X-Men #59

X-Men #59Temidos y odiados por un mundo que han jurado proteger…

#59 – ¿Qué le ha pasado a Jean?
Por Carlos Correia


Fecha de publicación: Mes 23 – 3/00


El Pájaro Negro viaja camino de la India. Hace una hora que salieron de Japón, donde SHIELD les arrebató a Watrick, un prófugo que había avisado a Xavier sobre algo relacionado con su padre(1). Lo único que han conseguido es un minidisc con información, y a una nueva mutante, Alice Xiang, protegida de Fuego Solar, y cuyos padres, tras convencer a la muchacha que les llevase con ellos, habían autorizado que ingresase en la Academia de Massachussets, hogar de Generación-X.

Ahora iban a Nueva Delhi, donde unas horas antes habían dejado a Fénix, que usó sus poderes para impedir que un misil nuclear pakistaní impactase sobre la capital(2). Sin embargo, tras la explosión perdieron el contacto telepático con su compañera, pero la urgwencia de su misión hizo que no se detuvieran. Tras terminar en Japón, vuelven a buscarla… si sigue viva.


En la Mansión, Xavier descansa, dormido sobre la mesa de su despacho. El resto de su Patrulla (Kaos, Polaris, Pícara, Arcángel y Mariposa Mental) habían ido con el Doctor Extraño al Alba Escarlata, para salvar de nuevo el alma de Betsy(3). Fuerza-X había ido con Karma a buscar a sus hermanos(4), y sólo había vuelto la mitad, que había partido con Dominó en su búsqueda(5).

Así, sólo estaba Xavier en la casa… junto a los inquilinos de la enfermería. Allí podemos encontrar a Bishop, que había quedado en coma tras recibir un disparo de uranio empobrecido, y a un agente de un equipo renegado de SHIELD, que había quedado herido en el asalto a la mansión(6).

Pero un fallo en los ordenadores algunas horas antes, durante el asalto, ha provocado graves efectos. Primero, los localizadores se estropearon, lo que hizo que Gambito no pudiese llegar a ayudar a sus compañeros cuando atacaron los agentes renegados. Luego, no ha hecho saltar la alarma cuando otro agente ha entrado para rescatar a su compañero. Y ahora ha liberado un experimento de la Bestia Oscura… que se dirige hacia el agente herido.

El agente 48 abrió la puerta de la enfermería. Se felicitaba por su «bomba electromagnética», que había inutilizado hasta los sofisticados equipos alienígenas de los mutantes, y le había permitido entrar en la casa sin ser detectado. Además, su «camuflaje mental» le escudaba de los telépatas, por lo que sólo tenía que preocuparse de que alguien le viera.

Entró. Todo estaba oscuro. Activó sus lentes infrarrojas. Veía a Bishop en su cámara curativa. Giró la cabeza. Y vió al agente 105 tirado en el suelo… y a dos metros de él, su cabeza.

«¿Qué #@$·…?«, gritó.

A pesar de su experiencia, no pudo reprimirlo. Había algo entre la cabeza y el cuerpo. Algo no humano. Algo que venía hacia él. Algo que resistía los disparos con que le estaba acertando. Algo que acababa de arrancarle la cabeza. Algo que acababa de meterse por los pasadizos que conducen a los túneles Morlocks. Algo que pronto volveremos a ver(7).

Xavier, con el estruendo, despertó. Entró en la enfermería y encendió las luces. Por toda la enfermería había charcos de sangre, pero ningún cuerpo. Sólo Bishop seguía en su cámara. Algo había pasado, pero no sabía qué.


«Cíclope, ¿estás bien?», le preguntó Tormenta a su compañero, que permanecía sentado en silencio en la cabina de piloto del Pájaro Negro.

«Claro, Tormenta, ¿por qué no?»

«Quizás porque tu esposa está desaparecida, un-ojo», gruñó Lobezno, que también estaba preocupado por Jean, una de las mujeres que más quería en el mundo.

«Jean está bien, Lobezno, tiene que estarlo. Siempre lo está.»

«Lo que tu digas, Ciclo. Sigo sin saber porqué no fuimos a por ella directamente, en lugar de perder el tiempo con los jueguecitos de espia.»

