Poderes Cósmicos #20

Poderes Cosmicos #20Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.

#20 – Girl Power (o ¡Space Girls al ataque!)
Por Bergil


Fecha de publicación: Mes 20 – 12/99


Las prisioneras no podían dar crédito a sus ojos. Allí, junto a ellas, en las profundidades de las mazmorras de Hala, estaba…

– ¡Ave de Muerte! -exclamó Binaria-. ¿qué demonios haces tú aquí?

– Exactamente lo mismo que vosotras, Binaria. Soy una prisionera.

– Hey hey hey… -dijo Suzy-. Todos quietos parados un momento. ¿No es ésta la tipa que nos ha encerrado aquí abajo? ¿Por qué dice que es una prisionera?

– Si te callas, Susan Sherman -dijo Lyja-, a lo mejor nos enteramos y todo.

– Bueno, Ave de Muerte -dijo Binaria-, tú mueves ficha. Explícate.

– Como habréis podido deducir, terrestres -comenzó la shi’ar-, os recibió una impostora. Todo ocurrió hace unos días. Se recibió la información de que un objeto desconocido había atravesado todas las defensas planetarias de Hala antes de estrellarse en el polo Norte del planeta. Estaba tan aburrida que pensé que un viaje de inspección a aquella región me distraería. Cogí mi nave particular y volé sola hasta allí.

– Eso fue una solemne majadería -interrumpió Binaria-. Te creía más inteligente.

– Qué me vas a contar. En fin, que una vez llegué allí, pude ver sin dificultad de qué se trataba. Era un objeto esférico, completamente cubierto de circuitos. Pero pareció darse cuanta de que me acercaba, porque empezó a a cambiar ante mis ojos, convirtiéndose en algo parecido a un robot, pero de aspecto orgánico.

– Un tecnarca -dijo Binaria.

– Ah, entonces ¿sabes de qué se trata?

– Desgraciadamente, sí. Esa es la razón de nuestro viaje a Hala. Venimos en misión por encargo de la facción skrull liderada por S’byll, ante la sospecha de que los tecnarcas, un pueblo habitualmente no expansivo, habrían cambiado de política y podían estar infiltrándose en otras civilizaciones. El Superskrull desbarató el intento de Satirani (1), pero el incidente les hizo sospechar que podía no tratarse de un caso aislado, por lo que se pusieron en contacto con los Vengadores (2). La Tierra ha mantenido una posición neutral en todas estas guerras galácticas, defendiéndonos sólo cuando éramos atacados, y pensaron que actuaríamos de forma imparcial.

– Sí, bueno. Como iba diciendo, el tecnarca reveló su verdadera naturaleza. Extendiendo un tentáculo hacia mí, presionó un nervio y me dejó inconsciente. Cuando desperté, estaba atada de pies y manos y amordazada, y navegábamos de vuelta al palacio, mientras el desgraciado aquél estaba conectado a los ordenadores de la nave, absorbiendo información a chorros. Cuando estábamos a punto de aterrizar, ante mis ojos se transformó en una réplica exacta mía. Volvió a dejarme inconsciente, y cuando recuperé la consciencia estaba aquí abajo. De eso hace ya algunos días.

– ¿Y los carceleros? -preguntó Lyja-. Porque supongo que te habrán alimentado durante este tiempo, ¿no?

– Sí, me han alimentado. pero la comida me la traen siempre robots, programados sólo para traerla, dejarla y llevársela. No responden a nada de lo que se les diga.

– ¿Queda mucho para la próxima comida? -preguntó Nova.

– Varias de vuestras horas terrestres. ¿Por qué?

– Oh, por nada -respondió Nova con una sonrisa-. Sólo quería saber de cuánto tiempo disponíamos.

– Lo dices porque vamos a escapar de aquí y darle su merecido a ese técnico, tecnócrata o como se llame -interrumpió Suzy-, ¿verdad?

