Masacre #3

Masacre #03Buscando una cura para el cáncer que se desarrollaba en su cuerpo, el mercenario Wade Wilson se sometió al proyecto Arma-X. El resultado fue un éxito total, aunque le dejó completamente desfigurado, obligándole a esconderse para siempre bajo una máscara roja y una lengua imparable.

#3 – Volver a empezar
Por Alex García


Fecha de publicación: Mes 22 – 2/00


Caminamos por las calles de Nueva York, mezclándonos con la gente normal, como si de verdad lo fuésemos. Es agradable caminar bajo el sol, disfrutando de su confortante calor. Sí, hacía tiempo que no veíamos un día tan espléndido, y lo disfrutamos al máximo.

Ahora vamos por Central Park, vemos cómo los niños juegan con sus padres y con otros niños; vemos familias disfrutando de un descanso, relajándose y pasándoselo bien. Eso nos gusta.

De pronto vemos algo que no nos gusta. Tres chicos, probablemente demasiado jóvenes para votar, vestidos con cuero negro, rodean a una pareja de ancianos; podemos ver que uno de ellos lleva un bate en su mano derecha, y no hace falta ser un genio para saber que los otros dos también deben llevar algún arma, posiblemente un cuchillo, o incluso una pistola. Nadie más ve la escena, o más bien nadie más quiere verla. Típico.

No nos gustan las pistolas. No nos gusta la gente que amenaza a los ancianos.

Resumiendo, no nos gustan esos gamberros.

Hay que decir a favor del hombre que no se asusta; empuña su bastón con toda la fuerza que sus ancianos miembros le permiten, mientras su mujer – o puede que sea su hermana, pero al no notar ningún parecido familiar, seguiremos considerándola su mujer; de cualquier forma, eso no es importante -, se pone detrás de él, rogando sus oraciones a su Dios, rogándole porque envíe ayuda.

Podríamos decir que el Señor la ha oído.

El del bate levanta su arma, dispuesto a aplastar la cabeza del anciano o su brazo, si consigue alzarlo a tiempo para detener el golpe. Como si le hiciese falta. Rápidamente cambiamos de forma (podríamos ser más discretos, pero queremos que esos bastardos sufran el más profundo de los terrores por lo que iban a hacer); antes de que se den cuenta de lo que sucede, el del bate ha salido volando por los aires hasta chocar contra un árbol. Un agradable sonido de crujido de huesos nos indica que le hemos roto la espalda. Bien. Otro de sus compañeros está en el suelo, con el cuello roto.

El tercero de ellos, superando su miedo (estamos realmente impresionados), saca una pistola de su chaqueta (¡Oh, qué sorpresa!), y nos apunta, amenazando con matarnos si no nos vamos. Nos reímos. Su mano tiembla con fuerza.

Dispara varias veces, hasta vaciar el cargador. Como si eso pudiese hacernos daño. Saltamos hacia él, quedándonos a apenas un metro de distancia. Retrocede. Avanzamos lentamente, jugando con él. Está a punto de gritar, muerto de miedo. Perfecto. Nos acercamos más a él, y entonces hacemos lo más aterrador de todo… sonreímos, con toda la crueldad de que somos capaces. Es demasiado para él; grita espantado, y después se desploma, inconsciente. Podríamos matarlo, pero… no nos gusta matar a víctimas inconscientes, y además… nos sentimos generosos. Es una decisión unánime, aunque mi compañero acepta con reservas. Le digo que no se preocupe, que hay más malas hierbas que segar, y asiente complacido.

Nos volvemos hacia nuestros protegidos; nos miran aterrorizados, como de costumbre. Hemos tenido que acostumbrarnos a ello. A nuestro alrededor la gente huye, gritando y rezando por sus vidas, como momentos atrás hacía la anciana. Curioso.

Se empiezan a oír las sirenas de la policía. Típico, siempre llegan cuando la acción ha terminado. No queriendo arriesgarnos a una lucha en la que algún inocente podría salir herido, nos vamos, adoptando de nuevo una identidad civil en cuanto surge la ocasión.

Seguimos nuestro paseo; tendremos mucho que hacer el resto del día.

Nueva York es una ciudad que ofrece muchas oportunidades.