«Teníamos una misión que cumplir, Lobezno. Jean lo entenderá.»

Lobezno mordió el puro que fumaba para evitar levantarse y romperle la cara a Cíclope. Algo de autocontrol sí que había aprendido con los años.

Mientras, en la parte trasera del avión, el Hombre de Hielo y Gambito hablaban con Alice Xiang, la mutante japonesa que habían conocido en el transcurso de la misión.

«Así que, ma cherie», dijo Gambito, «puedes hacer explotar las cosas, n’est ce pas?»

«Si, señor Gambito, ese es mi poder, pero no lo controlo del todo. Me cuesta hacer explotar cosas que no sean explosivas.»

«Tranquila, jovencita», le dijo Bobby. «Si me hubieras conocido al principio, sabrías lo que no es tener control. Era un muñeco de nieve, no podía congelarme, pero con el tiempo fui aprendiendo, y ahora soy uno de los más poderosos del equipo», dijo, ufano.

«Claaaro, polo, lo que tu digas», contestó irónico Gambito. «¿Y qué piensa Xavier de esto? ¿Cómo que no te ha hecho ya líder del equipo?»

«Todo se andará, cajun, todo se andará.»


Apocalipsis había vuelto a su base tras la batalla con los Vengadores(8), en la que había probado si los Héroes Más Poderosos de la Tierra eran dignos para vivir en su nuevo mundo. Allí le esperaba Ozymandias, un antiguo faraón egipcio convertido en piedra viviente por el loco megalómano, que quiso que su poder mutante de grabar el futuro en piedra no terminase con su muerte.

«He vuelto, esclavo«, dijo Apocalipsis. «¿Qué dicen tus grabados sobre mi futuro?«

«Señor, las piedras no mienten», respondió Ozymandias. «Muy pronto el Elegido y sus aliados se alzarán, y se enfrentarán a ti. Pero nada dicen de quien vencerá.»

«¿Acaso dudas de que seré yo quien se alce victorioso tras las cenizas de la batalla? ¿No lo he hecho durante todos estos años?«

«Quizás, señor«, respondió el antiguo faraón, quien, a pesar de los años de cautiverio, aún se atrevía a burlarse de su amo, «pero deberíais recordar que no sería la primera vez que os derrotan. Y el Elegido será vuestro último enemigo… de una u otra forma.»

«Tus dudas me ofenden, necio. Harías bien en recordar quién es tu señor. Pero ahora debo descansar. He de reponer mis energías para la batalla final.«


El Pájaro Negro aterrizó a las afueras de Nueva Delhi, entre un pequeño bosquecito, camuflado entre los árboles. La Patrulla salió, en ropa de calle, para intentar pasar desapercibidos… todo lo desapercibidos que pueden pasar Cíclope, Tormenta, Gambito y Lobezno. Bobby, el Hombre de Hielo, se quedó en el avión con la joven japonesa.

«El misil cayó por allí», dijo Logan, señalando hacia una colina cercana. «Pero no puedo captar el olor, el viento viene en contra.»

«Entonces vamos para allá. Recordad, hay que procurar no usar nuestros poderes, no queremos llamar la atención», dijo Scott.

Los cuatro caminaron en silencio hacia la colina, sumidos en sus pensamientos.

Una vez allí, vieron cómo el ejército había acordonado el lugar, vigilando con especial intensidad un barracón situado en el centro.

«Apuesto lo que queráis, mes amis, que allí está Jean», dijo Gambito.

«Será mejor esperar a que oscurezca para entrar.»


Adam-X, X-Tremo, caminaba por las calles de Philadelphia, vestido con ropa deportiva y una gorra, para disimular sus rasgos alienígenas. Venía siguiendo el rastro de un tal Milbury, que había contratado a Arcade para que lo matara(9). Las pistas le habían llevado a Alaska(10), y a ser secuestrado por Eric el Rojo(11), de quien se liberó con la ayuda de Genis, el hijo del Capitán Marvel(12), sólo para descubrir que era hijo del emperador Shi’ar D’Ken y de una humana.