– Sí, Susan, vamos a escapar de aquí y a darle su merecido a ese tecnarca. Nova, ¿crees que podrías abrir la puerta  con el mínimo de alharaca?

– Creí que nunca me lo ibas a pedir -. Nova se concentró y comenzó a manipular el poder cósmico de forma precisa para alterar la estructura molecular de la puerta. Ante los asombrados ojos de Suzy, un pequeño orificio se abrió en el centro de la misma, haciéndose cada vez mayor hasta que alcanzó el tamaño de una persona. Por allí salieron Binaria, Ave de Muerte, Nova y Lyja. Suzy y Grito de Muerte se disponían a seguirlas cuando Binaria las detuvo con un ademán.

– Tsk tsk, niñas. Vosotras os quedáis aquí.

– Pero ¿por qué? -preguntó Suzy, pugnando todavía por salir.

– Es demasiado peligroso. Para empezar, ninguna de las dos debería estar aquí. Esta mazmorra es el lugar más seguro de todos… y basta. Chicas, para atrás. Nova, cierra la puerta.

Ante la orden mental de Nova, la puerta volvió a quedar como estaba. Tras ella, se oían todavía las protestas de Suzy, mientras que Grito de Muerte permanecía callada.

– Bueno -dijo Binaria, asumiendo el mando del grupo-, vamos a hacer dos equipos. Vosotras, Nova y Lyja, debéis llegar a un centro de comunicaciones y poneros en contacto con Chandilar para informar a Lilandra de lo que está sucediendo. Mientras, Ave de Muerte y yo iremos a por ese impostor.

Binaria tenía una razón  que no había mencionado para mantener a Grito de Muerte en las mazmorras. Sabía que la shi’ar había sido vengadora y había demostrado su valía en combate. Pero también había advertido la mirada de profundo odio que le había dirigido Ave de Muerte cuando se hizo la luz en la mazmorra, e intuía que había algo entre las dos que hacía aconsejable mantenerlas separadas, al menos hasta saber de qué se trataba. Y prefería tener vigilado a alguien tan peligroso como la virreina shi’ar del antiguo Imperio Kree.


– ¡Bueno! -bufó Suzy cuando oyó alejarse a las demás-. ¡Esto es el colmo!

– Es mejor que te tranquilices y esperes con paciencia, terrestre. No podremos salir de aquí hasta que no nos abran la puerta.

– Me llamo Susan, no terrestre. Susan Sherman. Y eso de que no podemos salir lo vamos a ver -dijo Suzy. Se acercó a la puerta y se puso en cuclillas. Apoyando las manos en el suelo, acercó su rostro a la parte inferior de la puerta. ¡Sí! ¡Había una pequeña rendija por la que podría meter los dedos! Colocándose frente a la puerta, se agachó e introdujo sus manos bajo la puerta. Tensó los músculos y apretó los dientes, poniendo toda su fuerza en el intento.


– ¿Por dónde? -preguntó Carol a Ave de Muerte cuando se separaron de Lyja y Nova.

– Por aquí -replicó la shi’ar, al tiempo que, tras arrancar una rejilla de ventilación, se introducía por el agujero y comenzaba a arrastrarse-. No te olvides de dejar la rejilla colocada. No queremos llamar la atención antes de lo preciso -añadió.

– Vaya vaya… -dijo Carol tras seguir el consejo de Ave de Muerte y arrastrarse tras ella-. Nunca pensé que vería a la virreina shi’ar arrastrándose por semejante lugar.

– ¿Cómo decís los terrestres? Información es poder, ¿no? Pues poder es información. Conviene estar al tanto del mayor número posible de cosas. Nunca sabes cuándo te van a hacer falta. Y ahora ¡silencio!