Theresa Rourke entra en el pequeño restaurante mejicano, preguntándose por qué demonios ha accedido a venir a un sitio así. Pero hace tiempo que no habla con la persona que la ha citado, y tiene curiosidad. Y mucho tiempo libre, desde que dejó Fuerza-X. Suspirando, se acerca al camarero.

– Disculpe, he quedado aquí para comer. La mesa debe estar a nombre de Wilson.

– Déjeme ver – dice el hombre mientras consulta una lista -. Ah, sí, aquí está; mesa para el Sr. y la Sra. Wilson. Si hace el favor de acompañarme, le mostraré su mesa. Su marido estará a punto de llegar, imagino.

– ¿Mi…? Juro que te mataré por esto, Wade – murmura ella entre dientes.

– ¿Decía algo, señora?

– No, nada – responde ella mientras se sienta en la mesa indicada -; ¿Puede traerme un vaso de agua, por favor?

– Cómo no. Enseguida se lo traigo.

– Gracias.

Terry se cruza de brazos y espera; absorta en sus pensamientos, apenas se da cuenta de que un grupo de mariachis se acerca a ella hasta que empiezan a tocar.

Claveliitos, claveliitos, clavelitos de mi corazóoon…

Terry baja la cabeza, avergonzada. «Por qué me pasarán estas cosas a mí«, se pregunta; de repente, se da cuenta de que uno de los mariachis desentona bastante, no sólo porque cante mal, sino porque está cantando una canción completamente distinta:

…la cucaracha, la cucarachaaa, ya no puede caminaaaar, porque Masacre le ha reventadoooo las patitas con Napalm…

Al mirar al estrafalario mariachi a la cara ve que la tiene cubierta por una familiar máscara roja y negra.

– Te creerás muy gracioso – le dice ella.

Me echaron del cine por hacer un chiste sobre la muerte de la madre de Bambi, si te refieres a eso – dice mientras se sienta – ¿Cómo va eso, irlandesa?

– No me va mal. ¿A qué viene todo esto, Wade?

Oh, bueno – dice él mientras se quita el sombrero y lo tira por los aires, golpeando la bandeja que llevaba un camarero y tirando todo lo que había encima sobre una pareja -. Ups. Bueno, iba a decir que me enteré que habías dejado a esos plastas de Cachas-X…

– Fuerza-X – le corrige ella.

Eso, Fuerza-X. Jesús, qué nombre tan horrible; parece un anuncio de crema para las hemorroides – hace un gesto a uno de los camareros -. Garzón, tráiganos dos menús de la casa. A lo que íbamos: pensé que ahora que no tienes nada que hacer, te aburrirías un montón.

– No me aburro en absoluto, y creo que abandonar la acción fue lo mejor que pude… – antes de que termine de hablar, Wade pone sobre la mesa un periódico cuyo artículo principal habla de una joven con superpoderes que evitó el atraco de una joyería (1). La foto, aunque borrosa, es suya.

Pues lo disimulas bien, pelirroja.


El día empieza a nublarse; qué decepción. Pero estamos acostumbrados a los reveses de la vida, y al fin y al cabo, el tiempo no es importante. No lo es en absoluto.

Sí lo es el tipo que acaba de saltarse un semáforo en rojo, casi atropellando a una niña y a su madre. Si lo hubiese hecho, le ahorcaríamos con sus intestinos. No obstante, no tenemos ninguna garantía de que no atropelle a alguien, o de que no lo haya hecho ya. En menos de cinco segundos estamos sobre el techo de su coche. Con un esfuerzo mínimo desgarramos el techo y sacamos al conductor. Dejamos que el coche se estrelle contra una farola, tras comprobar que ningún peatón resulte herido.

El aliento del tipo apesta a alcohol; tan borracho está que empieza a increparnos en lugar de llorar de miedo. Cuando nos vamos está gimiendo de dolor, con las piernas rotas. Se lo tiene merecido.

Jamás permitiremos que nadie dañe a personas inocentes.


– Al grano, Wade.

Vaale. El caso es que pensé que te gustaría echarme una manita con un trabajo que me ha salido… – se interrumpe cuando el camarero, con la frente cubierta de sudor, sirve los platos -. Gracias, Bautista – se vuelve hacia Terry –; no me contestes todavía; primero vamos a llenarnos la panza, que el menú este sólo cuesta 5 pavos – y empieza a quitarse la máscara.