Tras todos esto, un anuncio en un periódico le había vuelto a poner en la pista: «Doctor Milbury. Se atiende a mutantes«. Apareció en todos los diarios durante un mes, y luego desapareció.

Ahora, Adam por fin había llegado a la dirección que indicaba el anuncio… sólo para descubrir que se trataba de una vieja fábrica abandonada.

Una verja metálica bloqueaba la puerta de entrada. Adam sacó una de sus cuchillas y la usó de ganzúa con la cerradura, que se abrió sin oponer resistencia.

Dentro estaba todo muy oscuro. La luz sólo entraba por la puerta situada tras él, dando un aspecto muy tenebroso al lugar.

«¿Hay alguien?», gritó. «Doctor Milbury, ¿está usted ahí?»

Nadie contestó. Adam avanzó, y, de repente, se hizo la oscuridad. Había alguien en la puerta.

X-Tremo se giró rápidamente, y preparó sus cuchillas. En el marco estaba un hombre, de cara blanca, y con un extraño traje.

«¿Quién eres?», preguntó Adam.

«Creo que me buscabas, Adam. Soy Milbury.»

«¿Tú eres el doctor Milbury? ¿Tú eres el que pagó a Arcade para que me matara?»

«No para que te matara, Adam, sino para probar lo que yo ya sospechaba. Eres un híbrido de humano y shi’ar.»

«¿Cómo sabes eso?»

«Yo lo sé casi todo, Adam. Eres hijo del emperador D’Ken y de una prisionera humana. Una humana muy especial.»

«¿Sabes quién fue mi madre?»

«Claro, X-Tremo. Tú eres Adam Summers.»

Y, de repente, Adam cayó inconsciente al suelo. Arco Voltaico había aprovechado para noquearlo mientras Siniestro lo distraía.

«Bien hecho, Arco. Cógelo y mételo en la cámara de éxtasis. Volvemos a la base.»

«Ahora tengo a tu hermano, Scott», pensó Siniestro, «y lo convertiré en tu peor enemigo.»


Es medianoche en Nueva Delhi. Los cuatro hombres-X se internan en el improvisado campamento militar que los indios han levantado en el lugar en el que ha caido el misil pakistaní, cubiertos por una espesa capa de niebla invocada por el poder de Tormenta.

«No consigo comunicarme con Jean», dice Scott. «Es posible que esté inconsciente.»

«Cállate si no quieres que nos descubran», gruñó Lobezno.

Llegaron sin incidentes al barracón. Lobezno se asomó por la ventana, y vió a cuatro soldados armados con fusiles de asalto, rodeando una cama en la que yacía Jean Grey.

«Jean está dentro. Sólo hay cuatro soldados. Será pan comido.»

«Sin garras, Logan», le dijo Tormenta. «Sólo cumplen con su trabajo.»

«Tranquilo, Ororo. Ni se enterarán de que existo.»

Dicho y hecho, Lobezno se introdujo en el barracón, noqueó a los cuatro soldados sin darles tiempo a reaccionar, y cogió a Jean en brazos.

«Tormenta, llévate a Jean volando. Los demás iremos a pié», ordenó Cíclope.

Tormenta cogió a Fénix en brazos y salió volando, impulsada por los vientos, en dirección al Pájaro Negro.

«Tenemos que averiguar qué ha pasado aquí», dijo Cíclope.

«Déjame a mi», contesta Gambito. «Volved al Pájaro Negro. Yo os llevaré las respuestas.»

«Está bien, Remy. Pero ten cuidado.»

Gambito entró en el barracón, mientras Cíclope y Lobezno volvían al avión.


En el Pájaro Negro, Tormenta había tumbado a Jean en una camilla, y estaba comenzando a analizarla cuando entraron Cíclope y Lobezno.

«¿Y Gambito?»

«Ahora viene. ¿Qué tal está Jean?»

«Aparentemente está bien. Está sedada, pero ya parece que se despierta.»

«Jean, cariño, ¿estás bien?», preguntó Scott.

«¿Scott? ¿Qué ha pasado? Lo último que recuerdo es que intenté contener la explosión, y que me desmayé. ¿Ha explotado el misil?»