Durante un rato, ambas mujeres se arrastraron por los conductos de ventilación. El único sonido que se oía era el rozar de sus manos y rodillas contra el suelo. En un par de ocasiones llegaron a sitios tan estrechos que tuvieron que retorcerse para poder pasar; pero ni una sola vez se encontraron obligadas a retroceder. Carol estaba sorprendida del conocimiento exacto que Ave de Muerte tenía de aquel sistema de conductos, por el que se movía sin dudar nunca acerca del camino a tomar. Finalmente, se detuvo ante una rejilla y se volvió hacia Binaria:

– Prepárate, Danvers -siseó-. Hemos llegado.

A continuación, se colocó cara a la rejilla y de una patada la arrancó de sus anclajes. La rejilla cayó sobre una de las alfombras que cubrían el suelo de la sala, por lo que apenas produjo ruido. Ave de Muerte se introdujo por el agujero y cayó al suelo, siendo seguida a los pocos segundos por Binaria. Ambas giraron la cabeza buscando al tecnarca, pero no vieron nada.

– ¿Dónde demonios estará? -preguntó, más para sí que para Binaria, la shi’ar.

– Dímelo tú, que eras la guía.

– Se suponía, dadas las horas que son, que debería estar en mis habitaciones privadas, al menos para guardar las apariencias.

– Ah, ¿así que éstas son tus habitaciones privadas? Muy monas…

– No es momento de gracias, Danvers. Si no está aquí, no hemos conseguido nad… ¿Qué es eso?

Pero Binaria no pudo responderla. Antes de que tuvieran tiempo de reaccionar, dos mazos al extremo de sendos brazos, formados por material tecnoorgánico, les golpearon por detrás y cayeron al suelo inconscientes.

Cuando despertaron, se encontraron con que estaban atadas con los cordeles de los cortinajes que adornaban la sala, de espaldas a la pared. Ante ellas se erguía Ave de Muerte; es decir, el tecnarca que, de acuerdo con el relato de la shi’ar, había adoptado su identidad.

– Así que habéis conseguido escapar, bioformas. Pero de poco os ha servido.

– ¿Cómo demonios nos descubriste? -preguntó Binaria.

– Como no saldréis de aquí con vida, no tengo inconveniente alguno en contároslo. Hay instalado sensores en todas las vías que llegan o salen de esta sala. Nada puede acercarse a ella sin que yo me dé cuenta.

– ¿Por qué no dejas esta charada y adoptas tu verdadera forma, basura?

– Ningún inconveniente, virreina -dijo el tecnarca con una mueca sardónica. Ante los ojos de las prisioneras, su forma pareció fluir del aspecto de Ave de Muerte a su verdadera forma. Al cabo de unos pocos segundos, se hallaba ante ellas un tecnarca, todo negro y amarillo.

«Si está de color amarillo«, pensó Binaria, «quiere decir que no está a tope de carga. Todavía tenemos una oportunidad«.

– Bien, shi’ar. Antes de acabar contigo, extraeré todos tus recuerdos -dijo, al tiempo que transformaba su mano derecha en algo parecido a un casquete con sensores. Ave de Muerte intentó resistirse, pero el tecnarca creó dos nuevos brazos que la inmovilizaron. Finalmente colocó el casquete sobre la cabeza de la shi’ar y conectó su brazo izquierdo al sistema de ordenadores que había en un extremo de la sala, hasta el que llevó a Ave de Muerte. En la pantalla principal comenzaron a aparecer las escenas de la vida de Ave de Muerte, vistas desde su punto de vista. Binaria estaba tan fascinada que se olvidó de que estaba prisionera y prestó toda su atención a lo que estaba viendo. En la pantalla apareció una joven shi’ar jugando, extendiendo sus brazos hacia la pantalla mientras el mundo giraba.

«Debe ser Lilandra, agarrando de las manos a su hermana«, pensó Binaria.

