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PORTADA
En pleno siglo XXI, la humanidad se enfrenta a la mayor de las amenazas. ¿Será suficiente el poder combinado de todos los héroes para hacer frente al fin del mundo?
 
Ultimate: The End

Guión: Carlos Correia

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PORTADA: todos los héroes de Ultimate, masacrados

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Prólogo. Hace dos meses.

La sonda espacial Voyager lleva años surcando el espacio, alejándose de su planeta de origen, la Tierra, mandando un mensaje a quien pueda o sepa escucharlo, indicando que en el tercer planeta del Sistema Solar hay vida inteligente. Parecía una buena idea, una forma de, quizás, contactar con otras especies inteligentes que puede que pueblen el universo.

Pero hoy, el mensaje ha llegado a los oídos equivocados.

El Devorador de Mundos ha descubierto su próxima víctima.

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Radiotelescopio de Arecibo. Un astrónomo, aburrido, se entretiene leyendo el último libro de Harry Potter mientras pasan las horas de su guardia. Normalmente los turnos de mañana son realmente aburridos, pues es extraño que algo haga saltar las alarmas de los ordenadores que escanean continuamente el cielo.

Sin embargo, hoy no es un día cualquiera.

El bocinazo hizo saltar al científico de su silla, cayéndose al suelo. El sonido, estridente, seguía a machacándole los oídos. Algo grave pasaba. Se levantó y corrió a las pantallas. No podía dar crédito a lo que veía. Corrió al despacho de su supervisor y descolgó el teléfono que comunicaba directamente con el Pentágono.

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Despacho Oval.

El Presidente, el Vicepresidente, el Secretario de Defensa y el Fiscal General del Estado están reunidos. La noticia les ha pillado de improviso.

"Sr. Presidente", dice la secretaria por el interfono. "Nick Furia ha llegado."

"Hágale pasar", responde lacónicamente el Presidente.

Nick Furia entró en el despacho. El Presidente le hizo un gesto, indicándole que tomara asiento.

"Sr. Furia. Supongo que sabe porqué está aquí."

"Creo que sí, Sr. Presidente, pero agradecería que me lo confirmara."

"Sí, claro... Como sabrá, hace tres horas recibimos una alerta roja desde el radiotelescopio de Arecibo. Los astrofísicos han detectado que una enorme lluvia de meteoritos se dirige hacia la Tierra. Su velocidad, además, es sorprendentemente rápida. De hecho, se estima su llegada en setenta y dos horas."

"Eso es lo que había oído, señor."

"Sí, sí... el caso es que, en caso de colisionar, sería como si cien mil bombas nucleares cayeran sobre el planeta."

"Un Apocalipsis total."

"Así es."

"¿Y qué podemos hacer?"

"Sólo veo una solución. He hablado con el Secretario General de las Naciones Unidas, y con los presidentes de Rusia, China y la Unión Europea. Queremos que los Ultimates intenten detener esta lluvia de meteoritos."

"Señor, los Ultimates no tienen tecnología para viajes espaciales. Y no tenemos tiempo para que Stark diseñe..."

"No se preocupe por eso. He hablado con Reed Richards. Él les proveerá de lo que necesiten."

"¿Richards? ¿Mister Fantástico?"

"Sí, así es como le llaman. Como sabe, después de su fallido viaje a Marte, el y sus compañeros han desarrollado una serie de habilidades... mmm... únicas. Por lo tanto, les acompañarán en el viaje."

"Como usted diga, señor."

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Cabo Cañaveral, doce horas después.

Richards y Stark, dos de las mentes más prodigiosas del planeta, han conseguido lo imposible. El trasbordador espacial Enterprise ha sido modificado para el viaje de este grupo de héroes singulares.

El Presidente, ante los crecientes rumores, se había dirigido a la nación un par de horas antes, informándoles de lo que sucedía, pero remarcando que no se preocuparan, dado que las fuerzas combinadas de los 4 Fantásticos y los Ultimates serían más que suficientes para vencer la amenaza.

Y así, once héroes, once personas dotadas de un poder más allá de la imaginación, salieron al encuentro de lo desconocido.

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Cinco horas después, el trasbordador espacial Enterprise se encontraba a cien mil kilómetros de la nube de asteroides.

"Es asombroso", dijo Reed Richards, examinando las pantallas. "Parece que hay un objeto metálico en el centro de esa nube, del tamaño de un planetoide."

"¿Metálico?", preguntó Ojo de Halcón. "¿Es una nave espacial?"

"Quizás... podría serlo. Por su forma y composición, diría que es bastante más que probable. Sin embargo, no lo sabremos hasta acercarnos más."

"¿Y cuál es el plan? Porque yo no me veo desviando meteoritos a flechazos."