«Non», dice Gambito, entrando en ese momento en el avión. «Parece que Jean tuvo éxito. No hay ni rastro de radiación en la zona.»

«¿Cómo has conseguido la información?», pregunta Cíclope.

«Oh, soy un tipo con mucho encanto(13)«, responde con una sonrisa.

«Scott, no consigo establecer nuestro enlace mental. No consigo enfocar mis poderes.»

<<Me temo, Jean, que no puedes>>, comenta de repente Xavier, que ha seguido toda la conversación telepáticamente. <<He intentado acceder a la parte de tu mente que controla poder y me ha sido imposible. Sólo encuentro una puerta cerrada, nada detrás. Parece al contener explosión has sobrecargado poder, lo quemado. Ya no eres psi.>>


Mansión de la Patrulla, alguna horas después(14).

«Bienvenidos, Patrulla», dijo Xavier cuando aterrizó el avión. «Así que esta es la joven Xiang. Encantado, soy Charles Xavier.»

«Es un placer, Xavier-san

«Te llevaremos a la Academia lo antes posible, para que te aclimates.»

«Yo la llevaré», dijo Bobby. «Quiero ir a visitar a mis padres, así que de paso la acercaré.»

«Bien, Robert, como quieras. Dale recuerdos a tu familia.»

«Claro, señor. Vamos, Alice, despídete.»

«Profesor, ¿puedo hablar con usted?», preguntó Cíclope.

«Claro, Scott. Vamos a mi despacho.»


Sala de Reuniones, dos horas después. La Patrulla estaba esperando, tras una llamada mental de Xavier. El grupo de Kaos había vuelto de su misión en la dimensión del Alba Escarlata(15), y se habían estado poniendo al día entre todos. Así que tenemos reunidos a Arcángel, Tormenta, Lobezno, Pícara, Mariposa Mental, Gambito, Kaos y Polaris. Sólo falta el Hombre de Hielo, que acababa de irse, y Cíclope y Fénix, que estaban con Xavier.

«Gracias por esperar», dijo Cíclope cuando entró, con Xavier junto a él. «Os he reunido a todos aquí porque tengo algo que comunicaros.»

«¿Qué pasa, hermanito?», preguntó Alex.

«Dado que Jean va a estar un tiempo incapacitada, he decidido que lo mejor es que me quede con ella. No quiero que pase por esto ella sola.»

«¿Estás diciendo lo que creo?»

«Sí, Alex. Desde ahora, dejo la Patrulla-X.»

FIN


(1).- Si quieres saber qué pasará con Watrick y muchas más cosas, léete la serie de SHIELD.

(2).- En X-Men #57.

(3).- Ver Patrulla-X #338-339.

(4).- En Fuerza-X #62.

(5).- En Fuerza-X #63-64

(6).- De nuevo en X-Men #57.

(7).- Pero no en esta colección. Estate atento a las diferentes series de MarvelTopia.

(8).- En la saga «La Era de las Maravillas», en Vengadores #403-406.

(9).- En Fuerza-X #29-30.

(10).- En X-Men #39.

(11).- Si os fijais bien, en X-Men #41.

(12).- En Capitán Marvel II #3.

(13).- Aunque casi nadie lo recuerda, Gambito tiene un poder de persuasión, que hace que la gente le haga caso.

(14).- Toda la trama de SHIELD y la bomba nuclear se resolverá en el anual X-Men/SHIELD.

(15).- De nuevo, Patrulla-X #338-339.


SALA DE GUERRA

Como seguramente os habréis dado cuenta, yo no soy Raker. Veréis, el caso es que Raker ha desaparecido en el vacío internáutico, y no sabemos nada de él desde hace más de seis meses, y, lógicamente, sus colecciones se quedaron paralizadas.

Esto hizo que, a su vez, se retrasase la colección de la Patrulla-X, ya que van coordinadas, y, por eso estoy aquí, sustituyendo a Raker, al menos temporalmente.

En fin, esperamos vuestras opiniones, comentarios, críticas, etc.

Y Raker, si lees esto, espero que vuelvas pronto.

Por cierto, entre este número y el siguiente transcurre el anual X-Men/SHIELD, que esperamos guionice Raker.

Mutativos saludos…

Carlos

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