– ¿Pero qué estás…? – empieza a decir Theresa. El cuerpo de su amigo quedó horriblemente deformado cuando se sometió a un intento desesperado de curar el cáncer que le estaba matando. El aspecto de Wade no es algo que a ella le preocupe, pero él suele ocultarlo bajo su máscara, llegando a veces a llamarla «su cara«, así que Terry no entiende por qué se la está quitando delante de tanta gente. Entonces, cuando Wade se quita la máscara, ella lo entiende al fin. El rostro que está viendo pertenece a un hombre rubio, atractivo. No hay ni una sola cicatriz en su rostro, nada que indique que ese rostro haya sido un máscara de pesadilla durante varios años.

¿Y bien? – pregunta él – ¿Qué opinas?

– Camarero, un tequila – dice ella -. Mejor, traiga una botella.


Oficinas de la sede neoyorquina de la Fundación Éxodo, un par de días atrás.

Masacre, con su uniforme completo de mercenario, está sentado en un sofá, hojeando una revista. Al lado, una secretaria intenta hacer su trabajo sin éxito, al no poder concentrarse debido a la incesante verborrea del mercenario.

… ¿Lo ves? – dice él –, ya sabía yo que lo de Michael y Lisa Marie no podía durar, así que Comadreja me debe 20 pavos. Será perro el tío, mira que decirme que seguían casados y tenían tres hijos…un momento, creo que le sacaré otros veinte a cambio de no partirle un codo, por estafador. Qué haría yo sin las revistas atrasadas de las salas de espera.

El interfono suena; la secretaria, impulsada por la desesperación, se abalanza sobre él. Cuando termina de hablar, se dirige (no sin gran alivio) hacia Wade:

– El señor Dragón le recibirá ahora.

¿Dragón? Entonces yo tenía razón, ¡Bruce Lee vive! – abraza a la secretaria – Esto hay que celebrarlo; ¿Quedamos luego, nena? Me sé un restaurante en el que si te comes dos kilos de carne el menú te sale gratis.

– La puerta del despacho del señor Dragón está ahí – dice ella con un tono glacial en su voz.

Ah, ya capto. Te quieres hacer la difícil, ¿Eh, bombón? Vale, wink, wink, y todo eso – continúa diciendo mientras ella le mete a empujones en el despacho y cierra la puerta.

– ¡Te recojo a las ocho! – dice Wade a la puerta.

– Ah, el señor Wilson, supongo.

Wade se vuelve, dispuesto a soltar un par de chistes como «Vaya, señor Lee, hace usted buena cara«, cuando se da cuenta de por qué el despacho está a nombre del «Sr. Dragón«.

– Es un placer conocerle, Sr. Wilson. Como posiblemente ya sepa – dice mientras se levanta para estrechar la mano de Masacre -, yo soy el Hombre Dragón.

Vaya, señor Lee, hace usted buena cara – tartamudea Wade.

– ¿Perdón? – el Hombre Dragón frunce su entrecejo con expresión pensativa (algo digno de ver).

Déjelo, escogí un mal día para dejar el LSD.

Tras una breve y animada charla (qué charla no lo es, tratándose de Wade), ambos cogen un ascensor (algo más grande que un montacargas).

A ver si lo he entendido – dice Wade –; ustedes atrapan a supercriminales, les lavan el tarro y les convierten en elementos útiles para la sociedad. ¿No había una peli de terror con el mismo argumento?

El Hombre Dragón ríe, agitando el ascensor.

– No se trata de eso en absoluto, señor Wilson. Aquí en la Fundación creemos que todo individuo puede resultar útil para los demás con la ayuda necesaria. Yo mismo – dice, señalándose con el pulgar – fui considerado como una amenaza debido a mi carácter cuasi-infantil y mi incapacidad para comunicarme con los demás. Aquí en la Fundación he sido… ¿Cuál es la palabra? Transfigurado. Sí, eso es; he sido transfigurado en un nuevo ser… Ah, ya hemos llegado.