De repente, la escena cambió. Lilandra fue arrojada hacia atrás, mientras el mundo parecía estar cabeza abajo. Un rostro apareció, pareciendo llenar todo el campo de visión: era un humanoide de piel violeta, con el pelo sucio y sin afeitar. Se echó encima de Ave de Muerte, arrancándole la ropa y…

«¡Oh, Dios mío! ¡Ese strontiano la está violando!«

La visión se deslizó a un lado. En el límite del campo visual apareció a lo lejos la cabeza de Lilandra, con una expresión de temor en el rostro. Finalmente, el strontiano se apartó, y mientras se vestía le dio la espalda a a Ave de Muerte. Grave error. De un salto, Ave de Muerte se incorporó e, impulsada por una furia ciega, agarró lo primero que encontró -una rama de árbol- y golpeó a su atacante en la cabeza, que cayó al suelo. Ave de Muerte siguió golpeándole una y otra vez hasta que la cabeza no fue más que una masa informe de sesos y sangre. Sólo entonces se detuvo.

La escena volvió a cambiar. Se encontraba en el salón del trono, en Chandilar, a solas con su hermano D’Ken.

– Hay que ocultar esta vergüenza, hermana. Partirás de inmediato a Gavlo, hasta que todo se resuelva.

La visión se empañó, mientras la cabeza caía y se sacudía por los sollozos. La escena cambió de nuevo. Estaba en una sala amplia, con luces en el techo. Los ojos se abrían y cerraban a intervalos, mientras Ave de Muerte soltaba gritos de dolor. Finalmente, se relajó, y en el campo de visión apareció un bebé shi’ar, aunque con la piel de color violeta.

«Pero si es…» pensó Binaria.

A continuación, se sucedieron una serie de escenas de asesinatos, algunos en masa, en diferentes planetas, cada vez más sangrientos. Luchas contra Ms. Marvel y Ojo de Halcón (3). Un grupo de eslizoides del Nido (4). La Patrulla-X, prisionera (5). Las alas, arrancadas por Gladiador (6). La huida de Chandilar (7). El ataque a los líderes del Imperio Kree (8). El nombramiento como virreina del antiguo Imperio Kree, ahora una provincia dentro del Imperio Shi’ar (9). Su captura por el tecnarca, el encierro en la mazmorra y el encuentro con el grupo de Binaria (10).

– Bien, creo que eso es todo -dijo el tecnarca-. Despídete de tus dioses, shi’ar. Vas a ser asimilada.

«Bueno, es ahora o nunca«, pensó Binaria. Llevaba todo el rato calentando suavemente las cuerdas para no descubrirse antes de estar libre, y acababa de lograr liberarse. Poniéndose en pie de un salto, lanzó un rayo al brazo del casquete, partiéndolo y liberando a Ave de Muerte, que cayó al suelo. El tecnarca se giró sorprendido, y metamorfizó sus brazos en tentáculos que se dirigieron hacia Binaria. Ésta no se arredró: lanzó un nuevo rayo que impactó de lleno en el centro del torso de su enemigo. Éste salió despedido hacia atrás y chocó contra el muro. Binaria se acercó rápidamente a Ave de Muerte, que se incorporaba vacilante.

– ¿Estás bien?

– He estado mejor -repuso la shi’ar-, pero me recuperaré.

– Bien. Permanece detrás de mí. Voy a mandar a este bastardo al infierno.


Gruesas gotas de sudor resbalaban por el rostro de Suzy, que seguía intentando salir de la mazmorra.

– Escucha, ¿Susansherman?, yo creo que… -dijo Grito de Muerte.

– Hazme un favor y no me distraigas -gruñó Suzy-. Creo que esto empieza a ceder.


Lyja y Nova avanzaban en silencio por un corredor. Ave de Muerte les había indicado la dirección en la que se encontraba el centro de transmisiones y hacia allí se dirigían.

– ¿Cómo haremos para comunicarnos con Chandilar? -preguntó Nova-. Porque no creo que podamos llegar y pedirles amablemente «disculpe, oficial, ¿me deja utilizar su radio?«. Y menos tratándose de una skrull. Con que haya un solo kree, estamos apañados.

– Salvo que se lo pidas tú, ¿no, Nova? Probablemente te estén muy agradecidos…

– ¿Por qu…? ¡Oh, venga! ¿Me odias por eso?