"No. Iron Man, Alias, Hulk, Jolt, Johnny, Ben y Sue se encargarán de abrirnos camino al resto. Nuestro objetivo es llegar a la parte central. Si conseguimos desviar su rumbo, su campo gravitatorio alejará también al resto."

"¿Por qué me siento como si estuviese en una mala copia de Armaggedon?", respondió irónico Ojo de Halcón.

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La nave avanzó con dificultad entre la enorme nube de meteoritos, protegida por el campo de fuerza de Susan Richards, mientras, en el exterior, los héroes desviaban todo lo que podían, para que la presión sobre el campo fuese la menor posible.

"Definitivamente es una nave espacial", dijo Reed Richards, cuando su destino ya se hizo visible a simple vista.

"Pues como sus ocupantes sean proporcionales a la nave, lo llevamos crudo", respondió Ojo de Halcón.

"Debemos intentar comunicarnos con ellos, hacerles ver lo que pasa."

Reed alargó su brazo y encendió el sistema de comunicaciones, preparado para transmitir en todas las frecuencias.

"Aquí la USS Enterprise. Les habla el Doctor Reed Richards. Queremos comunicarnos con ustedes. Por favor, si pueden entendernos, respondan."

"¿No es mucho asumir que sepan inglés?", preguntó Pantera Negra.

"He adaptado al comunicador un traductor universal de mi invención. Si responden, analizará su lengua y nos permitirá comunicarnos con ellos."

Sin embargo, nada se obtuvo aparte de estática.

"¿Y ahora qué hacemos?", preguntó Ojo de Halcón. "¿Llamar a la puerta?"

"Exactamente. Hulk, lanzate sobre la nave", respondió Richards.

"A Hulk no le gusta recibir órdenes."

"Eh, feo, si lo haces, te dejaremos pasar la noche con Betty", le respondió Ojo de Halcón.

"Entonces Hulk lo hará.."

Flexionando sus poderosos músculos, el coloso esmeralda saltó en dirección a la nave alienígena. Pero antes de que la alcanzara, un rayo de energía lo golpeó de lleno.

"¡¡¡¡HULK!!!!", gritó la Avispa.

Sólo quedaba una nube de cenizas en donde antes estaba el monstruo.

"¿Qué ha pasado?", preguntó Ojo de Halcón. "¿De dónde ha salido ese rayo?"

Reed se limitó a señalar a la pantalla. Allí, dos seres se encontraban flotando en el espacio.

"¿Qué coño es eso? ¿Un tío montado en una tabla de surf y otro con un hacha? ¿Y sin traje espacial?"

"Humanos"

La voz surgió a su alrededor. No provenía del sistema de comunicaciones.

"Me llamo Estela Plateada, y mi compañero es Terrax."

El que hablaba era el ser montado en la tabla de surf.

"Somos los Heraldos de Galactus, el Devorador de Mundos. Por favor, apartaos de nuestro camino."

"No podemos", respondió, con cautela, Richards. "Os dirigís a nuestro planeta. Si no desviáis el curso, la nube de meteoritos lo alcanzará, acabando con toda la vida del mismo."

"Lo sabemos", dijo por única respuesta el Heraldo.

"¿Entonces por qué lo hacéis?"

"Porque Nuestro Señor necesita alimento. Hace mucho que no encontramos un planeta adecuado para su sustento. Y, lamentablemente, el vuestro lo es."

"¡Pero no podéis! ¡Hay billones de seres vivos allí!"

"A Nuestro Señor le apena la pérdida de vidas, pero él cumple una función en el gran esquema del Universo. Y para que él sobreviva, vuestro mundo debe morir."

"Entonces no nos queda otra opción. Ultimates, 4 Fantásticos. ¡Atacad!"

Los héroes se lanzaron sobre los Heraldos. Jolt descargó sobre Terrax toda su energía acumulada, pero éste se limitó a bloquearla con su hacha, para, acto seguido, lanzarla de vuelta sobre la joven mutante, que quedó inconsciente.

Mientras, Ben Grimm se lanzó sobre Estela Plateada, golpeándolo con sus rocosos puños, derribándolo de su tabla. Sue observaba desde la escotilla del trasbordador, nerviosa, sin saber qué hacer. Pero cuando Estela atravesó con su puño el pecho de su novio, el shock fue demasiado, quedando inconsciente.

La Antorcha, al ver la muerte de su amigo, descargó su llamarada más potente sobre el Heraldo, pero, ¿qué es el fuego para alguien capaz de sobrevivir al vacío? Se limitó a dejar que el joven agotara todo el oxígeno de que disponía, y, con una mirada vacía de sentimientos, observó cómo moría asfixiado.

