Daredevil #365

Daredevil #365De niño, el hijo de Jack Batallador Murdock quedó ciego a causa de un trágico accidente. Ahora, cuando el sistema legal no resulta suficiente, el abogado Matt Murdock adopta su identidad secreta y se convierte en… Daredevil

#365 – Con pies de plomo
Por Bergil


Fecha de publicación: Mes 23 – 3/00


– ¿Señor Murdock? -la voz de la secretaria de Matt sonó por el interfono.

– ¿Sí, Rose?

– Tiene dos visitas, señor Murdock.

– Muy bien, Rose. Haga pasar a la primera.

Matt oyó abrirse la puerta del despacho, pasar a una persona y volver a cerrarse. Antes de que la visita dijera una sola palabra, su oído ya le había dicho, gracias a los latidos del corazón, nunca iguales para dos personas, de quien se trataba.

– Buenos días, señor Murdock.

– ¿Betsy? ¿Betsy Beatty? ¡Cuánto tiempo sin saber de tí!

– Pues sí, señor Murdock, hace bastante tiempo (1). ¿Cómo se encuentra? Melvin me ha contado que tuvo un accidente…

– Pues las cosas van razonablemente bien. ¿Qué te voy a contar a tí, que eres enfermera? La fisioterapia va consiguiendo algunos progresos, pero todavía habrá de transcurrir algún tiempo hasta que pueda volver a caminar. Te agradezco sinceramente el interés, aunque no creo que sea eso lo que te ha traído por aquí.

– Tiene razón, señor Murdock. Verá… -dudó- …la verdad es que no sé por dónde empezar.

– ¿Por qué no empiezas por el principio? -la animó Matt con una sonrisa-. Suele ser una buena idea.

Betsy aspiró profundamente y se lanzó a hablar.

– El principio. Sí, eso es. Usted conoce a Melvin… ¡Qué cosas digo! ¿Cómo no va a conocerle? Si hasta le defendió cuando era el Gladiador… Bueno, el hecho es que Melvin parece haber dejado atrás esa etapa de su vida, ¿no? Quiero decir… -Betsy estaba visiblemente nerviosa- …no ha vuelto tener problemas con aquella obsesión suya por la época romana, y… ¡Oh, maldición! ¿Por qué me resulta tan difícil? Señor Murdock: ¿cree usted que Melvin está curado?

– Bueno, Betsy, no es una pregunta fácil de responder. Sin que mi opinión tenga una validez científica, creo que puedo decirte lo siguiente: una persona con una disfunción de carácter mental es como un alcohólico, nunca deja de serlo. Lo que ha de conseguir es controlar su pulsión, en vez de dejar que ésta le controle a él. Cuando alcanza ese estadio de dominio, cuando ha conseguido asumir sus demonios interiores, es cuando decimos que está curado. Pero nada nos asegura que, en el futuro, no pueda volver a caer en el mismo abismo del que consiguió salir (2). Ahora bien, circunscribiéndonos al caso en concreto de Melvin, lo único que puedo decir es que le considero un excelente ser humano y que creo que sí, que se ha curado. Pero, de todos modos, tú deberías saber de este extremo bastante más que yo. Al fin y al cabo eres enfermera, y le llevas observando desde hace mucho tiempo, ¿no?

– Precisamente por eso, señor Murdock. Deseaba un punto de vista… perdone por la expresión… más objetivo, más distanciado que el mío. Muchas gracias. Me ha sido de gran ayuda.

– No hay de qué, Betsy. Perdona la indiscreción, pero ¿para qué querías saber mi opinión acerca de Melvin?

– Espero que me disculpe si no se lo digo, señor Murdock. Por nada del mundo quiero parecer descortés, pero se trata de una cuestión de carácter personal.

– No hay nada que disculpar, Betsy -dijo Matt, tras percibir como el pulso de su interlocutora se había acelerado perceptiblemente-. Ha sido un placer hablar contigo. Y si me necesitas para cualquier otra cosa, ya sabes dónde estoy.

– Muchas gracias de nuevo, y hasta la vista… lo siento, es una frase hecha.

– No te preocupes, Betsy -dijo Matt con una sonrisa-. Hasta pronto.

Cuando Matt se quedó solo, ordenó a su silla retroceder medio metro. Respiró profundamente y, apoyándose en los reposabrazos, se alzó hasta colocarse completamente de pie. Retirando las manos, permaneció en equilibrio unos segundos, hasta que las piernas le fallaron y cayó hacia atrás. Colocándose en el asiento, se secó el sudor de la frente y volvió a acercarse a la mesa.

– Rose -dijo, pulsando el inerruptor del interfono-, puede hacer pasar a la otra visita.

– Muy bien, señor Murdock.