– ¿ESO? ¿Llamas eso a la destrucción de un planeta y de todos sus habitantes? ¿A reducir un imperio a la ruina?

– No puedes culpar a Galactus por hacer lo que hizo. Él es una fuerza natural, como el viento solar o las supernovas, una prueba. Los que la pasen son más fuertes y dignos del gran destino que es el prometido fin del Universo(11). Es como echar la culpa a la lluvia o al viento de los desastres que causan.

– Bien, pero ¿y tú? ¿Qué me dices de ti?

– ¿Yo? ¿Qué pasa conmigo?

– ¿Qué pasa conmigo? -repitió Lyja, en son de burla-. ¿Y te atreves a preguntarlo? ¿O es que tú también eres una entidad cósmica que está por encima del bien y del mal?

– No -repuso Nova con frialdad-. Yo era simplemente el heraldo de Galactus, y estaba dedicada a buscarle alimento. Simplemente, me pareció que era más importante su existencia que la de un imperio galáctico.

– ¿Ah, sí? ¿Pensarías lo mismo si se hubiera tratado de la Tierra?

– Probablemente no, pero ¿estarías tú tan enojada entonces?

– Bueno, yo…

– Ya me parecía. ¿Seguimos con nuestra misión?

– De acuerdo. Pero esto no ha terminado.

– No lo esperaba, Ms. Storm.

Siguieron avanzando hasta que llegaron a un recodo. Lyja se metamorfizó en un mosca y dobló la esquina, para volver a los pocos segundos.

– Sólo hay un guardia. Un shi’ar con armadura completa -dijo.

– ¿Cómo haremos para reducirle sin armar escándalo?

– Espera y verás -. A continuación, los rasgos de Lyja fluyeron hasta convertirse en los de Ave de Muerte-. ¿Está bien así?

– Perfecto, excepto por un pequeño detalle.

– ¿Sí? ¿Cuál?

– Los shi’ar tienen la piel entre rosa y anaranjada, no verde.

– ¡Demonios! ¡Se me había olvidado! ¿Mejor así?

– Perfecto. Engañarías a la propia Lilandra.

– Vamos allá, entonces -dijo, y dobló la esquina-. ¡Guardia! -llamó-. ¡Ven aquí ahora mismo!

– ¡Sí, señora! -dijo, acercándose rápidamente-. ¿Qué ocurre?

– Ocurre que te vas a dormir, amigo -dijo Nova, golpeándole por detrás. Cayó al suelo inconsciente-. Bueno, ¿y ahora?

– Vístete con su armadura y vamos para allá. es más o menos de tu tamaño, y el ser armadura completa ocultará tus peculiaridades.

– ¿Peculiaridades? ¿A qué te refieres?

– No sé… ¿piel metálica y dorada? ¿Cabello flamígero? Esas cosas, ya sabes…

– Vale, vale, lo he captado -. Cuando terminó de vestirse, dijo:- Bueno, ¿vamos allá?

– Vamos.

Cuando llegaron a la puerta, Lyja se detuvo. Nova, interpretando su papel de guardia shi’ar, abrió la puerta y se cuadró. Con toda la autoridad que pudo reunir, Lyja dijo secamente:

– Todo el mundo fuera. YA.

Acostumbrados al tono imperioso de Ave de Muerte, el personal -shi’ar y kree- del centro de comunicaciones no dudó un instante, y comenzó a abandonar la sala ordenadamente. Cuando todos hubieron salido, Nova cerró la puerta y quedó fuera montando guardia. Lyja se dirigió a la terminal de comunicaciones más cercana y comenzó a introducir los datos de Chandilar para iniciar la comunicación. Sin embargo, un tumulto al otro lado de la puerta la interrumpió. Cuando la abrió, vio que Nova había perdido la mitad de la armadura y luchaba a brazo partido con un numeroso grupo. Mientras se unía a la refriega, preguntó:

– ¿Qué demonios ha ocurrido para que comenzara todo esto?