Salen del ascensor y ante ellos se despliega un amplio pasillo con infinidad de puertas y ventanales a los lados; según avanzan, Masacre puede ver a varias personas con poderes sobrehumanos ejercitándolos, mientras que varios individuos con batas blancas realizan anotaciones. En otras salas hay gente postrada en cama, inconscientes; posiblemente estén sedados, o simplemente inconscientes. Wade incluso contempla una sesión de terapia con varios villanos de segunda y tercera categoría, la mayoría desaparecidos hace mucho tiempo. Caras como la Morsa, el Entomólogo, la Coneja Blanca, el Puercoespín… perdedores sin futuro que se han aferrado a una segunda oportunidad de vivir una vida productiva.

Hay algo que no entiendo – dice Wade –; según su política, ¿No debería estar siendo sometido yo también a terapia? Desde que me tragué todos los episodios de Dinastía no he sido un hombre muy cuerdo que digamos…

– Tiene usted un interesante sentido del humor, señor Wilson – replica su acompañante al tiempo que abre una descomunal puerta y ambos entran en lo que parece una sala de proyecciones -; un humor causado, suponen nuestros psicólogos, por las malformaciones de su cuerpo. Yo personalmente opino que dichas malformaciones son las que han hecho de usted, y perdóneme la expresión, un «cáncer» para la sociedad.

Y entonces, me ha llamado para convertirme al judaísmo.

– Deje su humor de lado por un momento, Wade. Le ofrezco una oportunidad de redimirse, de hacer las cosas bien. Para ello sólo tiene que trabajar para nosotros.

No le sigo.

– Tome asiento, por favor – enciende un proyector; imágenes de héroes y villanos aparecen en la pantalla -; como ha podido comprobar, hemos atraído a ciertos individuos y hemos empezado el largo y duro proceso de reinsertarlos en la sociedad. No obstante, en ocasiones hemos tenido que recurrir a la violencia.

¿Y no es un poquitín… ilegal, coger y secuestrar a todo aquél que no quiera recibir su «ayuda»?

– No se confunda, Wilson, sólo hemos forzado a criminales, jamás a gente inocente. Estamos aquí para ayudar, no para dominar el mundo. Además, contamos con el beneplácito de varios cargos importantes del gobierno.

Ya decía mi mamá que el dinero mueve montañas.

– De cualquier manera – prosigue el Hombre Dragón -, nuestros hombres no poseen el equipo o la habilidad para contener a ciertos individuos. Es aquí donde entra usted.

Aaahh-já. Yo. Lo que usted diga – se lleva la mano a la cabeza. ¿Empieza a sentirse mareado? -. ¿Podría volver a pasar esa foto de Titania, por favor?

– Sabemos que usted se ha enfrentado al misterioso hombre conocido como Cable, al grupo mutante que él lideraba, Fuerza-X, así como a Lobezno, a Caín Marko – el Juggernaut – y su socio, Tom el Negro Cassidy, entre otros. Usted tiene la habilidad necesaria para traernos a este hombre.

Wade se queda mirando la pantalla, boquiabierto.

¿A ése, precisamente? Mire, alitas, eso le va a salir muy caro – se tambalea – Vaya, creo que las cuatro pizzas con salsa barbacoa me han acabado sentando mal.

– En realidad creo que le vamos a hacer una oferta que no va a poder rechazar, señor Wilson. Hemos estado inundando la sala con un potente gas anestésico, lo suficiente para dormirle; por supuesto yo, dada mi fisiología, soy completamente inmune.

Cuando me despierte, te voy a…

– Cuando despierte, señor Wilson, será nuestro en cuerpo y alma – pero Wade ya no puede oírle.


– Y cuando despertaste, te encontraste conque te habían… dejado así – dice ella.

Si, al principio pensé en jugar a las autopsias con ellos por jugar con mi cuerpo sin permiso, pero luego pensé ¡Qué diablos!

– Y ese trabajo que mencionaste…

Ah, sí. Verás, los tipos de la Fundación se negaron a cobrarme por esta obra de arte – se pasa la mano por el mentón –, así que encontré otra forma de pagarles: trabajando para ellos.

– ¿Cómo?

Básicamente, ellos me dan el nombre de un villano y yo voy, lo capturo y se lo entrego; así ellos le reforman y mi conciencia brilla más que un anuncio de lavavajillas. Y entonces pensé: seguro que a Terry le interesa, todo el mundo sabe lo que os gusta a los super-buenazos eso de redimir a los malos.

– No estoy segura de querer aceptar, Wade; eres demasiado violento, y no me convence eso de reformar a la gente quieran o no.