En el hotelucho de mala muerte en el que se hospedaban, Navaja y Zaran planeaban cómo actuarían contra Daredevil. Mientras que Navaja se mantenía tan frío como las mortales hojas que le daban su apodo, Zaran paseaba nerviosamente arriba y abajo.

– ¿Dónde se habrá metido? -repetía una y otra vez, agitando las manos por encima de su cabeza-. ¡Tendría que haber llegado hace horas ya!

En ese momento, unos leves golpes sonaron en la puerta de la habitación.

– ¿Sí? -preguntó Navaja, levantándose del maltrecho sillón en el que descansaba y colocándose a un lado de la puerta-. ¿Quién es?

– Servicio de habitaciones, señor -dijo una voz al otro lado de la puerta.

– ¿Crees que dice la verdad? -musitó Zaran, colocándose frente a Cuchilla y posando la mano en el picaporte.

– No seas estúpido -escupió Navaja, en el mismo tono bajo-. ¿Crees de veras que un cuchitril como éste iba a tener servicio de habitaciones? Abre y prepárate -ordenó, colocándose en posición.

Zaran abrió la puerta y retrocedió un paso. En el hueco de la puerta vio… la pared de enfrente. No había nadie.

– ¿Qué? -dijo Zaran, asomando la cabeza-. ¿Pero qui…?

No pudo acabar la frase. Una mano le cogió por el cogote y le lanzó contra el otro lado del pasillo, mientras una voz burlona decía a sus espaldas:

– ¡Vaya incauto! Caer en un truco tan viejo… -mientras entraba en la habitación.

– Por suerte, aquí estoy yo para remediarlo -dijo Navaja, golpeando con el plano de la hoja la nuca del visitante. Éste cayó al suelo, pero al instante siguiente se puso en pie.

– Vaya vaya -dijo, con una mueca torcida, mientras se frotaba la nuca-, sigues tan cordial y simpático como de costumbre, Navaja. Y compruebo que Zaran sigue tan despierto como siempre.

– Muy gracioso, Onda -dijo Zaran, entrando en la habitación y cerrando la puerta, mientras se frotaba la coronilla-. Pero que muy gracioso…

– Bien, y una vez comprobado lo mucho que todos nos hemos echado de menos, ¿cuál es ese asunto tan importante?


Desde lo alto de la azotea, Daredevil observaba en silencio al gigante pelirrojo mientras preguntaba infructuosamente a las personas que veía en los portales o en la calle. Cuando se disponía a abordarle, observó que un negro igualmente corpulento se acercaba por su espalda y le tocaba en un hombro (3).

Daredevil decidió esperar.


«Bueno bueno bueno«, pensó Matt al reconocer a la visita, «aquí tenemos a la misteriosa señorita Betsy Walkers. A ver qué nos cuenta esta vez«.

– ¡Oh, señor Murdock! -dijo lastimeramente Betsy Walkers-. Me habían dicho que había sufrido un accidente, pero no pensé que…

 «¡Dios mío, pero qué mal actúa! Debe de estar muy nerviosa para fallar de esa manera. Antes lo hacía mucho mejor«, pensó Matt con una sonrisa.

– No se preocupe, señorita Walkers. Una vez uno se acostumbra, no es tan complicado -. Tampoco había por qué descubrir todas las cartas de golpe-. ¿Qué es lo que quería?

– Pues verá… de hecho, venía a ver como estaba… Me enteré de lo de su accidente, y no sabía si podría…

– ¿Seguir ocupándome de su caso? Ningún problema, mi querida señorita Walkers. Si lo desea, podemos fijar una reunión para mañana mismo, a fin de planificar nuestra estrategia y comenzar a dar los primeros pasos.

– Como desee, señor Murdock -dijo Betsy Walkers, sin dejar que su rostro tradujera su decepción, a pesar de estar hablando con un ciego-. Hasta mañana, pues.

– Hasta mañana, señorita Walkers.

«¡¡Maldición!!«, pensó ésta, cuando salió por la puerta.


– ¡Muy bien, PERRO! -dijo alegremente Foggy en su despacho-. ¡Así se hace, chico! ¡De pie! ¡Rueda! ¡Da la pata! ¡Haz el muerto! ¡Bravo, muchacho! Toma otra galleta.

– No deberías darle tantas galletas a PERRO, Foggy -dijo una voz a su espalda-. Se va a poner como una foca.

– ¿¡¿Qué?!? -dijo Foggy, mientras el susto hacía que la caja de galletas saliera por los aires, desparramando el contenido ante la mirada divertida de PERRO y de… -¡Liz! ¡Eres tú! ¡Hola!

– Hola, Foggy -dijo Liz Allen-Osborn con una sonrisa mientras se agachaba para ayudarle a recoger las galletas-. ¿Cómo te va?

– Pues con trabajo hasta las cejas, como de costumbre. Pero voy sacando los asuntos adelante. ¿Y a tí? ¿Cómo marchan los negocios de Industrias Osborn?