– Por lo visto -contestó Nova mientras asestaba un puñetazo a un shi’ar particularmente grande que se abalanzaba sobre ella-, nos vieron noquear al guardia por el circuito de vigilancia.

– ¡Demonios! -dijo Lyja-. Todo marchaba demasiado bien… -se lamentó, al tiempo que se metamorfoseaba en un kzin y comenzaba a repartir golpes.


Finalmente, los esfuerzos de Suzy dieron resultado…  aunque no del modo que ella esperaba. La puerta, de hecho, siguió intacta. Lo que cedió fueron los muros, ante la tensión a que se veían sometidos. Tras arrojar la puerta a un lado, Suzy se volvió hacia su compañera.

– ¿Y bien? ¿Qué es eso tan importante que tenías que decirme?

– ¡Oh, apenas nada! -respondió Grito de Muerte con una sonrisa torcida-. Sólo que yo, viendo lo que se resistía la puerta, habría empleado mi fuerza contra las paredes, que parecían bastante menos resistentes… como así se ha demostrado, a propósito. ¿Y ahora qué hacemos?

– Oh, capto un rumor lejano de tangana… hacia allí.

– ¿A qué esperamos, pues? ¡Vamos para allá!

Conforme avanzaban, el ruido de combate se intensificó. Finalmente, al doblar una esquina, vieron como una marea de krees y shi’ar entremezclados se lanzaba una y otra vez contra…

– ¡Lyja y Nova! -exclamó Grito de Muerte-. ¡Hemos de ayudarlas!

Pero Suzy ya se le había adelantado.

– ¡Biennnnnn! ¡PELEA! -gritó, lanzándose directamente en medio del grupo de atacantes. Grito de Muerte la siguió.


Binaria se esforzó en lanzar un rayo tan potente y dirigido como fuera posible. Alcanzó de lleno al tecnarca y comenzó a vaporizarle al tiempo que le proyectaba hacia atrás. Seguía vaporizándose cuando chocó contra la pared de la habitación, y la atravesó, dejando un agujero de bordes humeantes mientras le impulsaba a través del aire. Cuando detuvo el rayo, no quedaba nada de él.


La explosión se oyó en todo el palacio. Aprovechando la distracción y sorpresa de sus oponentes, Lyja y Nova se las arreglaron para reunirse con Suzy y Grito de Muerte. Pero no era momento de efusiones: el ataque se redobló y tuvieron que volver a repartir golpes a diestro y siniestro.

De repente, una voz imperiosa detuvo a todos los contendientes.

– ¡Alto! ¡Detened esta pelea!

Todos los ojos se volvieron hacia el origen de la voz. Allí estaba Ave de Muerte, con Binaria a su lado.

– ¡Carajo! -dijo Suzy, dando una patada al suelo-. ¡Ahora que empezaba a pasármelo bien!


Unas horas más tarde, el quinjet se disponía a regresar a la Tierra. Sus ocupantes se despedían de Ave de Muerte cuando la Fuerza Estelar hizo su aparición.

– ¿Y estos quiénes son? -preguntó Suzy, apunto de entrar en la nave.

– Son mi guardia de seguridad (12).

– ¿Tus guardaespaldas, quieres decir? Pues como decimos en la Tierra, a buenas horas, mangas verdes -exclamó, y entró en la nave, mientras los miembros de la Fuerza Estelar se miraban unos a otros, extrañados.


(1) Como se contó en Poderes Cósmicos # 14-15.

(2) Como se contó en Poderes Cósmicos # 16-17.

(3) Respectivamente, en Ms. Marvel # 9 y Los Vengadores # 189.

(4) Ave de Muerte se alió con el Nido para derrocar a su hermana Lilandra, como se descubrió al final de La Patrulla-X # 161.

(5) De hecho, ocurrió dos veces, en los números 162 y 274-275.

