparció formando un círculo alrededor de Nate y compañía. Luego alcanzó un pequeño cántaro de agua, mojó los dedos y esparció el agua sobre las cabezas de los tres. Se sentó y abrió un libro con las hojas amarilleadas a causa del tiempo. Luego chasqueó los dedos, fue como si los tres despertaran de un largo sueño.

- ¿Qué ha pasado? -preguntó Nate-.

- Todas las preguntas serán respondidas a su tiempo -dijo Malaia-. Y tranquilo, no he olvidado mi promesa de sanarte. Pero antes tenéis que escuchar una historia.

- Recuerdo ese libro -dijo Nyriliam-.

- Tu abuela lo guardaba en mi nombre. En él está guardada mi historia y la de los Guardianes. La última vez que luché contra el Enemigo sólo unos pocos sobrevivimos, ahora mismo sólo quedamos dos. Debéis buscar al próximo Alto para que pueda transmitirle mi fuerza. Los Gorum ya le están buscando.

- ¿Qué es eso del Alto -preguntó Nate-.

- El más poderoso de los Guardianes. El ser de quien proviene todo su poder. En este momento yo soy el Alto. Pero mis días tocan a su fin.

- ¿Cómo lo encontraremos? -preguntó Nyriliam-.

- Su alma no puede ser encarcelada.

- O sea que los Gorum no pueden capturarle -dice Paul-. Quizás por eso lo buscan, representa a alguien a quien no pueden esclavizar.

- Encontrarle será difícil sin una pista -dice Nyriliam-. Podría estar en cualquier parte.

- Los Gorum ya están sobre su pista. Pronto lo encontrarán.

- Entonces debemos irnos inmediatamente -dice Nate levantándose-.

- ¡Esperad!. Antes tendréis que pasar una prueba.

- ¿Una prueba?. Los Gorum están sobre el Alto ese y según dices tiene fuerza como para vencerles.

- Por supuesto. Pero tendréis que pasar una prueba igualmente si queréis salir de este planeta. Si sois aptos os dejaré marchar si no os quedaréis aquí para siempre.

- ¿Qué tontería es esa?. Nos vamos inmediatamente.

Nate intentó moverse pero su cuerpo no obedecía sus órdenes. Miró a Malaia furioso.

- No puedes irte sin pasar mi prueba.

- De acuerdo.

Malaia sonrió. En ese instante las velas de toda la habitación volvieron a encenderse revelando una cascada detrás de Malaia. Sin embargo era una cascada muy extraña porque al agua ascendía hacia las estrellas. Malaia les indicó que debían traspasarla. Así lo hicieron.

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PRÓXIMO NÚMERO: Signos y Presagios. Un vistazo al pasado, al presente y al futuro de la colección.

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