– También marchan razonablemente bien -dijo Liz, sentándose en un sillón, una vez recogidas todas las galletas-. Mark (4) lo está haciendo estupendamente.

– Sí, ¿eh? -contestó Foggy, sentándose frente a ella-. Quién lo iba a pensar, ¿no? Perdona, Liz -dijo, al darse cuenta de cómo podría interpretarse lo que acababa de decir-, no quería…

– No te preocupes, Foggy, sé que lo decías sin mala intención. Bueno, al fin y al cabo, hay que tener en cuenta que Mark es químico. Eso es algo que todos hemos tendido a olvidar desde el accidente que le dio sus poderes.

– Tienes razón, Liz. Pero esto de llevar una empresa tan grande como Industrias osborn es algo que asustaría a cualquiera. Y, en cambio, ahí tienes a Mark, fajándose como el mejor y sacando la cosa adelante. ¡Es magnífico!

Liz no contestó, pero su sonrisa valía para Foggy lo que todo un discurso.

– Bueno, Liz, estoy encantado de verte, pero supongo que no habrás venido al despacho sólo para hablarme de tu hermano, ¿o sí?

– No, Foggy. De hecho, he venido a interesarme por tu socio. ¿Qué tal está Matt?

– Bueno, Matt es más duro de lo que parece. Está llevando todo esto con una entereza verdaderamente notable, Liz. Aunque los médicos no le han dado muchas esperanzas de que pueda volver a caminar, se está aplicando en la fisioterapia con un tesón increíble. Y todo ello sin descuidar su trabajo ni por lo más mínimo. Sin ir más lejos, el otro día volvió a actuar en los tribunales ¡y ganó! (5)

– Ya lo ví, Foggy, y me alegro mucho. Pero ¿no temes que pueda agotarse con tanto esfuerzo? El despacho, los juicios, la recuperación… ¿no será demasiado… hasta para él?


– Lo siento, señor -dijo el sujeto moreno y mal encarado con el que Betsy Walkers había hablado unas horas antes-. Murdock parece que sigue en la brecha.

– No importa. Conociéndole, debí saber que sería así. Habrá que probar otras tácticas…


– Me ha dicho Robbie que querías verme, Ben.

– ¡Peter! ¡Hola, chico! Se te ha visto poco últimamente… (6)

– Sí, bueno… he tenido algunos asuntos que me han liado, pero creo que ya está todo solucionado. ¿Qué es lo que querías?

– Verás, chico. Habrás oído en los periódicos que Daredevil recibió un tiro, ¿no?

– Sí, algo he oído por la radio. ¿Y?

– Pues que resulta que poco después de eso ha reaparecido Daredevil… o alguien que se hace llamar como él… lo que pasa es que utiliza su uniforme acorazado, y parece emplear unos métodos digamos más enérgicos que la del Daredevil al que estamos acostumbrados. ¿Me sigues?

– Creo que sí, Ben. Quieres que coja mi cámara y vea si puedo sacar alguna foto, ¿no?

– Exactamente, chico, exactamente. ¿Crees que podrás hacerlo?

– ¡Ben! -dijo Peter, abriendo mucho los brazos y fingiéndose ofendido-. ¡Que estás hablando conmigo! ¡Con Peter Parker, el rey de los fotógrafos freelance del Daily Bugle! Tú espera y ya verás…

– Muy bien, Peter. Pero óyeme…

– ¿Sí? -dijo Peter, volviéndose cuando ya se iba.

– No te arriesgues. No sabemos cómo se las gasta este tipo. Ten mucho cuidado.

– Descuida, Ben. Lo tendré.


El teléfono del despacho de Rosalind Sharpe sonó una y otra vez. Finalmente, Rosalind se decidió y lo descolgó.

– ¿Sí?


(1) La última vez que se cruzaron fue en Daredevil # 226. En aquella ocasión, Matt llevaba el traje de Daredevil. Por lo tanto, la última vez que Betsy Beatty vio a Matt es previa a esta.

(2) Matt habla por experiencia propia. Ha padecido unas cuantas crisis nerviosas, como las ocurridas en los números 227-233, o 344-350 de esta colección.

(3) Lee Cuentos de Midgard, en la colección de Thor, para saber más del asunto.

(4) Mark Raxton, el Hombre Ígneo, hermanastro de Liz.

(5) En el último número de esta colección.

(6) Lee la colección de Spider-Man para saber por qué.


Bienvenidos a Derecho de réplica-bergil@altavista.net, el correo de los lectores de la colección de Daredevil. Aquí me tenéis para resolver cualquier duda que pueda surgir sobre el discurrir de la colección.


En el próximo número: Las cosas van avanzando (o eso espero) en Daredevil # 366. Nos vemos en el número de Mayo.

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