(6) La Patrulla-X # 276

(7) La Patrulla-X # 277

(8) En Los Vengadores # 346, dentro de la saga Operación Tormenta Galáctica.

(9) En Los Vengadores # 347, al final de la saga Operación Tormenta Galáctica.

(10) En este mismo episodio.

(11) Esto no son palabras mías. Las puso John Byrne en boca de Odín en la clásica saga El juicio de Galactus. Sí, ya sé que Nova no estaba allí (¿o sí? Porque llegó justo después), pero el sentido sigue siendo válido.

(12) Desde Los Vengadores # 347, por decisión de Lilandra.


En nuestro próximo número: El regreso de un protagonista al que hace tiempo que no vemos. Además, un personaje invitado… ¡Quasar! ‘Nuff said! Nos leemos en el número de Enero.

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CORREO

¡Caray, vaya rapidez! El número se distribuyó el Viernes 26 de Noviembre, y el Lunes 29 me llega un mensaje de Wilfred Orberto. Comenta que ha estado leyendo la serie, y considera que soy muy bueno escribiendo (¡jo, me voy a poner colorado!… Bueno, mejor no). Pero me plantea una inquietud: ¿escribo bien malas historias, o escribo buenas historias mal? ¿O escribo bien buenas historias? ¿Progreso adecuadamente, o necesito mejorar? Cáspita, Wilfred, no me dejes con esta zozobra. No, fuera coñas. Muchas gracias por los elogios. El primero que disfruta escribiendo estas historias, y descubriendo qué es lo que va a pasar, soy yo. Me explico: no es que no tenga pensadas las líneas generales de la colección, como he dicho otras veces, pero cada número es una aventura. Con frecuencia sé cómo empieza y cómo acabará, pero no siempre tengo tan claro qué es lo que ocurrirá entre medias. El caso más extremo fue el del número 9, en el que, aparte del punto de partida (Contraxia) y de que Perséfone sería derrotada, no sabía nada más. Incluso el hecho de la debilidad de Sota no estaba previsto, y fue una sorpresa hasta para mí. O como este mismo número: cuando lo empecé, sólo sabía que los buenos iban a ganar, pero nada más: todas las historias que van en medio se me ocurrieron sobre la marcha. Otra característica de las historias es que no suelen acabar cómo yo tenía pensado en un principio. Por ejemplo, la saga La Guerra de los Heraldos II: debía haber acabado en el planeta del Extraño, con Galactus interviniendo de forma mucho más activa; pero de repente, sin comerlo ni beberlo, se montó el viaje al infierno, y me quedó uno de mis números favoritos. O los números desde el 14: no tenía pensado que se relacionaran unos con otros, pero los hechos se han desarrollado de modo que cada vez se entrelazan más (y más que lo harán en el futuro, eso te lo aseguro). Wilfred manifiesta una duda: ¿por qué sale Ultragirl en la serie, si debutó después de Onslaught? Es que, leyendo las reglas, sólo se podían usar cosas anteriores a esa saga, ¿no? Pues sí, esas son las reglas. Pero Suzy Sherman no ha dicho (todavía) que se vaya a llamar Ultragirl, ¿verdad? Y, además, su origen no es el mismo. Permanece, eso sí, la orientación del personaje como la típica quinceañera optimista y vital. Y no te creas que me fue fácil  convencer a los editores de que me dejaran usarla… psst, Peter, no te retorcí demasiado el brazo, ¿verdad? ;-{Þ}. ¡Huy! ¡Acabo de echar un vistazo a la página de MarvelTopía y veo que en el número anterior se dice que se presenta a Ultragirl! Evidentemente, no le retorcí el brazo lo bastante…

Pues nada, un saludo y no dejéis de leernos, y escribid a Autopista hacia el espacio – Correo de los lectores (bergil@altavista.net) con cualquier duda o comentario que os surjan. Que no muerdo, caramba, y es muy agradable recibir e-milios (incluso aunque sean críticos)

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