Bueeeno, pero puedo contar contigo para que me eches la bronca si me paso, ¿no? Anda, Terry, di que sí, porfa, porfa, porfaaaa…

– De verdad, Wade, no lo sé…- de repente, Wade coge un paquete y se lo da. Al abrirlo, Terry descubre en su interior un traje como el que llevaba en Fuerza-X, pero de color rojo y gris y con una chapa con la máscara de Masacre a la altura del pecho. No puede evitar sonreír.

– Eres imposible – dice ella.

¡Yupiiii! ¡Eso quiere decir que aceptas! ¡Choca esos cinco, socia! Por supuesto, seremos socios en un 70-30%, ten en cuenta que yo cobro más por antigüedad, y que tendremos que sacarte la licencia de mercenaria, y todo eso – vuelve a ponerse su máscara –; chica, qué peso me has quitado de encima, temía que no aceptaras, con lo útiles que son tus poderes contra este tipo.

– ¿Mis poderes? – Terry empieza a temer lo peor – ¿A quién hay que atrapar, Wade?

Oops, es cierto, no te lo he dicho. Verás, se trata de…


Es de noche. Estamos en el tejado de uno de los muchos edificios de la ciudad; ésta vez nos hemos desecho de nuestra apariencia civil, dispuestos a una dura noche de trabajo. ¿He dicho dura? Tal vez lo sea, pero el caso es que nos encanta nuestro trabajo, proteger a los inocentes.

Oímos el sonido de un disparo abajo, en la calle. Vemos a un hombre, cubierto por un pasamontañas, salir corriendo de una tienda de ultramarinos. No tenía necesidad de disparar, va enmascarado… eso nos enfurece. Nos agazapamos al borde del tejado, listos para saltar.

Perdón, a todo esto me he dado cuenta de que aún no nos hemos presentado. Mi compañero no tiene nombre, al menos no uno como Jim o Tom. Veréis, viene de otro planeta.

¿Y yo, preguntáis? No, yo nací en la Tierra.

Mi nombre es Eddie Brock.

Juntos, se nos conoce como Veneno.

Ahora, si nos disculpáis, tenemos trabajo que hacer.


(1).- En el número anterior.


PROXIMO NÚMERO: Wade y Terry siguen la pista de Veneno. ¿Puede salir algo bueno de todo esto?


LA CHOZA DE WADE

Este mes tenemos otra carta de Serandel. ¡A ver si los demás tomáis ejemplo! Como ya te dije, algunos de los temas te los contesto en privado.

No compraba X-Force, así que me he perdido las primeras apariciones de Masacre, pero en algún lado he leído que lo presentaron como un mutante cuyo poder era… ¡aturdir a la gente con su voz! Como diría Ford Farlaine, increíble-ble. En fin…

Bueno, eso suena al típico chiste sobre Masacre… no, no creo que el poder de Wade sea ese. Y si no te has leído sus primeras apariciones hazlo, valen la pena.

Respecto a lo que dije sobre que no se pueden usar personajes post-Onslaught:

No lo sabía, pero me parece mala idea, ¿no? O sea, ¿por qué no se pueden usar? Podría estar curioso.

Hijo, son las reglas y para algo están. Si los editores lo han decidido así, por algo será. De cualquier forma, por aquí aparecerán bastantes personajes, viejos y nuevos, para que no eches en falta a los otros.

Y respecto a lo de la taberna para mercenarios:

¡Y la llamamos la Mansión del Averno! ¡A ver qué dice Carlos! ;-D

Je. Pues parece que hay un proyecto para un bar de supertíos, pero no parece que Carlos esté muy contento… eso sí, si al final sale, yo voy a presionar para que le pongan ese nombre.

Nota de Carlos:

Carlos odia la taberna. La odia de verdad. Pero, como son mayoría, harán lo que les dé la gana, por lo que sólo podrá quejarse muuuuuuuuuuuuuchas veces.

A ver qué nos traes para la próxima.

Pues ya ves, el preludio al siguiente, en el que veremos cómo éste cambio ha afectado a Wade y a Veneno paseando por ahí…

Y los demás, los que queráis imitar el buen ejemplo de Serandel, ya sabéis que para enviar vuestras opiniones, comentarios, bla, bla, bla, debéis escribir a alexmola@hotmail.com

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