Mientras esto ocurría, los Ultimates intentaban golpear a Terrax, quien se reía de sus inútiles intentos. Alias y Pantera Negra le golpeaban con todas sus fuerzas, mientras Ojo de Halcón y la Avispa le atacaban desde la distancia. Cuando el Heraldo se cansó del juego, con un movimiento de su hacha lanzó una descarga que barrió a los héroes, dejándolos, en el mejor de los casos, lisiados.

Sólo quedaban en pie Reed Richards e Iron Man. Las dos mentes más sobresalientes de la Tierra se veían impotentes ante la situación.

"Homer", dijo Tony Stark, dirigiéndose al sistema de inteligencia artificial de su armadura. "¿Ves alguna solución?"

"No, Mr. Stark. Tras analizar los combates anteriores, concluyo que no dispone en su armadura de ningún armamento capaz de afectar a esas dos criaturas."

"Richards, ¿qué hacemos?"

"No lo sé, Tony. Por primera vez en mi vida, no sé qué hacer."

"Entonces, que sea lo que Dios quiera. Ha sido un placer conocerte."

Y diciendo esto, se lanzó sobre los Heraldos, que lo destruyeron en un parpadeo.

"Richards", dijo Estela Plateada segundos después. "Eres el único que queda en pie. ¿Qué vas a hacer?"

"Creo que no me queda otra opción."

Y lanzó la nave sobre los alienígenas.

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Despacho Oval, cinco horas después.

"¿Qué podemos hacer, Furia?", preguntó el Presidente.

"Señor", respondió, "en estos momentos me temo que lo único que nos queda es rezar."

Las noticias no habían tardado en llegar a los servicios de noticias. Los Ultimates y los 4 Fantásticos habían fallecido en el intento de salvar a la Tierra. El planeta parecía condenado.

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Empresas Richmond.

"Laura", dijo Kyle Richmond, hablando por teléfono. "¿No hay nada que puedas hacer?"

"No, Kyle", respondió. "Hay cosas que están fuera del alcance incluso de la Hechicera Suprema."

"Entonces, ¿estamos condenados?"

"Eso me temo."

"Laura."

"¿Sí?"

"Quiero que sepas que, pese a todo lo que ha pasado, te quiero."

"Y yo a ti, Kyle. Más de lo que nunca sabrás."

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Roma y Merlyn habían desaparecido. Brian Braddock, por más que lo había intentado, no había podido ponerse en contacto con ellos. Sabía que si alguien podía salvar a la Tierra en estos momentos, esos eran ellos, pero parecía como si no les importara.

"¡Maldita sea!", se quejó el Capitán Britania. "Me siento impotente."

"Amor mío", le dijo Meggan, sentada a su lado, con los ojos llorosos. "No te lamentes más. Hemos tenido una vida plena. Breve, pero intensa."

"Lo sé... pero no puedo evitarlo. Me siento abandonado."

"Piensa que en otra vida, seguro que estamos felizmente casados."

"Otra vida no me sirve, Meggan. Yo quería vivir esta."

"A veces no se puede tener lo que se desea."

"Pero no por ello hay que dejar de intentarlo."

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A Logan las noticias del fin del mundo le llegaron en un bar de carretera perdido en el norte de Canadá. Simplemente se bebió la cerveza de un trago y pidió otra al asustado camarero.

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Matt Murdock sufría una crisis de fe. Si esto era el fin del mundo, era una señal del Apocalipsis. Pero entonces, ¿quién era esa criatura alienígena? ¿Era dios o el diablo? ¿O ninguno de los dos? Por primera vez en mucho tiempo, el Hombre sin Miedo tembló asustado.

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La hora había llegado. La nube de meteoritos había alcanzado el planeta, destruyendo ciudades, provocando maremotos. De repente, paró. Parecía que lo peor había pasado, pero no era así.

Los supervivientes miraron al cielo, y lo vieron ocupado por una enorme masa plateada. De ella descendió un ser, vestido con una extraña armadura azul y morada. No importaba en qué parte de la Tierra se estuviera, que el ser y su nave eran visibles.

"Humanos", dijo una voz en el fondo de la mente de cada ser. "Lamento mucho tener que hacer esto, pero el Devorador de Mundos necesita alimento, y sólo la energía de un planeta habitable impedirá mi muerte. A vosotros os parecerá cruel y desmedido, que billones de seres tengan que morir para que uno sobreviva, pero mi existencia es crucial para que el Universo siga su curso. Seréis recordados como uno más de los mundos que hicieron posible que todos los demás sobrevivan. No se os olvidará."

Y con esto, Galactus se sumergió en el núcleo del planeta, que estalló a su alrededor.

FIN

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EULOGIA

Bien, pues con este especial se cierra la línea Ultimate en MarvelTopia. Zemo continuará las historias en su nueva web, que esperemos pronto se haga pública.

Nosotros esperamos seguiros leyendo por aquí, en el resto de nuestras series.

¡MarvelTópicos saludos!

 
 
   
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